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1 de enero de 1963
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Alicia se echó a reír al ver a Fernando incorporarse de golpe y alarmado, eran casi las dos de la tarde, Roberto estaba con ellos en la cama y no dejaba de jugar con las sábanas, le había destapado consiguiendo despertarle. Se despertó desorientado pero sonrió al verles a los dos junto a él, puso los ojos en blanco al oír llorar a la niña, la habían oído varias veces en toda la noche. Alicia se había despertado a mediodía, cuando se levantó, Inés ya había recogido el salón, se echó a reír bromeando con el excesivo orden de su amiga y su marido. Compartió con ella un té mientras charlaban tranquilamente, había sonreído cuando su amiga le preguntó por sus padres, era consciente que, en el pasado, en su afán de que nadie supiese nada de su vida privada, había evitado hablar casi de cualquier persona importante para ella. Esa mañana de año nuevo, mientras sus maridos y sus hijos seguían durmiendo, le habló de sus padres y se sintió en paz por poder compartir su recuerdo con Inés.
-Buenos días mi amor, se te veía tan bien durmiendo que no quise despertarte…
-Buenos días Alicia –la besó suavemente y se echó a reír al notar cómo su hijo se subía encima suyo- buenos días a ti también Roberto. ¿Hace mucho que os habéis despertado?
-Roberto hace un rato, yo hace un par de horas…
-¿Pero qué hora es? –se giró para mirar el despertador y se pasó la mano por el pelo pensando en la comida- Es tardísimo Alicia, tenías que haberme despertado…
-No es tan tarde, relájate, -se echó a reír, Roberto se animó por su risa y se puso a saltar en la cama- además, cuando me levanté, Inés ya había recogido todo así que no hay nada que hacer más que comer…
Fernando se echó a reír pensando que debería habérselo imaginado, alguien tan metódico como Inés no podría resistir el impulso de ordenar todo; intentaba controlar los movimientos de Roberto que saltaba arrimándose cada vez más a él. Sonrió fingiendo dolor cuando le dio con uno de sus pies en el brazo, Roberto acabó sentándose para volver a jugar con las sábanas.
-Bueno, pero alguien tendrá que hacer la comida, digo yo… Oye ¿no han venido Diane y Pierre?
-Pierre llamó hace un rato, vendrán después de comer, la fiesta debió ser un éxito a juzgar por su voz…
Fernando sonrió pensando en esas fiestas que tanto gustaban a su amigo, aunque estaba seguro que había echado de menos a Roberto, por eso había llamado la noche anterior, esa mañana, iría por la tarde… Se estiró en la cama mientras Roberto llamaba a Inés, no sabía si a la madre o a la hija; Alicia se levantó despacio recordándole que tenían que arreglarse antes de comer.
-Claro, si me hubieses despertado antes…
Alicia se echó a reír, Fernando se levantó con Roberto en brazos y la besó pensando que antes de volver a ver a Alicia, nunca había dormido sin pensar en la hora. Ayudó a Alicia a entrar a la bañera, Roberto no dejaba de correr por el baño mientras cantaba un nuevo villancico que le había enseñado Mauro la noche anterior; Alicia tardó sólo unos minutos, tenía muchas ganas de compartir la comida de ese día con sus amigos. Fernando resopló al oír a alguien en la cocina, probablemente Inés, estaba seguro que cuando saliesen ya estaría todo listo.
-Fernando, no pasa nada porque dejes que un día otros hagan las cosas… Ven.
Fernando se echó a reír pero, antes de entrar a la bañera, la ayudó a salir y la secó delicadamente, Alicia le miró sonriendo y empezó a desnudarle, se echaron reír cuando Roberto empezó a quitarse el pijama, se había quitado las mangas pero no podía sacar la parte de arriba por la cabeza. Fernando se agachó para ayudarle mientras bromeaba sobre lo mayor que era y lo rápido que aprendía; Alicia les besó y fue a la habitación para vestirse, tuvo que tranquilizar a Fernando diciendo que no haría esfuerzos. Fernando se dio una ducha rápida y bañó a Roberto, resopló al ver cómo empezaba a salpicar todo el baño. Alicia se vistió despacio, por suerte, se puso el vestido que no había usado la noche anterior y no tuvo que hacer esfuerzos para subir cremalleras, cada vez le costaba más cualquier movimiento. Se sentó frente al espejo para maquillarse, para la cena no se había arreglado lo más mínimo, no le había importado porque estaba con Inés, pero en ese momento quería maquillarse un poco, disimular las ojeras y darse un poco de color, ya no quedaba nada de aquel moreno que había cogido en Marsella. Sonrió recordando sus vacaciones, tenía ganas de volver a viajar pero el tiempo no acompañaba, y menos en París, además, estando embarazada sabía que Fernando no querría salir fuera, se acarició la tripa pensando que el siguiente viaje, fuesen donde fuesen, irían los cinco juntos. Fernando secó a Roberto mientras él protestaba llamando a Tor, Inés, Liberto, Pelayo, Pierre… Se echó a reír pero no le dejó en el suelo hasta que estuvo seco y vestido; antes de salir del baño con su hijo, se miró en el espejo pensando que tendría que afeitarse, pero decidió dejarlo para el día siguiente, ya era tarde y tenían que comer. Pensó en Pierre, su amigo se había despertado antes que él y eso que había celebrado una fiesta; estaba claro que él ya no estaba para tantas celebraciones, se echó a reír al ver la vitalidad de su hijo, aprovechó para hacerle cosquillas y que no se quejase de volver a la habitación. Sonrió divertido al ver que Alicia ya estaba lista para comer, la besó el cuello y se sentó en la cama fingiendo un gesto cansado.
