Fernando Solís & Alicia Peña  
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Agosto de 1962
Principios de agosto de 1962

Fernando colgó el teléfono antes de marcar por quinta vez en menos de media hora, quería llamar a Alicia pero no se decidía. En parte por la reacción que podría tener al escucharle y en parte porque aquella vez creía que él tenía razón. Aunque estaba seguro que al final la preocupación acabaría venciendo esa pequeña batalla que tenía consigo mismo y, antes o después, terminaría siendo él el que la llamase.

Esa mañana
Alicia se estiró mientras Fernando apagaba el despertador, aunque no se lo había dicho, esa mañana volvería al trabajo, estaba cansada de estar todo el día en casa sin hacer nada; le encantaba pasar las horas con su hijo, pero necesitaba volver al despacho, ver a sus compañeros, trabajar. Además, hacía días que no tenía ningún mareo ni ninguna otra molestia; Fernando se quedó mirándola, estaba sentada en la cama y ya muy despierta. Miró la cuna, Roberto estaba dormido casi destapado, se levantó para arroparle sin dejar de mirar a Alicia.
-Buenos días Alicia, es muy pronto ¿por qué no duermes otro rato y preparo el desayuno antes de irme?
-Buenos días –le besó suavemente y se frotó los ojos- no puedo dormir, hoy volveré al trabajo, -notó que Fernando respiraba hondo- y antes tenemos que desayunar.
Vio cómo Fernando intentaba respirar tranquilo mientras empezaba a rascarse el pelo y a andar por la habitación.
-No puedes ir a trabajar, ya oíste al doctor, los primeros meses necesitas reposo hasta que se pasen los mareos y las náuseas.
-Fernando, -hablaba con aplomo mientras se levantaba despacio- hace días que se han pasado así que hoy vuelvo al trabajo.
-¿Cuándo lo has decidido Alicia?
Alicia respiró hondo, no quería empezar el día discutiendo pero tampoco pensaba ceder en algo tan importante.
-Pues mira, no lo sé, lo he decidido y ya está. No es una decisión trascendental para nuestra vida, vuelvo al trabajo porque antes o después tenía que pasar. Anoche he dormido muy bien, estoy descansada y quiero ir al despacho. No hay más que hablar, -volvió a besarle sonriendo- desayunemos.
 
 
-¡Claro que hay más que hablar! –se alejó con grandes pasos para quedarse frente a ella sin sentarse y moviendo las manos nervioso- ¿Lo decides tú y ya está? Alicia, has pasado unas semanas muy malas, te has mareado varias veces al día, no creo que sea bueno que vuelvas al trabajo, que te estreses con los casos, que no te dé tiempo a comer… -se acercó y acarició la mejilla de su mujer- Tienes que cuidarte.
Fernando no podía dejar de pensar la cantidad de veces que en esas semanas había tenido que evitar que Alicia se desplomase en el suelo, tampoco las veces que tuvo que ir detrás de ella con una toalla y sujetarla mientras vomitaba.
-Fernando, -se alejó de él mientras se ponía la bata y las zapatillas- hoy voy a ir a trabajar; no se acaba el mundo porque una mujer embarazada pase un día trabajando… Me voy a cuidar, voy a comer mucho porque no dejo de hacerlo en todo el día; por nada del mundo querría que le pasase algo a mi hija –Fernando levantó la mirada al darse cuenta que había dicho su hija, se le quedó la boca seca, no podía reaccionar- pero eso no significa que vaya a tener que estar nueve meses en casa sin moverme. Me voy a duchar, si quieres puedes preparar el desayuno.
Se movió nervioso por la habitación hasta que Alicia habló cómo si el bebé sólo fuera una cuestión de ella, tragó saliva y se quedó completamente callado. Al salir de la habitación se dio cuenta que Fernando estuvo a punto de ir tras ella para ayudarla en la ducha, entró en el baño mordiéndose el labio. No quería discutir con Fernando, se sentía mal, pero no entendía que pretendiese que se quedase en casa eternamente. Asumía su lado sobreprotector y sabía que no podría cambiarlo, pero estaba exagerando demasiado. Con cuidado entró en la ducha y se relajó al sentir el agua caliente sobre ella. Fernando llevaba varios minutos parado donde estaba, que Alicia se refiriese al bebé como su hija le había dolido mucho, sólo los pequeños ruidos de un Roberto que se estaba despertando le hicieron reaccionar. Le cogió con cuidado mientras acariciaba su cara, le besó casi con desesperación; no creía que estuviese haciendo nada malo como para que Alicia dijese algo así. De hecho pensaba que en esa ocasión él tenía razón, entendía que Alicia quisiese volver al trabajo, que lo necesitase, pero después de las últimas semanas debería saber que necesitaba estar tranquila. Fue a la cocina con su hijo en brazos, preparó una papilla de frutas y el desayuno para ellos; oyó cómo Alicia salía del baño y empezaba a prepararse en la habitación. Roberto comió tranquilo, casi como si supiese que aquella mañana el ambiente era tenso. Alicia se vistió despacio, no dejaba de morderse el labio, sabía que se había pasado con el comentario sobre su hija, se arrepentía profundamente de ello; pero no podía reconocerlo, pensaba que reconocer eso era reconocer que se había equivocado en todo y eso no lo creía. Se miró en el espejo antes de salir y tuvo que contener las lágrimas, no quería volver al trabajo a costa de hacer daño a Fernando; entró en la cocina despacio a tiempo de ver cómo Fernando se tomaba su café.
-¿No vas a comer algo? No puedes alimentarte sólo con café…
-No me da tiempo… Tengo que ducharme y ya llego tarde…
Pasó a su lado rozando su mano pero fue incapaz de decirle nada más, estaba preocupado por ella pero lo que había dicho le había dolido mucho y no podía ser condescendiente. Alicia se sentó sin dejar de mirar la puerta por la que acababa de salir Fernando, oyó cómo abría el grifo para ducharse. Roberto atrajo su atención con un pequeño ruido.
-Buenos días mi niño.
