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Alicia estaba esperando a Antonio en el despacho, al día siguiente de haber tenido que interrumpir la reunión por el catarro de Roberto, había estado en casa; Fernando se mantuvo al margen al principio aunque no podía evitar escucharles y que su cerebro empezase a buscar soluciones. Alicia le miraba con suspicacia, sabía que, inconscientemente, ya estaría pensando algún plan para llegar al guardia que acompañó a Andrea y Mendoza. Finalmente, Fernando intervino ante la mirada divertida de Alicia; propuso varios planes imposibles, Antonio le miraba sorprendido, hacía muchos años que no le veía pensar seriamente mientras iba proponiendo cosas un poco absurdas. Alicia estaba sentada con la pierna cruzada escuchando a Fernando, Antonio daba caladas al cigarro mientras fruncía el ceño ante la tormenta de ideas de Fernando, éste permanecía en el sillón con las piernas abiertas y las manos cruzadas en forma de puño. Al final, llegaron a la conclusión que debían encontrar alguien de confianza en Madrid para que llegase a ese hombre; en ningún momento pensaron en ellos mismos, Alicia sonrió pensando que probablemente en el pasado, Fernando se hubiese propuesto a sí mismo sin ningún tipo de duda y desde el primer momento. Fernando se sorprendió porque ni por un sólo segundo se planteó realizar él la misión, de forma consciente había tomado una decisión hacía meses pero estaba totalmente interiorizada. Aun así quería ayudar en la medida de lo posible. Ni Antonio ni Fernando tenían ya contactos en Madrid en los que confiar; y mucho menos que perteneciesen al partido. Fernando pensó en el amigo que le ayudó a conseguir la pistola y le advirtió que había alguien más además de Valeriano que iba tras él; podría pedírselo, pero sería volver a implicarse y no quería hacerlo de esa forma. Alicia recordó a un amigo de los juzgados, Fernando la miró con un fingido reproche por recordar a amigos de los que nunca había hablado, ella le quitó importancia riéndose y explicando que podría acercase al hombre y poco a poco tantearle para saber cómo podría tomarse que hablase del caso de Andrea. Mientras Alicia le llamaba y le explicaba un poco la ayuda que necesitaba, Fernando cogió a Roberto en brazos, le tomó la temperatura, no había vuelto a tener fiebre y parecía que la mucosidad había desaparecido. De todas formas, seguía preocupado y atento a cualquier malestar que pudiera tener; Antonio y él escucharon cómo Alicia le explicaba a Ángel lo que necesitaban. Fernando ladeó la cabeza, frotándose la nuca mientras hablaban de los posibles contactos, cuando se enfundaba su traje invisible de abogada le parecía una mujer distinta, la seguridad con la que hablaba, cómo sus réplicas a su amigo iban directas para causar grietas en su conciencia. Antonio y él intercambiaron una mirada de complicidad por ese motivo.


Vieron cómo Alicia daba vueltas para convencerle, Fernando se rio sin hacer ruido, estaba seguro que Alicia podría convencer a quien quisiese sólo con su cabezonería. Roberto se había vuelto a quedar dormido apoyado en su pecho, esos días estaba acostumbrado a escribir, cocinar, a realizar casi cualquier tarea mientras le tenía sobre él. Besó su cabeza y volvió a dejarlo en la cuna. Cuando colgó, les contó que Ángel tenía reticencias, pero que había aceptado aunque, al mínimo peligro, lo dejaría. Tenían que mandarle todos los datos, era peligroso, seguro que Pedro podía hacérselo llegar sin problema, pero tantos datos, tanta información… Decidieron hacer dos envíos, por distintos canales; así se aseguraban que no resultase peligroso ni para ellos ni para Ángel.
Durante aquellos días, Alicia no había vuelto al despacho, estuvieron los dos en casa casi en todo momento, disfrutando de su hijo y viendo cómo poco a poco iba dejando atrás los signos del catarro. Roberto ya estaba perfectamente así que había vuelto al despacho esa mañana. Había recibido noticias de Ángel la noche anterior, de momento todo iba bien, no habían hablado de Andrea pero sí de casos políticos en los que aquel hombre había participado junto a Mendoza. Tras años a su servicio, fue relegado por Mendoza, quería enchufar a un cuñado suyo y él se quedó sin puesto. Tenían a su favor el odio que aquel hombre tenía por Mendoza, pero una cosa era que pudiese venderle a él, y otra que hablase de un asesinato a una roja, algo de lo que aquel hombre estaba convencido… Ángel le había insinuado que quizás podrían forzarle a ayudarles, tenía un par de asuntos turbios en su pasado y seguro que amenazándole podrían hacer que hablase. A Fernando le pareció una locura, Ángel podría acabar muy mal si aquel hombre desvelaba que le estaban chantajeando para saber el paradero de una roja, además de poder hablar de ellos, Alicia estaba de acuerdo, pero no veía otra salida. Por más que pensaba, aquel hombre era la única posibilidad de saber dónde habían asesinado a Andrea; no había ningún archivo donde constase ese asesinato porque Andrea, en el momento en que Mendoza la asesinó, legalmente llevaba muerta años, Mendoza no habría desvelado nada de aquella situación… O aquel hombre les contaba lo que vio, o no podrían encontrar el cuerpo de Andrea. Mientras cenaban, Fernando permaneció en silencio, valorando el riesgo al que Alicia exponía a su contacto, sintió la mano fría de Alicia, se la tomó para besársela a la vez que compartía esos pensamientos con ella. Alicia le quitó importancia al riesgo además de admitir que era la única vía posible. Horas después Fernando permanecía intentando leer en la cama, apoyado contra el cabecero, pensando otras opciones, se frotó la cara, dejó el libro y apagó la luz. Abrazó a una Alicia que llevaba un par de horas dormida…
Esa  mañana, Alicia se desperezó dándose cuenta que Fernando ya no estaba en la cama, de repente le vio aparecer con el desayuno, bromeó con lo que le iba a costar volver al ritmo de trabajo. Roberto rompió el momento de intimidad entre los dos pidiendo atención. Mientras se preparaba, envidió a Fernando, hasta la tarde no iría a la redacción, se vistió despacio, alargando todo lo que pudo el momento de salir de casa. Fernando contenía la carcajada viendo el típico orden de Alicia mientras se arreglaba, llevaba sólo un puño de la camisa abrochado, los pendientes en una de las manos, la cremallera del pantalón bajada, daba vueltas en círculos a lo largo de la casa dejando a medias lo que estaba haciendo si se acordaba de otra cosa. Le susurró a Roberto que parecía entenderle. Fernando estaba dando el biberón a Roberto, lo que hacía que tuviese menos ganas de irse, le encantaba ese momento en el que estaban los dos tan tranquilos; Fernando atento al niño en todo momento y él comiendo con tranquilidad. Alicia no encontraba un documento que debía guardar en el maletín y tampoco el cierre de uno de los pendientes, sabía que Fernando se reía para dentro ante el desastre que preparaba antes de irse a trabajar, esa mañana le había costado salir de la cama y verle sentado, con las piernas estiradas y jugando con Roberto le producía menos ganas, si cabe, de salir por la puerta. Se miró varias veces en el espejo para comprobar que estaba presentable, respiró hondo, Fernando cambió al niño y le dejó en sus brazos.
