Fernando Solís & Alicia Peña  
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Fernando se estiró mirando el despertador, por una vez, Alicia se había levantado antes que él, escuchó de fondo los susurros de Roberto hablando con sus hermanas y sonrió. Los últimos días habían sido muy intensos, la marcha de los mineros en París fue un éxito, le había costado dejar a Alicia y los niños en casa para poder presenciarla, estuvo menos de una hora pero pudo hablar con algunos mineros. A Alicia le habría gustado ir, pero quería terminar su primer informe para la Comisión, lo presentaría Marie en la siguiente reunión y quería que Grace le diese su opinión antes. Fernando se levantó despacio sonriendo al recordar cómo Alicia había respetado sus tiempos para compartir con ella la decisión sobre el trabajo, le había costado reconocerlo en voz alta y decírselo a Alicia; la conversación con Gabrielle le hizo pensar mucho, esa noche mientras atendía a sus hijas no dejó de pensar en ello. Se lo contó al día siguiente, después de escuchar a Gabrielle cómo se quedó Antoine cuando le dijo que no volvería, Alicia le miró tiernamente, era consciente de lo que le costaba a Fernando asumir que estaba haciendo ese tipo de concesiones. Había decidido continuar en la revista pero sin implicarse, no volvería diariamente al despacho y mucho menos aceptaría las propuestas que Antoine seguía haciéndole para tener más responsabilidades. Su familia estaba por encima de todo y valoraba la oportunidad que tuvo gracias a ese trabajo de darles la estabilidad necesaria; Alicia le miró sonriendo cuando, días después, le aseguró que no tenía intención de conocer a la mujer que habían puesto en lugar de Gabrielle. Alicia intentó razonar con él, su nueva compañera no tenía la culpa, pero al final terminó pensando igual que Fernando, esa mujer era familiar del accionista mayoritario, podría no tener la culpa y ser injusta su posición, pero era lo que sentían. Alicia estaba sentada en la mecedora con Ana en brazos, Andrea ya había comido, Roberto intentaba dormirla con uno de sus cuentos pero ese día no tenía éxito; besó a Ana y levantó la vista a la vez que Fernando entraba en la habitación.
-Buenos días, hoy se me han pegado las sábanas…
-Buenos días mi amor.
-Menos días papá.
Roberto giró la cabeza para saludar a su padre pero inmediatamente volvió a mirar a su hermana siguiendo con su cuento, Fernando se acercó a él y le revolvió el pelo, vio cómo su hijo torcía el gesto, empezaba a pensar que a Roberto no le gustaba ese gesto tan paternal, desde hacía unos días insistía en dejar claro que ya era mayor. Cuando Roberto había señalado la cama diciendo que quería dormir en una cama se habían quedado mirándole embobados, pronto tendrían que hacer el cambio pero Fernando se resistía. Acarició la cara de Andrea sonriendo y se acercó a la mecedora, Tor se acercó a él pidiéndole atención, le acarició sonriendo. Alicia había mirado la escena entre Fernando y Roberto divertida, no podían negar que Roberto fuese hijo suyo, ese carácter era mejor prueba que el parecido físico con Fernando. Besó a Alicia y se sentó en el brazo de la mecedora para contemplar cómo amamantaba a Ana, no le gustaba perderse esos momentos, pronto tomarían sólo biberón, los días se les pasaban volando y quería aprovecharlos al máximo. Sonrieron cuando Roberto se acercó a ellos para decirles en voz baja que Andrea se había quedado dormida, Fernando le cogió y le sentó sobre sus piernas, su hijo se quedó mirando a Ana sonriendo y llamándola en bajito. Alicia miró el reloj, tenía una reunión con Emile para hacerse cargo de un nuevo caso, esta vez de penal, hacía mucho que no se enfrentaba a un caso así, en el pasado había sido lo que más le gustaba a falta de poder implicarse en casos políticos o defendiendo los derechos de la mujer. Fernando dejó a Roberto en el suelo y cogió a Ana cuando terminó de comer, Alicia tenía que prepararse para la reunión; se sentó en la mecedora mientras veía cómo iba al baño. Después de varias intentonas, por fin esa noche sorprendería a Alicia saliendo a cenar fuera, sabía que le iba a costar dejar a sus hijos en casa con Diane, pero quería que Alicia disfrutase de una noche fuera, relajada. En las últimas semanas apenas habían hecho otra cosa que atender a sus hijos y eran felices haciéndolo, probablemente por todo el tiempo que perdieron ahora disfrutaban cada segundo como si fuese un regalo. Pero les vendría bien salir un poco, incluso pensó que era bueno para él, tenía que aprender a no preocuparse tanto, a alejarse de sus hijos sin que se cayese el mundo. Alicia se metió en la ducha después de mirarse en el espejo, todavía no había recuperado su figura, sonrió porque Fernando no dejaba de decirle que estaba muy guapa y que necesitaba comer más, si por él fuese, la sentaría a la mesa y le daría de comer como si fuese una niña. Unos días antes se había presentado en el despacho con una tartera y la comida, había previsto que ella no repararía en que era la hora de comer; fue la primera vez en semanas que comieron solos. Alicia sonrió al recordar ese momento en su despacho, en otro momento de su vida hubiese pensado que no era nada profesional, pero esos tiempos en los que el trabajo ocupaba el 100% de su vida habían quedado atrás. Se relajó al sentir el agua caliente aunque enseguida cambió el grifo para despejarse del todo, las niñas daban mucho trabajo pero se sentía llena de energía; aunque era justo reconocer que Fernando intentaba asumir la mayor parte del cuidado de las niñas. Muy pocas noches dejaba que ella se levantase, incluso aunque ella lo hiciese, él se levantaba también y la ayudaba; nunca dudó de la implicación de Fernando con su hijo, pero cada vez que lo notaba se emocionaba. Fernando se levantó para preparar el desayuno, no era muy tarde pero otros días desayunaban antes; Roberto echó a correr al pequeño cuarto, estaba acondicionándole para trabajar allí ahora que no pensaba volver a la redacción. En realidad estaba preocupado por trabajar siempre en casa, no quería alejarse de la realidad ni resultar agobiante para Alicia o sus hijos, por eso había decidido pasar un par de días por la redacción del periódico, cada vez se encontraba más cómodo escribiendo para ellos y el ambiente allí le gustaba. Convenció a Roberto para ir a la cocina, su hijo se divertía en aquel cuarto porque todavía tenía trastos por medio y él podía moverlos, pero en poco tiempo tendría que hacerle entender que ese cuarto era para trabajar; probablemente era lo que más le iba a costar, ponerse a trabajar pudiendo estar jugando con sus hijos. Miró al exterior cuando su hijo le pidió salir al patio, ese día había salido el sol pero seguía haciendo frío, al menos a esas horas, Tor saltó cerca de la puerta, se echó a reír dejándoles salir pero sin perderles de vista. Preparó el desayuno mientras veía cómo iban y venían de un lado a otro del patio, por suerte, su hijo había comprendido que con las plantas del jardín no se podía jugar; estaban floreciendo y en poco tiempo podrían cambiar las flores compradas por las suyas propias. Después de vestirse y maquillarse, Alicia comprobó que sus niñas siguiesen dormidas, le pareció raro que Fernando no hubiese movido la cuna así que decidió llevarla al salón. Fernando no necesitó girarse para saber que Alicia había entrado en la cocina, le abrazó respirando su olor mezclado con el olor del café; miró hacia el patio y se echó a reír al ver los juegos de su hijo. Fernando se mordió el labio al ver que salía a buscar a su hijo, hacía frío para salir sin abrigo al patio, se rascó el pelo y se centró en llevar el desayuno a la mesa. Alicia sonrió cuando Roberto fue hacia ella para abrazarla, le cogió en brazos y entró en la cocina a tiempo de ver volver a Fernando y mirarla sin atreverse a decir lo que estaba pensado.
-No hace tanto frío y, además, he salido un momentito de nada…
Fernando se echó a reír y la besó, les apremió a volver al salón para desayunar, cuando Alicia sentó a Roberto en la trona, Andrea empezó a llorar, se miraron moviendo la cabeza y Fernando se acercó a cogerla.
-Tienes que dormir más pequeña…
La besó y se sentó a la mesa viendo cómo Alicia tomaba el primer sorbo de café, Roberto no quería seguir sentándose en la trona pero controló su enfado cuando su madre le recordó que Ana estaba dormida y podía despertarla. En situaciones así, Fernando no podía dejar de mirar a su hijo con la boca abierta, aunque al momento se echaba a reír porque la responsabilidad de su hijo solía desencadenar bromas de parte de Alicia sobre lo mucho que se parecía a él. Alicia le preguntó si iría esa mañana a la revista, Fernando seguía sintiéndose raro al hablar de su trabajo, no le convencía la decisión que había tomado.
