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Fernando Solís & Alicia Peña |
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Marzo de 1962 (II) |
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Mediados de marzo de 1962
Alicia se había levantado con los primeros rayos del sol filtrándose por la ventana, había estado mirando a Fernando mientras dormía, estaba acurrucado en un rincón de la cama destapado, le acarició el pelo antes de levantarse sigilosamente. Roberto estaba también profundamente dormido, le beso suavemente mientras terminaba de ponerse la bata. Al llegar a la cocina se dio cuenta que Fernando había dejado hecho el café por la noche, desayunó disfrutando del silencio y, después de apagar el cigarro, cogió cuartillas para escribir a Inés.
Mi querida Inés
Espero que la recta final del embarazo no se te haga pesada, ya no te queda nada, pronto tendrás a tu hijo en brazos y se te olvidará todo. Roberto está cada día más grande, a veces me quedo mirándole sin poderme creer que es mi hijo, nuestro hijo… Nunca sentí una felicidad tan grande como al tenerle en brazos; y no me habría perdonado dejar pasar la oportunidad de vivir con Fernando, juntos con nuestro hijo.
El trabajo nos va muy bien, yo llevo unos días descansando un poco, estoy llevando dos casos que requieren toda mi atención y a veces me dejan agotada. Fernando sigue escribiendo artículos increíbles, ojalá algún día pudieses leerlos, ha tenido algunas ofertas, pero de momento prefiere seguir en la revista.
El fin de semana organizamos un picnic, bueno lo organicé yo y lo preparó Fernando… Tendrías que verle, es tan meticuloso que hasta me siento mal cuando dejo algo fuera de lugar en casa. A pesar del mes, el domingo hizo un día de sol espléndido, todavía con frío, pero disfrutamos mucho, vinieron compañeros de Fernando, compañeros míos, un amigo de hace años de Fernando… Fue un día muy especial, la foto que te mando es del principio del día, ya puedes ver lo monísimo que está Roberto, la bufanda es un regalo de Marcelino, está para comérselo.
Tengo muchas ganas de recibir carta vuestra y que sea con una foto del pequeño, espero que se te pasen pronto las últimas semanas.
Un beso muy fuerte, aquí tenéis vuestra casa.
Alicia Peña
Terminó de escribir la carta y sonrió imaginándose el estado continuo de Mauro ante el final del embarazo, podía verlo hablando continuamente del embarazo, el bebé, Inés… Se levantó del sofá, Fernando seguía durmiendo, la noche anterior había estado escribiendo hasta tarde y prefería dejarle dormir. Le hubiese gustado contarle a Inés el episodio de celos de Fernando, pero no podía contarle eso por carta; realmente, no lo había hablado con nadie más que con Fernando. Desde que había pasado no se habían separado ni un minuto, iban juntos al despacho o a la redacción, paseaban, iban a las compras… Alicia notó a Fernando más atento que nunca, y era difícil porque siempre estaba atento a todo. Le había dejado claro que no quería que volviese a pensar algo parecido, Fernando la prometió y se prometió a si mismo que nunca dejaría que los celos le controlasen. Mientras tomaba otro café fue recordando las imágenes de esos días, especialmente lo mucho que disfrutaron del picnic, notaba a Fernando mucho más relajado que de costumbre, sabía que temer perderla le causó mucho dolor pero una vez que lo expulsó hacia fuera esa distancia había desaparecido.
Dos días antes
Alicia se despertó antes de que amaneciese, estaba muy ilusionada y no podía volver a dormir; miró la cuna y vio a Roberto despierto, se levantó despacio, si se quedaba en la cama no podía estar quiera y terminaría despertando a Fernando. Cogió a Roberto envuelto en su mantita y salió cerrando del todo la puerta. Miró por la ventana y no pudo disimular su sonrisa al ver el cielo totalmente despejado, se sentó en la mecedora mientras amamantaba a Roberto; disfrutaba mucho ese momento cuando era tan temprano y sólo escuchaba a su hijo. Cuando terminó cogió el cuento y le leyó una página, besó la mano de Roberto mientras veía cómo se quedaba dormido, era muy difícil expresar lo que sentía, no podía expresarlo con palabras, en esos meses era cuando mejor estaba entendiendo a su padre, incluso se reconcilió con él por haberle ocultado su enfermedad. Dejó el cuento en la mesita mientras seguía moviendo la mecedora suavemente, Roberto se había quedado dormido escuchándola, ella se quedó dormida al escuchar la respiración tranquila de su hijo. Fernando se giró en la cama aún sin estar completamente despierto, se frotó la cara mientras giraba el cuello para mirar la hora, cada día dormía con mayor profundidad, la única alerta era un Roberto con quién estaba ya sincronizado. Bostezó antes de incorporarse y poner una mueca irónica sobre el picnic, desde luego o se estaba haciendo mayor o Alicia conseguía lo impensable. Subió ligeramente la persiana y sonrió cuando vio el cielo despejado, estaba seguro que Alicia se había quedado feliz al verlo. Abrió la puerta con cuidado, vio la persiana del salón subida entera y se echó a reír en silencio imaginándose a Alicia recién levantada y mirando por la ventana. Se acercó a la habitación de Roberto, se quedó unos minutos en el quicio, le encantaba verles a los dos dormir. Mientras los miraba en el quicio de la puerta pensó que ese mismo día hacía un año que había pisado España por primera vez desde el fusilamiento, era curioso que su ironía con aquellos Guardias Civiles había terminado siendo una realidad absoluta, sonrió al ver cómo Roberto palmeaba aún dormido el cuello de su madre y pensó que hubiera sido muy injusto morir aquel día y no disfrutar de esos momentos. Se sentó en uno de los brazos de la mecedora, acarició la cabeza de su hijo mientras besaba a Alicia en el pelo, ella abrió un poco los ojos, sonrió y volvió a cerrarlos. Fernando se quedó mirándoles durante un rato, el día iba a ser muy largo, seguro que lo pasaban bien, pero hacía mucho que no pasaban todo el día fuera y no sabía si Roberto lo aguantaría. Le cogió en brazos haciendo que Alicia se despertase del todo, se levantó mientras ella se desperezaba, Fernando le dejó en la cuna y la sacó al salón; besó a Alicia que ya estaba en el salón todavía frotándose los ojos.
-Voy a hacer el desayuno, puedes descansar un rato en el sofá.
-No, que si me tumbo me quedo dormida…
Alicia se echó a reír mientras se sentaba a la mesa, le hubiese gustado tener el periódico del día para leer, se puso a leer un libro mientras escuchaba a Fernando empezar a preparar el desayuno. Hacía esfuerzos para no quedarse dormida delante del libro, extendió la bata para cubrir sus pies, nuevamente se había olvidado de los calcetines, por suerte el olor del café y el pan tostado le sacó del letargo. Fernando tuvo que ir a ponerse una camisa, el frío se filtraba a través de la ventana de madera y la calefacción no llevaba muchas horas encendida. Ya en la cocina, preparó el desayuno con calma, preparó zumo de naranja, tostadas y sacó unos brioches que habían comprado el día anterior; el olor de las naranjas recién partidas se quedó impregnado en sus manos, abrió el grifo para intentar que no se quedaran pegajosas, pero no calculó la presión y terminó salpicando su ropa. Cabeceó pensando que se había despistado recordando la imagen de una Alicia somnolienta en el salón. Cuando lo tenía todo listo, preparó el café, bien cargado como a Alicia le gustaba. Fue llevando los platos a la mesa, Alicia cogió un brioche antes de que terminase de llevarlo todo, al volver al salón la miró divertido con un leve reproche, ella se encogió de hombros, tenía hambre. Fernando mordió un trozo del brioche que ella tenía en la mano y salió corriendo para evitar la revancha de Alicia; terminó de llevar todo y se sentó junto a ella.
