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Alicia se estiró desperezándose y dándose cuenta que Fernando ya no estaba en la cama, eran poco más de las siete de la mañana, debería haber pensado que estaba en el despacho escribiendo, pero sabía que no, sabía que estaría en la mecedora, escribiendo muy concentrado pero sin dejar de escuchar la respiración tranquila de Roberto. Se giró para comprobar que las niñas estuviesen dormidas, Ana ya dormía toda la noche mientras que Andrea se seguía despertando a mitad de la noche con hambre. Todavía les quedaba un rato para despertarse, las arropó y se incorporó para ponerse la bata, movió la cuna despacio sabiendo que si Fernando la veía llegar sin la cuna, se levantaría él mismo. Fernando se había despertado antes del amanecer, había tenido un sueño angustioso con Belle, hacía muchos años que no soñaba con ella, escribir el libro le estaba afectando más que lo que le gustaría, aun así, se sentía bien escribiendo todo lo que pasó en aquellos años, nunca lo había compartido con nadie, si acaso había compartido algún recuerdo puntual con Roberto, Andrea y con Alicia; las únicas tres personas con las que había podido hablar de ello. Pero era cierto que lo más duro nunca lo había compartido con nadie, esas horas en esa pequeña habitación, oyendo una y otra vez que había dejado de ser una persona, que estaba entregado por completo a la causa, que utilizaría a todas las personas que se cruzasen en su camino… Durante años había pensado que lo había interiorizado de verdad pero no había sido así; primero Belle, luego Andrea; y, finalmente, Alicia y Roberto, además de conocer a todos los vecinos de la Plaza llegando a considerarlos amigos. Respiró hondo planteándose qué habría pasado si todo lo que le dijeron durante horas hubiese calado tanto en él como para no volver a sentir nada por nadie, los sentimientos le hacían vulnerable en el pasado, de hecho estaba seguro que le habría gustado anularlos, pero hubiese sido tan triste…
Se frotó los ojos, miró a su hijo y sonrió volviendo a escribir; lo hacía atropelladamente, antes de dejárselo leer a René tendría que pasarlo a máquina porque su la letra no era muy legible. Alicia dejó la cuna junto a la puerta y se apoyó en el marco, Fernando estaba totalmente concentrado, podía ver su arruga en la frente y los sentimientos que estaba teniendo al recordar y escribir; en esos momentos no podía evitar sonreír emocionada. Aquel hombre que decía que no sabía expresar sus sentimientos quedaba muy lejos, aunque ella pensaba que siempre supo, pero no estaba acostumbrado, los había tenido que ocultar durante mucho tiempo y eso pasaba factura, ella también lo sabía por propia experiencia aunque muy distinta a la de Fernando. Se acercó despacio, debía estar muy concentrado para no haberla oído llegar; Fernando levantó la vista justo cuando estaba llegando a su lado.
-Buenos días, -se rascó el pelo preocupado- siento si te he despertado…
-Mi amor, no me has despertado y, aunque así fuese, no habría nada que sentir –se sentó sobre él y le acarició el pelo- ¿llevas mucho despierto?
-Menos de dos horas, pero creo que he avanzado bastante…
Alicia sonrió quitándole las cuartillas de las manos para dejarlas sobre la cómoda, Roberto se dio la vuelta suspirando pero todavía estaba dormido, en ese momento Tor abrió un ojo y, al comprobar que Roberto seguía durmiendo, él hizo lo mismo.
-Tendrías que dormir más… -le besó suavemente- Hace días que no duermes toda la noche…
-Creo que René no estaría muy de acuerdo contigo… Voy muy justo con el primer plazo de entrega.
Alicia movió la cabeza y se abrazó a él, sabía que tenía que acercarse al periódico para recoger documentación para un artículo, por la revista hacía más de una semana que no aparecía, no había grandes temas que procediesen de España y en el resto se había desvinculado de la revista.
-Bueno, estoy segura que podrías convencer a René para retrasar los plazos de entrega, como has hecho para no hacer entrevistas… Seguro que nunca antes René había aceptado esas condiciones.
Fernando se rio suavemente, en cada reunión con René era consciente que le caía bien y aceptaría casi cualquier condición.
-Con los plazos fue inflexible, además, quiero cumplir en eso, en lo demás ha aceptado todo lo que he pedido, sé que nunca suele hacerlo.
-Hasta que te lo metiste en el bolsillo en medio minuto aceptando cualquier condición que has querido poner…
La besó suavemente diciendo que exageraba, aunque era cierto que tenían buena sintonía pero en los plazos siempre se había puesto serio y no quería tensar la cuerda, cumpliría la única condición que le habían puesto. Andrea se revolvió en la cuna empezando a protestar, Fernando giró la cabeza con gesto de preocupación, Alicia se rio por lo bajo y se levantó para dejarle ir junto a la cuna, estaba segura que se sentía culpable por no haber preguntado por las niñas en cuanto la había visto en la habitación. Fernando se agachó a besar a sus hijas, estaban las dos despiertas con los ojos muy abiertos.
-Buenos días pequeñas, habéis madrugado mucho hoy ehh.
-Papá dar birón.
Alicia se acercó a la cama para achuchar a su pequeño, desde que se despertaba estaba pendiente de sus hermanas, le parecía demasiada responsabilidad para ser tan pequeño; le abrazó recordando cómo había vuelto a la guardería sin montar ninguna escena aunque recordándoles que Diane tenía que cuidar de sus hermanas para cuando él volviese a casa. Fernando se había planteado decir a Diane que no hacía falta que fuese todos los días, al fin y al cabo él pasaba gran parte de la semana en casa, pero sabía que para escribir necesitaba saber que todo estaba bajo control, si estaba solo en casa, se quedaría mirando a sus niñas sin hacer otra cosa en todo el día. Cogió a Ana dejando que Andrea siguiese protestando, había vuelto a leer un libro sobre bebés, le preocupaba mucho que Andrea llorase constantemente, desde hacía unos días atendían primero a Ana, no quería malcriar a su hija y atenderla en cada momento era hacerla muy dependiente. Alicia solía bromear porque se preocupaba por todo, Roberto era demasiado independiente, Andrea lo contrario, nunca estaría conforme… En esos momentos se daba cuenta del miedo de Fernando a no estar a la altura como padre, habría intentado dejarle claro que nunca podría ser un mal padre, pero sabía que no serviría de nada así que terminaba bromeando intentando quitarle dramatismo a esos momentos. Cuando Fernando compartía con ella esos miedos se sentía muy bien, esa complicidad que tenían, la manera en que Fernando afrontaba cualquier sentimiento le hacía valorar mucho más la vida que tenían juntos. Vio cómo salía de la habitación para preparar el biberón con Ana en brazos, sonrió a su hijo cuando éste preguntó por qué no hacían caso a Andrea, desde la primera vez que la dejaron llorar, su hijo se preocupó por ella.
-Mi amor –se acomodó junto a él y le abrazó- Andrea tiene que aprender a esperar, no queremos que sea una niña mimada ¿verdad?
-¿Mimada? Como nena Inés, metor que no.
Alicia se echó a reír sin poder evitarlo, su hijo todavía recordaba los días que sus amigos habían estado en París; suspiró deseando que algún día sus hijos y la hija de su amiga pudiesen ser buenos amigos y verse diariamente. Fernando cerró la puerta de la cocina, le angustiaba oír llorar a Andrea pero pensaba mantenerse firme, besó a Ana que le miraba fijamente como si quisiese apoyarle, sonrió y se centró en preparar el biberón. Alicia resopló al escuchar el teléfono, estaba segura que sería Pierre, si no fuese porque Diane pasaba el día en casa cuidando a las niñas, él habría visitado su casa casi a cada hora, estaba muy ilusionado preparando la boda, tanto que Diane apenas participaba, le dejaba hacer y se enternecía por lo feliz que le veía. Se casarían en un mes, Grace y ella habían hecho todo el papeleo para saber cuanto antes la fecha, Pierre quería tenerlo todo bajo control. Dejó a Roberto contando un cuento a Andrea para que se tranquilizase y se levantó resignada dispuesta a escuchar los nuevos detalles que tuviese que contar Pierre. Fernando sonrió al escuchar a Alicia contestar el teléfono, no podía evitar divertirse al ver a Pierre tan nervioso, miró a su hija y se dio cuenta que por eso no quiso esperar una vez que Alicia le dijo que había llegado la nulidad; aunque intentase picar a Pierre, estaba seguro que él hubiese estado mucho peor si hubiese tenido que esperar, sabía que sus amigos lo habían decidido antes del viaje de Alicia y esperaron a contarlo por ellos. Terminó bromeando en voz alta sobre el tío Pierre, un gesto de Ana le hizo emocionarse, no podía entenderle pero esos gestos significaban tanto para él. Cuando llegó al salón, Alicia estaba fumando un cigarro mientras escuchaba a Pierre, tuvo que aceptar que Alicia le pusiese el auricular para hablar con su amigo, le escuchó unos minutos pero oír de fondo a una Andrea que ni siquiera Roberto conseguía tranquilizar, le puso nervioso.
