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25 de diciembre de 1962
25 de diciembre de 1962

Alicia se estiró en la cama destapándose completamente, el lado de Fernando estaba frío, movió la cabeza sabiendo que se habría levantado pensando en todo lo que había que recoger. Eran más de las doce, resopló pensando que en menos de dos horas sus amigos habrían vuelto; tenía muchas ganas de la comida de ese día y de darles los regalos, pero no le apetecía nada tener que arreglarse. Remoloneó un poco más en la cama, le hubiese gustado despertarse con Fernando pero asumía esa parte de él que prefería tener todo bajo control; estaba segura que cuando saliese de la habitación, estaría todo prácticamente ordenado. Fernando le dio otro trozo de turrón a Roberto, le gustaba la forma en la que su hijo lo metía en la boca para que se fuese deshaciendo en vez de intentar morderlo; se frotó el cuello sentándose en el sofá. Llevaba un par de horas recogiendo todo, se había desesperado ante la cantidad de platos, vasos y copas que habían usado la noche anterior, incluso por el hecho de haberlo dejado en la mesa en vez de llevarlo al fregadero. Había sacado a Tor a la calle al despertarse, hacía mucho frío y no dejaba de nevar, pensó en la suerte de que a su perro no le gustase la nieve, antes de terminar el cigarro ya estaban de vuelta en casa. Roberto se había despertado poco después de empezar a recoger, le miró riéndose al darse cuenta que había recuperado toda su energía, pretendía ayudarle e incluso se enfadó cuando no le cogió en brazos para poder llegar al fregadero. Dejó que Roberto se subiese al sofá pensando que se pondría a saltar, pero sonrió al notar el abrazo que le daba su hijo, siempre conseguía sorprenderle. Acarició las manos de Roberto mientras respiraba el aroma que siempre desprendía y comenzaba aquellas charlas casi agotadoras que eran uno de los motores de su vida.
-¿Sabes que hoy también vienen a comer los tíos?
-Tíos menen omer ¿Y Liberto?
-También –sonrió ante la seriedad de su hijo- podrás jugar con él todo lo que quieras. Dentro de poco van a nacer tus hermanas, tenemos que tener cuidado al principio, serán muy pequeñas.
-Uidado, peenas, Anea y Ana juar.
-Hay que esperar un poquito para poder jugar con ellas, pero tú nos vas a ayudar a cuidarlas ¿verdad?
-¡Sí! Dar omida y momir.
-Eso es, muy bien, entre los tres vamos a cuidarlas –le besó sonriendo, estaba seguro que querría ayudar con sus hermanas- y tú vas a ser el mejor hermano mayor que podrían tener.
Se echaron a reír cuando Tor quiso subir al sofá, dejó que los dos se acomodasen y él trató de no molestarles mientras se arrinconaba en uno de los lados del sofá, sentir la mano de su hijo y a la vez el hocico del perro le hacía reír. Alicia se levantó despacio y sonrió escuchando las risas que llegaban del salón, se puso la bata pero tuvo que apoyarse en la cómoda al sentir un pinchazo. Se llevó la mano a la tripa preocupada, no podía empezar a tener dolores, le quedaban dos meses de embarazo, en ese momento fue consciente del tipo de miedo que sentía Fernando cada vez que la veía hacer un gesto de cansancio. Cerró los ojos pensando en su mirada si la hubiese visto en ese momento, respiró hondo y se incorporó esperando no volver a sentir ninguna molestia. Suspiró al mirarse al espejo, intentó peinarse con los dedos pero decidió ir a darle los buenos días a sus tres chicos. Al abrir la puerta se emocionó ante la imagen de Fernando y Roberto con Tor en el sofá, a ella no le hacía mucha gracia que el perro subiese al sofá, pero tenía que reconocer que en ese momento no le importaba. Cogió la cámara de fotos para inmortalizar el momento; Fernando levantó la vista y sonrió mientras sacaba la foto. Había intentado convencer a Roberto de que Tor debía estar en el suelo pero le dio por imposible, aunque le miró de reojo cuando Alicia entró en el salón porque terminaría siendo regañado él antes que su hijo y el perro. Se echó a reír antes de incorporarse.
-Buenos días Alicia, espero que hayas dormido bien.
-Nos ías mamá.
-Buenos días –se acercó para besarles a los dos y tuvo que acariciar a Tor- he dormido estupendamente.
Fernando le hizo un hueco para que se sentase con ellos en el sofá, pensó divertido que si la navidad era eso, podría celebrarla todos los días. Alicia sonrió al ver un plato con brioches en la mesilla, cogió uno y volvió a acomodarse junto a Fernando, Roberto hablaba de sus tíos y los regalos; Fernando le miró sonriendo y haciéndole preguntas. Se miraron emocionados pensando que ya tenían verdaderas conversaciones con él, Fernando bromeó con que su hijo empezaría a hacer preguntas difíciles antes que los demás niños. Roberto terminó apoyando su cabeza en la tripa llamando a sus hermanas, Fernando besó a Alicia y se quedaron unos minutos mirándole sin querer romper el momento. Fue Fernando el que se levantó para preparar el baño, si no se daban prisa no les daría tiempo a arreglarse antes de que llegasen sus amigos; Alicia le miró sonriendo mientras se estiraba en el sofá.
-Tranquila, quédate un rato más, yo preparo el baño.
-Como siempre ¿no?
Fernando sonrió ante el suave reproche de Alicia hacia sí misma, se agachó para besarla y su hijo alzó los brazos.
-Pepara bano, mamá no, yo sí.
Se echaron a reír, Alicia le acarició el pelo siendo consciente del nuevo ayudante que tendría Fernando, al final se iba a parecer más a él queriendo tener todo bajo control; Roberto se bajó del sofá y echó a correr hacia el baño, Fernando le siguió riéndose. Una vez en el baño, echó las cortinas y cogió a Roberto en brazos para que le ayudase a abrir el grifo, su hijo no dejaba de hablar y empezó a salpicar el agua.
-Roberto, no podemos jugar con el agua ahora, tenemos que preparar la bañera para mamá.
-Para mamá.
-Eso es.
A pesar de haber entendido a su padre, Roberto cogió uno de los juguetes que él siempre metía a la bañera y lo tiró dentro, Fernando se echó a reír mientras lo recogía.
-No podemos meter los juguetes.
-Poque es paa mamá.
-Claro, mira, para mamá, en vez de juguetes echamos las sales.
-¿Sales? Paa mamá.
Fernando se las enseñó y le enseñó cómo echarlas, su hijo se echó a reír al verlas caer en la bañera, quiso tocarlas y Fernando le echó un poquito en la mano, Roberto las frotó en la mano para dejarlas caer a la bañera.
-Muy bien, Roberto, vas a hacerlo mejor que yo.
-¡Metor! Mamá se bana.
Fernando le dio un beso mientras le miraba orgulloso, siempre había echado de menos los primeros meses de su hijo, poder acunarle, atenderle; pero cada vez que veía sus avances, no dejaba de sonreír y le embargaba un sentimiento de felicidad y orgullo desconocido hasta entonces para él. Desde el salón, Alicia había oído la conversación de su marido y su hijo y no había podido evitar emocionarse, un año antes era un bebé, poco a poco iba creciendo, le iban enseñando cosas, sonrió pensando que él solito iba descubriendo muchas. Estaban cumpliendo su objetivo de enseñarle a ser feliz y eso era lo importante, sintió una patada y se acarició la tripa pensando que los cinco juntos iban a ser muy felices; se levantó despacio, tuvo que sujetarse al sofá mordiéndose el labio, por suerte Fernando no lo había visto. Se quedó en la puerta del baño viendo cómo su hijo ayudaba a Fernando a abrir los botes de los geles que ella usaba.