-Deberías haber dormido más, hoy será un día muy largo…
-Bueno, siempre puedo relajarme sentándome contigo…
Fernando se echó a reír mientras revolvía el café.
-Recuerda que estarán todos nuestros amigos, no creo que podamos tener momentos a solas…
-Eres un mal pensado…
-Ya, ya…
Las indirectas entre ellos desembocaron en una mirada cargada de electricidad, en ese momento Fernando hubiera deseado que no existiera ese picnic, aun así sabía la ilusión que a Alicia le hacía estar rodeada de sus amigos, disfrutar de Roberto al aire libre. Contuvo las ganas que tenía de besarla. Terminaron de desayunar entre risas, Alicia no dejó de mirarle, Fernando sabía que no estaba siendo mal pensado… Cuando empezó a recoger, Alicia se fue a duchar, aún era muy pronto pero quería estar preparada cuanto antes; tenían mucho que preparar, aunque sabía que Fernando se encargaría de todo. Alicia tarareó en la ducha una nueva canción que había escuchado por la radio, dedicó bastante tiempo a arreglarse y disfrutar ante el espejo del resultado. Estiró la cama y, por último, se puso los pendientes. Mientras fregaba, Fernando recordó la siguiente vez que habían estado con Antonio después de la discusión, no habían pasado ni dos días cuando Antonio y Liberto comieron con ellos. Pensó que la situación sería incómoda, pero Alicia estaba relajada sin dar importancia a aquella comida, era una más entre amigos. Se castigó a sí mismo por la discusión, por llevar tan lejos unos celos estúpidos; Antonio notó que Fernando estaba pensativo, pero no hizo preguntas. En unos minutos, Fernando dejó de pensar y disfrutó de la comida como disfrutaba siempre que Antonio y Liberto les visitaban.
Cerró el grifo cuando oyó el timbre, era muy pronto pero sabía quién de los invitados aparecería por allí tan pronto y sin ser invitado. Al abrir vio a un Pierre medio dormido y tuvo que contener las risas, olía a ese incienso que quemaba continuamente en su casa y el frío de la calle parecía perseguirle.
-Buenos días, ¿has madrugado para venir a ayudarnos?
-Buenos días –se abrazaron y Pierre fue directo al sofá, estaba como en su casa- Me apetecía veros…
-Ya… Has hecho el viaje en balde… Diane irá directa al picnic…
Pierre se puso colorado, no había ido a eso, pero cada vez que Fernando bromeaba, él no sabía cómo contestar a sus insinuaciones. A Fernando le divertía, Pierre tenía salidas para cualquier otro tipo de comentario, pero no para los que tenían que ver con su vida amorosa.
-Fernando, he venido para estar con vosotros; hace días que no os veo a los tres.
Fernando se sintió algo culpable ante la seriedad de Pierre, estaba seguro que se había quedado preocupado con la llamada de unos días antes, además adoraba a su hijo y Roberto le adoraba a él. Le parecía alguien excepcional y su ingenuidad franca y limpia le hacía aún más especial, aun así no podía evitar picarle disfrutando de sus caras de circunstancias.
-Tranquilo, sólo bromeaba… ¿Quieres un café?
Fernando fue a la cocina, preparó el café para Pierre y, al regresar, vio a Alicia ya preparada, sentada al lado de Pierre. Le hubiese gustado que él no hubiese estado en casa, se quedó mirando a Alicia, estaba espléndida, llevaba uno de los vestidos que mejor le sentaban, acentuaban su figura, apenas se había maquillado, quizás por eso le gustaba tanto su cara, el color de sus mejillas… Tuvo que hacer esfuerzos por no acercarse a besarla, se sentó en el sillón de en frente sin dejar de mirarla; Alicia notaba esas miradas y también pensó que ojalá no estuviese Pierre… Por suerte, Pierre no notaba nada y en seguida empezó a hablar como siempre haciendo que Alicia entrase al trapo y Fernando disfrutase con el intercambio de opiniones. Fernando se levantó al darse cuenta que había mucho que hacer, bromeó con Alicia diciéndole que se había preparado tan pronto para no tener que hacer nada; Pierre asistió divertido a ese pequeño pique y, de pronto, pensó que sobraba en aquella situación, pero tampoco sabía cómo salir de allí sin que se notase. Roberto empezó a llorar consiguiendo que Pierre se olvidase de su incomodidad, dejaron que le cogiese él, se quedó embobado con Roberto en brazos, hacía días que no le veía y le parecía que estaba más grande. Fernando aprovechó para ir a la cocina a preparar el biberón, desde la cocina oía a Alicia presumir de hijo, realmente necesitaban aquel picnic, llevaban varios días sin ver a nadie. No podía decir que no le gustase, disfrutaba cada segundo con Roberto y Alicia, pero tampoco podían encerrarse para siempre en su casa sin tener vida social. La cocina tenía una mezcla de olores por las diferentes comidas, Fernando iba guardando en tarteras la comida caliente para introducirlas en los dos cestos grandes que habían comprado para la ocasión, estiró los brazos mientras planeaba proponerle a Alicia que hiciesen otro día un picnic ellos dos solos. No podía quitarse de su mente la imagen cuando había entrado al salón… Alicia se acercó a la cocina, le abrazó por detrás cerrando los ojos. Había notado que por un momento se habían quedado solos ellos dos, se mordió la parte interior del labio pensando en el pobre Pierre pero al girarse y verle jugar con su hijo sonrió.
-Antes no te he dicho nada… Estás preciosa… Una lástima que no estemos solos…
-Sí, una lástima…
Le besó intensamente, Fernando se separó haciendo un ejercicio de contención, apoyó su barbilla en la frente de Alicia mientras deshacía el abrazo poco a poco, se dio cuenta que tenía el biberón en la mano y ni lo recordaba. Alicia le miró con picardía y decidieron seguir con sus tareas.
-Creo que me va a costar más que nunca mantener la compostura… Ese vestido te queda tan bien…
Alicia se echó a reír aunque al segundo su risa se congeló, tendrían que esperar muchas horas para estar solos… Cogió el biberón mientras Fernando le decía que seguiría preparando la comida para el picnic, eran muchos y tardaría bastante. Al volver al salón vio a Pierre paseando con Roberto, tenía mucha maña con el niño, le ofreció el biberón y Pierre se sentó en el sofá encantado de poder dársele.
Fernando empezó a pelar patatas, tenía pensado hacer varias tortillas, esperaba que a todos les gustase, nunca se sabía con los franceses y su manía de la mantequilla… Al oír el teléfono salió de la cocina y apareció en el salón con el pelapatatas y una patata encajada en él, descamisado y lleno de lamparones, torció el gesto ante la cara de Pierre que se echó a reír. Fernando sonrió resignado, estaba acabando con su fama de tipo duro a marchas forzadas. Alicia contestó el teléfono, Antonio llamaba para confirmar que irían los dos al picnic, que a mediodía estarían en casa. Fernando sonrió tímidamente al saber que era Antonio, cada vez que recordaba los comentarios que había hecho sobre él… Nunca se perdonaría aquellos momentos; aunque sabía que Alicia lo había perdonado e, incluso, parecía que no lo recordase. Desde la discusión no se sentía completamente relajado al estar con Antonio o hablar con él, había sido un cenutrio y, aunque Alicia pasó página, él regresó a la cocina frotándose la nuca con bastante vergüenza. Se sentó para seguir pelando patatas recordando que era la propia Alicia quién silenciaba cualquier comentario, siempre terminaba sorprendiéndole y hacía que se enamorase un poco más si cabe.