-Perdona Pierre, pero estaba preparando el biberón, si quieres podemos quedar para cenar o tomar algo y me sigues contando…
-Sí, claro, atiende a las niñas… -Fernando sonrió emocionado al notar el tono culpable de su amigo- Siento entreteneros tanto…
-No nos entretienes, seremos los testigos ¿no? Tendremos que ayudar. Estoy pensando que esta tarde puedo acercarme a la redacción, esperarte abajo, desde luego, y nos tomamos algo.
-Sí, perfecto, porque además me gustaría que me dieses tu opinión sobre algunas cosas…
Fernando se echó a reír y se despidió sonriendo, miró a Alicia esperando que no lo hubiese molestado que esa tarde no fuese a estar en casa, Alicia puso los ojos en blanco mientras colgaba.
-Llevo semanas diciéndote que deberías volver a salir a cenar con tus amigos, han tenido que casarse Diane y Pierre para que lo hagas…
Hizo burla a Alicia pero oyeron a Roberto llamarles y fueron corriendo a la habitación olvidándose de las cenas, los amigos o cualquier otra cosa. Andrea seguía llorando, no había manera de que se calmase, Fernando se sentó en la mecedora con Ana pero mordiéndose el labio por no atender a Andrea, Alicia se agachó junto a la cuna y acarició la cara de su hija, no la cogería pero quería hacerla saber que estaban con ella, que no la habían abandonado. Fernando respiró hondo al oír que Andrea suavizaba su llanto, dio el biberón a Ana más relajado; Alicia se sentó en la cama de su hijo y dejó que le contase un cuento a su hermana. Ese día tenía un par de reuniones sobre un caso que estaba llevando, le daría el tiempo justo de dejar a Roberto en la guardería e ir corriendo al despacho; siempre intentaba compaginar todo para no perderse ese momento. Notó cómo Fernando se levantaba torpemente después de que Ana terminase el biberón, les costaba mucho dejar llorar a Andrea, cambió a Ana mientras Fernando la cogía para tranquilizarla. Roberto sonrió cuando su hermana dejó de llorar, Fernando notaba que su hijo no estaba convencido de lo que hacían, no le gustaba que sus hermanas llorasen quizás porque seguía pensando que si lloraban era porque estaban tristes. Besó a Andrea esperando no estar equivocándose, cuando la niña llevó la mano hacia su cara hasta tocarle se sintió feliz; se acomodó en la mecedora para darle el biberón mientras Alicia cambiaba a Ana. Fernando se mordió el labio recordando que ese día tenía que hacer un par de llamadas, estaba preparando una sorpresa para el cumpleaños de Alicia, todavía no sabía el destino pero saldrían fuera de París, las niñas tenían más de tres meses, Ana ya dormía toda la noche y las dos necesitaban menos atención. No estaba del todo seguro, sabía lo que le gustaban a Alicia las grandes reuniones para las fechas señaladas, pero un viaje de los cinco seguro que le hacía mucha ilusión.
-¿En qué estás pensando?
Alicia le miraba con suspicacia, se había quedado sonriendo mirando a su hija y ni siquiera había oído que Roberto le preguntaba si iban a ir al parque por la tarde; Fernando movió la cabeza centrándose y besó a Andrea antes de contestar.
-En llamar a Pierre y decirle que venga a cenar, no me apetece pasar tantas horas fuera de casa…
Fernando se echó a reír porque sabía que eso funcionaría, el resoplido de Alicia se lo había confirmado; desde hacía tiempo era casi imposible preparar algo sin que se enterase, así que tenía que recurrir a exasperarla para que no sospechase nada. Al mirar el reloj se dieron cuenta de la hora, Fernando se levantó para cambiar a Andrea y le propuso a Alicia que fuese a ducharse y él prepararía el desayuno. Al oír la palabra desayuno, Roberto se acercó a Tor diciéndole que tenía que despertarse, el perro abrió los ojos de buena gana y le dio un lametazo en la mano para acto seguido salir corriendo a la cocina; Fernando presenció la escena divertido. Ana había esperado despierta en la cuna hasta que sintió a su hermana junto a ella, las arropó pensando en la relación tan especial que demostraban tener día a día; sonrió al escuchar a Roberto llamarle, quería salir al patio. Una vez en la cocina, convenció a su hijo de que era muy pronto y en pijama no podía salir a la calle, esa vez Tor empezó a ladrar como si quisiese insistir para salir, dejó salir al perro pero no a Roberto. Su hijo se enfadó, se cruzó de brazos y le miró con arrogancia; si no hubiese sido porque estaba sorprendido, se hubiese echado a reír, cuando se enfada se parecía mucho a Alicia. Le ofreció una galleta sin éxito así que decidió dejarle a su aire, los niños debían aprender que no siempre podían hacer lo que querían, además, se sentía bien al ver una reacción así, era muy responsable con sus hermanas, pero no dejaba de ser un niño y eso le gustaba. Alicia disfrutó de la ducha pero sin dejar de pensar en todo lo que tenía que hacer ese día, le gustaría estar en la cena de Fernando y Pierre, le encantaba poder saber antes que Diane todo lo que harían ese día, además, quería ayudarle a prepararlo. Aunque pensaba que al final Fernando no se quedaría a cenar, tomaría una copa con él, quizás con otros compañeros también, escucharía las novedades de su amigo y en cuanto pudiese, volvería a casa. Se vistió y maquilló con rapidez, no quería retrasarse y no poder acompañar a Roberto a la guardería, cuando llegó a la cocina, vio a Roberto en una esquina mirando a su padre casi desafiante, se rascó el pelo al reconocer esa mirada como propia.
-Mmm qué bien huele… -besó a Fernando y se giró mirando a su hijo- ¿No me ayudas a poner la mesa?
-No, quero ir al patio y papá no me deta.
Alicia se agachó junto a él evitando una carcajada, miró de reojo a Fernando que intentaba aparentar indiferencia pero sabía que en realidad estaba preocupado por ese pequeño enfado.
-Bueno, pero no hace falta enfadarse ¿no? –intentó descruzarle los brazos pero en eso se parecía a Fernando, era muy terco- Seguro que papá tiene una buena razón; y ya sabes que siempre tienes que hacernos caso…
Roberto no dio su brazo a torcer, miró a su madre dudando por un segundo pero al levantar la vista y ver a su padre terminando de preparar el desayuno, decidió seguir con su enfado. Alicia resopló y le dio las servilletas, podía estar enfadado, pero no por eso tenía que dejar de ayudar, Roberto las cogió torciendo el gesto pero sin decir ni una palabra, en cuando salió de la cocina, Fernando suspiró y se frotó la cara
.-Mi amor, -le acarició la mejilla enternecida por su preocupación- sólo es una rabieta de niño, seguro que cuando crezca tendremos discusiones más importantes…
-Puede ser, pero es la primera vez que se niega a hacer algo, y ni siquiera tiene intención de mirarme…
-Te ha mirado Fernando, pero lo que ha visto ha sido indiferencia y se ha enfadado más…
Alicia se echó a reír, parecía que su hijo fuese mucho mayor, no tenía ni un año y medio pero tenía reacciones de más edad, ese enfado a cualquier otro niño no le duraría ni dos minutos. Fernando sonrió cuando compartió con él ese pensamiento, cogió la bandeja y fueron al salón, al llegar se encontraron con un Roberto que se había sentado en la manta y estaba jugando con la granja de animales; Fernando posó la bandeja y se agachó junto a él pensando que ese juego le daba la oportunidad de acercarse a él sin tener que hacer referencia a no haberle dejado salir al patio. Cogió el gallo de juguete que, junto con el perro, era el animal preferido de su hijo, para imitar su sonido, Roberto le dedicó una mirada fría y se levantó dispuesto a desayunar. Fernando enarcó las cejas, ese carácter era el mismo que tenía Alicia cuando algo la había molestado; estaba angustiado porque le durase tanto el enfado, pero no forzó la situación, le ayudó a sentarse a la mesa y empezaron a desayunar. Sólo Alicia hacía esfuerzos por mantener una conversación, pero entre la actitud distante de Roberto y la preocupación de Fernando, no lograba que se implicasen. Sólo cuando Tor entró corriendo al salón, Roberto rompió su mutismo, le saludó y terminó dándole una galleta de su desayuno; Fernando le miró tiernamente y terminó su café esperando que el enfado no le durase tanto como le duraban a su madre. Alicia le miró torciendo el gesto, podía adivinar que pensaba en lo que se parecían cuando estaban enfadados; le vio levantarse para recoger pero le frenó.
