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1 de enero de 1962
1 de enero de 1962

Fernando se despertó antes de mediodía, acarició el pelo de Alicia, habían dormido toda la noche juntos, sólo se separaron las veces que Roberto lloró y Alicia le amamantó. Besó el pelo de Alicia mientras pensaba que le costaría levantarse sin despertarla, estaba tumbada sobre él. Se deslizó poco a poco hacia un lado, controló que Alicia se posase suavemente sobre el sofá, y se levantó mientras no dejaba de mirarla. Mientras se acercaba a la cuna estiró el cuello y los hombros, era muy romántico dormir en el sofá abrazados pero se estaba haciendo viejo, al mirar a Roberto se olvidó de estos pensamientos, con un café y un analgésico estaría cómo nuevo. Roberto dormía con el dedo en la boca y casi destapado, pensó que en eso se parecía a su madre, le arropó y fue al baño a darse una ducha rápida. Resopló mientras se frotaba la nuca al ver el estado de la cocina, le costó localizar la cafetera, lo único que estaba ordenado eran las partes que Alicia separaba para llevárselas a una de sus vecinas, sabían que lo estaba pasando mal desde que murió su marido e intentaban ayudarle en lo posible. Hacía unas semanas que, gracias a un compañero de Alicia, le habían ofrecido un trabajo pero ella seguía separando parte de lo que cocinaba. Encendió un cigarro pensando en lo generosa que era, mucho más de lo que los demás pudieran imaginarse... Empezó a preparar café y abrió ligeramente la ventana, a pesar de la hora, la temperatura era muy baja, cogió un poco de queso del que había sobrado de la noche anterior, pensó en las vueltas que habría dado Alicia para encontrar queso manchego… Había preparado la noche con todo el amor del mundo, el único fallo era la cocina… ¡Qué desastre! Empezó lavando los platos de la cena, estaban apilados en el fregadero porque los había recogido él, los utensilios que había usado Alicia para preparar la cena estaba esparcidos por todas partes.
Alicia oyó de fondo el ruido del agua al caer, se removió en el sofá para comprobar que Fernando no estaba allí y sonrió pensando en lo maniático que era; probablemente se había despertado con ganas de ordenar la cocina. Pensó divertida si en el futuro uno de los dos influiría en el otro… ¿Fernando se volvería tan descuidado como ella? ¿O sería ella la que se acostumbrase al orden? Lo descartó, seguramente seguirían siendo igual aunque pasasen 30 años. Acercó con cuidado la cuna al sofá, Roberto estaba dormido, le acarició la manita mientras tiraba de la manta para taparse, cerró los ojos y sonrió.
Fernando preparó más café y unos dulces, pronto Roberto se despertaría con hambre y Alicia tendría que levantarse. Antes de salir de la cocina, puso todo lo que quedaba por limpiar en el fregadero, todavía le quedaba bastante para terminar. Entró al salón con la bandeja, vio a Alicia abrir los ojos medio dormida y le besó el pelo.
-Buenos días dormilona…
-Buenos días mi amor… -se estiró en el sofá- ¿Hace mucho que te has levantado? Tenía que haber recogido anoche, sabía que no podrías dejar pasar tanto desorden…
Alicia se hizo la remolona antes de levantarse, se frotó los ojos mientras se ponía las zapatillas al sentarse, el vestido estaba arrugado y con alguna mancha seca de champán, aun así seguía estando preciosa
-Nada de eso, tú cocinaste, a mí me tocaba recoger… Merece la pena, la cena estaba buenísima… -se sentó junto a Alicia en el sofá mientras ella probaba el café- Aunque te diré que todavía queda mucho por hacer… Eres un pequeño desastre, pero me encanta.
Alicia sonrió y le besó, esperaba que no llegase el día en que Fernando no pudiese soportar su desorden. Roberto se removió en la cuna y Fernando le cogió, se acomodó junto a Alicia casi apoyando su cabeza en el hombro de ella. Podrían quedarse así todo el día sin necesidad de hacer nada más; Alicia empezó a acariciar el pelo de Fernando mientras con la otra mano cogía la mano de su hijo.