Le besó y se sirvió un té mientras cogía un brioche; tenía el estómago cerrado pero se obligó a comer, miró la taza de Fernando y de pronto tuvo ganas de llorar. Intentaba desayunar sin dejar de recordar la mirada de Fernando, sabía que le había hecho daño, podía verlo plantado en el medio de la habitación completamente vencido. Se pasó la mano por el cuello nerviosa y estuvo a punto de tirar la taza de café. Fernando se duchó a toda velocidad, llegaba tarde pero eso en aquel momento le importaba muy poco, sus movimientos eran brucos por todo lo que pasaba por su cabeza. Alicia tenía razón al decir que no podía pasarse meses en casa sin trabajar, pero no era el momento de volver, no lo era por mucho que ella se empeñase. Se vistió a la misma velocidad, su cabeza no paraba de darle vueltas al comentario, estaba seguro que Alicia no había querido hacerle daño, pero se sentía tan mal que no podía pensar en lo que sintiese ella. Volvió a la cocina, se quedó unos segundos en la puerta, Alicia tenía la mirada perdida, con una mano sujetaba la taza de té y con la otra tenía cogida una de las manos de Roberto. Se acercó despacio, respiró hondo antes de volver a hablar.
-Me tengo que ir… -se agachó para besar a su hijo y levantó la mirada hacia su mujer- Pasa buen día, si necesitas algo… -cerró los ojos un segundo- Llámame a la redacción si quieres hablar.
La besó la frente antes de incorporarse del todo, Alicia estuvo a punto de levantarse pero sólo pudo mover nerviosa una pierna; Fernando se frenó en la puerta de la entrada, desde donde estaba podía ver a Alicia de espaldas, suspiró pensando que no quería irse a trabajar sin aclarar las cosas, pero tampoco estaba seguro de no estropearlas más si se quedaba. Necesitaba tomar distancia, intentar olvidar el comentario sobre su hija… Abrió la puerta despacio y salió de su casa, Alicia oyó el suave golpe de la puerta al cerrarse y no pudo contener las lágrimas. Al cerrar la puerta de casa se quedó parado unos segundos, las llaves le quemaban en el bolsillo y cerró los ojos intentando contenerse, era mejor que los dos se tranquilizasen y lo más importante era que el bebé estuviera bien. Alicia se levantó con Roberto y le abrazó pensando en sus impulsos, nunca debió hacer ese comentario, ni lo pensaba ni era justo con su marido. Llamó a Diane para decirle que volvía al trabajo, dejó a Roberto en la manta con sus juguetes y se sentó en el sofá, sonrió pensando en la tarde que pasaron eligiendo el sofá. Fernando la miraba sonriendo mientras ella se sentaba en cada uno probando su comodidad, el espacio que tendrían, si le gustaba la tapicería… Después de más de dos horas mirando sofás, arrastró a Fernando hasta uno de ellos y se sentaron los tres, Alicia se permitió apoyarse unos segundos sobre su marido y supo que ese era el sofá que comprarían. Respiró hondo ante ese recuerdo, acarició suavemente el sofá mientras repasaba la discusión de esa mañana.
Fernando caminaba de forma rápida, ni siquiera se fijaba en las personas con las que se cruzaba; estuvo a punto de volver varias veces, desde que estaban juntos nunca se habían separado después de discutir, siempre aclaraban las cosas antes. Antes de entrar en la redacción recordó el momento en que su hijo dijo su primera palabra.

Unos días antes
Eran más de las nueve de la noche, Fernando había pasado todo el día en el trabajo, había llamado a Alicia más veces de las que podía contar, al final notó el tono cansado de su mujer al responder a las mismas preguntas una y otra vez.  Se echó a reír cuando tuvo que caminar unos pasos más, se había parado en su antiguo portal, hacía sólo unos días que se habían mudado definitivamente y, aunque ya consideraban que estaban en su casa, la costumbre era más difícil de cambiar. Alicia había pasado todo el día hablando con su hijo, le contaba cosas sobre el pasado y sobre el futuro, sobre Fernando y ella, de hecho creía que le había contado buena parte de sus vidas. Cuando abrió la puerta sonrió al ver a Alicia y Roberto en el nuevo sofá, Alicia levantó la vista sonriendo mientras Roberto le señaló y dijo “papá”, Fernando todavía no había cerrado la puerta. Se quedó a medio entrar en casa, no podía reaccionar; Alicia le vio sonreír nervioso, cerró torpemente la puerta y llegó hasta su hijo con pasos lentos. Cogió a Roberto en brazos y le abrazó suavemente, susurró en su oído “te quiero Roberto” y se sentó al lado de Alicia para empezar a jugar los tres. Durante aquella noche no dejó de pensar que su hijo le había llamado “papá”, su primera palabra con sentido había sido al verle llegar del trabajo. Alicia notó que no había dormido en toda la noche, oír a Roberto llamarle papá la había emocionado más que si hubiese dicho mamá.

Entró en la redacción todavía pensando en su hijo, saludó a sus compañeros, Pierre notó que pasaba algo pero decidió no preguntar, si Fernando necesitaba hablar, lo haría. Durante los primeros minutos no pudo centrarse en nada, Jean le comentaba novedades sobre algunos reportajes de última hora para el suplemento y él asentía sin prestar ninguna atención.
Alicia saludó a Diane intentando aparentar normalidad aunque sabía que su amiga la conocía muy bien y lo notaría. Tardó más que otros días en despedirse de Roberto, hizo un esfuerzo para no echarse a llorar cuando Roberto se agarró a su cuello balbuceando mamá y papá. El camino hasta el despacho lo hizo a paso lento, no podía dejar de repasar la situación de esa mañana. Sabía que se había pasado pero también creía que tenía razón en su posición sobre trabajar; antes de entrar en el portal estuvo a punto de seguir el camino hasta llegar a la redacción, pero se quitó esa idea de la cabeza. Por suerte, el trabajo se había acumulado y pudo mantenerse distraída los primeros minutos.
Fernando cogió una vez más el teléfono decidido a llamar a Alicia, marcó el número pero terminó colgando antes de que sonase el tono de llamada. Justo cuando colgó, empezó a sonar.
-¿Si?
-Tiene una llamada de su mujer.
Aguantó la respiración cuando su secretaria le pasó la llamada.
-Fernando…
-Hola Alicia.
-Siento lo que he dicho, yo…
Notó cómo se quebraba la voz de su mujer y se sintió culpable.
-No pasa nada, de verdad, está todo bien.
Alicia intentó calmarse, estaba en el despacho y quería mantener la compostura aunque le costaba hablar sin que las lágrimas asomasen.
-Alicia, de verdad, está todo bien… Hablamos esta tarde, pero, por favor, no te preocupes, quédate tranquila.
Alicia intentó sonreír, cerró los ojos pensando la suerte que tenía, sabía que a Fernando le había dolido el comentario sobre su hija, por eso el hecho de que sólo se preocupase de cómo estuviese ella la emocionaba profundamente. Fernando volvió a asegurarle que todo estaba bien y le propuso comer los dos juntos en algún sitio; aquel día no pensaba llegar pronto a casa, pero no quería dejar pasar más tiempo para hablar con Alicia y superar la situación de esa mañana.
