Fernando Solís & Alicia Peña  
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Fernando llevaba casi una hora despierto mirando a Alicia, había regresado el día anterior, las noches que pasó sin dormir con ella fueron muy extrañas, sentía que le llamaba, incluso sentía que le abrazaba. Alicia se estiró al oír el despertador, sonrió al verle sentado apoyado en el cabecero mirándola.
-Buenos días mi amor, -le besó y se abrazó a él- hacía días que no dormía tan bien…
-Buenos días petit Alice, me alegro que hayas descansado, hoy será un día muy largo…
-Es cierto, Diane está muy misteriosa, ¿no le has sonsacado nada a Pierre?
Fernando se echó a reír, su amigo se había mostrado cauteloso al hablar de lo que harían ese sábado, habían planeado un picnic en los Jardines de Luxemburgo, había invitado a media redacción, esa vez no intuía qué podían querer contarles. Besó a Alicia olvidándose de su pregunta, Alicia cerró los ojos pensando en lo que le había echado de menos las noches que pasó fuera; Fernando se separó un segundo para mirar hacia la cuna, todavía quedaba un rato para la siguiente toma. Alicia se echó a reír y se incorporó para volver a besarle, el día anterior Fernando había tenido que ir a la redacción, había novedades de España y tuvo que cubrirlas, aunque en realidad estuvo menos de una hora allí, lo hizo todo desde casa, no quería perderse ni un segundo de la vuelta de Alicia. Hicieron el amor disfrutando de cada caricia, era como si todo se detuviese, sólo sentir una caricia de Alicia hacía que se olvidase de lo difíciles que habían sido esos días; Alicia susurró su nombre mientras volvía a besarle.

Fernando sonrió acariciando el pelo de Alicia, se había vuelto a quedar dormida, la besó suavemente y decidió dejarla dormir mientras él se duchaba; tenía que recuperar horas de sueño. No pudo evitar quedarse parado frente a ella, sólo verla dormir le parecía algo maravilloso, había terminado de recuperar su figura y le parecía frágil pero, a la vez, desprendía una fuerza increíble. Entró en el baño sin dejar de sonreír, esos días había aprovechado para adelantar capítulos del libro; escribir sobre la Resistencia le había venido bien, pero sabía que la felicidad que sentía en ese momento era por volver a tener a Alicia con ellos. La tarde anterior había escuchado hipnotizado todo lo que Alicia contó sobre las reuniones, no recordaba verla tan satisfecha con su trabajo en ningún otro momento de su vida; eso le hacía especialmente feliz porque muchas veces pensaba que Alicia había dejado su carrera en España porque él no podía quedarse en Madrid. Mientras se duchaba escuchó cómo Roberto hablaba con Tor, intentó darse prisa para ir a la habitación y controlar que no fuese corriendo a despertar a Alicia. Cogió la toalla y estuvo a punto de resbalarse pero llegó a la habitación de su hijo a tiempo de ver cómo éste intentaba convencer a Tor para ir a despertar a su madre.
-Roberto, mamá está durmiendo, ¿dejamos que descanse un rato más?
-Meeeeno –soltó un resoplido- peo depués juamos como ayer.
Fernando le revolvió el pelo sonriendo, la tarde anterior Roberto no había dejado ni respirar a Alicia, los detalles de la reunión se habían intercalado entre los detalles que Roberto daba sobre aquellos días y los abrazos que le daba diciéndole que la había echado de menos. Dejó a Roberto en la manta con Tor para ir a vestirse, pensaba que Alicia se enfadaría por no despertarla, terminarían llegando tarde al picnic, pero si Alicia necesitaba dormir, no pensaba despertarla. Miró por la ventana y suspiró, no parecía que fuese a llover, pero había vuelto el frío y él lo notaba; mientras se vestía notó cómo Andrea empezaba a removerse en la cuna.
-Shhh pequeña, tenemos que dejar dormir a mamá, ahora mismo te cojo y vamos a preparar el biberón…
A pesar del susurro en el que habló, Alicia le escuchó medio dormida, sonrió abrazándose a la almohada y respirando el olor. Fernando se agachó a coger a Andrea, Ana seguía dormida; también tenía que recuperar muchas horas de sueño, mientras su madre estuvo fuera fue la más intranquila de sus hijos. Antes de ir a la cocina se inclinó para besar suavemente a Alicia.
-Mmmm ¿qué hora es?
-No es muy tarde, duerme un poco más…
Alicia se incorporó y se sentó en la cama, al mirar el despertador soltó un bufido.
-¡Fernando! Pero si hemos quedado en menos de una hora…
-Bueno, pues llegamos tarde, no creo que Diane y Pierre se enfaden… -Andrea amenazó con empezar a llorar- Voy a preparar el biberón, si quieres puedes ducharte y cuando termine con las niñas preparo el desayuno.
-No hace falta que controles todo Fernando… -se rio suavemente y se acercó a besarle- Relájate un poco, estos días has tenido mucho trabajo…
Le pasó la mano por el pelo todavía húmedo, Fernando la besó la nariz ignorando su suave reproche para que dejase de estar en alerta en todo momento, esos días se había acostumbrado a volver a ser ese hombre casi obsesivo y le costaría relajarse. Alicia cogió a Ana y la acomodó en sus brazos respirando su olor, volver a ver a sus hijos había sido tan especial; sonrió al ver entrar a Roberto en la habitación, caminaba despacio casi con cautela.
-Mi amor, ya estoy despierta, no hace falta que entres sin hacer ruido.
Dejó que Roberto subiese a la cama y se sentase a su lado para dar un suave beso a su hermana; les había echado tanto de menos que si pudiese, se quedaría todo el día en casa, aunque estaba intrigada por qué querrían contarles Diane y Pierre. Fernando hablaba con su hija mientras preparaba el biberón, se sentía muy feliz, la vuelta de Alicia, volver a abrazarla; el primer abrazo que se dieron en el aeropuerto fue tan  especial. Alicia le había mirado desde la distancia, al llegar a su altura abrazó a Roberto y se inclinó hacia el cochecito para besar a sus hijas; al incorporarse se emocionó al ver la mirada de Fernando, no necesitaba que le dijese que la había echado de menos, podía verlo. El abrazo duró tanto que sólo al separarse fueron conscientes que estaban en el aeropuerto; Fernando la besó suavemente y cogió las maletas para ir hacia el coche. Se echó a reír al notar el manoteo de Andrea, se había quedado parado recordando ese momento tan intenso del día anterior y por un segundo se había olvidado de todo.
-Lo siento, pequeña, -la besó la coronilla y terminó de preparar el biberón- tu madre me hace perder la concentración…
Andrea hizo un pequeño ruido y Fernando la miró embobado, si no fuese tan pequeña diría que había entendido esa confidencia que acababa de hacerle. Cuando regresó a la habitación sonrió al ver a Roberto tan atento de su madre, acariciaba la mano de Ana pero no dejaba de mirar a Alicia y preguntarle cosas en susurros.
-Veo que no me echáis de menos…
-Papá –ni siquiera se giró para mirarle- estoy habando con mamá poque vovió ayer de Neva Yo. Tú tamién la echabas de menos eh.
-¡Vaya, vaya! –besó a Roberto riendo- Parece que este señorito no sabe guardarle secretos a su padre.
Fernando se echó a reír, se acercó a ellos y la besó para acabar susurrando que no era ningún secreto, todo el mundo sabía que la había echado de menos. Alicia se emocionó y le hizo sitio para que se sentase a darle el biberón a Andrea, que empezaba a impacientarse. Volver a compartir ese momento con su familia hacía que se emocionase, Fernando era consciente que llegarían muy tarde a los Jardines, pero esperaba que sus amigos no se lo tuviesen en cuenta, el día anterior les había sabido a poco, además, tuvo que dedicar algunas horas al trabajo. Franco había creado el Tribunal de Orden Público, no eran suficientes la DGS, las torturas en los calabozos, los misteriosos saltos por las ventanas… Ahora, además, tendrían el TOP, encargado de cualquier delito político para reprimirlo todavía con más dureza. Había realizado varias llamadas, al final acabó riéndose de la situación, si esas personas con las que había hablado supiesen quién era en realidad, no le hubiesen dado el más mínimo dato, estuvo tentado de soltárselo, ese impulso duró un segundo, era evidente que nunca haría eso; pero podía imaginarse la cara de esos fascistas pensando que quien intentó acabar con Franco seguía vivito y coleando en París. En cuanto tuvo listos los artículos necesarios sobre ese tema, dejó de pensar en ello, le preocupaba mucho pero ese día era sólo para ellos; disfrutaron la tarde como habían hecho en el pasado, como si no tuviesen más tiempo.
