Finales de mayo de 1963
Fernando no había dormido en toda la noche, ese día tenía una reunión con René y estaba escribiendo a contrarreloj; Alicia se desperezó y miró directamente hacia la mecedora, desde hacía unos días, siempre se despertaba antes y escribía desde la mecedora mirando hacia la cama y la cuna.
-Hoy no has dormido Fernando.
Notó el reproche en la voz de Alicia, pero no podía dormir si quería llegar a tiempo, de hecho, acababa de terminar los primeros capítulos que tenía que entregar esa mañana.
-Buenos días Alicia.
-Buenos días, pero no has dormido.
Fernando se rio suavemente y fue hacia la cama para tumbarse junto a ella y abrazarla, sólo había dejado de escribir cuando Andrea se despertó, había conseguido que Alicia no lo hiciese y la atendió él. Alicia le acarició el pelo y la arruga de la frente, estaba preocupada porque no descansaba lo suficiente.
-Alicia, estoy bien; esta noche dormiré como un bebé, incluso puede que eche la siesta… Por lo menos he terminado a tiempo los primeros capítulos.
-¿Ya los tienes?
-¿Lo dudabas?
Alicia sonrió ante la sonrisa irresistible de Fernando, se abrazó a él con ganas de leer todo lo que había escrito; en las semanas que llevaba escribiendo, sólo había leído un par de fragmentos, Fernando le insistía para que fuese leyendo todo, pero ella quería esperar a que estuviese publicado.
-Todavía me queda mucho, ni siquiera he llegado al momento en que conocí a Pierre y Belle… Pero estoy cumpliendo el índice de capítulos; creo que lo que queda será más duro de escribir…
Alicia se mordió el labio, sabía lo difícil que era para él pensar que muchas personas leerían sobre su relación con Belle, lo había compartido con muy pocas personas y estaba segura que todavía se culpaba por la muerte de Belle. Antes de que pudiese decirle nada, Andrea empezó a quejarse, últimamente lo hacía de manera más suave, parecía que atender primero a Ana estaba dando resultados; miró a Fernando sonriendo, había sido él quien insistió para no cogerla en cuanto llorase, era el mejor padre del mundo, se preocupaba por todo, se interesaba por cada cosa que les afectase, leía libros para saber cómo actuar… Le besó y se incorporó, intentó que Fernando durmiese un par de horas antes de la reunión con René pero no lo consiguió, en lo que no cedió fue en preparar ella el desayuno; Fernando aceptó y se tumbó a esperar el desayuno en la cama. Las risas de Alicia resonaron por el pasillo, cogió a Andrea para tumbarla sobre él, entre susurros le explicó por qué no la atendían en cuanto se despertaba, sonaba culpable aunque tenía claro que era lo que tenían que hacer. Andrea intentaba mantener la cabeza levantada para mirarle mientras le hablaba pero el peso no se lo permitía y terminaba con la cabeza sobre uno de sus hombros y babeando el pijama de su padre. Fernando la miraba totalmente fascinado, cualquier gesto de sus hijos era para él lo más maravilloso, le acarició el pelo mientras le asaltaba un nuevo miedo, algún día sus hijos podrían leer el libro que estaba escribiendo, tragó saliva pensando en omitir cualquier referencia a Belle, pero no podía hacerlo, no iba a escribir un libro sobre la Resistencia sin contar su verdad. Suspiró pensando si se había precipitado al aceptar la propuesta de René, aunque en realidad había sido su propia propuesta, él mismo había puesto todas las condiciones; un suave ruido de Ana le sacó de sus pensamientos, sonrió y se levantó con cuidado para cogerla. Al tumbarse con sus dos hijas sobre él, se sintió en paz, no podía pensar en otra cosa que en esas dos preciosas que estaban babeándole el pijama. Mientras preparaba el desayuno no dejaba de pensar en lo que implicaría la publicación del libro, esperaba que Fernando fuese capaz de escribir sobre Belle, pensó en decirle que podía no incluir su historia en el libro, pero no sería real. Estuvo a punto de quemar las tostadas si no llega a ser porque Roberto entró en la cocina saltando y diciendo que quería desayunar, puso las tostadas en el plato y le cogió en brazos.
-¿No has ido a dar los buenos días a papá y a tus hermanas?
-No poque quero llevar el desauno a papá, ¿y el birón?
-Todavía es pronto para el biberón mi amor, pero podemos llevar el desayuno a papá ¿te parece?
-Tíiiii.
Levantó los brazos y aplaudió ante la mirada divertida de Alicia, le dejó en el suelo y le dio la taza de Fernando pidiéndole que tuviese cuidado de que no se cayese el café, la respuesta tranquila de su hijo la sorprendió; dispuso el resto en una bandeja y fue detrás de Roberto, Tor les siguió feliz de que ya se hubiesen despertado. Se quedaron en el marco de la puerta escuchando cómo Fernando les contaba un cuento a las niñas; Ana estaba totalmente apoyada en su pecho mientras Andrea intentaba levantar la cabeza con los ojos muy abiertos para no perder ni un detalle. Fernando levantó la vista sonriendo, al ver a Roberto con su taza se rio en voz baja y se movió para dejarle subir a la cama, Alicia tuvo que dejar la bandeja a toda prisa para que Roberto no se subiese con la taza en la mano y se cayese el café a las sábanas; arrugó la nariz cuando Fernando no pudo aguantarse la risa.
-Sí, ríete, pero si se hubiese caído el café, serías el primero en querer cambiar las sábanas…
Fernando se incorporó levemente, pues tenía a las niñas sobre él, para besarla; Roberto se tumbó junto a él diciéndole que le había traído el desayuno.
-Muchas gracias Roberto, eres el mejor hijo del mundo.
-Papá y mamá metores del muno y Anea y Ana más.
Sonrieron ante la afirmación de su hijo, se sentaron en la cama dejando a las niñas en el centro tumbadas, Roberto se quedó mirándolas cuando se pusieron a jugar entre ellas; todavía eran pequeñas pero se palmeaban las manos y echaban carcajadas al escuchar el ruido. Desayunaron sin perder de vista a sus hijos, Roberto no quiso comer nada, sólo quería mirar a sus hermanas e incluso intervenía en sus juegos de palmas, Fernando sonreía al ver cómo se integraba con ellas dos pero, a la vez, les dejaba su propio espacio para jugar sin estar él siempre presente. Comprobó cómo el perro se quedaba observando a sus tres hijos atento a que no les pasase nada, Alicia se quedó mirando a Fernando y cerró los ojos respirando hondo.
-Nunca pensé que podría vivir momentos así…
-Alicia… -le acarició la mejilla mirándola tiernamente- Es real, y me aseguraré de que nada cambie lo que tenemos.