-Vas a llegar tarde…
-Sí… Pero no puedo separarme de él…
Puso un gesto infantil, acarició la cara del niño y le posó de nuevo en los brazos de Fernando; les besó a los dos y no alargó más el momento de salir. Se puso el abrigo y los guantes ante la atenta mirada de Fernando, cogió el maletín y, cuando ya estaba en la puerta, les dedicó una última mirada que le dio fuerzas para ir a trabajar. Al llegar al portal se encontró con el portero que le indicó amablemente que se abrigara, a pesar del sol el día era bastante frío. Caminó con paso ligero y al llegar al despacho se dio cuenta que tenía tiempo para revisar unos casos antes de que llegase Antonio.
Mientras le esperaba, pensó en Ángel, en el peligro que estaba corriendo y el que correrían ellos si pasaba algo y él se veía obligado a dar datos de la persona que se lo había encargado. Encendió un cigarro mientras pasaba los ojos por las páginas sin fijarse en lo que tenía delante. Antonio llegó al despacho y la vio demasiado seria, pensó que las novedades no podían ser buenas; pero cuando la vio levantarse para saludarle como siempre, descartó esa idea.
-Siento haberme retrasado, he tenido una clase a primera hora y una alumna me ha entretenido…
-¿Una alumna? –Alicia le miró divertida y él negó con la cabeza sonriendo- No preguntaré más…
Antonio estiró el cuello en busca de Grace, no estaba allí.
-No pienses nada raro Alicia…
Ambos se echaron a reír, Alicia además había visto la mirada de Antonio, de pronto se sintió feliz por los dos. Seguro que era muy pronto para pensar en algo serio, pero el hecho de que Antonio la buscase con la mirada para saber si había oído ese comentario malicioso, ya decía mucho, al menos por parte de él… Alicia le ofreció un café que Antonio rechazó pidiendo una copa, le miró preocupada, era pronto para empezar a beber, aunque se la sirvió. Le puso al día, compartió con él la preocupación de Fernando sobre el plan de Ángel y que realmente no había otra forma.
-No sé, Alicia, -Antonio dejó la copa y mientras se encendía un cigarro, siempre con cerilla, le explicó sus preocupaciones, había mucha gente con poco que ganar y mucho que perder- no quiero que por encontrar el cuerpo de Andrea otros paguen las consecuencias… Tu amigo, vosotros mismos…
-Si hay un verdadero peligro, Ángel se retirará, pero peligro… Siempre hay peligros y tú mejor que nadie lo sabes… ¿Es arriesgado? Sí, pero es la única oportunidad que tenemos; si hubiese algún archivo, cualquier cosa, Ángel podría conseguirlo pidiendo favores, pero es que en el caso de Andrea no hay nada a lo que agarrarse…
Sabía que Fernando tenía muchas dudas sobre el caso, sin embargo Alicia parecía tan segura que él mismo terminaba dudando. Tomó un trago de la copa, nunca se perdonaría que les pasase algo, necesitaba recuperar el cuerpo de Andrea, saber que no estaba en cualquier cuneta, pero no a costa de Fernando, de Alicia… Pensó en Liberto, no parecía interesado en el proceso, o al menos a él no le había preguntado nada. Para Antonio seguía siendo difícil acercarse a su hijo, sobre todo en lo relacionado con Andrea; cuando cenaban en casa de Alicia y Fernando solían hablar de ella y le veía interesado y emocionado ante las anécdotas, pero a solas con él nunca hablaba de su madre…
-No sé, de verdad… Si lo veis tan claro, no puedo negarme, pero a mí me parece demasiado descabellado…
Alicia respiró hondo, confiaba mucho en las opiniones de Antonio y sobre todo de Fernando, que los dos estuviesen de acuerdo la hizo dudar. Después de tantas semanas, después de haber oído tanto sobre Mendoza… No podía pensar que todo eso no sirviese para nada, cerró los ojos un segundo y su mente le recordó la foto de Andrea que Fernando le había enseñado.