-Alicia… -estaban despidiéndose ya, se giró hacia la ventana jugando con el cable del teléfono- Te amo y eso no cambiará pase lo que pase y digamos lo que digamos.
Alicia se mordió el labio intentando no emocionarse, se despidieron y ambos volvieron al trabajo ya más tranquilos. Escuchar la voz de Alicia por el teléfono fue un bálsamo en un día cuyas horas pasaban muy lentas, apenas había llevado una conversación con sus compañeros, pero en ese momento todo volvió a su sitio. Podía imaginar a Alicia mordiéndose el labio interno y haciendo algo que no era muy común, pidiendo perdón. Al colgar suspiró y continuó trabajando ante la mirada de un Pierre que, esta vez sí, se atrevió a preguntarle por Alicia. Se permitió tomarse una copa con Pierre, tendría que recuperar mucho trabajo después porque hasta que no habló con Alicia no había podido centrarse, pero necesitaba hablar con su amigo. Pierre le escuchó sin intervenir, conocía muy bien a Fernando y sabía que necesitaba hablar y desahogarse, fue hablando despacio, casi como si hablase consigo mismo, mientras fumaba un cigarro. Movía el vaso mientras los hielos se derretían, estaba enfadado consigo mismo porque su obsesión por controlar todo chocaba directamente con Alicia y con su propia forma de entender la libertad. Cuando acabó de contarle la discusión se echó a reír ante el asombro de Pierre, al decirlo en voz alta se puso en el lugar de Alicia; a él le encantaría estar todo el día en casa con Roberto y sabía que Alicia disfrutaba mucho esos momentos, pero entendía la pasión de Alicia por su trabajo y siempre la admiró por ello. Estaba siendo demasiado obsesivo, le preocupaba mucho que Alicia no estuviese en condiciones de ir a trabajar, pero también sabía que si ella no se sentía con fuerzas se quedaría en casa, de hecho había sido ella misma la que decidió trabajar desde casa. Aunque lo había omitido, terminó por contarle a Pierre el comentario de Alicia, realmente eso era lo que había hecho que no supiese cómo reaccionar ni acercarse a ella para arreglar las cosas antes de salir de casa. Pierre no supo qué decirle, le veía con la mirada perdida y jugando con la alianza; resopló mirando a un Pierre que había permanecido callado casi toda la conversación, la única vez que había dejado de mirarle fijamente fue mientras se liaba un cigarrillo. Fernando sonrió y decidió que el trabajo le vendría bien para dejar de darle vueltas al mismo tema, le recordó a Pierre todo el trabajo que tenían por delante y volvieron al despacho. Minutos después, Fernando se metió de lleno en su trabajo, quedaba menos de un mes para publicar el suplemento y todavía tenían trabajo por delante. Alicia estaba distraída, Grace le estaba preguntando algo sobre el caso que ella misma le había pasado hacía unas semanas y ni la había escuchado.
-Alicia, ¿te pasa algo? Podemos tomarnos un descanso y después seguimos, la verdad es que hoy ni me ha dado tiempo a desayunar, podemos tomar un té y hablamos un rato…
Alicia la miró intentando sonreír aunque sabía que en esas situaciones su sonrisa solía resultar del todo artificial; a pesar de estar pensando en la situación con Fernando, había notado cierto tono de Grace que le hacía pensar que no había desayunado porque había pasado la noche fuera, probablemente con Antonio… Se echó a reír aceptando la propuesta de su amiga aunque la propuso desayunar fuera, no le apetecía tener una conversación tan personal en el despacho. Decidieron ir a la cafetería cerca de su casa, el despacho estaba sólo a unos minutos así que no necesitaban mucho tiempo para llegar, su amiga las atendió con mucho cariño e incluso se permitió darle algunos consejos para los próximos meses de embarazo. Se sentaron en una mesa apartada, Alicia la miró detenidamente, Grace estaba radiante, hacía días que no la veía y que no hablaban de cómo les iban las cosas. Antes de decidirse a hablar, Alicia pensó en Inés, deseó con todas sus fuerzas tenerla cerca, en situaciones así la echaba más de menos, sonrió pensando en la hija de su amiga, una niña a la que sólo conocía por foto, y empezó a hablar aunque de momento sin referirse a ella.
-¿Y por qué no has desayunado? –Alicia probó el té mientras Grace revolvía el café y se echaba a reír- ¿Alguna cosa más interesante que hacer?
-No me dio tiempo, aunque supongo que en parte porque estaba lejos del despacho, no en mi casa…
Alicia se echó a reír, no quería estropear el ambiente con sus problemas aunque en realidad necesitaba hablar con una amiga.
-Siento decirte que yo no tengo una conversación tan interesante…
-Bueno, mientras sea algo importante estoy dispuesta a escucharte.
Alicia se acarició el cuello nerviosa antes de contarle a Grace lo que le inquietaba, jugaba con la cucharilla de la taza y aguantó estoicamente un par de arcadas. Fue contándole la discusión con Fernando, lo que le había molestado que quisiese tratarla como si no pudiese decidir volver a trabajar, como si tuviese que quedarse en casa hasta que naciese el bebé. Grace hacía algún comentario, Alicia arrugaba la nariz cuando le daba la razón a Fernando y asentía con fuerza cuando se la daba a ella; suspiró antes de contarle a su amiga lo que le había dicho a Fernando. No estaba orgullosa de ese comentario, era muy injusto, pero nunca pudo controlar su lengua cuando estaba cabreada, le gustaría hacerlo pero las palabras salían solas. Se mordió el labio mientras escuchaba a Grace, su amiga se puso en el lugar de los dos, al ver que no la juzgaba respiró tranquila, aunque seguía culpándose de la situación. Cuando se levantaron, disimuló un pequeño mareo aprovechando que Grace estaba cogiendo sus pertenencias, se sintió mucho más ligera, hablar con su amiga le había hecho poner todo en su sitio, sonrió pensando si Fernando se lo habría contado a Pierre. Al sentarse en el despacho se sintió una mujer nueva y decidió ponerse a trabajar.