-Lo sé mi amor, y no es que no me lo crea, estoy segura de ello; pero supongo que como tardamos tanto en conseguirlo, somos más conscientes de lo afortunados que somos.
Fernando sonrió porque sabía exactamente a qué se refería; otras personas podrían vivir momentos así y no darles importancia, pero para ellos tenían muchísima importancia después de tantos años renunciando a su felicidad. Alicia se terminó su café y cogió la agenda comprobando las citas que tenía esa mañana; al ver la fecha se quedó sorprendida, en unos días sería su cumpleaños, no había sido consciente del paso de las semanas, miró a Fernando pensando si él tampoco lo había recordado o, si por el contrario, estaba preparando algo. Fernando apartó la mirada para atender a Andrea aunque, en realidad, había visto cómo Alicia había caído en la cuenta de la fecha; la instó a ir a ducharse para no llegar tarde, Alicia movió la cabeza y besó a sus hijos antes de ir al baño. Fernando puso a las niñas en la cuna, sonrió ante la protesta de Andrea pero le susurró que tendría que esperarse, Roberto suspiró y se puso al lado de la cuna diciendo que había que hacer caso a papá aunque se giró y le preguntó por qué no podía quedarse con sus hermanas en la cama jugando.
-Roberto, todavía son pequeñas, de la cama pueden caerse y no queremos que eso pase ¿verdad?
-Peo yo las miro y no te caen, las audo y las cuido.
-Lo sé –le acarició el pelo enternecido- pero están más cómodas en la cuna.
Roberto movió la cabeza resignado pero al momento cambió el gesto para empezar a contarles un cuento. Con las semanas, los cuentos de Roberto habían ido cambiando, ya inventaba verdaderas historias sin nada que ver con la realidad, eran cuentos para sus hermanas, con personajes inventados y un final; Fernando empezó a recoger sin dejar de escucharle. Mientras fregaba pensó en la ilusión que le haría a Alicia el viaje por su cumpleaños; sentiría no celebrarlo con todos sus amigos o incluso recibir la visita de Inés o Macarena, pero había planeado pasar una semana en la playa, estaba seguro que le entusiasmaría la idea. En esa ocasión se había decidido por el norte de Francia, no estaba tan lejos como Marsella y podrían ir en coche sin que se hiciese pesado; lo había dudado mucho por el tiempo, era probable que hiciese frío, pero estaba deseando verla disfrutar con las olas, ver a Roberto jugar con la arena y a las niñas descubrir un nuevo lugar aunque fuesen todavía pequeñas para poder jugar con el agua o la arena. Alicia se duchó pensando qué sorpresa estaría preparando Fernando, verle apartar la mirada le había confirmado que tenía muy presente la fecha; sería el primer cumpleaños con su familia al completo, estaba deseando que llegase el día.
Cerró el grifo al oír a Roberto llamarle, fue corriendo a la vez que Alicia salía del baño, se miraron divertidos pensando en lo exagerados que eran, al llegar a la habitación, Roberto les indicó que hablasen bajo y les dijo que sus hermanas ya estaban dormidas. Fernando se secó las manos en la camisa del pijama para abrazarle, no podía dejar de sorprenderse de lo responsable que era para su corta edad. Mientras Alicia se vestía, fue a ducharse, tuvo que convencer a Roberto para que no entrase a la bañera con él, a regañadientes salió del baño y dejó que Alicia le preparase para ir a la guardería. Se relajó en la ducha, después de la reunión con René iría a la agencia de viajes a cerrar todos los detalles para la sorpresa, cada vez que organizaba algo así pensaba en todo el tiempo que había perdido, en que si hubiese sido por él, nunca habría disfrutado de su familia. Respiró hondo delante del espejo y empezó a afeitarse, se echó a reír porque su hijo había cogido como costumbre ir corriendo hasta él y chocar contra sus piernas siempre que estaba en el baño delante del espejo.
-Roberto… Un día me voy a cortar…
-No papá, hates todo mien.
Alicia les observaba desde el pasillo, Roberto empezaba una conversación que era casi un monólogo a la vez que tiraba de la toalla para que su padre le contestase, se movió despacio para ir a la habitación de Roberto y cogió la cámara, empezó a grabar sin que ninguno de los dos se diese cuenta. Fernando cogió a Roberto en brazos cuando terminó de afeitarse, al girarse vio a Alicia parada con la cámara y movió la cabeza divertido, se acercó a besarla susurrando lo guapa que estaba mientras Roberto intentaba coger la cámara. Fernando se echó a reír anta la mueca de Alicia al separarse de ella, convenció a Roberto para no grabar más, se hacía tarde.
-Claro que parece que mamá no tiene ninguna prisa… Nos tomaremos la revancha ¿verdad? Cuando esté despistada la grabaremos nosotros…
-Abar nosotos papá poque mamá es ¡apaaaaaa!
Alicia se echó a reír y empezó a hacerle cosquillas, dejó que Fernando se vistiese porque realmente empezaba a hacerse tarde.
El camino hasta la guardería no era muy largo, pero siempre lo hacían despacio, Roberto les daba indicaciones para atender a sus hermanas mientras él no estaba, incluso les recordaba que tenían que volver a por él para comer todos juntos, Alicia solía pensar que a su hijo le gustaría no separarse de sus hermanas para saber en todo momento qué hacían. Ese día había salido el sol y empezaba a notarse el calor que en pocas semanas se haría más intenso, disfrutaron del paseo y Fernando sonrió pensando en la ilusión que le harían a Alicia los días de playa. Gracias a que pasó un perro a su lado, Roberto cambió de tema, un día tenían que llevar a Tor a bañarse al Sena y a subir a la Torre Eiffel; Alicia se echó a reír ante su ocurrencia mientras Fernando manejaba el coche de las niñas divertido. Roberto se cruzó de brazos y se puso serio, no le gustaba que su madre se tomase a risa lo que decía; se quedaron sorprendidos cuando el propio Roberto, todavía con su media lengua, lo dijo en voz alta.
-Lo siento mi amor, -se paró y se agachó junto a él- no me río de tu idea, pero no podemos hacerlo, Tor se puede ahogar en el Sena ¿no crees?