-Yo creo que debemos arriesgarnos, no perdemos nada; además, tampoco es seguro que recuerde a Andrea… Estuvo años junto a Mendoza y, por desgracia, pasarían tantas personas por sus manos… -movió las manos nerviosa ante ese pensamiento- De momento le voy a decir a Ángel que siga acercándose a él, que le tantee sobre algún caso que recuerde… No sé, que intente sonsacarle. Creo que lo primero es estar seguros de que recuerde a Andrea, y a partir de ahí, ya veremos…
Les interrumpió el teléfono, al cogerlo, oyó al abogado que le había presentado Fernando para dar la cara en el caso del maqui; ella seguía llevando el caso pero las gestiones las hacía él. Recibió con entusiasmo la llamada, a pesar de comenzar hablando en francés terminaron comunicándose en español, tenía la sensación que podía ser una baza importante en la resolución del caso. Quedaron para el día siguiente, parecía que había novedades también en ese caso. Mientras se ponía el abrigo y tomaba el bolso recordó que tenía algunas cartas atrasadas que poner al día, miró el portafotos que había elegido para tener un recuerdo de los tres, un año atrás hubiera dicho que no era nada profesional pero en determinados momentos mirar a su hijo y a su marido le reconfortaba. Sonrió pensando que era la primera vez que usaba ese término incluso para hablar con ella misma. Terminó de recoger sus cosas y acompañó a Antonio al portal, tenía que ir a los juzgados; se despidieron con un abrazo y prometiendo verse pronto.
Fernando estaba terminando de recoger la casa, los últimos días Alicia estaba siempre allí e iba descolocando las cosas según él las colocaba. Se acomodó en el sofá al ver el resultado, todo estaba en orden y Roberto seguía dormido. Encendió un cigarro mientras releía la carta de Pelayo, había algo raro, nombraba a Daniel, algo había pasado en Colombia, pero no explicaba nada. La carta le había dejado preocupado, cerró los ojos pensando en Daniel, un año antes estaban los dos en Madrid, estaban pasando por un momento complicado, los dos tenían dudas sobre su futuro… Sonrió pensando que al final habían encontrado su camino casi al mismo tiempo, pensó en contestar a Pelayo, quería saber qué pasaba, pero lo dejó para un momento más tranquilo, quizás por la noche. Tuvo que dejar la carta tirada en la mesa auxiliar al sonar el teléfono que le sacó de sus recuerdos. Al cogerle oyó a una Alicia un tanto impaciente, sabía que odiaba esperar en los juzgados.
-He pensado que podríais venir a buscarme y comemos los tres fuera, llevamos días encerrados en casa…
-Me parece una gran idea, pero yo a las cuatro tengo reunión…
-No te preocupes, llegarás a tiempo, ya me ocuparé yo de que no llegues tarde…
Fernando se echó a reír pensando en la impuntualidad de ella, aunque evitó recordárselo para no empezar un pique por teléfono. Cuando colgó, decidió darse una ducha rápida, arropó a Roberto, que había vuelto a destaparse, llevó la cuna hacia la puerta del baño, que dejó entreabierta. La ducha le relajó después del trabajo de casa, antes de vestirse miró la cuna, seguía dormido aunque volvía a estar destapado. Con cuidado de no mojarle le arropó; pensó en cuando tuviese ya algunos años y se destapase… Seguro que no le dejaba que estuviese toda la noche tapándole, se echó a reír imaginándose a Alicia interviniendo en aquella situación. Abrió la puerta del baño mientras se afeitaba, de esa forma podría escuchar a Roberto en caso de que se despertase, estaba completamente arreglado cuando se despertó, se puso un pañuelo en la parte del hombro para que el niño no le manchase la chaqueta. Se había puesto el traje que más le gustaba a Alicia, se dio cuenta que había adelgazado un poco las últimas semanas; entre el trabajo frenético de hacía unas semanas y los últimos días pendiente de Roberto, había comido bastante mal sin preocuparse de horarios. Con Roberto en brazos fue a la cocina; preparar el biberón era algo mecánico. Se sentó relajadamente en la mecedora, Roberto comía tranquilo, ya no quedaba ni rastro del catarro, disfrutó de ese momento junto a su hijo, le gustaba que Alicia estuviese en casa, incluso que fuese ella la que le amamantase o le diese el biberón, pero cuando compartía ese momento a solas con su hijo se sentía muy especial. Cambió al niño y le puso uno de los trajes que más le gustaba a Alicia, aquel día de abril parecía que daba una tregua, aunque no quiso arriesgarse y le puso las manoplas y el gorrito, siempre estaría a tiempo de quitárselos si hacía demasiado calor. Cerró las ventanas antes de salir y comprobó que llevaba en el coche todo lo necesario. Al salir del portal, vio como Roberto manoteaba en el aire, odiaba ir en el coche pudiendo ir en brazos viendo todo lo que le rodeaba. Se agachó a darle un beso y le susurró acercando la cara.
-No seas impaciente, cuando estemos con mamá podrás salir…
Al incorporarse se rio de sí mismo, le hablaba como si le entendiese, en mitad de la calle… Si le viesen algunas de las personas a las que había conocido en el pasado… Apretó el paso aún divertido, el camino hasta los juzgados era largo, pero hacía un buen día para dar un paseo. Era consciente del interés que despertaba en el barrio, a pesar de vivir en Francia seguía siendo poco habitual ver a un hombre atendiendo a sus hijos y mucho menos siendo tan pequeños, frunció el ceño mirando a Roberto y pensando los momentos que muchos hombres se perdían por falsos prejuicios. Una niña de unos diez años se acercó a él, quiso ver a Roberto, Fernando bajó un poco la capota y la niña le hizo unas suaves cosquillas.
-Yo voy a tener un hermanito, tengo ganas de que nazca y pueda sacarlo de paseo. Tu hijo es muy guapo.
Fernando se echó a reír ante la espontaneidad de la niña.