Fernando miró el reloj y sonrió, el resto de la mañana se había pasado muy rápido desde que habló con Pierre; se puso la chaqueta y se despidió de todos, antes de salir entró al despacho de Antoine. Su jefe pretendía que se quedase a una reunión, se rascó el pelo proponiéndole pasar la reunión al día siguiente y suspiró aliviado cuando su jefe no le retuvo más. Tenía que escribir un par de artículos en casa, pero podría comer a solas con Alicia y después pasar toda la tarde con su hijo. Caminó hacia el despacho de su mujer con paso decidido, se cruzó con Catherine y estuvo unos minutos hablando con ella; al despedirse sonrió pensando que le caía ahora mejor que cuando estaba en su sección. Al llegar al portal encendió un cigarro, a Alicia le molestaba que la metiesen prisa, miró el reloj esperando que no tardase en bajar, necesitaba verla, saber que todo había pasado. Alicia llamó a Diane para decirle que no irían a comer, llegarían después de comer y ella podría irse. Se puso la chaqueta a toda velocidad al darse cuenta de la hora, estaba segura que Fernando estaría esperándola. Cuando estuvo frente al ascensor se mordió el labio, estaba nerviosa pensando en qué se dirían al verse, en cómo reaccionarían… Nunca se habían separado cuando habían discutido, lo arreglaban antes de alejarse, ese día había sido distinto y no estaba segura de lo que sentiría al tenerle en frente. Abrió la puerta y pulsó el botón casi temblando, se obligó a tranquilizarse pensando en su hija, se acarició el vientre mientras abría el ascensor y salía. Vio a Fernando antes de empezar a bajar las pocas escaleras que había hasta el portal, él levantó la mirada, sonrió levemente pero lo que más llamó la atención de Alicia fue su mirada fija, casi desesperada por volver a verla.
 
 
Cuando llegó junto a él se quedó parada mientras las lágrimas amenazaban con salir, Fernando la abrazó y respiró su olor, se agarró a él como si las horas separados hubiesen sido años, como si volviese a verle después de mucho tiempo. Fernando sonrió al notar la presión de las manos de Alicia, la besó en el pelo y se separó levemente.
-Alicia, tranquila, está todo bien. Siento haber sido tan obsesivo, me preocupo demasiado y entiendo que es agobiante…
-Sí, pero no tenía ningún derecho a decir lo que dije porque no es cierto, –cogió la mano de Fernando para ponerla sobre su vientre- es nuestra hija y los dos la cuidaremos como cuidamos a Roberto.
-Venga, ya está bien, tenemos que comer ¡y tendrás que contarme las novedades del despacho!
Alicia sonrió emocionada, Fernando hacía que todo fuese fácil, se abrazó a él y salieron juntos del portal; empezaron a caminar sin ningún rumbo, Alicia se agarraba a él muy fuerte y empezó a hablarle sobre Grace y Antonio. Fernando respiró profundamente mientras caminaba agarrado a Alicia, se permitió bromear con que era la primera vez que ella se disculpaba y aprovecharon ese momento para dar carpetazo al malentendido de ese día. Alicia estaba tan feliz que le propuso coger comida para llevar y comer en los Jardines de Luxemburgo, Fernando suspiró mirando al cielo y se echó a reír al darse cuenta que estaba volviendo a ser un exagerado. Hacía muy bien día para comer fuera y no pasaría nada porque estuviesen en los jardines; entraron a un pequeño bar, Fernando contuvo la risa al ver que Alicia pedía comida como si fuesen a organizar un picnic.
-Tengo hambre… -lo dijo casi avergonzada poniendo cara de niña- Y seguro que tú comes más que yo.
Fernando sonrió mientras acariciaba su pelo, se miraron durante los minutos que tardaron en darles el pedido. Alicia intentó ocultar una arcada pero no lo consiguió, Fernando la miró preocupado pero conteniéndose para no agobiarla lo que hizo sonreír a Alicia, se acercó a su cuello susurrando.
-Te amo Fernando.
La besó la frente mientras recogía la bolsa que le daba el camarero, bromeó con lo que pesaba por toda la comida que habían pedido. De camino a los jardines, Alicia seguía abrazada a él, empezó a hablar de Inés y lo que la echaba de menos, Fernando sonrió al oírla fantasear sobre un veraneo en Barcelona dentro de algunos años, la hija de Inés y Roberto tenían casi la misma edad, además de tener ya a su hija. Fernando tragó saliva mientras la miraba fijamente, él también echaba de menos tomarse una cerveza en el Asturiano o poder sentirse igual de libre que lo hacía en esos momentos. Acarició el hombro de Alicia mientras la veía feliz fantaseando. Miró hacia el frente evitando la mirada de Alicia pensando en todo lo que ella había renunciado para poder formar su familia, Alicia notó que relajaba el abrazo casi dejando caer los brazos aunque sin soltarla. Levantó la vista para darse cuenta de la mirada de Fernando y supo lo que estaba pensando.
-Fernando, -se frenó para mirarle fijamente- nunca, ni por un segundo, me he arrepentido de haberte ido a buscar al despacho de Bonilla. Si de algo me arrepiento es de haber dudado, no de haber ido. Puedo echar muchas cosas de menos, pero sé dónde está mi sitio, al lado de quién soy feliz. Roberto, nuestra niña y tú sois lo más importante porque me hacéis mucho más feliz de lo que lo he sido nunca.
Fernando la abrazó sin decir nada, muchas veces había pensado en lo que había dejado atrás Alicia, sabía que la vida que llevaban les hacía felices, pero no podía dejar de pensar en que Alicia había vuelto a exiliarse, que sus hijos crecerían en un país que no era el suyo. Acarició el vientre de Alicia mientras empezaban a caminar, algún día volverían, algún día su mujer y sus hijos podrían disfrutar del país que les habían negado. Respiró hondo y cambió de tema hablando del coche que pensaban comprar, Alicia se echó a reír y empezó a hablar sobre un modelo que le había recomendado Emile. Fernando la miraba sonriendo y disfrutó de la conversación hasta que llegaron a los jardines. Al llegar se dieron cuenta que había mucha gente, era un día caluroso y parecía que todas las parejas de París habían decidido disfrutar de una comida al aire libre. Se apartaron del bullicio, aunque era casi imposible encontrar un sitio en que no se oyese nada; Fernando ayudó a Alicia a sentarse, se mordió el labio pensando que no tenían manta para apoyar en el césped. Él apoyó la espalda en un árbol e hizo que su mujer se apoyase en él; Alicia sonrió al sentir las caricias de Fernando en sus hombros. Contuvo un bostezo mientras veía a Fernando moverse incómodo, probablemente por el árbol, pero estaba segura que nunca lo admitiría. Hacía unas horas no se imaginaba poder estar así después de lo que había pasado, empezaron a comer los bocadillos mientras hablaban del fin de semana. Fernando había mirado el reloj varias veces de soslayo, estaba pensando en lo mucho que disfrutaría Roberto en el parque, sabía que Diane lo sacaba pero, aun así, no podía evitar echarlo de menos. Al sentir a Alicia relajada, planeando otra velada con sus amigos, no pudo evitar reírse. Resopló al darse cuenta que pronto tendrían que irse.