Cuando Andrea se quedó dormida después de vestirla, Fernando le recordó a Alicia que habían quedado, ella torció el gesto pero se levantó para ducharse, Roberto la siguió decidido, Fernando no pudo aguantarse más la risa mientras empezaba a darle el biberón a Ana. Alicia se permitió llenar la bañera para bañarse con su hijo, le hacían mucha ilusión todas las atenciones que estaba recibiendo de él desde el día anterior; de hecho, pensaba que Fernando haría lo mismo pero se controlaba para no agobiarla. Sonrió al notar el abrazo de Roberto, le metió en la bañera y se metió ella; esa mañana el niño respetó el momento tranquilo del baño, no salpicó ni quiso jugar, sólo abrazaba a su madre. Fernando cambió a Ana y decidió preparar el desayuno, iban a llegar muy tarde, antes de llegar a la cocina se pasó por el baño y no pudo más que sonreír al ver cómo su hijo atendía a Alicia, su charla sobre esos días le hacía emocionarse, Roberto sí había sido consciente de que su madre estaba fuera y de que él la echaba mucho de menos, en algunos momentos su hijo le había abrazado diciéndole que mamá regresaría pronto. Preparó el desayuno lo más rápido que pudo aunque en realidad le gustaría no tener que salir de casa, si no fuese porque Pierre había insistido, le habría puesto alguna excusa; pero si era importante para su amigo, irían, aunque fuese tarde. Dejó la bandeja con el desayuno en el salón y entró al baño despacio, estaban hablando de Diane y Pierre, en realidad era Roberto quien hablaba de sus tíos, Alicia sólo le escuchaba y le besaba.
-¿No se ha quedado fría el agua?
-No, todavía no…
Alicia le salpicó consiguiendo que Roberto reaccionase, los siguientes minutos los pasaron riendo y jugando con el agua, cuando se quiso dar cuenta, Fernando estaba empapado; besó a Roberto y les hizo salir del agua, se había quedado fría.
-Fernando… Eres un aguafiestas, aunque claro, lo entiendo… -le pasó la mano por la camisa, que chorreaba agua, echándose a reír- El señor Solís tiene un mal perder…
Fernando envolvió a Roberto en una toalla y miró a Alicia divertido, empezó a hacerle cosquillas pero al momento se quedó parado, cuánto había echado de menos la risa de su mujer esos días, algo tan simple como una carcajada, Alicia lo hacía especial. 
La besó suavemente susurrando cuánto la amaba y la envolvió en la toalla dirigiéndola al salón, Alicia sonrió al ver todo lo que había preparado para el desayuno; Fernando secó y vistió a Roberto antes de desayunar, Alicia le miró suspirando, esos días había estado controlando cada detalle y no parecía que quisiese cambiar. Desayunaron sin dejar de hablar de esos días, Alicia notaba la mirada orgullosa de Fernando cuando comentaba cualquier cosa de las reuniones, ella había tenido que hacer una ponencia, estaba seguro que había sido la mejor y así se lo dijo.
-Exageras Fernando… Entiendo que tú lo pienses, pero es imposible que sea así; todas esas mujeres tienen mucha experiencia y llevan años trabajando para la Comisión, yo soy una recién llegada…
-La metor mamá.
-Si no quieres creerme a mí, al menos creerás a Roberto ¿no?
Alicia se emocionó y se levantó, besó a Roberto diciéndole cuánto le quería y se sentó sobre Fernando para terminar de desayunar; Roberto terminó poniendo los ojos en blanco ante la escena de sus padres, se echaron a reír mientras recogían.
-Fernando, vete a ducharte y ya recojo yo, que a este paso llegamos a la hora de cenar, y bien está que tardemos un poco pero tanto…
Fernando se echó a reír recordándola que ella había tardado mucho en el baño, antes de llegar al baño notó cómo Alicia le tiraba un cojín, se dio la vuelta negando con la cabeza y riendo. Alicia terminó de recoger mientras tarareaba una canción, tuvo que aceptar que Roberto llevase su taza del desayuno a la cocina, cada avance de su hijo le sorprendía y le emocionaba. Fernando se duchó rápido, al salir se miró en el espejo y se dio cuenta que debía afeitarse, resopló al darse cuenta que Alicia tenía razón, había estado controlando cada detalle de esos días de forma obsesiva; se echó a reír y empezó a afeitarse. Alicia se vistió despacio, sabía que tenían prisa pero desde que volvió a casa disfrutaba de cada sensación; oía a Roberto ir y venir de la habitación de sus hermanas para terminar de preparar la bolsa y no podía más que sonreír; Roberto estaba tan entregado al cuidado de las niñas como ellos mismos. Cuando entró al baño, Fernando estaba terminando de afeitarse, se acercó a besarle y cerró los ojos respirando el olor de la loción.
-Mmmm hueles tan bien…
Fernando sonrió abrazándola, parecía que hacía mucho que no compartían esos momentos y en realidad habían sido sólo tres días; Roberto les interrumpió entrando al baño corriendo.
-Festa de los tíos teemos que salir.
-Tu padre, que es un tardón… -se echó a reír separándose y le miró- ¿ves? Si todavía no se ha vestido…
-Si mamá no me desconcentrase –se agachó junto a Roberto intentando ignorar a Alicia- no pasarían estas cosas.
-Mamá apa pero papá tene raón.
Alicia se echó a reír mirando a su hijo, no estaba segura si había entendido a Fernando pero esas respuestas siempre la divertían, salió del baño fingiendo un enfado pero al segundo se echó a reír haciendo que su risa retumbase por el pasillo. Roberto fue detrás de ella corriendo para ayudarla a preparar la bolsa, Fernando se quedó unos segundos parado, pensando en todo el tiempo que había perdido en su vida, podría haber disfrutado de momentos así mucho antes… Terminó sonriendo al oír las risas de Alicia ante la tozudez de Roberto, que quería hacerlo todo solo; fue a vestirse y al fijarse en la hora se pasó la mano por el pelo, llegaban muy tarde.
Durante el camino Alicia no podía dejar de reír al ver a Fernando tan preocupado por llegar tarde, intentaba ponerse seria pero le hacía mucha gracia su cara; al final fue Fernando el que acabó contagiándose con su risa mientras Roberto saltaba de la mano de Alicia y él llevaba el cochecito con las dos niñas dormidas y bien abrigadas.
-Deberíamos ponernos serios… Al menos cuando lleguemos a los Jardines.
Había hablado entre risas, Alicia le miró, le dio un suave beso y adoptó una cara más seria pero sin dejar de sonreír; Fernando se quedó mirándola y se paró frente a ella, la besó intensamente para, acto seguido, volver a caminar. Alicia torció el gesto cuando se separó pero le siguió, llegaban muy tarde y no podían retrasarse más; al llegar tuvieron que hacer frente a las miradas burlonas de Diane y Pierre que les aseguraron que habían previsto que llegarían tarde. Alicia se echó a reír recordando aquella vez que se escapó de Don Senén para ir al rodaje y Fernando le dijo que siempre citaban a todos una hora antes porque los actores llegaban siempre tarde. Fernando se quedó en segundo plano mientras todos recibían a Alicia, Roberto se alejó para jugar con Loan después de saludar a sus tíos; suspiró cuando sus amigos empezaron a presentarles algunas personas, esa mañana había mucha gente en el picnic, amigos y familiares de Diane y Pierre, además de compañeros de la revista, incluso vio a Antoine entre los invitados. Fernando sonrió pensando que al menos pasarían desapercibidos entre tanta gente, aunque Roberto no parecía querer quedarse en segundo plano, estaba haciendo las delicias de todos, tanto que casi parecía el protagonista de aquella reunión; abrazó a Alicia mientras Diane les ofrecía una copa. Fernando controlaba en todo momento el coche con las niñas dormidas, había mucho ruido para su gusto, si no fuese porque Diane y Pierre tenían que contarles algo, se habría disculpado con ellos y habría vuelto a casa; Alicia se rio en voz baja al mirarle.