-Vete a ducharte o no saldremos nunca de casa, yo recojo y preparo a los niños.
La besó suavemente, estuvo a punto de revolverle el pelo a Roberto pero se frenó, Tor se levantó y se puso a su lado para que le acariciase; Alicia se agachó junto a su hijo susurrando que Tor no estaba enfadado con papá, Roberto la ignoró y terminó de comer la galleta que tenía en la mano. Fernando pasó antes por la habitación de sus hijas, las dio un suave beso pensando en cuántas veces se enfadarían con él los tres; no podía soportar esa mirada de su hijo, era superior a él… Se duchó sin dejar de pensar en ello, Alicia tenía razón, tendrían discusiones y enfados peores, esperaba poder hacer frente a ello; cuando se puso frente al espejo respiró hondo, tragó saliva y fue a la habitación intentando no mostrar su debilidad. Alicia recogió entre murmullos, le desesperaba el tiempo que tardaba en recoger todo, sonrió sinceramente cuando Roberto se levantó para llevar su taza, le dio un suave beso y empezó a fregar, se dio cuenta que su hijo se quedó mirando al patio pero no queriendo salir, parecía que estaba sopesando la discusión con su padre y si debía dejar su enfado. Tarareó una canción en francés mientras fregaba, de reojo no dejaba de mirar a Roberto; cuando terminó fueron a la habitación para preparar a las niñas, Roberto siempre les ayudaba cogiendo el pijama de sus hermanas para dejarlo sobre la mecedora. Fernando entró en la habitación despacio, se quedó en el quicio de la puerta mirando cómo Roberto había cambiado su gesto para atender a sus hermanas, en ese momento sólo le apetecía abrazarle, era tan especial que se olvidaba de cualquier otra cosa. Alicia notó su presencia y dejó a Roberto hablando con sus hermanas, que ya estaban en el coche, se abrazó a él un tanto preocupada.
-Fernando, este enfado tonto pasará… No tienes que sentirte así…
La miró con una media sonrisa, se apoyó en su hombro y Alicia se emocionó, en el pasado Fernando se obligaba a no necesitar a nadie, a no apoyarse en nadie que pudiese verle vulnerable.
-¿Y cómo me siento?
-Triste, desorientado, y desde luego culpable… Y no lo eres, no le has dejado salir al patio porque era pronto, él se ha enfadado y le está durando más que otras veces, pero no se acaba el mundo Fernando.
La besó suavemente sonriendo, nunca antes nadie le había conocido tanto como Alicia, Roberto se giró mirándoles y diciendo que tenían que salir de casa, el simple hecho de que volviese a hablar ya hizo que a Fernando se le acelerase el pulso, controló la emoción que sentía en ese momento y se preparó para salir.
Durante el camino Roberto sólo iba pendiente de sus hermanas, por más intentos que hicieron, no quiso intervenir en la conversación, Alicia notó cómo miraba de reojo a Fernando, le enternecía la actitud de los dos, intentaban aparentar normalidad pero a los dos les afectaba estar enfadados. Al llegar a la guardería, Fernando se puso nervioso, se frotó las manos esperando a que Roberto se despidiese de las niñas y de Alicia; sonrió al escucharle decir que Diane tenía que cuidarlas bien hasta que él volviese a casa. Alicia le abrazó sonriendo y le dio un suave beso para separarse casi al momento, estaba segura que no se iría a clase sin despedirse de Fernando. Fernando movía el pie nervioso, no quería forzar nada pero pensar en dejarle allí sin que volviese a hablarle le dolía mucho más de lo que nunca hubiese pensado; Roberto tiró de su chaqueta para que se agachase, le abrazó fuerte consiguiendo que se emocionase. Ni siquiera repararon en que la profesora murmuraba mirándoles, diariamente les decía que no debían tardar tanto en despedirse; Fernando se mordió el labio cuando su hijo le dijo que le quería en un susurro que sólo él había podido oír. Alicia les miró divertida y les recordó que tenían que separarse, Roberto echó a correr hacia la clase pero antes de entrar se giró para saludarles con la mano. Una vez fuera, Fernando decidió acompañar a Alicia, notaba su mirada, se moría de ganas de comentar esa despedida pero hacía esfuerzos para no agobiarle.
-Me ha dicho que me quiere Alicia…
-Claro, pero eso nunca has podido dudarlo, y menos por este enfado tonto.
-Bueno, será tonto pero no quería hablar conmigo, no me contestaba ni me miraba… -manejaba el carrito de las niñas notando la presión del abrazo de Alicia- Nunca creí que podría sentirme tan mal por algo así…
Alicia se paró y le miró fijamente, le abrazó y susurró cuánto le amaba, siempre supo que sería el mejor padre del mundo, que se volcaría en sus hijos, pero notar esa devoción que sentía por ellos le hacía inmensamente feliz. Fernando carraspeó al darse cuenta que interrumpían el paso, le recordó que llegaba tarde al despacho y volvieron a caminar aumentando el ritmo. Se encontraron con Antonio cuando iban a entrar al portal, Fernando le miró con una media sonrisa, cada vez que iba al despacho era por algo relacionado con el Partido, miró a Alicia y terminó suspirando, no se metería en el trabajo de ambos, pero a veces pensaba que no eran conscientes del peligro que corrían aunque no estuviesen en España. Saludó a Antonio y besó a Alicia, ella no sabía si podría ir a casa a comer, se despidió de las niñas y sonrió cuando Ana agitó los brazos abriendo los ojos.
-Pórtate bien mi niña, y cuida de Andrea, que no llore mucho…
La risa de su hija les hizo sonreír emocionados, sabían que no podía entenderles, pero esos gestos como si pudiese hacerlo, les hacía sentir especiales. Alicia y Antonio entraron en el ascensor y Fernando salió del portal para dirigirse a casa, no se daba cuenta pero la mayoría de las personas con las que se cruzaba se le quedaban mirando porque no dejaba de hablar con sus hijas. En ese momento sólo con Ana pues Andrea seguía dormida, le contó todo lo que había sentido por la actitud de su hermano, terminó sonriendo divertido, si en el pasado alguien le hubiese dicho que el hecho de que un niño dejase de hablarle le afectaría tanto, no se lo hubiese creído. Pero en el pasado no podía saber todo lo que sentiría por sus tres hijos, eran tan especiales los tres que no podría vivir sin tenerlos en su vida. Antes de llegar a casa entró en la cafetería, el recibimiento siempre le hacía sentir como en casa, sus hijos eran parte de la familia de esa mujer, de hecho muchas veces habían hablado que era como una abuela de los niños. Dejó que cogiese a Ana mientras se tomaba un café y esperaba que uno de los camareros preparase la tarta que había pedido, hacía semanas que no compraban la tarta preferida de Alicia y le apetecía que pudiese disfrutar de una porción ese día. Después de unos minutos allí, se dio cuenta de la hora, probablemente Diane ya estaría en casa y él debería estar escribiendo, pero de día le costaba mucho hacerlo; además, tenía pendiente su artículo para el periódico. Se despidió con una sonrisa al ver cómo Ana aceptaba volver al coche sin una sola queja, antes de poder abrir la puerta de casa, Diane lo hizo, llevaba un rato esperándole, Fernando dio un beso a las niñas, llevó la tarta a la cocina y se metió al pequeño despacho para escribir. Diane había notado algo raro en su actitud pero respetó su horario de trabajo, sabía cuánto le costaba obligarse a no salir del despacho al oír a las niñas así que no quiso interrumpirle.