-¡Fernando! Tenemos que hacer la cena para nuestros amigos.
-Es verdad, -se rascó el pelo mientras tomaba la copa de vino- se me había olvidado…
-Esta tarde llamamos a todos. Tendríamos que haber aprovechado la tarde de compras para arreglar la habitación de la niña…
-Pero Alicia, tenemos mucho tiempo, que vengan nuestros amigos no quiere decir que tenga que estar todo perfecto… -la besó el pelo mientras cogía otro bocadillo y se reía de que Alicia estaba comiendo más que nunca- Estoy pensando que podríamos hacer la cena en el patio, últimamente las noches son calurosas y seguro que se está bien.
Alicia se emocionó con la idea aunque le preocupaba que Roberto no parase quieto, los últimos días se había atrevido a caminar solo pero a los pocos pasos acababa perdiendo el equilibrio y se caía suavemente. Sonrió recordando la primera vez que Fernando le vio caerse, fue corriendo hacia él de manera torpe, le vio la mirada asustada y ella tuvo que tranquilizarle, esas pequeñas caídas de culo no le hacían daño, sólo eran parte del aprendizaje.
-Bueno, estarán todos nuestros amigos, todos le adoran, seguro que pasa la mayor parte de la cena de brazo en brazo… Cosa que tampoco sé si será bueno…
Alicia suspiró, Fernando se preocupaba por todo en exceso, pero ese era él; se giró un poco para mirarle fijamente y se acercó despacio a besarle.
-Alicia… -se separó despacio y sacó de la bolsa la pequeña tarta que habían pedido- Queda el postre.
-Hemos comido demasiado…
Volvió a besarle y le abrazó sonriendo, se quedaron así unos minutos sin pensar dónde estaban, Fernando se separó despacio y partió la tarta, Alicia empezó a comer a regañadientes. Antes de que lo hiciese, Fernando pudo ver sus intenciones de mancharle pero no hizo ningún esfuerzo por evitarlo; en unos minutos sus risas llamaban la atención de todos los que pasaban por su lado. Alicia se frenó para empezar a comer la tarta mientras se reía del aspecto de Fernando, dejó la tarta para limpiar la cara de su marido sin dejar de reírse. Fernando disfrutó de ese momento como si fuese la primera vez que lo compartían, le encantaba oír reír a Alicia, siempre había pensado que al reencontrarse con ella le pareció tan distinta precisamente porque no la oía reír. Cerró los ojos mientras volvía a apoyar la espalda en el árbol, Alicia se apoyó en él y durante los siguientes minutos se relajaron sin dejar de acariciarse las manos. Alicia sintió un pequeño aleteo pero lo obvió porque era demasiado pronto para sentir al bebé. Miró a Fernando mientras él se entretenía viendo jugar a los niños y le acarició la cara antes de besarle. Suspiró cuando Fernando dijo que debían volver, miró el reloj y pensó que debería haber vuelto al despacho hacía más de media hora; Fernando la ayudó a levantarse, la notó pensativa y la abrazó mientras empezaban a caminar. Alicia no estaba segura si ir a trabajar aquella tarde, le apetecía quedarse con su marido y su hijo, sobre todo después del momento tenso que habían pasado. Pero a la vez necesitaba la sensación de estar trabajando, volcarse en ayudar en un caso, además había quedado con Grace para acordar la defensa del empleado al que habían denunciado. Besó a Fernando esperando que no volviese a la carga con que debería quedarse en casa, él empezó a hablar sobre su jefe y la reunión que habían dejado para el día siguiente. Fernando recorrió el camino silencioso, le gustaba caminar abrazo a Alicia disfrutando de esos momentos, se quedó mirando cómo, a medida que se acercaban al despacho, Alicia comenzaba a relatarle cosas de sus casos. Tardaron poco en regresar, Alicia sonrió cuando vio que Fernando iba hacia el despacho sin dudar y sin intentar convencerla de pasar la tarde juntos, al llegar al portal le abrazó fuerte. Antes de separarse le besó el pelo deseando que pasase pronto la tarde, se giró antes de empezar a subir las pocas escaleras que la separaban del ascensor.
-Fernando -volvió a su lado y le miró a los ojos- gracias.
La besó suavemente pero se contuvo pensando que estaban en el portal de su despacho, se mordió el labio mientras la veía subir las escaleras y entrar al ascensor. Alicia dejó el bolso en su mesa y comenzó a organizar el trabajo, mordisqueaba el lápiz tan concentrada que su compañera de trabajo llevaba varios minutos hablando con ella, sonrió disculpándose pues estaba absorta para terminar cuanto antes. Fernando respiró hondo saliendo del portal, tenía ganas de estar en casa y jugar con su hijo, sonrió pensando en las pocas palabras que ya pronunciaba y las palabras que se inventaba señalando lo que quería. Se rascó el pelo pensando cómo se las apañarían cuando naciese el bebé y Roberto ya corriese por todos los lados, estaba seguro que sería muy difícil tenerle controlado en todo momento. Si por una pequeña caída se había asustado, no podía ni imaginarse estar con el bebé en brazos y ver a Roberto correr por el patio. Cuando quiso darse cuenta había llegado al portal, saludó al portero, hacia unos días habían estado hablando sobre España, estaba casado con una española y conocía algunas ciudades españolas. Desde ese día, siempre les saludaba en castellano, al abrir la puerta de casa se relajó, vio a Diane jugar con Roberto y sonrió al ver a su hijo alzar los brazos en su dirección y susurrar “papá”.
-Hola Roberto –se agachó junto a su hijo y le besó la nariz-, buenas tardes Diane, espero que no te hayamos estropeado ningún plan por quedarte hasta después de comer.
-No te preocupes, echaba de menos pasar estos momentos con Roberto.
Fernando sonrió, estaba seguro que para Diane hacía mucho que había dejado de ser sólo su trabajo, quería a Roberto casi como una madre y cuando no tenía que ir porque ellos no trabajaban, siempre echaba de menos pasar horas con el niño. Diane tardó unos minutos en levantarse, le gustaba mucho jugar con Roberto, Fernando le ofreció una copa que ella rechazó y terminaron despidiéndose oyendo las risas del niño de fondo. Fernando llevó a su hijo con él al baño, preparó lo necesario para poder bañarse con su hijo, Roberto empezó a manotear sólo escuchando el grifo abierto.
