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Fernando Solís & Alicia Peña |
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Julio de 1962 (II) |
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Mediados de julio de 1962
Fernando se sentó cansado, aunque era domingo había tenido que ir a trabajar para recuperar las horas del día anterior, el día festivo le había dado un sábado en casa pero un domingo trabajando. Lo único bueno era que no había nadie en la redacción, sólo estaban Sophie, Jean y él; por lo menos no tendrían que aguantar ninguna charla de Antoine metiéndoles prisa. Llevaba casi cuatro horas en la redacción y aún le quedaba un rato antes de volver a casa; se frenó justo cuando iba a descolgar el teléfono, ya había llamado tres veces a Alicia, si volvía a llamar, le colgaría. Sonrió recordando la ilusión con la que se levantó Alicia el día siguiente a saber que volverían a ser padres; estaba deseando llegar al despacho para compartirlo con sus amigos. Se había despertado antes que él e, incluso, se preparó para acompañarle a la redacción aunque fuese demasiado pronto para ir al despacho; él había sido más cauto, sentía la misma felicidad pero prefería ir poco a poco. Alicia le había contado que en cuanto entró en el despacho se lo dijo a todos, él en cambio se lo fue diciendo poco a poco a los más íntimos. Pensar en contar la noticia a sus amigos le hizo recordar a Pelayo, Marce y Daniel; hacía unos días había intentado escribir una carta a Daniel, pero no pudo terminarla. Después de todo lo que habían pasado Belén y él, no le parecía justo contarle lo bien que les iba a ellos. Encendió un cigarro a la vez que tomaba la pluma para escribir a Pelayo y Marcelino, hacía semanas que tenía que contestar la última carta pero entre el trabajo y la emoción por el embarazo lo había ido dejando.
Queridos Pelayo y Marce
Espero que todo vaya bien por Madrid, la verdad es que os echamos mucho de menos, a veces pienso en cómo sería poder vivir allí, veros todos los días, que nuestro hijo pudiese crecer en España… Ayer me acordé de la celebración de la verbena del Beato Serafín en el Asturiano, fue el día que Sole se puso de parto. Lo recordé porque estuvimos en la verbena del 14 de julio, nos lo pasamos muy bien, Roberto no paró quieto ni un momento. Ya se pone de pie aunque apoyándose, creo que en cualquier momento empezará a andar y no podremos descuidarnos.
Alicia y yo tenemos una buena noticia que daros, vamos a volver a ser padres, todavía es muy pronto, pero estamos muy ilusionados. Marce he pensado mucho en ti, sobre todo pensando si tenemos otro niño, ¡con lo que te costó a ti tener a Manolín! Aunque en realidad nos da igual, lo importante es que todo vaya bien y poder coger en brazos a nuestro bebé, se nos van a hacer muy largos los meses que quedan. Las últimas semanas he estado muy ocupado en el trabajo, todavía me queda un mes algo duro por delante, pero todo merece la pena al llegar a casa y estar los tres juntos, y pronto los cuatro.
Hace unos días decidimos cambiar de casa, estamos muy cerca de nuestra primera casa, de hecho en el portal de al lado, nuestra casa era muy pequeña para dos niños, así que hemos alquilado una un poco más grande. Me encantaría que pudieseis venir a París unos días, en unas pequeñas vacaciones, aunque sé que es muy difícil. Espero que, si algún día venís, recordéis que tenéis unos amigos aquí, estaríamos encantados de que os quedaseis con nosotros.
Un abrazo muy fuerte
Fernando Esquivel
Escribir aquella carta le hizo sonreír, al igual que recordar esos últimos días. Al doblarla no podía dejar de pensar en la imagen de Alicia profundamente dormida aquella mañana y a un Roberto que había protestado al darle un beso de despedida. Posó la pluma sobre la mesa y se acomodó en la silla apoyando la espalda, sonrió pensando en la tarde anterior, durante el día aprovecharon para llevar algunas cosas a la nueva casa, ropa de invierno, algunos de los juguetes de Roberto, cajas con álbumes de fotos… Roberto se enfadaba cada vez que le dejaban en la silla para ir de una casa a otra, Alicia estaba decidida a cambiar el salón entero, aunque de momento no habían encontrado un momento para ir los dos juntos a una tienda de muebles.
La tarde anterior
Comieron con Grace, Antonio y Liberto; Fernando se dio cuenta que Grace quería hablar a solas con Alicia así que no se sorprendió cuando les dijeron que se iban las dos a la casa nueva para pensar en la decoración del salón. Grace se había alegrado mucho al saber la noticia, pero con Alicia se sinceró, llevaba algunos días pensando si en algún momento querría ser madre y, sobre todo, pensando que para Antonio ese tiempo ya había pasado, tenía un hijo ya adulto y pensaba que no querría tener otro hijo. Alicia la animó a planteárselo a Antonio, a no dar nada por hecho, aunque no se lo dijo a su amiga, pensó que quizás sí quisiese tener un hijo, no pudo ver crecer a Liberto. Fernando y Antonio aprovecharon para preguntarle a Liberto por su amiga, Fernando se echó a reír al notar el color de sus mejillas por esa pregunta. Mientras jugaba con Roberto y sin mirarles a ellos, les fue contando cómo se sentía al estar con esa chica. Los encuentros con Antonio siempre le daban sensación de reconciliación con su pasado, a veces notaba la mirada perdida de su amigo y sabía, exactamente, cuál era esa sensación. Tomaron una copa mientras Alicia le enseñaba la nueva casa ante las protestas de un Roberto que no entendía que lo tuvieran en aquel parque, aún con sus juguetes, con tantas manos para cogerle. Cuando Alicia y Grace regresaron, Liberto ya se había ido, tomaron un café, en el caso de Alicia té, mientras hablaban sobre los planes para la nueva casa. Fernando sonrió al quedarse solos, la abrazó mientras miraba a su hijo que no dejaba de jugar con el nuevo juguete que le había regalado Liberto.
-Dentro de un rato empezará la verbena, podemos bajar un rato y después pasear hasta la Torre Eiffel para ver los fuegos artificiales, aunque estará lleno de gente… ¿Te apetece o nos quedamos en casa descansando?
Alicia se echó a reír, no se creía que estuviese haciendo tantos planes sin preguntar si estaba cansada, si mejor se quedaban en casa…
-Señor Solís, últimamente está muy vago… -le besó riéndose sin hacer caso de la mueca de Fernando- Voy a ducharme y así empiezo a prepararme para no llegar tarde…
Fernando la vio entrar al baño casi bailando, el año anterior habían bajado unos minutos a la verbena, pero todavía no conocían a los vecinos y él seguía estando en tensión, no le gustaba pasar tanto tiempo rodeado de gente, como si viviese todavía con el miedo a que alguien le pudiese reconocer y tuviese que esconderse. Sonrió pensando que hacía mucho que no le pasaba eso, de hecho conocía a todos los vecinos y hacía vida en aquel barrio que ya sentía como propio. Se agachó para jugar con Roberto, vio cómo se enfadaba al coger su juguete para mirarle.