Roberto ladeó la cabeza valorando el argumento de su madre, Fernando sonrió al verle suspirar y besar a Alicia diciéndola que la quería, volvió a agarrarse al manillar del coche y siguieron caminando. La despedida a la puerta de la guardería era todos los días igual, la profesora seguía mirándoles con desaprobación a lo que Fernando contestaba con la misma mirada de desaprobación. Había aceptado no cambiar a Roberto de guardería, pero sus recelos hacia esa mujer seguían muy presentes; por suerte, la tranquilidad de Roberto al despedirse de ellos y esa última mirada antes de entrar a su clase siempre le hacía olvidarse de la profesora. Alicia resopló cuando salieron de la guardería, le parecía muy exagerado seguir preocupado, pero era Fernando y comprendía que nunca dejaría de preocuparse por sus hijos, incluso cuando tuviesen su propia familia y fuesen adultos. Fernando acompañó a Alicia al despacho, tenía una reunión con un nuevo cliente y además Antonio se pasaría durante la mañana para consultar la defensa de un miembro del Partido.
-Cuando salgas de la reunión con René podías pasarte a verme.
-Alicia –la besó suavemente después de comprobar que las niñas estaban bien arropadas- tienes varias reuniones y deberías centrarte…
-Sí, es verdad… Pero mi amor, llámame al menos, por favor.
-Por supuesto.
Se besaron una vez más, Alicia se inclinó para despedirse de sus niñas y entró al ascensor sonriendo, estaba nerviosa por lo que pudiese decir René sobre el libro, todavía no le había propuesto no firmar con su nombre y poner sólo sus iniciales, sabía lo importante que era eso para Fernando. Saludó a Grace y preguntó por Emile, hacía semanas que no tenían una reunión y quería comentarle los avances con la Comisión además de los casos que había defendido las últimas semanas. Fernando caminó despacio hasta casa, probablemente Diane ya estaría allí, incluso habría sacado a Tor a pasear, hacía días que no salían los cinco a pasear con el perro, se mordió el labio pensando que el libro le había quitado mucho tiempo, y todavía le quedaban muchos capítulos por escribir. Había dejado de colaborar definitivamente con la revista, Antoine le llamaba de vez en cuando para ofrecerle escribir algún artículo esporádico pero no lo aceptaba; en el periódico se limitaba a escribir su artículo semanal. Cuando aceptó escribir el libro no sabía cómo de duro sería, tampoco que pasaría tanto tiempo recordando y escribiendo. Al llegar a su calle se encontró con Diane a la vez que se daba cuenta que Ana estaba despierta, Tor corrió hacia él empezando a saltar alrededor del coche, le acarició divertido recordando el último paseo que habían dado todos juntos, el perro no se separaba del coche de las niñas y si alguien se acercaba empezaba a gruñir, sólo dejaba de hacerlo si Roberto le decía algo tranquilizándole. Diane aguantó las pullas de Fernando sobre la boda, se acercaba el momento y Pierre estaba muy nervioso pero ella seguía igual de tranquila, vivían juntos, se querían y no iba a cambiar nada una vez firmasen los papeles. Terminó confesándole a Fernando que Pierre había sugerido al principio que se casasen por la iglesia, Fernando se echó a reír imaginándose a su amigo proponiendo tal cosa. Les acompañó a casa, cambió a Ana y las dejó a las dos en la cuna, siempre le costaba despedirse de sus niñas, las besó y arropó varias veces y salió de casa deseando estar ya de vuelta. Quería coger el coche para acercarse hasta la editorial pero hacía tan buen día que no le parecía buena idea, caminó con paso ligero, llegaba tarde aunque tampoco le importaba mucho. Alicia recibió a Antonio con una sonrisa, ya era una costumbre tratar con él los temas legales del Partido, sirvió un café para cada uno pensando en el intercambio de papeles con Fernando, antes era él quien no podía evitar implicarse, ahora era ella la que estaba involucrada con el Partido. Aunque su labor sólo era como abogado, Fernando se implicaba hasta las últimas consecuencias, ella tenía claro que no lo haría, no arriesgaría la estabilidad de su familia; sabía que Fernando tampoco lo haría, incluso a veces pensaba que seguía sin estar de acuerdo con que ella colaborase, pero ya no decía nada, se mantenía al margen y, como mucho, alguna vez decía qué haría él frente a una situación, pero se limitaba a escuchar sin intervenir. Lo primero que Antonio preguntó fue por Jean y Catherine, todos estaban implicados para que pudiesen acudir a la boda, Fernando había sonreído cuando supo lo que planeaban Diane y ella, estaba seguro que para Pierre sería una gran sorpresa, por su parte, él le estaba ayudando con las sorpresas que le quería dar a Diane. Después de unos minutos hablando sobre las novedades de la boda y de sus hijos, Antonio fue al grano y empezaron a trabajar; Alicia disfrutaba pudiendo defender a personas comprometidas sin las trabas que soportó en España. A veces se quedaba con la mirada perdida pensando en lo que le gustaría hacer eso mismo, su trabajo, pero en su país.
Fernando tiró el cigarro al entrar al portal de la editorial, entró en el ascensor y no pudo evitar acariciar las cuartillas del borrador que estaban dentro del maletín; al abrirse la puerta ya había adoptado otra pose, las reuniones con René siempre le hacían disfrutar de volver a ser un poco ese tipo con nervios de acero y mirada sarcástica. Saludó a la secretaria divertido pero al entrar al despacho de René se puso serio.
-Buenos días Fernando, ya pensaba que no vendrías…
-¿Y eso?
Se sentó en la silla con total confianza poniendo el maletín en la silla de al lado, posó las manos sobre la mesa en una postura totalmente relajada.
-Hace días que no hablamos y supuse que con tantas condiciones que pusiste… Irías por libre en los plazos de entrega.
-Qué desconfiado… -se rio divertido pero volvió a ponerse serio- Ya te dije que los cumpliría, que me gustaba trabajar con presión por la fecha de entrega… Además, me comprometí a ello.
-Tienes razón, perdona mi suspicacia, –René le miró casi con adoración, Fernando sabía que le tenía en el bolsillo- vayamos al grano, estoy deseando leer el comienzo de ese libro…
-Espera, hay una condición que no puse al principio pero que me gustaría incluir…
El resoplido de René le hizo reírse, estaba casi seguro que no podría negárselo, incluso pensaba que el propio René sabía que no le negaría ninguna condición.
-¿Qué se te ha ocurrido ahora?
-La verdad es que debí pensarlo antes, pero estos días he estado pensando en ello… No quiero firmar el libro, quiero que sólo aparezcan mis iniciales, mis verdaderas iniciales…
-No sé Fernando… Para el márketing es importante que la gente vincule el libro al periodista que han estado leyendo en la revista…
-Lo sé y lo entiendo, pero no quiero firmar el libro; mi prioridad no es el márketing, esas cuestiones sólo deben interesaros a vosotros, no a mí…
-Pufffff está bien, lo plantearé esta tarde y espero que no haya problemas…
Fernando sonrió triunfal pero por dentro se sintió aliviado, no quería darse importancia, de hecho estaba escribiendo el libro dando protagonismo a todas las personas que conoció en aquellos años, compañeros y compañeras con los que cruzó la frontera, los primeros contactos con la Resistencia… Recordaba cada historia y cada nombre como si la guerra hubiese acabado hacía dos días, se removió en la silla adoptando una postura más cercana y encendió un cigarro ya con otro ánimo.