Alicia se disculpó por llegar tarde nada más entrar, se quitó la chaqueta y en menos de un minuto estaba revisando la documentación, Antonio había ido a hablar con Grace, hacía semanas que habían vuelto de Barcelona pero había novedades sobre el sindicato. Alicia había disfrutado del relato de su viaje, podía ver la ilusión de Antonio al volver a pisar suelo español aunque fuese lejos de Madrid, Fernando se había mantenido al margen cuando hablaron del viaje, él no tenía intención de volver hasta que el país fuese libre. Además de los detalles sobre el trabajo, Antonio le había traído un paquete de parte de Inés y Macarena, unos juguetes para los niños y un par de marcos con fotos de las visitas que habían hecho a París. En la carta que acompañaba al paquete Inés decía que estaban pensando en volver a París para unas vacaciones de verano, Alicia estaba muy ilusionada y esperaba con ansia esas vacaciones. De reojo miraba a Antonio hablar con Grace de los avances, no quería implicarse pero tampoco pensaba dejar a su amigo en la estacada, Grace entendía la situación y podía defenderle en caso de ser necesario, pero no estaba familiarizada con esos casos y tampoco con la justicia española, si pasaba algo, tenía claro que defendería a Antonio. Encendió un cigarro y se centró en el nuevo caso, en las últimas semanas Emile le daba los casos que más le interesaban, estaba claro que formar parte de la Comisión le daba cierta importancia en el bufete; al pensar en ello recordó lo atada de pies y manos que había ejercido en Madrid. Fernando se centró en el artículo que tenía que escribir, las cuartillas ordenadas del libro parecían hablarle, recordarle que aún tenía mucho que redactar sobre su experiencia, pero quiso dejarlo para otro momento. Tenía que escribir criticando algunos nombramientos de De Gaulle en el Gobierno, no le costaba trabajo hacerlo, además, uno de sus compañeros había estado investigando y la documentación que había conseguido era muy buena así que el artículo casi se escribía solo. Realmente disfrutaba escribiendo para ellos porque podía sacar toda su mordacidad, no había ningún tipo de censura ni mucho menos paños calientes. La mañana se les pasó volando, Alicia estaba inmersa en el nuevo caso aunque dedicó unos minutos a Antonio, tomaron un café los tres juntos hablando de sus hijos y de la boda de Diane y Pierre, todos estaban implicados en la preparación menos la propia Diane. Terminó preguntando por Liberto, hacía semanas que no le veía, aunque estaba decidido a estudiar Derecho, los últimos días había estado demasiado ocupado con su amiga, seguía sin presentarla como su pareja, Antonio no podía evitar divertirse cada vez que hablaba con su hijo sobre esa chica. Fernando había resistido la tentación de salir del despacho cuando Andrea empezó a llorar, todavía quedaba algo más de una hora para la siguiente toma así que dejaría que Diane la atendiese, ella no era partidaria de dejarla llorar, no le convencían esos libros a los que Fernando hacía tanto caso, de todas formas, intentaba no cogerla inmediatamente, si para sus amigos era importante, haría un esfuerzo. Dejó la pluma al oír el teléfono pensando que sería Pierre y si lo cogía Diane se pondría nervioso, salió justo cuando Diane iba a cogerlo, le hizo un gesto y ella se echó a reír diciendo que salía al patio un rato. Antes de coger el teléfono comprobó que las niñas estuviesen arropadas, las besó y se sentó en la butaca mientras contestaba; su gesto cambió en cuanto oyó a la persona que llamaba, era la profesora de la guardería, por un segundo se quedó paralizado, ni siquiera podía contestar, hizo un esfuerzo y con la voz temblorosa preguntó qué había pasado. Roberto estaba jugando con un columpio y se había caído haciéndose una brecha en la rodilla y un pequeño rasguño en la mejilla, apretó la mano que tenía libre para contenerse y no preguntarle por qué cojones había dejado que pasase, soltó un bufido que quiso decir que estaba allí en un minuto y colgó. Diane entró en el salón y supo que algo iba mal, Fernando valoró en un segundo si debía llamar a Alicia o ir a buscarla, el tono de la profesora no era urgente, pero no era su hijo quien se había caído, le explicó atropelladamente a Diane la llamada y se puso la chaqueta a toda prisa, ni siquiera se acercó a despedirse de las niñas, ellas estaban en buenas manos. Al salir del portal decidió pasar por el despacho de Alicia, si fuese al revés, a él le gustaría que Alicia le avisase antes de ir a la guardería. Encendió un cigarro casi sin ser consciente de ello, necesitaba tranquilizarse un poco para hablar con Alicia, tardó menos que nunca en llegar al despacho, habría cogido el coche pero a esas horas era difícil encontrar aparcamiento y no tenía paciencia para ello. Llamó varias veces a la puerta hasta que por fin una de las compañeras de Alicia le abrió, la saludó sin apenas frenarse y pasó al despacho de Alicia; ella estaba escribiendo a máquina y dejó una palabra a medias al verle.
-¿Qué ha pasado?
Antes de que pudiese contestar, Alicia ya se había levantado.
-Roberto… Se ha caído jugando, no parece grave pero tiene una brecha en la rodilla y…
Alicia le abrazó respirando hondo, sólo era una caída, aunque era consciente del miedo de Fernando, además se unía al enfado de esa mañana. Se separó y fue a decirle a Emile que seguiría estudiando el caso en casa, le explicó la caída de su hijo y sonrió cuando no puso ningún problema, recogió su mesa a toda prisa ante la mirada sorprendida de Fernando, nunca había puesto sus cosas en orden en tan poco tiempo. En menos de diez minutos habían llegado a la guardería, Fernando esperaba ansioso a que apareciese la profesora de Roberto, Alicia le apretó la mano diciendo que todo estaba bien, se giraron al ver venir a su hijo de la mano de aquella mujer, Roberto parecía tranquilo y, salvo por una gasa en la rodilla y un raspón en la mejilla, no parecía que minutos antes se hubiese hecho daño. Fernando frenó las ganas que tenía de correr a abrazarle y examinar que todo estuviese bien, dejó que fuese Roberto el que se acercase, una vez que había llegado hasta ellos, se agacharon y le besaron preguntándole cómo estaba.
-Etoy mien, tanquilos, Eric te iba a caer y yo le ayudé.
La profesora les explicó que al ver cómo un compañero suyo se iba a caer del columpio, fue corriendo para cogerle y había sido él quien se terminó cayendo; Fernando la miró entrecerrando los ojos, se debatía entre admirar a su hijo y recriminar a la profesora que debía haber sido ella quien estuviese pendiente de todos los niños. Finalmente, el tono tranquilo de Alicia hablando con su hijo, le hizo desistir de esas recriminaciones.
-Mi amor has sido muy valiente, pero tienes que tener más cuidado…
-Peo Eric etá mien.
-Porque tú le ayudaste hijo –Fernando le abrazó todo lo fuerte que pudo- pero podías haberte hecho más daño, mira tu rodilla…
-No me duele papá, tenía que haterlo.
Se miraron incrédulos y sonrieron abrazándole los dos; escucharon cómo la profesora decía que no había llorado ni se había quejado cuando le desinfectó la pequeña herida de la rodilla; en la mejilla apenas tenía un raspón. La profesora les dejó solos recordándoles que no era bueno que recibiese tantas atenciones, Fernando estuvo a punto de saltar pero se frenó viendo la tranquilidad que reflejaba su hijo, aun así estaba pensando decirle a Alicia que buscasen otra guardería para Roberto, esa mujer no le gustaba y no le transmitía confianza. Decidieron llevarse a su hijo a casa, tenía que descansar y ya volvería al día siguiente, la profesora les sacó el abrigo y la pequeña mochila con un gesto de desaprobación pero no dijo nada más. Disfrutaron el paseo hasta casa sin dejar de hablar con Roberto, estaba preocupado por su compañero y no dejaba de repetir que tenían que invitarle a jugar un día en su casa. Le llevaban los dos de la mano, Fernando aprovechó para bromear con salir al patio, si su amigo iba a casa, les dejaría salir; Roberto torció el gesto y se paró mirándole pero al final se echó a reír, alargó los brazos para que le cogiese y le abrazó fuerte diciéndole lo mucho que le quería aunque no le hubiese dejado salir al patio. Alicia se echó a reír pensando en la suerte que tenía por tenerles en su vida, eran maravillosos; al llegar a casa, Diane abrazó a Roberto como si hiciese mucho que no le veía, esa vez fueron Alicia y Fernando los que la miraron divertidos por su exageración. Roberto se separó para ir corriendo hacia la cuna, Ana estaba despierta y había hecho un suave ruido en cuanto oyó la puerta.
-Roberto, no puedes correr así, tienes que tener cuidado con la rodilla.
-Papá no teas etageado.
Fernando se agachó junto a él moviendo la cabeza, en otro momento le habría reprendido por esa contestación, pero ahora no, sólo podía pensar en el alivio que sentía por saber que estaba todo bien. Tor se acercó a saludarles y lamió la mejilla de Roberto al ver el rasguño, Roberto se echó a reír separándose y diciendo que no podían hacer tanto ruido porque despertarían a Andrea. Alicia dejó el maletín sobre la mesa y se acercó a ellos, podría volver al despacho, no había pasado nada grave, pero le apetecía quedarse con sus niños y con Fernando. Diane se despidió después de comprobar que Roberto estaba perfectamente, miró a Fernando pues sabía que esa noche Pierre y él habían quedado, enarcó las cejas preguntando si pensaba ir, Fernando la miró casi sin comprender, se había olvidado por completo de su amigo.