-Roberto, sólo quería ver cómo era, no puedes enfadarte tanto…
El niño le miró con los ojos muy abiertos, pero sólo volvió a reír cuando se lo devolvió, empezó a hacerle cosquillas consiguiendo que se olvidase del juguete. Sonrió pensando que su hijo no era materialista, al tener ese pensamiento se rio de sí mismo, no tenía ni siete meses, era muy pequeño para ser materialista o dejar de serlo. Habló con su hijo del bebé que estaba en camino, sólo con él decía en voz alta que sería una niña; le gustaba mucho hablar con Roberto, en momentos así pensaba en cuando llegase el día que su hijo el entendiese y le contestase.
Alicia se tomó su tiempo para ducharse, llevaba todo el día con pequeñas arcadas pero no pensaba dejar que eso fastidiase el día festivo; se acarició la tripa al notar el agua caer sobre ella. Se mordió el labio pensando si Fernando tendría razón y deberían esperar para hacer planes; no estaba ni de dos meses pero ya tenía muchas cosas decididas con respecto a su hija, seguía estando segura que sería niña. Despejó esa idea de su cabeza al recordar que fue el propio Fernando el primero en hacer planes aunque no le gustase, él había propuesto ir a ver la casa nueva; sonrió pensando que por mucho que intentase ser cauto, su ilusión era igual o mayor a la de ella. Al salir de la ducha se puso un vestido nuevo, le había comprado antes de saber que estaba embarazada y si no le estrenaba ya, tendría que esperar a después de dar a luz. Cuando estaba empezando a maquillarse apareció Fernando por la puerta, se quedó en el quicio mirándola, a Alicia le temblaron las manos ante esa mirada tan profunda, por suerte Roberto empezó a manotear en brazos de su padre y se centraron en el niño. Al terminar de maquillarse, cogió a Roberto para que Fernando se preparase, él rozó su mano al dejar en sus brazos al niño y se acercó a su oído susurrándole lo guapa que estaba. Sonrió viéndole entrar en el baño; tumbó a Roberto sobre la cama, que protestó al notar que le dejaba allí, y sacó un traje nuevo para su hijo.
Fernando no tardó nada en ducharse, estaba deseando bajar a la verbena con su mujer y su hijo, disfrutar del ambiente sin pensar en nada más. Se miró en el espejo, tenía que afeitarse, la semana de trabajo no le dejaba tiempo para casi nada, los momentos que pasaba en casa prefería pasarlos con ellos dos. Alicia entró al baño cuando empezaba a afeitarse, le miró divertida, llevaba un par de días pensando que debería hacerlo pero no le había dicho nada.
-Roberto está sentado en la cuna con algunos juguetes, si quieres puedo afeitarte yo…
Fernando se echó a reír cediéndole la navaja, pensó que tardaría más pero disfrutó mucho de verla tan concentrada, aunque estuvo a punto de cortarle en un par de ocasiones. Se pasó la mano por la barbilla cuando Alicia le dijo que ya estaba, sonrió satisfecho por el resultado y felicitándola. Se vistió despacio, pensando en el tiempo que habían perdido, en los días que no estaban juntos para compartir esos momentos. Regresó al presente al notar la mano de su hijo sobre su cara, Alicia le tenía en brazos y le miraba metiéndole prisa. Negó divertido ante la impaciencia de su mujer, en unos minutos estaban ya en la verbena saludando a los vecinos y paseando entre toda la gente que se concentraba en la pequeña plaza que había al terminar su calle. Fernando llevaba a Roberto en brazos, habían decidido no bajar la silla; Alicia iba agarrada a su brazo sin dejar de sonreír. Fernando se quedó mirando a una niña de unos 11 o 12 años, un chico algo mayor que ella la sacó a bailar, Alicia se echó a reír sabiendo que estaba pensando en cuando sus hijos bailasen en la verbena.
-¿Preocupado por el futuro Señor Solís?
-Bueno… Digamos que espero que quede mucho, mucho tiempo para que Roberto o el bebé estén bailando…
-Queda mucho tiempo, pero en algún momento tendrán que hacerlo ¿no? –le acarició la mejilla pensando que lo que más le preocupaba era el paso del tiempo, no que bailasen con chicos o chicas- Y será mejor que no lo evitemos…
-De todas formas… -Fernando cambió la expresión- Si sacan el carácter de su madre podemos estar tranquilos, –Alicia le miró entrecerrando los ojos pero riéndose- recuerdo que me contaste que terminaste dando un bofetón al pobre chiquillo que te sacó a bailar porque quiso besarte…
Alicia se echó a reír, hacía 19 años de aquello, toda una vida; recordó el momento en que se lo dijo a Fernando, sonrió y le ofreció su mano para empezar a bailar. Aunque tenían a Roberto con ellos, sintieron que era su mejor baile, iban acompasados e incluso el niño disfrutó del baile.
Estiró su corbata intentando cubrir la mancha de la camisa, preparando el desayuno para su mujer y su hijo había sido inevitable mancharse. Sacó su agenda para revisar las consultas de aquella semana de Alicia y la de Roberto, estaba algo preocupado porque Alicia parecía mucho más cansada que en el anterior embarazo y las náuseas eran más frecuentes. Recogió la mesa, tomó la chaqueta y decidió regresar a casa, ese día soñaba con dormir la siesta con su hijo y aprovechar para descansar un poco. Se echó a reír al sacar de la chaqueta algunos vales de la verbena del día anterior y no pudo evitar recordar lo radiante que estaba Alicia. Por un momento recordó aquella frase que le dijo hacía tantos años y cada día estaba más seguro de ella porque, realmente, la sonrisa de Alicia era como un faro que iluminaba a todos los que tenía alrededor. Alicia se había quedado dormida con Roberto encima, después de desayunar y vestirse decidió jugar un rato con él pero pronto terminaron acurrucados en la manta profundamente dormidos. Mientras subía en el ascensor se desanudó la corbata y se desabrochó los botones del cuello de la camisa, suspiró pensando que no tendría que haber aceptado trabajar en domingo. Al llegar a casa y verles dormidos sonrió, dejó las cosas encima de la mesa y se acercó despacio, vio cómo Alicia se movía ligeramente sonriendo, parecía sentir su presencia, se corrigió a sí mismo, no parecía sentirla, la sentía, siempre había sentido su presencia. Se tumbó con cuidado abrazando a Alicia, que se agarró fuerte a él, y cogiendo a su hijo de la mano. Cerró los ojos recordando el momento en que habían visto los fuegos artificiales, estaban a unos metros de la Torre Eiffel, era casi imposible moverse pero encontraron un sitio desde donde verlos sin estar agobiados por la gente. No dejó de estar pendiente de Alicia, le encantaba verla emocionada mirando al cielo, su hijo estuvo a punto de echarse a llorar, suponía que por el ruido, no entendería qué estaba pasando. La abrazó más contra él mientras Alicia seguía mirando los fuegos, en ese momento deseó haber llevado la cámara de fotos, pero como habían salido sin la silla, no la tenía. Con ese recuerdo se quedó dormido mientras sentía la suave respiración de su mujer y los ruidos de su hijo que en esos momentos descansaba entre Alicia y él.
