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Fernando Solís & Alicia Peña |
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Diciembre de 1961 |
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Principios de diciembre de 1961
Alicia estaba sentada en el sofá con la manta por encima y todas las cosas al alcance de su mano, el piso estaba en un silencio absoluto, ni siquiera el agua golpeaba la ventana. Sonrió al ver el teléfono que Fernando transportaba por todo el salón para que lo tuviera cerca, la bolsa para ir al hospital preparada junto a la puerta... Si volvía a llamarla para preguntarle qué tal la mañana rozaría la locura. Tomó las cuartillas para escribir a su amiga Inés pensando en lo mucho que echaba de menos poder compartir esos momentos con ella, le sucedía a menudo, especialmente con el trabajo. Mientras escribía recordó la tarde anterior, Fernando le había traído unas agujas y ovillos de lana de una tienda del barrio, ella esparció todo en el sofá cómo si fuera un tesoro mientras él se sentaba en el sillón de enfrente fumando un cigarro. En una hora estaba totalmente desesperada ante su ineptitud, los ovillos estaban deshilachados y había dejado las agujas enfadada con ella misma, ver a Fernando intentando contener la risa avivó su cabreo que no disminuyó. En medio de sus bromas, una leve contracción, que debió reflejarse en su cara, hizo que Fernando se levantara alarmad
Mi querida Inés
No sabes cuánto me gustaría tenerte cerca en estos momentos… Me queda un mes para dar a luz y me han recomendado reposo absoluto. No te asustes, nada grave, pero hace unos días tuve contracciones y el parto podría adelantarse. Espero que tu embarazo siga estupendamente, supongo que tendrás tantas ganas como yo de que nazca.
En estos días, solo he salido a dar algún paseo con Fernando y a comprar algo, sin que él se entere, claro… Me agobio mucho encerrada en casa, necesito salir, pero la verdad es que el tiempo hace que no pueda asomar la nariz fuera… Fernando está intentando trabajar desde casa, solo va a recoger temas y dejar los artículos, pero no siempre puede. Hace casi dos horas que se ha ido; llamó hace un momento diciendo que todavía le quedaba un rato en la redacción. He leído, escuchado música, puesto la radio, ¡hasta me he puesto a hacer punto! Una mala idea, me he desesperado porque no me ha salido nada, esas cosas no son para mí… Sigo trabajando, poco pero al menos puedo ocupar mi tiempo, pero es Fernando quien me trae el trabajo del despacho y como no ha llegado, no puedo hacer gran cosa…
Me gustaría que estuvieses aquí, hay cosas que no quiero hablar por carta… La pequeña luna de miel que le regalé a Fernando fue prefecta; tres días alejados de todo, como si volviésemos a estar otra vez escondidos, solos él y yo. Conocimos la ciudad, paseamos por el centro todo lo que el tiempo nos permitió, montamos en barca, visitamos la catedral… Pero lo que más me gustó fue la sensación de estar con él, sin más preocupaciones que disfrutar de nuestro amor.
Espero que en Barcelona todo vaya estupendamente, ojalá pronto pudiésemos ir allí…
Un beso muy fuerte
Alicia Peña
Al terminar de escribir se recostó en el sofá mientras acariciaba su vientre esperando a que Fernando entrara por la puerta, en esos momentos silenciosos imaginaba cómo sería tener a su bebé en brazos, el olor que desprendería. Antes de quedarse dormida se dio cuenta que la bolsa de las lanas estaba perfectamente ordenada pero algo le llamó la atención, se echó a reír al ver que alguien misterioso se había dedicado a tejer una pequeña mantita...Fernando no dejaba de tamborilear con los dedos en la mesa, intentaba hacer llamadas cortas para no mantener la línea ocupada aunque la paciencia con su secretaria estaba llegando a un límite. La corbata estaba ya medio desanudada, la chaqueta permanecía en el perchero perfectamente colgada junto al abrigo y ese paraguas que terminaba siendo un amigo íntimo en los inviernos parisinos. Por suerte, Pierre y él estaban trabajando juntos y su animada charla hacía mucha más amena una mañana que quería que terminase por todos los medios. Pensó en volver a llamar a Alicia pero temía despertarla o, algo mucho peor, cabrearla... Tendría que tener mucha paciencia este último mes, sabía que a Alicia le costaría estar en casa, sin poder salir, sin trabajar, sin hacer nada más que descansar… Podría ser un buen momento para proponerle que escribiese, quizás un libro de Derecho, o, simplemente, que escribiese lo primero que se le ocurriese… Fernando jugaba con la pluma mientras oía de fondo a Pierre, miraba de reojo el teléfono e intentaba concentrarse en la conversación… Pierre le estaba hablando y él no se había enterado de nada.