-No, hoy creo que no pasaré por allí… No creo que la reunión con Antonio me deje mucho tiempo…
Alicia se mordió el labio, tenía que reconocer que cuando Fernando hablaba con Antonio sobre el Partido, sentía todavía un poco de aprensión; días antes se habían celebrado nuevos consejos de guerra contra más personas que apoyaron a los mineros asturianos, Fernando seguía escribiendo sobre ello para la revista y las reuniones con Antonio de esos días eran para conocer de primera mano la situación. No lo compartiría con Fernando, no quería hacerle daño, sabía que se seguía sintiendo culpable por el pasado, pero ella no podía evitar esa especie de desazón que sentía al saber que volvía a tener una reunión con Antonio sobre ese tema. Acabó sonriendo porque siempre que sentía algo así, se centraba en Fernando volcándose con sus hijos, verle desayunar haciendo pausas para atender a Andrea despejaba cualquier miedo irracional. Antes de terminarse el café, oyeron los suaves ruidos de Ana, se miraron divertidos y Alicia se levantó para coger a su hija; Fernando sonrió pensando en la cena de esa noche, en las últimas semanas había sido difícil comer sin interrupciones, salir les vendría bien. No sabía cuándo decírselo a Alicia, aunque ella lo ocultaba bien, notaba cómo se le tensaba el cuello cada vez que hablaba sobre las reuniones con Antonio, quería que esa noche desapareciese cualquier atisbo de duda que pudiese quedar en ella. Aunque le dolía, entendía que de vez en cuando apareciesen esos miedos, llevaban casi dos años en París, tenían una familia, pero durante muchos años, muchísimos, su familia habían sido sus camaradas, las misiones, luchar por un mundo más justo… Le gustaría que llegase el día en que ni ella sintiese cierto reparo ni él sintiese esa culpabilidad cada vez que lo pensaba. Alicia se sentó con Ana en brazos y se quedó mirándole, llevaba días pensando que había algo que no compartía con ella, aunque estaba tranquila respecto a las reuniones con Antonio, su intuición le decía que no tenía que ver con eso, de hecho, no dejaba de pensar en la metedura de pata de Pierre.
-Fernando, esta noche podríamos invitar a Liberto a cenar, hace unos días que no pasa por casa, se pasa todo el día en el despacho…
Puso su mejor cara de ingenua, Fernando la miró sonriendo, se levantó un poco y movió con cuidado su silla para ponerse al lado de Alicia, besó a Ana que ya estaba quedándose dormida mientras Andrea en sus brazos seguía balanceando los brazos sin mucha intención de dormir.
-Todo el día en el despacho tampoco está… Quizás haya quedado con su amiga para cenar y les chafamos el plan.
-Venga ya Fernando…
Sonrió al darse cuenta que Alicia estaba controlando su tono de voz por tener a sus hijas en brazos, dejó a Andrea en la cuna, su hija empezó a llorar pero no quería que se acostumbrase a que si lloraba la hacían caso, Alicia se levantó para dejar a Ana. Sonrieron al ver cómo Ana pasaba la mano por la cara de su hermana y no se quedaba dormida hasta que ella se había tranquilizado; Roberto protestó para que le bajasen de la trona y, en cuanto estuvo en el suelo, fue corriendo hacia la cuna para contarles otro cuento. Fernando cogió de la mano a Alicia y se sentó haciendo que ella se sentase encima, empezó a acariciarla el pelo mirándola fijamente.
-Cada vez se me da peor sorprenderte…
-Bueno, digamos que en este caso no tuviste un buen compañero para guardar el secreto… No he olvidado lo que dijo Pierre el otro día.
Fernando se echó a reír y la besó suavemente, se sintió bien porque Alicia ni por un momento había pensado que lo que le ocultaba tuviese que ver con el Partido.
-El día que nos enteramos del despido de Gabrielle yo había planeado que saliésemos a cenar, los dos solos… Diane insistía en que podrían quedarse con los niños una noche o incluso unos días si queríamos salir fuera… Así que al final acepté su propuesta y tenía pensando cenar solos, pero los planes no salieron como quería…
-Eso da igual, en el pasado sólo teníamos el momento, pero si ahora no salen los planes, los hacemos otro día. –le besó despacio emocionada pensando que siempre estaba pendiente de todo- Sé lo que te va a costar alejarte de las niñas, a mí también… Pero me apetece mucho esa cena, hace mucho que no salimos.
Fernando se removió cuando empezó a besarle, era tarde y los dos tenían una reunión, pero los tiempos en que mantenía el control en todo momento habían pasado. Siguieron besándose sin pensar en nada más hasta que Alicia se separó riéndose al escuchar a su hijo llamarles, Fernando resopló mirando a Roberto y terminó por levantarse sonriendo, todavía tenía que ducharse y ese día se había levantado más tarde que otras mañanas.
Alicia tardó un poco en alejarse de la cuna, tenía prisa pero ver dormir a las niñas y a Roberto tan pendiente de ellas era tan especial; fue el timbre lo que le recordó su reunión, fue a abrir sabiendo que era Diane. La abrazó torciendo el gesto ante su sonrisa burlona, no esperaba que ella todavía estuviese en casa.
-Fernando se está duchando, por cierto… Hoy vas a hacer horas extras ¿no?
Diane la miró de reojo sin saber si Fernando ya se lo había contado o quería sonsacarle, Roberto fue hasta ella corriendo y le abrazó evitando la pregunta de Alicia.
-Fernando me lo ha contado, –se echó a reír poniéndose el abrigo- además, no sólo me refería a esta noche; creo que no llegaremos a comer, yo tengo el nuevo caso y Fernando una reunión con Antonio.
-Entonces me puedo poner cómoda.
Alicia sonrió, la naturalidad de su amiga le hacía sentir que tenían una verdadera familia; la dejó en el salón para despedirse de Fernando. Fernando se había dado una ducha rápida, quería salir de casa y volver cuando antes; cuando Alicia entró al baño, se estaba afeitando.
-¿Ya te vas?
-Sí pero… Hace mucho que no te ayudo a afeitarte…
Estuvo a punto de coger la navaja pero Fernando la apartó y a cambio le ofreció un beso.
-Te tienes que ir Alicia, seguro que Emile estará ya en el despacho esperándote…
Alicia torció el gesto y le susurró lo aguafiestas que era, volvió a besarle y salió del baño, despedirse de Roberto llevó más tiempo, su hijo la abrazaba preguntándole cuándo volverían a ir al parque todos juntos, Tor intervino en el momento adecuado y le dejó en el suelo para que jugasen juntos, besó a las niñas y sonrió al ver cómo Ana abría los ojos mirándola. Diane la vio ir hacia la puerta con paso lento y se echó a reír, Alicia la miró con desdén pero terminó sonriéndola antes de cerrar la puerta. Diane se sentó en la manta ofreciéndole a Roberto el nuevo librito de dibujos, Roberto suspiró pero al final se sentó junto a ella y cogió las pinturas. Alicia caminó deprisa, no por la prisa que tenía por llegar tarde, simplemente se sentía pletórica; iba a hacerse cargo de un nuevo caso, esa noche saldrían a cenar, hacía sol aunque el frío siguiese estando presente… Saludó a todas las personas con las que se cruzó, por un momento pensó que caminaba igual que cuando era una chiquilla junto a su padre por esas calles parisinas. Echaba de menos Madrid, había conseguido sentir España como su país, pero no podía negar que vivir en París le hacía recordar muchos momentos con su padre, momentos que no tuvo en España. Fernando terminó de arreglarse y recogió el pijama que Alicia había dejado tirado junto a la cama, ya en el salón se quedó mirando cómo Roberto iba avanzando con sus dibujos, podría estar parado mirándole todo el día, cada gesto de su hijo, cada instante de los tres eran muy especiales para él. Se acercó a arropar a las niñas, Ana alargó el brazo hasta agarrarse a su mano, la besó con cuidado y la acomodó para que siguiese durmiendo. Besó a Roberto en el pelo, su hijo manoteó llamándole aunque sin alzar la voz para no molestar a sus hermanas.
-Papá estoy dibujano.
-Lo sé Roberto, perdona…
Se mordió el labio pensando que su hijo crecía muy rápido y ya no le necesitaba tanto, como si hubiese oído el pensamiento de su padre, Roberto posó el lápiz de pintura y se giró para abrazarle.
-Aiós papá, men ponto del tabajo.
Roberto no podía imaginar lo que significaban para su padre ese tipo de momentos, ni siquiera Alicia podría comprender del todo la importancia que tenían para él esos momentos. 

Se frotó los ojos sonriendo y recordándole a su hijo que eran un equipo y él tendría que vigilar a las niñas; Roberto sonrió chocando su mano contra la de Fernando y siguió pintando mirando de reojo la cuna. Antes de decidirse a irse, le recordó a Diane que estaría en el despacho de Antonio por si necesitaba llamarle, reconoció su mirada resignada y se echó a reír saliendo de casa. Saludó al portero con la mejor de sus sonrisas pero según salió del portal no pudo evitar cambiar el gesto al pensar en la reunión con Antonio, su amigo cada vez estaba más implicado, el Partido le había proporcionado una coartada, tenía despacho y trabajaba a tiempo completo para ellos. No pensaba inmiscuirse en sus asuntos pero estaba preocupado, la colaboración entre España y Francia era real, además Antonio estaba trabajando organizando un sindicato en Barcelona, sabía que antes de que hubiese consecuencias, lo dejaría, cuando le veía junto a Grace y Loan no había dudas de eso, pero el peligro era impredecible. Encendió un cigarro y caminó despacio sin ganas de llegar, cada vez que hablaba con Antonio muchos fantasmas aparecían, fantasmas que había dejado atrás hacía mucho, no tenía el mínimo impulso de colaborar, pero su pasado estaba ahí, un pasado que le pesaba más por Alicia que por él mismo. Alicia entró en el despacho con tanta energía que sus compañeros se quedaron mirándola, parecía que había aparecido un vendaval de luz, si hubiesen compartido con ella ese pensamiento, Alicia habría recordado lo que tantas veces le decía Fernando en el pasado, desprendía luz iluminando la vida de los demás. Reconoció en Emile una cara seria y se disculpó por haber llegado tarde, en los minutos siguientes se metió de lleno en el nuevo caso. Fernando entró al despacho de Antonio con una media sonrisa, se sentó frente a él preguntándole por Loan, Roberto le echaba de menos y quería volver a jugar con él. Después de un momento hablando de sus hijos, Antonio se revolvió en la silla recordándole que tenían que tratar otro asunto; Fernando le ofreció un cigarro y encendió uno para él, se enderezó en la silla dispuesto a escuchar todas las novedades que tuviese que contarle Antonio.