-Relájate un poco… -le besó suavemente- Las niñas están perfectamente y Roberto no podría estar más integrado…
Fernando sonrió sin decir nada, los dos sabían que no dejaría de estar pendiente de las niñas además de Roberto; saludaron a Sophie y Gabrielle, al final no fueron los últimos en llegar. Después de las bromas sobre la habitual tardanza de Sophie, le preguntaron a Alicia sobre las reuniones, Fernando se quedó observando cómo se ilusionaba hablándoles a sus amigas de todas las personas que conoció. Se giraron cuando Diane y Pierre pidieron un poco de silencio, Pierre tenía en brazos a Roberto, que no dejaba de preguntar por qué no podían ir a buscar a Tor para jugar juntos; Fernando sonrió tiernamente fijándose en la mirada de su amigo, tenían una conexión especial y no podía hacerle más feliz. Alicia apretó la mano de Fernando con una sonrisa enigmática, intuía qué querían decirles sus amigos, Fernando la miró y se rio en voz baja, acababa de pensar lo mismo, esa reunión, tantas personas importantes para sus amigos… Se mordió el labio para evitar que le saliese algún comentario irónico, había demasiada gente y ellos no eran los protagonistas, pero le hacía gracia toda la parafernalia que habían montado para darles la noticia de una boda, porque tanto Alicia como él estaban casi seguros que sería esa la noticia.
-Gracias a todos por venir, sé que tenéis cosas mejores que hacer que estar aquí…
-Venir tío Pierre nada metor.
Fernando miró a su hijo mordiéndose el labio, iba a moverse para cogerle pero vio a Pierre negar con la cabeza, Alicia sonrió a sus amigos y apretó la mano de Fernando para que se relajase.
-Bueno, para Roberto parece que no hay nada mejor que estar aquí, aunque hayamos dejado a Tor en casa…
Las risas se sucedieron mientras Fernando les miraba divertido y Alicia disfrutaba de la conversación que su hijo seguía teniendo con Pierre; fue Diane la que continuó hablando.
-Hemos querido reuniros aquí para contaros algo, algo importante… -Alicia la miró divertida, no se imaginaba a Diane entusiasmada por su boda, vivían juntos y sabía que para ella era suficiente, pero al ver la mirada ilusionada de Pierre entendía por qué su amiga sonreía emocionada- Hemos decidido casarnos, todavía no tenemos fecha pero esperamos poder casarnos en menos de dos meses; para las gestiones necesitaremos ayuda…
Alicia y Grace se echaron a reír y se acercaron a abrazarles, Fernando se quedó en su sitio, arropó a las niñas pero terminó cruzando la mirada con Pierre, sonrió sinceramente, su amigo se merecía ser feliz y sabía que para él sí era importante ese paso. Esperó a que todo el mundo felicitase a sus amigos, miraba a sus hijas pensando en lo que había cambiado su vida, incluso pensó en Roberto, nunca pudieron compartir momentos parecidos, no solía pensar en cómo serían las cosas si todo hubiese sido distinto, pero en momentos así no podía evitar pensar que Roberto podía haber vivido momentos así, que pudieron haberlos compartirlos. Sonrió al llegar junto a Pierre, se había quedado solo con Roberto; Alicia arropó a las niñas sin dejar de mirar de reojo a Fernando, sabía cuánto se alegraba por su amigo pero con sólo cruzar la mirada con él también supo que había pensado en otra persona, no estaba segura si en Roberto o Andrea.
-¡Papá! Hay festa, tío Pierre va a detir sí.
Fernando se echó a reír, besó a su hijo y esperó a que Pierre le dejase en el suelo para abrazarse a su amigo; le felicitó casi con un hilo de voz; para él el matrimonio no era importante, pero sabía que para Pierre era dar otro paso. Diane se acercó y sonrió al abrazo de Fernando, Alicia no podía estar más feliz por sus amigos, terminó riéndose cuando Pierre contó los planes que tenía para ese día, su boda sí sería por todo lo alto. Se emocionaron cuando les pidieron que fuesen los testigos, Fernando buscó a Roberto con la mirada, que estaba con Loan hablando con los padres de Pierre, miró a su amigo controlando la emoción y terminó bromeando sobre lo convencionales que se habían vuelto, la carcajada de Alicia llamó la atención de la mayoría de invitados pero ella no se dio cuenta, Fernando la miró embobado, la besó despacio hasta que les interrumpió Andrea, quería comer. Pierre se empeñó en ir él al bar más cercano para que calentasen el agua del biberón, Fernando resopló pero le miró alejarse y sonrió; Alicia se echó a reír cuando Diane les dijo que a ella le valdría con una firma y una comida pero Pierre quería hacer una gran celebración, miró a Fernando pensando que serían testigos en esa boda, una gran boda convencional, Fernando se echó a reír y movió irónicamente la cabeza, quién se lo habría dicho a él unos cuantos años antes.
Alicia miró a Pierre divertida, si no hubiese sido porque algunos invitados querían comentarle algo, se habría empeñado en dar el biberón a las niñas; se apartaron del resto para que sus hijas disfrutasen el biberón con tranquilidad; Roberto había encandilado a los padres de Pierre, Fernando le miraba emocionado, estaban ofreciéndoles a sus hijos una verdadera familia, no podía estar más agradecido a todos sus amigos, sus hijos nunca estarían solos. A pesar de estar hablando animadamente con los padres de Pierre, en cuanto les vio alejarse fue corriendo hasta ellos para ayudarles con sus hermanas. Se sentaron bajo un tilo alejados de todos, oían las risas y murmullos pero podían disfrutar de un poco de intimidad; Fernando dejó que Alicia diese el biberón a las niñas, podía ver en sus gestos lo que había echado de menos ese momento. Se apoyó en el tronco del árbol haciendo que Alicia se apoyase en él, Roberto no se apartaba del capazo donde Ana todavía estaba dormida.
-Nunca pensé que se podría querer tanto… -Alicia miraba a Andrea comer con ansia y sonreía- Les he echado tanto de menos estos días… No me malinterpretes, –levantó la vista para comprobar si Fernando la entendía- sabía que estabais perfectamente, no podrían estar con nadie mejor que contigo; y he disfrutado de las reuniones, he conocido a personas increíbles, he aportado mi experiencia en España, he dado algunas ideas… Pero al final siempre estaban ellos, mis tres niños; -sonrió mirando a Fernando- y tú, claro. Sois lo mejor que me ha pasado en la vida, sentir que después del trabajo estáis en casa, que puedo abrazaros, atender a las niñas y jugar con Roberto…
Fernando la besó el pelo pensando que él jamás podría haberse separado de sus hijos tres días, no podría estar lejos y no saber en cada momento cómo estaban.
-Eres increíble Alicia… Tan fuerte y luchadora…
Alicia tragó saliva evitando las lágrimas y se echó a reír pensando en el momento en que Fernando la llamó burguesa; prefirió no compartir con Fernando ese recuerdo, siguió hablando de las reuniones, tanto Fernando como Roberto la escuchaban absortos, como si no existiese nadie más en el mundo. Cuando Andrea terminó de comer, la cambió ante la atenta mirada de los dos, Roberto alargaba la mano para acariciar la de su hermana mientras seguía pendiente de Ana. Fernando cogió a Andrea mordiéndose el labio, parecía que quería ser parte de la fiesta que habían organizado sus amigos, sería difícil que se quedase dormida; Ana, como siempre, comió con tranquilidad atenta a cada gesto de su madre. Pierre se acercó a hacerles algunas fotos, si no llega a ser por el ruido de la cámara, no se hubiesen dado cuenta; les costó convencer a Roberto de ir a jugar con Loan, Andrea se había quedado dormida y Ana estaba terminando el biberón, tuvo que ser Pierre quien le recordase que tenían una fiesta que vigilar. Fernando les miró enternecido mientras su hijo empezaba a integrarse en esa reunión, compartió con Alicia una mirada de complicidad y cogió a Ana para cambiarla.
Cuando las niñas se durmieron volvieron a unirse al grupo, intentaron pasar desapercibidos pero al final se integraron en una conversación sobre las elecciones en Italia, se habían celebrado unos días antes y los resultados habían sorprendido; el Partido Comunista había ganado presencia, era el segundo partido del país seguido por el Socialista. Alicia y Pierre empezaron uno de sus intercambios y al final acabaron riendo todos, Alicia miró a Fernando pensando que una conversación parecida no podrían tenerla en España sin bajar la voz, había pasado tantos años sin debatir sus ideas que en ese momento disfrutaba cualquier ocasión para hacerlo. Antoine aprovechó el ambiente relajado para hablar a solas con Gabrielle y saber qué tal le iba, Fernando les miró de reojo, estaba seguro que su jefe hubiese querido que todo se arreglase, que Gabrielle siguiese en la redacción, pero no estaba en sus manos, nunca lo estuvo. Aun sabiéndolo, no podía evitar cierta rabia al hablar con él y recordar cómo era la gente para la que trabajaba; su trabajo en la revista se estaba limitando a escribir algunos artículos sobre España, además, aunque quisiese, no podría colaborar más, el libro centraba la mayor parte de su tiempo de trabajo. Alicia encendió un cigarro y empezó a hablar con el padre de Pierre, se parecían bastante, tanto que terminaron teniendo una interesante conversación sobre política con idénticos resultados a cuando hablaba con Pierre. Fernando y Pierre se echaron a reír al presenciar el intercambio, Alicia se rascó el pelo pensando si había sido demasiado vehemente, se abrazó a Fernando y buscó con la mirada a Roberto, que estaba jugando con Liberto.