Si no llega a sonar el teléfono podrían haber estado todo el día durmiendo, Fernando miró confundido el reloj, había dormido un par de horas, se levantó con cuidado mientras veía cómo su hijo se frotaba los ojos molesto por el ruido. Resopló mientras se incorporaba a coger el teléfono, mientras descolgaba se frotó la cara y moduló el tono al escuchar el acento de Pierre, escuchar su voz alegre le hizo sonreír. Pierre se sintió mal al saber que le había despertado, Fernando le quitó importancia asegurándole que tenía que despertarse en un rato. Su amigo le propuso que fuesen a cenar a su casa, Fernando no pudo evitar echarse a reír, era la primera cena que organizaba Pierre desde que vivía con Diane. Pierre le siguió la broma comentando que se había acabado la época de las fiestas, ahora organizaba cenas tranquilas; sonrió pensando en la naturalidad de Pierre, hacía unos meses era impensable. Colgó aun riéndose, al volver a la habitación vio cómo Alicia se estiraba con cuidado de no molestar a Roberto, pensó que desde hacía unos días dormía mucho.
-¿Quién era?
-Pierre –se sentó junto a ella en la cama- llamaba para que fuésemos a cenar esta noche, le he dicho que en un rato le llamamos; ¿te apetece cenar con ellos?
Alicia le miró sonriendo, la verdad era que le apetecía mucho pero pensó en él, se notaba el cansancio en su cara a pesar de que había ganado algo de peso, en parte porque no dejaba de controlar que ella comiese y, a la vez, se controlaba a sí mismo. Le acarició suavemente la mejilla, Fernando cerró los ojos y sonrió.
-¿Quieres que nos quedemos en casa? Hoy es día para descansar…
-Pero a ti te apetece ¿verdad?
Alicia se rio suavemente, ninguno de los dos podía pensar algo sin que el otro lo notase, le besó la mano intentando ponerse seria.
-Sí, me apetece, pero también me apetece estar todo el día en casa con vosotros dos; de verdad, -Fernando la miró sonriendo- si estás cansado podemos ir otro día.
-Nos han invitado así que iremos, ¡y mira qué suerte! así no tenemos que preparar la cena, descansaremos más…
Alicia se echó a reír y miró el reloj, al darse cuenta de la hora se incorporó protegiéndose el vientre sonriendo, le encantaba la idea de la cena y las eternas discusiones de política con Pierre.
-De lo que no nos librará nadie será de preparar la comida, ya es tarde, deberíamos haber comido hace rato… –le acarició el pelo sabiendo que lo que iba a decirle le iba a costar hacerlo- Fernando, puedes tumbarte otro rato con Roberto, yo preparo la comida.
-Pero Alicia…
-Nada de peros, sé que sueles hacerlo tú, pero hoy tienes que descansar un poco, así que no hay más que hablar.
Se agachó a besar a su hijo que se removió molesto, y salió de la habitación decidida, por un momento pensó en las arcadas que tendría al preparar la comida, al llegar a la cocina abrió la ventana, esperaba que no se concentrase el olor. Fernando se estiró, metiendo la mano debajo de su cuello mientras miraba al techo escuchando la respiración compasada de Roberto. Se acomodó en la cama girado hacia su hijo que empezaba a despertarse, le acarició suavemente la cara adivinando que en unos minutos querría gatear por toda la cama. Alicia se mordió el labio aguantando una arcada mientras preparaba un plato de queso y jamón, en la próxima revisión tendría que preguntarle al ginecólogo si era normal tener tanto malestar, en su anterior embarazo casi no tuvo. Se agarró a la encimera tapándose la boca, respiró profundamente mientras ponía agua a hervir para tomarse una manzanilla. Abrió una botella de vino y cogió zumo para ella, empezó a llevar los platos y cubiertos al salón, de fondo oía las risas de su hijo mientras Fernando intentaba calmarle para que no se moviese tanto por la cama. Al entrar en la habitación vio a Roberto sobre Fernando, él sonreía mientras le contaba cosas sobre sus amigos, Roberto no podía evitar quedarse absorto con la voz modulada de Fernando, éste le contaba múltiples historias. Tener a su hijo encima de él, acariciarle el pelo y notar sus manoteos eran momentos que no podía describir con palabras, sonrió al ver a Alicia entrar en la habitación e intentó pasar por alto las ojeras de ella y la tez demacrada, no quería agobiarla.
-La comida ya está lista, debéis dejar vuestra charla para más tarde…
Fernando sonrió, cogió su mano y tiró de ella para que se acomodase en la cama, le besó lentamente mientras notaba cómo Roberto manoteaba contra Fernando. Alicia no pudo evitar echarse a reír al ver el gesto contenido de Fernando, eran conscientes que la intimidad era diferente teniendo un hijo.
-Creo que Roberto tiene un concepto muy distinto de relajarse… -se sentó junto a Alicia dejando que su hijo gatease por el centro de la cama- ¿Has tenido arcadas?
-Sí… Pero se me han pasado enseguida, en la próxima revisión preguntaré si es normal.
Empezó a besarle olvidándose por un momento de la comida que ya les esperaba en la mesa, Roberto se había dado la vuelta jugando con uno de los peluches; fue Fernando el que se separó lentamente.
-Tenemos que comer Alicia.
Se echó a reír al notar el esfuerzo de Fernando por controlar la situación y dar importancia a la comida; se levantó despacio mientras Fernando se quedaba mirándola.
-Estás más guapa que nunca…
Se mordió el labio preguntándose cómo no había sido capaz de imaginar que estaba embarazada cuando fue a buscarle al despacho de Bonilla, mirándola se dio cuenta que resplandecía igual que en aquellos momentos.