-Nunca estuve tan ilusionada con el comienzo de un nuevo año… Hacía muchos años que no me sentía tan feliz, no me perdonaría jamás no haber ido a buscarte…
-Alicia, no pienses en eso… Los dos cometimos errores, yo el que más… Debemos mirar hacia delante, somos una familia y este año es sólo el primero que empezaremos juntos…
Roberto rompió a llorar, Fernando besó a Alicia, se levantó con el niño en brazos; Alicia fue a la habitación a ponerse una bata antes de amamantar a Roberto. Estar en la mecedora, con Roberto con ella, era una experiencia que no podía describir con palabras, le sucedía igual con todo lo que compartía con Fernando. Fernando les dejó en la habitación mientras volvía a la cocina, quería terminar de limpiar todo antes de la comida. No había ni un solo cacharro que Alicia hubiese dejado sin usar; se remangó y se puso manos a la obra. Por el patio llegaban los sonidos de los vecinos, ya había familias preparando la comida, se oían voces y risas, imaginaba que tendrían invitados. Fernando llevaba las mangas de la camisa subidas hasta el codo, a pesar de la ventana abierta y el frío de la calle, estaba sudando, tenía las uñas llenas de la grase de la cazuela seca del estofado, por suerte el café y saber todo lo que el año podía ofrecerles le producían un especial buen humor. Cuando sonó el timbre se aclaró las manos secándoselas en un paño, se acercó a la habitación de Roberto y le dijo a Alicia que abría él, salió y entornó la puerta. Al abrir se encontró con un Pierre con mala pinta, se notaba que la fiesta se había alargado… Tenía bastante peor pinta que él, esto le hizo mucha gracia, a pesar de ir recién duchado -aún llevaba el pelo mojado- parecía salido de una fiesta en ese mismo momento. Por suerte le había dado tiempo a recoger todo, ducharse y cambiarse él, los músculos entumecidos agradecieron el agua caliente de forma inexorable.
-¡Feliz año Fernando! –le abrazó- Siento no haber avisado de que al final venía, es que estaba cerca y…
Entraron juntos y Pierre se sentó en el sofá mientras Fernando recogía la manta que Alicia no había recogido al levantarse. Pierre no sólo rechazó la copa, puso mala cara ante el olor de la que se sirvió él, produciendo la ironía de Fernando. Se sentó ofreciéndole un cigarro pero éste lo rechazó para liarse uno propio
-¡Feliz año! No te preocupes, no hace falta que avises… ¿Te preparo un café cargado? Parece que lo necesitas…
-Pues sí, la verdad…
Fernando fue a la cocina, terminó de ordenar lo poco que quedaba, tendría que barrer y fregar el suelo por la tarde; preparó más café y volvió con un par de tazas al salón. Antes de sentarse junto a Pierre fue a la habitación para ver cómo iba todo y a decirle a Alicia que Pierre se quedaría a comer. Roberto ya estaba dormido, Fernando le dio un suave beso en la frente, Alicia saludó y felicitó el año a Pierre y se disculpó, fue a ducharse.
Pierre le contó a Fernando la fiesta de la noche anterior, y de esa mañana… Había dormido un par de horas y se le notaba bastante. A Fernando le divirtió el relato, no recordaba ninguna fiesta de fin de año, se rio de sí mismo, probablemente era la primera vez que pensaba en fiestas de fin de año.
Alicia se tomó su tiempo para ducharse, pensaba en las navidades de los últimos años, las pasó sola, hacía tiempo que no vivía con Álvaro, no tenía grandes amigos con quien compartir días importantes… De hecho, el año anterior ni siquiera hizo nada especial, cenó como todos los días, puso la radio y se puso a trabajar. Le pareció muy triste que sus últimos años hubiesen estado marcados por la soledad, en ese momento no podría ni imaginarse su vida sin Roberto, Fernando, sus nuevos amigos, el contacto con los amigos de España… Pensó en los años que habían perdido Fernando y ella, se reconcilió con tantos años perdidos pensando que los dos habían sabido enmendar su error. Fernando le había pedido dos veces que se fuese con él, ella había llegado en el último momento y había dado el paso de vencer el miedo que sentía. Se habían atrevido a vivir su amor y el resultado era tener a Roberto con ellos. Al vestirse decidió ponerse unos pantalones, no solía llevarlos, le gustaban mucho los vestidos, pero ese primer día de 1962 quería llevar pantalones en recuerdo de aquella adolescente rebelde que había llegado a España. Se sintió renovada con la ducha y disfrutó de ver lo bien que le sentaban los pantalones de lana nuevos, se pintó los labios en el espejo de la cómoda mientras echaba unas gotas de perfume en sus muñecas. Le gustaba arreglarse aunque no fuera a salir de casa, siempre había sido muy coqueta y no entendía las mujeres que modificaban sus hábitos por ser madres o estar casadas, sentirse bien con ella misma era importante para ella.