-Seguro que serás la mejor hermana del mundo, mira, ¡si le has gustado a Roberto! Y te aseguro que no es fácil, es muy exigente…
La madre de la niña se acercó disculpándose mientras Fernando le aseguraba que no pasaba nada, se despidió de ella todavía riéndose, subió la capota y se agachó para acercarse a su hijo.
-¿Has visto? Ya eres todo un rompecorazones… Creo que tendremos que tenerte muy vigilado, sabes mucho ya…
Roberto le miró sonriendo como si le hubiese entendido, Fernando se echó a reír pensando en el momento en que empezase a interesarse por las chicas. Le hubiera gustado que Alicia le viese hablando con aquella niña y con Roberto, le pareció espontánea y pensó que si tenían una hija sería así, se frotó la nuca ante este pensamiento. Miró el reloj y volvió a apretar el paso, al final iba a llegar tarde…
Alicia estaba ya en la puerta, miraba el reloj nerviosa, había llamado a Fernando con tiempo, debería haber llegado ya. Encendió un cigarro mientras daba pequeños paseos de un lado al otro, cuando vio a Fernando doblar la esquina fue hacia él con paso firme. Le besó suavemente y se acachó para acariciar al niño.
-Ya era hora, pensé que no llegabais nunca, tenía tantas ganas de veros…
-Eres una impaciente.
La besó tomándose su tiempo, el paseo le había sentado bien y estaba feliz; Alicia sabía a café y tabaco, olía exactamente igual que siempre pero cada vez que estaba a su lado era cómo si descubriera de nuevo la sensación que le producía su sabor, su tacto o su olor. Besó su frente para poner fin a ese beso y le abrochó el primer botón del abrigo que llevaba abierto. Mientras caminaban juntos, Fernando le contó el episodio de la niña, Alicia se echó a reír mirando al niño.
-Yo ya lo sabía, es el más guapo de todos, y claro, eso se nota…
Fernando la abrazó mientras controlaba el coche, siguieron caminando abrazados, no tenían rumbo fijo, Alicia se paró frente a la puerta de un pequeño restaurante.
-¿Qué te parece este? Podríamos comer aquí…
Decidieron entrar, era acogedor, había varias mesas ocupadas con gente muy dispar, eligieron una mesa de un rincón que ofrecía algo de intimidad. Fernando dispuso el coche al lado suyo, para estar pendiente, aunque cogió al niño, que estaba deseando salir. El restaurante era acogedor, estaba lleno de comidas de negocios, amigos que quedaban para comer pues trabajaban en la zona y algunas parejas. Alicia tomó la carta y fueron decidiendo, Fernando estaba demasiado ocupado con un Roberto que se negaba a volver al coche de paseo. Alicia no dejó de estar pendiente del niño, que estaba feliz en brazos de Fernando; les vio más guapos que nunca, cuando la camarera se retiró, cogió la bolsa del coche esperando que Fernando la hubiese metido. Él sonrió viendo sus intenciones, colocó al niño de forma que se le viese bien, colocó cuidadosamente el babero de puntillas que llevaba Roberto ese día. Después de revolver un poco la bolsa y, según el pensamiento de Fernando descolocarla totalmente, encontró la cámara de fotos y se dispuso a sacarles una. Fernando posó para la foto ante la atenta mirada del resto de comensales, Alicia les había echado mucho de menos aquella mañana después de haber pasado los últimos días con ellos en todo momento. Mientras probaban el vino, Alicia le contó su encuentro con Antonio, desde que se reunieron en casa, Fernando estaba al tanto de todos los detalles; se quedó pensativo al saber que de todas formas seguirían adelante. Alicia intentó tranquilizarle, Ángel no correría ningún peligro y, si lo había, dejaría el caso, se apartaría del hombre… Intentó alejar esos pensamientos de su cabeza, él no lo veía claro pero no quería ponerse pesado. Mientras comían el primer plato, hablaron del fin de semana, Alicia no quería hacer otra cosa que disfrutar de los dos días sin trabajar, en casa, con ellos; Fernando sonrió pensando si llegaría un día en que se cansasen de estar juntos en todo momento… Se contestó a sí mismo, nunca llegaría ese día, los momentos con Alicia seguían siendo igual de especiales, sino más, que lo eran cuando se conocieron o cuando se reencontraron. Recordó que un año antes acababan de reencontrarse, empezaba a confundir sus sentimientos, a pensar en un pasado que había querido ocultar… Acarició a Alicia en la mejilla mientras Roberto empezaba a quedarse dormido.
-Es increíble lo que nos ha cambiado la vida en un año… Cuando te vi delante de mí no podía creérmelo… Desde luego, la intuición de Daniel fue totalmente acertada… Si alguien es capaz de dejarme sin palabras, eres tú…
Alicia le pasó el cigarro para poder servir el vino, Roberto descansaba dormido y se dio cuenta que Fernando se quedó pensativo recordando su vida hacía un año, pero terminó contagiándoselo, podía cerrar los ojos y volver a sentir la sensación de falta de aire, lo irreal que le pareció tenerlo delante, pasó tantos días hasta que pudo darse cuenta que estaba allí. Alicia nunca le confesó que cada mañana se levantaba con la sensación de que desaparecería por la puerta o directamente que era un sueño, la primera vez que iba ensimismada, entró al baño y se dio de bruces con un Fernando que se estaba afeitando, todos esos momentos formaban parte de su historia como pareja.
-Pues imagínate cómo me quedé yo… Fue un sueño hecho realidad, verte delante de mí, oírte hablar… Este año ha sido el más importante de mi vida, reencontrarme contigo, volver a vivir nuestro amor, esas cosquillas al mirarte… Y tener a Roberto, nada se puede comparar a tener un hijo contigo.