-Parece que no me vais a dejar mover ni un dedo entre los dos…
Fernando se giró y sonrió al verla emocionada, se incorporó mientras Roberto la llamaba, la besó dejando que su hijo la abrazase, en momentos así tenía un pensamiento recurrente, podrían haber formado su familia hacía mucho, llevar años disfrutando de esos momentos. Se separó despacio recordando el poco tiempo que tenían, dejó a Roberto en el suelo para ayudar a Alicia a desnudarse, Alicia sonrió al notar el cuidado con el que lo hacía. Roberto llamó a Tor y, en pocos segundos, el baño se llenó de risas y ladridos mientras su hijo y su perro saltaban alrededor de la bañera. Ayudó a Alicia a entrar a la bañera y se puso detrás de ella para darle un masaje en el pelo y el cuello, aunque Alicia disimulaba bastante bien, cada vez mejor, él notaba que cada día le costaba más cualquier pequeño movimiento. Se incorporó cuando Roberto estuvo a punto de meterse en la bañera con el pijama puesto además de intentar meter al perro.
-Roberto, no podemos meternos en la bañera con Tor, además, mamá tiene que relajarse y contigo es un poco difícil.
-¿Juar?
-Eso es, porque quieres jugar y mamá ahora no puede.
-Mi amor –Alicia alargó la mano para agarrar la de su hijo- te prometo que pronto podremos jugar juntos en la bañera.
Fernando sonrió y acercó el taburete para que su hijo se sentase junto a la bañera, hacía semanas que no compartían un baño los tres juntos, él lo echaba de menos pero ahora sabía que su hijo también. Alicia cerró los ojos pero era imposible ignorar la cohorte que tenía en el baño con ella, Roberto empezaba a fruncir el ceño igual que Fernando mientras imitaba a su padre en todas las cosas que hacía. Suspiró fingiendo dramatismo antes de echarse a reír ante la mirada seria de su hijo, el cual, terminó contagiándose. Fernando ayudó a Alicia a incorporarse y la envolvió en la toalla ayudándola a salir, Roberto se levantó y se agarró a las piernas de su madre sin importarle mojarse. Alicia se secó mientras no dejaba de contestar a las preguntas de su hijo, Roberto la siguió a la habitación y Fernando se quedó recogiendo el baño para poder ducharse él mientras el perro daba vueltas a su alrededor. Alicia se visitó despacio ante la atenta mirada de Roberto que parecía tomar el papel de Fernando vigilando que no le pasase nada.
-¿Papá te ha dicho que me ayudes?
-Papá bano, mamá opa, menen tíos a omer.
Se echó a reír pero siguió hablando con su hijo, esas pequeñas conversaciones eran muy especiales para ellos; Roberto les entendía, les contestaba, había crecido y su primer año de vida estaba ligado a los primeros meses en París viviendo juntos. Fernando se dio una ducha rápida, recordó la llamada de Inés del día anterior, quería enterarse cómo estaba el tiempo en Barcelona, después de tantos días pensando en el momento en que Alicia volviese a ver a su amiga, no quería plantearse que todo se quedara en nada por culpa del mal tiempo. Se secó a toda prisa después de mirar el reloj, se imaginaba las bromas de Pierre si llegaban a casa y ellos todavía estaban preparándose. Al entrar en la habitación, Alicia estaba sentada en la cama poniéndose los zapatos mientras Roberto, en frente de ella, la miraba sin apartar la vista.
-Creo que cada vez se va a parecer más a ti… No se ha despistado ni un segundo…
-Senuno, mamá etá mien.
-Claro que está bien, porque estamos juntos, -Fernando se agachó junto a su hijo besándole- pero no hace falta que la agobiemos tanto… Ya sabes lo cabezota que es, no queremos molestarla ¿verdad?
-Moetar no, mamá –alzó los brazos hacia ella- apa.
-Fernando, eres un exagerado, yo no me molesto tanto… -puso su mejor cara de no saber de qué hablaba- Bueno, quizás un poquito, pero me encanta que estemos juntos.
Fernando se sentó junto a ella riéndose y la besó, esperaba que su paciencia siguiese intacta porque las próximas semanas no pensaba dejar que hiciese el más mínimo esfuerzo, sabía que cada día que pasase se preocuparía más por su estado y esperaba que a Alicia no le molestase tanto como para tener otra vez esa conversación sobre lo que podía hacer estando embarazada. Se levantó para empezar a vestirse y se echaron a reír cuando su hijo empezó a cantar el villancico que le había enseñado Liberto. Se sorprendió de la disposición de Roberto aquel día, parecía la sombra de Alicia y se había olvidado de irse a jugar. Le acarició el pelo aunque compartió risas con Alicia cuando, ya con ellos vestidos y arreglados, comenzó a cantar y saltar en la cama.
Cuando sonó el timbre, Roberto seguía en pijama, aun así, echó a correr hacia la puerta esperando ver a sus tíos; Fernando se echó a reír, sería imposible convencerle para que se vistiese, ayudó a Alicia a levantarse y fueron hacia la puerta viendo cómo su hijo intentaba abrirla de puntillas sin ningún éxito. Saludaron a Antonio y Grace mientras que su hijo les ignoró para ir directo hacia Liberto cantando el villancico, Alicia disfrutaba viendo la conexión que había entre ellos, además, sabía lo importante que era para Fernando. Antonio se ofreció a poner la mesa, Fernando se rascó el pelo pensando que debería haberlo hecho antes, menuda comida de Navidad que organizaba si al final eran sus amigos los que preparaban la casa; Alicia se echó a reír al ver su cara, le besó suavemente mientras le decía que se sentase y dejase a los demás hacer algo. Entre Antonio y Grace pusieron la mesa, Fernando se sentó al lado de Alicia, hizo que se inclinase para ponerla un cojín en el respaldo; ver a Grace bromear con Antonio mientras llevaban los platos a la mesa le hizo sonreír, en poco tiempo, Antonio y Grace habían formado una pareja curiosa pero se les veía muy felices, esperaba que dentro de poco pudiesen tener a su hijo con ellos. Alicia se relajó en la silla mientras sus amigos llenaban la mesa de platos y cubiertos, movía los pies balanceándolos disfrutando de esos momentos. Le encantaba tener la casa llena de sus amigos, notar las manos de su hijo o cómo les contaba a sus amigos que su madre era guapa pero su padre no. Acarició la cara de Fernando que intentaba contenerse para no levantarse a ayudar y se quedó mirando a Roberto, había empezado a llevar sus juguetes al salón para jugar con Liberto, se echó a reír cuando su hijo se quedó sin juguetes porque se los quería dar todos a Liberto. Fernando acarició el pelo de Alicia al darse cuenta de la escena, no podían estar más orgullosos de su hijo, entre susurros comentaron lo buen hermano mayor que sería y lo afortunados que eran por tenerle en sus vidas. Tor parecía cansado, estaba atento al niño y abría un ojo en cuanto oía que se movía, pero se había quedado en su caseta. Fernando se levantó cuando acabaron de poner la mesa, volvió a ejercer de perfecto anfitrión sirviendo una copa a sus amigos sin dejar de estar pendiente de Alicia; Roberto se acercó a su madre para darle una de las piezas de su juego, Alicia se echó a reír y estuvo a punto de agacharse para jugar con él, se mordió el labio y movió a cabeza divertida al ver la mirada de reojo de Fernando. Roberto echó a correr hacia la puerta en cuanto sonó el timbre, Liberto le cogió en brazos y dejó que posase la mano sobre la manilla de la puerta para al final ser él quien abriese. Se echaron a reír cuando Pierre dijo que traía dulces recién comprados y le dio uno a Roberto, Alicia se levantó despacio para probarlos también ante la mirada divertida de Fernando que no sabía quién comería más, la madre o el hijo. El ambiente fue animándose, Fernando empezó a sacar fotos y se reía cada vez que veía a su hijo con el pijama sin importarle no ponerse guapo, estaba claro que en eso no se parecía mucho a su madre; Alicia podía leer ese comentario en la mirada de Fernando y arrugó la nariz haciéndole burla. Esperaron a Catherine y Jean mientras picaban algo, Alicia miró a Diane y supo que había novedades, le propuso ir a preparar un té, Fernando tuvo el impulso de levantarse nada más oírla, pero al mirarla supo que era mejor que fuesen ellas dos; tuvo que sujetar a Roberto, que pretendía seguirlas a la cocina con Tor y sus juguetes. Cogió el teléfono de juguete y le dijo a su hijo que se lo enseñase a los tíos, Roberto empezó a hablar atropelladamente mientras todos se echaban a reír, le sentó sobre él y puso el teléfono sobre la mesa, Roberto cogió el auricular y se lo dio a Pierre diciéndole que llamase a papá Noel, él no le había visto, Fernando se echó a reír cuando su hijo quiso estar con Pierre, tuvo que dejarle en sus brazos para ver cómo empezaba a jugar con él. Alicia preparó el té sin atreverse a preguntarle a Diane, ella se sentó suspirando y la miró decidida.