-Gracias René, es importante para mí… -carraspeó y puso un tono solemne- La libertad no tiene fronteras.
René abrió la boca sin articular palabra, no esperaba un título, le impresionó mucho y le había gustado mucho.
-¡Perfecto! Me encanta Fernando, es un gran título y puede funcionar.
Fernando dio una calada y contestó que si funcionaba o no, no le importaba; decidió compartir con René esa conversación con Belle, el recibimiento de Francia, la lucha que parecía que no acababa, y esa frase que pronunció siendo tan joven. A René le entusiasmó que el título fuese una frase que dijo durante aquellos años, empezó a ojear el borrador de los primeros capítulos pero Fernando prefería que lo leyese cuando él no estuviera delante. Hablaron del siguiente plazo de entrega, estructuraron los capítulos y estuvieron unos minutos hablando sobre la actualidad de España. Fernando tenía prisa pero no quería cortar el entusiasmo de René, había puesto muchas condiciones y cualquier otro agente y cualquier otra editorial le hubiese mandado a la mierda.
Alicia se tomó un descanso para tomar un café con Grace y Antonio, disfrutaba viendo la unión que había entre ellos, se quedaron sorprendidos cuando Liberto apareció por el despacho junto a Emile, había presenciado un juicio y estaba entusiasmado. Antonio no pudo evitar pensar en Andrea, era injusto que no pudiese ver los logros de su hijo, luchó tanto por educarle en un mundo libre. Grace comprendió la mirada de Antonio y le apretó la mano disimuladamente, Alicia vio cómo Antonio sonreía agradecido, eran felices juntos y se lo merecían. Tuvo que despedirse cuando llegó una compañera de la Comisión, estaban elaborando juntas un informe y tenían que analizar unos estudios con datos sobre la desigualdad en España. Fernando caminó deprisa hasta la agencia de viajes, estaba deseando cerrar el acuerdo y tener todo preparado, saldrían de París el día antes del cumpleaños de Alicia, quería que pasasen allí ese día; el chico de la agencia le saludó con una sonrisa, le recordaba y ya tenía lista la información para que eligiese un apartamento para su estancia en El Havre. Intentó convencerle de las ventajas de ir en avión pero Fernando lo rechazó, sus hijas eran pequeñas todavía y, aunque ir en coche podía ser pesado, no estaba muy lejos y se aseguraría que todos descansasen. En el camino de vuelta a casa paró en una tienda de niños y decidió comprar ropa para sus hijos; unos vestidos algo abrigados para las niñas y el primer bañador para Roberto, tenía ganas de volver a disfrutar de unos días sólo para ellos, recordó el libro y decidió no llevar nada de trabajo, no quería recordar nada, sólo disfrutar de su familia, aunque no podría evitar tener que escribir un par de artículos para el periódico, además estaba casi seguro que Alicia sí se llevaría trabajo. Al llegar a casa dejó que Diane cotillease las bolsas y tuvo que contestar sus preguntas, la miró divertido y sólo le pidió que no se lo contase a Pierre todavía, ella sí sabía guardar un secreto, pero a su amigo se le escaparía algo y después de llevar tantos días planeándolo, no quería que Alicia se enterase antes de tiempo. Alicia se despidió de su compañera de la Comisión y sintió la necesidad de llamar a casa, no sabía por qué, pero había tenido ese impulso; mientras marcaba se puso nerviosa hasta que escuchó la voz tranquila de Fernando al otro lado de la línea. Fernando había mirado el teléfono sorprendido, estaba seguro que era Alicia, justo cuando hablaba de sorprenderla llamaba desde el trabajo. Escuchó a Alicia las novedades del despacho, cuando hablaba con tanta pasión de su trabajo no podía evitar sonreír, habían construido su vida en Francia en todos los sentidos. Alicia preguntó por las niñas y se quejó por no poder acompañarle a buscar a Roberto, iba a comer algo con Grace para esperar a un cliente que llegaría en un par de horas; preguntó por la reunión con René y terminó riéndose cuando Fernando le dio los detalles de la conversación. Ella ya sabía que René aceptaría cualquier condición de Fernando, le preguntó por el siguiente plazo, Fernando ya había calculado cuánto tendría que adelantar para poder tomarse la semana libre en la playa. Alicia se extrañó por ese adelanto en el siguiente plazo pero no le dio más importancia; se despidieron pero, antes de colgar, Alicia le preguntó si había ido a algún sitio después de la reunión con René, el llanto de Andrea le dio la oportunidad de no contestar a esa pregunta, entre risas colgaron pero Alicia tenía una sensación extraña.
La comida con Grace fue muy entretenida, las trastadas del pequeño Loan hacían que se riesen sin parar, Alicia se sentía muy feliz por su amiga, recordó cómo Fernando no fue capaz de ver que Antonio se interesaba en Grace y no en ella, quedaba muy lejos aquella escena de celos. Se mordió el labio sin estar segura pero finalmente se decidió a compartir ese momento con su amiga, reconoció que ella hubiese sido mucho más dura en la situación de Fernando, pero acabaron riéndose juntas de la situación. Alicia carraspeó para al final sincerarse con ella sobre Isabela y los celos que ella sintió en el pasado. Fernando no había tenido motivos con respecto a Antonio, pero entendía esa reacción porque ella sí había tenido motivos con Isabela y sabía cómo era sentirse de más. Por suerte las palabras tranquilas de Grace hicieron que los recuerdos del pasado durasen un momento, empezaron a hablar de Emile y los casos que les estaba dando últimamente; Alicia tenía mucho más trabajo pero sus casos le apasionaban. Fernando fue a por Roberto, disfrutó del camino de vuelta escuchando todas las anécdotas de su hijo esa mañana, todos los días tenía cosas que contar, le escuchaba contagiándose de su entusiasmo y sin dejar de descubrir junto a su hijo todas las novedades. Ese día habían jugado con la plastilina, no pudo más que sonreír cuando Roberto dijo que había hecho a su familia, ellos cinco por supuesto, pero también a Tor, Pierre, Diane, Pelayo, Mauro, Grace, Liberto, Antonio… No dejaba de insistir para volver a la guardería y coger todas las figuras de plastilina, eran su familia y quería tenerlas en casa. Le preguntó por sus hermanas, una niña de su clase acababa de tener un hermanito y quería que ese bebé y sus hermanas fuesen amigos. Llegaron a casa entre risas pero, al abrir la puerta, Roberto se llevó el dedo índice a los labios indicando que no debían hacer ruido, Diane había dado el biberón a Ana, que ya estaba dormida en la cuna, mientras Andrea seguía protestando para que la cogiesen. Fernando dejó a Roberto en el suelo, le vio ir hasta la cuna para acariciar la mano de Andrea y acto seguido empezar a contar un cuento, Tor se tumbó junto a la cuna después de saludar a Roberto. Diane se encargó de preparar la comida mientras Fernando le daba el biberón a Andrea, había sido toda una prueba para ella atender primero a Ana, no estaba del todo segura de seguir ese método, pero veía cómo le costaba el mismo esfuerzo a Fernando, si lo hacía era porque creía que era lo mejor. Fernando se había sentado en la mecedora después de tranquilizar a Andrea, en cuanto la había cogido, había soltado una sonora carcajada, Roberto había aplaudido sonriendo. Resopló al oír a Diane en la cocina, no le gustaba esa sensación que tenía al pensar que otra persona se encargaba de que su casa estuviese en orden, aunque en esa ocasión no dijo nada porque ya era tarde y Roberto tenía que comer.