Alicia sonrió y le apremió para que se levantase, le vio coger en brazos a un Roberto que estaba empezando a protestar al alejarle de sus peluches. Antes de sentarse a comer llamó a Pierre para decirle que irían a la cena, notó que Pierre tenía prisa por colgar y se echó a reír pensando en las muchas veces que el propio Pierre había sido inoportuno apareciendo en casa o llamando. Fernando se sentó mientras Alicia empezaba a darle el puré a Roberto, notaba la nariz arrugada de su mujer ante el olor del plato de su hijo, estuvo a punto de levantarse para seguir él, pero pensó en la mirada que le dedicaría Alicia y desistió. Tomó un trago de vino mientras Alicia seguía dándole el puré a un Roberto que mostraba más interés por los platos que había encima de la mesa que por su propia comida. No pudo contener la risa cuando Roberto manoteó la cuchara y la camisa de Alicia quedó embadurnada de puré; ella le miró molesta pero sin poder esconder una sonrisa además de una arcada por el olor.
-Ve a cambiarte –se levantó cogiéndole el plato- yo termino de darle el puré y así comemos que ya es hora.
Alicia le besó intentado evitar acercarse para no mancharle, Fernando empezó a darle el puré, Roberto no dejaba de reír divertido, no parecía tener mucha hambre.
-Roberto, tienes que comer, ya es tarde, después jugaremos.
Alicia oyó a Fernando desde la habitación y sonrió pensando en la seriedad con la que hablaba a su hijo, podría dejar pasar muchas trastadas e incluso parecerle divertidas, pero a la hora de comer no cedía. Se cambió despacio y tuvo que sentarse dos veces en la cama pero el hambre le apremió mientras se calzaba. Al regresar vio que Roberto se había terminado todo el plato, miró a Fernando casi sin creérselo.
-Pero si no quería comer…
-Algún día te enseñaré el truco…
Alicia se acercó y le mordió en broma la mano, se sentaron a comer sin dejar de reírse, Fernando le ayudó a sentarse sin evitar acariciarle la nuca y disfrutó del parloteo durante la comida, estuvo atento en todo momento a Alicia, cuánto comía, la velocidad con la que comía, si sentía arcadas… Ella sólo podía sonreír, de momento no le agobiaba, imaginaba que porque en realidad sí tenía molestias. Fernando terminó de comer antes que Alicia, sonrió al darse cuenta que comía casi obligándose a sí misma, esperaba que no durasen mucho esas molestias, no podía controlar su preocupación al saber que su mujer se sentía mal. Empezó a recoger mientras Alicia disfrutaba del postre, Roberto le seguía con la mirada alzando los brazos hacia él. Antes de regresar a la cocina se agachó junto a Roberto, Alicia les miraba sonriendo mientras se acariciaba el vientre.
-Cuando termine de recoger jugaremos ¿de acuerdo?
Su hijo movía la cabeza casi al ritmo de su voz, cuando iba a levantarse vio cómo Roberto torcía el gesto y empezaba a llorar, miró asustado a Alicia.
-Son los dientes –vio cómo Fernando secaba las lágrimas de su hijo- con un poco de agua fría se le pasará.
Ver a Roberto llorando, con los puños apretados y los ojos completamente cerrados le desarmó, esas reacciones causaban ternura en Alicia, ella sabía que Fernando no podía no dar solución a los problemas ni ver sufrir a aquellos que le rodeaban. Suspiró mientras decidió que un tiempo de relajación les vendría bien. Fernando fue corriendo a por el biberón del agua, se mordió tanto el labio que estuvo a punto de hacerse sangrar, no podía soportar ese llanto desesperado de su hijo. Se agachó nervioso, Roberto agarró el biberón con su pequeña mano, Fernando sonrió al ver cómo su hijo dejaba de llorar.
-Fernando, después de que recojas podemos darnos un baño los tres, creo que le relajará y se olvidará del dolor de las encías.
Fernando la miró e intentó sonreír pero Alicia notó la tensión en su sonrisa, se incorporó y terminó de recoger todo lo deprisa que pudo. Alicia cogió al niño en brazos y se sentó en el sofá, suspiró pensando que tenía que revisar un nuevo caso sobre un trabajador al que habían acusado de robar documentación de la empresa. Al ver a Fernando entrar al baño para prepararlo se olvidó del trabajo, era domingo y quería disfrutarlo con su marido y su hijo. Fernando era consciente que sus movimientos eran bruscos y rápidos, hacía unas semanas que su hijo había empezado a tener molestias en las encías, pero nunca le había visto torcer el gesto y llorar de esa forma. Antes de salir del baño se quedó unos segundos apoyado en el lavabo, se miró en el espejo y se dio cuenta de su mirada preocupada y su frente arrugada, estuvo a punto de echarse a reír al pensar que exageraba cualquier cosa que tuviese que ver con su hijo o su mujer. Se echó agua por la cara e intentó relajar su expresión para volver al salón, se acercó a Alicia, que estaba acunando a Roberto, pensó que pesaba demasiado para que le tuviese tanto rato en brazos pero evitó decirlo en voz alta.
-Ya está el baño –besó la mano de su hijo intentando parecer tranquilo- cuando quieras podemos ir.
Notaba la angustia en la voz de Fernando, dejó a Roberto en sus brazos y se levantó despacio, el baño les vendría bien a los tres. Notó cómo Fernando abrazaba a Roberto suspirando, sonrió mientras se acercaba a ellos para ir juntos al baño; a Fernando le costó empezar a desnudar a Roberto, Alicia ya estaba en la bañera y veía su reticencia. No quería que volviese a llorar, notó la mirada de Alicia y se echó a reír mientras empezaba a desnudar al niño, dejó de reírse cuando vio a su hijo revolverse, por suerte no tardó nada en meterle a la bañera, Alicia le cogió con mucho cuidado. Fernando empezó a desnudarse sin dejar de mirarles, estuvo a punto de quedarse parado mirándoles mientras ellos disfrutaban del baño. Veía la sonrisa relaja de Alicia, los pequeños ruidos de Roberto mientras manoteaba en el agua consiguiendo salpicar el suelo. Finalmente, se metió con cuidado y sonrió cuando su hijo alzó sus brazos hacia él, en unos minutos se olvidó de la preocupación y del cansancio; las risas de los tres retumbaban en el baño. Fernando respiró profundamente al sentir la piel de Alicia contra él y ver a su hijo con la misma sonrisa de siempre. Acarició el pelo de Alicia pensando en lo feliz que era en esos momentos, podría quedarse para siempre en casa con ellos dos y no necesitar nada más. Pensó en su nueva casa, en uno de los baños había una bañera bastante más grande que la que tenían ahora, dentro de un tiempo podrían estar los cuatro jugando entre risas. Alicia estuvo a punto de quedarse dormida notando las caricias de Fernando, pero un manoteo de su hijo la hizo reaccionar, sonrió pensando que los últimos días estaba durmiendo mucho. Antes de que se enfriase el agua, Fernando salió de la bañera para secarse y coger a su hijo, le vio relajarse mientras le ponía un pijama fino para que no pasase calor. Alicia les miraba sonriendo, al levantarse notó un pequeño mareo, respiró hondo intentando no alarmar a Fernando pero no lo consiguió; posó a Roberto en su hombro y se acercó a Alicia para sujetarla de un brazo. Alicia vio cómo Fernando fruncía el ceño al notar su mareo, era consciente que estaba barajando que el agua estaba demasiado caliente e, incluso, podía notar la preocupación pensando si hubiera estado sola. Le miró fijamente para que cambiase el gesto y se relajase.