Alicia cogió al niño para cambiarle, por mucha maña que se diese Pierre, estaba segura que prefería no cambiarle. Alicia disfrutó cambiando a Roberto, poniéndole un nuevo traje, echándole colonia, luchando para poder meterle las mangas; esos momentos eran especiales, veía cómo se reía o movía las manos para evitar que se las cubrieran. Pierre siguió a Fernando a la cocina, se sentó en una silla; le resultaba curioso ver a Fernando preparar la comida para el picnic. Por una vez, fue él quien sacó el tema de Diane, ver a Fernando en una situación tan íntima hizo que él se relajase. Fernando se sentó enfrente de Pierre, fingió que seguía despreocupado con la comida para dar pie a que hablase de lo que intuía quería hablar. Pierre movía los dedos nervioso, cogió un cigarro del paquete que Fernando tenía encima de la mesa, respiró profundamente y se encontró con una mirada de soslayo de Fernando.
-Creo que me estoy enamorando…
-¿Crees? Yo diría que ya lo estás…
-Sí, puede que sí… Pero no sé si ella está en el mismo punto, no me gustaría ir demasiado rápido…
Fernando de repente se sintió extraño, hacía tanto que no aconsejaba a nadie sobre su vida amorosa… Recordó a Roberto, al poco de conocerse había insistido en que tenía que hacer algo con su novia, Isabel era demasiado controladora y tenían que centrarse… Sonrió con tristeza, nunca le gustó tener que dar esos consejos, y menos a Roberto; aunque tampoco sabía qué debía decirle a Pierre. Fernando no era de consejos gratuitos, realmente la mayor parte de los problemas con Alicia fueron por escuchar a algunas personas del entorno de ella, no escucharse a sí mismo y, sobre todo, a Alicia. Se dio cuenta que su amigo esperaba una frase mágica o magistral pero no existía y si así fuera, él no la tenía. Le miró directamente intentando transmitirle que hablase con Diane siendo el mejor consejo para su amigo.
-Bueno, no creo que Diane se asuste por nada… Si vas rápido, ella te lo dirá, yo creo que no deberías pensar qué hacer o qué no hacer, sólo sé tú mismo…
Pierre se quedó pensando en sus palabras, desde hacía unos días había sentido el deseo de vivir con ella, de dormirse y despertarse a su lado, pero se conocían hacía poco más de dos meses, sabía que era precipitado y que probablemente Diane lo viese absurdo. Alicia interrumpió los pensamientos de uno y otro entrando a la cocina con un Roberto ya cambiado, Fernando sonrió al verle.
-Qué guapo…
Se acercó evitando tocarle para no mancharle, le besó la frente mientras Roberto alzaba sus manos y le manoteaba la cara, acabó besándole las manos y riéndose. Alicia vio las patatas ya preparadas, se sentó con el niño, le encantaba ver a Fernando cocinar. Pierre cogió a Roberto en brazos y así ella pudo levantarse a abrir un poco la ventana y encendió un cigarro; Fernando estaba concentrado en la comida aunque por el rabillo del ojo veía tanto a Pierre como a Alicia. Mientras Pierre jugaba con Roberto, alejado de la ventana y las sartenes, Fernando se quedó mirando a Alicia mientras fumaba en la ventana, la luz producía un contraste unido al humo del cigarro y pensó en lo diferente que le parecía con la chiquilla que se encontró en la plaza, viéndola fumar, absorta en sus pensamientos, pero al darse la vuelta y sonreírle se dio cuenta que no había cambiado tanto, ni tampoco había cambiado el efecto que tenía en él…
Alicia se acercó a él, le pasó el cigarro que Fernando no podía coger, le dio una calada mientras Alicia le sujetaba. Se miraron intensamente, el día iba a ser muy largo y podían adivinar las ganas que tenían de estar a solas…
Alicia fue a la habitación a preparar la ropa de Fernando, mientras Pierre se quedaba con Roberto y Fernando terminada de preparar las tortillas. Cogió una de sus camisas y la olió, realmente quería estar a solas con él; pero era un día para disfrutar con sus amigos. Dejó en la cama la ropa que Fernando le había indicado, lo hizo con cuidado porque sabía lo mucho que le costaba planchar las camisas y los pantalones. Se sentó en una silla recordando los momentos en el piso franco dónde tuvo que ocuparse de él. Llamaron al timbre, fue a abrir ella, vio a Antonio y Liberto preparados para disfrutar de un día al aire libre, además traían un paquete que parecía una tarta. Les saludó y les hizo pasar, esperaba que no llegasen más amigos antes de tiempo porque el salón no era muy grande y tendrían que estar de pie. Pierre salió de la cocina con el niño en brazos, estaba dormido, Alicia le cogió con cuidado, y le metió en el coche, le arropó y fue a la cocina. El salón comenzó a llenarse de risas y una charla animada, de vez en cuando bajaban el volumen pensando en Roberto pero inmediatamente olvidaban la presencia del pequeño, él cuál disfrutaba de su siesta matutina.
-¿Qué tal vas? Si quieres termino yo y tú te duchas y arreglas…
-¡Ni hablar! No puedes mancharte hoy que estás tan guapa… -se acercó a abrazarla aunque evitó abrazarla del todo para no mancharla, la besó casi sin más contacto entre ellos- Ya queda poco, he oído la puerta ¿han llegado Antonio y Liberto?
Fernando se quedó mirándola embobado, algo que le hacía sentir aún más culpable. Había estado a punto de mancharle el vestido pero la mirada de falso reproche de Alicia hizo desistir su idea de abrazarla.