-Esta mañana me ha venido el periodo.
-Vaya, bueno, por lo menos ahora estás segura.
-Sí…
-Ya te habías hecho a la idea ¿no?
-No sé… La verdad es que ya no me importaba tanto y bueno… Cuando volvimos a casa se lo conté a Pierre, tendrías que haber visto su sonrisa…
-Me la imagino.
Alicia sonrió porque desde que lo supo, había sabido que Pierre se lo tomaría de distinta forma que su amiga, la apretó la mano y sirvió el té sentándose junto a ella.
-Si hubiese estado embarazada, no sé… Creo que querría tenerlo, no lo planeé pero poco a poco fui asumiéndolo y pensar en un niño nuestro… Pero no lo estoy, y yo quiero esperar, no sé si Pierre querrá, me ha dicho que sí, pero su ilusión al pensar que podría estar embarazada…
-Diane, claro que Pierre quiere que tengáis un hijo porque te quiere, pero no creo que quisiese tenerlo sin que tú estés de acuerdo. Te ha dicho que esperará ¿no? –sonrió al ver a su amiga asentir- Conozco un poco a Pierre como para saber que si no quisiese esperar a ser padre te lo hubiese dicho; tenéis mucho tiempo por delante y estoy segura que seréis los mejores padres cuando llegue el momento.
Alicia suspiró antes de abrazar a su amiga, su primer embarazo fue completamente diferente al que podría haber tenido Diane, sin embargo, esas dudas sí las había comprendido. Ahora quedaba apoyarla porque se la veía bastante decepcionada y mucho más viendo a Pierre con Roberto. Diane se abandonó abrazándose a Alicia, en menos de un día había asumido que podría ser madre para después saber que no, había sido todo demasiado rápido y demasiado intenso como para que no le pasase factura, al separarse sonrió y se levantó dispuesta a volver al salón para seguir con las celebraciones y los brindis. Alicia se levantó despacio y se quedó mirándola un segundo, hacía casi un año que la conocía pero se había convertido en alguien muy importante, no podría dejar a su hijo con otra persona que no fuese ella y estaba segura que le pasaría lo mismo cuando naciesen sus hijas. Se agarró a ella para volver al salón, Roberto protestó para que Pierre le dejase en el suelo al verlas llegar, echó a correr hacia ellas llamándolas guapas, Diane le cogió y le llenó de besos llamándole guapo a él. Fernando las miró mordiéndose el labio, Alicia estuvo a punto de echarse a reír y se sentó a su lado abrazándole, miró de reojo a Pierre pero no le notó nada, estaba atendiendo a su hijo y cogía la mano de Diane. Fernando no dejaba de mirar a sus amigos, había visto a Diane preocupada pero no sabía qué había pasado, se acercó a Alicia pero ella se hacía la interesante y le recordó al oído lo buen espía que era; se echó a reír dando por imposible a su mujer y volviendo a las conversaciones que mantenían sus amigos. Roberto comió en brazos de Pierre sin dejar el teléfono, mientras esperaba una nueva cucharada hablaba por el auricular, llamaba a Liberto, a su madre e incluso a Pelayo, cada vez que oían ese nombre, Alicia y Fernando daban un respingo y se miraban con el mismo deseo, pasar unas navidades junto a sus amigos. Liberto no dejó de hablar de los planes que tenían su amiga y él cuando llegasen a Madrid, Alicia le miraba sonriendo, tenían muchas cosas en común en su adolescencia, pero ella nunca había mostrado esa ilusión por volver a España cuando vivía en París, así se imaginaba a Roberto cuando fuese mayor, queriendo volver a España y no como ella que había pasado meses renegando de su país.

Fernando sonrió al oírle decir a Liberto que saldrían un par de días de acampada, fue imposible no recordar a Andrea y la huida que emprendieron juntos, recordó su esguince riéndose de sí mismo y recordando cómo Andrea le había curado en un segundo y se había burlado de él por haberla llamado burguesita.

Alicia le apretó la mano al ver su mirada emocionada y siguió con la broma de llamarla burguesa a ella también, Fernando la miró sonriendo y decidió no recordar que, por desgracia, la huida estuvo lejos de ser una acampada; le preguntó a Liberto dónde pensaban ir y, entre Antonio y él, le dieron algunas ideas. Liberto también decidió no preguntar de qué conocían la sierra de Madrid, no era el momento para sacar ese tema; Catherine empezó a hablar de lo distinto que era Toulouse con respecto a París y todos sonrieron cuando dijo que había muchísimos españoles, Jean estaba más callado de lo normal pero se le notaba feliz, nada que ver con los últimos meses que había pasado en París. Fernando notó una mirada de Pierre a Diane y supo que no iban a ser padres, la mirada de Pierre tenía un punto de decepción, estaba seguro que se había ilusionado al pensar en ello, Diane parecía más tranquila pero se la notaba algo triste; pasó el brazo por el respaldo de la silla de Alicia y empezó a jugar con su pelo pensando en la suerte que tenía por tener su propia familia, incluidos sus amigos. Fernando se fumó un cigarro con Pierre y Antonio en un pequeño descanso del terremoto de su hijo, el perro se había quedado vigilando todos los juguetes esparcidos. Antonio y Fernando eran conscientes que Pierre se había puesto su mejor sonrisa aquel día pero algo le rondaba, ninguno quiso presionar pensando que ya hablaría cuando estuviese seguro.
Después de servir la tarta, Fernando se levantó a por los regalos, Alicia estaba deseando ver la cara de sus amigos, se echaron a reír cuando Roberto preguntó por papá Noel, era él quien tenía que dar los regalos.
-Mi amor –Alicia le miró sonriendo- a nuestra casa traen los regalos los Reyes Magos, te hemos hablado de ellos ¿recuerdas?
-¡Rees Maos! Peo papá Noel vino ater, ealo, saco, ¡gorro!
