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20 de diciembre de 1961

20 de diciembre de 1961

Le dolía cada músculo del cuerpo, el esfuerzo, el miedo y la adrenalina de tener a su hijo en sus brazos habían sido un cóctel explosivo. Se incorporó con mucho cuidado, acababa de echar a una enfermera con la mirada que pretendía despertar a Fernando para decirle que los acompañantes no podían tumbarse en la cama, por suerte Alicia había ganado bastante carácter con los años y se fue sin hacer el menor comentario.
Miró al niño y le recorrió la cara suavemente con las yemas de los dedos, era un clon exacto de Fernando, tenía su misma nariz, sus ojos, su boca… Pareciese que ella no había tenido nada que ver. Se giró para hacer lo mismo con Fernando, estaba dormido profundamente, estaba despeinado y necesitaba un afeitado. Nunca le pareció tan guapo cómo en ese momento. Tomó, después de incorporarse con cuidado para sentarse en la cama, una cuartilla para escribir a su amiga Inés, en esos momentos le apetecía abrir la ventana y gritar que había sido madre...

Mi querida Inés
Espero que por Barcelona todo vaya muy bien, tengo una noticia que darte… Acabo de dar a luz, mi hijo, Roberto, ya ha nacido. Ahora mismo está dormido, no puedo apartar la vista de él, es precioso, se parece muchísimo a Fernando. No puedo describir la sensación de felicidad que tuve al tenerle en mis brazos, es algo que solo se puede comprender al sentirlo…
Al principio me asusté, todavía me quedaban un par de semanas para salir de cuentas… Pero todo fue bien, Fernando estaba a mi lado y eso consiguió calmarme, aunque él no lo estuviese… ¡Tendrías que haberle visto! Creo que nunca le había visto tan angustiado, saber que no puede controlar la situación no le gusta nada… Pero sentir su mano agarrando la mía, su mirada atenta, su olor… Solo con su presencia hace que las cosas parezcan más fáciles, que no tenga miedo a nada.
En cuanto salgamos del hospital le haremos una foto para mandárosla, ya verás, es el bebé más bonito que puedas ver. Bueno, hasta que veas a tu hijo, que para ti será el más bonito, seguro. Me gustaría mucho que estuvieses aquí para compartir estos momentos, estar allí para compartir el momento en que tú tengas a tu hijo…
Un abrazo muy fuerte, amiga, a pesar de la distancia te siento aquí conmigo.
Alicia Peña

Al terminar de escribir la carta se quedó escuchando la respiración de los dos hombres más importantes de su vida y sintiendo la presencia de su padre que de alguna extraña manera siempre estaba con ella. Apoyó la cabeza en la almohada, miró hacia su hijo, había sido niño, como ella pensó desde el principio. Lo último que sintió fue la mano de Fernando en su cintura antes de quedarse dormida…

Esa mañana
Durante toda la noche había sentido las contracciones cada vez menos espaciadas, sabía que su hijo no tardaría en venir al mundo, disimuló cuando Fernando, antes de levantarse para hacer el desayuno, le preguntó qué tal había pasado la noche… Alicia se quedó en la cama mientras Fernando preparaba el desayuno, era un día frío así que probablemente se quedaría todo el día entre la cama y el sofá. El olor del café despertó del todo a Alicia, Fernando había abierto la ventana de la cocina, pero aun así el olor llegaba a la habitación. Se tomó su café antes de llevar un vaso de leche a Alicia, unos croissants y un poco de zumo de naranja. Cuando llegó a la habitación vio la cara de Alicia, dejó la bandeja en una esquina de la cama y se acercó a ella lo más rápido que pudo.
-Alicia… ¿Estás bien? ¿Es otra contracción?