-Eres un trasto –empezó a hacerle cosquillas- pero cuando nazca tu hermana tendrás que portarte mejor ¿eh? –sonrió al ver a su hijo ponerse serio- No te asustes hijo, siempre vamos a tener momentos para jugar.
Aprovechó que Roberto estaba tranquilo escuchándole para empezar a desnudarle, siguió hablándole de lo que pasaría en los próximos meses, se mordió el labio pensando que su hijo no podía entenderle, aunque verle tan serio con la mirada fija en él le hacía dudar de eso. Cuando entraron en la bañera no pudo evitar reírse, Roberto empezó a chapotear sin dejar de reírse; Fernando cerró los ojos un segundo, si había algo que le hacía recordar que estaba vivo era la risa de su mujer y su hijo. Oírles reír le parecía algo increíble, por suerte su hijo no tenía intención de relajarse todavía, sintió su pequeña mano en su mejilla y se echó a reír haciéndole cosquillas. Mientras sujetaba a su hijo en la bañera, se dio cuenta de cómo cada momento que compartirían con él y el bebé en camino sería tan especial cómo esos. Mordisqueo de broma a Roberto que había aprendido a decir que no pero movía la cabeza de forma afirmativa.
Alicia y Grace llevaban más de una hora trabajando, Alicia había estado a punto de encenderse un cigarro un par de veces de manera totalmente automática, pensó que si había algo malo en volver al trabajo era precisamente eso, solía fumar mientras estaba concentrada en un caso y lo hacía de manera inconsciente así que le costaba controlar ese impulso. Cuando llamaron a la puerta de su despacho las dos se miraron mientras se daban cuenta que llevaban minutos sin levantar la vista de los informes, Alicia sonrió al ver a Antonio, hacía días que no se veían. Le saludó con un abrazo y se quedó en un segundo plano mientras Grace y él se saludaban, tomaron un café juntos, en el caso de Alicia un té, y aprovechó para invitarles a la cena del fin de semana. Alicia quiso saber sobre Liberto, hacía mucho que no le veía, Antonio le explicó que últimamente estaba muy ocupado con su novia a la que el propio Liberto se empeñaba en llamar amiga. Alicia jugó con la alianza pensando que quizás Liberto echaba de menos a su madre para poder hacerle esas confidencias; insistió en que le dijese que podía ir con su amiga. Alicia disfrutó de la charla con Grace y Antonio pero al mirar el reloj torció el gesto ante la hora que era ya, decidió llevarse algunas carpetas a casa y trabajar allí, soñaba con un baño caliente, cenar algo y poder trabajar escuchando de fondo a Fernando replicando al televisor dónde pasaban un debate sobre política.
Fernando sonrió al darse cuenta que Roberto estaba adormilado, siempre le pasaba después de un rato jugando en la bañera, se levantó despacio y le envolvió en la toalla, cogió la suya para secarse torpemente y fue hacia la habitación. Después de ponerle el pijama a su hijo, que ya estaba prácticamente dormido, se lo puso él, suspiró pensando que le hubiese gustado que no se quedase dormido tan pronto, quería jugar con él, verle hacer esfuerzos por mantenerse en equilibrio… Le metió en la cuna pensando que por lo menos le daría tiempo a hacer la cena, además, cuando Roberto cenase seguro que no tendría sueño por la siesta así que jugarían los tres juntos por la noche. Mientras se abrochaba la parte de arriba del pijama no pudo evitar mirar a su hijo dormir con una sonrisa en la cara, bajó ligeramente la persiana para que no entrase mucha luz y se dirigió al campo de batalla en el que se había convertido la cocina. Dejó la cuna cerca de la puerta de la cocina, se echó a reír al ver que Alicia había dejado las cosas del desayuno en el fregadero, suspiró pensando precisamente en el desayuno de esa mañana. Por suerte habían podido arreglarlo, no soportaba saber que Alicia lo pasaba mal, que podía querer alejarse de él; sonrió pensando que nunca lo había podido soportar, eso no había cambiado ni cambiaría. Fregó las tazas y los platos del desayuno y empezó a hacer la cena. Se tomó una copa de vino sentado en la mesa de la cocina, fumó un cigarro y no pudo evitar mirar el reloj pensando si Alicia tardaría mucho. Alicia salió del portal con prisa, por poco se choca con uno de los vecinos, tardó poco en hacer el recorrido a su casa; sonrió al cruzarse con sus dos vecinos, a pesar de haber cambiado de casa, esos dos niños siempre serían sus vecinos. Le pidieron que saludase a Roberto y Fernando de su parte, al entrar a su portal todavía se reía por el encuentro con los dos niños. Abrió la puerta respirando hondo, sonrió al notar el olor de la cena, todavía era pronto pero Fernando ya la había preparado. Dejó el maletín y la chaqueta en una de las sillas y se acercó despacio a la cuna, Roberto dormía tranquilo, le acarició suavemente una mano mientras pensaba que le costaría dormirse por la noche. Entró en la cocina y vio a Fernando tomando una copa de vino sonriendo, levantó la vista para quedarse mirando a su mujer. Había escuchado la puerta y suspiró relajado, no pudo evitar admirar a su mujer que, a pesar de todas las horas fuera, estaba perfectamente peinada y con porte de gran abogada.
-Tenía muchas ganas de llegar, –se sentó sobre él y le abrazó- tendré que trabajar un rato después de cenar, pero no quería seguir en el despacho.
Fernando se frenó antes de decirla que no tenía que haber ido, que debía descansar, le colocó un mechón de pelo antes de besarla.
-Te he echado de menos…
Alicia sonrió besándole, Fernando se separó suavemente y le preguntó cómo había pasado la tarde; suspiró divertida contándole la visita de Antonio y el encuentro con los niños, aunque sabía que su marido se refería a si había tenido algún malestar. Se levantó despacio acercándose a los platos de la cena, respiró el olor y se echó a reír, aunque había picado algo en el despacho tenía mucha hambre.