-Perdona, Pierre… Hoy no puedo concentrarme…
-Estás pendiente de Alicia ¿no? –Fernando asintió, seguía sin gustarle ser tan transparente- Yo creo que esto puedo acabarlo yo, además siempre puedo llamarte para completar lo que falte por teléfono.
-Pues no sabes cuánto te lo agradezco, Pierre… Hace ya unas horas que salí de casa, si vuelvo a llamar por teléfono me va a mandar a la mierda por pesado… Me gustaría llegar ya, además antes tengo que pasar por su despacho a recogerle algo de trabajo…
-Ve con ella, no te preocupes por esto… Fernando, una cosa…
Fernando ya se había levantado y cogido el abrigo, si no le llega a frenar Pierre ya estaría de camino al despacho sin ni siquiera terminar de ponerse el abrigo por mucho frío que hiciese….
-No sé cómo pedirte esto… -por primera vez, Fernando vio nervioso a Pierre- Verás, es que no tengo el teléfono de Macarena, ni su dirección… Y me gustaría seguir en contacto con ella…
Nombrar a Macarena le sacó de ese trance. Se acomodó en la silla mirando con una sonrisa en la cara a Pierre pensando que no podía ocultar el impacto que le había causado, finalmente se echó a reír. Estaba deseando llegar a casa para contárselo a Alicia y no pudo evitar regocijarse ante el sonrojo de su compañero...
-Disculpa, Pierre, no quería reírme… El caso es que yo no tengo ni su teléfono ni su dirección; es Alicia quien los tiene… Y creo que ella preferiría preguntarle a Macarena si puede dártelos…
-Claro, claro, no pretendo que me los deis sin que ella lo sepa…
Pierre parecía algo avergonzado, Fernando seguía divertido, pero las ganas de llegar a casa reaparecieron.
-Hablaré con Alicia, espero que Macarena no tenga inconveniente… En cuanto pueda te diré algo… Ahora me voy, mañana hablamos… Y gracias, de verdad.
Salió a toda prisa de la redacción, tener que pasarse antes por el despacho le ponía de los nervios, pero Alicia le mataría si no le llevaba algo que hacer. Por suerte, en el despacho no le entretuvieron, cogió una carpeta que ya tenían preparada para Alicia, un par de libros que necesitaría y salió pitando. Antes de llegar a casa, se fijó en un escaparate, nunca había reparado en él; vio un osito de peluche que le gustó, le recordó a uno que tuvo él cuando era muy pequeño. No pudo frenar el impulso y entró en la tienda, había de todo, otro día irían los tres, cuando ya hubiese nacido su hijo. Pero ese día solo se interesó por el oso de peluche, ya en la calle, llevaba el osito en una bolsa, pensó en entrar a comprar unos bombones para Alicia, seguro que no veía bien que siguiese comprando cosas para el niño… La verdad es que ni el propio Fernando lo entendía, nunca pensó que sería de los padres que comprarían cosas en cualquier momento, de hecho, si lo pensaba se sentía mal, no necesitaba comprar tanto para ser feliz… Apartó esos pensamientos, entró en la cafetería de siempre y pidió los bombones preferidos de Alicia, con las compras hechas, se dirigió a casa.