-Sí, ellos también están listos, han traído tarta… -Alicia notó todavía la vergüenza en la mirada de Fernando, sabía que seguía castigándose por sus celos absurdos- Mi amor… Deja de pensar en lo que pasó, ya está olvidado; hoy es un día para pasarlo bien, olvídate de todo…
Fernando sonrió y la volvió a besar, era imposible que olvidase lo estúpido que había sido, pero tampoco olvidaba la forma en que ella había pasado página, él tendría que hacerlo en algún momento. Fernando sacó de la sartén la última tortilla, la dejó en una tartera y se lavó las manos; tenía una pinta horrible, pero eso no impidió que saliese a saludar a Antonio y Liberto y se sentasen todos un momento mientras Alicia servía una copa de vino. Cuando se sentó en el salón consiguió un poco de descanso, tenía la espalda cargada del tiempo que había estado cocinando, la copa de vino y el cigarro le ayudaron a relajarse. Fernando probó el vino mientras intentaba colocarse un poco el pelo, realmente necesitaba una ducha. Sin saber cómo, Antonio y Fernando terminaron hablando de la guerra civil, Pierre parecía estar muy interesado en algunos detalles, Liberto les escuchaba casi sin creérselo, cuando era más pequeño sí había oído alguna conversación de sus padres sobre la guerra, pero desde que se separaron, nunca volvió a oír nada. Y mucho menos le había oído a su padre hablar de ello en el poco tiempo que pasó con él tras la muerte de su madre. Antonio y Pierre congeniaron perfectamente, Fernando arqueaba las cejas ante algunas de sus soflamas utópicas, Liberto le miraba divertido. Alicia intervino dando la visión de lo que recordaba, el sonido de los bombardeos, el miedo de la gente… Fernando se imaginó a Alicia de niña con mucho miedo, después perdiendo a su madre… Le apretó la mano mientras Antonio empezaba a contar cómo regresó a la Plaza de los Frutos en busca de Andrea; Fernando sonrió al saber que Marce le había escondido en el sótano del viejo Asturiano, Marce había luchado mucho más de lo que hacía ver. Se levantó despacio, acarició levemente el pelo de Alicia y fue al baño; se duchó con calma aunque no tenían mucho tiempo antes de que empezasen a llamar al timbre sus amigos para ir juntos a los Jardines de Luxemburgo. Esperaba que no estuviese todo lleno de gente, hacía un sol espléndido pero el frío también se notaba, le daba miedo que Roberto pudiese coger frío. Estuvo unos minutos con los ojos cerrados mientras le caía el agua caliente sobre sus entumecidos músculos, fue imaginándose esos capítulos de la vida de Marcelino y Antonio, realmente todo terminaba pasando por aquel bar, admiraba profundamente a su amigo que se había jugado el cuello más veces de las que la gente pudiera imaginar. Fue Marcelino quién terminó poniéndole en contacto, de forma indirecta, con Andrea para sacarla del país.
Movió la cabeza mientras recordaba esos días pero una idea le vino a la cabeza, nunca le había preguntado a Alicia cómo salió ella la primera vez de España. Al salir vio la ropa que había preparado Alicia, se rio pensando en lo poco apropiado que era aquel traje para un picnic al aire libre. Pensó en el vestido de Alicia, se rio pensando en la imagen que darían tan arreglados entre sus amigos. Se vistió despacio, pensó en Andrea, sabía que no había habido avances, pero escuchar a Antonio hablar de ella, de cuando volvió a buscarla… Le hizo pensar en ella y en lo que gustaría que hubiese podido sobrevivir, que estuviese en el picnic que estaban preparando… Y Roberto, lo que hubiese disfrutado viéndole preparar un picnic para sus amigos y su familia; seguro que no dejaba de pincharle en todo el día. Respiró hondo antes de volver al salón, cuando llegó, sólo estaban Alicia y Roberto. Entró en el salón impregnado en su colonia y el bálsamo para después del afeitado, últimamente no podía compartir ese momento que le había traído más de un corte en el cuello, disfrutó mirándola de arriba a abajo.
-¿Dónde están?
Se acercó a abrazarla, cerró los ojos y respiró su olor.
-Han ido llevando las cosas, les he dicho que en seguida vamos, ya habían llegado todos, pero no quise meterte prisa…
Alicia le acarició el pelo todavía mojado, le besó mientras miraba de reojo el reloj, no tenían mucho tiempo.
-Estás muy guapo…
Fernando se echó a reír mientras se terminaba de colocar la camisa.
-Claro, eso es porque alguien se ha encargado de que lo estuviese… Voy a ser la envidia de todo París... La mujer más guapa del mundo, con un vestido precioso, el niño más adorable vestido por su madre… No podría ser más feliz, teneros a vosotros es lo único que necesito…
Alicia le besó olvidándose del tiempo, del picnic, Fernando también se olvidó de todo, estaban acomodándose en el sofá cuando oyeron a su hijo. Fernando se incorporó ayudándola a levantarse, se echaron a reír mientras recogían los abrigos.
-Creo que Roberto está harto de esperar… Quiere disfrutar del picnic, así que, señora de Solís, deberíamos salir de casa antes de que no podamos controlarnos…
Alicia tuvo que sacar el espejo del bolso para retocarse el pintalabios, miraba a Fernando casi con censura y le pasó un pañuelo para quitarse él los restos de carmín. Antes de salir se dio cuenta las ganas que tenía de ver a Roberto caminando, agarrado a Fernando e inmortalizar ese momento. Alicia se puso el abrigo mientras no dejaba de mirarle, Fernando abrigó al niño, que cogió el chupete y se quedó tranquilo en el coche, cogió su abrigo en el brazo para ir poniéndoselo en el ascensor, comprobó que llevaba la cartera, el paquete de tabaco y las llaves, esas que Alicia nunca encontraba en su bolso. Al salir a la calle notaron un ligero aire pero no sintieron el frío de días atrás, Alicia sonrió satisfecha, esperaba que el tiempo les diese una tregua y pudiesen disfrutar de la mañana. Fernando tenía que animar a caminar continuamente a Alicia, se paraba para hablar, ante la atenta mirada de Roberto, sin darse cuenta que terminarían llegando tarde. Ella llevaba el coche mientras Fernando había cogido una bolsa con las bebidas y con mantas para poder sentarse. Caminaron despacio, disfrutando de la conversación que giraba en torno a los amigos que no podían estar aquella mañana; daba igual cuántos les acompañasen, siempre pensaban en esos amigos a los que había dejado atrás. Fernando fantaseó con que Marce, Pelayo, Manolita y los niños hubiesen ido a París, que pudiesen saludar a Antonio, conocer a Roberto… Alicia se paró haciendo que él también lo hiciese, le acarició la mejilla, se daba cuenta de lo importante que era para Fernando pensar que algún día pudieran regresar a España, que de alguna forma recuperase su país y su identidad en él. Le miró enternecida e imaginando una comida mano a mano entre Pelayo y él.
-Fernando, estoy segura que llegará un día en que podamos estar en Madrid, en que el país sea libre y nosotros y tantos como nosotros podamos volver… Pero ahora debemos disfrutar de lo que tenemos, esta es nuestra vida, nuestros amigos, tenemos nuestra familia… Yo no lo cambiaría por nada…
-Tienes razón –la besó suavemente mientras reanudaban el camino- hoy no es día para pensar en lo que no tenemos, sino para disfrutar de todo lo que hemos conseguido juntos.