-Sí, es verdad, pero solo vino para ti, -Fernando se agachó junto a su hijo y sonrió al notar sus manos en la cara- porque eres un niño muy bueno, pero tenemos que esperar a los Reyes ¿de acuerdo?
-Epana.
-Eso es.
Todos asistieron divertidos a la conversación, Alicia se acarició la tripa imaginando el momento en que fuesen tres niños los que esperasen ansiosos la llegada de los reyes. Fernando le dio a Alicia el regalo de Liberto, estaba seguro que quería comenzar por él, se sentó a su lado mientras Alicia se lo daba, Liberto lo cogió dando las gracias, por la forma podía imaginarse qué era, él también sentía que tenían algunas cosas en común, lo abrió despacio y sonrió al verlo.
-Muchas gracias de verdad, es perfecto.
-Bueno, lo que tiene que ser perfecto es el uso que le des, tienes que ser el mejor.
Alicia sonrió tiernamente pensando en todas las mañanas que había pasado con él en el despacho, sabía que tenía potencial y pensaba ayudarle en todo lo que pudiese. Antonio miró a su hijo sonriendo, cuando supo que estudiaría Derecho se sintió mal, Alicia había influido pero él pensaba que habían influido más los años junto a Mario, esos años le hacían sentir muy culpable; pero en ese momento no podía más que sonreír ante la vida que su hijo empezaba a construir. Poco a poco, sus amigos empezaron a abrir los regalos, Antonio se echó a reír al ver la pluma, estaba seguro que había sido idea de Fernando después de verle tantas veces anotar con el lápiz, a Grace le encantó el bolso y ya pensaba en todo lo que podría meter; Diane y Pierre se entusiasmaron con la idea de pasar una mañana en el balneario mientras que Catherine y Jean estrenaron en ese mismo momento su cámara sacando una foto de todos sus amigos. Roberto seguía en brazos de Pierre, parecía que aquel día sabía que su tío necesitaba distraerse, Fernando llegó a pensar que su hijo era mucho más intuitivo que él, lo había notado desde que entró en casa y por eso no se separaba de él. El niño cogió el papel de regalo para hacerlo trizas, su padre le miró suspirando mientras su madre se echaba a reír tanto de ese gesto como de la cara de Fernando. A pesar de que sus amigos sabían que ellos esperarían a Reyes, Catherine y Jean no se quedarían tanto en París así que repartieron también sus regalos, Roberto gritó entusiasmado al recibir el suyo, le dio las gracias a Catherine pero no dejaba de repetir papá Noel, Fernando se echó a reír porque al final su hijo iba a tener regalos en las dos fechas. Roberto rasgó el papel y miró intrigado la caja, al abrirla torció el gesto intentando adivinar cómo jugar con aquello, Alicia sonrió porque, en cuanto vio las piezas, empezó a sacarlas y a intentar armar el puzle, eran sólo 10 piezas y su hijo trataba de encajarlas. Fernando cogió la cámara de video para grabar a su hijo intentando armarlo, no podía evitar reírse ante la cara concentrada de su hijo; Alicia cogió su regalo sonriendo, lo abrió despacio y sonrió al ver unos guantes y una boina, a pesar de no haber compartido mucho tiempo con Catherine, parecía que la conocía bien, Fernando la miró sonriendo y moviendo la cabeza; Alicia terminó de abrir el paquete para encontrarse con un pequeño cuadro que le gustó mucho. Les dio las gracias mientras ya estaba pensando dónde ponerlo para que quedase bien en su casa; Fernando atendió un pequeño berrinche de Roberto, le faltaban tres piezas y no sabía dónde colocarlas, Antonio cogió la cámara para seguir grabando.
-Mira, tienes que fijarte en el color.
-Coor, banco con banco.
-Eso es.
Fernando se quedó embobado mirando cómo lo terminaba, le aplaudió cuando levantó los brazos, todos se echaron a reír viendo la emoción del niño y, sobre todo, la del padre. No dejaba de sorprenderse con su hijo, no sólo hablaba más que los niños que conocían de su edad sino sus razonamientos, la forma de dar solución a los problemas le maravillaban. No podía ocultarlo y tampoco quería; tuvo que cogerle en brazos cuando empezó a abrir el regalo, al final, lo abrieron entre los dos y fue Roberto el primero que lo vio. Cogió la cartera que su hijo le daba mientras les daba las gracias a Catherine y Jean.
-Onita.
-Sí, es muy bonita.
El niño hacía las delicias de todos, Alicia pensó divertida que Fernando no era consciente de cómo miraba a su hijo, por suerte, Antonio lo estaba grabando, esa noche lo verían los tres juntos, estaba segura que su marido se reiría se sí mismo pensando que con su hijo se le olvidaba el resto del mundo.
Fernando se echó a reír cuando su hijo hizo que Pierre se levantase y le agarró de la mano tirando de él para ir al patio, los dos le miraron insistentemente, se mordió el labio, estaba nevando y hacía mucho frío además, Roberto estaba en pijama. Pierre se anticipó a sus dudas diciendo que él podía vestirle, Alicia se echó a reír ante el suspiro resignado de Fernando; terminó cediendo, al fin y al cabo estaban en casa, si hacía mucho frío podían entrar, y pensó que tanto a su amigo como a su hijo les vendría bien un poco de aire y jugar con la nieve. Pierre se escabulló a la habitación de Roberto para abrigarle antes de darle tiempo a que se arrepintiese, disfrutó de una pequeña charla con el niño, no dejaba de sonreír mirándole y le atendía con el mayor de los cuidados. Fernando se levantó y se acercó a la puerta, confiaba en Pierre, no quería vigilarle, simplemente quería ver cómo conversaban mientras Pierre le vestía; le sorprendió que su hijo no se quejase cuando le metió los brazos en las mangas. Se separó de la puerta cuando Pierre terminó y se echó a reír al ver a Alicia ponerse el abrigo, miraron a Diane, que también estaba poniéndose el abrigo; dejaron a sus amigos tomando un café mientras Pierre, Diane y Roberto jugaban con la nieve, Tor se había despertado y les siguió empezando a saltar y ladrar. Alicia y Fernando les observaban desde la puerta del patio, Fernando estaba seguro que serían los mejores padres, no había más que verles con Roberto, abrazó a Alicia y le acarició la tripa pensando en Inés, tenía ganas de poder llamarla, aprovecharía para hacerlo desde la redacción al día siguiente, pretendía estar un par de horas y volver a casa, sólo tenía que escribir un artículo sobre las compras navideñas y no criticándolas, claro, no eran fechas para ello… Alicia se quedó mirándole, estaba segura que en ese momento pensaba en algo del trabajo, él nunca se daría cuenta cómo cambiaba su mirada y su expresión al pensar en volver al despacho; Fernando se echó a reír y la besó mientras le preguntaba si le apetecía un chocolate. Hizo que Alicia se sentase frente a la puerta del patio y empezó a calentar chocolate para todos, se rascó el pelo pensando que, probablemente, sólo Alicia, Roberto y Pierre tomarían chocolate. Mientras se calentaba el chocolate, se quedó mirando hacia el patio, Diane y Roberto se habían unido para tirar bolas de nieve a Pierre, que corría de un lado a otro evitándolas y seguido por Tor, se echó a reír al notar que Pierre tiraba las bolas directamente al suelo, ni Diane ni su hijo habían recibido nada de nieve. Roberto fue corriendo hacia él para abrazarle, Diane se quedó mirándoles, en ese momento se olvidó de su preocupación por ser madre o no, sólo podía