Alicia y Grace estaban preparando una sorpresa para Diane y Pierre, sabían por Fernando que Pierre había pensado dejar la luna de miel para el final de verano, no querían irse mientras en la revista faltaba gente ahora que Fernando no trabajaba allí, además también valoraron el trabajo que sus amigos tenían, la ayuda de Diane era fundamental con los niños. A Fernando no le gustó sentirse responsable de que sus amigos no tuviesen unos días para ellos, pero fue imposible convencer a Pierre; Alicia había sonreído cuando se lo contó, sería el regalo perfecto. Antes de volver al trabajo decidieron el destino del regalo para sus amigos, les regalarían un viaje de unos días a Colmar, estaba bastante lejos pero Grace lo conocía y le parecía uno de los pueblos más bonitos de Francia. Les hubiese gustado preparar un viaje de un par de semanas, pero sabían que sus amigos no lo aceptarían así que ni siquiera estarían fuera toda la semana, sólo cinco días, esperaban que disfrutasen de esos días sólo para ellos. Alicia sonrió al colgar el teléfono, habían cerrado el trato con la agencia de viajes en un tiempo récord, ya tenían la sorpresa para sus amigos, esperaba que Fernando no se molestase por no dejarle participar. Volvieron al trabajo y Alicia se concentró al máximo, estaba deseando terminar y llegar a casa, además, tenía una sensación extraña y creía que tenía que ver con su cumpleaños, apenas quedaban unos días. No pudo evitar pensar en lo distinto que era todo en su vida desde que estaba en París, en realidad desde que se reencontró con Fernando; trató por todos los medios de no dejarse llevar, pero era inevitable, era Fernando, estaba delante de ella, en su casa, le ayudaba y él le ayudaba a ella, Fernando había vuelto a su vida incomprensiblemente, algo que pensó que nunca podría pasar… Sonrió emocionada, el destino les había vuelto a unir y sólo había sido cuestión de tiempo que dejasen salir lo que llevaban dentro. Recogió el maletín con ganas de llegar a casa, reencontrarse con Fernando había sido el principio, tenían una vida real, tres niños maravillosos, un trabajo que le llenaba, sentía que ayudaba de verdad y con posibilidades de conseguir objetivos, grandes amigos que habían tenido que dejar atrás pero también grandes amigos que formaban parte de su familia en París, no podía desear algo mejor para su vida. Al salir tuvo el impulso de comprar unas rosas blancas pero no para casa, los rosales del jardín, que Fernando cuidaba diariamente, ya habían florecido y no necesitaban comprar flores para reponer las de casa. Sintió la necesidad de visitar la tumba de su padre, en París no podía hacerlo, pero pensó en otra persona a la que sí podría llevar flores. Podría haberse dicho a sí misma que se las llevaría a Andrea, pero no, tenía que llevárselas a Belle, había ido algunas veces junto a Fernando, otras veces él iba solo y otras veces con Antonio; pero ella nunca había ido sola. Tragó saliva al pagar en la floristería y, con paso firme, se dirigió al cementerio. En cierta forma sentía que Belle no había podido vivir lo que estaba viviendo ella, a Fernando le estaba afectando escribir sobre la Resistencia, pero a ella también. Sonrió ante la tumba, no sabía muy bien qué decir o sentir, pero estaba allí; pasó los dedos por el nombre de Belle después de dejar las rosas en la tumba.
-Me hubiese gustado conocerte… -se agarró el guardapelo a la vez que sentía la presencia de su padre apoyándola- No sé por qué estoy aquí, creo que el hecho de que Fernando esté haciendo un repaso a su vida es importante, tú siempre serás importante para él. Nunca he sentido celos y me alegro por ello, pero no puedo evitar pensar que Fernando y tú podríais estar viviendo lo que está viviendo ahora conmigo. –sonrió con ternura- Sé que nunca hablasteis de familia o envejecer juntos, que ni os planteabais eso para vuestra vida juntos, pero quién sabe, la vida da muchas vueltas… Aunque no tiene sentido pensar en lo que no pudo ser.
Tragó saliva sin saber cómo sentirse ante esa conversación que había tenido consigo misma, quería pensar que Belle la habría entendido de estar allí con ella, de repente se sintió fuera de lugar, miró a los lados para comprobar que nadie la hubiese visto, miró una vez más el nombre de Belle y salió del cementerio. De camino a casa se sintió en paz, como si ese día hubiese necesitado visitar a Belle a solas. Diane se había despedido al dejar lista la comida, esa tarde iba a la prueba del vestido de novia, Alicia iría con ella aunque en realidad le gustaría no tener que hacerlo, no le entusiasmaban los preparativos, tenía ganas de que llegase el día y dejar de planear tanto. Fernando había querido ayudar a Roberto a comer pero hacía meses que lo hacía él solo y no cedió en ningún momento, comieron hablando del cumpleaños de Alicia, estaba seguro que Roberto no diría nada, delante de él Pierre había hablado de muchas de las sorpresas y cuando veía a Diane miraba a su padre de manera cómplice pero no decía nada, Alicia se sorprendía de esa actitud. En ese momento Fernando le miraba orgulloso, por primera vez compartía con él la sorpresa para Alicia, se sentía feliz por tenerle en su vida, por tenerles a los cuatro; mientras recogían hablaron de la playa, Roberto hablaba de las olas como si recordase los días que pasaron en Marsella pero era imposible, apenas era un bebé cuando estuvieron allí. Al oír la puerta, Roberto salió corriendo de la cocina a pesar de tener las manos mojadas; se abrazó a las piernas de su madre riendo mientras ella dejaba el maletín en el suelo para abrazarle. Echó un vistazo a la cuna y vio a las niñas dormidas, estaba deseando que empezasen a crecer y durmiesen menos horas, tenía muchas ganas de poder jugar con sus tres hijos; Tor empezó a saltar alrededor suyo saludándola, desde la cocina escuchó a Fernando preguntarle qué había comido. Se echó a reír cogiendo a Roberto en brazos, al entrar en la cocina no pudo reprimir una carcajada, Fernando tenía el delantal medio caído, se había salpicado el pelo y trataba de hacer malabarismos para saludarla sin dejar de fregar. Le besó suavemente y dejó a Roberto en el suelo para intentar peinar a Fernando con los dedos, Fernando se rio divertido y Roberto volvió a ayudarle. Alicia le contó la sorpresa para sus amigos, Fernando se ilusionó con ese regalo, estaba seguro que Diane y Pierre disfrutarían de tener unos días para ellos solos.