-Alicia tienes que tener cuidado…
Ella sonrió débilmente, se agarró a Fernando mientras salía de la bañera y empezaba a secarse, se vistió despacio sentada en la cama, notaba la miraba preocupada de su marido, que ya estaba vestido y tenía a Roberto en brazos.
-Fernando, estoy bien, sólo ha sido un mareo y tú estabas atento, ya está, ha pasado.
Él la miró sonriendo, daba igual lo que dijese, no pensaba dejar que moviese un dedo en toda la tarde; Alicia fue consciente de eso en cuanto regresaron al salón y la hizo sentarse en el sofá mientras él preparaba un té. Al regresar al salón posó el té en la mesilla y dejó a su hijo en la manta, se agachó junto a Alicia esperando que pronto pasasen esas molestias, le acarició la tripa y tuvo miedo por si algo iba mal.
-De verdad Fernando, todo está bien, la niña está estupendamente, son síntomas normales aunque con Roberto casi no tuve. Dentro de unos días tendré la revisión y espero que nos dé alguna solución para que se me pase, mientras tanto no tienes de qué preocuparte.
-Bueno, será normal, pero nunca vienen mal algunos cuidados ¿no? –por mucho que le molestase a Alicia, no pensaba dejar que sintiéndose mal siguiese como si no pasase nada- Recuéstate un poco, si quieres encendemos un rato la televisión…
Alicia se echó a reír mientras se tumbaba en el sofá, tenía que estar muy preocupado para ser él quien propusiese ver la televisión, le acarició el pelo sabiendo que en momentos así no podía dejar de preocuparse.
-No, la televisión no, quizás me ponga a leer el nuevo caso, porque leer sí puedo y además me relajará. -había adivinado lo que diría Fernando sobre trabajar, por eso no le dejó interrumpirla- Tú puedes jugar con Roberto y así me relajaré más escuchándoos a los dos.
Fernando se incorporó para besarla suavemente y se giró para mirar a su hijo, había lanzado algunos peluches lejos de la manta mientras decía “oooooh”, se echaron a reír y Fernando se agachó para empezar a jugar con él después de acercarle el maletín a Alicia. En realidad le apetecía jugar con los dos, agacharse con su hijo y verle tirar los juguetes, pero pensó que no era buena idea estar sentada en el suelo, tumbarse en el sofá había calmado el pequeño mareo. Aprovechó para leer el nuevo caso pero no podía dejar de mirarles y sonreír cada vez que su hijo lanzaba un juguete y reía al verle caer. Fernando estaba tan concentrado jugando con Roberto que no se dio cuenta del tiempo que se pasó mirándoles, él hacia sonidos con los diferentes juguetes, intentaba picar al niño hasta que notaba que iba a ponerse a llorar y le devolvía el juguete en cuestión. Inconscientemente se pasó una mano por el abdomen y notó cómo el sueño podía, de nuevo, con ella. Fernando se levantó con cuidado, ante la mirada atenta de Roberto, para tapar a Alicia y sonrió al intentar quitarle el libro que agarraba con todas sus fuerzas, miró con complicidad a su hijo porque estaba acostumbrado a esas escenas cuando iba a taparlo a la cuna. Antes de volver junto a su hijo acarició la tripa de Alicia casi sin rozarla para no despertarla, miró a Roberto pensando en el momento en que en casa compitiesen las risas o los lloros de sus dos hijos. Roberto reclamó su atención tirándole un peluche que le dio en la cara, se echó a reír por la fuerza de su hijo; se agachó junto a él devolviéndoselo.
-Roberto, tenemos que tener cuidado con los juguetes, -le besó y se rio al notar que su hijo manoteaba para que le dejase con los juguetes- dentro de poco tendremos que compartirlos, lo sabes ¿verdad? Seguro que te diviertes con tu hermanita, al principio no podrá jugar –el niño agitaba un juguete mientras le miraba con los ojos muy abiertos diciendo “ooooh”- se pasará el día comiendo y durmiendo, como hiciste tú cuando naciste –le tocó suavemente la nariz divertido-. Pero cuando crezca un poco lo pasaremos muy bien los cuatro, eso sí, tenemos que tener cuidado para no tirar nada que pueda hacer daño a tu hermana… Estoy seguro que la querrás muchísimo, tanto como nosotros te queremos a ti y la querremos a ella.
Sonrió al ver que la atención de su hijo decaía, ya le parecía un logro que hubiese estado prestando atención tanto rato, volvió a jugar con él. Roberto llegó gateando hasta la mesilla y se incorporó sujetándose a ella, Fernando iba detrás de él y se emocionó al verle mirar a Alicia. El silencio sólo era roto por las risas de Roberto y los suspiros de Fernando que perseguía a su hijo atento a su nueva aventura. El niño se soltó de una mano haciendo que Fernando corriese a sujetarle desde detrás; señaló con el brazo hacia Alicia diciendo “aaaaaaaah”. Se quedó boquiabierto, estaba seguro que era pronto para que hablase, pero por un momento pensó que estaba a punto de decir mamá.
-Eso es Roberto, mamá, mamá.
Lo dijo señalando a Alicia también, le hubiese encantado que lo dijese mientras Alicia se despertaba pero volvió a notar que Roberto perdía la atención para centrarse en los zapatos de Alicia que estaban tirados en el suelo.
-Bueno, no te preocupes, pronto podrás llamar tú mismo a mamá.