pensar en las risas de Pierre y Roberto, se acercó a ellos para abrazarles. Alicia y Fernando se emocionaron, parecía que Roberto se estaba empleando a fondo para que sus tíos no pensasen en nada, Fernando bromeó con lo listo que era y fue a por la cámara de fotos, al volver, recordó el chocolate y se la dejó a Alicia para que fuese ella la que hiciese las fotos mientras él lo quitaba antes de que se quemase. Alicia aprovechó para sacarle una foto a Fernando quitando el chocolate del fuego, ni siquiera se dio cuenta, se echó a reír y empezó a sacar fotos a su hijo y sus amigos, Tor había entrado dentro, no le gustaba pasar frío, había jugado un rato y después se sentó cerca de la puerta vigilándoles. Fernando sirvió el chocolate a la vez que Diane, Pierre y el niño entraban en la cocina; Roberto protestaba, Pierre se dejaba arrastrar por Diane y ella se reía al ver el gesto de los dos. Fernando se echó a reír al ver algún copo de nieve en el pelo de su amigo y su hijo, Alicia sonrió al sentir cómo Roberto se agarraba a sus piernas pidiéndole chocolate, se levantó despacio para ir al salón mientras le decía que tenían que ir con sus amigos para tomarlo; Fernando esperó a que saliesen todos y preparó la bandeja para llevarla al salón. Se echó a reír al llegar, Alicia y Roberto estaban mirándole impacientes por tomarse el chocolate, en la butaca habían dejado los abrigos sin el menor cuidado, suspiró resignado sirviendo el chocolate para su mujer y su hijo y fue a colocar los abrigos. Mientras sus amigos tomaban una copa y ellos un chocolate, la conversación se centró en los planes para nochevieja; Liberto lo pasaría con su amiga mientras Grace y Antonio saldrían fuera de París, Diane y Pierre organizarían una pequeña fiesta en su casa, Fernando sonrió recordando el aspecto que tenía Pierre el día de año nuevo, estaba seguro que no tendría nada que ver con la fiesta que planeaba con Diane. Catherine y Jean tenían que volver a Toulouse y lo pasarían con algunos compañeros de la revista; Alicia se fijó que Fernando había dudado antes de decir que ellos lo pasarían solos en casa, descansando y disfrutando del último día del año. Le miró sonriendo, Fernando mantuvo la mirada unos segundos y finalmente la desvió para tomar un poco de chocolate, Alicia sonrió entrecerrando los ojos, se mordió el labio pensando qué podría haber preparado para ese día, tenía claro que nada que supusiese salir fuera. No pudo volver a centrarse en la conversación de sus amigos, estaba realmente intrigada y sospechaba que hacía tiempo que Fernando llevaba pensando lo que estuviese preparando; Fernando la miraba riéndose, notaba cómo había dejado de intervenir en las conversaciones cruzadas que se sucedían, ni siquiera Pierre hablando de política la hizo reaccionar y eso que disfrutaba mucho con esas pequeñas batallas dialécticas que solían tener. Roberto, sentado sobre Pierre, se había terminado su chocolate y se había pringado la cara y las manos, Fernando se echó a reír al ver la maña que se daba Pierre para limpiarle. Sus amigos empezaron a despedirse, al día siguiente todos tenían que trabajar y las pocas horas de sueño de la noche anterior les empezaban a pasar factura, Alicia les miró desconcertada y se rio de sí misma por haberse quedado tan ensimismada. Abrazó a Catherine recordando la primera vez que habló con ella, si se lo hubiesen dicho un año antes, nunca habría creído que al final la sentiría como una amiga más; Jean y ella saldrían de París al día siguiente, así que la despedida de ellos fue más emotiva. Dejó para el final abrazar a Diane, los días de fiestas y celebraciones se le habían juntado con la tensión por pensar si estaba embarazada o no, y ahora la notaba un poco decepcionada aunque también más tranquila al tener la certeza sin tener que esperar a hacerse la prueba. Fernando abrazó a Pierre pensando que seguramente al día siguiente tendrían una charla en el despacho, sabía que Pierre necesitaba hablarlo con alguien pero no había querido hacerlo el día de navidad. Más difícil fue que Roberto les dejase ir, se abrazó a las piernas de Pierre insistiendo para que se sentase a jugar con el teléfono, Diane les miraba divertida pero, finalmente, se agachó para quedar a la altura de Roberto y hablarle de manera seria. Fernando sonrió al ver a su hijo ponerse serio ante las palabras de Diane, Roberto la miraba fijamente pero ni siquiera le contestaba, Diane se mantuvo seria hasta que Roberto la dio un beso llamándola guapa, le abrazó sonriendo y recordándole que se verían al día siguiente. Cuando Diane se incorporó, Roberto torció el gesto pero les despidió moviendo la mano, Alicia y Fernando nunca podrían explicar todo lo que sentían al ver semejantes escenas de su hijo, Alicia le acarició el pelo mientras se cerraba la puerta, miró a Fernando sonriendo.
-Fernando ¿hay algo que no me hayas contado del día de fin de año?
-¿Algo como qué? –puso su mejor cara de desconcierto, aunque sabía que a esas alturas no funcionaría con Alicia- No sé a qué te refieres.
-¡Venga ya! –se echó a reír mientras se sentaba en el sofá algo cansada- Lo sabes perfectamente, dudaste al decir dónde lo pasaríamos, porque te conozco muy bien, si no pensaría que lo pasaríamos fuera… -Fernando sonrió mirándola- Sí, ya sé que eso es bastante imposible, con el tiempo que hace dudo mucho que estuvieses tranquilo si hubieses planeado que saldríamos por la noche…
-Bueno, ya sabes que imposible es una palabra que no existe en mi vocabulario…
-Iposibe no etite.

Alicia se echó a reír mirándoles, Fernando había cogido en brazos a Roberto y los dos la miraban sonriendo; esperó a que se sentasen a su lado para morder de broma a Fernando y hacerle cosquillas a Roberto; Tor se puso a los pies del sofá ladrando mientras movía la cola.
-Pues en este caso sé que imposible sí existe en tu vocabulario, por nada del mundo estarías tranquilo si pasásemos frío o nos cansásemos Roberto y yo, así que sé que no saldremos fuera –Fernando se rascó el pelo sonriendo, Alicia se separó y cruzó los brazos mirándoles- Señoritos, quiero que ahora mismo me digáis qué planeáis.
-Es que no hay nada que decir, Alicia, te has empeñado en que estoy planeando algo pero no es así, con todo el trabajo que he tenido los últimos días, el cumpleaños de Roberto, las navidades, además de estar pendiente de que no te canses demasiado… No me ha dado tiempo a preparar nada, de verdad; ya me gustaría haber pensado algo con lo que sorprenderte…
Alicia torció el gesto, le había mirado fijamente y no había visto ningún gesto nervioso, pero ella sabía que planeaba algo, dejó de mirarle y se levantó a poner la televisión, se sentó sin acercase a él con una mirada altiva. Fernando estuvo a punto de echarse a reír por el esfuerzo que veía que hacía para seguir mirando a la pantalla sin cambiar el gesto torcido, se acercó a Roberto susurrando en su oído, Alicia tuvo que echarse a reír ante las carcajadas de su hijo que no dejaba de llamarla. Fernando se mordió el labio esperando que el tiempo en Barcelona mejorase, Alicia sabía que estaba tramando algo, tenía que sorprenderla, además, tenía ganas de ver su mirada al encontrarse con su amiga.
-No es justo, sé que pasa algo.