-¡Fernando! ¿No decías que era tan tarde? ¿Qué haces ahí sentado? Todavía tienes que vestirte y seguro que Inés ya tiene todo listo…
Resopló y se levantó para empezar a vestirse, Alicia le besó antes de salir de la habitación con Roberto, su hijo echó a correr hasta el sofá donde estaban Mauro y la pequeña Inés, la niña estaba tomando su biberón y Mauro tuvo que explicarle a Roberto que no podía jugar con ella todavía. Alicia saludó a Mauro y fue a la cocina, se quedó mirando a Inés mientras le decía que no debería haberse puesto a preparar la comida, cogió un dulce y empezó a llevar los platos para poner la mesa. Fernando terminó de abrocharse la camisa y cerró los ojos sonriendo, podía escuchar a su hijo preguntarle algo a Mauro, las risas que seguían a esa conversación, los ruidos de Inés en la cocina y a Alicia canturrear mientras iba y venía. Se mordió el labio pensando que ya no podría vivir sin esos sonidos en su día a día, se pasó la mano por el pelo y salió de la habitación para unirse a las conversaciones. Alicia se echó a reír al verle parado frente al sofá, le besó el cuello diciéndole que quedaba mucho que hacer, Fernando se rio de su tono burlón y fue a la cocina esperando poder hacer algo. Inés le quitó importancia cuando le agradeció que recogiese y estuviese preparando la comida, terminó de poner la mesa mientras Alicia se sentaba y se quedaba mirando a su hijo. La pequeña Inés se quedó dormida después de tomar el biberón, Mauro la dejó en la cuna y Roberto protestó, tenía muchas ganas de jugar, fue corriendo a su habitación y llamó a su padre, Fernando posó las servilletas en la mesa para ver qué le pasaba. Se echó a reír cuando vio a su hijo intentando arrastrar el piano de juguete.
-¿Quieres llevarle al salón?
-Hacer úsica con Maro, -Roberto hablaba deprisa y sin dejar de mover las piernas- cantar viancico.
Le llenó de besos antes de coger el piano y darle la mano para ir juntos al salón, Roberto se soltó al llegar al salón y echó a correr hasta Mauro para sentarse con él en el sofá y esperar a que Fernando les diese el piano. Inés se echó a reír cuando llegó al salón llevando la comida y les vio tocando el piano, Roberto cantaba insistiendo para que Mauro tocase las teclas.
-¡Qué canción más bonita! Pero ahora, señoritos –se acercó a ellos mientras Alicia y Fernando sonreían mirando la escena- tenemos que comer. ¿Me ayudas a traer todo Roberto?
-¡Inés! Audar comida ano nuevo ¡festa!
Roberto se bajó del sofá ignorando a Mauro y cogiéndose de la mano de Inés para ayudarla, Fernando se echó a reír de la cara del pobre Mauro, miró a Alicia y supo que los dos pensaban lo mismo. Le costó no levantarse a ayudar, pero Inés, Mauro e incluso Roberto, parecían dispuestos a no dejarles hacer nada a Alicia y a él. Inés sonrió al sentarse, Mauro sentó a Roberto en la trona pero esa vez fue imposible convencerle, Fernando se echó a reír y le cogió en brazos para que comiese sentado sobre él. Alicia se divertía viendo a Fernando tan apurado pensando en lo tarde que se había despertado, terminó bromeando con eso mientras Mauro se echaba a reír e Inés le quitaba importancia; Roberto, en cambio, no dejaba de hablar de las uvas, y los reyes magos, y preguntó varias veces por Pelayo. Alicia se sorprendía con la extrema paciencia de Fernando con Roberto y tener la casa llena de amigos, se echó a reír al ver cómo entrecerraba los ojos ante la gran mancha de salsa que su hijo le acababa de producir, esos momentos quería grabarlos profundamente. Le habló a Inés de sus compañeras del despacho, estaba segura que Inés y Grace se llevarían muy bien, Fernando sonrió cuando las dos se pusieron a hablar de su trabajo, acarició la mano de Alicia cuando Inés contaba las trabas que le estaban poniendo en un caso sobre acoso laboral, Alicia la miró mordiéndose el labio, ella ya no se enfrentaba a esas limitaciones. En los años que pasó en España se había acostumbrado a que eso fuera así, intentaba buscar cada rendija que le dejara un margen de acción pero se hacía resignado a que su profesión fuese así; escuchar a Inés le hizo recordar muchos momentos. Tuvo que ser Roberto quien animase el ambiente que se había creado después de hablar de ello; alargó el brazo intentando llegar al plato de su madre para coger un poco de jamón. Alicia se echó a reír y, antes de dárselo, le besó emocionada; Mauro no podía evitar mirar al niño casi con anhelo, Fernando le miró riéndose por lo bajo, recordó a Marce y su deseo de tener un niño, terminó levantando la copa para brindar por el futuro. Alicia le miró sonriendo, en momentos así era imposible no recordar que cuando se conocieron, Fernando nunca se permitía hablar del futuro; Roberto cogió su biberón para brindar con ellos. Fue el niño quien centró la atención durante toda la comida, Mauro y él no dejaban de conversar, además, preguntaba por la niña queriendo jugar con ella; Inés miró sonriendo a Alicia pero se mordió la lengua antes de decir lo que le gustaría que esas comidas se repitiesen y sus hijos pudiesen crecer juntos. Fernando estuvo atento de que Alicia comiese, se habían levantado tarde y estaba seguro que tenía hambre aunque no lo dijese; antes de poder disfrutar de la tarta, oyeron cómo Inés empezaba a llorar, Mauro besó a Inés y se levantó diciéndola que comiese el postre tranquila. Fernando tuvo que dejar a Roberto en el suelo, quería ir corriendo a ver a su nueva amiga, pero antes le limpió la cara con el babero, se echaron a reír cuando la niña sonrió alargando su mano hacia Roberto.