-Quiero darme un baño, pero igual es mejor cenar antes…
-No, Alicia, es menor que te bañes y después cenemos, no es bueno bañarse nada más comer…
Alicia contuvo una carcajada mientras salían de la cocina para preparar el baño, Fernando se encargó de todo, ella le miraba ir de un lado a otro y no podía evitar sonreír. Ayudó a Alicia a desnudarse, ella cerró los ojos sintiendo las suaves caricias de Fernando, la besó suavemente mientras se separaba y la ayudaba a entrar en la bañera. Alicia se dejó mimar y se quedó mirando cómo recogía la ropa, se acarició el vientre y cerró los ojos mientras escuchaba música clásica de fondo, el agua estaba tan caliente cómo le gustaba, sólo echó de menos un cigarro para disfrutar de ese momento. Sonrió pensando que le apasionaba su trabajo, pero estar en casa con su familia no podía compararse a nada. Durante años había echado de menos tener a alguien con quien compartir sus alegrías y sus preocupaciones, poder hacer planes, llegar a casa y disfrutar de una cena o una charla. Hacía días que no podía dejar de imaginarse cómo serían las cenas dentro de unos años en su casa, sonreía fantaseando con los momentos que pasarían los cuatro juntos. No había compartido con Fernando esos pensamientos, aunque últimamente él mismo hacía planes de futuro, pensó que quizás adelantarse tanto era demasiado para él. Además, sabía lo que le costaba pensar que Roberto estaba creciendo, le veía mirar cada avance de su hijo con una mezcla de emoción, orgullo y nostalgia. Fernando comprobó que Roberto seguía dormido, preparó la mesa para la cena y calentó el puré de Roberto, estaba seguro que en breve se despertaría, tenía una especial conexión con Alicia, de hecho, era incapaz de dormirlo las noches que salía a cenar con sus amigas. Antes de volver al baño fumó un cigarro en el patio; al mirar el pequeño jardín sonrió. Desde que se habían mudado, había empezado a arreglarlo, quedaba mucho por delante porque llevaba meses abandonado, pero estaba seguro que conseguiría que luciese como si siempre hubiese estado cuidado. Entró despacio en el baño y sonrió tiernamente cuando vio a Alicia dormida con una mano en su tripa; acarició suavemente su mano, el agua empezaba a enfriarse.
-Alicia… -acarició su mejilla mientras abría los ojos- Tienes que salir o te quedarás fría.
Alicia se incorporó agarrada a su cuello, se echó a reír cuando se dio cuenta que le estaba mojando, se envolvió con la toalla y empezó a besarle. Fernando se echó a reír al oír el estómago de Alicia, ella puso cara de niña sin poder negar que tenía hambre. Se puso el pijama y se sentaron en la mesa, Fernando sirvió la cena mientras Alicia le miraba sin dejar de sonreír, por un segundo recordó el desayuno que no llegaron a compartir esa mañana, movió la cabeza quitándose esa idea. Durante la cena Fernando escuchó más detalles del trabajo de su mujer, sonreía pensando en lo que la admiraba, en cada caso se empleaba a fondo, daba lo mejor de sí misma y no se rendía. Alicia se dio cuenta que no dejaba de hablar de su trabajo, le preguntó qué había hecho por la tarde y se echó a reír al imaginarse a su marido y su hijo en la bañera. Todavía les quedaba el postre, pero Alicia se levantó cuando escuchó a Roberto decir “papá”, fue hasta él y le cogió con cuidado mientras le besaba la frente.
-Alicia, me ha llamado a mi…
Se echó a reír haciéndole una mueca, Fernando se acercó a ellos, les besó a los dos y fue a por el puré de verdura para su hijo. Al regresar sentó a Roberto en la trona, hacía varias semanas que Alicia no podía darle el puré, no soportaba el olor, la vio sentarse en el sofá sin dejar de mirarles. Dejó el maletín a su lado por si quería aprovechar para trabajar, aunque la vio negar con la cabeza, le dio el plato de tarta para que comiese el postre en el sofá. Empezó a darle el puré al niño sabiendo que Alicia no les perdía de vista; sabía que a su mujer le costaba mucho asumir que no podía darle de comer porque no podía soportar el olor del puré. Esperaba que pasasen pronto todas esas molestias, aunque sabía que él no dejaría de preocuparse; Roberto le sacó de sus pensamientos al protestar porque no recibía más puré. Terminó de dar de cenar a su hijo, le limpió suavemente la cara y las manos, que solían terminar manchadas porque no dejaba de moverlas, y le llevó al sofá. Se sentó un momento junto a Alicia, dejó a Roberto sentado a su lado y se apoyó en el hombro de su mujer respirando su olor.
-Creo que a Roberto le costará mucho dormirse… Tengo que recoger, pero si quieres puedo quedarme jugando con él y tú aprovechas para trabajar.
-Me apetece jugar con él, después trabajaré…
Fernando la besó antes de levantarse, les miró un segundo y empezó a recoger los platos de la cena, se comió la tarta mientras iba y venía de la cocina. Alicia se estiró en el sofá disfrutando de la tarta y dándose cuenta que estaba a punto de dormirse otra vez, por suerte, Roberto era un revulsivo perfecto para vencer a Morfeo. Acarició los mofletes de su hijo mientras él decía papá señalando a un Fernando que iba y venía a la cocina, todo ante la mirada de Fernando que transmitía la emoción cada vez que lo escuchaba. Fernando se remangó y abrió el grifo, a pesar del ruido del agua, podía oír a Alicia reírse con su hijo, oyó cómo le hablaba de España y sonrió porque estaba seguro que tarde o temprano regresarían con sus hijos. Tardó pocos minutos en tener toda la cocina recogida, miró el reloj pensando que tendrían que irse a dormir pronto, él al día siguiente tenía que madrugar y probablemente Alicia también, tenía claro que seguiría trabajando. Se secó las manos y volvió al salón, se sentó en el sofá empezando a hacer cosquillas a Alicia y a Roberto, Alicia se defendió y empezó a hacerle cosquillas, las risas de los tres podían oírse desde el portal. Para Fernando ese era el mejor final del día, escuchar y sentir a Roberto y Alicia, nada podía compararse. Miró a su hijo y decidió que al día siguiente irían a ver a sus amigos, ahora que Roberto andaba les haría gracia intentar que le diese al balón de fútbol.