Alicia se tomó un descanso para tomar un café con Grace, el nuevo caso le gustaba aunque le llevaría bastante tiempo; sentarse con su amiga y poder hablar tranquilamente con ella le hizo relajarse. Sabía que Grace también estaba preocupada por Antonio y su implicación aunque en ningún momento le había dicho que lo dejase. No podía evitar pensar en Fernando y en qué pasaría si algún día decidiese volver a implicarse, tenía claro que no les dejaría solos ni les pondría en peligro; de hecho, recordaba cómo le había costado aceptar que ella decidiese seguir adelante con el caso de Andrea el año anterior. No dudaba del compromiso de Fernando con sus hijos y con ella misma, pero a veces sí pensaba que quizás algún día quisiese volver a implicarse, no como en el pasado pero, por poco que hiciese, podía haber consecuencias. Se lo quitó de la cabeza y le contó a Grace la cena de esa noche, tenía muchas ganas de poder disfrutar de un momento a solas con Fernando aunque sabía que los dos echarían de menos a los niños. Al sentarse de nuevo a su mesa, quiso buscar un informe en el maletín pero lo que encontró fue la información que le había hecho llegar a Fernando su contacto en el Pozo. Se echó hacia atrás en la silla, nunca habría podido imaginar ese destino para su prima, se sentía muy mal por haberse conformado con que su tía no la dejase hablar con ella; tenía que haber insistido. Aunque reconocía que no hubiese podido hacer nada, Regina había metido a Mati en un convento para tapar y espiar las culpas del pecado, suponía que seguía culpándola a ella pero era Mati quien tenía que redimirse por estar marcada. La noche que lo supo la pasó en vela, no podía olvidar cómo Fernando se había mantenido también despierto, hablaron entre susurros toda la noche, compartieron recuerdos de los buenos momentos con Mati, también hablaron de cómo se tomaría que contactasen con ella, incluso Alicia sacó todo lo que llevaba dentro respecto a Hipólito y Regina. Se había dormido al amanecer, después de amamantar a sus hijas, Fernando se quedó mirándola cabreado por las injusticias que vivieron tanto Alicia como su prima. Alicia se frotó los ojos, estaba en el despacho y quería mostrar una imagen profesional, aunque fue incapaz de dejar para otro momento escribir a su prima, había retrasado el momento pero necesitaba hacerlo.

Mi querida Mati
No sabes cuántas veces en estos años quise contactar contigo… Supongo que te parecerá extraño saber ahora de mí, incluso puedes pensar que no tengo derecho a escribirte ahora. Lo siento, de verdad, siento tanto todo lo que pasó, lo que te pasó a ti… Me he enterado que tu madre te metió en un convento y ahora estás ayudando en el Pozo, no es justo Mati, tú menos que nadie te mereces esto. Perdóname por no haber intentado durante estos años hablar contigo, pero no podía… La conversación con tu madre me dejó hundida, cada vez que pensaba en sus palabras sentía todo el dolor que sentí al escucharlas por primera vez; no es excusa, no me tenía que haber rendido… Pero me pasaron muchas cosas después de aquello y creo que, en cierta forma, me quise alejar de todo, quise encerrarme en mí misma…
Como habrás comprobado por el matasellos, estoy viviendo en París, hace casi dos años que me fui de Madrid y ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida. En Madrid me sentía sola, muy sola, durante años lo estuve… Pero pasó algo y decidí apostar por mi felicidad; tengo tres hijos Mati, son lo mejor que me ha pasado en la vida, junto con mi marido… Es una historia muy larga y no quiero agobiarte. Quiero saber de ti, me gustaría poder abrazarte, disculparme en persona por todos estos años en los que no hice nada por acercarme a ti. Te quise mucho, te quiero mucho, éramos muy distintas pero siempre te quise, probablemente fuiste la única persona que me quiso de verdad en esa casa.
De verdad, siento no haberte buscado antes, no haberte apoyado cuando Regina decidió tu destino… Entendería que no quisieses saber nada más de mí, incluso que no me contestes esta carta.
Un abrazo muy fuerte Mati, te mando mucha fuerza.
Alicia Peña

Dobló la carta y sólo en ese momento se dio cuenta que estaba llorando, se giró para limpiarse el rastro de lágrimas, no había podido evitarlo, tenía que haber esperado a estar en casa para escribir esa carta que implicaba tanto… Esperaba que Mati al menos la leyese, que no la rompiese al saber que era de ella; tragó saliva intentando recomponerse, cuando Emile la llamó para comentarle un detalle del caso, Alicia ya daba la imagen de eficiente abogado.
Fernando se despidió de Antonio después de más de dos horas hablando sobre las sentencias, desde París se estaba haciendo presión pero el Gobierno de Francia ya tenía bastante con gestionar la huelga de los mineros que seguían adelante y sin desistir de sus objetivos. Miró el reloj pensando que había tardado menos de lo que esperaba, esas reuniones con Antonio no le gustaban, le recordaban a otros tiempos que quedaban muy lejos y no quería repetir. Pero su trabajo consistía en dar a conocer lo que pasaba, tanto en Francia como en España, así que no podía elegir; unos días antes había vuelto a contactar con el abogado de Grimau, pronto sabrían la fecha de su consejo de guerra. En ese asunto sí se estaba movilizando la sociedad francesa, todos especulaban con que la condena sería a muerte y preparaban grandes movilizaciones de ser así. Encendió un cigarro intentando quitarse esa sensación de la cabeza, algunas reflexiones del abogado de Grimau le trasladaban a aquella celda donde pasó los últimos días antes del fusilamiento. No le dolía por él mismo, desde que compartió con Alicia cada detalle de aquellos días sentía que lo había dejado atrás; pero pensar que otra persona estaba pasando por ello… Días en una celda, esperando el momento en que te maten, recibiendo alguna visita, quizás incluso alguna esperanza… Cerró los ojos un segundo y recordó el abrazo que Roberto le había dado antes de salir de casa, sus hijos tenían que disfrutar de un mundo más justo, pero también de sus padres; caminó más deprisa esperando llegar a la hora del siguiente biberón, después se acercaría al despacho para llevarle algo de comer a Alicia. Entrar en casa supuso una relajación total, Andrea estaba llorando en ese momento, Roberto hablaba en susurros mientras Diane volvía de la cocina con el biberón, la saludó sonriendo y se acercó a sus hijos. Roberto le abrazó contándole lo que habían hecho desde que él no estaba, Andrea subió el volumen de su llanto despertando a Ana, Roberto se separó para mirarlas mientras Diane movía la cabeza divertida. Cogió a sus hijas en brazos y se sentó en el sofá, Roberto se sentó junto a él y pasaron los siguientes minutos contemplándolas; Diane les interrumpió porque el biberón se quedaba frío, Fernando torció el gesto y dejó que cogiese a Ana para empezar a darle el biberón a Andrea. Disfrutó de ese momento como siempre, Roberto miraba a su padre entrecerrando los ojos, Fernando se dio cuenta y le miró sorprendido, su hijo ya podía darse cuenta cuándo le pasaba algo. Diane atendía a una Ana que estaba muy despierta pero nunca se quejaba por tener que esperar, Fernando suspiró pensando que para que todo fuese perfecto faltaba Alicia, se guardó ese comentario y terminó de darle el biberón a su hija. Roberto se quedó apoyado en Fernando mirando cómo Diane cambiaba a Andrea, por una vez no protestaba, ni siquiera lo hizo cuando volvió a estar en la cuna; Fernando pudo disfrutar de dar de comer a Ana sin estar pendiente de Andrea. Sonrió emocionado cuando al girar la vista se dio cuenta que Roberto se había quedado dormido apoyado en él, le besó el pelo y se quedó mirándole. Desde que habían nacido las niñas, Roberto había asumido un papel mucho más responsable del que debería, a veces pensaba que quizás deberían apuntarle a una guardería unas horas por las mañanas, que pudiese jugar con otros niños, sin más preocupaciones que divertirse… Movió la cabeza calculando cómo podría tomarse su hijo esa situación, tenía que hablarlo con Alicia, tampoco quería que Roberto se sintiese desplazado o incluso cuestionado, era pequeño para esos pensamientos pero él sabía que su hijo avanzaba más que el resto de niños. Dejó que Diane cogiese a Ana y cogió en brazos a Roberto para llevarlo a la cuna, sonrió porque en el fondo su hijo tenía razón, esa cuna desentonaba con lo que había crecido su hijo, no era que fuese pequeña para él porque la habían comprado con suficiente espacio; pero sí se notaba que Roberto había crecido como para dormir en su propia cama. Le arropó con ternura pensando si sería una de las últimas veces que lo arroparía en la cuna, miró el reloj y salió de la habitación con prisa. Se despidió de Diane diciéndole que volvería pronto y ella se podría ir hasta la hora de la cena, su amiga puso los ojos en blanco; Fernando se rascó el pelo y decidió sacar a Tor antes de ir a ver a Alicia. Ese día parecía que el perro no tenía prisa, Fernando dio varias vueltas por los jardines del barrio e incluso le dio tiempo a parar en la cafetería para encargar algo de comida para llevar; le hubiese gustado prepararlo él mismo pero si tardaba más, era probable que Alicia picase cualquier cosa y siguiese trabajando. Sin saber por qué, pensó en la vida de Alicia con Álvaro, ¿habrían compartido también comidas en el despacho? Era injusto pero se sentía celoso del tiempo que compartieron, aunque a la vez le hubiese gustado tanto que no hubiese sufrido, que de verdad hubiese sido feliz…
Sentir esos celos era algo que no le gustaba, sobre todo porque los últimos tiempos de su vida con Álvaro estuvieron lejos de ser tranquilos; pero a veces, cuando hacían planes o simplemente bañaban a sus hijos, no podía evitar recordar que años atrás Alicia había hecho planes con otro niño, con otro hombre… Inmediatamente se sentía culpable porque si Alicia había tenido que hacer planes con otro hombre, al que además no amaba, había sido porque él decidió por ella; pero no podía evitar esa sensación que tenía, Alicia había compartido años con Álvaro, años que él no estuvo ahí para ella. Normalmente dejaba atrás esos recuerdos al oír reír a Alicia o a sus hijos, esa risa estaba seguro que nunca la compartió con Álvaro. Alicia no había sido feliz con Álvaro y era injusto estar celoso del tiempo que compartieron; Tor tiró de la correa después de un rato esperando, se echó a reír y fue hacia el portal con grandes pasos. Suspiró al ver a Diane intentando poner en orden los documentos de Alicia, la miró casi divertido pensando que sería un trabajo en balde, al día siguiente volvería a estar todo igual; antes de salir de casa le recordó que podía llamar a Alicia al despacho para cualquier cosa. Cerró la puerta respirando hondo, se daba cuenta de lo exagerado que era, pero tres niños pequeños para una sola persona era demasiado trabajo, podría surgir cualquier imprevisto, aunque sabía que Diane reaccionaría con la misma rapidez que lo haría él. Después de recoger el encargo, caminó rápido pero por suerte, el despacho de Alicia estaba bastante cerca, ese día la temperatura no era tan baja, parecía que la primavera ya se dejaba sentir, saludó a uno de los compañeros de Alicia al llegar al portal. Miró el reloj sonriendo, seguro que Alicia era de las pocas que seguían en el despacho; esperó pacientemente el ascensor y sonrió al ver que su amiga había metido en la bolsa los bombones favoritos de Alicia, ella no sabía que su mujer estaba intentando controlar no comer mucho, aunque en realidad esos bombones eran su debilidad. Alicia tuvo que abrir la puerta, ya sólo quedaba ella en el despacho, miró el reloj torciendo el gesto por la interrupción y en ese momento se dio cuenta de la hora; sonrió al verle con las bolsas en una mano y la chaqueta al hombro en la otra. Antes de saludarle o dejarle pasar, le abrazó sonriendo, en momentos así sólo podía recordar que nunca en el pasado nadie se había preocupado por las horas que pasase trabajando o por ir a comer con ella para que no comiese cualquier cosa mientras ojeaba un informe.