Fernando podía recordar todos y cada uno de los momentos que había vivido con Alicia pero el reencuentro en el Pozo era un recuerdo sordo, siempre tenía que coger aire para enfrentarse a todos esos días, Roberto se quejó y mirarle le llevó, de nuevo, al restaurante al hecho de que Alicia estaba allí y todo lo que habían vivido merecía la pena por ello. Alicia movió la silla para ponerse al lado de Fernando, él miró a los lados riéndose, Alicia les besó a los dos, le daba igual estar rodeados de gente, era feliz y no pensaba contener ese amor que sentía por los dos. Durante el resto de la comida estuvieron el uno al lado del otro, no dejaban ese juego de caricias que siempre les salía inconscientemente, cuando Roberto se durmió, Fernando le arropó en el coche. Alicia pensó en sentarse sobre Fernando, le encantaban esos momentos, pero esa vez sí pensó que estaban fuera, que no debían dejarse llevar tanto. Fernando notó sus intenciones y el pequeño debate que tenía consigo misma y se echó a reír.
-Eres imposible…
Alicia arrugó la nariz haciendo una mueca, la camarera llegó y les sirvió el postre, Alicia había pedido su tarta favorita mientras Fernando se había decantado por una macedonia. Compartieron los postres, como hacían siempre, aunque Alicia evitó darle la tarta ella porque sabía cómo acababa esa situación cuando estaban en casa. Fernando iba a pedir café para los dos cuando Alicia le recordó que debían salir, que si no llegaría tarde; se echó a reír mirándola.
-Así que esta vez eres tú la puntual… -le cogió la mano para hacer que se sentase un momento sobre él- Con lo bien que estamos aquí…
La besó suavemente durante unos segundos y se separó besándola la frente, Alicia se levantó, no le importaba estar rodeados, ella hubiese disfrutado un poco más del beso, pero realmente quería que Fernando no llegase tarde, al menos no por su culpa. Eran conscientes que el cliente de al lado les miraba con reproche ante sus carantoñas, Fernando sabía que Alicia se había mordido la lengua, se quedó mirándola mientras le colocaba el pelo pensando que adoraba ese carácter, la capacidad de enfrentarse a quién fuera, a veces sin medir mucho las consecuencias. Sintió nostalgia al no poder compartir la tarde con ellos, antes de levantarse tomó una servilleta y le limpió la comisura dónde tenía restos de la tarta. Mientras Alicia pagaba, Fernando arropó a Roberto y se quedó mirándole, cada vez se parecía más a Alicia, sobre todo en los gestos, físicamente no, era casi igual que él, pero en los gestos se parecía muchísimo a ella. Se rio pensando que como sacase el mismo carácter que ella, estaría perdido como hiciesen frente común; cuando Alicia regresó la besó el pelo, nunca dejaría de pensar que le encantaba su pelo. Ya en la calle, Fernando estaba bien abrigado y llevaba el coche, mientras Alicia no había terminado de abrigarse.
-Alicia… Aunque haga sol, deberías ponerte el abrigo, vas a coger frío…
Ella se echó a reír mientras se paraba en mitad de la calle y se abrigaba a conciencia mirándole y arrugando la nariz.
-¿Así le sirve señor Solís?
-¿Ves? –la atrajo hacia sí y la besó- No es tan difícil…
Ella se separó riéndose y empezaron a caminar, la redacción no quedaba muy lejos de allí, Alicia había decidido quedarse en casa preparando un caso, no tenía ganas de volver al despacho y así Diane no tendría que ir a casa sólo por unas horas. Roberto empezó a inquietarse, Fernando le miró con ternura mientras intentaba arroparle sin éxito porque no dejaba de manotear en el aire.
-Creo que tiene hambre… Quizás deberías subir a la redacción, puedes darle el biberón en una de las salas… Me encantaría dársele yo, pero llego con el tiempo justo…
Subieron a la redacción, Alicia le abrazó antes de salir del ascensor, cuando entraron, saludaron a los compañeros de Fernando, él la acompañó hasta una pequeña sala donde podría preparar el biberón y dársele.
-Me encantaría quedarme…
-Pero no puedes… No lo alargues más, anda…
-¡Mira quién fue a hablar! Esta mañana casi tengo que obligarte a ir a trabajar…
Alicia se echó a reír y le besó.
-Antes de irte, ven a decírmelo, aunque tengas que interrumpir… Dile a Catherine que me llame.
Alicia enarcó las cejas y Fernando se echó a reír.
-Sé que preferirías no tener que pedirle un favor a ella –se reía todavía- pero ella me lo dirá seguro, y yo quiero despedirme de los dos cuando os vayáis a casa…
-Está bien, trataré de ser amable con ella…
Fernando se echó a reír mientras la besaba por última vez y salía de aquella sala para ir al despacho de Antoine. Alicia se quedó parada, en medio de la redacción, viendo cómo Fernando caminaba con paso firme mientras se desabrochaba el abrigo, la seguridad que emanaba de él le seguía produciendo temblores en las rodillas. Se quedó seria recordando el hombre totalmente desilusionado que se encontró en el despacho, antes de comunicarle que viajaría con él y que estaba embarazada, por suerte la vida había terminado siendo justa con ellos. Roberto llamó su atención y decidió sacarlo del coche.
Fernando movió la silla con desgana para sentarse a escuchar hablar sobre burocracia pura y dura, se sentó al lado de Pierre, aquella reunión no le interesaba, tenía que ir, pero se iba a hablar de novedades de la empresa, balances, nuevos cargos… Le parecía una pérdida de tiempo, podría estar escribiendo algo, preparando algún tema… O con Alicia y Roberto. Encendió un cigarro, la sala era una nebulosa entre el tabaco y el café recién hecho. Llevaban un rato de reunión, Antoine le estaba preguntando algo que no había escuchado, había estado pensando sobre su nuevo artículo, la entrada de Catherine le sobresaltó y se incorporó rápidamente, se disculpó intentando no mostrar cara de alivio y salió. Alicia vio cómo Fernando cambiaba de expresión al verles, ella sonrió ampliamente, había pasado de tirarse de la corbata hastiado a que se le iluminase la cara. Estaba en la recepción con un Roberto ya dormido; la dio un suave beso manteniendo las distancias.