El teléfono interrumpió el momento de risas, Fernando se levantó suspirando y mirando el reloj, ya era tarde, contestó con un tono frío y se mordió el labio al escuchar a Louis. Le conocía de la revista y le había pedido ayuda para conseguir la cámara de video, se sintió mal por haberle contestado tan seco, al final acabaron hablando durante unos minutos aunque Fernando movía nervioso el pie esperando que le dijese el motivo de su llamada. Alicia se había sentado mirándole mientras Roberto movía los brazos esperando que alguno de los dos volviesen a hacerle caso, veía a Fernando con su gesto de cínico mientras escuchaba por teléfono, se echó a reír porque se transformaba totalmente frente al hombre que acababa de estar riéndose con su hijo. Fernando sonrió al escucharle decir que al día siguiente podría tener la cámara en sus manos, al final había sido más fácil de conseguir de lo que pensaba e incluso más barata de lo que había previsto. Al colgar se echó a reír ante las preguntas de Alicia, se sentó con ellos en el sofá y, mientras jugaba con Roberto, le contó a Alicia que al día siguiente podrían estrenar la cámara. Alicia le miró sonriendo, estaba segura que hacía esfuerzos por no mostrarse emocionado, se centraba en jugar con Roberto para ocultar la felicidad que sentía pensando en que al día siguiente podrían grabar a su hijo. Se levantó despacio y cogió el maletín, Fernando la miró mordiéndose el labio, quería seguir disfrutando con los dos pero tenía claro que Alicia acabaría lo que tenía pendiente. Se sentó en la mesa en frente de ellos dos, sonrió al ver a Fernando encender el televisor y tumbarse en el sofá con Roberto sobre él; el niño solía relajarse con el sonido del programa mientras que en Fernando el efecto era el contrario. Alicia no dejaba de mirarles mientras intentaba concentrarse en el trabajo, sonrió al pensar que Fernando había acondicionado el pequeño trastero como despacho pero al final ninguno de los dos lo estaban usando. Preferían trabajar en el salón para poder disfrutar de las risas de su hijo, vio cómo Fernando se incorporaba para acabar sentado y murmurando entre dientes, tenía a Roberto entre sus brazos pero su posición era tensa ante lo que escuchaba en el debate del programa de televisión. Empezó a mordisquear el lápiz mientras terminaba de leer el informe de Grace; consultó un par de libros antes de empezar a escribir una posible defensa. Fernando sentía las manos de Roberto sobre sus hombros y sus balbuceos, estaba cansado de tanta manipulación mediática y propaganda del gobierno, estaba seguro que más pronto que tarde le pasaría factura. Resopló y decidió apagar el televisor sonriendo ante su hijo que no dejaba de dar pequeños cabezazos. Cuando quiso darse cuenta, Fernando se estaba levantando para dejar a Roberto en la cuna, sonrió al escuchar el suspiro de su hijo revolviéndose en cuna, y vio cómo Fernando apagaba el televisor a mitad del debate.
-¿Ya te has cansado de escucharles?
Se rio suavemente mientras Fernando se acercaba a ella y empezaba a acariciarle el cuello.
-Siempre están igual… ¿Te queda mucho?
-No, acabo en seguida, pero puedes esperarme en la cama si quieres…
Fernando se sentó en la silla de al lado y la besó suavemente, se separó para quedarse mirando cómo trabajaba.
 
-Fernando, estarás mejor en la cama, todavía me queda un poco, además… Quiero contestar a Inés su última carta.
-Bueno, no tengo prisa, me encanta mirarte.
Alicia sonrió, se había acostumbrado a estar haciendo algo y sentir la mirada de Fernando, sabía que le costaba estar en silencio sin comentar temas políticos pero ese respeto a su vida y su profesión hacía que lo quisiera, si cabía, un poco más. Tardó unos minutos en acabar el trabajo y cogió las cuartillas para escribir a su amiga; se sentó sobre Fernando y empezó a escribir mientras sentía las manos de su marido masajearle el cuello.

Mi querida Inés
No sabes cuánto te echo de menos, hay momentos en que me imagino en Barcelona, cuando nuestros hijos ya sean mayores, compartiendo unas vacaciones… Sé que algún día volveremos y te aseguro que ese día, una de las primeras cosas que quiero hacer es pasar una tarde contigo, las dos con nuestra familia. Gracias por todas las fotos que nos mandas de tu hija, estoy recopilándolas en un álbum sólo para ella; es una niña preciosa, y se os ve muy felices en las fotos. Espero que todo os vaya estupendamente, al principio es difícil organizarse para trabajar y disfrutar del bebé, pero seguro que poco a poco os vais adaptando. Mi embarazo va bien aunque tengo más molestias que cuando estaba embarazada de Roberto, he estado unas semanas en casa sin ir al despacho, hoy mismo he vuelto y estoy muy cansada, tengo ganas de que pasen estos primeros meses… Bueno, tengo ganas de que pase todo el embarazo y poder tener a nuestra niña en brazos; estoy convencida que va a ser niña, no me preguntes por qué, pero lo he sentido desde el principio.
Me encantaría poder charlar tranquilamente contigo, hoy lo he echado de menos más que nunca… Esta mañana Fernando y yo tuvimos una pequeña discusión, ha sido la primera vez que nos íbamos a trabajar sin arreglar la situación, estoy segura que tú me habrías dado un buen consejo. Hasta que no he hablado con él ha sido un día difícil, no podía dejar de pensar en ello… Pero al final, Fernando siempre hace que todo sea fácil, da igual lo que le diga o que no estemos de acuerdo, él siempre me hace sentir bien incluso cuando me dejo llevar por mi cabreo.
Bueno, no quiero ponerme pesada, cuéntame qué tal os va por Barcelona, qué tal Mauro, la niña, Macarena, el despacho…
Un beso muy fuerte para la niña y un abrazo igual de fuerte para ti.
Alicia Peña

Posó la pluma y al girarse para mirar a Fernando se dio cuenta que la miraba fijamente y estuvo segura que lo habría hecho en todo momento, le besó suavemente. Fernando masajeó el cuello tenso de Alicia y se estiró suavemente al levantarse. Estaba deseando meterse en la cama, dejó la ventana entreabierta y apagó la luz mientras se dejaba llevar por el cansancio. Alicia había llevado la cuna a la habitación y  había besado a su hijo antes de meterse en la cama, necesitaba dormir y suspiró pensando que al día siguiente tendría que volver a madrugar. Cuando Fernando entró en la habitación sonrió al verla ya tumbada y esperándole, arropó a Roberto y se metió en la cama abrazando a su mujer. Cerró los ojos respirando profundo, le parecía mentira acabar así el día después de la discusión de por la mañana, acarició el pelo de Alicia y le dio las buenas noches mientras apagaba la lámpara. Tardaron muy poco en dormirse, los dos estaban cansados y sentir el calor del otro les hacía relajarse; Alicia sonrió justo antes de dormirse mientras escuchaba la suave respiración de Fernando.
__________________________________________________
**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!!

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