Fernando estaba de espaldas pero, a pesar de no llevar tacones, notó la presencia en el salón de Alicia, ladeó la cabeza mientras tomaba un trago y la miraba, se sorprendió, estaba muy guapa con aquellos pantalones y, por un momento, recordó el momento en que la conoció. Ojalá no hubiesen perdido tanto tiempo… No se arrepentía de su lucha, de querer cambiar las cosas y no vivir impasible ante las injusticias, pero sí se arrepentía de haber hecho que Alicia se quedase en Madrid, en cierta forma se sentía responsable de todo lo que le había pasado a ella durante los últimos años… Alicia le besó haciendo que esos pensamientos desapareciesen, Pierre les miraba con cierta envidia y por un momento recordó a Macarena…
Fernando se encargó de calentar la comida y llevarla a la mesa, Pierre y Alicia estaban entretenidos hablando de la guerra civil y de la no intervención de Francia. Mientras estaba en la cocina se echó a reír ante las réplicas de Alicia a Pierre, tenía una mente brillante pero muchas veces respondía cómo una marisabidilla, algo que le encantaba de ella. Le divertía oírles, estaba más de acuerdo con Alicia, por supuesto, pero no intervendría, le gustaba mucho la forma en que ellos defendían su posición, casi con pasión, como si fuese un enfrentamiento y tuviesen que ganarlo. Terminó de servir y cuando se sentó estiró las piernas, poniendo el brazo en la silla de Alicia mientras entremetía los dedos en su pelo, era un gesto totalmente inconsciente. Se encendió un cigarro el cual fue a parar a manos de Alicia, se giró para ver cómo disfrutaba con cada calada e intentó poner cara de reproche.
-Me parece muy interesante vuestra discusión pero… ¡Es año nuevo! Dejemos las discrepancias para otro momento…
Los tres se echaron a reír, empezaron a comer, Pierre comentó lo bueno que estaba el queso manchego, Fernando aseguró que todo era responsabilidad de Alicia. La comida fue entretenida, hablaron de muchas cosas, Roberto y España estuvieron muy presentes en todo momento; e incluso acabaron hablando de la situación de Argelia, por mucho que fuese año nuevo, no podían cambiar lo que eran, nunca podrían vivir de espaldas a la realidad. Mientras hablaban, Pierre se incorporaba hacia adelante, era un hombre vehemente e idealista, movía excesivamente sus manos, a pesar de la falta de sueño no había perdido su energía; a Alicia le sucedía algo similar, que era aprovechado por Fernando, disfrutaba haciéndole rabiar. Fernando estaba semigirado, así podía mirar a los ojos a quién estuviera hablando en ese momento, era peligroso estar al lado de Alicia porque tenía la costumbre de, en broma, darle algún suave manotazo cuando intentaba bromear sobre el tema en cuestión. Las horas pasaron volando y comenzó a nevar de nuevo.
Roberto estaba ajeno a la conversación que ya duraba horas, la comida dio paso al postre, éste al café y en ese momento tomaban una copa, en el caso de Alicia optó por una gaseosa. Pierre era un conversador nato pero no tenía precio a la hora de escuchar y ese día conoció muchos de los secretos que guardaban Fernando y Alicia, haciendo que su afecto hacia ellos fuera mayor.
A última hora de la tarde, Pierre les propuso que saliesen a dar un paseo, las aceras volvían a estar cubiertas de nieve y seguro que disfrutarían, él se quedaría con el niño, hacía mucho frío como para sacarle. Fernando se lo agradeció pero lo rechazó inmediatamente, intentó que no sonase brusco, pero sólo escucharlo se había puesto tenso. Alicia le miró preocupada, Pierre era de toda confianza y ni así podía relajarse… ¡Qué difícil sería para Fernando aceptar a cualquier persona que le tuviese que cuidar!  Le cogió la mano, Fernando levantó la vista y miró a Alicia, se dio cuenta de la preocupación de sus ojos, respiró hondo.
-Pierre… Siento haber sonado duro, es que… Me preocupo demasiado…
-No te preocupes, te entiendo, pero si queréis… Sigue en pie.