-Inés juar con Tor, ven.
-¡Oooooooooooor!
Inés se quedó mirando a su hija con los ojos muy abiertos, acababa de llamar al perro riéndose; Alicia apretó la mano de su amiga y sonrió comentándole que Roberto aprendió a hablar repitiendo las palabras que ellos le iban diciendo, era importante hablarle para que pudiese imitarles. Roberto cogió suavemente la mano de la niña insistiendo para que fuese con él.
-Roberto, Inés todavía no puede andar, -Mauro la cogió en brazos y le cogió a él de la mano- pero tú me ayudas a llevarla ¿a que si?
-¡Si! Audar vamos a juar con piano, ¡Tor ven!
Fernando se levantó a por la cámara de video y grabó unos minutos de los juegos de los dos niños, Mauro se sentó en la butaca mientras su hija recorría el salón a gatas y Roberto la seguía andando para darle un muñeco de guiñol. Fernando se dio cuenta que Alicia no había probado la tarta, no dejaba de mirar a su hijo y a la hija de su amiga, estaba seguro que pensaba en lo bien que les vendría a los dos niños crecer juntos, tener un compañero de juegos y aventuras, la besó el pelo pensando que su hijo sí tendría compañeras de juegos, más que eso, dos hermanas a las que querer y cuidar, y que le querrían y cuidarían también a él, sus hijos nunca estarían solos. Bromearon sobre lo buen hermano que iba a ser Roberto a la vez que se intercalaban frases en su idioma propio. Alicia miró a Fernando que se había levantado para fumar junto a Inés mientras bromeaban con un Mauro sentado en el suelo haciendo de compañero de su hija, Roberto y un Tor que había adoptado también a Inés para cuidarla.
Fernando se echó a reír cuando Roberto se levantó corriendo al oír el timbre, fue hacia la puerta llamando a Pierre y Diane; acompañó a su hijo pensando si Mauro y Pierre competirían para jugar con los niños. Fue Roberto el primero en felicitarles el año en francés, Inés y Mauro seguían sorprendiéndose de la forma en la que relacionaba todo lo que pasaba a su alrededor; Alicia notó esa mirada cómplice de sus amigos y sonrió orgullosa, solía decirlo de Fernando, pero ella también pensaba que su hijo avanzaba más que los niños de su edad. Tor no dejaba de saltar alrededor de Pierre, Fernando estaba convencido que para su perro, Diane y Pierre eran parte de la familia. Alicia se levantó despacio y sonrió al ver el abrazo de Fernando saludando y felicitando el año a sus amigos, evitó reírse del aspecto de Pierre, era mejor que el del año anterior, pero se notaba que la fiesta se había alargado un poco más de la cuenta; en cambio, Diane no parecía afectada por las pocas horas de sueño. Inés se acercó a felicitarles el año, sonrió saludando a Pierre y Alicia le presentó a Diane, Alicia las miró sonriendo, eran dos de las personas más importantes para ella. Mauro cogió a su hija en brazos y fue a saludar a Pierre, no pudo ocultar una sonrisa pensando en Macarena pero saludó educadamente a Diane felicitándole el año. Después de las presentaciones, Roberto volvió a ser el protagonista hablándoles a sus tíos de su nueva amiga, Mauro sonrió cuando Pierre jugó con su hija, Fernando se echó a reír porque se habían quedado en la entrada, les hizo pasar y sentarse y sonrió ofreciéndoles un café, por fin podía volver a tomar el control y hacer él las cosas. Inés se echó a reír cuando le vio entrar en la cocina y miró a Alicia divertida mientras ella torcía el gesto riéndose; Fernando sonrió escuchando el bullicio que llegaba desde el salón, la charla de sus amigos y su mujer acompañada con las ocurrencias de su hijo y las risas de la niña. Se echó a reír pensando lo que le hubiese molestado en el pasado tanto ruido, en ese momento no podía hacerle más feliz; preparó café y té, y sacó unos brioches por si Alicia se había quedado con hambre. Al entrar en el salón tuvo que esquivar a Roberto y Tor para que no se le cayese la bandeja, intentó regañar a su hijo pero era incapaz de hacerlo al ver su sonrisa y las ganas que tenía de jugar; Alicia se aguantó la risa cuando Roberto se abrazó a las piernas de su padre como si quisiese disculparse. Los detalles de la fiesta de Diane y Pierre y las explicaciones de Roberto sobre la cena protagonizaron los siguientes minutos; Pierre se interrumpía para hacer caso a Roberto y tenía que ser Diane quien siguiese contando los invitados o la fiesta. Alicia sonrió al saber que Sophie y Gabrielle habían acudido juntas, ella se había quedado con ganas de invitarlas en navidad pero sabía que tenían compromisos; Mauro se alegró al saber que Pierre había estado en Madrid y empezaron una conversación sobre la plaza, Fernando sonreía sin disimular lo que echaba de menos a sus amigos, Alicia intervenía para complementar los detalles que daba Mauro sobre la ciudad.
-¿Mai? Peayo.
Mauro se echó a reír atendiendo a Roberto mientras Alicia y Fernando se quedaban mirando a su hijo emocionados, su hijo estaba unido a Madrid, a España y, sobre todo, a sus amigos españoles. Fernando tragó saliva cuando Alicia les contó la razón por la que Pierre estuvo en Madrid, la noche anterior casi no había entrado en detalles pero, al estar Pierre, quiso reconocer todo lo que hizo su amigo. Fernando besó a Alicia, el sentimiento de culpa nunca desaparecería, pero intentaba dejarlo a un lado centrándose en los momentos que compartió con Andrea; sonrió y empezó a contar cómo la había conocido.