-En un par de horas vendrá Diane… No sabía que la acompañarías a la prueba del vestido.
-Me hace ilusión, creo que toda la que no le hace a ella…
Fernando le acarició la mejilla, a Alicia le hubiese encantado que su amiga estuviera tan emocionada como ella lo estuvo en su boda, a pesar de no necesitar esa unión para estar juntos, para saber que se amaban y que eran uno, casarse fue algo especial para ellos, dejaron atrás todo lo que en el pasado les separó. Aprovecharon para relajarse en el sofá, Roberto se sentó en la manta con Tor y se puso a jugar con la granja de animales, las niñas dormían en la cuna pero Fernando la movió para tenerlas cerca. Tumbados en el sofá, notó cómo Alicia estaba un tanto pensativa, la miró detenidamente pero no quiso preguntarle, estaba seguro que tarde o temprano lo compartiría con él, siempre respetó sus tiempos y no dejaría de hacerlo en ese momento. Alicia lo notó y se abrazó fuerte a él, no quería ocultarle su visita a la tumba de Belle, pero primero quería saber por qué lo hizo, por qué necesitó hacerlo esa mañana; además, quería tener tiempo para contárselo, esperaría a la noche, después de volver de su cita con Diane. Le preguntó por qué se había adelantado el siguiente plazo del libro, el segundo en el que Fernando dudó, hizo que supiese que no le estaba contando todo; Fernando habló con aplomo sobre una semana en la que René no estaría en París y quería tener los siguientes capítulos antes de salir de la ciudad. Alicia sonrió divertida, le besó y se levantó a abrir, era Diane, había llegado casi media hora antes, si no fuese porque la conocía, diría que estaba nerviosa ante la prueba del vestido. Antes de salir de casa Diane atendió a una Ana que parecía que empezaba a dormir menos, las risas de la niña ante el sonajero hicieron que todos se enterneciesen, Roberto disfrutó de los juegos de su hermana, le gustaba que empezase a jugar más y dormir menos. Tuvo que ser Fernando quien les recordase que llegarían tarde, Diane encajó la pulla sobre el vestido mientras Alicia les miraba divertida, ante la insistencia de Roberto, decidieron llevarle con ellas, Fernando les vio salir y sonrió, hacía mucho que no se quedaba solo con sus dos niñas, Ana seguía despierta y quería seguir jugando, se sentó en la mecedora con ella en su regazo, podía ver a Andrea dormida mientras hacía cosquillas a Ana. A veces no podía creerse la suerte que había tenido, ver a sus niñas tan indefensas pero a la vez tan seguras, saber que nunca dejaría que les pasase nada, se quedó embobado mirando a Ana y pensando en la relación que tenían las dos, eran muy distintas pero se notaba que estaban pendientes la una de la otra, probablemente cuando creciesen se notaría todavía más.
Alicia se emocionó cuando Diane le enseñó el vestido, tenía que reconocer que no era su estilo, pero le parecía perfecto para su amiga. Tanto Alicia como Roberto esperaron impacientes a que se cambiase, cuando la vio con él puesto, no pudo reprimir una lágrima de felicidad. Se acercó a ella despacio y con la punta de los dedos acarició el vestido para finalmente darle un beso a Diane, Roberto no se atrevía a acercarse, las miraba sonriendo pero reflejando sus dudas. Terminó acercándose muy despacio, la señaló diciendo que estaba muy guapa y que la quería, Diane le cogió en brazo y las dos se emocionaron pero terminaron riéndose de la situación, Diane encajaba mucho mejor que Pierre las pullas, incluso se reía de sí misma al emocionarse por probarse un simple vestido. Se abrazó a Alicia antes de que la modista hiciese algunos apuntes sobre los últimos arreglos, cuando salieron a la calle decidieron ir a tomar algo, Roberto hablaba de lo guapa que estaba y que a su tío Pierre le iba a gustar mucho; entre risas llegaron a la redacción y esperaron a que Sophie bajase, hacía días que no se veían, Alicia hubiese querido que se uniese también Gabrielle, pero ese día estaba fuera de París haciendo una entrevista para su programa de radio. Roberto se abrazó a Sophie preguntándole cuándo volvía a casa a jugar con él, Alicia disfrutaba de la espontaneidad de su hijo, sentía a todos sus amigos y amigas como tíos y tías, para Fernando y para ella era muy importante eso, habían estado muy solos durante años y no podrían pensar que sus hijos pudiesen llegar a sentir eso. Se pusieron al día aunque evitando el tema de la boda, tanto Sophie como Alicia sabían muchos detalles que Diane no debía conocer; aunque finalmente hablaron de la llegada de Jean y Catherine, habían conseguido un par de días y no faltarían a la boda. Alicia intentó averiguar si Fernando había hecho alguna referencia sobre su cumpleaños, conocía perfectamente a Diane pero ese día no era capaz de decir si estaba disimulando o de verdad no sabía nada, Sophie parecía sincera aunque a ella la conocía menos. Se echaron a reír cuando Roberto tomó su chocolate y se manchó las manos y la cara, Alicia contempló divertida cómo su hijo las miraba con suficiencia y cogía la servilleta para limpiarse él mismo.
Fernando preparó el biberón con Ana en brazos, estaba un poco preocupado, Andrea no se había despertado en toda la tarde y era raro, notó cómo sus movimientos eran demasiado forzados, besó a Ana y se intentó relajar, respirar el olor de su hija le hizo sonreír tiernamente. Al volver al salón sonrió aliviado al ver a Andrea despierta manoteando.