Fernando disfrutó mirando la cara de felicidad de Alicia, ese día les había salido un día casi primaveral, pasar por debajo de los tilos siempre le había recordado a ella, Alicia olía a primavera y mucho más cuando caminaba casi sin pisar el suelo. En unos minutos llegaron a los Jardines y vieron con sorpresa que, aunque había mucha gente, ellos eran el grupo más numeroso, estaba todo preparado. Alicia se sintió mal, la idea había sido suya y al final todos habían hecho más que ella, Fernando le cogió la mano apretándosela casi adivinando lo que estaba pensando. Saludaron a todos sus amigos, eran un grupo curioso, abogados y periodistas charlaban animadamente, algunos de ellos ya se conocían de la cena de navidad en casa de ellos. A Fernando le gustó ver a Pierre y Diane juntos, se les veía muy bien y los dos se lo merecían; empezaron a picar algo mientras se sentaban, Fernando posó el capazo con Roberto dentro entre Alicia y él, aunque sabía que probablemente, Roberto pasaría más tiempo en brazos que en el capazo. Los brindis se sucedieron desde el primer momento, Fernando se sintió un poco cohibido, muchos eran dirigidos a ellos y algunos incluso sólo a él por sus artículos; nunca le gustó llamar la atención, aunque sabía que sus amigos lo hacían sinceramente. Cuando él tuvo ocasión de brindar, brindó por Alicia, por ser tan luchadora, la miró y Alicia supo por qué brindaba exactamente, vio la admiración en sus ojos, Fernando no podía dejar de pensar en la implicación de Alicia, con Claire, con el caso de Andrea… Admiraba profundamente a Alicia; finalmente, brindó también por Roberto, por lo que habían construido juntos y por tener a su hijo en sus vidas. Mientras brindaban hubo una décima de segundo que no había nadie más en los jardines, los sonidos y la algarabía quedaron reducidos para dar paso a la promesa silenciosa de seguir admirándola siempre. Alicia se emocionó no tanto por las palabras de Fernando cómo por lo que le transmitía su mirada. Todos alabaron la mano que tenía Fernando en la cocina, él se quitó importancia, de hecho, no pretendía que supiesen quién lo había preparado, pero Alicia se adelantó al dejarlo claro desde el principio. Una vez que acabaron los cumplidos, Fernando respiró tranquilo al ver que empezaban a hablar de cualquier cosa, Antonio, Alicia y Grace eran los que tomaban el control de las conversaciones, aunque hablaban todos y de forma cruzada. Fernando se volvió a castigar a sí mismo al ver a Antonio y Alicia debatir de forma apasionada sobre la forma de oposición al franquismo; entendía que se hubiese sentido celoso, eran muy parecidos, aunque tenía claro que no había ninguna intención por parte de ninguno de los dos. Se dio cuenta que Alicia estaba comiendo más que nunca, le gustaba verla tan despreocupada por todo, tan feliz, casi sin echar nada de menos; Roberto llevaba un rato despierto, Fernando le había visto por el rabillo del ojo, había alargado la mano para coger la de su hijo, aunque había evitado decir nada porque sabía que en cuanto Alicia supiese que estaba despierto, le sacaría del capazo y probablemente pasaría la mañana de brazo en brazo. Se dio cuenta que iba a empezar a gimotear así que decidió cogerle en brazos, Alicia dejó a medias una frase para girarse y mirarles a los dos, cogió la cámara, que ya habían usado para sacar fotos a sus amigos, y les sacó una foto. Fernando disfrutó sabiendo que su hijo era el centro de atención, estaba muy orgulloso de él, tanto que no le importó que todos les estuviesen mirando. Poco a poco, todos sus amigos fueron cogiendo a Roberto, Alicia se sorprendió al ver a Fernando tan relajado, sabía lo que le costaba dejar de preocuparse por su hijo. Se sentó junto a él y le besó el cuello susurrándole en el oído algo que quedó sólo entre ellos. Estiró completamente las piernas y Alicia se recostó en él mientras hablaba con Antonio, movió la cabeza cuando Pierre se introdujo en la conversación y casi suplicó a Diane, mucho más pragmática que ellos, para intervenir y recordarles el mundo real. Terminó riéndose porque fue Liberto quién les recordó las dictaduras que existían en el mundo, las guerras que seguían librándose en ese mismo momento y la miseria que les rodeaba, la esclavitud en el trabajo, la de las mujeres, niños que seguían trabajando… Consiguió apaciguarlos por un rato. Alicia disfrutaba recostada sobre Fernando y mirando a Roberto, podía sentir cómo contenía la risa sin mirarle y también que el capítulo de Antonio estaba completamente cerrado. Roberto se reía a carcajadas con algunos de sus amigos, sin embargo, fruncía el ceño al cogerle otros. Fernando pensaba que estaba empezando a tener ciertas preferencias, se encendió un cigarro para reposar la comida.
Alicia había empezado a cabecear, apoyada en él, Fernando no necesitaba verle la cara para saber que comenzaba a dormirse, tenía los brazos laxos y sabía que el cansancio estaba haciendo mella en ella. No le había dicho de broma lo mucho que le gustaba ver cómo dormía, entonces le parecía un alma pura, limpia y transmitía paz a su alma, una paz que nunca pensó que llegaría a encontrar. Le acarició el pelo, sabía que no le gustaría que todos sus amigos la viesen dormir, se giró para besarle y se incorporó, a Roberto le tocaba tomar el siguiente biberón. Fernando lo cogió de la bolsa y fue a un bar cercano a pedir que se lo calentasen, era el único problema de organizar un picnic al aire libre. Alicia se frotó los ojos con disimulo mientras Fernando iba a por el agua caliente, arrugó la nariz pensando que debió haber preparado un termo, por suerte estaba él para solucionarlo casi todo. Sonrió ante ese pensamiento mientras comentaba el carácter de un Roberto que empezaba a cerrar los puños y llorar con intensidad. Se puso nervioso cuando tardaron en atenderle, Roberto tenía hambre y no quería hacerle esperar, la paciencia no era una de sus grandes virtudes, era consciente y luchaba siempre para solventarlo, pero era imposible que un camarero pudiese tardar tanto en hacer tan poco. Apoyó los dos brazos en la barra sin darse cuenta de lo intimidante que parecía su postura, respiró tranquilo cuando le entregaron el agua ya caliente, dejó una propina por las molestias, que no por la atención. Caminó con seguridad, comprobando la temperatura hasta que escuchó a Roberto, cuando llegó le vio llorar a pleno pulmón, tuvo que tragar saliva para controlar el efecto que tenía en él ver a su hijo así; le cogió de brazos de Alicia, que había intentado calmarle sin éxito, y le puso sobre su pecho. El niño se calmó al sentir su tranquilidad, cuando por fin consiguió que dejase de llorar, empezó a darle el biberón. Fernando estaba concentrado en un Roberto que cada día pedía más cantidad de leche, movió la cabeza y sonrió cuando Pierre, el cual se había autodenominado tío Pierre, habló con Roberto cómo si él pudiera responderle. Sus amigos seguían charlando, aunque en ese momento lo hacían casi en susurros; Alicia les contempló a todos y respiró feliz, se alejó para sacar una foto de todos, derramó una lágrima al apretar el botón. Liberto se acercó a ella, le dijo que él sacaba otra foto de todos, Alicia sonrió agradeciéndoselo y se puso al lado de Fernando, le abrazó y con la otra mano cogió la mano de su hijo. Decidió que esa foto tenía que enmarcarla, era un momento muy especial, ella también echaba de menos a Marce, Pelayo, Manolita, Inés, Macarena, Daniel… Pero, en ese momento, no podía pedir más; estaba junto a Roberto y Fernando, era feliz como no lo había sido en muchos años, tenían un gran grupo de amigos en los que apoyarse… Se dio cuenta que había que cambiar al niño cuando vio a Alicia arrugar la nariz, lo cogió fingiendo hastío y bromeando sobre el trabajo sucio. Fue al bar a cambiar a Roberto, no