Alicia se echó a reír cuando Fernando recordó que al principio Andrea le había parecido una burguesa, estuvo a punto de decir algo sobre lo burgués que se había vuelto él y, lo que le hacía más gracia, sobre tener tantos amigos burgueses, pero se contuvo mirando a Mauro. Miró a Fernando divertida esperando que no soltase uno de sus comentarios irónicos, él se echó a reír al notar su mirada burlona y la besó para evitar decir nada. El recuerdo de Andrea dejó paso a otros recuerdos pero, esa vez, de los demás; Fernando les escuchaba sonriendo y pensando en esas mismas reuniones dentro de unos años, cuando sus hijos pudiesen escuchar esas historias que, estaba seguro, se sabrían de memoria. Roberto llamó a Pierre enseñándole una de las piezas del juego que Inés le había regalado; Fernando sonrió cuando su amigo les dejó con la palabra en la boca para levantarse e ir a jugar con su hijo.
A media tarde, Fernando le recordó a Alicia que habían quedado en ir a la cafetería para felicitar el año a su amiga; Alicia les propuso tomar un chocolate allí y se levantó despacio. Fernando resopló esperando a que todos estuviesen listos, parecían toda una comitiva, Alicia se rio al verle ir de un lado a otro del salón esperando a que todos se abrigasen. Roberto quiso ir en brazos de Mauro, Pierre no pudo evitar una mirada decepcionada; Fernando le apretó el hombro casi emocionado pero bromeando sobre lo que les gustan a los niños las novedades. Alicia cogió del brazo a Inés y a Diane y salieron juntas, Fernando llevaba el cochecito de Inés, que se había negado a ir en brazos, mientras Pierre no quitaba la vista de encima a Mauro y a un Roberto que aplaudía ante las voces que ponía. Fernando estuvo pendiente de Alicia durante el corto camino hasta la cafetería, le preocupaba que ocultase el cansancio para poder disfrutar de la compañía de sus amigos; ella no dejaba de sonreír mientras escuchaba a sus amigas. Al entrar a la cafetería, Roberto quiso que Mauro le dejase en el suelo, echó a correr hacia la dueña felicitándole el año, Fernando sonrió porque las pocas personas que ocupaban las mesas se le quedaron mirando, estaba claro que su hijo nunca pasaba desapercibido. Alicia dejó a Inés y Diane para ir a abrazar a su amiga, desde el principio tuvo mucha cercanía con ella y había llegado a verla como una especie de madre; después de abrazarla y felicitarle el año, no pudo evitar contarle que una de sus mejores amigas de España estaba en París pasando unos días. Fernando se acercó a saludarla y volvieron a la mesa para hacer las presentaciones, Roberto había entrado dentro de la barra y jugaba con uno de los delantales. Mientras Alicia presentaba a sus amigas, Fernando fue a buscarle sonriendo.
-Roberto, no podemos estar aquí.
-¡Sí! Dejan juar aetería.
-Sí, ya sé que a ti sí te dejan… -le cogió en brazos y empezó a hacerle cosquillas- No se lo digas a mamá, pero eres igualito que ella, consigues todo lo que quieres… Aunque ella te dirá que te pareces a mí porque conquistas a todos…
-Mamá apa.
-Claro, por eso quieres parecerte a ella ¿no? Como papá no lo es…
Volvió a la mesa entre risas y se sentó al lado de Alicia, Roberto no protestó para que le dejase en el suelo porque la dueña le había dado una chuchería, sonrió cuando su hijo quiso compartirla con Inés pero la niña estaba dormida. Alicia se relajó en la silla, sentía la mano de Roberto en la tripa y la de Fernando en el hombro; disfrutar de un chocolate caliente en compañía de sus amigos y charlando de cualquier cosa, la hacía sonreír, también el hecho de que, tanto Fernando como Roberto, estuviesen atentos a cualquier gesto suyo. Era consciente que llevaba desde el día anterior con muchas emociones y celebraciones, sabía que el doctor les había dicho que necesitaba tranquilidad o el parto se adelantaría más de lo que debería; pero no podía evitar sonreír, se sentía bien porque era feliz y no podía pensar en tener cuidado o descansar. Sonrió al ver que Inés y Diane parecían congeniar a pesar de lo diferentes que eran, terminó su chocolate y se apoyó en el hombro de Fernando sonriendo, no quería volver a casa tan pronto, pero el cansancio empezaba a pasarle factura. Fernando le acarició el pelo mientras intentaba que Roberto no bajase al suelo, al final tuvo que dejarle y sonrió al ver cómo iba de una mesa a otra sin que nadie se molestase. Pierre pidió un café intentando ocultar un bostezo, Fernando no pudo evitar reírse y bromear con la fiesta, Diane resopló mientras aseguraba que no había sido para tanto, habían podido descansar y dormir unas cuantas horas, añadió que lo que pasaba era que a Pierre los años le pasaban factura. Mauro cogió a Inés cuando ésta empezó a llorar, Fernando se mordió el labio pensando que no habían cogido lo necesario para darle el biberón, propuso volver a casa ante el suspiro resignado de Alicia. Roberto volvió corriendo a la mesa para saludar a la niña, la miró decepcionado cuando Inés se giró para abrazar a su padre ignorándole a él; Fernando le cogió en brazos intentando no reírse, Inés se parecía tanto a Mauro que su hijo empezaba a perder la paciencia con ella como le había pasado a él con Mauro hacía muchos meses. Roberto alzó los brazos hacia Pierre y éste le cogió sonriendo, Fernando se rascó el pelo divertido al ver la reacción de su amigo, estaba seguro que no le había hecho mucha gracia que Roberto le hubiese ignorado en favor de Mauro. Ayudó a Alicia a ponerse el abrigo y se echó a reír volviendo a pensar en toda la tropa que eran; ya en la calle, fue difícil que Roberto aceptase que el tío Pierre se tenía que ir; sólo Diane le convenció, les besó a los dos y les dijo adiós con cara de pena. No tardaron nada en llegar al portal, Inés seguía llorando y parecía que no tenía consuelo, Inés bromeó sobre lo exigente que era su hija cuando tenía hambre o quería que le hiciesen caso; Alicia miró a Fernando intentando no reírse, él movió la cabeza divertido pero fingiendo un suave reproche ante tantas bromas a costa de Mauro. Cuando entraron en casa, Alicia se descalzó y se sentó en el sofá subiendo los pies, Fernando cogió unos cojines para que estuviese más cómoda y ella sonrió resignada. Mauro intentaba que su hija se tranquilizase mientras Inés preparaba el biberón, Fernando sonrió al ver que la niña sólo dejaba de llorar si Roberto le hablaba enseñándole algún juguete, vio cómo su hijo la miraba ilusionado, por fin le hacía caso. Se sentó al lado de Alicia y juntos miraron cómo Roberto atendía a la niña; Alicia no dejaba de pensar en lo que le gustaría que fuesen amigos y creciesen juntos pero, también, en que Roberto sería el mejor hermano mayor que podrían tener sus hijas.