Se mordió el labio al darse cuenta que había puesto un tono totalmente infantil, finalmente acabó abrazando a Fernando mientras sentía a su hijo tumbado a su lado, en la televisión había un programa de actuaciones musicales. Fernando sonrió y la besó el pelo mientras notaba cómo iba respirando más despacio; Roberto hablaba en voz baja preguntando por Pelayo, empezó a contarle algunas historias de España a su hijo, le habló de cuando Pelayo participó como extra en la película, de su amigo Roberto… Poco a poco, el niño se fue quedando dormido agarrado a la camisa de Fernando, trató de incorporarse sin molestarles, Alicia tenía apoyada la cabeza en él y Roberto le agarraba fuerte. Se movió muy despacio y al final sonrió al ver cómo Roberto se agarraba a su madre y ella se adaptaba para dejarle espacio. Les arropó y les miró tiernamente, poder disfrutar de esos momentos era especial para él, siempre lo sería porque habían luchado mucho por conseguirlo. Se sentó en la butaca después de coger cuartillas y la pluma, Tor se levantó para tumbarse a sus pies y vigilar a Alicia y Roberto, se rio entre dientes mientras empezaba a escribir.

Querido Pelayo
Espero que en Madrid todo vaya bien, supongo que para Marce y Manolita ha sido una sorpresa el nuevo embarazo, ya tenéis una gran familia, uno más seguro que se nota. Pero cuando nazca seguro que le queréis exactamente igual que a las niñas y a Manolín; yo no contaba con tener dos hijas, Alicia lo había mencionado pero nunca lo tomé como una posibilidad real… Y, sin embargo, ahora no puedo dejar de pensar en las dos pequeñas que vamos a tener, quedan sólo dos meses y creo que se adelantará el parto, sólo espero que todo vaya bien, no podría soportar que les pasase algo. Estoy seguro que tú les ayudarás con la nueva criatura, no podría tener mejores padres y abuelo.
Hemos celebrado las navidades rodeados de amigos, Antonio y Liberto entre ellos por supuesto; antes de volver a ver a Alicia nunca me imaginé celebrando estas fiestas, pero, si soy sincero, no podría ser más feliz, ver la ilusión con la que Roberto recibe los regalos y a papá Noel –Pierre se disfrazó y vino a traerle un regalo- no se puede comparar con nada. Me gustaría que llegase el día de poder celebrarlo en Madrid junto a vosotros, disfrutar de los villancicos y los brindis, de los abrazos, de las conversaciones que tú y yo tendríamos mientras Marce nos miraría resignado… Roberto te echa mucho de menos, ayer y hoy no ha dejado de nombrarte, el regalo de Pierre fue un teléfono de juguete y en cuanto le cogió empezó a nombrarte como si estuviese hablando contigo.
Feliz año, espero que sólo os traiga cosas buenas porque os las merecéis, no olvides que aquí siempre tendrás tu casa, si quieres volver no tienes más que decirlo, estaremos encantados de disfrutar de tu compañía y consejos.
Un abrazo muy fuerte y dale otro a Manolita.
Fernando

Dejó las cuartillas en la mesilla y se levantó a recoger la mesa, lo único malo de las cenas y comidas era todo lo que tenía que recoger después; miró a Alicia y Roberto, que seguían dormidos, y se rio de sí mismo porque él no podría volver a tumbarse dejando todo sin recoger. Antes de ponerse a fregar fumó un cigarro mientras miraba por la ventana de la cocina, estaba empezando a nevar con fuerza y al entrar en la cocina se notaba el frío que debía hacer fuera. Mientras fregaba no dejaba de estar atento a cualquier ruido que llegase desde el salón, se asomó varias veces pero, cuando oyó a Tor ladrar, dejó el grifo abierto saliendo atropelladamente, Roberto estaba despierto. Se rascó el pelo mojándose la cara, estaba seguro que si Alicia le hubiese visto, se estaría riendo de lo exagerado que solía ser; Roberto le llamó mientras se bajaba del sofá, le miró sonriendo al ver que iba directo al perro para abrazarle.
-¿Vienes a la cocina? Hay que recoger todo.
-Mamá momir, ecoger uguetes.
Fernando se echó a reír en voz baja, Roberto empezó a coger sus juguetes para llevarlos a la habitación, se quedó mirándole unos segundos hasta que oyó el agua en el fregadero y fue a cerrar el grifo. Le parecía increíble lo independiente que era Roberto, en algunos momentos podía dejar todo desordenado si tenían visita o si quería estar con ellos, pero, en otros, era el primero en empezar a recoger. Se mordió el labio sonriendo, era una mezcla del total desorden de Alicia y su excesivo orden; siguió fregando sin dejar de estar pendiente de su hijo, le oía tararear un villancico mientras guardaba todos los juguetes. Se echó a reír al notar las manos de su hijo en las piernas, Tor le había seguido hasta la cocina y, entre las risas de Roberto y los ladridos del perro, parecía que las celebraciones no habían acabado.
-Shhh mamá está durmiendo.
-¡Tor! Mamá momir shhhhh.
Fernando se secó las manos riéndose y se agachó junto a él sonriendo, le acarició el pelo mientras su hijo le miraba fijamente.
-¿Ya has terminado de recoger todo? ¡Antes que yo!
-Sí, antes que papá.
Empezó a besarle sin poderlo evitar, siempre se sentía especial cuando su hijo se dirigía a él; se incorporó para darle una galleta mientras él terminaba de secar.
-¿Sabes lo que vamos a hacer? Vamos a pensar qué le pedimos a los Reyes Magos ¿quieres?
-¡Rees Maos! ¿Ealos?
-Eso es, -le miró un segundo y volvió a secar para terminar cuando antes- vamos a pensar qué regalos queremos, y tenemos que pensar uno para mamá también.
-Para mamá, Epana Pelayo.
Se mordió el labio emocionándose, ése sería, sin duda, el mejor regalo que podrían hacerle a Alicia, pero hacía falta algo más que los Reyes Magos para que pudiese ser; dejó el trapo en la encimera y cogió a Roberto en brazos para volver al salón. Tor les siguió y se tumbó al lado de Alicia, ellos se sentaron en la butaca, Roberto se agarró a él mirándole y Fernando le habló en voz baja.
-Seguro que a mamá le gustaría mucho ese regalo, pero no podemos ir a España, tendremos que pensar en otra cosa…
-Mamá teleno.
-Pero ya tenemos teléfono, -sonrió cogiendo la mano de su hijo, que había señalado su teléfono de juguete- tenemos que sorprenderla… Bueno, yo estoy en ello, pero no sé si podrá ser…
-Mamá momir opender. ¡Bioche!
-Sí –se echó a reír en voz baja abrazándole- eso seguro que le encanta, los Reyes tendrán que dejar unos brioches para el desayuno.