-Te amo Fernando.
La miró preocupado, parecía feliz pero recibirle así le hacía pensar que había pasado algo, ese abrazo, esa declaración… Alicia se echó a reír al ver la confusión en su cara.
-No ha pasado nada, sólo que me haces feliz… -le cogió de la mano para hacerle pasar y entrar en su despacho- Sólo tú puedes venir con comida porque sabes que ni me acordaré… En el pasado comía cuando me acordaba, sola en el despacho… Pero no es momento para recordar –empezó a revolver en la bolsa mientras Fernando colgaba la chaqueta en el perchero- que tengo mucha hambre.
Se echó a reír consiguiendo que Fernando sonriese abiertamente, se mordió el labio recordando lo que se había planteado cuando paseaba al perro; no era justo, Alicia no había sido feliz en el pasado, no podía estar celoso de eso. Mientras sacaba las cosas de la bolsa, se planteó si Alicia también se cuestionaba ese tipo de cosas de su vida con Isabela, había compartido muchos años con ella y, realmente, no recordaba ningún momento en el que fuese feliz, en el que la mirase y el mundo se parase. Alicia se le quedó mirando enarcando las cejas, ahora parecía él quien estaba preocupado.
-Alicia eres maravillosa.
La besó despacio y movió la silla ofreciéndola sentarse, sonrió cuando Alicia susurró que estaban solos, sirvió la comida y la miró pensando si se atrevería a preguntar por la reunión con Antonio. Alicia se entusiasmó al ver los bombones y saber que había sido idea de su amiga, compartieron esa comida sin dejar de hablar de sus amigos; evitaron en todo momento hablar de Antonio pero aun así, el ambiente era relajado. Alicia se echó a reír cuando Fernando miró de reojo el teléfono, descolgó pasándole el auricular, en realidad ella también quería saber cómo estaba todo en casa. Reconocieron el tono burlón de Diane, Roberto ya se había despertado de su pequeña siesta y estaba a punto de empezar a comer; hablaron los dos con él, en esos momentos tenían un sentimiento que no podían explicar, sus hijos estaban esperándoles en casa, Roberto les hablaba desde casa, desde su hogar. Alicia cogió el auricular para colgar y se levantó sentándose sobre Fernando, cogió un bombón dándoselo en la boca y comió ella otro, Fernando se echó a reír moviendo la cabeza, no podía evitar recordar a aquella Alicia tan distante y encorsetada con la que se había reencontrado en Madrid… Alicia empezó a besarle sin importarle dónde estaban, Fernando se separó diciendo que podían llegar sus compañeros.
-Acaban de irse todos, es la hora de comer… -se levantó a cerrar con llave la puerta y cerrar las persianas del despacho- Tardarán en volver…
Fernando sonrió todavía sin relajarse, Alicia volvió a sentarse sobre él y empezó a desabrocharle la camisa, por un momento se sintieron escondidos del mundo, en el pasado eso había sido un inconveniente para su relación, sólo pudieron amarse en la burbuja que crearon. Lo bueno era que ahora tenían todo el tiempo del mundo, Alicia siguió besándole y sonrió cuando Fernando reaccionó por fin olvidándose de que estaban en su despacho. Alicia se echó a reír desconcertándole pero volvió a besarle sin compartir con él el recuerdo de cuando la siguió a casa de Inés, en aquel momento ninguno de los dos supo controlarse, pero además ni siquiera pensaron que Inés o Mauro podrían llegar en cualquier momento.

Alicia se echó a reír cuando Fernando miró el reloj empezando a vestirse, en ese momento sí le recordó la poca prisa que había tenido en casa de Inés, Fernando sonrió y se acercó a besarla despacio, Alicia le hacía perder cualquier atisbo de ese impuesto autocontrol que pudiese quedar en él. Cogió el cigarro que Alicia había encendido para darle una calada, lo posó en el cenicero y la ayudó a vestirse, le gustaba mucho la forma desordenada en que ella se vestía, pero siempre se dejaba una cremallera a medio subir o la camisa descolocada. Compartieron el cigarro mientras Alicia preguntaba dónde cenarían, Fernando se hizo el interesante sin decirle nada, le costó salir del despacho para dejar que Alicia terminase el día, le gustaría tanto que decidiese volver con él a casa y poder pasar la tarde juntos jugando con su hijo y atendiendo a sus hijas… Pero ni se lo plantearía a Alicia, respetaba su trabajo y la admiraba por ello, la besó una vez más mientras terminaba de recoger las sobras de la comida y le recordó que tenía que llegar pronto a casa porque tenía una cita. Alicia se sentó mirando cómo salía del despacho, sonreía como cuando era una chiquilla, intentó colocarse el pelo y colocar todo lo que no estaba en su sitio; antes de que empezasen a regresar sus compañeros, ya estaba concentrada nuevamente en el trabajo.
Fernando caminó deprisa, había puesto su mejor cara de enigma con Alicia cuando le preguntó dónde cenarían, pero la realidad era que no había reservado en ningún sitio todavía. Lo había planeado y cancelado varias veces y no quería reservar antes de tiempo, aunque sí tenía una ligera idea para esa primera vez que saldrían solos después del nacimiento de las niñas. Uno de los días que había ido al periódico, había aprovechado para visitar el Hotel Danube París, quedaba cerca de casa pero lo que más le gustó fue el ambiente. Estaba seguro que de adolescente Alicia se había imaginado reuniéndose allí con compañeros de la facultad, sabía que ella siempre quiso estudiar en París, ese hotel era muy visitado por los estudiantes y había una gran vida cultural en torno a él. Muchas veces pensaba en cómo hubiese sido su relación si se hubiesen conocido en París, si todo hubiese sido distinto y no hubiesen vivido en guerra; ¿cómo habrían sido de haberse conocido como cualquier otra pareja? Ante ese tipo de pensamientos terminaba sonriendo porque juntos conseguirían que sus hijos sí disfrutasen de ese tipo de momentos. Le parecía poco original una cena en un hotel, pero ese hotel no era el típico lujoso de París, le había elegido por algo no sólo por una cena romántica. Se rascó el pelo valorando reservar una habitación aunque lo descartó, no podría dormir tranquilo fuera de casa; hacía unos días había pensado pasar un fin de semana fuera con los niños, pero pensaba que todavía era pronto para sacar a sus niñas. Decidió ir al hotel para reservar una mesa para esa noche, esperaba que hubiese sitio; antes de llegar se echó a reír, no recordaba otro momento de su vida en el que hubiese hecho ese tipo de planes. Con Belle no pudo hacerlos, estaban en guerra, vivían al día, aprovechando cada instante pero sin planes, sin pensar en el futuro. Y con Isabela… Suspiró al pensar en los años que vivió junto a ella, reconocía que su ayuda fue fundamental en el primer momento tras el fusilamiento, pero después había supuesto un paréntesis, como si desde que la conoció hubiese vivido estancado en esa mañana de febrero del 51 hasta que diez años después se reencontró con Alicia. Nunca habían hecho planes de pareja, vivían su día a día, las enseñanzas para llevar a cabo las misiones del Partido, entrenar a los chicos, las reuniones de Isabela con los dirigentes en las que él no era bienvenido… Pero nunca sintió lo que sentía al escuchar la risa de Alicia, al verla dormir o torcer el gesto ante algún pique suyo. Se obligó a dejar de pensar en el pasado cuando estuvo frente a la fachada del hotel, no entendía cómo podía ser tan famoso, a él no le parecía nada especial pero sonrió imaginándose la cara de Alicia al saber dónde cenarían. Entró con la mejor de sus sonrisas dispuesto a utilizar su toque si no había sitio esa noche, quería llevarla allí y no iba a conformarse; resopló al escuchar al hombre mayor que atendía las reservas, no parecía muy amigable, se puso serio antes de hablar con él. Habló despacio intentando que no se notase su acento español, muchas veces no importaba pero otras, notaba cómo si le oían con un acento extranjero le trataban con cierto desdén. Por suerte, aquella noche todavía quedaban mesas, sonrió al saber que tenían una terraza privada desde donde se veía la Torre Eiffel, reservó esa mesa y dejó pagada la reserva, incluyó una buena propina consiguiendo que el recepcionista sonriese en una mueca, no parecía que estuviese acostumbrado al contacto con los clientes. Al salir se echó a reír porque entendía todavía menos que el hotel estuviese tan concurrido por estudiantes y artistas, el trato no era malo pero tampoco excelente. Caminó deprisa con ganas de llegar a casa, sonrió pensando que Roberto disfrutaría también la noche, Pierre iría a cenar a casa y podía imaginársele sentado con su hijo mientras Diane atendía a las niñas y les vigilaba como si fuesen dos niños.