Después de tomar su biberón, Inés parecía muy animada, tanto que no necesitaba la atención de su padre para jugar con Roberto y Tor; Alicia sonrió al escuchar a su hijo explicarle a la niña quién era Pelayo, miró a Fernando y supo que pensaba en volver a verle. Con el embarazo de Manolita era más difícil que nunca que Pelayo pudiese viajar, y ellos no podían ir, le besó y se apoyó en él cerrando los ojos. Cuando Inés regresó de la cocina, Alicia ya se había quedado dormida, se agachó junto a su hija preguntándole qué hacía y sonrió cuando ella la ignoró sin dejar de hablar a Roberto.
-Inés, si queréis podéis salir a dar un paseo, hoy no hace tanto frío y las calles de París están muy animadas en estas fechas.
Mauro miró a Inés y después a su hija, parecía entretenida jugando con Roberto por primera vez desde que estaban allí; Inés valoró la propuesta de Fernando, le apetecía salir y conocer algo de París, y sabía que Alicia tenía que descansar pero miró a su hija dudando.
-La niña se puede quedar en casa, podéis aprovechar ahora que está jugando con Roberto y así dais un paseo vosotros dos.
Mauro le miró como si hubiese dicho una barbaridad pero enseguida cambió la cara, siempre le costaba dejar a su hija cuando ellos salían, Inés le miró riéndose y aceptó la propuesta mientras decía que iba a cambiarse. Fernando evitó reírse pero pensó que no era muy propio de ella preocuparse por su apariencia, ella también había cambiado un poco; hizo que Alicia se tumbase cómodamente en el sofá y la tapó con la manta acariciando la tripa; fumó un cigarro con Mauro sin dejar de mirar a los niños.
-Cuando te conocí nunca pensé que estaría aquí, en tu casa, con nuestros hijos… Creo que ninguno de los dos nos imaginábamos en aquel momento que seríamos padres casi a la vez…
-No, yo desde luego no, –se echó a reír recordando a aquel muchacho que conoció y que ya quedaba lejos- En aquel momento ya deseaba empezar una vida con Alicia, lejos de todo, intentando recuperar una vida que en el fondo nunca había tenido… Pero nunca pensé que ya estaba en camino nuestro hijo, que en pocos meses sería padre y… Si te digo la verdad, tampoco te imaginaba a ti como padre…
Lo dijo con cautela y respiró aliviado al ver que Mauro se echaba a reír, Roberto se giró aplaudiendo y llamándoles, Fernando apagó el cigarro y se agachó junto a ellos intentando mantener ocupada a Inés para que no viese cómo se marchaban sus padres. Mauro le aseguró que volverían en un rato, le miró divertido recordando la noche en que Alicia y él salieron en Marsella dejando a Roberto con Antonio y Liberto.
-Tardad lo que queráis, aquí estaremos todos bien.
Inés cogió del brazo a Mauro y casi le arrastró hasta la puerta, se despidió de Fernando sonriendo y cerró la puerta despacio para no llamar la atención de su hija. Fernando empezó a hablar con su hijo y con Inés, sonrió al ver que la niña le miraba atentamente con los ojos muy abiertos; Tor se tumbó justo detrás de los dos niños pendiente de cualquier movimiento, Roberto parloteaba a su aire, preguntando y hablando de lo que quería, pero Inés trataba de repetir lo que Fernando le decía. Acarició la mejilla de la niña pensando en sus hijas, estaba deseando compartir un momento con sus tres hijos, se giró un momento para mirar a Alicia y pensó en todo lo que se hubiese perdido si no se hubiesen encontrado en Madrid. Roberto le manoteó la cara y volvió a centrarse en los niños, jugaron con el tren y se echó a reír cuando su hijo colocó las piezas sin ningún orden, todavía era pronto para eso.
Inés no dejaba de sonreír mientras caminaban, le parecía todo muy distinto pero, a la vez, notaba más diferencia con Madrid que con Barcelona. Mauro la abrazó mientras esquivaban una bici, a él le parecía todo muy distinto, incluso los olores de la ciudad, pasearon cruzando calles y jardines, Inés se paró delante de un escaparate consiguiendo que Mauro se echase a reír, pocas veces se fijaba en las tiendas, Inés le miró entrecerrando los ojos pero al final también se echó a reír.