Fernando barajó la idea de salir a estirar las piernas, aprovecharían para felicitar a los vecinos, llevar toda la comida que Alicia tenía preparada y disfrutar del primer día del año. Sonrió cuando vio a Alicia arreglarse más rápido que nunca, sin embargo, a él le estaba costando más, no por desconfianza sino por esa eterna preocupación con la que vivía. Prometieron volver en menos de una hora, le dejaron mil indicaciones, le insistieron que si pasaba algo fuese donde la vecina de al lado, que sabría qué hacer.
Nada más cerrar la puerta se sintieron raros, les faltaba algo, dejaban una parte de ellos en casa… Fueron recibidos por los vecinos con intención de que compartieran con ellos la sobremesa, rechazaron todas esas invitaciones y cuando consiguieron llegar al portal se reían de lo solicitados que estaban. Fernando asintió, se abrigaron para salir, estaban nerviosos, era la primera vez que se separaban juntos de su hijo. Al salir del portal miraron hacia arriba, estuvieron tentados de volverse, Alicia apretó la mano de Fernando, él agarró a Alicia por el hombro y la llevó contra él. Mientras caminaban, se cruzaban con familias que regresaban de comer, con amigos que aún no habían terminado la celebración del año nuevo, las tiendas estaban cerradas, los adoquines comenzaban a ser blanquecinos, algunas cafeterías daban la sensación de un día cualquiera, sin embargo, transitaron por calles por las que no se cruzaron con nadie. Evitaron alejarse mucho, Alicia se juntó más a Fernando, quería sentirle, de pronto estaban en mitad de la calle, abrazándose y sin moverse.
-Necesitaba tanto abrazarte, sin interrupciones… -se relajó respirando su olor, Fernando le acarició el pelo- No quiero decir que necesitase alejarme de Roberto, no eso, para nada. Pero sí necesitaba estar contigo, sin que existiese el teléfono, el timbre, las visitas…
-Llevamos unos días muy intensos, es lógico que necesites descansar un poco, que quieras desconectar… Pero estos días pasarán, el niño empezará a dormir de un tirón, podremos empezar a trabajar, él estará atendido… Y nosotros aprenderemos a no preocuparnos tanto… O bueno, tú me enseñarás…
Alicia sonrió y besó tiernamente a Fernando, comenzaron a caminar, no tenían ningún rumbo fijo, sólo se dejaban llevar aunque siempre por calles cercanas a su casa. Llevaban el mismo paso, Alicia se resguardaba en el abrigo que, a pesar de ser nuevo, olía a Fernando y a tabaco, se perdieron calle a calle para ir regresando a un paso más ligero y acompasado por los copos que caían con fuerza. Ya en su calle, se encontraron con los dos vecinos que les felicitaron el año a la vez que les lanzaban una bola de nieve, se echaron a reír intentando alcanzarles pero se habían alejado. Alicia cogió una bola de nieve, no muy consistente pero grande, Fernando vio las intenciones de Alicia, sabía que no tendría piedad a la hora de lanzarle las bolas de nieve. Corrió hacia ella, casi cuando estaba llegando, Alicia lanzó la bola que le pasó rozando la cara. Fernando se echó a reír, Alicia salió corriendo y él detrás. Llegaron al portal entre risas, Fernando se sacudió los restos de la nieve del abrigo, le encantaba ver a Alicia tan feliz y sonriente, las ojeras habían desaparecido y volvía a lucir el color en su cara, la recuperación del parto estaba siendo espectacular. Alicia pensaba que era una tregua, que Fernando se olvidaría de la bola de nieve… Pero se equivocó. Eso sí, Fernando le lanzó una bola pequeñita, le dio en la boina que llevaba, la boina acabó empapada, Alicia se la quitó sacudiéndola en el aire mientras con la otra mano se revolvía el pelo para quitarse los restos de nieve.
-Señor Solís… Esto va a costarle muy caro…
Alicia empezó a hacerle cosquillas, Fernando sólo las tenía en el cuello, pasó lentamente su mano fría por el cuello, Fernando intentó alejarla, pero al segundo estalló en una carcajada que se oyó en todo el portal. Para compensarle las cosquillas, Alicia le besó el cuello, empezaron a besarse en el portal a oscuras, parecían dos chiquillos que se esconden de su familia. Como era habitual, les interrumpió un ruido, algún vecino cerró la puerta de casa y llamó al ascensor, se dieron cuenta que habían perdido la noción de dónde estaban mientras se besaban, tenían las respiraciones entrecortadas y la ropa descolocada, Alicia se echó a reír mientras intentaba cerrar el abrigo y colocarse el pelo.