Alicia sonrió cuando Grace la interrumpió para contarle una travesura de Loan, en poco tiempo se había adaptado muy bien a vivir con ellos; Alicia dejó la documentación para recordarle a su amiga que tenían que volver al parque todos juntos, Roberto echaba de menos a Loan, además, estaba preocupada porque se pasase el día entero cuidando de sus hermanas, tenía que jugar con más niños. El teléfono las interrumpió y Alicia atendió con un tono frío, era Valentine, llevaba unas semanas fuera de París, acababa de volver y quería arreglar unos asuntos de su empresa. Le atendió con una sonrisa concertando una cita para el día siguiente, Grace comprobó la transformación de Alicia frente a esa llamada, se notaba que volver a trabajar le hacía sentir bien, sonaba segura y con mucha fuerza. La dejó seguir trabajando aunque desde su mesa no podía evitar mirarla, alguna vez Alicia le había contado algo de su pasado en España, lo sola que se sintió durante mucho tiempo y lo que le cambiaron los años allí; no podía imaginarse a Alicia como ella se había descrito, viéndola trabajar con tanta energía y con esa luz que contagiaba a todo el mundo era imposible pensar que no hubiese sido siempre así. Poco después Alicia miró el reloj, quería prepararse con tiempo para la cena, decidió acabar de mirar el informe para salir cuanto antes.
Fernando entró en casa con una sonrisa, recibir el abrazo de su hijo ya era una costumbre pero eso no lo hacía menos especial, Roberto no dejaba de hablar, le contaba que había terminado un puzle y que había ayudado a Diane a dar el “birón” a sus hermanas. Se echó a reír cuando Tor salió también a recibirle, Diane estaba cambiando a Andrea, se acercó a ella y besó a su hija, no pudo más que sonreír cuando la niña sonrió señalándole. Diane le miró divertida, estaba segura que Fernando pensaba que sabía que era su padre y por eso su reacción, daba igual que su hija tuviese poco más de un mes; Fernando terminó de vestirla siendo consciente de la mirada de su amiga. Diane se despidió aunque en poco tiempo volvería, Fernando respiró hondo cuando se quedó solo con sus hijos, se sentía muy especial en esos momentos. Convenció a Roberto para sentarse en el sofá, Tor subió pero sólo con mirarle desistió de seguir al lado de su hijo y se tumbó a los pies del sofá, Ana estaba despierta en la cuna aunque sin llamar la atención. La cogió con cuidado y se sentó con las dos niñas al lado de Roberto, habló con su hijo de esa noche, de la cena con los tíos mientras ellos no estaban, no quería que se preocupase al no verles allí. Poco a poco se fue acomodando, tenía a las niñas sobre su pecho, Andrea no dejaba de moverse mientras Ana estaba tranquila babeando la camisa; Roberto se acomodó con cuidado a su lado intentando no molestar a sus hermanas. Mientras regresaba a casa había pensado salir a dar un paseo con los tres y acercarse al despacho de Alicia para volver los cinco juntos a casa, pero no quería romper ese momento. Roberto se quedó dormido, al igual que Andrea y Ana, el silencio era máximo, sólo se escuchaban sus respiraciones mezcladas, acabó adormilado aunque al mínimo movimiento abría los ojos para comprobar que estuviesen bien.
Alicia recogió las cosas sin dejar de sonreír, no había dejado de sentirse pletórica en todo el día, estaba intrigada por saber dónde cenarían; le gustaría coger el coche, quizás salir de París a algún lugar cercano… Pero estaba bastante segura que Fernando no se alejaría tanto de casa, se despidió de sus compañeros y bajó las escaleras sin esperar el ascensor. Se frenó un segundo en el portal para mirarse en el espejo de la entrada, se notaba que había pasado el día trabajando, pero nada que una buena ducha y el maquillaje no pudiesen disimular; miró el reloj y salió con prisa. Se echó a reír al darse cuenta que había llegado a casa más rápido de lo normal, saludó al portero y buscó las llaves en el bolso; al abrir la puerta sonrió emocionada. Fernando abrió los ojos cuando escuchó la llave en la cerradura pero miró a Alicia todavía adormilado, se acercó despacio dejando el maletín y el abrigo de cualquier forma en la mesa, se agachó junto al sofá y besó suavemente a Fernando. En ese momento Roberto se despertó y se movió para abrazarla, Fernando besó la cabeza de las niñas pensando en lo feliz que era estando con ellos, con su familia. La charla entre susurros de su hijo le despejó del todo, Alicia atendía a la conversación con Roberto mientras veía cómo Fernando se movía ligeramente para no despertar a las niñas.
-Fernando… ¿Dónde vamos a ir?
Alicia había hablado en un susurro apenas audible, pero Fernando sabía qué había preugntado, lo había sabido incluso antes de oírla preguntar algo. La besó la nariz mientras se incorporaba sonriendo, dejó a sus hijas en la cuna y se sentó en la alfombra junto a Alicia y Roberto.
-Todavía tenemos que prepararnos, ¡mira como tengo la camisa!
-Camisa papá, Ana no oraba y Anea sí.
-Claro, y por eso mi camisa está como está…
-Va Fernando, deja la camisa.
Roberto repitió la frase de su madre con el mismo tono infantil que ella había puesto; Fernando cerró los ojos ante las risotadas de Alicia, ese sonido le hacía sentir tan vivo. Abrazó a Alicia y la besó el cuello susurrando lo feliz que le hacía, Roberto puso los ojos en blanco y cogió el libro de dibujos para pintar; Fernando le miró embobado, su hijo tenía reacciones propias de un niño de más edad, lo sabía desde hacía mucho, pero seguía sorprendiéndole. Alicia le tomó el pelo con el hecho de quedarse sin palabras ante un simple gesto de su hijo, Fernando sonrió y le recordó que ella también era capaz de dejarle sin palabras, como cuando se reencontraron… Alicia iba a besarle pero Fernando le recordó que tenían que salir dentro de un rato, seguro que quería arreglarse; arrugó la nariz pero se levantó sin poder negar que sí quería prepararse para la cena. Fernando volvió a mirarse la camisa después de ver entrar a Alicia al baño, él también tenía que cambiarse aunque estaba seguro que tardaría menos que Alicia. Habló con su hijo para decirle que iba al otro baño y que fuese a avisarle si sus hermanas lloraban o si él quería algo, la respuesta de su hijo tranquilizándole le hizo sonreír como siempre. Alicia se tomó su tiempo para ducharse, hacía mucho que no salían los dos solos y tenía que reconocer que le gustaba, nunca pudieron hacer ese tipo de planes en Madrid, cualquier pareja recordaba sus primeras citas fuera, ellos no habían tenido un comienzo fácil, pero eso hacía que cada momento fuese más especial. Oyó cómo Fernando entraba al otro baño y sonrió, por más que lo ocultase, él también quería prepararse para esa noche, para una cena solos como si fuesen dos chiquillos que se acababan de enamorar. Fernando se dio una ducha rápida, estaba expectante ante la reacción de Alicia al saber dónde cenarían, se mordió el labio pensando si en algún momento de su vida podrían hacer ese tipo de planes en Madrid, recordó la fiesta en el Morocco a la que Alicia finalmente acudió, apretó los puños al recordar cómo Hipólito irrumpió allí para llevársela; Alicia había disfrutado del ambiente y de las conversaciones, él tenía otras preocupaciones, pero verla reírse y pasarlo bien le hizo sentir tan bien… Salió de la ducha cogiendo la toalla y asomándose para mirar hacia el salón, estuvo a punto de resbalarse por querer volver cuando antes junto a sus hijos, Roberto le señaló riéndose, se echó también a reír salpicándole. Alicia escuchó las risas mientras cerraba el grifo, salió de la ducha y se miró en el espejo arrugando la nariz, tenía que volver a la peluquería, le había crecido bastante y cada vez que se lavaba el pelo tenía que invertir mucho tiempo en dejarlo como a ella le gustaba. Esa noche no le importaba, quería estar perfecta, pero por las mañanas para ir a trabajar sabía que le molestaría mucho tener que arreglarlo tanto diariamente. Salió del baño con el albornoz y se echó a reír al ver a Fernando todavía con la toalla haciendo cosquillas a Roberto.
-Te advierto que no me gusta esperar…
-¡Tendrás cara! –la miró sonriendo- Siempre soy yo el que espera.
-Pues no pierdas la costumbre.