Ya en el portal de casa tuvo que lidiar con el portero, que tenía muchas ganas de charlas y él sólo deseaba llegar a casa, ver a Alicia y enseñarle lo que había comprado. En esos momentos entendía a lo que se referían tantos hombres y mujeres que había conocido con no quiero que a mis hijos les falte de nada. Él no había acumulado salvo recuerdos, muchos de ellos amargos, las personas habían entrado y salido de su vida, unas con más huellas que otras, pero esos pequeños juguetes querían transmitir la alegría, la felicidad y la esperanza a un bebé que estaba a punto de llegar. Escabulléndose del portero cómo pudo, subió los escalones de dos en dos, saludó a sus dos vecinos tocándoles la cabeza y llegó casi sin aire a la puerta de casa, realmente ya no estaba para esos trotes... Al entrar vio a Alicia dormida en el sofá, menos mal que no había llamado por teléfono; ver dormir a Alicia era uno de los mayores placeres que podía tener al cabo del día, cerró la ventana que se había abierto levemente y se acercó a taparla, dejó que su nariz trazara un sendero por el cuello para incorporarse e irse a cambiar. Intentó no hacer ruido en la habitación mientras se quitaba el calzado y la ropa, la dejó cuidadosamente en una silla y se quitó el reloj mientras se subía las mangas de la camisa... Al volver al salón besó a Alicia en la frente, bajó un poco la radio, estaban poniendo una canción en español, aunque él no la conocía. Dejó el peluche envuelto a la vista, si le iba a caer una bronca que fuese cuanto antes… En la mesilla dejó los bombones para que los viese al despertarse, mientras que la carpeta y los libros los posó en la mesa, esperaba que no se agobiase con el trabajo. Fue a la cocina, preparó un poco de sopa, el día era muy frío y a Alicia le vendría bien, hizo una tortilla francesa, no quedaban patatas, tendría que salir a comprar por la tarde… Seguro que Alicia se despertaría con hambre así que preparó también unos filetes de pollo. Cuando estaba todo listo, se acercó al salón, Alicia volvía a estar medio destapada pero seguía dormida. Estaba muy tranquila, respiraba profundamente, y tenía una media sonrisa; pero tenía que despertarla, tenían que comer. Se acercó despacio, se agachó mientras le acariciaba el pelo.
-Alicia… La comida ya está lista…
Abrió los ojos despacio, entre sueños había oído a Fernando trastear en la cocina, pero ahora olía el resultado. Mientras se desperezaba sintió otra leve contracción que disimuló frente a Fernando con la mejor de las sonrisas, no quería que confundiese el embarazo con una enfermedad y el reposo estaba siendo entendido por Fernando por no mover un dedo.
-Mmmm huele bien… -le besó dulcemente mientras él la ayudaba a levantarse- Siento haberme dormido, no ayudarte a preparar nada…
-No sientas nada, sabes que no te hubiese dejado mover un dedo…
Alicia le miró resignada, menudo mes le iba a dar con tantas atenciones… Reparó en los bombones y sonrió.
-La comida lista, bombones para el postre… Algunas de tus atenciones me encantan…
-Perfecto, porque tendrás que acostumbrarte… Y deberías acostumbrarte también a las que no te gusten… -separó la silla de Alicia para ofrecérsela y arrimarla a la mesa- Voy a por los platos, vuelvo en un segundo…
Alicia sonrió, Fernando resultaba agobiante en algunos momentos, pero podría manejar esos arranques de excesiva preocupación y disfrutar de las atenciones que sí le gustaban. Fernando regresó con dos platos para la sopa, la sirvió y empezaron a comer. Mientras le servía la comida no pudo evitar olerle y sintió un deseo irrefrenable de estar con él, además Fernando estaba, para ella, más atractivo que nunca, había ganado peso, no tenía ojeras, incluso le veía mejor, se puso seria pensando en cuantas veces no compartiría sus dolores con ella...