-No… Creo que ahora sí deberíamos ir al hospital…
Fernando le ofreció su mano, que ella apretó muy fuerte, estaba segura que había llegado el momento, con su ayuda se levantó y vistió, un vestido ligero, que no tardaba nada en ponerse. Fernando no pudo ser más efectivo, le ayudó a vestirse, calzarse y tener todo listo en un tiempo récord, en esos momentos admiraba, aún más, su capacidad de reacción. Sabía que estaba muerto de miedo, la forma de sudarle las manos, de pasarse la mano por el pelo, incluso ese silencio interrumpido tan sólo por alguna respiración nasal aguda. En algunos momentos temió romperle la mano pero prefería apretarle fuerte que contarle que estaba muerta de miedo… Fernando fue a por el abrigo, los guantes, la bufanda y la bolsa, antes de volver a la habitación llamó un taxi; Alicia estaba preocupada porque aún no había roto aguas, la ayudó a llegar al salón, antes de llegar sintió una fuerte contracción y tuvo que encogerse, Fernando le sujetaba la mano y el otro brazo, tenía miedo, no soportaba ver a Alicia así… Intentaba calmarla, el miedo se lo guardaba para él mismo, tenía que controlarlo, no podía dejarse llevar por el miedo. El taxi tardó menos de un cuarto de hora, pero para ellos fue una eternidad, Fernando no dejaba de sujetarla, tenía miedo a hablar y agobiarla, no se daba cuenta que lo único que necesitaba Alicia era sentirle. Justo antes de que llegase el taxi, Alicia estaba con la cabeza en el cuello de Fernando, olerle la relajaba y en esos momentos necesitaba esa tranquilidad. Cogida de la mano de Fernando salió de casa, él apagó las luces y cerró la puerta a la vez que la ayudaba a entrar al ascensor. El trayecto hasta el hospital fue rápido, pero Alicia no lo sintió así, las contracciones eran cada vez más continuas, pero seguía sin romper aguas y eso la asustaba. Cualquiera que no les conociese, que fuese ajeno a su relación, podría haber pensado que algo no iba bien. No hablaron en todo el trayecto; Alicia tenía una mano en su tripa, sintiendo a su hijo, con la otra agarraba la mano de Fernando, a veces incluso pensaba que le haría daño al apretar con cada contracción. Fernando tenía el otro brazo por detrás de Alicia, atrayéndola hacia sí; pero no hablaron. No lo necesitaban, conocían los miedos del otro, las palabras que dirían para tranquilizarse mutuamente, cualquier palabra que hubiesen dicho en ese momento sonaría vacía. Fernando no dejaba de mirarla, estaba atento a cada gesto de dolor; Alicia volvió a respirar apoyada en el cuello de Fernando, le parecía asombroso el efecto que tenía en ella, por un segundo se olvidaba de todo.
Al llegar al hospital, Fernando se desesperó ante las preguntas de la recepcionista, dar los datos de Alicia le pareció absurdo, estaba de parto ¿a qué esperaban para atenderla? Mientras Fernando hablaba con la recepcionista pensaba en cómo en un momento dado se había planteado pasar por eso ella sola, negarle y negarse a ella misma lo que sería uno de los días más felices de su vida. Cuando Fernando vio la cara de Alicia ante una nueva contracción, miró fríamente a la recepcionista y le informó que pasaban ya, que más tarde cumplimentaría el papeleo. No esperó respuesta, ayudó a Alicia a entrar a la sala y, afortunadamente, un doctor les vio llegar y pidió una camilla para ella. En cuanto Alicia se acomodó en la camilla, rompió aguas y, por fin, respiró tranquila, el doctor le dijo que había dilatado mucho y que el parto estaba cerca. Todo el mundo asociaba el romper aguas con el momento del parto, y al no haber sido así se había asustado. Miró a Fernando, él seguía estando asustado, no le gustaba no controlar la situación, le besó la mano, ella había asumido que Fernando no estaría en el parto, a él ni se le había pasado por la cabeza…
-Señor Esquivel, voy a llevar a su mujer a la sala de partos, en cuanto tengamos noticias haré que una enfermera le informe.
-¿Cómo? ¡De eso nada! Yo entro con mi mujer, ¡faltaría más!
-Pero señor, usted no puede entrar, no se preocupe, todo estará bien.
-¡Claro que me preocupo! Yo voy a entrar con Alicia, le guste a usted o no.