Durante la comida Alicia y Fernando se mantuvieron en un segundo plano, sonreían porque Roberto seguía siendo el centro de atención aunque fuese el día de sus amigos, eran los propios Diane y Pierre quienes le hacían ser el centro, Fernando estaba seguro que su hijo era muy importante para sus amigos y que lo sería incluso cuando ellos fuesen padres, algo que si dependiese de Pierre no tardaría en pasar pero Diane esperaría todavía un poco. Disfrutaron del ambiente relajado, Alicia no podía evitar pensar en Inés y Macarena, en momentos así se imaginaba todos los momentos que no pudieron compartir, las visitas de sus amigas le habían dado la posibilidad de resarcirse un poco, pero no era lo mismo, en esas celebraciones siempre le faltarían Inés y Macarena. Fernando se quedó mirándola y la abrazó, Alicia sonrió y le besó; sabía que se sentía culpable porque ella no pudiese compartir esos momentos con sus amigas, se echó a reír al ver cómo Fernando se olvidaba de esa mirada al escuchar a Andrea empezar a protestar. A partir de ese momento, sus hijas fueron las protagonistas absolutas de la reunión, todos estaban deseando cogerlas en brazos mientras Alicia sonreía y Fernando hacía verdaderos esfuerzos por mostrarse relajado en vez de mirarles duramente y no dejar que pasasen de brazo en brazo. Miró a su hijo y se dio cuenta que él estaba haciendo los mismos esfuerzos por no enfadarse con todos los que cogían a sus hermanas, se echó a reír y empezó a hacerle cosquillas mientras Alicia les miraba resignada.
Antes de la siguiente toma de las niñas decidieron irse, a Fernando todavía le preocupaba que cogiesen frío y tantas horas fuera de casa le parecía demasiado, brindaron con sus amigos por su próxima boda, Fernando terminó tomándole el pelo y pidiéndole que no fuese una celebración muy pomposa ya que él sería el testigo; Pierre no se quedó callado y le recordó que él había alquilado un barco para su boda y que estaba demasiado nervioso para no importarle casarse o no, Alicia se echó a reír y se abrazó a Pierre recordando cómo al principio no sabía cómo contestar a las puyas de Fernando. Roberto protestó por tener que despedirse de sus tíos ese día, quería quedarse a bailar, a jugar con Loan y a estar con los padres de Pierre, Pierre le abrazó asegurándole que al día siguiente volverían al parque a jugar. Se despidieron de sus amigos y empezaron a caminar despacio, no dejaron de oír el barullo de la reunión hasta que no estuvieron bien alejados de los Jardines.
-Y esto ha sido sólo para anunciarlo, -se rascó el pelo divertido después de arropar a las niñas- no quiero ni imaginar la que montarán en su boda…
Alicia se echó a reír y le dio la mano a Roberto para empezar a dar pequeños saltitos, Fernando les miraba embobado pero resopló cuando Alicia empezó a hacer la lista de lo que tendrían que comprar para la boda, ropa nueva y elegante para ellos y los niños, el regalo para sus amigos, ayudarles con las gestiones… Fernando ya podía imaginarse la ceremonia, que por lo menos sería civil, la celebración, todos los invitados, y encima serían los testigos, imposible perderse nada. Alicia le besó suavemente recordándole que era importante para Pierre, tanto como lo fue para ellos aunque la celebración fuese a ser muy distinta, terminó bromeando sobre si Pierre invitaría a Macarena a su boda, Fernando movió la cabeza divertido y susurró “gamberra” a su oído. Sin darse cuenta llegaron a la Torre Eiffel, hacía mucho que no paseaban por allí, Roberto alargó los brazos diciendo que quería subir, se echaron a reír mientras seguían caminando. Empezaron a hablar de la guardería, los días que Alicia había estado fuera Roberto no había ido, estaba segura que, aunque Fernando le hubiese llevado, su hijo no se habría querido quedar. Roberto habló de sus amigos pero dejando claro que quería que fuesen a casa por las mañanas, él no tenía intención de volver a esa clase; Fernando se aguantó la risa mientras Alicia se ponía seria para convencerle de que el lunes iría. Se miraron con un poco de miedo, el lunes tendrían que afrontar un enfado de su hijo y siempre era difícil convencerle de hacer algo que no quería y más de separarse de sus hermanas. Fernando tragó saliva pero decidió que ese asunto le afrontarían cuando tocase, besó a Alicia a la vez que señalaba un puesto de caramelos.
-¿Echamos una carrera?
Alicia se echó a reír, le dio la mano a su hijo y salieron los dos corriendo mientras Fernando movía la cabeza divertido y empezaba a caminar manejando el coche de las niñas, que seguían dormidas. Ver a Alicia y Roberto correr girando la cabeza para ver si les seguía le hacía sonreír casi hipnotizado, bromeó con sus hijas sobre lo impulsiva que era su madre y se emocionó cuando Ana abrió los ojos haciendo un suave ruido y alargando el brazo hacia él. Alicia y Roberto habían llegado al puesto de caramelos y estaban saltando mientras le esperaban; se tomó su tiempo para llegar hasta ellos, hablaba con Ana contándole las buenas noticias del tío Pierre pero no dejaba de mirar a su mujer y su hijo; todavía a veces se sentía extraño al pensar eso, mi mujer, mis hijos… Llevaban casi dos años en París, los mejores de su vida con diferencia; tragó saliva pensando en lo triste que sería no haber llegado a tener a sus hijos, su vida con Alicia, no haber llegado a saber lo que se sentía al ser padre. Llegó a su lado y la besó suavemente, Alicia le iba a preguntar pero Roberto les pidió que le comprasen una chuche; Fernando se echó a reír y suspiró resignado a la vez que sacaba la cartera. Antes de volver a caminar, Roberto ya disfrutando del caramelo, Andrea empezó a llorar y patalear, Alicia se rio en voz baja y la cogió en brazos después de envolverla en la manta, a pesar del sol y la buena temperatura, a esas horas empezaba a notarse el frío; miró a Fernando y se dio cuenta que se había puesto alerta por sacar a su hija del coche.
-Fernando… No le pasa nada, ¿a que no, pequeña? –besó a su hija y la acomodó en sus brazos- Sólo quiere ver el mundo, es curiosa –miró a Fernando sonriendo al recordar un encuentro con él en la Plaza- y piensa que no tiene por qué perderse las cosas de mayores…
Fernando se echó a reír y besó a su hija para, acto seguido, comprobar que estaba bien abrigada y arropar a Ana; abrazó a Alicia mientras Roberto se agarraba al manillar del coche para mirar a su hermana. Terminó tomándole el pelo a Alicia por su reacción al escucharle hablar sobre los maquis, Alicia arrugó la nariz y admitió que había sido un gran espía.
-Pero hasta los mejores espías tenemos momentos en que nos gustaría poder decir quien somos…
Alicia se dio cuenta que la conversación se había puesto demasiado seria, el gesto culpable de Fernando la emocionó, ahora podía entender cómo de duro fue no revelarle quién era para que entendiese que le quedaba mucho por ver. Le besó y le recordó que ya no se escondían, pero fue Ana la que terminó por sacar a su padre de esos pensamientos del pasado, manoteó gritando suavemente, ella todo lo hacía sin hacerse notar, y señalándole a él. Roberto tradujo a su hermana diciendo que quería que papá la cogiese; Fernando no pudo más que echarse a reír, besó a Roberto antes de coger a Ana y comprobaron que Roberto iba feliz sólo por caminar junto a ellos, no tenía celos de sus hermanas.