-Es imposible resistirse a ti…
-Sí, sí, imposible pero al final siempre nos interrumpen…
Alicia también se echó a reír, esperaron al ascensor, saludaron al vecino inoportuno y subieron a casa. Fernando también se colocó el abrigo y el pelo ya en el ascensor aunque volvió a besarla antes de salir de éste. Al entrar, la diferencia de temperatura de la casa los acogió al igual que el olor a la colonia que le ponían a Roberto cada vez que lo cambiaban. Vieron a Pierre tarareando una nana mientras paseaba con Roberto; la risa de Fernando fue incluso más escandalosa que la que le causaron las cosquillas. Alicia se quitó los guantes para tomar a Roberto, Fernando agarró a su amigo para irse a sentar, bromeando con él, no sin antes darle un beso en la coronilla al niño. Notó que Pierre iba acusando el cansancio y estaba seguro había estado a punto de quedarse dormido con el niño en brazos.
-Vaya… ¡No sabía que tuvieras tanta mano con los niños! –Pierre le sonrió- Gracias por cuidarle, de verdad Pierre.
-No hay de qué; es muy bueno, al principio se puso a llorar, yo creo que se dio cuenta que no estabais en casa. Pero le cogí, empecé a balancearme y se le pasó…
Alicia se fue a la habitación, Roberto tenía que comer, Fernando y Pierre tomaron otra copa mientras hablaban de algunos nuevos proyectos de la revista. Alicia, ya de regreso y habiendo dejado a Roberto dormido, se sirvió una copa mientras se encendía un cigarro, el médico le había dicho que era mucho peor el estrés que fumar un cigarro de vez en cuando, se sentó con los pies encima del sofá junto a Fernando. Fernando estaba sentado, con las piernas abiertas y los brazos en la nuca, seguía hablando con Pierre, riéndose de la cara de cansancio, mientras miraba a Alicia de forma inquisidora, era una batalla perdida, al final siempre se salía con la suya. La nieve golpeaba con fuerza y tuvieron que encender ya la luz eléctrica, Fernando tenía que regresar al día siguiente al trabajo y prefirió disfrutar de lo que le quedaba de día. Invitaron a Pierre a quedarse a cenar, pero rechazó la invitación, necesitaba dormir, regresar a casa, bajar la persiana y dormir hasta el día siguiente. Pierre usó el teléfono para llamar a un taxi, no estaba seguro de dormirse en el primer banco que encontrase y amanecer congelado. Se despidieron de él en la puerta, Alicia se abrazó a la cintura de Fernando mientras disfrutaba de la camaradería de ellos. Cuando cerraron la puerta, Alicia y Fernando se miraron, el primer día de aquel año que empezaban juntos estaba a punto de terminar. Fernando la abrazó, empezaba a ser consciente de las pocas horas que le quedaban para volver a la redacción, le iba a ser muy difícil y probablemente tendría una pequeña discusión con Alicia porque llamaría a todas horas… Alicia le besó adivinando su preocupación, fue a la cocina a preparar algo ligero de cenar, todavía quedaban algunos canapés, un poco de queso e incluso algo de sopa. Fernando apoyó las dos manos en la cuna, con sumo cuidado, tuvo que bajarle la parte de arriba del pijama a Roberto, intentando no despertarle, para que no se quedara frío. Después de cenar tenían que bañarle, le ayudaba a quedarse dormido y relajado. Quería disfrutar al máximo de todos esos momentos, respiró profundamente y se planteó qué harían cuando Alicia comenzase a trabajar, algo que sucedería en breve, tenían que hablarlo y llegar a un acuerdo. Arrastró con cuidado la cuna hacia el salón, encendió la lámpara de pie para que no deslumbrase los ojos del niño la luz central, recogió los ceniceros y puso la mesa. Oyó a Alicia tararear una canción mientras preparaba los platos y sonrió, a veces todavía se sorprendía al pensar que esa era su vida, que lo había conseguido… Eran demasiados años sin vida personal, cada momento le parecía único y un regalo. Al escucharla cocinar recordó el momento dónde le respondió que no pensaba dejarle morir de hambre, sonrió pensando todas las facetas nuevas que había descubierto de ella, y le gustaban todas y cada una de ellas. Dio un trago corto e intenso al vino rosado que estaba bebiendo mientras encendía un cigarro con los pies encima de la mesa. Alicia llegó con los platos de sopa, se sentó en la silla de al lado de Fernando mientras le acariciaba el pelo, los dos estaban algo