-Así que ya no lloras al despertarte…
La acarició suavemente y se emocionó cuando su hija sonrió moviendo los brazos, la cogió con cuidado y se sentó en la mecedora con las dos niñas, empezó a darle el biberón a Ana mientras Andrea se dedicada a babear el pijama haciendo suaves ruidos. Le parecía increíble tenerlas a las dos en brazos, se sentía muy especial, disfrutó de las diferencias de las dos mientras las atendía con el mayor de los cuidados. Alicia decidió encargar la cena en la cafetería, hacía días que no veía a su amiga y disfrutó de un té a la vez que Roberto no dejaba de hablar de la guardería. Le hubiese gustado quedarse más tiempo pero se hacía tarde, además echaba de menos a sus niñas, había pasado todo el día fuera y no estaba acostumbrada; no tuvo que insistir mucho a Roberto para que quisiese volver junto a sus hermanas. Fernando levantó la vista al oír cómo Tor se despertaba e iba hasta la puerta ladrando, supo que Alicia y Roberto llegaban; Alicia abrió la puerta y correspondió al entusiasmo del perro, Roberto le acarició pero fue directo hacia la habitación a saludar a su padre y dar un beso a sus hermanas. Ana se había quedado dormida mientras que Andrea seguía tomando su biberón, dejó de comer para saludar a su hermano con un pequeño ruido, al oírla, Roberto se puso a saltar, siempre lo hacía cuando sus hermanas parecía que le hablaban aunque sólo soltasen ruidos. Alicia, que había dejado la cena en la cocina, se acercó a ellos, cogió a Ana de los brazos de Fernando para dejarla en la cuna y arroparla, la besó suavemente y volvió para acariciar la mano de Andrea y besar a Fernando.
-Espero que hayáis disfrutado la tarde.
Antes de que Alicia pudiese contestar, Roberto empezó a hablar del vestido, de las tías Diane y Gabrielle y de sorpresas en la boda; se miraron cómplices y Alicia recordó su visita al cementerio.
-He traído la cena, así no tenemos que ponernos a preparar nada… Creo que Tor quiere salir a la calle, yo lo saco mientras Andrea termina el biberón.
Había hablado de carrerilla, Fernando le preguntó si pasaba algo, ella sonrió y le besó, lo hablarían después. Roberto ni siquiera planteó salir con el perro, quería quedarse junto a sus hermanas. Alicia fumó un cigarro mientras paseaba con Tor, no le preocupaba contárselo a Fernando, sabía que no le molestaría algo así, pero le preocupaba haber sentido esa necesidad, el libro le estaba afectando, esperaba que Fernando no se sintiese mal. En realidad ella se había sentido bien, Belle era muy importante en el pasado de Fernando y siempre la recordarían, en cierta forma sí que le hubiese gustado conocerla, aunque de seguir viva probablemente ni siquiera hubiese conocido a Fernando. Fernando aprovechó el momento en que su hijo le contaba un cuento a las niñas para escribir a Pelayo, hacía días que quería contestar su última carta.
Querido Pelayo
Me alegra que en Madrid todo esté bien, qué difícil habrá sido para Marce y Manolita dejar que Leonor estudie fuera, ojalá hubiese estudiado en París, sería un poco como estar cerca de vosotros. Roberto sigue recordándote, cada día es más responsable, y las niñas crecen por momentos, están preciosas Pelayo, ojalá pudieses conocerlas, que pudiesen tenerte como referente.
Alicia viajó hace unas semanas a Nueva York, está trabajando tanto y estoy seguro que conseguirá grandes cosas; además, sigue en el despacho, es increíble la fuerza que tiene. Yo estoy escribiendo un libro sobre la Resistencia, me gustaría que pudieses leerlo y que me dieses tu opinión, sabes que eres muy importante para mí.
En unos días será el cumpleaños de Alicia, pasaremos una semana en la playa, tengo muchas ganas de desconectar de todo y sólo disfrutar de mi familia. Además, en un par de semanas es la boda de Diane y Pierre, somos los testigos, ¡quién me lo hubiese dicho hace unos años! Sabes que aquí tenéis vuestra casa, si quieres volver o si Marce y Manolita pueden cogerse unos días, estaríamos encantados de teneros aquí. Envía un abrazo muy fuerte a Manolita y un beso al pequeño Daniel, espero conocerle algún día no muy lejano.
Fernando
Tor la hizo sonreír cuando se paró a su lado y lamió la mano para informarla que quería volver a casa, le acarició y empezó a caminar despacio. Cuando entró en casa, Fernando ya había puesto la mesa, las niñas dormían en la cuna y Roberto estaba sentado en la silla esperando para cenar y hablando del viaje de Diane y Pierre; Tor fue directo a la cocina a beber agua y Alicia besó a su hijo recordándole que no podía hablar del viaje con sus tíos.
-Ya lo té mamá… -el tono casi exasperado de su hijo les hizo sonreír divertidos- Es su sopesa de boda, no tenen que saper nada.
-Mi amor, eres el más listo del mundo.
Fernando vio cómo su hijo sonreía un tanto incómodo y recibió la mirada de Alicia con el claro mensaje de que se parecía muchísimo a él al recibir elogios, no sabían qué decir y se sentían cortados. Terminaron riendo mientras servían la cena, durante la cena hablaron de los preparativos de la boda y Alicia sacó el tema del cumpleaños, la boda sería la semana siguiente a su cumpleaños.
-He pensado que este año puedo no celebrarlo y así esperamos a la boda para reunirnos todos ¿no te parece?
-Sí, es buena idea, nos quedamos en casa nosotros y a la semana siguiente ya vemos a todos nuestros amigos en la boda.
Alicia le miró enarcando las cejas, no se creía esa pasividad, Fernando comprendió que había metido la pata y terminó riéndose dando a entender que sólo quería picarla.
-Peo mamá los cumpes hay que ceebarlos, ¡festa!
-Tienes razón Roberto, y seguro que mamá no lo decía en serio…
-Mmmm la pregunta es si papá lo decía en serio…
Fernando se fijó en la cara de Roberto, no parecía saber nada del viaje y el cumpleaños en la playa, se guardó la mirada orgullosa para centrarse en Alicia.
-Claro que no lo decía en serio, seguro que todos nuestros amigos querrán cenar con nosotros, podemos celebrar una cena en el patio, o salir fuera, como prefieras petit Alice.
Alicia suspiró moviendo la cabeza, estaba claro que no era esa su idea pero no conseguiría sacarle nada, se levantó para servir el postre y empezó a recoger, al ir hacia la cocina vio cómo Fernando miraba a Roberto de manera cómplice, sonrió pensando que su hijo debía saber qué estaba preparando. Esa noche no le importó fregar, empezó a tararear una canción e incluso se negó a que Fernando recogiese, le apetecía hacerlo a ella aunque normalmente lo odiase y siempre se ocupase Fernando. Roberto ayudó a recoger, tenía un sentido de la responsabilidad muy alto para su edad; Fernando se sirvió una copa pero era incapaz de quedarse en el salón mientras Alicia recogía todo. Entró despacio en la cocina y la abrazó por detrás, Alicia sonrió respirando su olor y se giró levemente para besarle el cuello.