-Gracias por dejarme ser parte de esto, Alicia; -miraba a su hija pero iban tan juntos que podía notar la respiración de Alicia- si no nos escondemos es gracias a ti, como tú misma dijiste, me he pasado toda mi vida huyendo…
-No, Fernando, huías porque te perseguían por luchar por algo justo, -se paró y respiró hondo- mírame, –no volvió a hablar hasta que Fernando levantó la vista- no te he dejado ser parte de esto, eres parte porque sin ti, nuestra familia no sería posible. Lo hemos construido juntos y eso es lo importante, nuestros hijos nunca tendrán que esconderse. –sonrió y siguió caminando después de acariciar la cara de Andrea, que parecía protestar por no recibir atención- En cuanto a lo que yo dije en el pasado… No siempre tengo razón, al igual que tú tampoco la tienes siempre… ¿O sigues pensando que sólo soy una burguesa escéptica?
Fernando se echó a reír y la besó susurrando cuánto la amaba, con Alicia todo era fácil, nunca había afrontado el pasado de forma tan directa como desde que estaban juntos. Roberto protagonizó los siguientes minutos, quería que dejasen a sus hermanas en el suelo para darles la mano y ayudarlas a andar, entre los dos le explicaron que eran muy pequeñas todavía y que antes tendrían que aprender a gatear pero todavía quedaban unos meses. Alicia se aguantó la risa porque pudo ver en la mirada de Fernando que por suerte todavía quedaba mucho para que sus dos pequeñas corriesen por la casa y pudiesen hacer trastadas y, lo que de verdad le preocupaba, que pudiesen caerse y hacerse daño. Cuando llegaron a su calle se encontraron con los dos niños de su antiguo portal, Roberto les pidió jugar con ellos y sus bicicletas; gracias a que Andrea empezó a llorar, su hermano no insistió y pudieron seguir caminando hasta el portal. Alicia se rio en voz baja por la ansiedad tanto de Fernando como de Roberto por entrar en casa y preparar el biberón para que Andrea no siguiese llorando; la acunó en sus brazos susurrando que comería en un minuto. Fernando sacó las llaves con cuidado para no molestar a Ana, que manoteaba en sus brazos sin protestar, Alicia le miraba sonriendo, le parecía increíble la capacidad que tenía para apenas moverse y aun así hacer otras cosas mientras tenía a su hija en brazos; Roberto daba pequeños saltitos metiéndole prisa a su padre porque quería dar el “birón” a sus hermanas. Se echaron a reír cuando, al abrir la puerta, Roberto fue directo a la cocina, ignorando a Tor, y desde allí llamaba a su padre; Fernando dejó a Ana en la cuna y ayudó a Alicia a quitarse el abrigo sin dejar a Andrea, lloraría con más fuerza si la dejaban en la cuna, la acompañó a la habitación y la dejó sentada en la mecedora para volver al salón y coger a Ana. Las charlas con su hijo mientras preparaba el biberón siempre le hacían emocionarse, Roberto daba muestras, día a día, de ser muy responsable, un buen hermano mayor que quería a las niñas por encima de todo y que no dudaba en interesarse en el por qué de algunas cosas, como por qué sus hermanas todavía no jugaban o a veces lloraban sin motivo aparente, sobre todo Andrea. Tor había saludado efusivamente a Alicia y Fernando pero esperó a que Roberto quisiese hacerle caso, Fernando le miró enternecido, parecían el perro y el dueño perfectos el uno para el otro, los dos sabían que había cosas importantes antes que jugar. Alicia escuchaba esa conversación desde la habitación y pensó en lo que había echado de menos esos momentos los pocos días que pasó fuera de casa, Andrea seguía llorando, la besó suavemente y sonrió.
-¿Sabes? Os he echado mucho de menos, incluso oírte llorar y saber que no puedo hacer nada porque lo que quieres es no esperar para comer… Tranquila, papá no va a tardar nada, es el mejor del mundo ¿verdad? Ni por un segundo tuve dudas de que estaríais mejor que nunca a mi vuelta, junto a papá nunca nos pasará nada.
Fernando tragó saliva emocionado, llevaba un rato en el quicio de la puerta con Ana en brazos y Roberto agarrado a sus piernas, Alicia levantó la mirada y le sonrió mordiéndose el labio pensando en lo que habría oído.
-Eran confidencias entre madre e hija Fernando…
-Vaya… -se acercó y la besó suavemente- Entonces haremos como que acabo de llegar, pero lo que no he oído ha sido tan bonito… -sonrió y cambió el tono para reconducir la conversación- Hasta podría decir que me has robado el corazón.
Alicia se echó a reír pero se frenó al notar que Andrea lloraba con más fuerza en ese momento, cogió el biberón y empezó a dársele contemplando cómo Roberto y Fernando se sentaban en la alfombra. Roberto disfrutaba mucho esos momentos que echó de menos cuando no estaba su madre, Fernando se ponía detrás de él y dejaba que rodease con los brazos a Ana. Alicia le preguntó por el libro, ella le había contado cada detalle de las reuniones y las personas que conoció, pero sólo había preguntado por sus hijos o por cómo había estado él esos días, nada de su trabajo. Fernando respondió con vaguedades, no le gustaba hablar de ello, aunque le recordó que esa noche tendría que escribir porque el día anterior no había hecho nada, ella le había desconcentrado.
-Mi amor… No puedes pasar las noches escribiendo, y menos después de estos días, que sé que no has descansado nada…
-Claro que he descansado, tenía que estar al 100% para no descuidar ningún detalle así que me he obligado a dormir lo suficiente… -Alicia se mordió el labio emocionada y acarició la cara de Andrea- Además, me gusta escribir de noche, cuando todos duermen, es como si estuviese solo en el mundo, creo que me concentro mejor; aunque me cuesta escribir todo lo que viví… Queda tan lejos de nuestra vida, de esta felicidad inmensa que siento sólo con miraros…
Alicia controló una mueca, se sentía algo culpable, ella insistió con el libro y quizás Fernando no estaba preparado, quizás era demasiado para él contar su experiencia, que los demás supiesen todo sobre su participación en la Resistencia.
-Fernando… -Andrea ya había terminado el biberón, la acomodó en sus brazos y se levantó para sentarse junto a él- Podemos hablar con René, decirle que todo fue precipitado, el contrato se puede romper y…
-¿Por qué dices eso Alicia?
-No quiero que escribas obligado, que lo pases mal… Quizás si yo no hubiese insistido…
-No, Alicia, la decisión fue mía –la besó el pelo y la miró a los ojos- y es difícil, es verdad… Pero siento que cada vez que escribo es como si me liberase de ello… Ya no duele nada Alicia, todo por lo que pasé ha quedado atrás, muy atrás, y todo gracias a ti… Aunque sí he pensado hablar con René… Me gustaría no firmar el libro, si acaso poner mis iniciales y ya está, no quiero promociones ni entrevistas.
Alicia sonrió, debería haber esperado algo así, de hecho, estaba segura que no era porque alguien le juzgase para mal por lo que llegó hacer en aquellos momentos, sino al contrario, no quería darse importancia, fueron muchos los que lucharon por liberar Francia y estaba segura que Fernando no quería un papel protagonista.
-¿Y el título? ¿Ya has pensado en alguno?
Fernando sonrió dejando a Ana en sus brazos y cogiendo a Andrea, que empezaba a impacientarse esperando a que la cambiasen; empezó a cambiarla sonriendo al notar los esfuerzos de Alicia para no volver a preguntar. Alicia se sentó en la mecedora murmurando entre dientes pero besó a Ana y sonrió al empezar a darle el biberón; Roberto ayudó a su padre dándole un pañal limpio para su hermana, él había empezado a pedir ir al baño, Fernando había pasado los últimos días ayudándole a que fuese independiente también en eso. Dejó que Roberto empezase a contar su particular cuento a Andrea, se rascó el pelo pensando que en algún momento tendrían que cambiar eso, su hijo no podía pasarse el día pendiente de si sus hermanas dormían o no, tenía que volver a la guardería y jugar con los demás niños y niñas. Se sentó en la alfombra mirando a Alicia, sonrió al verla tan concentrada en su hija y sin recordar que no le había contestado su última pregunta.
-Desde que empecé con el libro no he dejado de recordar lo que pensaba de Belle de cómo nos había recibido Francia a los españoles… En una ocasión le dije que la libertad no tenía fronteras; creo que puede ser un buen título ¿te gusta?
Alicia le miró de reojo emocionada, siempre daba gracias por no sentir ni un ápice de celos al oírle hablar de Belle; tragó saliva y le miró fijamente.