nostálgicos, las navidades llegaban a su fin, todavía quedaba el día de Reyes pero tenían que volver a la rutina. Las dos últimas semanas se habían acostumbrado a estar los tres juntos, los momentos de separación habían sido mínimos, y sabían que les iba a costar coger el ritmo. Cenaron entre miradas, sonrisas y algún comentario sin importancia, cuando estaban tomando el postre Roberto se incorporó a la cena, Fernando le cogió en brazos en cuanto le oyó llorar. Alicia comió su trozo de tarta mirándoles a los dos, le enternecía ver a Fernando con Roberto en brazos, siempre atento a él, siempre acariciando su cara, sus manos… Cuando terminó la tarta, Alicia cogió al niño y se sentó sobre Fernando, él besó al niño en la cabeza mientras acariciaba el pelo de Alicia. Se olvidaron del tiempo mientras contemplaban juntos a su hijo, hablaban entre susurros evitando molestarle; Roberto no protestó porque no le diesen de comer, por un momento pensaron que el niño sentía la misma melancolía que ellos. Se sentaron en el sofá mientras Alicia amamantaba al niño, era la primera vez que no lo hacía en la mecedora. Fernando les miraba emocionado, recordando cada momento con los dos, cada momento con Alicia, la sensación de reencontrarse con ella, la sensación de huir con ella, la sensación de ver nacer a Roberto… Fernando se encargaba de dormirle, le estaba costando más que cualquier otro día, Alicia no se acostumbrada a ver a Fernando con el niño, sabía que sería un buen padre, que jamás dejaría que le pasase nada, que vendería su alma al diablo por cubrir todas sus necesidades pero la forma de cogerlo, de que cada cosa, por pequeña que fuese, que hacía Roberto le pareciese una especie de milagro le sorprendía. Siendo sincera le emocionaba a partes iguales con la sorpresa. Alicia fue recogiendo los platos apilándolos antes de levantarse de la mesa, Fernando le tomaba el pelo por su orden. A pesar del baño, Roberto no tenía intenciones de cerrar los ojos, miraba a Fernando mientras éste le acunaba despacio, le ponía sobre el pecho pero sus esfuerzos eran inútiles. Antes de apagar la luz del salón, Alicia se sentó en el sofá y tomó la agenda para revisar todas las cosas que tenía que hacer esa semana, tenía la capucha del bolígrafo en la boca para poder usar las dos manos. Dejó el boli abierto y la agenda encima de la mesa, se levantó con brío dejando el salón iluminado tan sólo por los reflejos de las farolas, a través de ellas los copos de nieve caían con menos intensidad. Al entrar en la habitación, desabrochándose ya la ropa para cambiarse, una vez que había dejado la cuna en un lado, vio a Fernando sentado en la cama jugando con un Roberto que acusaba haberse pasado casi todo el día dormido. Se cambió ante la mirada de Fernando que intentaba disimular menos interés del que mostraba, al salir del baño ya estaba con la parte de abajo del pijama. Abrió la cama y se metió estirándose completamente, se giró para quedarse de lado. Fernando posó al niño junto a Alicia mientras se quitaba las zapatillas, imitó la postura de Alicia para poder quedar hacia los dos, colocó las mantas y subió al niño hacia la almohada. Tenía claro que Roberto no dormiría con ellos, le daba pánico que le pudiesen hacer daño al moverse dormidos, pero sí le tendrían con ellos hasta que se durmiese. Fueron contándole algunas anécdotas de su pasado en Madrid en susurros, a Alicia le pareció uno de los momentos más emotivos de su vida, estar en la cama con Roberto y Fernando, hablando a su hijo de cuando conoció a su amor… Alicia y Roberto se quedaron dormidos a la vez, Fernando cogió al niño, le posó delicadamente en la cuna y le abrigó. Acercó la cuna al lado de Alicia, sabía que cuando se despertaba se sobresaltaba si no veía la cuna a su lado; antes de apagar la luz se acomodó de espaldas a Alicia después de comprobar la alarma del despertador. El último ruido que escuchó fueron las risas de un grupo de amigos que paseaba por la calle. Tapó completamente a Alicia y la besó mientras se juntaba a ella para dormirse, y, en un susurro, le dijo “gracias por mis primeras navidades… Te amo”.

__________________________________________________
**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!!

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