-¿Qué tal por la redacción? Imagino que te costó quedarte…
-Imaginas bien –acarició la mano de Alicia- necesitaba volver, saber que todo iba bien… Al final Pierre me dijo que lo terminaría él… -al nombrar a Pierre sonrió, recordó lo que le había pedido- Y hablando de Pierre…
-Uy, miedo me das… Esa sonrisa no sé si anuncia algo bueno…
-Qué mal pensada… Esta sonrisa es porque me ha sorprendido, pero malo no es… Bueno, yo diría que no, pero no soy quien tiene que decirlo…
-Fernando, deja los trabalenguas anda…
-¡Impaciente! –le divertía la impaciencia de Alicia, picarla un poco… Se ponía tan guapa…- Antes de irme Pierre me pidió el teléfono o la dirección de Macarena…
Alicia estaba bebiendo agua, tuvo que dejar de beber porque se puso a reír también.
-¿En serio? Seria gracioso que hubiesen encontrado el amor el día de nuestra boda… Pero no sé si Macarena querrá saber de él, no la noté afectada por no volver a verle…
La conversación sobre Macarena y Pierre les dejó sensaciones similares, aunque Fernando sabía que la casamentera que había en Alicia sería muy feliz con Macarena casada y, encima, viviendo en París. Fernando leyó ese pensamiento pero se abstuvo a decir nada...
-Le dije a Pierre que se lo preguntaríamos a ella, quizás deberías escribirla para preguntarle si quiere que se lo demos… -Alicia asintió sonriendo, le hacía gracia que finalmente fuese Macarena la que más tardase en comprometerse, en formar una familia- Y tu mañana ¿qué tal ha ido?
-¿Mi mañana? Fernando, me has llamado cada media hora… Sabes mejor que yo cómo ha ido mi mañana…
-He sido un poco pesado ¿no? Lo siento… No puedo evitar preocuparme si no estoy aquí…
-No te disculpes, me gusta que te preocupes…
-Pero… -Fernando sabía que había un pero, cuando se preocupaba era excesivamente agobiante.
-Pero no hace falta que llames cada minuto, que en cada momento sepas qué hago, voy a estar un mes así… No creo que podamos estar un mes entero preocupados, sin poder hacer otras cosas… Yo estaré en reposo, me cuidaré, y me encantará que pasemos juntos todo el tiempo posible de este último mes… Pero tú tienes que trabajar, hacer las compras, salir…
-¿Y tú? ¿Qué vas a hacer tú este mes? He pensado que podría ser buen momento para que empezases a escribir… No sé, algún ensayo sobre Derecho, o incluso un libro de ficción… Seguro que eso te ayuda a no pensar y, además, me encantaría leer algo escrito por ti…
-Sí, podría estar bien… -le había encantado la idea, pero no le gustaba tanto pensar que él lo leería, seguro que no le gustaba…- Lo intentaré… Por cierto, ¿me trajiste la carpeta? Esta tarde me gustaría dejar solucionado ese caso…
-Sí, lo he traído… Pero hay una condición –Alicia le miró exasperada- no puedes estar toda la tarde trabajando, tienes que descansar…
-Fernando, acabamos de decir que no nos preocuparíamos todo el rato… Tengo que trabajar, las mujeres embarazadas también trabajan…
-Sí, las mujeres embarazadas sí, pero no las mujeres a las que les han recomendado reposo porque se puede adelantar el parto.
Fernando notaba que se empezaba a poner un poco inflexible, pero no podía evitarlo… En ese momento, el trabajo le importaba muy poco, podía caerse el mundo que a él sólo le preocuparía el bienestar de Alicia y de su hijo. El tema del embarazo hacía que Alicia se pusiera seria, retorciendo la cara y él se sintiera una especie de tirano obsesivo, por suerte, siempre encontraban un punto medio que, generalmente, solía pasar porque Alicia se saliese con la suya...
-Bueno, Fernando, no voy a discutir contigo. Esta tarde voy a trabajar, me encantaría que estuviésemos los dos trabajando en casa, tomándonos pequeños descansos pero sin agobiar al otro… Si no puede ser, iré al despacho a encerrarme allí tranquilamente…
Fernando estuvo a punto de levantarse de la mesa, de dejarle claro que no saldría de casa; pero se contuvo, Alicia tenía más carácter que él, y más ahora que estaba embarazada, si le prohibía algo lo haría todavía más…
-Está bien, trabajaremos los dos en casa…
Fernando no estaba del todo convencido, pero Alicia sintió esa concesión como una pequeña victoria; su hijo debía sentirlo así también porque se calmó después de haberle dado una comida un poco movida. Alicia cogió uno de los bombones, se acercó a Fernando y se lo dio a la boca.