-Siempre dices que yo soy idealista, -se mordió el labio y acarició la mejilla de Ana- pero esa frase no puede salir de alguien que no lo sea… La libertad no tiene fronteras; me gusta.
Fernando sonrió recordándose a sí mismo en aquellos momentos, había cambiado mucho, había sufrido mucho desde aquello… Terminó riéndose y bromeando recordando la que para él era la verdadera frase de toda una idealista, “aunque el mundo se hubiera de desintegrar, yo igual plantaría mi manzano”; Alicia torció el gesto y se echó a reír a la vez que su hija expulsaba el aire. Al levantarse, se dio cuenta que Andrea ya se había quedado dormida pero Roberto no se separaba de ella, dejó a Ana en la cuna y entre ella y Tor le convencieron para salir de la habitación. Fernando se quedó sentado mirando cómo salían, todos los días agradecía haber sobrevivido, no cambiaría por nada todos esos momentos; se levantó y antes de salir arropó a las niñas. Cuando llegó al salón, Roberto estaba sentado en la butaca, Alicia había acercado una de las mesillas y su hijo estaba pintando un dibujo, mientras pintaba siempre solía explicarles qué estaba dibujando; en esa ocasión dibujaba a sus hermanas en Alemania, Fernando le revolvió el pelo sonriendo y acarició a Tor, que se había sentado a los pies de la butaca. Alicia había cogido unos expedientes, tenía trabajo atrasado del despacho.
-¿De verdad vas a ponerte a trabajar? Alicia, es sábado y acabas de volver de un viaje agotador, deberías descansar…
-Sí, igual que tú, y no lo vas a hacer ¿no? –le miró intentando ponerse seria pero la ternura le pudo, aun así, no pensaba dejar que le dijese que no podía trabajar- Revisar un expediente no me va a cansar, además, tengo que ponerme al día.
-Como quieras… -la besó suavemente y se incorporó sonriendo- Voy a sacar a Tor y después preparo algo para que piquemos ¿te parece?
Alicia sonrió divertida, si se empeñaba en trabajar Fernando no diría nada, pero al menos haría que comiese algo y charlasen mientras trabajaban. Volvió a mirar el expediente pero de reojo miraba cómo Fernando ataba a Tor, que se había levantado en cuanto Fernando le había nombrado, parecía impaciente por salir a la calle, Roberto suspiró mirándole y dijo que deberían haberle llevado con el tío Pierre, se quedaron boquiabiertos y estuvieron a punto de echarse a reír, Fernando se agachó para quedar a su altura.
-Sabes mucho tú eh… Pero Tor se habría asustado con tanta gente.
-No, poque el tío Pierre le habría acaritiado.
Alicia estalló en carcajadas a la vez que Fernando se ponía la chaqueta también riéndose, su hijo les indicó que no hiciesen tanto ruido, sus hermanas estaban durmiendo; Fernando fue hacia la puerta riéndose en voz baja y antes de salir dijo que volvía en unos minutos. El suspiro de Alicia le oyó incluso con la puerta cerrada, se rascó el pelo pero tuvo que centrarse en el perro, que ya tiraba de él para llegar a los jardines. Alicia se acomodó en el sofá y sonrió cuando Roberto volvió a su monólogo; encendió un cigarro y siguió leyendo.
-Mi amor, me tienes que ayudar a que papá no se preocupe tanto…
-No mamá, hay que cuidar a Anea y Ana, a ti, a papá, a Tor, al Tío Pierre, a…
-¡Frena! –se echó a reír ante la perplejidad de su hijo- No tienes que cuidarnos a todos mi amor –dejó el cigarro en el cenicero y se levantó para agacharse junto a la butaca- papá y tú sois muy exagerados… Tenemos que disfrutar ¿de acuerdo?
-¿Juar?
-Eso es, jugar, reír, querernos…
-Peo yo quero jugar con mis hemanas.
-Y yo mi amor, dentro de poco podremos hacerlo…
Le acarició el pelo con una mirada llena de amor, nunca se habría imaginado que se pudiese amar tanto, era su hijo, suyo y de Fernando, sus hijos eran fruto de su amor y hacían más grande el amor que se tenían. Fernando fumó un cigarro mientras Tor se resarcía por no haber salido esa mañana con ellos, parecía querer darle la razón a Roberto, deberían haberlo llevado; terminó riéndose de sí mismo por esos pensamientos. Saludó a un par de vecinos y siguió caminando al ritmo que marcaba el perro, le miró irónico pensando en cómo había llegado a eso, que un perro, su perro, marcase el rimo que debía seguir… Volvió a reírse de sí mismo pensando qué habría pensado si alguien le hubiese dicho que esa sería su vida. Tiró un poco de la correa y convenció a Tor para volver a casa, le acarició suavemente al llegar al portal y abrió la puerta con ganas de volver, habían pasado unos días separados y no quería perderse ni un segundo. Se obligó a respirar tranquilo antes de abrir la puerta de casa, no quería acabar discutiendo con Alicia porque ella se sintiese agobiada, fue Tor el primero que entró corriendo en casa, fue hasta la cocina a beber agua mientras Roberto le preguntaba dónde habían estado para tardar tanto. Fernando miró a Alicia de forma cómplice y se quitó la chaqueta para dejarla en el perchero; se acercó a besarles y preguntarles si tenían hambre.
-¡Bioche papá!
-Ufff no sé si quedarán brioches, ayer mamá se dio un atracón…
-Claro –le hizo burla mientras volvía a sentarse en el sofá- porque llevaba días comiendo comida americana, y eso no lo queremos ¿verdad?
Fernando se echó a reír, desde el día anterior se habían pasado haciendo bromas sobre los yanquis, notaba cómo Alicia intentaba picarle pero él seguía el tono de broma; les dejó en el salón para preparar algo para comer, todavía no era la hora de la cena, pero le apetecía compartir un rato tranquilo con Alicia. Desde que llegó habían estado poniéndose al día, Alicia había recuperado el tiempo con sus hijos, les había echado mucho de menos y ellos a ella. Tor se había tumbado en su caseta, Fernando dejó en su comedero su cena para cuando tuviese ganas y abrió una botella de vino. Al entrar en casa había notado el olor, Alicia había fumado en el salón, desde que Andrea tuvo la infección no habían vuelto a fumar dentro de casa, pero sus hijas estaban en la habitación y ya habían pasado semanas desde la infección. Se frotó el cuello siendo consciente que debía aprender a no preocuparse tanto, los días que pasó solo con los niños había necesitado estar alerta en todo momento y le era difícil volver a una postura más relajada. Preparó un poco de jamón y un poco de queso, miró en el armario y comprobó que quedaban un par de brioches, seguramente porque Alicia no los había encontrado, dispuso todo en una bandeja y cogió también las galletas preferidas de su hijo, ese tipo de detalles le hacían sonreír, saber las preferencias de su hijo era algo tan cotidiano y a la vez tan especial para él, ese tipo de momentos que nunca antes había tenido. Volvió al salón casi emocionado, Alicia le miró enarcando las cejas pero él sonrió y posó la bandeja instándola a comer un poco; le pasó una copa de vino y propuso un brindis.
-Por la mujer más fuerte que existe.
-Por mamá.
Su hijo alzó la mano casi como si pidiese también una copa, Fernando le besó y fue corriendo a la cocina para llevarle su vaso, brindaron también con su hijo. Fernando se sentó en el sofá dejando espacio para que Alicia se acomodase, cogió unas cuartillas pero en vez de adelantar el libro, comenzó a escribir a Daniel. El comentario de su hijo sobre que sus hermanas estaban en Alemania le había hecho pensar mucho en su amigo, Alicia bebió un poco de vino y se fijó en la concentración de Fernando, le miró tiernamente porque podía ver cada sentimiento reflejado en su cara, algo impensable en el Fernando que había conocido hacía muchos años.

Querido Daniel
Llevaba días queriendo contestar tu última carta, pero han sido días muy liados… Alicia estuvo unos días fuera y yo me quedé con los niños; fue muy especial y a la vez sentí tanta responsabilidad; y, por supuesto, eché de menos a Alicia. Pero su labor es tan importante, fue a Nueva York a una reunión de la Comisión, su lucha será larga, pero dará lo mejor de sí misma. Yo estoy escribiendo un libro sobre la Resistencia, es difícil enfrentarme a algunos recuerdos, pero sólo con mirar a mis hijos encuentro la fuerza. Las niñas cada día están más grandes, me parecen tan indefensas, pero ya dan muestra de su carácter, cuando crezcan van a ser muy guerreras. Roberto sigue creciendo a toda velocidad, cada día es más responsable y está tan pendiente de todo como yo; no podría quererles más, a veces me da miedo fallarles.