Fernando miró desafiante al doctor, que se había quedado sorprendido, Alicia dirigió una mirada de reproche a Fernando pero al segundo se borró la mirada porque había vuelto a sentir otra contracción. Fernando hacía mucho tiempo que no tenía que apretar los puños hasta dejarse los nudillos blancos conteniéndose para no hacer una locura, sabía que las normas impedían a los padres estar en el parto, pero él no era un padre normal, era él y ningún médico impediría estar con Alicia, aunque sintiese que no podía ayudarle en nada. Se agachó junto a Alicia, le besó la frente y cogió su mano.
-Alicia… No te voy a dejar sola…
Ella sonrió, sabía que, costase lo que costase, Fernando estaría con ella en el momento de nacer su hijo.
Se levantó para volver a enfrentarse con el doctor, pero ya no hizo falta, le miró con desdén pensando en la vehemencia de los españoles, y le dijo que podía pasar con ellos. Al llegar al paritorio, Fernando vio dos mujeres más esperando para dar a luz, no había nadie con ellas, no podía imaginarse a Alicia así, sola, mientras los doctores iban y venían… Se serenó, él estaba con ella, nadie impediría que la acompañase en ese momento, que le diese la mano, ver nacer a su hijo… Secarle la frente y agarrarle la mano le parecía algo menos al lado de lo que estaba pasando Alicia, jamás escuchó decir tantos tacos de su boca, de hecho no tenía ni idea que supiera tantos en español y en francés…
Las contracciones de Alicia eran cada vez más seguidas, ella sabía que eso era buena señal, que su hijo estaba a punto de nacer, pero Fernando, al notar una vez más la presión de la mano de Alicia en la suya, no podía evitar asustarse, pensar en el dolor que estaría sintiendo, en que algo pudiese ir mal. El doctor les hizo esperar, aunque había dilatado, aún le quedaba un poco; se quedaron solos, con las otras dos mujeres. Fernando acarició el pelo de Alicia, no sabía qué podía hacer para hacerle más llevadera la espera, posó su mano sobre la barriga.
-Alicia, todo irá bien, te lo prometo…
-Mi amor… En unas horas tendremos a nuestro hijo con nosotros… Da igual el dolor, será uno de los momentos más felices de nuestra vida…
Fernando sonrió, la besó suavemente, se agachó al lado de la camilla para ponerse a su altura y así esperaron juntos a que volviese el doctor. Cuando la volvió a examinar, les informó que el momento del parto había llegado, Alicia respiró tranquila mientras que en Fernando esas palabras provocaron el efecto contrario, no podía controlar la situación, hacer nada para que Alicia no sufriese más de la cuenta… Agradeció tener que andar junto a la camilla, pudo ir mirando al frente sin que Alicia viese el miedo que transmitían sus ojos. Nunca sintió tanto miedo, se sentía vulnerable, pero a la vez se obligaba a serenarse, si alguien tenía derecho a sentir miedo era Alicia, no él. Al llegar al paritorio, prepararon a Alicia, las enfermeras miraron confundidas a Fernando, el doctor intercambió una mirada con ellas y no preguntaron nada. Fernando no se separó de la cabecera de Alicia, le cogía la mano, acariciaba y besaba su frente, estaba atento a cualquier gesto de Alicia pero no quería agobiarla. Ella estaba tranquila, el dolor hacía que agarrase demasiado fuerte la mano de Fernando y en algunos momentos notó cómo le clavaba las uñas; él no lo notó, sólo estaba atento a los gestos de Alicia. Alicia sentía que llegaba el momento, miró a los ojos a Fernando, en ese momento fue consciente del miedo que transmitía, le sonrió para tranquilizarle, él la imitó pero hasta no tener a su hijo en brazos no respiraría. Alicia cerró los ojos, llegaba una contracción muy fuerte, era el momento y necesitaba concentrarse en empujar, los ojos de Fernando se llenaron de lágrimas que intentó evitar.
Durante los minutos, que parecieron horas, que tardaron en limpiar al bebé notaron la boca seca, eran incapaces de decir nada, Alicia lloraba sonriendo, notando el cansancio en todo su cuerpo, Fernando se agachó para decirle algo privado al oído, una vez que escucharon llorar al niño, y le limpió delicadamente las lágrimas. Se enamoraron de él, por un momento no había nadie más en el paritorio que ellos tres, miraron delicadamente sus minúsculas manos, bromearon con lo mucho que se parecía a él...