pensaba cambiarle en la calle con el frío que hacía; se dio cuenta que necesitaba ayuda, no podía apoyar a Roberto en el frío mármol del lavabo. Volvió y se lo dijo a Alicia, juntos cambiaron al niño en el pequeño baño de aquel bar; compartir ese momento con Fernando la emocionó, normalmente era un momento que sólo compartía uno de los dos mientras el otro recogía o estaba ocupado. Alicia disfrutó del momento en el minúsculo cuarto de baño, estuvo pendiente de la puerta para que ninguna mujer se escandalizase al ver allí a Fernando, por suerte su destreza hizo que el cambio durase poco. Roberto sonreía feliz mientras se frotaba los ojos en señal de sueño. Era la primera vez que cambiaban al niño juntos, cuando acabaron, Fernando acarició la mano de Alicia, notó la forma en que Fernando le acarició, la electricidad que había entre ellos iba intensificándose, estaba segura que se había olvidado por un momento que estaban en un baño público de mujeres cambiando al niño. Alicia le miró intensamente aún con Roberto en brazos, apartaron la mirada en unos segundos y suspiraron resignados, no dejaban de sentirse como dos adolescentes enamorados, pero tenían que guardar las formas. Roberto se durmió en brazos de Fernando antes de llegar a donde estaban sus amigos, le metió en el capazo y empezó a abrigarle, no podía ni pensar en que cogiese frío, aunque realmente la temperatura era bastante buena para estar todavía en marzo. Antonio había sacado la tarta que había traído, era la preferida de Alicia, Fernando sonrió ante la cara de niña que había puesto, vio cómo se emocionaba al recibir un trozo y probarla. Él rechazó el plato que le ofrecía Antonio, aunque terminó probando la tarta porque Alicia le acercó su cuchara, intentó disimular delante de los demás, Alicia parecía decidida a tentarle una y otra vez. Sacó el termo con café y empezó a servir a todos, Alicia le pidió doble, tenía sueño pero no quería perderse ni un minuto de aquel día; mientras tomaba el café, miraba a Alicia, en ese momento estaba hablando con Grace de Claire, en menos de dos semanas tendrían la vista pero no estaban seguras de que no retirase la denuncia. Fernando le acarició la mano con suavidad, sabía lo que le afectaba a Alicia ese caso, él compartía la misma rabia, pero no quería que Alicia se quedase toda la tarde pensando en ello, en ese momento no podía hacer nada por Claire y, además, tenía que disfrutar del picnic que tanto la ilusionaba. Al sentir la mano de Fernando, sonrió sin mirarle, sabía que pasase lo que pasase, él estaría ahí para hacer del mundo un lugar mejor. Fernando notó el apretón de la mano de Alicia, cómo se indignada sólo pensar el infierno que había pasado Claire, que pasaban miles y miles de mujeres en Francia, en España, en cualquier lugar del mundo. Le encantaba que fuera una defensora a ultranza de los derechos de las mujeres, que creyese en la igualdad, admiraba esa voluntad férrea y sabía que si tenían una hija sería educada en esas directrices. Cuando terminó la tarta, cogió su taza de café y volvió a recostarse sobre Fernando, la mayoría de sus amigos les miraban con envidia, Pierre sonrió mientras se giraba para mirar a Diane, ella correspondió su sonrisa y le besó. Pierre no reaccionó, era la primera vez que se besaban delante de sus amigos, Fernando evitó reírse de la cara de Pierre, no quería incomodarle, pero le hizo mucha gracia verle tan atorado. Tuvo que contener la carcajada mientras encendía un cigarro, Pierre parecía un chiquillo sonrojado y destacaba con la actitud tan normalizada de Diane, movió la cabeza pensando en su amigo y esperaba que no perdiese nunca esa ingenuidad. Este pensamiento le recordó a Mauro, dio una calada larga rememorando los días que compartieron juntos. Revolvió el pelo de Alicia mientras le hablaba al oído, realmente sabía que tenía cosquillas en las orejas y lo hacía para llamar su atención. Alicia controló la situación y empezó a hablar de su padre, Pierre se lo agradeció con una mirada todavía un tanto sonrojado.
La tarde fue quedando atrás entre conversaciones y confidencias, ninguno parecía tener prisa por dar por terminado aquel picnic que estaban disfrutando. Liberto se había despedido poco después del café, a Fernando le confesó que había quedado con una chica, con su padre todavía no tenía esas confidencias. Alicia había visto cómo Fernando y Liberto se apartaban un momento de todos, sonrió pensando cuánto le gustaría haber conocido a Andrea y que estuviese allí para ver a su hijo y a Fernando. En esos momentos, Fernando tenía a Roberto en brazos, el niño no había dejado de ser el centro de atención en todo el día, Alicia se acercó a ellos y apoyó la cabeza en el hombro de Fernando. Se notaba que la tarde llegaba a su fin, estaba cansada y ya no podía disimularlo; Fernando le besó el pelo mientras seguía charlando con Pierre. Miró de reojo a Antonio, llevaba un rato hablando con Grace, tenían una conversación de tú a tú, sin que los demás interviniesen. Le hizo gracia pensar que probablemente Alicia había pensado en Grace cuando le había propuesto presentarle a alguien y él soltó su ironía. Respiró hondo volviéndose a sentir culpable, aunque despejó esa idea de su cabeza mientras seguía hablando con Pierre. Fernando estuvo durante el resto de tarde observando, se fijaba en la forma en que Liberto lo buscó para hacer su confidencia, cómo Alicia sonreía feliz casi como si fuera una niña, a Pierre a quién el vino había relajado completamente o Antonio que empezaba a sacar su artillería ligera con Grace. Cerró los ojos relajándose, durante unos segundos, con la fragancia de Alicia y la tranquilidad de un Roberto que había aprendido a dominar a todos los adultos. Alicia se había quedado dormida, Fernando la arropó con su chaqueta mientras dudaba de si debía despertarla, la tarde estaba llegando a su fin y seguramente le gustaría disfrutar los últimos instantes con sus amigos, decidió no hacerlo, le gustaba tanto verla dormir… Notó cómo Alicia, ya dormida, se agarraba a la chaqueta para acomodarse al calor de la misma. Poco a poco, sus amigos fueron despidiéndose, empezaron a recoger las cosas para que ellos no tuvieran que llevarlo todo a casa en varios viajes. Fue despidiéndose de todos sin dejar de estar pendiente de Alicia y Roberto, los gestos con la cabeza y apretones de manos cerraron un día tranquilo, agradable y el ideal para una Alicia que adoraba la naturaleza y disfrutar del aire libre. Los últimos en despedirse fueron Antonio y Grace, se iban juntos, a Fernando le hubiese gustado que Alicia lo viese, se rio para sus adentros mientras se despedía de ellos. El frío comenzaba a notarse, Fernando se puso el calzado con cuidado pero Alicia estaba profundamente dormida, cerró los ojos un segundo, de vez en cuando se seguía sorprendiendo pensando que esa era su vida, que no era ningún espejismo, que lo habían conseguido… Se echó a reír, una vida tan convencional como para preparar un picnic, no podía disimular que había sido un gran día, pero pensó en la situación del país y se sintió un poco culpable, ellos habían pasado el día disfrutando mientras había miles de personas sufriendo… Su hijo gimoteó y apartó esos pensamientos de su cabeza, besó al niño y empezó a acariciar el pelo a Alicia.
-Alicia… Es tarde, deberíamos volver a casa…
Le encantaba despertarla porque podía ver cómo iba tomando conciencia de dónde estaba, siempre se frotaba los ojos y estiraba los brazos, eran gestos mecánicos pero disfrutaba viendo cada uno de ellos. El olor de los tilos se había impregnado en el pelo y en la ropa.
-Me he quedado dormida…
Fernando notó el tono de reproche hacia sí misma.
-Es normal, hoy ha sido un día largo; pero no te preocupes, no he dejado que te viesen despeinada, he estado atento en todo momento.