-¿Estás intentando camelarme?
-Para nada… Si estuviese haciéndolo no te darías cuenta y… Sabes que funcionaría…
Fernando la hizo sentarse encima de él, ella no se relajó del todo, no quería descansar su peso en él, pero la besó y ella se olvidó de todo. Fernando hizo que se levantase, se levantó él; pero en ese momento se frenó, después de lo que había pasado debían tener cuidado. Alicia supo qué le pasaba, tomó la iniciativa, le cogió de la mano y fueron a la habitación, notaba la resistencia de Fernando. Mientras iba de su mano agarrado a la habitación, Fernando volvió a pensar que Alicia siempre acababa saliéndose con la suya…
-Fernando… No va a pasar nada, ya oíste al médico, el bebé no corre peligro porque hagamos el amor…
-Lo sé, pero… -la besó nervioso
-Nada de peros, Fernando… Quiero sentir tus manos, tu mirada, tus besos… Ven…
Alicia le abrazó, empezó a besarle muy despacio, Fernando reaccionó, le acarició el pelo, le encantaba el pelo de Alicia… La posó delicadamente en la cama, estaba pendiente de cada gesto de Alicia, no quería hacerles daño a ninguno de los dos…
Alicia se levantó con cuidado, Fernando estaba dormido, ella se había despertado, el niño no paraba, le gustó pensar que su hijo la estaba despertando para que siguiese con su plan de trabajar. Miró enternecida a Fernando, cuando se despertase se cabrearía consigo mismo por no estar atento para verla trabajar… Salió despacio de la habitación, entornó la puerta sin llegar a cerrarla. Los platos de la comida seguían en la mesa, le hubiese gustado recogerlos, pero sabía que eso no podía hacerlo, que se cansaría… Tendría que hacerlo Fernando, cogió un bombón, la carpeta y se sentó en el sillón. Cuando empezaba a leer la documentación de un caso se olvidaba del tiempo, del agobio de estar en casa, de la preocupación porque se le pudiera adelantar el parto.
Fernando se despertó sobresaltado palpando la cama, olió levemente la almohada y se vistió lo más rápido que pudo, sabía que no había pasado nada porque lo hubiera despertado pero no pudo evitarlo... Llevaba más de una hora trabajando cuando oyó a Fernando abrir la puerta; estaba despeinado y tenía cara de preocupación.
-Parece que me he dormido… -se colocó un poco el pelo- ¿Cómo llevas la tarde? –intentaba sonar despreocupado, no quería que Alicia se volviese a incomodar por su preocupación…
-Cuando me desperté estabas tan tranquilo durmiendo… -se acercó a besarla- Estoy casi terminando, no era tan complicado como creía…
Fernando volvió a besarla pero no se sentó.
-Voy a recoger los platos, no tenía que haber dormido tanto… ¿Te apetece un té?
-Sí, por favor…
Le sonrió, ese tipo de atenciones le encantaban… Fernando recogió todo, fregó, ordenó; últimamente le parecía que se pasaba el día haciendo tareas de la casa. Quería tenerlo todo bajo control, que Alicia no tuviese la mínima tentación de ordenar nada de la casa, eso ahora era tarea suya. Preparó el té, se lo dejó en la mesilla, se sentó en el sofá con un libro, Alicia notaba sus continuas miradas de reojo y no pudo evitar reírse para sus adentros. Sabía los esfuerzos que estaría haciendo Fernando para no quitarle los papeles de la mano y hacer que dejase de trabajar.
Alicia dejó los informes por un momento, se fijó en el paquete que estaba a la vista; cuando Fernando la despertó para comer no había reparado en ello.