Estuvo a punto de despertar a Alicia, estaba tan ilusionado que necesitaba contárselo, pero se frenó pensando en el mareo que había tenido, tenía que descansar. Miró el reloj, todavía era pronto para empezar a prepararse para ir a casa de Pierre, aunque en un principio no le apetecía mucho, en ese momento pensó que les vendría bien salir; siempre y cuando Alicia no volviese a sentirse mal, de ser así regresarían a casa inmediatamente. Se levantó despacio y fue hacia la ventana abriéndola ligeramente para fumar un cigarro sin molestar a su hijo, les miraba sonriendo, odiaba profundamente pasar tanto tiempo fuera de casa. Mientras fumaba pensó que en poco más de un mes habrían acabado con el maldito suplemento; no podía negar que le gustaba ver los avances para el suplemento, escoger sobre qué quería hablar, pero eso no compensaba estar fuera de casa tantas horas. Sólo podía pensar en lo diferente que era su vida, en cómo podían sentirse orgullosos de estar consiguiendo que su hijo fuera feliz, la ilusión que veía en Alicia cada vez que hablaban del bebé que estaba en camino, incluso en las veces que estaba trabajando y se quedaba absorto pensando en ellos. Apagó el cigarro y volvió a cerrar la ventana, Roberto se había quedado embobado mirando el juguete con sonido, parecía ser su preferido; antes de agacharse vio las cajas, todavía vacías, que tenían amontonadas en un rincón del salón. Estaba seguro que tendrían que pedir más cajas, todavía quedaba mucho por trasladar, se rio de sí mismo porque en un año había acumulado muchas más pertenencias que en toda su vida, y muchas de ellas eran de su hijo. Trasladó la manta y a su hijo hacia la puerta de la cocina, preparó un té para cuando Alicia se despertase, estaba seguro que querría un café bien cargado para estar despierta en la cena con sus amigos, pero de momento tendría que conformarse con el té. Cuando sonó el teléfono cogió en brazos a su hijo para que no pudiese ir hacia la cocina, Roberto protestó pero en seguida se entretuvo con el cable del teléfono. Cuando cogió el teléfono se dio cuenta que había pasado media tarde mirando jugar a Roberto, sonrió cuando vio que su hijo fruncía el ceño por no dejarle coger el aparato. Sonrió al escuchar a Grace, quería comentar con Alicia algunos datos sobre un caso, le dijo que estaba dormida, por suerte ella no quiso despertarla, aunque siendo sincero, aunque hubiese querido, él no pensaba despertarla. Al colgar se sentó en la butaca en frente de Alicia, Roberto protestó porque seguía en brazos, dudó pero finalmente le posó en el suelo, el niño se agarró con las manos a la mesilla y empezó a dar pequeños pasos. A Fernando le hacían gracia sus esfuerzos por mantener el equilibrio aunque no dejó de estar a dos centímetros de su hijo por si lo perdía y tenía que cogerle. Tuvo que agacharse junto a él cuando Roberto se separó de la butaca rodeando la mesa, llegaron junto a Alicia, justo en ese momento ella abrió los ojos y se encontró a su hijo mirándola con los ojos muy abiertos. Sonrió mientras se incorporaba lentamente y se estiraba, Roberto alzó los brazos y Fernando le sentó en el sofá junto a ella.
-¿Sabes qué? Ha estado a punto de decir mamá.
-Es muy pronto Fernando –les miró con ternura mientras besaba la mano de su hijo.
-Te digo que sí, te señaló y dijo “aaaaah”, lo que pasa que todavía no pone mucha atención, pero ha estado a punto de decirlo… -se sentó en el brazo del sofá sin dejar de mirarles- Y ha venido hasta aquí desde la butaca andando, se agarraba a la mesa, pero ha venido solito.
Alicia no pudo evitar emocionarse al ver la forma en la que Fernando relataba las aventuras de esa tarde de Roberto, la devoción que su hijo tenía por su padre siempre le causaba una sensación extraña por haber dudado. Roberto parecía ajeno a sus pensamientos e intentaba captar toda la atención de Fernando.
-Vaya, así que mientras mamá duerme, el señorito hace avances sólo para que los vea su padre… –empezó a hacer cosquillas a su hijo riéndose ella también- Ya hablaremos tú y yo, Roberto Solís.
Fernando se echó a reír ante el intento de ponerse seria de Alicia, cerró los ojos un segundo escuchando la risa de los dos; se levantó sin dejar de sonreír y regresó de la cocina con una bandeja, el té y unos croissants.
-En un rato tendremos que prepararnos para ir a casa de Pierre, pero mientras tanto puedes tomar el té y comer un poco.
Alicia se incorporó poco a poco para tomar el té, sonrió cogiendo un croissant que su hijo quiso quitarle, y saboreó el té mientras disfrutaba de las risas de Fernando y Roberto. Fernando sólo apartaba la mirada de su hijo, cuya energía ese día era interminable, para ver a Alicia disfrutar del té. Estiró las piernas para acomodarse mejor, gesto que Roberto entendió cómo una invitación a tumbarse encima de su padre. Por suerte, a Alicia le sentó muy bien el té y pudo ir a darse un baño para relajarse.
Mientras Alicia se daba el baño, Fernando aprovechó para preparar a Roberto, fue casi imposible ponerle el traje sin que protestase, pensó si no sería mejor no ir a casa de Pierre, Roberto no parecía dispuesto a dejar de jugar ni a dejar de reclamar la atención de todos. Suspiró riéndose de sí mismo, inconscientemente estaba buscando excusas para no salir de casa aquella noche y quedarse con ellos dos sin importarle nada más; estaba seguro que Pierre disfrutaría mucho jugando con Roberto y escucharía encantado todos los avances. Pierre y Diane adoraban a Roberto tanto como él los adoraba a ellos; su hijo nunca molestaría en esa casa. Alicia tenía los ojos cerrados y se acariciaba la tripa mientras oía de fondo las protestas de Roberto y las palabras calmadas de Fernando explicándole que tenía que ponerse guapo para ir a casa del tío Pierre; sonrió pensando que habían formado una familia en todos los sentidos. Estaban ellos tres, que pronto serían cuatro, pero además tenían una verdadera familia de amigos, una familia que hacía más llevadera la distancia con sus amigos de España, su familia de España, esos amigos a los que siempre tendrían pero sería muy difícil verles. Se mordió el labio, aunque Fernando no se había dado cuenta, ella sí sabía que llevaba semanas evitando escribir a Daniel; la última carta que le había escrito había sido en Marsella. Sabía lo difícil que era para él enfrentar todo lo que había sentido al pensar que estaba muerto, estaba segura que le costaba comunicarse con él por carta porque lo que de verdad quería era volver a abrazarle. Cuando terminó de abrochar el último botón de la ropa de Roberto movió la cabeza resoplando, la terquedad de su hijo convertía esos momentos en una carrera de obstáculos. De camino al baño fue haciéndole cosquillas y las risas de Roberto retumbaron por el pasillo apenas amueblado. Alicia sonrió al verle en el baño pensando que había ido para asegurarse que no tendría ningún mareo mientras salía de la bañera. Aceptó la mano de Fernando, se agarró a él para incorporarse y besó a un Roberto que manoteaba feliz; Fernando tragó saliva sin dejar de mirarla y se echó a reír ante la mirada de fingido reproche de Alicia. Alicia se puso la bata y se calzó, a través del espejo pudo ver a Fernando poniéndose el reloj y abrocharse la camisa, respiró profundamente ante una nueva arcada y decidió coger el polvero para intentar disimular las ojeras. Se vistió despacio sentada en la cama, le apetecía arreglarse, cenar con sus amigos, salir con su marido y su hijo; se maquilló tomándose su tiempo y escuchando de fondo a Fernando apremiándola para salir de casa. Se miró varias veces antes de levantarse bastante congraciada con el resultado y salió de la habitación riéndose ante la mirada resignada de su marido, que estaba casi en la puerta con la mano en la silla de Roberto. Aporreaba suavemente la silla de su hijo, éste había lanzado tantas veces sus juguetes al suelo y tuvo que guardar algunos de ellos en el inmenso bolso dónde llevaban media casa. Al final había conseguido tranquilizarle dejando en sus manos un nuevo peluche que tenía muchos colores, eso llamaba la atención de Roberto, que le observaba como si no existiese nada más.