Alicia le hizo burla y se metió en la habitación para arreglarse, no le dejaría entrar hasta que estuviese lista. Fernando se sentó junto a su hijo, Roberto le preguntó dónde iban esa noche, le miró sonriendo y, entre susurros, le explicó la sorpresa, no sabía si podía entender qué significaba esa sorpresa para ellos, pero Roberto parecía realmente ilusionado. Al final se puso serio y le dijo que esa noche él cuidaría de los tíos y de Andrea y Ana, Fernando le miró y se echó a reír abrazándole. Alicia se mordió el labio ante el armario, quería ponerse un vestido que le gustaba mucho pero no sabía si le sentaría bien, lo sacó despacio y lo dejó sobre la cama sin decidirse a probárselo. Estuvo unos minutos mirándolo, en realidad podría ponerse cualquier otro vestido, incluso pensó en ponerse unos pantalones para sorprender del todo a Fernando, pero le apetecía ponerse justo ese vestido. Lo cogió todavía dudando y al probárselo sonrió, no le quedaba como antes del embarazo pero sí mucho mejor de lo que ella había pensado, se miró en el espejo satisfecha y eligió los zapatos y el bolso que llevaría, tuvo que reírse al abrir el bolso elegido, tenía un chupete de Andrea metido en él, su hija solía tirarlo cuando salían de paseo. Se peinó y maquilló frente al espejo, sentía unos nervios que no podían ser reales, hacía dos años que se habían reencontrado, habían vivido momentos muy importantes desde entonces, pero sentía esa cita como uno de esos momentos, no podía evitar ciertos nervios que le recordaban a cuando se conocieron. Se echó un poco de perfume y sonrió a su reflejo, jugó con la alianza mientras abría la puerta; Fernando se giró en cuanto oyó abrirse la puerta, se quedó con la boca abierta sin poder articular palabra. Alicia se acercó despacio y estuvo a punto de echarse a reír pero al final sonrió complacida, Roberto miró a su padre suspirando y le pasó la mano por la cara para que contestase a su última pregunta, Fernando se echó a reír, le besó y señaló a Alicia diciéndole lo guapa que estaba su madre.
-Cao, mamá es apa vais a tenar en Parí.
Alicia sonrió divertida, estuvo a punto de agacharse pero Fernando se levantó antes para besarla, fue un beso demasiado intenso y más largo de lo que había sido su intención, se separaron cuando Roberto llamó al perro. Alicia le recordó que no quería esperar mucho, Fernando se echó a reír y fue a la habitación a cambiarse, antes de cerrar la puerta, se quedó un momento mirándola, le había dejado sin palabras y no era para menos. Entró en la habitación suspirando ante la elección de lo que ponerse, sabía que a Alicia le gustaba mucho uno de sus trajes, pero creía que todavía hacía frío para ponérsele; se rascó el pelo ante la evidencia de que nunca antes de vivir con Alicia había dudado qué ponerse. Se rio por lo bajo y escogió otro de los trajes preferidos de Alicia, cerró los ojos al notar el olor de Alicia por toda la habitación, acabó burlándose de sí mismo porque aunque no lo reconocería en voz alta, estaba nervioso por esa cena, por esa cita… “¡Con lo que yo he sido!” tuvo que reírse ante ese pensamiento, terminó de arreglarse a la vez que oía el timbre y a sus amigos entrar en casa. Alicia se echó a reír al ver entrar a Pierre con una bolsa, había vuelto a su costumbre de llevar regalos a los niños; sonrió cuando sus amigos dijeron que estaba muy guapa, compartió una mirada cómplice con Diane, estaba segura que su insistencia había convencido a Fernando para separarse de sus hijos durante unas horas. Bromeó con la tardanza de Fernando y encontró en Pierre la réplica perfecta para ese tema, Fernando salió en el momento en que se estaban riendo por lo presumido que se había vuelto, le recordó a Pierre que cuando iban a su casa él tardaba mucho en estar preparado para salir. Pierre encajó la pulla con naturalidad, Fernando evitó recordarle a Alicia que ella también tardaba mucho, se miraron intensamente pero Fernando apartó la mirada y se agachó junto a Roberto, le abrazó diciéndole que se iban. Alicia miraba a Fernando sonriendo, se había puesto un traje que le sentaba muy bien, aunque en su opinión todos le quedaban bien, se acercó a la cuna y comprobó que Andrea estaba despierta, movió la cabeza divertida sabiendo que a Fernando le costaría más salir de casa si estaba despierta. Las besó arropándolas a la vez que Fernando iba hacia la cuna, se rascó el pelo cuando vio a Andrea despierta, giró la mirada ante las risas de Pierre, besó a sus hijas quedándose un momento mirándolas y las arropó aunque ya lo hubiese hecho Alicia. Cuando se incorporó se dio cuenta que Pierre ya estaba jugando con Roberto y Diane había ido a la cocina a guardar lo que habían traído para la cena; Alicia se abrazó a él y se despidieron de Roberto ya en la puerta. Su hijo les miró sonriéndoles y diciendo que él cuidaba de todos, Alicia se echó a reír pensando que sólo le había faltado decir que lo pasasen bien y que no llegasen muy tarde para parecer el padre en vez del hijo. Antes de salir, Fernando le recordó a Diane que le había dejado junto al teléfono el número donde podría encontrarles si era necesario, Alicia se aguantó la risa ante la cara de su amiga y le arrastró saliendo de casa, si no tomaba la iniciativa, Fernando seguiría dando instrucciones a sus amigos y mirando cómo Roberto jugaba tranquilamente con Pierre. Ya en el portal le abrazó relajándose, Fernando intentó disculparse por su excesiva preocupación pero ella le quitó importancia, terminó bromeando sobre las veces que llamarían esa noche a casa. Fernando la abrazó con una sonrisa y empezaron a caminar despacio, Alicia se separó al darse cuenta que pasaban al lado del coche y Fernando seguía caminando.
-Fernando ¿dónde vamos? ¿No vamos en coche? Me apetecía conducir…
-Ya –se echó a reír besándola- lo que quieres es que te tenga que decir dónde vamos antes de tiempo porque conduces tú… -Alicia se mordió el labio negando con la cabeza sin mucha insistencia porque, en el fondo, era cierto- No nos alejaremos mucho así que no necesitamos coche.
Alicia le miró torciendo el gesto, Fernando se echó a reír explicándole que si se quedaban cerca no era por su eterna preocupación por todo, sino porque el sitio que había elegido estaba cerca. Alicia le miró entrecerrando los ojos sin saber si creérselo del todo hasta que Fernando confesó que también le tranquilizaba estar cerca de casa aunque el motivo principal no fuese ése. Alicia disfrutó de caminar junto a Fernando por las calles parisinas, hacía mucho que no salían solos, le besó el cuello sonriendo.
-Estás muy guapo Fernando…
Se echó a reír mirándola, la abrazó más fuerte sin dejar de pensar en lo raro que se sentía ante esa cita; cada mirada con Alicia le transportaba a Madrid, a las primeras miradas que compartieron, a ese juego que cada vez se volvía más peligroso para él porque en aquellos momentos no debía pensar en otra cosa que la misión y notaba que Alicia empezaba a ser especial. Sonrió nostálgico cuando recordó la conversación con Natalia sobre Alicia, compartió con ella ese recuerdo, incluido su comentario sobre los líos de faldas y la respuesta de Natalia. Alicia se echó a reír pero terminó mirándole emocionada recordando cómo Natalia había llegado hasta ella y pudieron reencontrarse en el piso franco; Fernando bajó la mirada recordando lo que pensaba en aquellos momentos, no debía arrastrar a nadie con él, tenía que seguir su camino solo… Alicia notó su cambio, se frenó y se quedó frente a él levantándole la mirada; la sonrisa de Alicia le hizo sonreír, la besó y volvió a abrazarla para seguir caminando.
-Gracias Alicia, estos dos años me has demostrado que sí puedo tener una vida, tener a alguien a quien amar, con quien compartir todo… Y tener una familia, no hay ningún otro sentimiento comparable a ser padre.
La besó el pelo tragando saliva, Alicia se abrazó más a él emocionada, ni siquiera recordaba su impaciencia por conocer el plan de esa noche. Fernando recondujo la situación preguntándole si ya tenía alguna idea de dónde cenarían, Alicia se separó torciendo el gesto y mirándole divertida, se acercó besándole el cuello pero volvió a separarse al ver que no funcionaba. Se cruzó de brazos parándose en mitad de la calle consiguiendo que algunas personas soltasen tacos al chocarse con ella, Fernando la miraba riéndose un par de pasos más adelantado, se acercó despacio sonriendo y la besó intensamente, antes de volver a abrazarla le aseguró que ya quedaba poco para llegar. Fernando se rio en voz baja porque Alicia ni siquiera se fijaba en las personas con las que se cruzaban, había pasado al lado de ellos uno de sus vecinos pero sólo él le saludó, Alicia estaba concentrada mirándole y mirando las calles por las que pasaban intentando adivinar dónde cenarían. Cuando Fernando la hizo pararse frente a la fachada del hotel, Alicia abrió mucho los ojos, la entrada del hotel estaba muy concurrida, incluso pudieron ver a algún escritor conocido entrar, además de varios grupos de jóvenes que en su opinión tenían pinta de estudiantes.
-Es… -le abrazó fuerte como si fuese aquella chiquilla que conoció- No sabes cuántas veces pasamos mi padre y yo frente al hotel, yo me imaginaba paseando con los libros de la facultad, sentándome a tomar un café con mis compañeros… Creo que no tenía ni 15 años la primera vez que le dije a mi padre que cuando estuviese en la universidad me gustaría vivir en este hotel.