-Por supuesto que irá, incluso yo querría ir… -Alicia revolvió el pelo a Roberto y se incorporó para coger la mano de su amiga- Si quieres podemos cenar juntas esta noche, así no estás pensando en las decisiones que estará tomando Pierre…
Ambas se echaron a reír, Fernando las miró sonriendo, creía que además de eso, Alicia estaba pensando en él, no la dejaría sola con los niños después de lo que había pasado con Roberto. Diane aceptó la invitación y les dejó solos esperando que no agobiasen a Roberto después de su caída; Fernando cogió a Ana y se sentó en la manta invitando a Roberto a hacer lo mismo, cuando se sentó a su lado, se puso detrás de él dejando que rodease a su hermana. Alicia les miraba embobada, esa vez cogió a Andrea en cuanto empezó a llorar, era un momento en familia y no podía faltar. Entre susurros Roberto preguntó por el tío Pierre pero Fernando no dejaba de hablarle del cuidado que tenía que tener cuando jugase, el tono que usaba era tan tierno que Alicia no podía evitar emocionarse. Disfrutaron de unos minutos de tranquilidad en los que Roberto no dejó de estar pendiente de sus hermanas, cuando Andrea aumentó su llanto, Fernando miró el reloj dándose cuenta de la hora, primero les darían el biberón y después prepararían la comida, ya era tarde pero primero tenían que atender a las niñas. Mientras Fernando iba con Ana en brazos a la cocina, Alicia dejó que Roberto rodease con los brazos a Andrea, la niña se calmó un poco al notar a su hermano y escuchar su particular cuento, ese día le hablaba de Eric y los columpios. Alicia sonrió cuando su hijo le dejó claro a Andrea que ellas no podrían jugar solas porque podían hacerse daño y él no quería eso; le miró pensando que dentro de unos años tendría que mediar entre ellos, Roberto tan protector y Andrea con tanto carácter… Tenían a quien salir, desde luego. Fernando preparó el biberón sin dejar de hablar con Ana que estaba babeando su camisa; se rio suavemente cuando su hija se estiró bostezando, parecía que quería meterle prisa pero ella nunca lloraba. Al volver al salón se emocionó con los susurros de Roberto, Alicia se levantó con cuidado y fueron a la habitación, Fernando dejó que Alicia les diese el biberón en la mecedora mientras él se sentaba junto a Roberto en la alfombra mirándola, Andrea volvía a llorar con fuerza en brazos de Fernando, pero tendría que esperar. Alicia sonrió al ver cómo Ana alargaba el brazo hacia su hermana, desde que la atendían antes que a Andrea, Ana no dejaba de recordarles que su hermana estaba esperando; le enternecía esa conexión de sus hijas. Cuando Ana se quedó dormida, Fernando se levantó para dejarla en la cuna, Andrea manoteaba ansiosa por comer, Roberto se puso al lado de la mecedora, siempre protestaba porque Ana se quedase dormida y no pudiese contarle ningún cuento. Fernando le revolvió el pelo a la vez que acariciaba el raspón de la mejilla, Roberto torció el gesto y suspiró, Alicia estuvo a punto de echarse a reír, estaba segura que su hijo pensaba que los próximos días su padre estaría imposible recordándole que tenía que tener cuidado a la hora de jugar. Fernando fue a preparar la comida y se echó a reír cuando Tor saltó al lado de la puerta del patio, le dejó salir pensando en lo que hubiese sentido si Roberto no le hubiese abrazado antes de dejarle en la guardería; por suerte su hijo sabía superar los enfados. Alicia atendió a Andrea con el mayor de los mimos, aunque estaba de acuerdo con Fernando para no cogerla en cuanto llorase, a veces sentía que su hija podría pensar que la abandonaban, la besó sonriendo cuando terminó de comer. Al dejarla en la cuna se quedó observando cómo se acomodaban las dos hermanas y cómo Roberto empezaba a contar su cuento, esos momentos quería conservarlos para siempre; alargó el brazo para coger la cámara de video y grabar unos minutos, estaba segura que unos años después disfrutaría visionando esos videos mientras sus hijos ponían los ojos en blanco porque ya se los sabrían de memoria y Fernando sonreía con nostalgia por esos primeros años que disfrutaron de sus hijos. Se dio cuenta que Fernando acababa de entrar a la habitación, no había hecho ruido pero podía sentirlo, cerró los ojos cuando la abrazó por detrás.
-No vamos a tener tiempo de ver tantos videos…
-Ya verás como sí, tenemos toda la vida…
Roberto se giró para indicarles que hablasen más bajo, Fernando se rio entre dientes y les recordó que tenían que comer; tuvieron que convencerle para que se alejase de la cuna de sus hermanas, ya en la cocina, ayudó de buena gana a poner la mesa. Fernando se quedó mirando cómo llevaba las servilletas y pensó en el enfado de esa mañana, no podrían tener un hijo mejor que Roberto, era perfecto en todo. Al contrario que el desayuno, la comida resulto muy divertida; Roberto no dejaba de hablar de los juegos en la guardería, hablaba mucho de Eric, por lo que pudieron entender, ese niño solía jugar solo y ese día Roberto le había convencido para jugar con todos. Fernando tragó saliva, no sabía si su hijo se sentía responsable de la caída de ese niño, Roberto le sorprendió cuando dijo que no quería que Eric volviese a jugar solo, lo único que le preocupaba era que su amigo se hubiese asustado por la caída y no quisiese volver a jugar con todos. Alicia le miraba embobada, nunca se hubiese imaginado una vida así, unos hijos así, miró a Fernando sonriendo, lo habían conseguido juntos a pesar de todo lo que les había pasado. Esperó a que sirviese el postre para sentarse sobre Fernando y abrazarle, Roberto resopló y se bajó de la silla dispuesto a jugar con Tor aunque sin pedir que le dejasen salir al patio.
-¿No tienes que trabajar? –la besó mientras le colocaba un mechón de pelo- Puedes volver al despacho si quieres.
-Prefiero trabajar en casa, y no separarme de vosotros…
Empezó a besarle despacio pero les interrumpió una de las carreras de Roberto y Tor, Fernando se echó a reír por la cara que se le quedó a Alicia, ella torció el gesto y empezó a hacerle cosquillas.
-Tú si deberías trabajar, en unos días tienes que volver al despacho de René y todavía no has cumplido el plazo…
-Bueno, para eso quedan unos días; no pienso hacer nada más que jugar con Roberto, atender a las niñas y mirarte… –se rascó el pelo suspirando- Aunque de cenar con Pierre no creo que pueda librarme…
-¡No digas eso! –evitó una carcajada intentando ponerse seria- Pierre está muy ilusionado y estoy segura que tú puedes ayudarle, además, te vendrá bien después de estos meses en los que no has salido a cenar. Y recuerda que Diane vendrá a cenar, así que no tienes excusa.
Fernando se rio suavemente, resopló pensando en la casualidad de haber decidido quedar con Pierre para cenar y que justo ese día Roberto se hiciese daño; sería toda una prueba salir de casa aquella noche. Alicia se levantó para dejarle recoger, llevaba unos minutos viendo las ganas que tenía de poner todo en orden, movió la cabeza mientras le veía entrar a la cocina. Se sentó en la manta intentando jugar con Roberto pero en ese momento su hijo no dejaba de tirar uno de los peluches de Tor y corría detrás de él cuando el perro salía corriendo a buscarlo; se les quedó mirando sonriendo. Fernando fumó un cigarro mientras ordenaba la cocina, mentalmente calculó cuánto le llevaría escribir lo que quedaba para el primer plazo de entrega, tendría que escribir esa noche al volver de la cena. Sonrió al ver a uno de los gatos del vecino saltar al patio, segundos después oyó cómo el vecino le llamaba, unos días antes el gato había destrozado un par de plantas del jardín y, aunque le quitó importancia delante de su vecino, tenía que reconocer que le había molestado. Desde ese día, su vecino estaba atento a cualquier movimiento de su gato y cuando no estaba en casa, dejaba todo cerrado para que no pudiese saltar al patio; movió la cabeza recordando que a Roberto le había hecho gracia verle destrozar las plantas, tuvo que ponerse serio con él para que entendiese que esas cosas no se podían hacer. Se había quedado mirando hacia el patio y no se dio cuenta que Roberto estaba en la cocina, cogió el peluche que le daba y se le tiró a Tor en dirección al salón, se echó a reír al verles a los dos salir corriendo detrás del peluche. Terminó de recoger y regresó al salón dispuesto a pasar una tarde en familia, sonrió cuando Roberto fue corriendo hacia él para abrazarle, viéndole ir de un lado a otro, cualquiera diría que unas horas antes se había caído y tenía una herida en la rodilla. Roberto suspiró cuando le recordó que tenía que tener cuidado, se separó de él ignorándole y ofreciendo el peluche a Alicia para que se lo tirase a Tor. Fernando se sentó junto a Alicia y la abrazó, se quedaron más de una hora viéndoles jugar, cada poco tiempo Roberto le recordaba a Tor que no podía ladrar porque sus hermanas estaban dormidas y las podía despertar. Cuando Roberto decidió que habían jugado suficiente, se subió al sofá y se tumbó diciendo que iba a echar la siesta, se echaron a reír mirándole, Fernando se levantó dispuesto a echar la siesta con su hijo, tentó a Alicia pero ella quería terminar unos informes antes de que llegase Diane. Fernando se acurrucó junto a su hijo y dejó que Alicia les arropase, les besó sonriendo, en momentos así no podía evitar recordar cómo en el pasado Fernando no se había dejado cuidar, ni siquiera herido en el piso franco era capaz de bajar la guardia y dejar que ella se ocupase de todo.