Alicia se estiró sonriendo, llevaba un rato escuchando la charla de Fernando con Roberto e Inés y las risas de ellos; Roberto se levantó al verla estirarse y, antes de que abriese los ojos, ya estaba a su lado acariciando la tripa.
-Hola mi amor –le besó la mano y se sentó en el sofá dejando que su hijo subiese junto a ella- ¿estabais jugando?
-Inés, papá, ¡Ten!
-¿He dormido mucho? –se frotó los ojos mientras miraba hacia la cocina- ¿Dónde están Inés y Mauro?
-Han salido a dar un paseo, Mauro no parecía muy convencido de dejar a la niña en casa…
-No sé a quién me recordará…
Fernando se echó a reír, cogió a Inés y se sentó en el brazo del sofá besando a Alicia, la niña alargó los brazos hacia ella, Alicia se echó a reír cogiéndola y empezó a hacerle cosquillas. Fernando se levantó a por la cámara de video y, cuando regresó, los tres estaban riendo a carcajadas, les grabó unos minutos sin dejar de sonreír hasta que Roberto le llamó y fue al rescate de su hijo empezando a hacer cosquillas a Alicia teniendo mucho cuidado. En esos momentos volvían a ser unos niños junto a su hijo, Alicia sintió una fuerte patada y decidió acomodarse en el sofá ante el gesto preocupado de Fernando. Se emocionó cuando Inés puso su pequeña mano en la tripa intentando preguntar qué era; fue Roberto quien le explicó que dentro de la tripa de mamá estaban sus hermanas. Alicia acarició el pelo de su hijo mientras dejaba que los pequeños conversasen, Fernando se había levantado para dejar espacio a Alicia y los niños, sonreía mirando a Roberto, no podía evitar una mirada orgullosa cada vez que su hijo hablaba y daba muestras de entender más de lo que pudiese esperarse en un niño de un año. Se echó a reír cuando Roberto le tiró un cojín llamándole, se había quedado parado y su hijo quería que reaccionase, se agachó junto a él pellizcándole suavemente la nariz mientras intentaba no reírse explicándole que no tenía que tirarle con cojines por mucho que su madre soliese hacerlo. Se incorporó mirando el reloj y pensando en la cena, estaba seguro que Inés y Mauro no tardarían en volver y quería tenerla preparada para que no tuvieran que hacer nada. Alicia sonrió al verle entrar a la cocina y se relajó en el sofá escuchando a Roberto y las respuestas en forma de vocales de Inés, no estaba segura si Inés entendía a su hijo, pero Roberto parecía dispuesto a escucharla e intentar adivinar qué era lo que decía. Fernando preparó la cena pensando en los Reyes, esperaba que su hijo siguiese entusiasmado con las celebraciones, quería que se ilusionase al ver los regalos, aunque todavía no sabía qué comprarles a ninguno, sonrió pensando que seguro que Alicia aprovechaba que Inés se quedaría unos días para salir de compras con ella. Bajó la mirada al sentir el hocico de Tor en la pierna, miró el reloj pensando que tendría que bajarle en cuanto terminase de preparar la cena, de momento, le ofreció un trozo de carne y sonrió viendo cómo disfrutaba de la comida. Desde el salón llegaban las voces de Roberto y Alicia acompañadas por los balbuceos de Inés; recordó que al día siguiente tendría que ir a la redacción de su nuevo trabajo, no le apetecía nada la parafernalia de las presentaciones, aunque sabía que no tendría que ir por allí nada más que a dejar sus artículos. Volvió al salón para poner la mesa y se quedó mirando al sofá, Alicia estaba tumbada con Inés junto a ella mientras Roberto estaba sentado en la alfombra cogiendo la mano de Inés y sin dejar de hablar con ellas. Se acercó y besó a Alicia pensando en el momento en que hubiese dos niñitas preciosas tumbadas junto a ella y Roberto estuviese pendiente de todo. Alicia se echó a reír cuando Tor empezó a saltar alrededor de Fernando, estaba claro que quería salir a la calle. Fernando se levantó resoplando sin dejar de reírse, mientras se ponía el abrigo vio cómo Roberto se levantaba acercándose al perro.
-Papá voy a cae con Tor.
Alicia se aguantó la risa esperando la respuesta de Fernando, que miró por la ventana y suspiró.
-Está bien, pero hay que abrigarse.
Cogió el abrigo de Roberto y se agachó para ponérselo, Alicia les miraba divertida mientras abrazaba a Inés, que no dejaba de balbucear. Tor empezó a ladrar antes de salir de casa, parecía encantado de salir con ellos dos, Fernando se giró para decirle a Alicia que volvía enseguida, ella le miró resoplando por lo exagerado que estaba siendo.
Inés y Mauro seguían paseando abrazados, a Mauro le gustaba mucho el ambiente colorido de las calles mientras para Inés lo mejor eran las personas con las que se cruzaban. Inés le miró preocupada preguntándole si sabía volver, Mauro se echó a reír después de comprobar que ninguno de los dos tenía ni idea de dónde estaban o cómo volver a casa de Alicia y Fernando. Inés le miró incrédula intentando que dejase de reírse y pensase qué hacer, Mauro la besó sin saber darle una respuesta; al final, la propia Inés fue quien paró a un par de chicas para preguntarles. Mauro se quedó mirándola embobado mientras Inés alternaba palabras en español y francés, tardó un poco pero al final pudo hacerse entender y, por suerte, esas chicas sabían dónde estaba la cafetería, que era lo único que Inés tenía como referencia para llegar a casa de Alicia. Les agradeció a las chicas su ayuda y abrazó a Mauro riéndose, empezó a andar segura de hacia dónde debían ir.