Fernando salió del paritorio deambulando casi sin sentido, había sido uno de los momentos más intensos de su vida, llegó a una sala y se encendió un cigarro a la vez que se sentaba, no dejaba de tirarse del cuello del jersey mirando el reloj para cuando pudiera volver a reunirse con Alicia y con su hijo. Miró a su alrededor y, de repente, vio una cara conocida, Pierre había acudido para felicitarle y preguntar qué tal todo. Fernando se fundió en un abrazo intentando no derramar ninguna lágrima que destruyera su imagen de hombre duro...
-¿Cómo has sabido…?
A Fernando no le salía la voz, había conseguido evitar las lágrimas, pero su voz seguía afectada.
-Llamé a casa, como no cogíais me acerqué… Y el portero me dijo que os había visto salir con la bolsa…
-Gracias por venir… Creo que lo necesitaba…
En otro momento no lo hubiese reconocido, pero esos tiempos habían quedado atrás, le costaba expresar sus sentimientos pero era peor ocultarlos, tener que mentir para proteger a las personas que quería… Cualquiera que no conociese a Fernando pensaría que estaba tranquilo y relajado, sus movimientos eran pausados, hablaba con Pierre mientras fumaba un cigarro pero era precisamente eso lo que más le llamaba la atención a Pierre, su aparente tranquilidad, sólo lo delataba la forma en que se le iluminaba la cara al hablar del niño y de Alicia.
-Es un niño precioso, de verdad…
Volvió a emocionarse, Pierre le abrazó y se sentaron, estuvieron durante un rato hablando de Alicia y el niño, Fernando contestaba con monosílabos y poco más, no le salían las palabras. De repente vio al médico pasar y se incorporó rápidamente mientras agarraba su chaqueta y hablaba a Pierre ya casi sin mirarle, éste sonrió al quedarse solo en la sala.
-Pierre, gracias, lo siento pero quiero volver con Alicia…
-Claro, no te preocupes, cuando estéis en casa iré a veros a los tres…
Le había gustado ver a Pierre, hablar con él; pero necesitaba volver con Alicia y su hijo. Alicia ya estaba acomodada en una habitación individual, entró despacio, ella estaba sentada en la cama, estiraba nerviosa las sábanas mientras no dejaba de mirar la puerta, a pesar del cansancio se sentía bien y únicamente pensaba en tener al bebé en sus brazos. Se le iluminó la cara cuando Fernando entró por la puerta, ofreciéndole una mano para que se acercara.
-Fernando… -él se acercó, se sentó al borde de la cama no quería incomodarla- Es precioso, nuestro hijo… ¿Cuándo nos le traerán?
-Tranquila, le están haciendo las pruebas… -él no estaría tranquilo hasta que volviesen a verle, pero Alicia tenía que descansar, le acarició el pelo- Tienes que descansar…
-Gracias por estar conmigo, por no dejarme sola… A pesar del miedo que sentías…
-Nunca te dejaré sola… -sonrió pensando en que sus esfuerzos por ocultar el miedo habían sido en vano-  Y menos mal que no me volvió a decir que esperase… Tenía que estar contigo, juntos, ver nacer a nuestro hijo… Gracias, gracias por dejarme vivir este momento…
-No, Fernando, esta mañana lo he pensado… No me hubiese perdonado jamás no dejarte ver nacer a nuestro hijo, no decirte que somos padres… No hubiese sido justo…
-No pienses ahora en eso, Alicia… Estamos juntos, viniste a buscarme, y eso es lo que importa, estos meses han sido los mejores de mi vida, y estoy seguro que vendrán años y años igual de felices…

Besó a Alicia, se acomodó un poco más en la cama sentándose al lado de ella apoyado en el cabecero, y la abrazó mientras ella apoyaba su cabeza en el cuello de Fernando. Pensó que no podría dormir antes de volver a ver a su hijo, pero estaba muy cansada, sentir a Fernando al lado de ella le hizo relajarse hasta el punto de adormilarse. Fernando no dejaba de mirarla, en los últimos meses solía pensar que no podría llegar a sentir más felicidad de la que sentía, pero siempre se equivocaba, la emoción no le había abandonado en ningún momento, no podía verbalizar la felicidad que sentía al contemplar a Alicia tranquila, al saber que su hijo acababa de nacer, que en unos momentos estarían los tres juntos. Cuando la enfermera abrió la puerta, Alicia se incorporó y se quedó sentada al lado de Fernando, la enfermera puso al niño en brazos de Alicia y se retiró diciendo que la siguiente toma sería en dos horas y que a última hora de la tarde pasaría el doctor. Mientras Alicia tomaba el niño en sus brazos, Fernando se quedó sin aire un momento, parecía tan pequeño, tan indefenso y el miedo de poder fallarle, de no saber protegerle le embargaba en momentos como ese. Se concentró pensando que a pesar de todo lo malo que habían vivido, de toda la miseria e injusticia, había sobresalido como el fruto de lo que sentían el uno por el otro. Se quedaron los dos mirando al niño, Alicia le cogió la manita y Fernando no dejaba de tocarle la carita.