Me alegro que os vayan tan bien las cosas; estoy seguro que Dorita aprenderá rápido el idioma, es una chica muy lista y capaz, se merece lo mejor, al igual que vosotros. Me ha sorprendido que no quieras volver a España nunca, nosotros queremos volver, sin correr peligro, por supuesto, mientras exista una dictadura no pisaremos España, pero en cuanto sea posible, queremos que nuestros hijos vuelvan, que sepan que es su país y lo valoren así. Creo que es justo que ellos sí puedan recuperar lo que a nosotros no nos han dejado; aunque claro, la vida normalmente no suele ser justa… Pero estoy convencido que un día volveremos, y me gustaría pensar que vosotros también volveréis.
Esta mañana Pierre nos dio una noticia, Diane y él van a casarse, Alicia y yo seremos los testigos; será la primera vez que lo seremos… Nunca pude compartir algo parecido con ningún otro amigo, contigo tampoco, ni siquiera pude estar en tu boda, aunque hubiese tenido que tragarme una misa… La verdad es que nunca antes en mi vida había disfrutado de todo lo que tengo ahora, estoy dispuesto a dejarme la piel para estar a la altura, por nada del mundo haría algo que dañase lo que tengo ahora.
Un abrazo y recuerda que en París tenéis vuestra casa si queréis volver.
Fernando

Dejó las cuartillas sobre la mesa y se acomodó en el sofá, Alicia le acarició la mejilla sonriendo, comieron un poco de queso pero terminaron los dos tumbados en el sofá hablando de la boda de sus amigos; Roberto seguía pintando y miraba de vez en cuando a sus padres, se debatía entre sonreír y darles por imposibles, Fernando notaba esos gestos de su hijo y no podía dejar de mirarle embobado, realmente Roberto daba muestras de tener más edad y ser muy observador. Alicia adivinó sus pensamientos y entre risas comentó lo que se parecían los dos; cuando terminaron la copa de vino Alicia decidió volver al expediente, era un nuevo caso y le interesaba bastante. Fernando la besó y dejó que se concentrase mientras él jugaba con Roberto, hacía mucho que no jugaban con las piezas, pasaron mucho rato construyendo una torre, aunque su hijo pasaba mucho tiempo mirándola y examinándola para saber dónde poner la siguiente pieza sin que la torre se cayese. Cuando Andrea empezó a llorar, Roberto dejó una de las piezas tiradas y fue corriendo a la habitación; Fernando se levantó divertido y miró a Alicia para darse cuenta que ella se había emocionado con la reacción de su hijo. La besó y fue a la habitación tranquilo, le sorprendía pero había conseguido no ponerse nervioso al oírla llorar y eso, con Andrea, era importante porque se pasaba buena parte del día llorando para que la hiciesen caso. Antes de cogerla decidió mover la cuna al salón, si Ana se despertaba ella no lloraría, Roberto protestó caminando a su lado, decía que tenían que coger a Andrea, que estaba triste.
-No Roberto, Andrea no está triste, -inclinó la cabeza para mirarle mientras caminaban- todavía no saben hablar, cuando quieren decirnos algo, lloran. Pero no están tristes, sólo quieren avisarnos.
-Peo Ana no llora, ¿no quiere hablar con nototos?
Alicia levantó la vista muy sorprendida, el tono triste de Roberto la había dejado sin palabras; Fernando dejó la cuna junto al sofá y se agachó junto a Roberto.
-Claro que quiere hablar con nosotros, lo que pasa es que prefiere no molestarnos, ella cree que si llora nos molesta…
Tragó saliva sin saber si había dicho una tontería, no sabía muy bien cómo reaccionar en esa situación.
-Ven mi amor, –Alicia tendió la mano hacia él y le sentó sobre ella- tus hermanas son distintas, tú también eres distinto a ellas… Sois los tres maravillosos, pero distintos; Ana no llora porque es más tranquila, Andrea, en cambio, quiere estar siempre presente y enterarse de todo.
-¿Ditintas mamá? Maaviosos mamá y papá.
Alicia agradeció el abrazo de su hijo mientras Fernando les miraba embobado y sin reparar en que Andrea seguía llorando, se frotó los ojos y cogió a su hija todavía sin saber qué decir. Se sentó en el sofá junto a Alicia y puso a Andrea sobre su pecho, le encantaba verla bracear intentando levantar la cabeza para mirar todo lo que la rodeaba; Roberto se movió para sentarse solo pero al lado de su padre; Alicia les contempló y decidió sentarse en la butaca para dejarles espacio y poder seguir con el expediente. Fernando estuvo a punto de decirle que dejase eso para otro momento, pero se frenó justo antes de hablar, acarició el pelo de Andrea y disfrutó de la sensación de tenerla sobre él. Roberto hablaba en voz baja, muy baja, no dejaba de preguntar cuándo podrían andar sus hermanas, Alicia comió los brioches que había puesto en la bandeja y siguió trabajando sin dejar de mirarles. Notaba los esfuerzos de Fernando para no decir que había trabajado mucho los últimos días y debía descansar, miró el reloj y se dio cuenta que enseguida tendrían que cenar.
-Creo que ya vale de trabajo por hoy, -cerró el maletín consiguiendo que Fernando la mirase sonriendo, y se agachó junto a ellos- además, en un rato se despertará Ana para la siguiente toma.
-Sí, es raro que Andrea no haya empezado a protestar.
-No, no es raro… Está con el mejor padre del mundo.
Fernando movió la cabeza y se movió despacio para dejarla un sitio en el sofá, se sorprendieron cuando Roberto se levantó para que ella se tumbase donde estaba sentado y fue corriendo a la cuna para acariciar la mano de su hermana. Dejó que Alicia cogiese a Andrea para levantarse a coger a su otra hija, en el fondo él sentía lo mismo que su hijo, se perdían muchos momentos con Ana y no le gustaba pensar que en cierto modo era una manera de que estuviese al margen. Alicia contempló el mismo gesto en los dos, les miró tiernamente pensando que nunca se dejarían de preocupar por algo, eran así los dos; Fernando cogió a Ana con todo el cuidado del mundo para no despertarla, la niña se removió y abrió los ojos sonriendo, parecía que nunca le molestaba nada. Dejó que Roberto subiese al sofá y esperó a que se acurrucase al lado de Alicia para sentarse él también; los suaves ruidos de Ana contrastaban con las protestas de Andrea, se miraron emocionados hasta que el llanto de Andrea se hizo más intenso. Fernando se levantó murmurando entre dientes que sabía a quién había salido, Alicia se contuvo porque tenían a las niñas en brazos, pero le lanzó también una pulla sobre el carácter heredado de los dos, aunque ambos sabían que no era cierto, Andrea era igual que Alicia. Fernando dejó a Ana en brazos de Alicia y fue a preparar el biberón, los pocos minutos que habían estado todos en el sofá relajados le parecieron los mejores de su vida, terminó riéndose porque ese pensamiento lo tenía casi a diario, era lo habitual en su día a día, atrás quedaban otros momentos, la soledad, la lucha, la culpabilidad… Reaccionó al oír cómo Andrea insistía con su llanto, se pasó una mano por el pelo y se dio prisa con el biberón.
-Mi amor, no puedes llorar así… -Alicia besó a Ana sin dejar de mirar a Andrea, Roberto le acariciaba la cara intentando que se calmase- ¿O quieres que papá nos tome el pelo cuando crezcas? Estoy segura que te picarás muy fácilmente…
-Como tú, mamá.