-Descansad un poco.
-Pero Alicia, si me duermo y se despiertan las niñas…
-Yo me ocupo; sólo te despertaré si se te hace tarde para la cita con Pierre.
Fernando resopló pero evitó decir nada, abrazó a Roberto y cerró los ojos, se quedó dormido antes que su hijo, no había sido su intención pero en cuanto notó la mano del niño sobre la suya, se relajó y fue imposible mantenerse despierto. Roberto susurró llamándole y se abrazó más a él para quedarse finalmente dormido. Alicia les vigilaba de reojo mientras leía, estaban los dos tan tranquilos, tan relajados, que sonreía sólo por mirarles; notaba cómo Fernando se movía medio dormido para dejar espacio a Roberto y controlar que al moverse no se pudiese caer del sofá. Preparó café y siguió con el trabajo, de vez en cuando se levantaba para ir a la habitación y comprobar que las niñas siguiesen dormidas, se tenía que reír de ella misma cuando le asaltaban los miedos que normalmente tenía Fernando, ¿no estaba durmiendo demasiado Andrea? ¿Le pasaría algo? Se inclinó hacia la cuna y sonrió al sentir la respiración acompasada de las dos, las arropó delicadamente y salió de la habitación; Fernando se quedó mirando cómo volvía, se había despertado justo cuando Alicia entraba a la habitación.
-¿Has comprobado que están bien?
A pesar del tono burlón, había hablado en un susurro para no despertar a Roberto, Alicia le miró intentando mostrarse contrariada pero no podía evitar una sonrisilla, se acercó y se agachó junto al sofá para besarle suavemente.
-Respiran tranquilas y siguen dormidas, creo que podemos estar tranquilos.
Fernando movió la cabeza divertido, estaba seguro que si hubiese sido él quien fuese a la habitación, Alicia se hubiese agobiado con tanto control; se incorporó despacio y controló dejar a Roberto lejos del borde del sofá, le arropó y se sentó junto a Alicia en la alfombra.
-He estado pensando… -no estaba seguro de sacar el tema, sabía cuál sería la reacción de Alicia, la acarició la mejilla esperando que ella estuviese de acuerdo- Creo que deberíamos buscar otra guardería, nunca me fie de esa mujer, ahora todavía menos…
-Mi amor… -le peinó con los dedos mirándole tiernamente- Ahora estás asustado, pero eso no quiere decir que Roberto no esté seguro con su profesora, en su guardería… Los niños tienen que caerse, tienen que ser unos trastos y darnos algún pequeño susto, pero no es culpa de nadie. Además, ya oíste a tu hijo, –no había sido su intención pero no dejaba de pensar que en eso era igual que Fernando, se sentía responsable y por eso había ayudado a ese niño- fue él quien ayudó a su amigo para que no se hiciese daño.
Fernando tragó saliva, era consciente de ese parecido; pero no pensaba ceder, esa mujer no era la adecuada para cuidar de su hijo.
-Pero un niño no puede decidir, no es quien debe tener la última palabra, es la profesora la que tiene que estar pendiente de que ni nuestro hijo, ni ese otro niño, ni cualquier otro niño o niña, corra peligro. –la miró fríamente, no por la conversación sino pensando en la profesora- Con esa mujer a cargo de los niños, no pueden estar seguros.
-Fernando, –su tono era firme- tienes miedo y lo comprendo, pero no podemos tomar una decisión así en caliente. ¿Has pensando lo que supondrá para Roberto alejarle de su círculo? Se ha adaptado perfectamente a la guardería, siente una especial conexión con su profesora aunque a ti no te guste para cuidarle, tiene amigos e incluso hace lo que sea por ellos… La solución no es cambiarle de guardería.
-¿Y ya está? ¿Lo decides tú y ni siquiera te paras a pensar mi propuesta?
-Lo decidimos los dos en su día Fernando, no estás haciendo una propuesta, estás preocupado por lo que ha pasado. Lo que no voy a permitir es que tu miedo maneje nuestras vidas… Otra vez.
Cerró los ojos siendo consciente de lo que había dicho, le miró mordiéndose el labio y le abrazó; Fernando no pudo reaccionar ante el recuerdo del pasado, tragó saliva pero se recompuso y se separó de Alicia. Era posible que se estuviese dejando llevar por el miedo, pero comparar el pasado con la conversación que tenían en ese momento era demasiado, se levantó y fue a la habitación de las niñas, Alicia se quedó mirando cómo se alejaba de ella, se rascó el pelo maldiciendo entre dientes, no había tenido ningún tacto y había sido muy injusta. Fernando comprobó que sus hijas estuviesen dormidas y sonrió al ver a Ana manotear hasta llegar a su cara y tocarle la nariz, la besó suavemente y la arropó. Respiró hondo y volvió al salón dispuesto a no dejar que ese comentario tan desafortunado crease distancia entre ellos.
-Puede que me esté dejando llevar por el miedo, no digo que no… Pero podríamos pensarlo durante unos días.
-Fernando… -se emocionó sin poder evitarlo, se mordió el labio pensando en la gran suerte que tenía- Siento haber exagerado tanto, no debería…
-No importa, -la besó suavemente y sonrió, había asumido su fuerte carácter pero le enternecía cada vez que era capaz de disculparse- puede que tengas razón, no es el mejor momento para tomar decisiones… En lo que seguro que tienes razón es en lo demás… Mi miedo manejó tanto nuestras vidas, por no dejarte decidir tuviste que pasar tantas cosas…
-Mi amor, lo siento, de verdad… No quise recordártelo ni mucho menos que te sintieses culpable otra vez; el pasado ha quedado atrás y no debería sacarlo a relucir cuando quiero acabar una conversación. –le miró a los ojos con culpabilidad- Lo siento.
-Deja de disculparte, por favor Alicia –sonrió intentando dejar atrás ese comentario- no quiero que te sientas mal…
-Te amo tanto, eres perfecto.
-Qué va… Siempre alardeando de que hay que manejar el miedo y a las primeras de cambio…
-Es normal, se trata de nuestros hijos, tenemos que tener miedo; yo también estoy preocupada y quiero que Roberto esté en las mejores manos, no permitiría que se quedase en esa guardería si de verdad estuviese en peligro.
-Lo sé Alicia… ¿Te parece que lo pensemos unos días y después decidimos?
-De acuerdo, pero decidiremos juntos.
-Por supuesto, nunca volvería a decidir solo algo que nos afecta a los dos.
Alicia le besó y le abrazó tan fuerte que pensó que le dejaría sin respiración; fue Roberto quien dejó atrás la pequeña discusión que habían tenido, se despertó llamando a sus hermanas y al tío Pierre, Fernando resopló ante la mirada de Alicia.
-Sí, debería prepararme…
Alicia soltó una pequeña carcajada y le besó antes de que se levantase, Tor salió corriendo de la caseta para empezar a jugar con el niño; les miró divertida pensando que una pequeña siesta les devolvía toda la vitalidad que siempre tenían, se levantó y empezó a jugar con ellos sin dejar de pensar que debería controlar su lengua en situaciones así. Fernando se cambió todavía preocupado, sabía que Alicia se sentía mal por su comentario, pero él no podía dejar de pensar si tendría razón, no podía dejar de pensar que si no hubiese sido porque Alicia se había negado, él hubiese decidido solo algo que afectaba a su hijo, no tenía ningún derecho. Se miró al espejo y movió la cabeza, Pierre esperaría respuestas a sus dudas sobre los planes para la boda y él en ese momento no estaba para dar ningún consejo; sonrió pensando que sería la primera boda a la que asistirían los cinco, y además ellos eran los testigos. Se puso la chaqueta y, al volver al salón, su hijo le recibió chocando con sus piernas y pidiéndole ir a la calle.