Alicia se echó a reír incorporándose un poco, estiró el cuello y vio la botella de champan y las dos únicas copas que quedaban. Mientras bromeaba con ella se enderezó para volver a notar parte de sus músculos agarrotados, deseaba llegar a casa y prepararse un baño, aunque la sensación de tranquilidad que le había producido ese día, enterrando definitivamente la discusión de días anteriores, le daba energía extra. Acarició la mejilla de Roberto para comprobar que no se hubiera quedado frío, de forma automática abrió los ojos y se quedó mirándolo para sonreír. Esos momentos no podía plasmarlos en un papel, ni explicarlos con palabras pero le reconfortaba sentir la mano de Alicia o su sonrisa porque ella sí lo comprendía y compartía con él.
-¿Han recogido todo? Soy la peor organizadora que puede haber…
-Eso es mentira Alicia, si no llega a ser por ti, nadie hubiese aceptado venir a este picnic…
Dejó a un Roberto dormido en el capazo y le arropó, le pasó a Alicia las dos copas de champán y las llenó. Alicia miró alrededor, estaban solos, ya había anochecido, las farolas iluminaban los jardines y les daban un color especial; Alicia recordó el día que le pidió a Fernando que se casase con ella. Se incorporó admirando lo recogido que estaba todo, se acurrucó en la chaqueta de Fernando que olía a él, escondió la nariz para disfrutar de esa sensación, miró a Roberto dormir, ofreció a Fernando una de las copas.
-Pero me he perdido la despedida… Tenías que haberme despertado…
-No pude, estabas tan guapa dormida… -se le pasó por la cabeza contarle que Antonio y Grace se había ido juntos, pero ese momento era sólo para ellos- Quiero brindar contigo, por ti, por nuestro hijo… Porque nunca podría ser más feliz, teneros es lo mejor que me ha pasado en la vida. Y por ti, Alicia, porque eres la mujer más luchadora que conozco, sales adelante pase lo que pase, sigues luchando a pesar de todo… Te amo.
Alicia se emocionó, notaba la mirada intensa de Fernando, sus palabras sinceras, se olvidó por completo de sus amigos, de haberse dormido, de lo cansada que estaba…
-Yo brindo por ti y por Roberto, sin vosotros no habría recuperado mi vida, mi felicidad… Y aunque no te guste oírlo, eres el hombre más luchador y generoso que conozco, has dado tanto por conseguir la libertad, la justicia… Nuestro hijo estará orgulloso cuando crezca. Por ti Fernando, te amo y siempre te he amado…
Tomaron un sorbo de la copa mientras no dejaban de mirarse, Alicia degustó las burbujas del champán mientras notaba cómo le quemaba suavemente por la garganta, disfrutó de ese brindis que ofrecía ese presente que construían cada día y un futuro del que Fernando nunca se había permitido hablar. Dejó su copa a un lado y se acercó a Fernando, empezó a besarle con demasiada pasión, en unos segundos se habían olvidado de todo, llevaban todo el día deseando tener un momento para ellos y no parecían dispuestos a esperar. Fernando oyó unos pasos y se separó, se echó a reír al ver el resultado de aquellos besos. Se habían dejado llevar por ese beso y, al separarse, Fernando tuvo que abrocharse un par de botones de la camisa, movió la cabeza divertido dejando arrastrar las sílabas mientras pronunciaba su nombre.
-Alicia… Contigo es imposible centrarse… Estás tan guapa…
Alicia le miró complacida mientras recogía la manta y guardaba el champán y las copas; Fernando puso con cuidado el capazo en el coche y empezaron a caminar hacia casa. Antes de salir de los Jardines vieron a uno de los vigilantes, probablemente fueron sus pasos los que les hizo recordar donde estaban. Fernando le saludó entre avergonzado y divertido, seguro que ese hombre había pensado que eran dos adolescentes… Movió la cabeza pensando en el efecto que Alicia provocaba en él. Alicia caminaba enérgicamente agarrada a Fernando, estaba deseando llegar a casa, miraba a un Roberto que había vuelto a dormirse y era ajeno a las cavilaciones de sus padres. Fernando bajó el paso para poder abrazarla y arroparla con la chaqueta que se había empeñado en devolverle. La miró con una mezcla de pasión y ternura mientras le colocaba delicadamente el pelo.
Fernando le contó que Antonio y Grace se habían ido juntos, Alicia se echó a reír recordando que ella ya había pensado en presentarles, frenó su recuerdo para no volver a hablar de los celos de Fernando. Él lo notó y cerró los ojos un segundo, Alicia le quitó importancia y le besó, estaba más que superado y quería que Fernando también lo dejase atrás. Le pasó los dedos por el ceño fruncido quería que olvidasen cuanto antes el tema de Antonio, no había pretendido hacer de casamentera pero no había que ser muy listo para ver la diferencia de Antonio al ver a Grace. Fernando recordó uno de sus pensamientos de esa mañana, carraspeó antes de preguntarle por su salida de España cuando era pequeña, no quería abrir heridas pero tenía la necesidad de llenar todas y cada una de las lagunas de su vida. A él también le había costado relatarle muchos episodios de su vida pero cada vez que lo hacía sentía una paz inmensa. Le agarró la mano mientras ella hablaba, recordar a su padre era difícil aunque, a la vez, siempre estaba presente en su vida. Admiraba la fuerza con la que se agarraba a esos recuerdos, siempre resaltando alguna anécdota que reflejaba el gran hombre que había sido. Habían hablado muchas veces de lo difícil que fue asentarse en París, de que Joaquín tuvo que salir adelante como pudo con una niña pequeña, pero nunca de cómo llegaron a Francia. Alicia sonrió tristemente, por suerte ella no recordaba mucho, sólo la sensación de miedo y cansancio, pero su padre sí le había contado cómo había sido. Fernando escuchó una historia que había escuchado muchas veces en otras personas, siempre tenía la misma sensación de tristeza y derrota, pero aquella vez, además, pudo imaginarse a una Alicia de niña, a su padre intentando protegerla de todo… La abrazó todavía más fuerte prometiéndose a sí mismo que Alicia no volvería a pasar por algo así, que juntos no dejarían que su hijo pasase algo parecido. Llegaron a casa con la mirada un poco melancólica, siempre que hablaban del pasado sentían lo mismo, aunque también sabían que ese pasado formaba parte de lo que eran en la actualidad y nunca deberían olvidarlo. El calor del portal los envolvió con calidez, el ascensor no tardó en llegar al bajo, saliendo lanzados sus vecinos, Fernando miró la hora y se imaginó que habían burlado a su madre con alguna excusa. Alicia disfrutó riéndose de él, estaba segura que tendría que ser más estricta que Fernando o Roberto se subiría a sus barbas. Mientras subían en el ascensor volvieron a sentir las ganas de besarse, estaban muy juntos, respiraban cerca del otro, sentían su aliento… Tuvieron que contenerse, finalmente, Fernando le dio un suave beso antes de abrir la puerta del ascensor; al entrar en casa, se apresuró a encender la calefacción mientras Alicia entraba con el coche. Roberto seguía dormido pero tendrían que despertarle para darle un baño y ponerle su pijama; a Alicia no le gustaba despertarle, le parecía tan adorable cuando dormía. Fernando se quitó el abrigo y la chaqueta, se remangó y empezó a preparar la bañera para su hijo; Alicia se puso cómoda y cogió con cuidado a su hijo. Le fue despertando con suaves besos, le gustaba ver cómo bostezaba y empezaba a manotear en el aire; se sentó con él en el sofá hasta que Fernando