No dejaba de sorprenderse de las preguntas y respuestas de su hijo, a veces tenía la sensación de que se enteraba absolutamente de todo, le acarició la cara sin dejar de escucharle. Suspiró al oír el teléfono pero tuvo que sonreír al ver la reacción de su hijo totalmente contraria a la de él, a Roberto le encantaba el teléfono, tanto el de juguete como el real; le dejó en el suelo y se levantó deprisa para que Alicia no se despertase. Descolgó torciendo el gesto, Roberto agarró el cable y estuvo a punto de tirar el teléfono, le miró sonriendo mientras contestaba. Saludó a René mirando a Alicia, no pensaba despertarla así que esperaba que no fuese algo importante; René le felicitó la navidad antes de preguntarle por Alicia, se mordió el labio, seguramente Alicia querría que la despertase. Llamaba para informar que ya estaba todo listo para la publicación del libro al día siguiente y, además, para proponerle nuevos actos para publicitarle. Fernando suspiró, René sabía que Alicia estaba trabajando desde casa los últimos días, entre los actos estaban la entrevista con Pierre, al menos sería algo que podrían hacer en casa. Le despidió diciéndole que cuando Alicia se despertase se lo diría y sería ella misma quien le llamase, mientras colgaba pensaba que, si por él fuese, le hubiese dicho a René que no hacía falta ningún acto más, no quería resultar sobreprotector, pero Alicia necesitaba guardar reposo y no cansarse. Miró a Roberto pensando lo que le diría Alicia si le hubiese dicho eso a René, de un buen cabreo no le hubiese librado nadie; Roberto le preguntó por Pelayo señalando el teléfono, le abrazó recordando a su amigo. Alicia había oído el teléfono de fondo, igual que las pisadas de Tor y los intentos de Fernando de que Roberto hablase más bajito pero el cansancio era más fuerte que todo ello y le costaba hasta abrir los ojos. Se estiró en el sofá reprimiendo un bostezo, sonrió cuando les vio delante del teléfono; Roberto protestó para que Fernando le dejase en el suelo y fue corriendo a saludar a su madre.
-Hola mi amor –le abrazó sonriendo- veo que no has dormido tanto como mamá… -Fernando se sentó en el brazo del sofá besándola- ¿Ha llamado alguien?
-Sí… -resopló mirándola- Era René, todo está listo para la publicación, quiere organizar más actos para promocionar el libro, le dije que le llamarías.
-Ufff se publica mañana… Un libro con mi nombre.
-Vaya, no te consideraba tan miedica.
Alicia le hizo burla y se echó a reír, no era miedo, pero sí sentía unos nervios que no conocía, estaba deseando leer críticas sobre su libro, saber si era útil para personas que se dedicaban al Derecho… Cuando se enfrentaba a un tribunal no sentía esa especie de miedo escénico, nunca lo sintió, pero publicar un libro era otra cosa, no podía defenderlo en persona, cada lector lo leería a su aire y no sabría cómo se había implicado ella para escribirlo, todo lo que significaba para ella, para Fernando, para tantas personas que se habían quedado en el camino…
-No es eso, no tengo miedo, solo estoy expectante; tengo ganas de que pasen las primeras semanas y saber si de verdad tendrá utilidad para otros abogados.
-Alicia, no puedes dudar de eso, tu libro está lleno de verdad, una verdad que en España sería imposible publicar, eso es lo importante; no sólo para otros abogados, es importante para todos los que quieren saber lo que pasa en España. Has trabajado durante semanas para plasmar todas las injusticias del régimen, tienes que estar muy orgullosa.
Sonrió mirándole, podía ver la admiración en su mirada, esa forma de hablar, de mirarla, se mordió el labio pensando que toda la pasión con la que durante años había defendido la implicación en la lucha, ahora la ponía en ella, en su familia, todo cuanto hacían Roberto o ella era importantísimo, algo por lo que merece la pena luchar, y estaba segura que pasaría lo mismo con sus hijas. Fernando pensaba comprar al día siguiente dos ejemplares del libro, uno para él y otro para Inés, estaba seguro que le haría mucha ilusión que Inés lo tuviese; él quería leerlo entero cuanto antes para poder hacer la crítica que publicaría en la revista, miró el reloj y la propuso llamar a René mientras él preparaba algo de cenar. Alicia se levantó despacio y sonrió al ver que Roberto iba detrás de Fernando a la cocina, cogió el teléfono suspirando, esperaba que René no hubiese planeado muchos actos, le había gustado la presentación en la universidad pero en ese momento no quería pasar tanto tiempo fuera de casa. Marcó con calma el número y esperó a que contestase, después de unos minutos hablando de las fiestas y las celebraciones, René fue directo a hablarle del libro. Jugó con el cable mientras escuchaba los planes que tenían en la editorial, después de fin de año tendría varias entrevistas e, incluso, le proponía ir a un programa de la televisión; Alicia sonrió pero le contestó con evasivas, no tenía ningún problema con ir a algunas entrevistas, pero salir por la televisión, tener que estar unas horas en un plató cuando lo que le apetecía era descansar… René se echó a reír porque su silencio era más elocuente que lo que le estaba contestando, al final acordaron las entrevistas para revistas y periódicos y dejar la televisión para más adelante si hacía falta dar un impulso a las ventas. Alicia colgó pensando si su libro cumpliría las expectativas de la editorial, las suyas estaban más que cumplidas, había podido escribir sobre la injusticia en España, había podido hablar de todas las personas importantes para ella que la sufrieron; vender o no, no le importaba mucho, con saber que sería útil para las personas que lo comprasen, era suficiente, aunque entendía que para la editorial eso no era lo importante. Fernando se había frotado el cuello pensando que ese día no había dejado de hacer cosas, Roberto se había sentado en el suelo de la cocina con Tor, le había mirado resoplando pero intentar convencerle de sentarse en la trona no serviría de nada. Alicia entró despacio a la cocina y sonrió al verles, era algo muy cotidiano pero a la vez muy especial para ella, abrazó a Fernando por detrás consiguiendo que dejase de cocinar.
-¿Ya hablaste con René?
-Bueno… Más bien habló él; quiere que vaya a la televisión además de las entrevistas en los periódicos.
-¡Así que voy a tener una mujer famosa!
-¡De eso nada! –le pellizcó en broma y se separó para sentarse en una silla junto a Roberto- Le he dicho que de momento no, ya veremos más adelante…
Fernando la miró sonriendo, aunque no lo dijese, sabía que Alicia pensaba en las horas que pasaría fuera y en el cansancio, se le iban a hacer muy largas las semanas que quedaban hasta tener a las niñas.
-Roberto, ¿le has dicho a mamá lo que le vamos a pedir a los Reyes para ella?
-¡Mamá! –Roberto se levantó y se agarró a las piernas de su madre- Bioches deauno.
-¿De verdad? –le acarició el pelo echándose a reír- Será el mejor desayuno que haya probado nunca.
-Meor nuna.
Fernando sonrió al verles a todos en la cocina mientras él cocinaba, por suerte Roberto era obediente y cuidadoso de tal forma que jamás se acercaba al fuego o intentaba hacer algo que le hubieran explicado que era incorrecto. Apartó la sartén del fuego y se agachó junto a ellos, besó a Alicia y se echó a reír cuando Roberto protestó.
-¿Sabes qué he pensado? A Roberto le hicimos una manta, tendríamos que hacerles una a las niñas…
-Ya –se echó a reír porque sabía por qué lo decía- quieres que encuentre algo que hacer en casa y no piense en volver al despacho ¿verdad?
Fernando bajó la mirada con una media sonrisa, Roberto soltó a su madre para echar a correr detrás de Tor; Alicia le levantó la barbilla sonriendo.
-Fernando, te recuerdo que la manta de Roberto la hiciste tú, yo no tenía paciencia; sé que tengo que descansar y no puedo seguir con el mismo ritmo, hasta hoy estoy cansada y no he salido de casa… Pero no creo que la solución sea ponerme a tejer.
-Tejer relaja, –se echó a reír porque no se la imaginaba con los ovillos relajada, más bien al contrario- sólo tienes que tener un poquito de paciencia…
-¡Ah! Ahora apelas a mi paciencia, ¡si eres tú el que siempre me dice que no tengo nada de paciencia!