-Roberto, no voy al parque, el tío Pierre necesita ayuda para casarse…
-Ti, para ir a la iesia, yo pedo audar tamién.
Se echaron a reír divertidos, Alicia le animó a llevar a Roberto, seguro que Pierre estaba agobiado y le vendría bien pasar unas horas con el niño; Fernando puso su mejor sonrisa cínica preguntando si pretendía controlar que no se desmadrase en la primera cena fuera.
-Así que ésa era tu intención con la cena… Interesante.
-Itesate papá.
Las carcajadas de ambos hicieron que Roberto torciese el gesto porque no sabía de qué se reían, al final, Fernando le cogió en brazos y besó a Alicia.
-Decidido entonces, Roberto cuidará de nosotros…
-Y mamá de Anea y Ana eh.
-Tranquilo mi amor, la tía Diane llegará enseguida, sabremos cuidar de tus hermanas.
Se despidieron divertidos por la responsabilidad de su hijo, de todas formas, antes de cerrar la puerta Fernando le dejó apuntado el número del bar en el que siempre se reunían al salir de la redacción, Alicia le recordó que lo tenían en la agenda pero la ignoró volviendo a besarla y diciendo que llegarían pronto. Justo al cerrarse la puerta, oyó cómo Andrea empezaba a llorar, sonrió y fue a la habitación, Ana también estaba despierta, la cogió intentando calmar con su voz suave a Andrea. Minutos después, Diane había llegado y había cogido a Andrea, no le gustaba que llorase tanto; se sentaron en el sofá sin dejar de hablar de los planes de Pierre, Diane estaba realmente intrigada a pesar de no sentir esa emoción tan descontrolada como sentía él.
El camino hasta la redacción se le hizo corto, Roberto no dejaba de hablar de la guardería, escuchándole supo que Alicia tenía razón, su hijo estaba integrado allí, no podía alejarle de sus amigos y su profesora aunque a él esa mujer no le gustase nada. Cuando terminó su monólogo sobre la guardería, Roberto preguntó por Pierre, la boda y, lo que le dejó perplejo, si Mauro e Inés iban a venir, parecía que su hijo sabía que las visitas solían ser en ocasiones especiales. Terminó bromeando sobre la posible visita de Macarena, que se llevaba muy bien con el tío Pierre, Roberto no le entendió y cambió de tema, pero Fernando se quedó con la duda de si su amigo la invitaría o no. Pierre sonrió al verles venir, hacía días que no veía a Roberto, entre el trabajo y la planificación de la boda no tenía ni un minuto libre; Roberto protestó para que le dejase en el suelo y salvó corriendo la poca distancia que le quedaba para llegar donde estaba su tío. Fernando disfrutó de ver, una vez más, esa conexión entre su hijo y su amigo; antes de cenar pidieron una copa, había esperado que se apuntase alguien más de la redacción o Antonio, pero Pierre quería que le ayudase con la organización y no que fuese una cena más. Roberto centró la atención de los dos los primeros minutos, Fernando dejó que fuese él quien contase su pequeña aventura ayudando a ese niño, vio en Pierre lo mismo que él había sentido esa tarde, una mezcla de admiración y miedo. Roberto les hizo reaccionar al hablar de cómo su amigo le había abrazado después de caerse. Se dio cuenta que Pierre estaba más pendiente de Roberto que de la boda o de cualquier otra cosa, cuando les sirvieron la cena, fue él quien quiso ayudar a Roberto, Fernando simplemente les miraba embobado. Antes del segundo plato, Pierre carraspeó y empezó a detallarle todo lo que estaba pensando, Fernando fumó un cigarro mientras le escuchaba, le parecía increíble cómo estaba pensando en controlar cada minuto, quería que Diane se emocionase de verdad y estaba dispuesto a conseguirlo planeando todo. Roberto seguía en brazos de Pierre y hacía algunas preguntas, su preferida era sobre la iglesia, Fernando estaba preocupado por esa fijación con la iglesia pero se dijo a sí mismo que su hijo todavía era pequeño para saber qué significaba, Pierre se echó a reír recordándole que había sido culpa de sus padres, el día que anunciaron la boda no habían dejado de insistir para convencerles de casarse por la iglesia y Roberto había pasado mucho rato con ellos. Se echó a reír cuando Pierre sacó una libreta, había ido anotando todo, ordenado por horas y precios, apagó el cigarro y se dispuso a estudiar los planes de su amigo, realmente creía que no necesitaba ayuda y mucho menos consejo, estaba planeando una gran boda y estaba seguro que sería el día más importante de la vida de sus amigos, se imaginó la cara de Diane al ver cada sorpresa.
Alicia no dejaba de reír mientras Diane le contaba cómo Pierre intentaba que no se enterase de nada, habían dado el último biberón a las niñas y las habían bañado antes de preparar la cena; tenía que reconocer la mano que tenía Diane con sus hijas, incluso Andrea parecía calmarse antes si Diane le hablaba en voz baja. Había sido Diane quien había cocinado mientras Alicia disfrutaba de un cigarro y una copa, se había desahogado con ella, le había contado la pequeña discusión con Fernando y su salida de tono recordando el pasado; siempre se sentía bien hablando con Diane aunque tenía que reconocer que haber contado con Inés en ese momento le habría gustado mucho. Fue en la cena cuando Diane volvió a sacar el tema de la boda, Alicia recordó la suya, las visitas que tuvieron, las sorpresas que se prepararon el uno al otro, las ganas de tener su familia… Terminó preguntándole a Diane si ella no pensaba prepararle a Pierre ninguna sorpresa, le habló de la ilusión que tuvo ella al preparar la visita sorpresa de Daniel o el pequeño viaje que hicieron; entre las dos pensaron en invitar a Jean y Catherine, Diane y Pierre les habían llamado para darles la buena noticia e invitarles pero sabiendo que sería casi imposible, Jean seguía dirigiendo la publicación de Toulouse y Catherine llevaba una de las secciones, pero entre las dos pensaron cómo hacer para que pudiesen escaparse un par de días a París. En menos de media hora lo habían planeado y estaban llamando a sus amigos, Diane empezó a sentir esa emoción al pensar en la cara de Pierre al verles aparecer el día de la boda. Alicia sonrió colgando el teléfono, en ese momento pensó en Macarena, Fernando no había mencionado si Pierre había dicho algo de invitarla o no, tenía ganas de volver a ver a su amiga pero conociendo a Pierre, no estaba segura si se sentiría incómodo o incluso podría pensar en no invitarla para que ni Diane ni la propia Macarena se sintiesen incómodas. 
Fernando tuvo que convencer a Roberto para volver a casa, se lo estaba pasando en grande con su tío, incluso parecía que entendía que lo que hablasen esa noche no debía saberlo nadie, era sorpresa para su tía Diane. Sonrió mirándole y le recordó que tenían que volver para dar las buenas noches a sus hermanas; en ese momento dio un abrazo rápido a Pierre y se bajó de sus brazos metiéndole prisa a su padre, se echaron a reír mientras recogían las cosas y pagaban. Pierre decidió acompañarles a casa, estaba seguro que Diane no se iría hasta que llegasen Fernando y sobre todo Roberto; durante el camino, Fernando decidió contarle la discusión con Alicia, realmente había necesitado hablarlo con alguien pero no había querido quitar el protagonismo a su amigo. Pierre solía escuchar sin intervenir, le hacía ver que estaba disponible para ayudarle pero no daba consejos gratuitos, en eso se parecían bastante Fernando y él, Roberto se abrazó a su padre cuando terminó de contar lo que le preocupaba; notó la mano de Pierre en su espalda y sonrió cambiando de tono.
-Tengo una duda… ¿Has pensado en invitar a Macarena?
Pierre se echó a reír encajando la pulla, se quedó un momento pensativo, realmente no había pensado en ello pero sí le gustaría que estuviese, tenía un buen recuerdo de ella y, además, sabía que para Alicia y Fernando sería una oportunidad de volver a verla.