Alicia se rio suavemente mirando a Roberto mientras Fernando movía la cabeza divertido, se había apoyado en el quicio de la puerta sin querer interrumpir la conversación entre madre e hija pero el comentario de Roberto le hizo reír. Se acercó despacio y cogió a Andrea intentando calmarla antes de empezar a darle el biberón. Alicia aprovechó para centrarse en Ana, ella también tenía la sensación de que se perdían momentos con ella por su carácter tan tranquilo, aunque estaba segura que cuando creciese sería la que estaría más pendiente de todos, incluso más que Roberto. Tor intentó que Roberto le hiciese caso para jugar con uno de sus viejos peluches, pero tuvo que conformarse con una suave caricia mientras su dueño miraba a sus hermanas sin desviar la vista. Andrea no dejaba de manotear mientras comía, cada vez daba muestras de más vitalidad, Alicia pensaba que quería crecer antes de tiempo; con apenas tres meses se empeñaba en permanecer despierta o empezar a jugar con los pequeños sonajeros que le dejaban al lado. Ana, en cambio, se mantenía en segundo plano, observando todo, también daba muestras de haber crecido, pero de otra forma, parecía que se enterase de todo lo que pasaba a su alrededor y se conformaba con ser testigo de ello sin necesitar la atención que sí requería su hermana. Cuando las dos terminaron de comer, las dejaron en la cuna y sonrieron al verlas jugar entre ellas, Alicia se mordió el labio pensando en su madre y Regina, ella siempre envidió a las personas que tenían hermanos o hermanas, crecer con una hermana tenía que ser tan especial; estaba segura que su madre podría haberle contado muchas anécdotas suyas, por lo poco que sabía, de pequeñas eran inseparables. Fernando arropó a las niñas, que empezaban a quedarse dormidas, y se quedó mirando a Alicia, estaba pensando en su madre y su tía, lo sabía; respiró hondo pensando en lo injusta que había sido la vida para ellos pero terminó sonriendo porque sus hijos nunca vivirían algo parecido. La abrazó suavemente susurrando si estaba bien, Alicia se agarró a él y notó las pequeñas manos de su hijo en las piernas.
-Sí… Con vosotros siempre estoy bien.
Se frotó los ojos recordándoles que tenían que recoger y preparar la cena, Fernando la besó y dejó que llevase los platos a la cocina, no quería presionarla, resopló al oír el teléfono y atendió intentando que Roberto se alejase de la cuna para ayudar a poner la mesa. Se echó a reír al oír a un Pierre hablando en voz baja, Diane estaba en el baño y quería comentarle algunas ideas para la celebración, Alicia regresó al salón y compartieron una mirada cómplice mientras Fernando se ponía cómodo ante la larga conversación que tenía por delante. Alicia llevó la cuna a la habitación y preparó la cena canturreando por lo bajo, Roberto la seguía los pasos y terminó tarareando también, cuando se dio cuenta, se echó a reír. Le costó más, pero terminó de hacer la cena con Roberto en brazos, las conversaciones con su hijo siempre eran especiales, hablar con él mientras hacía otras cosas le hacía sonreír. Fernando entró a la cocina en el momento en que Roberto iba a llevar las servilletas al salón, intentó ayudarle pero su hijo se negó, se quedaron mirándole con una sonrisa.
-¿Qué quería Pierre?
-Uffff Pierre… Va a estar inaguantable las próximas semanas…
-Eres un exagerado, recuerdo a alguien muy nervioso el día de su boda…
-Claro, lo retrasé tanto, me obligué durante tantos años a no vivir algo así que…
-Aunque no nos importase casarnos o no, fuimos muy felices ese día ¿no?
-Exacto, no lo podría haber dicho mejor… Pero lo mejor es que esa felicidad no acabó ese día, ni ningún otro… Ese día es muy importante para mí, pero no lo es menos el día que nos conocimos o cuando nos reencontramos. Todos son recuerdos de nuestro amor, forman parte de nuestra historia; pero hace mucho que dejó de ser temporal, esta es nuestra vida y nuestra boda sólo fue un paso más.
La abrazó y empezó a besarla lentamente, se separaron al escuchar a Roberto decir que tenía hambre, la risotada de Alicia retumbó en la cocina. Durante la cena Roberto no dejaba de hablar del tío Pierre, algo sobre la boda, sobre la tía Diane de blanco y una iglesia, no sabían a quién le habría oído esas cosas, probablemente a los padres de Pierre, con los que había congeniado tanto. Intentaron explicarle que sus tíos se casarían en el ayuntamiento, Roberto les miró entrecerrando los ojos y suspiró.
-¿Iesia mala? Mona pima Mati no es mala.
Fernando se aguantó la risa mientras Alicia se mordía el labio al pensar en su prima, empezó a explicarle algo sobre la diferencia entre la iglesia y algunos curas y monjas distintos, pero su hijo enseguida perdió la atención y empezó a hablar sobre la fiesta para la boda de sus tíos.
Ese día Roberto tardaba en recoger, no dejaba de mirar a su madre diciéndole cuánto la habían echado de menos, Alicia intentó controlarse pero no podía evitar emocionarse cuando su hijo la hablaba tan serio. Fernando terminó de recoger mientras Alicia jugaba con Roberto, les miraba de reojo pensando lo feliz que era; no dejaban de jugar con los muñecos de guiñol, desde hacía semanas Roberto les ponía nombres, normalmente de todos los amigos que estaban lejos, en ese momento, al guiñol que tenía Alicia lo llamó Daniel y al que tenía él Pelayo. Volvió a la cocina riéndose al ver la escena, cerró la puerta del patio, estaba helando, posiblemente al día siguiente haría muy buen día; Tor le siguió y le dio un poco de las sobras de la cena, se remangó para fregar y disfrutó de las risas que llegaban del salón. Alicia no podía parar de reír ante las ocurrencias de su hijo, le parecía maravilloso y no podía imaginarse un niño más listo y responsable; Roberto la abrazó y dejó los muñecos sobre el sofá para pedirle ir a ver a sus hermanas. Entraron de puntillas en la habitación, a Alicia le emocionaba el respeto que su hijo mostraba por todo lo que afectase a sus hermanas; se sentaron en la mecedora hablando entre susurros, Roberto quería saber por qué sus hermanas no podían ir con él a la guardería. Fernando apagó las luces de la cocina y el salón, el día había sido muy largo pero saber que Alicia volvía a estar en casa hacía que se le olvidase el cansancio de los últimos días; llegó a la habitación justo cuando Roberto hacía otra pregunta.
-El lunes vuevo a guadería ¿veda?
Alicia se había quedado sin palabras, se lo habían dicho por la mañana pero no habían hecho más comentarios, lo había deducido él solo, Fernando se agachó junto a ellos y puso la cabeza en el regazo de Alicia.
-Sí, Roberto, el lunes volverás a ver a tus compañeros… ¿No quieres jugar con ellos? Vas a pintar y a aprender mucho, ya verás.
-Shhh má bajo papá, -Fernando sonrió ante la advertencia de su hijo- etá mien, voy a guadería peo quero jugar tamién con Anea y Ana, son mis hemanas y las quero.
Fernando le besó emocionado, Alicia no dejaba de acariciarles el pelo, se parecían tanto que casi podría decir cómo sería su hijo de mayor; aunque tenía que reconocer que parte de su carácter era de ella. Roberto se quedó dormido con una sonrisa sintiendo las caricias de su madre y agarrado a la mano de su padre, Fernando no dejaba de pensar que los dos habían tenido muchas ganas de volver a compartir momentos todos juntos. Se levantó despacio y cogió a Roberto en brazos para dejarlo en su cama, vio cómo se daba la vuelta llamando en un susurro a sus hermanas, Alicia se levantó para arroparle y le dio un suave beso.
-Te he echado mucho de menos mi amor…
Cerró los ojos respirando su olor y se incorporó para llevar la cuna con sus hijas dormidas a la habitación, Fernando la siguió sonriendo, se sentía extraño dejando que Alicia se hiciese cargo de todo, pero sabía que ella lo necesitaba, los días fuera habrían sido muy duros para ella aunque disfrutase de las reuniones. Al llegar a la habitación, Alicia ya había entrado a la cama, apagó las luces dejando sólo una lámpara encendida, comprobó que las niñas estuviesen arropadas y las dio un suave beso. Se puso el pijama sin dejar de mirar a Alicia.
-Fernando, gracias por estos días, sé que no ha sido fácil, pero sabía que todo iría bien, nuestros hijos no podrían estar en mejores manos, nunca lo dudé.
-No entiendo por qué me das las gracias –se metió en la cama abrazándola- sois mi familia, nunca me perdonaría que os pasase nada. Además, tú hubieses hecho lo mismo si hubiese sido yo el que se hubiese ido…
-¿Estás planeando fugarte?
Fernando se rio suavemente pero se puso serio mirándola.
-Jamás. Soy mucho más feliz que en toda mi vida, de hecho, no pensaba que se podía ser tan feliz. Y me alegro que no dudes de mi compromiso con vosotros; os amo Alicia, más que a nada…
Empezó a besarla despacio, estaban los dos muy cansados pero las pocas noches que pasaron separados se habían echado tanto de menos… Aquella noche apenas durmieron un par de horas, por suerte al día siguiente era domingo y pudieron disfrutar de un día casero con sus hijos y descansando.
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