Fernando la miraba sonriendo, oírla hablar de su vida con su padre en París siempre le hacía pensar en la Alicia que conoció, aquella Alicia que desprendía luz y fuerza, incluso aunque poco después de llegar a España su padre hubiese muerto. La besó tiernamente y volvió a ver la ilusión adolescente en su mirada, de pronto se sintió como si él también fuese un adolescente, como si estuviese ante su primera cita con una mujer, ¡a su edad! Alicia pareció intuir lo que estaba pensando porque se echó a reír tomándole el pelo, entraron al hotel sin soltarse, Fernando la agarraba por el hombro mientras Alicia se agarraba a su cintura. Fernando suspiró al ver al hombre que le había atendido cuando fue a reservar, le habló a Alicia al oído y se echaron a reír, el recepcionista les miró cansado indicándoles cómo llegar a la terraza, Fernando enarcó las cejas ante el trato consiguiendo que Alicia se volviese a reír, entre risas fueron hasta la terraza, al llegar, Alicia interrumpió su risa, a lo lejos se veía la Torre Eiffel, además, la iluminación de la ciudad, la humedad del río, todo le parecía perfecto, Fernando la abrazó por detrás susurrando si le gustaba.
-¿Cómo no me va a gustar? Es perfecto Fernando…
Le besó emocionada, Fernando se echó a reír ante su entusiasmo, se separó despacio mirándola.
-Mademoiselle…
Fernando la ofreció la silla sonriendo, le miró sentándose y sirvió el champán que ya estaba en la mesa, Fernando movió la silla para sentarse junto a ella y no en frente, quedaban los dos de espaldas a la puerta de la terraza y mirando hacia la Torre y la ciudad. Alicia ofreció una copa a Fernando, antes de brindar miró al cielo, estaba despejado, podían verse algunas estrellas aunque la luz de París no dejaba que se viesen del todo, lo que sí vieron fue la luna.
-Por ti Fernando, por nuestro pasado y sobre todo por nuestro futuro. Y por esta noche, porque da igual todo lo que nos haya pasado, estamos aquí, cenando juntos, como si fuese nuestra primera cita. –le besó y se separó despacio- Y por nuestros niños, porque ellos nunca sabrán lo que es la soledad.
-Por ti Alicia, todo por lo que has brindado es gracias a ti. Te amo, nunca podré expresar todo lo que siento por ti y por nuestros hijos.
Bebieron un sorbo sin dejar de mirarse, fueron interrumpidos por una camarera joven, con una actitud mucho más cercana que la del hombre de la entrada; pidieron la cena sin dejar de intercambiar miradas, Alicia se dio cuenta que esa mujer había mirado a Fernando con interés, pero esa noche no podía darle importancia a algo así, sobre todo porque Fernando ni la había mirado. Cuando se quedaron solos, Alicia se acercó a él jugando y terminó diciéndole lo mucho que le había gustado a la camarera.
-Vaya… -se rascó el pelo volviendo la mirada hacia la puerta- ¡Y yo me lo he perdido!
Alicia le soltó un manotazo torciendo el gesto, Fernando empezó a hacerla cosquillas para terminar besándola intensamente, al separarse se quedó mirándola.
-Yo ya no estoy para interesar a tantas mujeres Alicia… -movió la mano resignado mostrando su aspecto- En cambio tú… Durante el camino ha habido bastantes hombres que se te han quedado mirando… Claro que lo entiendo, estás impresionante.
Alicia sonrió, no podía ser cínica, le gustaba interesar, que la mirasen, se mordió el labio porque durante muchos años intentó pasar desapercibida, sin fijarse en si la miraban o no, incluso deseando que nadie reparase en ella; la violación de Angulo había cambiado su vida en muchos aspectos. Volvió al presente besando a Fernando, se acercó a su oído susurrándole lo guapo que le parecía a ella, que siempre le pareció… Fernando se estremeció y se separó ligeramente cuando la camarera llevó el vino, intercambiaron una mirada cuando le ofreció probarlo a Fernando, sonrió divertido diciéndole que mejor lo probase su mujer. Cuando se quedaron solos no pudieron evitar reírse, Fernando se quedó mirándola un momento, realmente parecía que estaban teniendo una de sus primeras citas, jugó con la alianza mientras probaban el vino.
Disfrutaron de la cena sin dejar de reírse por cualquier cosa, estaban solos en la terraza pero podían ver a la gente pasear por la orilla del Sena, incluso algunas personas que pasaban cerca se les quedaban mirando ante las risas y bromas que se hacían. Fernando se echó a reír mirándola, habían bebido vino y champán y parecía que Alicia se había pasado un poquito, Alicia torció el gesto divertida, iba a replicar que él estaba más acostumbrado a beber y por eso no se le notaba, pero recordó una de sus borracheras en su casa en Madrid y prefirió no decir nada. Lo que sí hizo fue volver a besarle, no habían dejado de besarse en toda la cena entre recuerdos, planes y risas, Fernando se había levantado antes de que sirviesen el segundo plato para llamar a casa, Alicia esperó pacientemente aunque se giró para verle hablar por teléfono. Fernando la miraba sonriendo aunque Alicia notaba que no estaba del todo relajado, esa parte de Fernando que le gustaría tener todo bajo control nunca desaparecería, podía disfrutar de la cena, de un momento para los dos, pero necesitaba saber que sus hijos estaban bien. Habían bromeado sobre la actitud de Diane ante esa llamada, cuando sirvieron el postre, Fernando compartió con ella la idea que había tenido de reservar una habitación pero también que lo había descartado. Alicia se levantó para sentarse sobre él, comió un poco de tarta y volvió a mirarle.
-Da igual dónde estemos, lo importante es que estamos juntos.
Fernando sonrió, pensaba que a Alicia sí le hubiese gustado pasar esa noche solos aunque ella también hubiese estado pensando en los niños, pero sabía que no haría nada para convencerle de no volver a casa. La besó despacio, Alicia se separó riéndose, se levantó mirando hacia la ciudad y gritó cuánto le amaba; Fernando se rascó el pelo pensando que debería haber llevado la cámara de video, la abrazó por detrás divertido.
-No deberíamos haber bebido tanto…
-No digas tonterías –se giró y le besó- puede que se me note un poquito, pero amarte no tiene nada que ver con el vino que haya bebido.
Le besó despacio abrazándose a él, sonrió diciéndole que había metido en el bolso la cámara de fotos, Fernando la miró riéndose, se separó y entró a pedirle a una de las camareras que les hiciese una foto. Alicia se echó a reír cuando salió la camarera que les había atendido, Fernando susurró en su oído lo gamberra que era y la atrajo hacia él posando para la foto, tras ellos estaba la Torre Eiffel y la ciudad. Alicia le dio las gracias a la camarera y cogió la cámara, se giró hacia Fernando sacándole una foto. Fernando se echó a reír acercándose para quitarle la cámara, Alicia la puso detrás de la espalda pero Fernando empezó a hacerle cosquillas.
-¡Está bien! ¡Me rindo!
Las risas se escuchaban desde el comedor de dentro pero no les importaba, la sacó una foto y la besó recordándole que todavía quedaba un poco de tarta. Alicia esperó a que se sentase para sentarse sobre él, cerró los ojos respirando, se sentía totalmente libre y no tenía que ver con el efecto del alcohol, cuando llegaron a París también se había sentido así, pero ahora era distinto. Llevaban tiempo viviendo juntos, construyendo su familia, amándose sin esconderse de nada ni de nadie; le besó y terminaron de comer el postre planeando una salida con los tres niños aunque Fernando no estaba seguro de que fuese buena idea todavía.
Alicia se quedó un momento mirando por la terraza mientras Fernando recogía las cosas, había sido una noche perfecta, no pudo evitar reírse cuando Fernando le dijo que esperase un momento, estaba segura que iba a llamar a casa. Le besó y decidió ir con él no sin antes volver un momento la vista hacia la mesa donde habían cenado, Fernando sonrió y la besó abrazándola. Esa vez fue Pierre quien contestó el teléfono, Fernando escuchó cómo intentaba convencer a Roberto de que no tirase del cable; su amigo le hizo un resumen de la noche, el biberón de las niñas, el baño de Roberto, la cena… Notaba un tono algo burlón pero no le importaba, cuando Roberto se puso sonrió como un bobo preguntándole si estaba cuidando bien de los tíos y de Andrea y Ana, Alicia se abrazó más a él sin dejar de mirar su expresión. Al final ella también habló con el niño, en algunos momentos de la cena se habían quedado callados echando de menos los comentarios que Roberto siempre hacía; se mordió el labio dándose cuenta que estaba arrastrando las vocales, probablemente por efecto del alcohol, aunque por suerte su hijo era muy pequeño para entenderlo. Fernando contempló cómo Alicia se resistía a colgar, la miró divertido porque si hubiese sido él, se habría ganado una mirada de reproche para que dejase de preocuparse tanto. Al salir del hotel se despidieron  del recepcionista sonriendo, Alicia no pudo aguantarse la risa y Fernando la miró divertido apartando la mirada de aquel hombre tan seco. Ya en la calle, Alicia echó a correr hacia el río sin dejar de reír, Fernando tardó un momento en reaccionar, se quedó mirando cómo salía corriendo como si la calle estuviese hecha para ella; caminó despacio sin dejar de mirarla. Cuando llegó a su lado, la abrazó cerrando los ojos, Alicia le miró sonriendo y empezaron a pasear por la orilla, no pudieron evitar recordarse en el piso franco soñando con poder hacer eso mismo, pasear, besarse, estar juntos en París. Se cruzaron con más parejas, con niños y adolescentes, pero esa noche nada llamaba su atención, sólo podían pensar el uno en el otro.
-Alicia… -la hizo frenarse y la cogió la mano poniéndose serio- Sé que las reuniones con Antonio te hacen dudar.