-Pues la verdad es que no lo había pensado… Pero sí, me gustaría que viniese –Fernando le miró sonriendo un tanto sorprendido, había esperado que ignorase la pregunta o que tirase balones fuera- quizás no pueda, es tarde para avisarla y preparar un viaje lleva su tiempo, pero mañana la llamaré, si me das su teléfono, claro…
Fernando se echó a reír recordando la primera vez que su amigo le pidió el teléfono de Macarena, estaba seguro que esta vez a ella no le importaría que se lo diese; estuvo a punto de preguntarle si no iba a consultarlo con Diane, pero eso no era asunto suyo. Cuando abrió el portal pudieron escuchar las risas de Alicia y Diane, Roberto se puso serio diciendo que despertarían a sus hermanas, le miraron casi riéndose pero sin hacer ruido para que no se lo recriminase a ellos también. Cuando les vieron entrar por la puerta se quedaron calladas, Fernando se rascó el pelo intentando disimular pero estaba seguro que estaban planeando algo para el día de la boda y las habían pillado; por suerte Pierre debía estar pensando todavía en Macarena y no se había dado cuenta de nada. Roberto se abrazó a Diane diciéndole que no podía hablar con ella, las carcajadas se sucedieron mientras se despedían; al quedarse solos, Fernando se dejó caer en el sofá mirando a Alicia.
-Por fin en casa…
-Eres un exagerado –se sentó junto a él mientras Roberto se había puesto al lado de la cuna y había dado un suave beso a sus hermanas- apenas habéis estado fuera un par de horas.
-Sí, pero tenía ganas de volver –la abrazó respirando hondo- y abrazarte, saber que todo estaba bien.
-Claro que sí mi amor, todo está bien porque estamos juntos… Además, antes fui yo la que se pasó hablando, si algo estuviese mal, sería culpa mía.
-No, Alicia, no digas eso… -tragó saliva pensando que había sido él quien no la dejó decidir pero cambió el gesto- Lo importante es que ya estoy en casa, olvidemos lo demás. Además, tenemos que bañar a Roberto.
Su hijo se giró sonriendo, cogió la sábana de sus hermanas arropándolas  y se acercó a ellos pidiendo ir a la bañera. Fernando recordó, de pronto, la herida de la rodilla, no tenía ni idea de cómo cuidar heridas así en niños, Alicia le miró de forma tierna, ella lo había hablado con Diane, sólo tenían que tener un poco de cuidado con la herida. Ese día, Roberto se relajó en cuanto entró en la bañera, intentó convencerles de entrar con él y, al ver la cara de Fernando mirando la rodilla, le aseguró a su padre que no le dolía. Fernando le abrazó sin importarle mojarse, en momentos así no podía evitar emocionarse al darse cuenta de todo lo que había crecido su hijo, ese bebé que llegó a sus vidas para cambiarlas totalmente. Alicia tuvo que ponerse seria para que, tanto el padre como el hijo, aceptasen que se había acabado el momento del baño. En cuanto tuvo el pijama puesto, Roberto quiso irse a dormir, estaba muy cansado ese día; aunque antes volvió a acercarse a la cuna de sus hermanas y acarició suavemente sus manos dándoles las buenas noches. Se incorporó y se dirigió a su habitación sin esperarles, Fernando estaba seguro que si no iban a la habitación, sería capaz de acostarse solo y no necesitar que le arropasen o le diesen las buenas noches. Abrazó a Alicia y fueron juntos a la habitación, Roberto ya estaba subido en la cama e intentaba que Tor se subiese también, por suerte el perro sabía cuál era su sitio y se tumbó en la alfombra a los pies de la cama. Fernando se sentó en la cama dispuesto a leerle durante unos minutos, le gustaba mucho hacerlo y disfrutaba con la curiosidad de su hijo, pero esa noche Roberto estaba muy cansado y dos minutos después se había quedado dormido abrazado a él. Alicia les miraba sonriendo, ella también disfrutaba leyendo para su hijo pero le parecía especial la forma en la que Fernando modulaba su voz para que Roberto se quedase dormido con el cuento. Notó cómo Fernando se resistía a dejarle solo y decidió aprovechar el momento para escribir a Inés; se sentó a los pies de la cama sin dejar de mirarles y empezó a escribir.

Mi querida Inés
No sabes cuánto te he echado de menos hoy, me hubiese gustado abrazarte y escuchar uno de tus consejos, siempre tan certeros. Roberto se cayó en la guardería, no se ha hecho mucho, sólo un par de rasguños, pero nos asustamos de verdad; él no parecía asustado, de hecho se cayó ayudando a un niño, no quiso que su amigo se cayese, es el niño más bueno del mundo. Fernando propuso cambiarle de guardería, no confía en su profesora aunque Roberto está encantado con ella; siguió insistiendo y al final dije algo que le dolió, que me dolió también a mí recordarlo… No sabes lo bien que me hubiese venido tenerte aquí; todo está solucionado, Fernando nunca tiene en cuenta esas cosas, es lo mejor que me ha pasado en la vida, junto con nuestros hijos, por supuesto.
Tu niña está cada vez más guapa, sigue manándonos fotos, por favor, nosotros te mandamos una de los tres niños, espero que algún día no muy lejano puedas conocer a las niñas, son tan perfectas.
Las reuniones en Nueva York fueron un éxito, intervine y la verdad es que me quedé satisfecha con mi trabajo, aunque el proyecto es a muy largo plazo, pero no voy a dejar de luchar por muchos años que tenga que dedicarle. Me alegro del éxito de vuestro bufete, no podía ser de otro modo; gracias por los reglaos que nos mandasteis a través de Antonio, me hubiese gustado tanto haceros una visita… Pero eso es imposible, hasta que no cambien las cosas no lo haremos.
Un beso muy fuerte y dale otro a esa niña preciosa a la que me gustaría ver crecer día a día
Alicia Peña

Fernando se movió despacio y ayudó a su hijo a acomodarse, le dieron un beso de buenas noches y, antes de incorporarse, Fernando le acarició suavemente la mejilla en la que tenía el raspón. Alicia le miró con una media sonrisa, nunca dejaría de preocuparse ni por sus hijos, ni por ella; al regresar al salón bromearon sobre lo recogida que estaba la casa, había sido Diane quien había recogido la mesa después de cenar, Alicia le tiró un cojín torciendo el gesto y le dio en la cara.
-¡Te vas a enterar!
Empezó a hacerla cosquillas y, entre susurros, Alicia no podía dejar de reírse, se tumbaron en el sofá entre risas y besos, estuvo a punto de preguntarle por los planes de Pierre para la boda pero sabía que no serviría de nada, no soltaría prenda, Fernando empezó a besarla intensamente y se olvidó por completo de sus amigos. Se incorporó un momento para comprobar que las niñas seguían dormidas al otro lado del salón, cuando volvió a tumbarse en el sofá, Alicia ya había empezado a desnudarse, la miró hipnotizado y volvió a besarla despacio.

Fernando la abrazó todo lo fuerte que pudo, estaban tumbados en el sofá y, hasta hacía unos instantes, totalmente relajados, Alicia le miró confundida y supo que estaba pensando en la conversación sobre la guardería; le besó sonriendo y pidiéndole que se relajase.
-Alicia… Lo siento, siento que mi miedo…
-¡No! Fernando, no empecemos por favor; fui yo la que habló de más, todo hubiese sido mucho más fácil si yo no hubiese hecho referencia al pasado.
-Pero ese no es el problema… -se incorporó para mirarla- Tenías razón, estaba dejándome llevar por el miedo, ni siquiera pensé en Roberto, sólo pensé en mi miedo, en lo que yo sentiría al volver a dejarle en la guardería. Tienes razón, Roberto está integrado allí, tiene amigos y le gusta su profesora, nunca haría nada para quitarle eso…
-Mi amor –le acarició el pelo tiernamente- no te sientas culpable, fue tu primer impulso, ese impulso tan protector que tiene el propio Roberto; pero sé que nunca hubieses hecho algo así, siempre has puesto por encima a los niños y a mí, lo que nosotros necesitemos o sintamos…
-Gracias por tener tanta paciencia conmigo petit Alice. Os amo más que a nada.
Alicia se abrazó a él sonriendo y cerró los ojos, poco después se quedó dormida con la tranquilidad de saber que estando juntos podrían superar todo; Fernando no dejó de acariciarle el pelo, agradecía día a día la oportunidad que tuvo de volver a empezar con ella, de tomar las decisiones juntos y de haber formado una familia que le hacía tan feliz. Se incorporó un poco para acercar la cuna y volvió a tumbarse abrazándola, se quedó dormido después de besarle la frente y susurrar cuánto la amaba. Durmieron en el sofá hasta que a medianoche Andrea se despertó a tomar su biberón, entre bromas fueron a la habitación y después de dar el biberón a su hija, volvieron a quedarse dormidos abrazados.
 
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