-No tenía ni idea que supieses hablar francés…
Inés se echó a reír y le besó pensando que ella tampoco sabía que tuviese tanta facilidad para hacerse entender, desde que llegaron había oído algunas conversaciones en francés y simplemente, le salió solo.
Fernando cogió en brazos a Roberto cuando Tor empezó a darle tirones para hacerles recorrer todos los jardines del barrio, su hijo iba riendo mientras él resoplaba esperando que Tor terminase cuanto antes. Sonrió cuando el perro puso rumbo al portal, se cruzaron con un par de perros a los que Tor ladraba insistentemente y no quería acercarse, trató de calmarle mientras Roberto alargaba los brazos, él sí quería acercarse a los demás perros. Al entrar en casa Alicia estaba sentada en el sofá comiendo un trozo de pan, la besó mientras le decía que deberían cenar, no entendía que todavía no hubiesen vuelto; Alicia le quitó importancia y abrazó a su hijo que trataba de contarle lo que había pasado con esos dos perros. En ese momento llamaron al timbre, Alicia sonrió cuando Fernando fue hacia la puerta con grandes pasos, estaba segura que saber que tenía hambre le había hecho preocuparse. Al abrir la puerta se encontró con una Inés riéndose a carcajadas mientras Mauro la miraba embobado, al verles, su hija pronunció su primera palabra entendible.
-¡Mamá!
Inés dejó de reírse para mirarla con los ojos muy abiertos mientras Mauro se echaba a reír y corría hacia el sofá para coger a su hija. Alicia sonreía casi como la primera vez que escuchó a su hijo decir papá, Fernando fue hasta el sofá para sentarse un momento con Alicia y contemplar el abrazo que Inés le dio a su hija besándola. Roberto echó a correr hacia la cocina, lo que hizo que todos reaccionasen, en unos minutos, estaban cenando y comentando la pequeña aventura de Inés y Mauro por las calles parisinas. Alicia recordó que Fernando y ella estuvieron a punto de perderse antes de llegar a la casa que habían alquilado en Marsella, Fernando la miraba disfrutando de su risa, era un sonido que nunca se cansaría de escuchar. Roberto preguntó por Liberto y por los reyes magos, cenaba despacio sin dejar de hablar, incluso quiso darle un poco de su plato a Inés, aunque ella volvía a no hacerle caso y sólo quería la atención de su padre. Fernando sonrió cuando Alicia le propuso a Inés salir de compras al día siguiente, empezaron a planear las compras que harían, Alicia tenía claro las tiendas que le quería enseñar a su amiga; miró a Fernando de soslayo y se acarició la tripa riéndose en voz baja al ver su sonrisa, no iba a intervenir en sus planes aunque, estaba segura, al día siguiente no dejaría de recordarle que tuviese cuidado, que cogiesen un taxi o que no hiciese movimientos bruscos. Mientras comían el postre, Fernando empezó a recoger, Roberto le siguió a la cocina y señaló al patio, uno de los gatos se había colado y maullaba al lado de la puerta. Tor llegó corriendo y, antes de que se pusiese frente a la puerta, el gato salió corriendo a la vez que Roberto se echaba a reír y abrazaba a su perro. Fernando presenció la escena divertido, Roberto había cambiado totalmente su actitud frente a los gatos, antes de tener a Tor quería dejarles entrar, pero desde que Tor estaba con ellos, sólo les miraba desde la puerta llamándoles guapos pero sin hacer el mínimo comentario sobre cogerles. Alicia se había sentado en el sofá con Inés, no dejaba de hablar de las compras, Inés también quería comprar sus regalos de reyes; Fernando volvió y se sentó en la butaca pensando en el día en que conoció a Inés. La pequeña Inés se quedó dormida en brazos de Mauro que no dejaba de repetir papá, Inés le miraba enternecida, estaba segura que le había hecho ilusión oírla decir mamá, pero a la vez quería oírla decir papá. Tomaron una copa mientras Alicia se acomodó en el sofá, Fernando se rascó el pelo pensando en lo injusto que era que Alicia no pudiese disfrutar de esas reuniones en cualquier momento. Roberto se abrazó a él y pensó que a su hijo le vendría bien un baño, ese día se habían levantado tarde y, aunque habían tenido celebraciones y paseos, Roberto no parecía cansado, seguía con la misma vitalidad del principio del día. Inés y Mauro les dieron las buenas noches, la niña estaba dormida y ellos querían descansar; Alicia se levantó despacio, pensar en el momento del baño de su hijo hacía que no quisiese dormir todavía, disfrutaba mucho de las risas y los chapoteos que precedían a la relajación de Roberto. Se sentó en el taburete mientras Fernando preparaba el baño, antes de empezar a desnudar a Roberto, Fernando hizo un poco de espuma con el jabón de su hijo y manchó la nariz de Alicia, se mordió el labio porque estaba seguro que la carcajada que soltó la habían oído hasta Inés y Mauro. Roberto jugó en el agua llamando a Inés, Alicia estaba segura que le hubiese gustado jugar con su nueva amiga, cerró los ojos cuando el agua salpicada por su hijo le llegó a ella. Fernando se echó a reír al ver las gotas en el pelo y enjabonó a Roberto mientras éste iba relajándose. Le sacó de la bañera justo antes de que se quedase dormido, en ese momento entró Tor en el baño y se sentó frente a él como si les vigilase, Alicia y él bromearon con la actitud de su perro y Fernando se echó a reír cuando Alicia aseguró que había aprendido de él. Roberto suspiró sonriendo al sentir el calor del pijama, Alicia se acercó a besarle y le llevaron a la habitación