-Para un día que quiero ocuparme yo de la cocina… No me dejas concentrarme Fernando.
Se giraron al ver a Roberto salir corriendo detrás de Tor, Fernando sonrió pensando si su hijo se daba cuenta de los momentos en que debía dejarles solos.
-Así que te desconcentro…
La besó intensamente pero Alicia se separó riendo, abrió el grifo para aclarar los platos y le habló sin mirarle aunque notando su mirada sobre ella.
-Sí, pero ahora tengo que centrarme… Y ya sabes lo que pasa si recogemos juntos…
Calculó el momento en que Fernando no se lo esperase y empezó a salpicarle, en momentos así se sentían como dos chiquillos, pero ya no lo eran, eran padres y su hijo se lo recordaría enseguida. Cuando se quisieron dar cuenta, estaban los tres jugando con el agua, Alicia y Roberto apenas estaban mojados mientras que Fernando estaba empapado. Se echó a reír al darse cuenta del peso del agua en su camisa, Roberto le abrazó las piernas diciéndole que él le ayudaba a ponerse el pijama. Mientras Alicia arreglaba el desastre formado en la cocina, Fernando se puso el pijama y preparó el baño para Roberto. Vio la copa de Fernando y tomó un trago antes de ir al baño y disfrutar en familia de ese momento; estaba deseando que sus hijas también jugasen con el agua como lo hacía Roberto, recordó cómo su hijo había querido jugar con las olas los días que pasaron en Marsella, apenas era un bebé en esos momentos, pero ya daba muestras de lo rápido que crecería. Mientras le bañaban no podían evitar mirarse divertidos ante las charlas que empezaba Roberto, quería hablar de todo lo que había hecho en el día y terminaba mezclando situaciones y hablando atropelladamente, Fernando se reía dejando caer que en eso no había salido a él, Alicia torció el gesto divertida pero en el fondo pensaba lo mismo. Roberto se fue tranquilizando pero sin dejar de hablar, quería que la boda llegase ya y poder presumir de hermanas, tuvieron que recordarle que todavía no podían andar pero él no se inmutó, las ayudaría cogiéndolas de la mano y con mucho cuidado para que no se cayesen. Alicia le miraba enternecida pero Fernando pensó en el momento en que sus hijas empezasen a andar y a tener curiosidad por ir de un sitio a otro; sacaron a Roberto de la bañera y contemplaron cómo se ponía solo el pijama, empezaba a ser totalmente independiente y eso les hacía sentirse orgullosos de su pequeño. Antes de ir a su habitación les dio las buenas noches a sus hermanas, las arropó con cuidado deseándoles dulces sueños, miró a sus padres y se dirigió a la habitación bostezando. Fernando se rio en voz baja y Alicia le abrazó divertida para seguir a su hijo, dejaron que se subiese solo a la cama pero Fernando no podía renunciar a arroparle, por mayor que fuese, lo haría siempre. Le dieron un beso y se quedaron en el quicio de la puerta viendo cómo se iba quedando dormido; Fernando miró el reloj pensando en lo largo que había sido el día, la noche anterior no había dormido y empezaba a pasar factura, Alicia le besó y volvió a pensar en Belle. Se sentaron en el sofá compartiendo la copa, Alicia dio un trago y le miró directamente a los ojos.
-Mi amor… Hoy tuve la necesidad de hacer algo y… No pude frenarme, vi una floristería y sentí el impulso.
-¿Floristería? Pero si no has traído flores, ¿qué pasa Alicia?
-No te preocupes, no es nada malo… De repente pensé en Belle y… Le llevé flores. No sé, quise tener un momento con ella, espero que no te moleste, te he acompañado muchas veces, pero nunca había ido sola…
Fernando le quitó la copa de las manos y las apretó, Alicia había bajado la mirada al mismo ritmo que su voz se apagaba, hizo que le mirase y la miró emocionado, con una ternura y una gratitud inmensas.
-¿Cómo me va a molestar? Después de todo lo que nos ha pasado, de dejarte en Madrid, de Isabela… Después de todo eso eres capaz de visitar y llevar flores a una mujer que amé. Eres la persona más generosa que he conocido nunca Alicia, te amo y en momentos así no puedes imaginarte cuánto.
La besó intensamente para terminar abrazándola, tragó saliva pensando si escribir el libro les estaba afectando demasiado, los días en la playa les vendrían tan bien.
-Alicia, puedo dejar de escribir el libro, incluso podría no hablar de Belle, quizás es eso lo que nos pasa…
-No, mi amor, el libro es necesario para muchas personas, pero sobre todo para ti. Y si no hablas de Belle no sería real; Fernando, no me sentí mal al visitar su tumba. No es algo malo, sólo quería sentirme cerca de ella, quizás como si la hubiese conocido, pero no ha sido por celos ni algo parecido, de verdad que no.
-Lo sé Alicia, no he dudado de eso.
Alicia sonrió aliviada, sabía que Fernando la entendería pero pensar que por un segundo pudo valorar que estaba celosa le hacía sentir mal. Al mirar el reloj se dieron cuenta de la hora, Alicia terminó la copa y encendió un cigarro que compartieron mientras Fernando hablaba de Belle. Apagó el cigarro recordando cómo había tenido que estar borracho para compartirlo con Roberto, Alicia había conseguido algo impensable para él, hablar del pasado sin dolor, compartirlo con ella sin necesitar beber para sincerarse. La ayudó a levantarse, llevó la cuna a la habitación con las niñas dormidas y volvió para cogerla de la mano e ir juntos a la cama. Alicia se puso el pijama sin dejar de mirarle, no podía describir cómo se sentía al tener la certeza de poder compartir cualquier pensamiento o sentimiento con él. Fernando esperó a que se metiese en la cama y se acomodase, se tumbó abrazándola y relajándose, antes de apagar la luz comprobaron que las niñas estuviesen dormidas. Fue Fernando el primero en quedarse dormido, se sentía en paz con el pasado y con cómo lo afrontaban juntos; Alicia le acarició el pelo sonriendo, le besó la frente pensando cuánto le gustaba verle dormir.
-Te amo Fernando.
Apenas lo susurró junto a su oído, Fernando se removió para abrazarla más fuerte, sonrió emocionada y se acomodó junto a él para quedarse dormida notando su abrazo.