-Roberto Esquivel… -Alicia hablaba en susurros- Bienvenido al mundo.
Miró a Fernando, él estaba deseando cogerle, tenerle en brazos, Alicia le posó con mucho cuidado en los brazos de Fernando que besó a su hijo en la frente y le miró emocionado. Abrió con cuidado la mantita para comprobar que estaba perfectamente, nunca había cogido un bebé tan pequeño en brazos pero los instintos, una vez más, pudieron con ese miedo. No podía negar que se parecía mucho a él... No sabía qué decir, no encontraba la forma de describir la sensación que le provocaba tener a su hijo en brazos.
-Alicia… Es perfecto…
Alicia les miró a los dos y sonrió, todo por cuando habían pasado en su vida merecía la pena si el resultado era ese, tenerles a los dos, ser la persona más feliz del mundo. En las dos horas siguientes se dedicaron a contemplar a su hijo, no necesitaban más que estar juntos y mirarle; hacían algún comentario entre susurros, no querían molestar al niño con su conversación. Cuando llegó el momento de que Alicia diese el pecho al niño, Fernando se levantó, se sentó en una silla en frente de Alicia, ella cogió al niño con cuidado. Mientras se desabrochaba el camisón, sufrió un pequeño ataque de pánico, cualquier duda que tuviera no sabía con quién la compartiría, Fernando pareció leerle la mente y la sonrió transmitiéndole tranquilidad. Al sentir al bebé junto a ella, piel con piel, al olerlo y recordar que era suyo, que era de ellos, no pudo evitar derramar una lágrima y darse cuenta que nadie tenía todas las respuestas, que las encontrarían juntos... Fernando les contempló a los dos, esa imagen nunca la olvidaría, las dos personas más importantes de su vida, no podría quererles más. Se levantó acercándose a la ventana, apoyó la frente mientras el reflejo de Alicia amamantando seguía reflejada en la misma, la cerró suavemente para que no hubiera corriente, se giró para apoyarse en el quicio de la misma mientras no dejaba de mirarles, metió las manos en los bolsillos y se agachó en cuclillas para darle un beso en la frente a cada uno mientras bromeaba sobre que ahora tendrían que ir a por una hermanita para Roberto...
La tarde fue tranquila, Roberto había sacado la fuerza de sus padres, cuando le volvieron a oír llorar después de esa primera vez, se sorprendieron, el primer lloro que habían oído era tranquilo, casi angelical… Pero en ese momento lloraba con fuerza, haciendo notar que ya estaba en sus vidas. Fernando le cogió en sus brazos y empezó a balancearse, poco a poco se fue calmando y se durmió; Alicia les miraba maravillada, Fernando demostraba maña con el niño. Después de la revisión del doctor, Alicia cenó, no tenía mucha hambre, pero la mirada de Fernando ante su desgana hizo que comiese; él no quiso salir de aquella habitación, le pidió a una enfermera si podría traerle algo que comer, un bocadillo de la cafetería o lo que fuese; se conformó con un sándwich. Era temprano pero ya había anochecido, Fernando se tumbó junto a Alicia, no pretendía dormirse, pero la noche anterior no había dormido mucho y la tensión del día hizo que poco a poco se fuese durmiendo, la última imagen que vio antes de cerrar los ojos fue a Alicia con el niño en brazos.
__________________________________________________
**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!!

 
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