Fernando se echó a reír dándola por imposible, se incorporó al ver volver a Roberto seguido de Tor, Alicia se levantó despacio y le ayudó a poner la mesa, sabía que tenía que encontrar algo que hacer aquellas semanas, pero tejer no era buena idea. Durante la cena no dejaron de hablar con su hijo de los regalos de Reyes, Alicia quería que fuesen juntos a comprarlos, esperaba que el tiempo mejorase; Fernando se echó a reír cuando Alicia volvió a la carga con lo que harían en fin de año. Sólo Roberto pudo hacer que se olvidase de seguir insistiendo, estaba cenando con su cuchara pero no dejaba de pedirles comida de sus platos, Fernando se quedó un momento mirándoles, las cenas en casa siempre eran animadas, su hijo tenía salidas para todo y no dejaba de sorprenderles. Dejó que Alicia tomase el postre en el sofá mientras él recogía, los dulces de navidad les durarían meses y en esa ocasión no podría culpar a Alicia porque había sido él quien había hecho las compras; pensó que con tantos invitados, necesitarían mucha comida. Roberto disfrutó de un trozo de turrón sentado al lado de su madre, Fernando aprovechó y, antes de terminar de recoger la mesa, les sacó una foto a los dos, le parecía que estaban perfectos, acomodados en el sofá, comiendo dulces y sonriendo. Alicia se echó a reír pero no se quejó, se mordió el labio pensando que tendría que agradecer a Fernando todos sus cuidados, normalmente se quejaba cuando la agobiaba, pero no podía ignorar que en ese momento de su embarazo, le era imposible hacer muchas cosas y ahí estaba Fernando en todo momento, con su mejor sonrisa y sin cansarse. Fernando fregó rápidamente, había notado a Tor nervioso y hacía horas que no salía a la calle, era tarde pero tenía claro que le bajaría antes de bañar a Roberto; Alicia le miró emocionada cuando le vio llegar al salón y ponerse el abrigo. Fernando se agachó para besarla la frente y pellizcar el moflete de su hijo diciendo que volvía en un minuto; sonrió cuando le vio salir y le explicó a su hijo que tenía el mejor padre del mundo. Fernando caminó deprisa, al ritmo que marcaba Tor, estaba nevando con fuerza y el paraguas apenas era útil por el viento, se echó a reír al notar que su perro se acercaba al margen de la acera para resguardarse en los tejados, dieron una vuelta y Tor quiso volver. Al entrar en el portal sonrió notando el calor, abrió la puerta y vio divertido cómo Tor se tumbaba en la caseta acurrucándose en la vieja manta.
-¿Hace mucho frío?
-Un poquito, pero ya hemos vuelto.
-Fío papá Tor momir.
-Sí, -le cogió riéndose- Tor se ha ido a dormir, y tú, señorito, vas a bañarte.
Alicia sonrió y se levantó despacio, se estiró masajeándose el cuello y bostezó ante la mirada divertida de Roberto y preocupada de Fernando. En el baño, intentó ayudar a Fernando pero al final tuvo que aceptar que era mejor sentarse; Roberto no dejaba de hablar con ella mientras Fernando le desnudaba, Alicia escuchaba la charla de su hijo sonriendo, tenía la misma labia que Fernando, en unos segundos se le había olvidado que estaba sentada porque se cansaba preparando el baño. Roberto empezó a jugar con el coche en cuanto Fernando le metió en la bañera, salpicaba tan fuerte que incluso Alicia acabó recibiendo alguna gota; Fernando estaba prácticamente empapado. Alicia bostezó intentando disimular mientras veía cómo Fernando bañaba a su pequeño, éste les estaba contando, en su propio idioma, frases de las que sólo distinguían nombres propios: Pelayo, Liberto, Tor, mamá, papá, Pierre, papá Noel, Reyes Magos; todo ello mientras luchaba para seguir jugando con el coche y no quedarse dormido. Poco a poco se fue relajando mientras Fernando le lavaba el pelo, seguía hablando con su madre pero en ese momento con voz baja, Fernando disfrutó con las conversaciones que tenían. Sacarle de la bañera siempre era más fácil cuando estaba tranquilo, le secó despacio y sonrió al ver que no protestaba al ponerle el pijama. Alicia se levantó agarrándose a la mano de Fernando, se mordió el labio volviendo a pensar en todo lo que hacía Fernando; Roberto se agarró a su padre respirando profundo, Fernando le acarició el pelo sonriendo y viendo cómo iba quedándose dormido. Al meterle en la cuna, Tor fue corriendo hacia la habitación; Alicia estuvo a punto de echarse a reír, Tor hacía lo que le gustaría hacer a Fernando, vigilarle toda la noche, le colocaron la manta para que se tumbase al lado de la cuna. Alicia arropó a Roberto y se agachó a darle un beso, Fernando bromeó al verle dormido con que esperaba que sus niñas tuvieran ese mismo comportamiento, su hijo llevaba meses durmiendo de un tirón, Alicia se echó a reír y le respondió que no lo creía, estaba segura que sus niñas serían guerreras de día y de noche, Fernando la abrazó mientras le daban las buenas noches a su hijo. Al llegar a la habitación empezó a desnudarla, Alicia le miró sonriendo emocionada, parecía que nunca se iba a cansar de estar pendiente de todo, empezó a besarle y le quitó la camisa totalmente empapada, se separó mirándole fijamente para que no se le ocurriese ponerse a recoger la ropa. Fernando se echó a reír mirando la camisa en el suelo pero la dejó donde estaba y la ayudó a ponerse el pijama, Alicia le esperó sentada en la cama, le miraba fijamente intentando ver un gesto de cansancio pero sus expresiones eran relajadas y la miraba sonriendo; después de ponerse el pijama se metió en la cama intentando que ella se acomodase.
-Fernando… Gracias por estar pendiente de todo, incluso sabiendo que a mí me molesta, no dejas de…
-Nada de gracias –la besó suavemente y la abrazó- te amo más que a nada, os amo a los cuatro por encima de todo, sé que tú no necesitas que nadie te cuide, pero yo siempre estaré con vosotros y juntos cuidaremos a nuestros hijos. Además… -cambió el tono mientras cerraba los ojos respirando su olor- Sabes que me encanta tener todo bajo control, preocuparme por todo… ¡Tendré que aprovechar ahora que tú no te quejas de ello!
Alicia se echó a reír emocionada, le miró sin saber cómo expresar todo lo que le hacía sentir; empezó a besarle despacio pero, poco a poco, se dejó llevar por lo que sentía; Fernando se separó y la besó la nariz. La miró tiernamente y la ayudó a acomodarse subiendo las mantas para taparse enteros; la abrazó atrayéndola hacia él y la besó suavemente. Alicia se echó a reír, sabía que en ese momento Fernando se controlaría al máximo, cerró los ojos abrazándose a él y sonrió al oír cómo Fernando apagaba la lámpara.
-Feliz navidad Alicia.
-Te amo.
Alicia suspiró y se quedó dormida inmediatamente, notaba la respiración de Fernando, su forma de acariciarle el pelo y algunas frases en voz baja pero el cansancio le pasó factura. Fernando le acarició el pelo hasta que se quedó dormida, comprobó que estuviese arropada y acarició la tripa empezando a hablar con sus niñas, les habló de su madre y su hermano y de las ganas que tenían de tenerlas junto a ellos. Disfrutó, hasta quedarse dormido, de esa segunda navidad que había supuesto vivir una vida que jamás pensó que tenía derecho a vivir. Se quedó dormido con la mano en la tripa y notando la suave respiración de Alicia.
__________________________________________________
**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!!

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