terminase. Se aseguró que la ventana del baño estuviese completamente cerrada, preparó todo lo necesario para el baño de su hijo, controló la temperatura, se rio pensando que en los últimos meses se había vuelto todo un experto. Alicia entró despacio, se quedó mirándola sin poder apartar la vista, decidió concentrarse en Roberto y dejar las miradas para después… En pocos segundos, el vaho inundaba la estancia con el delicado aroma del gel del bebé. Alicia desnudó al niño con mucho mimo, al igual que no le gustaba que le pusiesen las manoplas o los gorros, tampoco le gustaba que le desnudasen, se movía nervioso sintiendo el frío hasta que le metían en la bañera y se relajaba con el agua caliente. Alicia dejó que Fernando se ocupase, le gustaba mucho verle concentrado, atender al niño con el máximo cuidado; Roberto se dejó mimar hasta que empezó a chapotear, Alicia le veía reír y sentía una felicidad plena. Fernando terminó salpicado, como siempre, y Alicia tenía gotas por todo el pelo, sacó al niño del agua y se apresuró a dejarle en brazos de Alicia, que ya tenía la toalla preparada. Le secó con cuidado, prestando atención a cada parte de su diminuto cuerpo; Fernando le pasó el pijama y se lo puso, Roberto protestó cuando notó que le metían las manos, Alicia sonrió divertida. Después de recoger el baño mientras Alicia iba a la habitación y se sentaba en la mecedora, Fernando preparó un biberón, ya lo hacía de forma automática, casi sin pensar; comprobó la temperatura. La cocina tenía una bombilla floja y parpadeaba, decidió dejarlo para la mañana siguiente, mientras calentaba el agua se dio cuenta que era demasiado tarde para hacer tanto ruido. Alicia empezó a darle el biberón, Roberto lo cogió con ansia, Fernando sonrió recordando a un Roberto recién nacido y muy tranquilo cuando comía. Poco a poco, le veían crecer, cambiar, besó al niño en la frente y se sentó en uno de los brazos de la mecedora; después del día ajetreado que habían tenido, necesitaban ese momento de paz los tres juntos. Vieron como Roberto se fue quedando dormido sin terminar el biberón, parecía presentir la tensión entre los dos, de tal forma que se durmió mucho antes que cualquier noche. Alicia retiró el biberón a la vez que Fernando le daba el chupete; les parecía tan tranquilo mientras dormía que nadie diría que despierto fuese capaz de reírse a carcajadas o llorar con la misma fuerza. Fernando llevó la cuna a la habitación, Alicia se levantó despacio de la mecedora, al llegar a la habitación vio que Fernando había preparado el pijama de ambos y había abierto la cama. Metió a Roberto en la cuna, le arropó y le dio un suave beso en la nariz; cuando volvió a mirar a Fernando no quedaba nada de la mirada tierna que le había dedicado a su hijo. Se acercó a él despacio, le quitó la camisa con la misma lentitud, Fernando la miraba intensamente mientras alargaba la mano para ayudarla con su vestido.
-Creo que hoy no necesitaremos eso… -Alicia señaló los pijamas y se echó a reír consiguiendo que Fernando sonriese y se acercase más- Tenía muchas ganas de poder estar a solas contigo…
Fernando miró al suelo dónde se mezclaba la ropa de ese día con los pijamas que había deslizado Alicia, el contraste del suelo frío con la pasión que se intensificada por momentos le hizo sonreír. La acercó hacia él sin decir nada, empezó a besarla mientras recorría su espalda desnuda, Alicia fue hacia la cama sin dejar de besarle, se acomodó haciendo que él la imitase. Terminó de desnudar a Fernando y empezó a recorrer su cuerpo, sintió cómo el olor de Fernando se mezclaba con el suyo, se tumbaron en la cama, aquella noche hicieron el amor lentamente, disfrutando de cada caricia después de haber alargado ese momento durante todo el día, Fernando disfrutó viendo cómo Alicia le miraba con cada beso. El primer beso había sido de urgencia pero terminaron disfrutando de cada caricia, de cada susurro para dormirse abrazados sin apagar la luz de la mesita.
Alicia fue a la habitación después de tomarse el segundo café y guardar la carta para Inés, vio a Roberto despierto y le cogió con cuidado. Se sentó en la cama con Roberto en brazos mientras se quitaba las zapatillas, de fondo escuchaba a los vecinos de abajo correr por la casa, se tumbó encima de la colcha disfrutando del contacto del niño y el calor que emanaba. Se acercó a besar a Fernando que se giró dormido, tenía el rostro relajado, la barba incipiente comenzaba a sombrear parte de su cara, al despertarse no pudo evitar sonreír, aún no se acostumbraba a amanecer cada mañana con Alicia a su lado, a sentir los gorgoteos de Roberto. Movió la ropa de cama para que pudieran meterse los dos, a esas horas la calefacción aún no estaba dada y comenzaba a notarse. Sonrieron ante los ruidos del bebé y con la sensación de que se había parado el tiempo.
-Buenos días, últimamente duermo demasiado…
-Buenos días mi amor, hoy he sido yo la que he madrugado mucho.
Estaban los dos tumbados con su hijo entre ellos, era la mejor forma de coger fuerzas para empezar el día. Fernando besó a su hijo en la mano, parecía que le gustaba estar en la cama con ellos, alargó la mano para acariciar el pelo de Alicia. Aquella mañana tenía una reunión en la redacción, esperaba que no le entretuviesen mucho, le apetecía pasar el día con Roberto y Alicia, disfrutar de cada segundo, olvidarse del mundo real… La semana siguiente, Alicia volvería al despacho, tenía que preparar con detalle la vista de Claire además de recibir a los contactos de Antonio para saber si habían averiguado algo. Quería aprovechar cada día que Alicia pasase en casa trabajando, cerró los ojos un segundo saboreando ese instante, resopló con pereza pensando que tenía que marcharse justo en el momento en el que Roberto se giró para acomodarse a él. Se fue incorporando poco a poco, se puso las zapatillas, Alicia le miraba casi deseando que no rompiese el momento, aunque sabía que tenía que ir a la reunión. Fernando cogió al niño mientras veía cómo Alicia arrugaba la nariz y empezaba ella también a incorporarse, la abrazó con cuidado para no dañar a Roberto. Les besó a los dos mientras dejaba al niño en brazos de Alicia, quería preparar el desayuno; cuando llegó a la cocina y vio todo preparado se echó a reír, Alicia le había despertado después de preparar todo. Empezaron el día desayunando juntos, por más que lo hiciesen todos los días, seguía siendo especial para ellos, lo habían deseado durante tantos años. Sentado en la cocina, mientras desayunaban, estuvo tentado en llamar a la revista, encendió un cigarro y Alicia se sentó encima de él para recordarle aquella famosa frase de que lo primero es lo que uno tiene que hacer y después lo que uno quiere. Movió la cabeza pensando qué diferente era ese hombre del que tenía colocando la loza en el fregadero con movimientos lentos, pausados, haciéndose el remolón para irse a trabajar. Sonrió al sentir las manos en la cintura.
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**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!! |
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08/09/13 Añadidos videos recopilatorios de las mejores escenas de Fernando & Alicia en Amar es para siempre
04/09/13 Añadidas capturas del capítulo 165 de AEPS en http://relatosnoa4.es.tl/
04/09/13 Añadidas escenas de los capítulos 163, 164 y 165 de AEPS |
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