-Me has salvado… Necesitaba salir y veros…
Se agachó para besar a su hijo en la frente, aunque Alicia ya le había arropado, él quiso asegurarse y volvió a arroparle.
-Se ha dormido enseguida, yo creo que le viene bien salir a pasear y que le saquemos del coche…
Fernando sonrió sin dejar de mirarle, estaba calculando la cara que pondría Antoine si entraba al despacho y le decía que había surgido algo… Cerró los ojos haciendo un ejercicio de autocontrol y volvió a besar a Alicia. Alicia notó cómo torció el gesto, su profesionalidad le impedía entrar en el despacho y poner una falsa excusa; amaba la entrega que tenía en todos los ámbitos de su vida.
-Tengo que volver… Deberíais volver en taxi, está empezando a refrescar… Me encantaría irme con vosotros pero…
-Fernando, vuelve antes de que tenga que obligarte…
Alicia se echó a reír consiguiendo que Fernando sonriese, la vio ir al ascensor y esperar pacientemente mientras le miraba. Cuando se cerró la puerta respiró hondo y volvió al despacho. Le quedaban por lo menos tres horas de reunión, intentó concentrarse, pero le interesaba tan poco que sólo conseguía prestar atención a medias. Pierre le dio un codazo para que espabilase, casi se echa a reír, aunque lo evitó removiéndose en la silla.
Alicia disfrutó del paseo regresando a casa, no había querido coger un taxi como sugirió Fernando, en el barrio fue haciendo paradas con sus vecinos y algunos comerciantes, Roberto era el foco de atención y parecía estar encantado. Al llegar a casa, metió a Roberto en la cuna, llamó a Diane para decirle que esa tarde no hacía falta que fuese y se dio una ducha rápida mientras pensaba en Andrea. Mientras el agua caía sobre sus hombros repasaba el caso una y otra vez, no veía las grietas y peligros de Fernando y Antonio, esto le hacía dudar en la situación de Ángel. Pero no veía otra salida, no pensaba rendirse, si no encontraban el cuerpo que no fuese porque dejaron de intentarlo. Aun así, Fernando y Antonio la habían hecho dudar; intentó quitárselo de la cabeza, aunque decidió que volvería a hablar con Ángel. Al salir vio que Roberto estaba despierto, se puso ropa cómoda y reforzó la crema en la cara, el frío hacía que se deshidratase con facilidad, a Roberto le pasaba lo mismo. Colocó el baño y toda la ropa sucia, al salir notó la casa fría quería plantearle a Fernando una solución para el tema de la calefacción. Llevó la cuna al salón y cogió al niño en brazos mientras se sentaba.
-Tendría que trabajar pero…
Suspiró, estuvo acariciando al niño hasta que se volvió a quedar dormido, le hubiese gustado que tardase más en hacerlo, ya no tenía excusa para ponerse a trabajar. Respirar el olor de su hijo, notar su calor contra ella era algo tan especial que no llegaba a acostumbrarse nunca. Esa sensación era la misma de cada mañana cuando se despertaba en brazos de Fernando. Le dejó en la cuna y le arropó, cogió el teléfono casi con miedo, se alejó todo lo que el cable le permitía y marcó el número de Ángel. No sabía qué le daba más miedo, que al hablar con él le convenciese de dejarlo todo o que siguiesen adelante. Habló unos minutos con él, Ángel seguía convencido, no veía tanto peligro como veían ellos, finalmente, le hizo prometer que al mínimo peligro lo dejaría, aunque estaba casi segura que no le haría caso. Hablar con Ángel tranquilizó sus preocupaciones pero también disfrutó de los pocos recuerdos no profesionales de esos años, y le puso al día de cuestiones del país. Al colgar preparó café antes de sentarse a trabajar, usó un foco para no deslumbrar a Roberto, aunque este dormía tranquilamente. Cerró los ojos disfrutando del olor a café recién hecho mientras se frotaba las manos que comenzaban a estar muy frías. Encendió un cigarro y se enfrascó en el caso, mientras leía no dejaba de ojear a Roberto, dormía tranquilo aunque se destapaba cada vez que se daba la vuelta. Terminó de revisar el caso y se decidió a preparar algo de cena, mientras la cena terminaba de estar lista se sirvió un vino, se lo tomó mirando a su hijo y la hora, le resultaba extraño que Fernando aún no hubiera llegado a casa.
Fernando se levantó mientras veía cómo Pierre se estiraba en la silla para acabar levantándose, la reunión había durado más de lo que esperaban. Al salir del despacho vieron a Antonio, llevaba un rato esperándoles, les dijo que les invitaba a una copa, Fernando se frotó la nuca, le apetecía pasar un rato con sus amigos, tener una conversación con tranquilidad, incluso se planteó si Antonio no quería hablar de forma informal con él pero, por otra parte, quería llegar a casa. Miró el reloj y aceptó. Le preguntaron a Jean pero Catherine le miró fríamente y él rechazó la invitación; Fernando le miró sorprendido, finalmente Catherine había acertado el tiro y hasta parecía que ejercía poder sobre él. Antes de salir, llamó a Alicia, notó cómo a Alicia no le gustaba del todo que se quedase a tomar algo, aunque no puso ninguna pega.
-No tardaré… Estoy deseando llegar y abrazaros…
-Más te vale Fernando Solís…
Se echaron a reír y se despidieron; al colgar el teléfono sonrió irónico pensando en su amigo Bonilla, movió la cabeza y cedió el paso a Antonio.