-¿Y esto? –alargó la mano para cogerlo- ¿Lo has traído hoy?
-Sí… -temía la reacción de Alicia al comprobar que había comprado otro juguete para su hijo- Es una tontería, lo vi y pensé en uno que tuve yo de pequeño…
Alicia notó que intentaba justificarse, soltó una carcajada que confundió a Fernando, desenvolvió con cuidado el peluche, cuando lo vio se emocionó.
-Es precioso… -abrazó el peluche contra su barriga- Seguro que le va a encantar.
Alicia agarró el peluche contra ella, lo movió casi imaginando que estuviera enseñándoselo ya al niño, lo olió levemente y pensó que no podía ser más feliz que en esos momentos, le apetecía llorar y reír, intentaba achacarlo al embarazo pero las hormonas no era las culpables sino ese hombre que se rascaba levemente la cabeza mientras le enseñaba casi avergonzado lo que había comprado...
-Y… ¿Ya está?
-¿Ya está? –Alicia seguía mirándole divertida- Fernando, no tienes que justificarte por comprarle un peluche, además… ¿Tan ogro me ves como para pensar que te diría algo?
Fernando también se echó a reír, ogro no, pero con un poquito de mal carácter… De todas formas, no era el momento de recordárselo.
-No, Alicia; pero como estoy todo el día comprando cosas… No sé, hasta yo me he sentido mal, no necesitamos esto para ser felices, él tampoco lo necesitará…
-Eso lo sé, no es necesario nada de esto para que los tres seamos felices; pero no debes sentirte mal por comprar juguetes para el niño; los niños son niños y tienen que jugar…
Fernando la besó, ya era tarde, le hubiese gustado decirle que se había acabado el trabajo pero no quiso molestarla…
-Fernando… Siento estar todo el día dándote qué hacer, lo haría yo si pudiese pero…
-No, si está en mis manos lo haré yo…
-Es la hora de cenar y tengo un hambre…
Alicia se levantó, Fernando tuvo reflejos y al segundo estaba ayudándola a levantarse, ella guardó en el cajón el caso que estaba llevando, al día siguiente lo acabaría. Fueron a la cocina, Alicia se sentó en una de las sillas mientras Fernando preparaba la cena. Le encantaba compartir esos momentos con él, hablar de cualquier cosa, verle preparar todo, con el cuidado que siempre lo hacía, con cariño… Esos pequeños momentos que eran su felicidad. La cocina tenía las ventanas empañadas por el vaho de la comida, los recuerdos de ambos se mezclaban con la conversación que intercambiaban....
Alicia cerró los ojos y respiró la mezcla de olores, al hacerlo recordó un momento de sus días fuera, sin saber por qué, vio en su cabeza el momento en que llegaron a Chartres, al ir a bajarse del autobús Fernando le ofreció la mano para facilitarle la salida. En ese momento no llovía, pasearon hasta el hotel, solo existían ellos, no se fijaban en la gente con la que se cruzaban, en otro momento hubiesen saludado a todo el mundo, pero ése era su momento. Fernando la abrazaba mientras caminaban, como cuando fueron conscientes de haber cruzado la frontera y estar ya en Francia. Hablaban de su hijo, de sus amigos, de sus padres… Hablaban y paseaban; sus caras transmitían una mínima parte de la felicidad que sentían.
Fernando posó su mano en el vientre, Alicia volvió al presente, la cena estaba lista y Fernando seguía estando ahí, seguía cuidándola, a veces en exceso, seguía sonriendo a cada sonrisa suya… Aquella noche no dormirían, los recuerdos y los planes futuros ocuparon su noche, abrazados en la cama verían como amanecía. Nunca olvidarían las caricias, los besos, sentir a su hijo... Cada día que vivían juntos lo disfrutaban como si fuese el primero, sabiendo que nunca sería el último.
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**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!! |
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04/09/13 Añadidas capturas del capítulo 165 de AEPS en http://relatosnoa4.es.tl/
04/09/13 Añadidas escenas de los capítulos 163, 164 y 165 de AEPS |
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