-Hace unos minutos que el taxi está esperando…
-No seas exagerado –le besó suavemente mientras cogía el bolso- ¡lista! Nos vamos cuando quieras…
Ayudó a Alicia a colgarse el bolso y no pudo evitar admitir que la espera había merecido la pena, sonrió cediéndole el paso, Alicia cogió la silla de Roberto apremiándole a salir, la carcajada de Fernando retumbó en el portal mientras cerraba la puerta de casa. En el taxi Alicia no dejó de hablar de todo lo que les queda por trasladar a la nueva casa, aunque Fernando no lo sabía, ella quería que para finales de mes ya estuviesen viviendo allí, quería que la primera noche que pasasen allí fuese la del cumpleaños de Fernando. Él la escuchaba casi sin pestañear, le encantaba verla hacer planes tan ilusionada, Alicia se recostó en él sin dejar de divagar sobre la nueva casa, veía a su marido atento a cada palabra, con las piernas completamente estiradas y sujetándola por cualquier posible frenazo. Fernando disfrutó del aroma que Alicia desprendía en el taxi, además de las nuevas trastadas de su hijo, el cuál jugaba con su cartera intentando sacar el dinero de ella. Se rieron al ver cómo Roberto sonreía porque se centraban en él, el niño empezó a hacer ruiditos mientras Fernando agudizaba el oído intentando comprender una palabra real, Alicia se reía en silencio, estaba segura que Fernando escucharía la primera palabra de Roberto porque no dejaría de estar atento a cualquier ruido que pareciese algo con sentido. Cuando llegaron a la calle de Pierre, Fernando miró el reloj, llegaban casi media hora tarde, miró a Alicia resignado mientras pagaba al taxista. Fue Diane quien abrió la puerta, Pierre estaba terminando de arreglarse, Fernando no pudo evitar reírse, Alicia le pellizco suavemente el brazo pero también terminó riéndose. Abrazaron a Diane justo cuando Pierre aparecía por el salón, Roberto reclamó enseguida la atención de Diane, quien terminó por cogerle mientras Alicia y Fernando saludaban a Pierre. Fernando y Pierre fueron a la cocina a por algo para picar, Alicia suponía que aprovecharía para tomarle el pelo por tardar en arreglarse para una simple cena. Fernando suspiró al darse cuenta que había terminado siendo Pierre quien le tomaba el pelo a él por la ilusión con la que contaba que su hijo estaba empezando a andar y a hablar, pensó divertido que su amigo había cambiado mucho en los últimos meses, pero él también. Salieron de la cocina todavía riéndose; mientras Diane jugaba con Roberto, Alicia se había fijado en cómo había cambiado la decoración del salón, todavía se podía ver el estilo descuidado de Pierre, pero se mezclaba con el estilo de Diane, siendo el de ella, algo más serio, el que sobresalía. Pensó divertida que la mezcla de estilos del salón era un reflejo de la mezcla de los dos, formaban una pareja curiosa al igual que el salón tenía un aspecto curioso. Fernando bebió de la copa sin poder evitar observar los cambios en la casa, movió la cabeza por el intento de Diane de hacer desaparecer del salón el sillón favorito de Pierre, estaba relegado a una esquina. Cruzó una mirada con Alicia que pareció leerle el pensamiento. Roberto estaba absorto con Diane, Fernando pensó si en algún momento Alicia había tenido celos de esa compenetración pero la mirada de ternura de su mujer le hizo pensar que, de ser así, ya no existían esos sentimientos. Alicia suspiró riéndose cuando Fernando le contó a Diane los progresos de Roberto, daba igual que ya se lo hubiese contado a Pierre, todos se tenían que enterar de las pequeñas hazañas de su hijo. Se sentaron a cenar entre risas y algunos comentarios, fue Pierre quien quiso tener a Roberto en brazos mientras cenaban, el niño seguía sus movimientos haciendo suaves ruidos; Fernando disfrutó al verles juntos, sabía que cuando creciesen, sus hijos sí tendrían una familia además de tenerles a ellos. Alicia notaba las miradas de reojo de su marido, sabía que estaba atento a cualquier gesto que pudiese significar una arcada, un mareo o simplemente cansancio, también estaba atento a si comía o no; le sonrió haciéndole ver que estaba perfectamente, justo en ese momento Diane preguntó sobre el embarazo. Los siguientes minutos los pasaron hablando del bebé que estaba en camino; Fernando la miraba sonriendo ante cada nuevo plan que Alicia contaba, incluso Pierre intervino dando ideas sobre la decoración de la habitación. Alicia se echó a reír agradeciéndoselo pero sabiendo que posiblemente no le haría caso en ninguna sugerencia. Diane puso los ojos en blanco cuando Alicia y Pierre empezaron a hablar de política, sabía que empezaba una larga conversación en la que ninguno de los dos se darían tregua; cogió a Roberto para darle el puré mientras Fernando disfrutaba en silencio del intercambio de opiniones de su mujer y su amigo. Alicia veía la cara de Fernando arqueando las cejas, frunciendo el ceño o moviendo la cabeza, sabía que dejaba que Pierre y ella se explayasen para terminar haciendo algún comentario que conseguía ponerlos a ellos de acuerdo. Se mordió el labio cuando los demás se sirvieron una copa y Pierre encendió un cigarro, Fernando tomó la suya de un trago y dejó el vaso en la mesa cogiendo la mano de Alicia. Sabía que en esos momentos era cuando más le costaba no encenderse un cigarro para amenizar la charla con sus amigos; Diane no se tomó la copa hasta que consiguió dormir a Roberto. Cuando quisieron darse cuenta, era más de medianoche, Fernando se levantó mientras se pasaba la mano por el pelo; miró a Alicia y la ayudó a incorporarse. Alicia miró el reloj compungida, en el fondo no deseaba volver a casa pero su hijo y ellos tenían que descansar. Esas veladas suponían un regreso a su infancia, las pequeñas cenas de su padre con sus amigos, aquellas comidas interminables, algo que pensaba ya perdido y ahora disfrutaba como una niña. Tuvo que morderse la lengua para no decir que estaban muy bien allí y que podrían quedarse un rato más; sabía que no serviría de nada. Diane llamó a un taxi, Fernando se puso la chaqueta mientras se despedían de sus amigos prometiendo que la siguiente cena sería en su nueva casa. El trayecto de vuelta fue distinto, Alicia estaba cansada pero muy feliz, Roberto iba dormido en brazos de Fernando; Alicia terminó apoyada en el hombro de su marido mientras cerraba los ojos sonriendo y deseando que su hija naciese ya para completar su felicidad. Fernando disfrutó del silencio absoluto sólo roto por la música clásica que llevaba el taxista.