Cogió el abrigo, al salir notó el frío, era tarde y el sol ya había dejado paso a la noche. Entraron en el bar de siempre, el local estaba prácticamente vacío, era acogedor y servía el mejor vino de todo París. Tomaron asiento en una mesa que estaba apartada, pasando por un reservado, Fernando pensó que las costumbres tardaban en perderse.
-Bueno Antonio… Cuéntanos cómo te va con Grace…
Fernando miró divertido a Pierre, el mismo que se sonrojaba cuando le preguntaban a él, era el primero que sacaba la munición con los demás.
-Poco a poco, no quiero hacerme ilusiones todavía, pero me gusta, me gusta como hacía mucho tiempo que no me gustaba una mujer…
Fernando y él intercambiaron una mirada, la imagen de Andrea se materializó entre ellos.
-Brindo por eso –Fernando levantó la copa, no quería que Antonio se sintiese culpable- y por Diane ¿no Pierre?
Fernando se echó a reír al ver la cara de Pierre, él se removió nervioso en el taburete ante la atenta mirada de los dos.
-Pues sí, también hay que brindar por Diane…
Para Fernando su vida había dado muchos giros y esa conversación era la prueba evidente de ello, estaban hablando de sus respectivas parejas o vidas sentimentales y no de salvar el mundo. En esos momentos siempre pensaba en Roberto.
-Bueno, en ese caso –Antonio se rio también por la reacción de Pierre- también por Alicia ¿no?
Fernando volvió a sentir la culpabilidad por aquellos celos absurdos, aunque los controló para que no lo notasen.
-Claro que sí, por Alicia y por Roberto, son lo mejor que me ha pasado…
Tomaron un trago mientras Fernando pensaba en que un año antes nunca lo hubiese reconocido tan abiertamente.
-Os va bien ¿no? –Antonio sí había notado una mirada un poco extraña en Fernando- Al menos parecéis la pareja perfecta…
El único momento incómodo fue recordar la discusión con Alicia por su relación con Antonio, sabía que había cambiado de expresión y éste la había malentendido.
-No puedo quejarme, nunca había sido tan feliz… Tenemos nuestras cosas, no te vayas a pensar… -se le pasó por la cabeza contarles su episodio de celos pero lo descartó- Pero cuando estoy con ellos, cuando les miró… Todo merece la pena al saber que ellos están en mi vida.


-La verdad es que no te había imaginado tan…
-¿Burgués? –Fernando enarcó las cejas sonriendo
-No iba a decir eso…
Fernando se echó a reír, en el fondo algunas veces sí lo pensaba, no por tener a Alicia y Roberto en su vida, pero sí por todo lo demás.
-Bueno, pero es la verdad ¿no? Yo tampoco me había imaginado llevando una vida así, nunca me lo había planteado… Ni siquiera con Belle –Pierre notó que se perdía algo, Fernando le miró con una sonrisa cansada- uff es una historia muy larga, algún día te la contaré… -miró a Antonio- Supongo que éramos muy jóvenes, nunca me imaginé una vida estable con ella. Pero cuando me reencontré con Alicia… Desde el principio me pregunté qué hubiese pasado si no hubiese renunciado, si tuviese una vida con ella… Sólo con ella ha sido con quien he soñado con cosas simples, un desayuno compartido, una noche charlando, una comida de pareja… Y tener un hijo, sólo podía ser con Alicia.
Mientras hablaba de su amor por Alicia, por su hijo y la vida que llevaban juntos no dejó de jugar con la copa, Antonio sabía que Fernando no era hombre de hablar excesivamente de su vida privada por eso no le sorprendió que Pierre no hubiera oído hablar de Belle. Después de la primera copa, se sucedieron un par más, siguieron hablando de ellas, aunque intercalaban con otros temas. A Pierre ya se le notaba el efecto de las copas, Antonio y Fernando le miraban divertidos. Cuando quiso darse cuenta, miró el reloj alarmado, era muy tarde, tendría que haber llegado a casa hacía más de una hora. Fernando se pasó la mano por el pelo mientras se despedía, Antonio y Pierre se quedaron tomando la última, Fernando pensó que probablemente a la última le acompañasen algunas copas más… El aire frío de la calle sirvió para despejarse por las copas que habían tomado, si durante esas horas hubiese pasado algo, Alicia se hubiera encontrado sola y sin saber cómo localizarle. Ese pensamiento le hacía más daño que cualquier cosa que ella pudiera reprocharle. Se puso el abrigo mientras caminaba rápido, hacía frío pero le dio igual salir sin abrigarse, tardó menos que nunca en hacer el trayecto a casa. Se sintió culpable por haber estado tomando algo mientras Alicia estaba en casa con el niño, no quería ser ese tipo de hombre. Subió las escaleras casi tropezándose, abrió la puerta con cautela, Alicia estaba en el sofá, leyendo un libro, le miró con un gesto que no supo descifrar.
-Alicia lo siento… Hemos estado tomando algo y se me ha ido el tiempo, no quise llegar tan tarde, en realidad estaba deseando llegar… Lo siento…
Alicia suspiró, le molestaba mucho no poder enfadarse con él; había pensado tantas formas de echarle la bronca… Pero vio la culpabilidad en su mirada y sabía que estaba ablandándose. Aun así, no podía negar que estaba molesta, había cenado sola, el piso se le hacía enorme y tenía los pies helados. Arrugó la cara pero la expresión de Fernando produjo una contención en sus pensamientos.


-Fernando…
Se sentó junto a ella, evitó tocarla para que no pensase que pretendía que se olvidase de todo con un acercamiento.
-De verdad, no ha sido mi intención…
El olfato de Alicia se agudizó, pudo adivinar las copas que se habían tomado antes de que Fernando se diese cuenta de la hora.