seguidos de Tor. Al dejarle en la cuna se agarró a la camisa de Fernando, Alicia se dio cuenta cuánto le costaba a su marido soltarle para dejarle dormir solo; le besó mientras Fernando le arropaba. Notaba su reticencia a irse a dormir y bromeó diciendo que no podía pasarse la noche entera de pie frente a la cuna, además, Tor le vigilaría. El perro, que ya estaba tumbado en su manta preferida, abrió un ojo levantando una oreja y soltó un suave ladrido que parecía confirmar la frase de Alicia. Fueron a la habitación entre risas, Alicia le miró sonriendo mientras ella misma se quitaba el cómodo vestido que se había puesto ese día; Fernando se echó a reír a la vez que Alicia reconocía que para ponerse el pijama quizás sí necesitase un poquito de ayuda. Cuando terminó la besó suavemente y la hizo entrar a la cama colocando la almohada para que estuviese cómoda; Alicia le miró extrañada cuando le vio salir de la habitación pero sonrió al verle volver con cuartillas y la pluma. Hacía un par de días habían recibido una carta de Daniel que a Fernando le había dejado muy pensativo, parecía que su amigo estaba pasando por una etapa diferente desde que volvió de Colombia y ahora se lo había contado a ellos. Fernando no podía dejar de pensar en las primeras conversaciones que tuvo con él, no podía imaginarse a Daniel sin su fe, lo que tuvo que vivir en Colombia le había hecho tomar un camino que se acercaba a lo que él mismo pensaba sobre la fe, las injusticias y la lucha. Se metió en la cama y besó a Alicia mientras esperaba a que se acomodase; antes de que empezase a contestar a Daniel, Alicia ya se había dormido. Notaba su suave respiración y su mano abrazándole, la besó el pelo y empezó a escribir a su amigo sin dejar de imaginarse su imagen en el Hostal.

Querido Daniel
No sabes lo que me gustaría poder estar ahí para tener una conversación contigo, cara a cara; todo lo que me cuentas me resulta tan familiar… No quiero ni imaginarme todo lo que has tenido que pasar para que alguien como tú pierda su fe; no seré yo quien piense que tienes que recuperarla, ya sabes que yo nunca he creído en dios, mucho menos en la Iglesia. Pero si algo he aprendido, y tú tienes algo de responsabilidad en ello, es que no podemos dejarnos vencer por las injusticias; tenemos que encontrar una forma de enfrentarnos a ellas sin perder nuestra vida. Durante mucho tiempo creí que no se podía ser feliz cuando tantas personas sufren en el mundo, Alicia me enseñó que no es así, no podemos vivir de espaldas al sufrimiento de los demás, pero tampoco podemos no ser felices por ello. De hecho, es uno de nuestros propósitos, enseñarle a Roberto a ser feliz; luchar contra las injusticias también consiste en burlarse de ellas, demostrar que a pesar de todo podemos salir adelante.
Alguien como tú se merece ser feliz, sé que ayudarás a muchísimas personas, que te implicarás con todo aquel que lo necesite, así lo hiciste conmigo, pero no te dejes vencer por las injusticias, no dejes de lado tu vida, te mereces ser feliz, seguro que Belén te ayudará a conseguir la felicidad sin dejar de implicarte en cada lucha que empieces.
No hace falta que te diga que aquí tienes tu casa, si en algún momento quieres alejarte de Madrid, o necesitas cambiar de aires para poder pensar sobre tu vida… Lo que quieras, sabes que aquí te recibiríamos encantados; ya puedo imaginarnos a los dos debatiendo sobre la lucha o la fe mientras Alicia interviene dando su visión y Roberto nos hace comprender que hay mucho por lo que ser feliz. Cada vez que le veo reír, jugar, enfadarse o tener verdaderas conversaciones con nosotros, no dejo de pensar que por él merece la pena todo lo que he pasado; ver a Roberto y Alicia riéndose me hace ser más consciente que nunca de que estoy vivo y que merece la pena haber sobrevivido. Y te aseguro que Roberto intervendría en el momento justo, cuando nosotros ya hayamos decidido que el mundo es injusto, que habría que cambiar todo el sistema… En el momento en que no tengamos más respuestas, Roberto nos enseñaría un juguete o nos llamaría y no podríamos pensar en otra cosa que en él. Creo que entiende más de lo que nosotros pensamos, siempre interviene en los momentos oportunos haciendo que todo lo malo quede fuera de las paredes de su habitación. Es el niño más listo, y decir esto es una mezcla de amor de padre pero también de realidad, si le conocieses, te aseguro que tú también lo pensarías.
Un abrazo muy fuerte, me encantaría poder dártelo en persona.
Fernando

Dejó la carta en la mesita y se giró para mirar a Alicia, esperaba que su amigo encontrase su lugar en el mundo, que pudiese compaginar sus ganas de luchar por un mundo más justo con su vida con Belén; Daniel se merecía ser feliz a pesar de todo el sufrimiento que hubiese en el mundo. Se tumbó al lado de Alicia pensando en lo difícil que parecía vivir acorde a las ideas y además ser feliz, él lo logró después de mucho tiempo y no pensaba perderlo nunca. La besó y cerró los ojos abrazándola, todo lo que había pasado sólo tenía sentido si estaban juntos y veían crecer a sus hijos; antes de quedarse dormido le acarició la tripa pensando que sus hijos se merecían un mundo mejor y que no dejarían de luchar aunque sin ponerse en peligro.
__________________________________________________
**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!!

 
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