Alicia había llegado del taxi a casa casi cómo una autómata, si no fuera porque Fernando guiaba sus pasos estaba casi segura que se hubiera quedado dormida en alguno de los bancos. Miró a Fernando concentrado en abrir el portal sin despertar a Roberto y no pudo evitar besarle. Fernando vio divertido cómo Alicia iba directa al sofá al entrar en casa, le preocupaba que cuando de verdad se sintiese mal no reconociese que estaba cansada, pero había estado atento a ella toda la noche así que lo dejó pasar. Tuvo que recoger los zapatos que había dejado en mitad de la entrada, Alicia le miraba sonriendo y viendo los malabarismos que hizo para no despertar a Roberto, al que seguía teniendo en brazos. Estaba cansada pero sólo necesitaba estar con él, relajarse y no pensar en nada más. Fernando se acercó a ella, se sentó en el brazo del sofá mirando todo lo que tenía que recoger antes de irse a dormir, los juguetes de Roberto invadían la casa, una casa que empezaba a quedarse vacía por la mudanza que iban haciendo a diario. Disfrutó viendo a Alicia tan relajada sentada en el salón de casa, ese tipo de momentos eran los que inmortalizaba en su mente mientras tragaba saliva ahuyentando viejos fantasmas. Besó el pelo de Alicia antes de levantarse, quitarle el abrigo a Roberto fue bastante más fácil que hacerlo con él despierto, posó a Roberto en la cuna arropándole, el niño se estiró ocupando la mayor parte de la cuna, lo que le hizo sonreír. Se quedó varios minutos mirándole y escuchando su suave respiración, corrió la cortina no sin antes admirar una ciudad que nunca había sentido suya hasta ese momento. Fernando regresó al salón y empezó a recogerlo, Alicia le miró casi riéndose, si normalmente era incapaz de dejar nada fuera de lugar, ahora que estaba embarazada lo haría con más motivo por si a ella se le ocurría ponerse a recoger. Se mordió el labio pensando que a veces hacía las cosas sólo para demostrarse a sí misma que estar embarazada no la incapacitaba para nada; nunca lo reconocería ante Fernando, pero durante esa semana varias veces había recogido lo que dejaba tirado sólo por eso. Al llevar a la habitación los zapatos, Fernando se quedó mirando la primera cuna de Roberto, que seguía en un rincón de la habitación, Alicia había querido llevarla el día anterior a la nueva casa, pero él se resistía a hacerlo. Se acercó despacio y pasó sus manos por los barrotes, sintió nostalgia por la primera vez que vieron a Roberto en esa cuna, era tan pequeño, tan frágil… Pero no sólo se resistía por eso, pensaba que dejar esa cuna en la habitación del bebé era adelantarse a los acontecimientos, cuando terminó de hacer la cuna, Alicia ya estaba de seis meses. Oyó cómo Roberto emitía suaves ruiditos mientras se daba la vuelta y se metía el puño en la boca, dejó la pequeña cuna para acercarse a la cuna donde estaba su hijo, se agachó a besarle la nariz. Se rio suavemente cuando Roberto arrugó la nariz al sentir el contacto, le dejó dormir mientras regresaba al salón.
-Alicia –se sentó junto a ella cogiéndola la mano y posando su otra mano sobre su vientre- mañana por la tarde, si es que vengo pronto… -suspiró pensando en su jefe y en el momento que aceptó el suplemento- En fin, podríamos llevar la cuna a nuestra casa –Alicia se incorporó levemente para mirarle sonriendo- y aprovechamos para llevar también el coche, y algunos trajes de Roberto de cuando era bebé…
-¡Sí! Y podemos empezar a llevar algunos juguetes –se mordió el labio antes de decir que la ropita seguramente no podrían usarla para su hija, sabía que Fernando prefería no darlo por hecho- y ropa nuestra, ya no queda tanto para que empecemos a vivir allí…
Alicia empezó a besarle suavemente, le desabrochó un par de botones de la camisa y se apoyó sobre él cerrando los ojos. Fernando acarició su pelo y se acercó a respirar en él, notó cómo Alicia respiraba lentamente, le acarició la mejilla.
-Alicia, te estás durmiendo… Vamos a la cama, ya está casi todo recogido…
La ayudó a incorporarse, apagó las luces mientras Alicia entraba en la habitación, al llegar la ayudó a ponerse el pijama, aunque sabía que nunca lo reconocería, estaba cansada. Le preocupaba que se cansase por salir fuera a cenar, suponía que era normal pero sólo pensar que podría hacerse la fuerte e ir a trabajar y sentirse mal allí… Suspiró cerrando los ojos y quitándose esa idea de la cabeza; Alicia se acercó a besar suavemente a su hijo y dejó que Fernando la metiese en la cama como si fuese una niña, se rio resignada y dejándose mimar. Alicia había perdido toda la fuerza y sólo soñaba con meterse en la cama, por suerte Fernando resultaba perfecto en esos momentos y, cuando sintió las mantas sobre ella, respiró profundamente esperando para abrazarle antes de quedarse dormida. No dejó de mirar a Fernando mientras se ponía el pijama, podría pasarse horas mirándole y nunca se cansaría de mirar sus movimientos pausados y ordenados. Antes de meterse en la cama programó el despertador, Alicia le miró tiernamente, esa mirada cansada que dedicaba al despertador le producía una especial ternura y sobre toda una profunda admiración. Le abrazó al notarle junto a ella en la cama, le besó el cuello y susurró en su oído todo lo que le quería. Fernando sonrió abrazándola contra él, cerró los ojos sin pensar en nada más que dormir con su mujer, disfrutó del silencio de la habitación, valoró levantarse para fumarse un cigarro en la cocina, pero Alicia, ya dormida, se agarró más fuertemente a él y cambió de opinión.
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**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!!
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