-Espero que al menos la conversación fuese interesante…
-La más interesante, te lo aseguro… Aunque no me di cuenta de la hora, no dejé de pensar en vosotros, ni de hablar de vosotros…
-Eres un adulador increíble…
-Pero es la verdad…
Alicia no pudo contener la carcajada que le salió, Fernando sonrió mientras ella volvía a ponerse seria.
-Bueno, pues mientras tú hablabas de nosotros, nosotros hemos estado aquí ocupados, he trabajado, he hecho la cena, le he dado un baño, el último biberón del día…
-Lo siento, de verdad…
Fernando agachó la mirada, no había excusas para haberse quedado en el bar, contuvo las lágrimas que amenazaban con salir, no quería que Alicia pensase que era para que le perdonase. Fernando se derrumbó por el mismo sentimiento de culpa, Alicia le miró sorprendida, sabía que para él la lealtad era todo y no quería fallarles pero le pareció una autocrítica excesiva. Cuando levantó la mirada, no quedaba rastro de lágrimas, pero sí de culpabilidad. Alicia le abrazó, sabía que por dura que fuese ella, él estaba siendo todavía más duro consigo mismo. Pensó en proponerle tomarse, cada uno, un día de la semana para salir con sus amigos o hacer actividades con sus compañeros de trabajo.
-Venga, vamos a dormir, que ha sido un día muy largo… Sobre todo para algunos…
Se levantó después de soltar esa pulla, Fernando la miró sonriendo, si tenía humor para aquel comentario, no estaba tan cabreada como hacía ver. Besó a Roberto antes de mover la cuna, volvió a sentirse culpable por no haber estado para bañarle, le encantaba ese momento. Dejó la cuna en el lado de Alicia y volvió al salón para apagar las luces, cuando volvió a la habitación, Alicia ya estaba metida en la cama; se desnudó despacio, colocando la ropa en la silla, se iba a poner el pijama cuando Alicia se incorporó y se acercó a él. Sin decir nada empezó a besarle, Fernando seguía tenso, ella lo notó.
-Fernando, venga… Que llegues un día tarde no borra todos los días que te has desvelado por Roberto, por mí… Te diré que según pasaban los minutos me iba cabreando, tenía preparada una bronca buenísima… Pero sé que tú mismo te lo echas en cara más de lo que yo lo haría; sé que no pretendías llegar tarde… Deja de sentirte culpable por todo, no ha estado bien que no llamases para decir que te quedabas un rato más, o que no te dieses cuenta de la hora… ¿Pero por eso te vas a castigar tanto?
Fernando se abrazó a ella cansado, respiró su olor y cerró los ojos.

-¿Sabes? Mientras venía a toda velocidad pensé que probablemente me tocaría dormir en el sofá…
Alicia se echó a reír pero se había planteado dejarle la almohada y la manta en el sofá, por suerte en ese momento tenía la suerte de poder sentir sus besos y sus caricias.
-Si quieres estás a tiempo eh… -le volvió a besar- Aunque yo no quiero pasar ni una noche alejada de ti, de tus besos, de tus abrazos…
Fernando había realizado los movimientos de forma automática hasta que Alicia se acercó para besarle y terminó por olvidar toda la ebullición de su cabeza. Se dejó llevar, los besos de Alicia le hacían olvidarse de todo, de la reunión, de las copas, de la culpabilidad… Hacer el amor con Alicia era muy especial, un momento en el que no existía nada más que ellos dos.

Alicia cerró los ojos apoyada en su pecho, pensó en las vueltas que había dado por toda la casa al ver que no llegaba, respiró su olor.
-Tenías que haber llegado borracho, hubiese sido más fácil echarte la bronca…
Fernando se echó a reír mientras le pasaba el cigarro, después de hacer el amor la única luz que había en la habitación era la de la mesilla de noche, Alicia luchaba para no quedarse dormida y podía escuchar los pensamientos de Fernando mientras notaba su respiración y la mirada perdida.
-Nunca me habría quedado tanto como para emborracharme. Y aunque no te lo creas… Estuvimos hablando de ti, bueno, de vosotras… Diane, Grace… En fin, pareceríamos un cuadro… Por cierto, Pierre sí que estaba algo perjudicado, les dejé a los dos tomándose la última, no sé cómo acabarán…
-¿Y no pensaste en quedarte con ellos a tomar la última?
-Ni por un momento, cuando miré el reloj les dejé con la palabra en la boca… De hecho, habrán tenido que invitarme, se me olvidó hasta pagar…
Alicia se echó a reír, podía ver a Fernando salir del bar como si hubiese un incendio, recorrer la distancia hasta casa… Se incorporó para pasarle los dedos por la frente y le sonrió. Prefirió dejar para el desayuno contarle su proposición.
-Te amo, incluso cuando llegas tarde y no puedo echarte una bronca en condiciones…
-Te amo más que a nada, Alicia, Roberto y tú sois lo que da sentido a mi vida.
Alicia le besó una vez más y cerró los ojos, lo último que notó fue la mano de Fernando tocándole el pelo y cómo intentaba tumbarse completamente en la cama. Él se quedó todavía dándole vueltas a haber llegado tarde, él no era ese tipo de hombre que tiene a la mujer y los hijos en casa mientras se va con los amigos. No lo era y no quería serlo; apagó el cigarro y la lámpara, abrazó a Alicia y cerró los ojos mientras susurraba.
-Lo siento Alicia, nunca volverá a pasar algo parecido, te lo prometo.
Se autocensuró pero terminó quedándose dormido producto del cansancio, la sensación de paz de esos momentos y el sonido acompasado de la respiración de Alicia y Roberto.

__________________________________________________
**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!!

 
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