-No Fernando…
-Puede que no quieras dudar, incluso que no dudes racionalmente, pero sé que queda algo de miedo… -Alicia le acarició la mejilla y se mordió el labio culpándose- Hace mucho que sé que mi camino está junto a ti, junto a nuestros hijos; el Partido forma parte del pasado, como tantas otras cosas… Entiendo esas dudas, y las asumo porque sé que es responsabilidad mía que…
-No, eso sí que no, Fernando. Desde que estamos en París no has hecho nada para que yo dude de nuestra vida, de que quieres estar aquí, con nosotros; lo veo día a día. –se mordió el labio evitando las lágrimas- Lo hemos hablado muchas veces, los errores del pasado quedan en el pasado, lo que importa es el tiempo que llevamos juntos formando nuestra familia. –le sonrió intentando relajar la situación- Siempre supe que si sabías que ibas a ser padre querrías estar con tu hijo, con nuestro hijo; nunca dudé de eso, como tampoco dudé de que serías el mejor padre del mundo. Siento si a veces parece que dudo de tu compromiso…
-No lo sientas, supongo que es inevitable, -la abrazó volviendo a caminar- fueron muchos años poniendo por delante el deber… Pero ahora mi deber es lo mismo que lo que quiero, y sois vosotros.
La besó suavemente, Alicia se abrazó a él agarrándose fuerte; sintió cómo el viento le despeinaba y sonrió cuando Fernando intentó colocarle uno de los mechones. Fernando suspiró al recordar otro paseo, de otro tiempo, casi de otra vida, Belle y él nunca hicieron planes de familia, les unía la lucha, se amaban pero siempre hablaron de seguir luchando toda la vida. Acarició el pelo de Alicia, cambió el gesto para dejar atrás cualquier recuerdo o duda, y la miró con su mejor sonrisa.
-Creo que ya sé cómo podemos evitar sentirnos así… -Alicia se le quedó mirando sonriendo- ¡Aumentamos la familia! Con dos bebés más no creo que nos quede tiempo para pensar en otra cosa.
Alicia se echó a reír abrazándole, no podía recordar otra persona que hiciese tan fácil dejar atrás las culpas y los malos recuerdos, echó a correr retándole para ver quién ganaba, Fernando se echó a reír pero salió corriendo siguiéndola. Sin darse cuenta, habían llegado hasta la Torre Eiffel, resoplaron intentando recuperar el aire, Alicia se echó a reír porque él también necesitase respirar, le tomó el pelo con lo mayor que estaba y a cambio recibió una pulla sobre el efecto del alcohol. Antes de volver a abrazarle, Alicia le dejó claro que su familia ya estaba al completo, Fernando la miró sonriendo y la besó despacio. Realmente a él no le importaría dentro de un tiempo volver a ser padre, pero tres hijos ya eran bastante, nunca antes se había imaginado como padre y tenían mucho que disfrutar viéndoles crecer. Fernando comprobó que estuviese bien, terminó quitándose la chaqueta para ponérsela por los hombros, aunque el día había sido soleado, por la noche se notaba que todavía el buen tiempo no había llegado. Pasearon sintiéndose solos en el mundo, los ruidos, las luces o las personas de alrededor no parecían estar en el mismo lugar que ellos; Alicia se quedó pensativa, la miró esperando que no siguiese pensando en las reuniones.
-Hoy escribí a Mati… -Fernando la abrazó cerrando los ojos- Espero que lea la carta, que no la rompa al saber que es mía…
-Alicia, tu prima nunca rompería una carta tuya, –la miró tiernamente- ella te quería, como tú a ella, seguro que estos años han sido muy difíciles y ha cambiado… Pero no ha podido cambiar tanto como para romper una carta tuya.
Alicia se abrazó a él deseando que tuviese razón, hablaron de algunos momentos con Mati, las confidencias en la habitación, incluso las diferencias entre ellas que se notaban nada más empezar a hablar de cualquier tema, Alicia terminó sonriendo, podía recordar perfectamente los momentos de complicidad con su prima sin tener que recordar todo lo que le pasó viviendo en esa casa.
-Gracias Fernando… -lo dijo sin mirarle, pero con una sonrisa escondiendo la cara en su cuello y respirando su olor- El otro día me vino bien hablarte de mis tíos, de todo lo que sentí, ahora… Sólo pienso en los buenos momentos con Mati.
Fernando respetó que no le mirase, la besó el pelo y siguieron caminando, la abrazó más fuerte intentando refugiarla del viento. Alicia se rio suavemente al notar que estaban volviendo a casa, miró el reloj y se sorprendió porque antes de salir había pensado que volverían mucho antes. Según se acercaban a casa, las calles iban despejándose, Fernando empezó a bromear sobre las horas que habían pasado fuera, igual Roberto ni les echaba de menos; Alicia le aseguró que estaría despierto esperándoles y, sobre todo, para contarles cómo había ido la noche. Al llegar al portal, Alicia tiró de su mano evitando que lo abriese, empezó a besarle despacio, Fernando se separó mirando a los lados y bromeando sobre que alguien les viese, tenían que comportarse. Alicia se echó a reír moviendo la cabeza y abrió el portal invitándole a pasar; cuando abrieron la puerta de casa no pudieron evitar reírse, Roberto estaba en la entrada esperándoles, según Diane, les había oído mientras llegaban y no había aceptado volver al sofá.
-¡Mamá! –la abrazó mirando a Fernando- Anea no dueme, Ana tí, los tíos etán mien y Tor fue a calle con Pier y conmio.
Fernando le besó sonriendo, no necesitaba más informes que el de su hijo, en un momento había resumido la situación, como si quisiese darle la razón a su hermano, Andrea empezó a llorar. Alicia besó a Roberto dejando que fuese Fernando a atender a la niña, Diane y Pierre se despidieron después de explicarles cómo habían pasado la noche y que las niñas acababan de tomar su biberón. Alicia la besó dándole las gracias, ella movió la cabeza resignada y revolvió el pelo de Roberto como despedida, Fernando se giró para mirarla sonriendo, no necesitó decirle nada más, Pierre se acercó a él y le apretó el hombro asegurándole que los tres niños se habían portado muy bien. Fernando sonrió a su amigo, cuando se cerró la puerta Alicia se dejó caer en el sofá, a pesar de que el viento le había despejado, todavía notaba un poco el efecto del champán; Roberto la dio un beso y se quedó dormido en sus brazos. Fernando acunó a Andrea pero decidió no cogerla, se rascó el pelo al ver que no dejaba de llorar, esperaba que no despertase a Roberto, era muy tarde y su hijo ese día debía haber estado toda la noche pendiente de cada gesto de sus hermanas. Sonrió al ver que Ana hacía un suave ruido y ponía el brazo sobre su hermana logrando calmarla, Alicia le miró emocionada, Fernando se acercó para coger a Roberto, le dio un suave beso y le llevó a la cuna. Fue difícil acomodarle en sus brazos, estaba muy grande y cada día parecía más difícil mantenerle en brazos, le dejó en la cuna y le arropó, se quedó mirando cómo se daba la vuelta y se estiraba. Alicia besó a sus hijas, cuando llegó a la habitación le abrazó por detrás, miraron durante unos minutos a su hijo, les parecía increíble lo que había crecido, hablaron entre susurros de los primeros días como padres, todo había sido nuevo para ellos, lo vivieron por primera vez juntos. Fernando volvió a pensar que en el pasado Alicia quiso a otro niño como si fuese su hijo, no era justo pero no podía evitar pensarlo; Alicia le besó el cuello, pensó que por suerte no había visto cómo cambiaba su expresión al recordar el pasado. Se giró ya sonriendo y preguntándole si no tenía sueño, Alicia sonrió y se separó para llevar la cuna de las niñas a la habitación, dormían las dos plácidamente. Fernando apagó las luces y recogió el bolso de Alicia que, para variar, había dejado tirado de mala forma en la mesa; cuando llegó a la habitación, Alicia le esperaba de pie frente a la cama. La abrazó relajándose, aunque no se lo había dicho, según se habían acercado a casa, sintió la urgencia de llegar, de comprobar que todo estaba bien, y, hasta que no vio a sus tres hijos dormir tranquilos, no pudo relajarse. Alicia empezó a besarle despacio mientras le acariciaba el pelo, fue descendiendo sus manos para empezar a desabrocharle la camisa, Fernando se separó un momento para comprobar que estuviese bien, hacía meses que no bebía, como mucho los últimos días había tomado alguna copa, y estaba preocupado porque le hubiese sentado mal.
-Relájate… No he bebido tanto y estoy bien… Y ahora mucho mejor.
Siguió besándole mientras le desnudaba, Fernando la abrazó posándola sobre la cama, le quitó el vestido con cuidado y empezó a besarla despacio.
-Muchas confianzas te tomas, Fernando, para ser nuestra primera cita…
Fernando se echó a reír mirándola, se puso serio y le tomó la palabra, abrió la cama para meterse, la besó la frente y, cuando ya estaba tumbado y con un brazo bajo la cabeza, Alicia se rio incorporándose para volver a besarle.

Alicia se había quedado dormida apoyada en él, no podía dejar de acariciarle el pelo, disfrutó del silencio, de sentirla junto a él mientras miraba de reojo hacia la cuna para comprobar que sus hijas siguiesen dormidas. En momentos así no dejaba de pensar en sus errores y en la gran mujer que era Alicia, le había dado una oportunidad a pesar de todo, la miró tiernamente, Alicia había pasado por muchas cosas, había sufrido mucho, pero era capaz de luchar, de sonreír y ser feliz. Estaba seguro que nunca podría volver a sentirse solo, la besó el pelo acomodándose, todavía tardaría un poco en dormirse, cada vez que sentía la respiración de Alicia sonreía y abría los ojos para mirarla una vez más. Se quedó dormido poco antes de la siguiente toma de las niñas, esa noche se despertaría Alicia antes aunque él lo haría casi inmediatamente para no dejarla sola preparando el biberón y atendiendo a las niñas.
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