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Agosto de 1961
Mi querida Inés
No sabes la alegría que me llevé al leer tu carta, Fernando y yo ya tenemos todo listo para recibiros la semana que viene. Llevamos algunas semanas instalados en un piso que hemos alquilado, no es muy grande pero al menos es nuestro hogar. Tengo muchas ganas de volver a verte y compartir esta felicidad contigo, desde que llegamos he sido la mujer más feliz, no ha sido fácil encontrar nuestro lugar, pero si estamos juntos, todo merece la pena. Ayer, por fin, sentí a mi hijo, fue una ligera patadita pero me emocioné mucho; Fernando al principio se asustó, pero después disfrutamos juntos ese contacto con nuestro hijo.
Hace un mes conseguí recuperar mi documentación, al tener pasaporte francés ha sido más fácil; ahora el único obstáculo es la anulación de mi matrimonio con Álvaro… Yo no necesito estar casada con Fernando para sentir que nuestra relación es real, que tenemos un compromiso, que nos amamos. Pero cuando nazca nuestro hijo quiero que legalmente sea hijo de Fernando, aunque el apellido… Bueno, eso ya te lo explicaré cuando nos veamos. A través de un viejo amigo de Fernando, he contactado con un despacho de mujeres, de momento no puedo trabajar legalmente como abogada, pero colaboro con ellas y les asesoro en algunos casos de justicia española.
Estoy deseando que lleguéis, quiero compartir contigo lugares especiales para mí, paseos por París, calles que me recuerdan a mi adolescencia… Estoy segura que os encantará París.
Hasta muy pronto Inés, os esperamos.
Alicia Peña
Agosto de 1961
Queridos Pelayo y Marce
¿Qué tal estáis? No dejo de pensar en vosotros, en cuando pueda volver a veros y agradeceros toda vuestra ayuda personalmente… Hace unos días que llegó vuestra respuesta, me hubiese gustado estar con Daniel en su boda, no por la ceremonia, que ya sabéis que no va conmigo, sino por compartir con Daniel y Belén su felicidad. Les deseo la misma felicidad que yo estoy viviendo junto a Alicia, nunca pensé que podría ser tan feliz. ¿Se ha ido ya a Colombia? Antes de que se vaya, decidle que me gustaría poder escribirle, cuando se vaya no será tan peligroso y podré escribirle directamente.
Os alegrará saber que Alicia y yo ya estamos asentados, tenemos un piso pequeño pero suficiente para nosotros; yo he empezado a escribir para una revista francesa sobre la situación de España, me alegraría que lo pudieseis leer pero es peligroso hacérosla llegar… Alicia también está empezando a trabajar, aunque la he dicho que se lo tome con calma, lo primero es nuestro hijo. ¡Estoy tan ilusionado con tener un hijo nuestro! Ni yo mismo me reconozco, hace tantos años que no tengo mi propia familia… Volver a Madrid me hizo recordar todo lo que renuncié en el pasado, necesitaba reencontrarme con mi pasado para saber cómo seguir con mi vida. No me arrepiento de nada, pero creo que era el momento de pensar en mí, en Alicia, en nuestro hijo…
Me despido ya, esta tarde Alicia y yo iremos a comprar las primeras cosas del niño y a pasear por París, todavía no se ha ido el calor y queremos aprovecharlo.
Un abrazo muy fuerte, no hace falta volver a deciros que aquí tenéis vuestra casa.
Fernando Esquivel
Esta vez acudieron los dos a entregar las cartas, una con destino Barcelona y otra con destino Madrid. Harían el mismo trayecto por varias ciudades españolas hasta que llegasen a su destino. Alicia estaba pensativa, Fernando no dejaba de mirarla, esa mañana le había contado su pasado con Belle. Ella no supo cómo reaccionar al principio, de golpe entendió tantos momentos del pasado… Entendió por qué Fernando no pudo permitir que le acompañase, por qué siempre puso barreras al acercarse a ella… Cuando pudo reaccionar, le abrazó lo más fuerte que pudo, en ese momento su hijo había vuelto a dar una patadita y ambos sonrieron, Fernando llevó su mano al vientre abultado de Alicia y le acarició. No hablaron, cogieron las cartas y se dirigieron a donde estaban ahora. Fernando estaba asustado, no veía reproche en la expresión de Alicia, pero tampoco sabía qué veía exactamente… Iba a preguntarle algo, pero en ese momento llegó Pedro, charlaron unos instantes, le dieron las cartas y emprendieron el camino. No tenían un destino claro, solamente paseaban por París, Fernando se paró, ella hizo lo mismo.
-Alicia yo… Quizás te lo tenía que haber contado antes, que supieses lo que fui capaz de hacer en el pasado… Entendería que no quisieses volver a verme porq…
-¡Fernando! –no le dejó continuar- ¿Qué dices? ¿De verdad piensas que no querría estar contigo después de contarme algo así? Te conozco lo suficiente para saber que superar lo que pasó con Belle te ha costado mucho, es más, ahora he comprendido muchos momentos que viví contigo en el pasado. Me parece admirable que alguien que ha tenido que matar a la mujer que amaba para que no sufriese, sea capaz de salir adelante… Tiene que ser muy duro vivir con algo así. Pero bueno, tampoco me sorprende, has podido salir adelante después de un fusilamiento…
-No, Alicia, eso en parte te lo debo a ti… Solo he podido superarlo desde que estoy contigo, con Pelayo, con Marce, con Daniel… Volver a Madrid me ha ayudado a recordar quien fui, quien quiero ser…
-No te infravalores, has sufrido mucho, mi amor, y no todo el mundo sería capaz de sobreponerse… Otros te habremos ayudado, pero de ahí has salido tú solo, pensando en tu pasado, en tu presente, en lo que quieres para tu futuro… Gracias, Fernando, por compartir algo tan duro conmigo, creo que lo necesitaba para entenderte del todo…
Alicia le besó, no tenía más que decirle, su opinión sobre Fernando no solo no había empeorado, sino que había mejorado. Si en algún momento dudó de que Fernando fuese el hombre adecuado, ahora ya no le quedaba la más mínima duda. No quiso que él volviese a hablar, que siguiese recordando… Le abrazó fuerte, y así, abrazados empezaron a andar hasta llegar a la Torre Eiffel. Poco después, empezaron con las compras, pero ya con un ánimo distinto gracias a que se tomaron un respiro para ellos dos.
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