Fernando Solís & Alicia Peña  
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6 de enero de 1962
6 de enero de 1962

Alicia se despertó antes que Fernando, hacía dos horas que Roberto se había dormido después de su toma, Fernando se había levantado a dejar su regalo en el salón, ella lo había dejado antes de irse a dormir, sabía que a media noche no saldría de la cama por mucha ilusión que le hiciese dejar el regalo preparado. Cuando Fernando se levantó a dejar el regalo, ella intentó convencerle, ya era día 6, no había que esperar más. Fernando se rio todavía adormilado y le dijo que de eso nada, se había vuelto a dormir abrazado a ella, Alicia pensó que sólo era para que no se levantase antes. Lo primero que notó al despertarse fue el calor corporal que desprendía Fernando, se giró con cuidado para mirarle, estaba totalmente despeinado y relajado, no se acostumbraba a verle tan relajado. Había estado a punto de ceder ante la insistencia de Alicia, realmente le daba igual darle el regalo por la noche que por la mañana, pero disfrutaba de esos momentos dónde dejaba de ser una mujer para regresar a ser una chiquilla que fingía enfado por no salirse con la suya. Apartó el brazo de Fernando con todo el cuidado del mundo, muy despacio, cuando se dio cuenta que no le había despertado estuvo a punto de gritar de la emoción, por suerte se contuvo. Le costó encontrar las zapatillas, nunca era tan meticulosa cómo Fernando, él las colocaba alineadas perfectamente, ella localizó una debajo de la cama. La bata fue otro cantar, al final optó por usar el albornoz de Fernando, le dio unas vueltas a las mangas, miró a Roberto, estaba despierto y no protestaba, le cogió con cuidado y salió cuidadosamente de la habitación. La luz de primera hora del día entraba en el salón, vio los regalos que ella había dejado para Fernando y Roberto, y solo vio un regalo más, envuelto con papel infantil, suponía que era el regalo de Fernando para Roberto. La noche anterior se le había pasado por la cabeza, seguro que Fernando escondía su regalo, le encantaba hacerla rabiar… Empezó a buscarle, quería encontrarle antes de que Fernando se levantase; buscó detrás del sofá, en la mesa, en el rincón del armario donde ella había guardado el reloj que le regaló en la boda, por más que revolvió todo el salón, allí no estaba su regalo.
Fernando se giró y se dio cuenta que estaba solo en la habitación, del salón llegaba el ruido que hacía Alicia yendo de un sitio a otro, se rio con resignación mientras se estiraba. Le hubiese gustado despertase con ella, ir los dos juntos al salón, pero contaba con la impaciencia de Alicia. Se levantó despacio, subió la persiana, estaba despejado, según avanzase el día saldría el sol, pero la temperatura seguía siendo baja. Al entrar al salón vio a Alicia revolviendo el cajón del armario, se echó a reír.
-Buenos días… -se quedó mirándoles desde la puerta- Se te ve atareada…
Casi se le sale el corazón del pecho cuando escuchó la voz de Fernando, estaba tan concentrada que no le había escuchado, al girarse le vio apoyado en el quicio de la puerta, con los brazos cruzados y su bata en la mano.
-Supongo que te divierte… -Alicia torció el gesto divertida- Llevo un buen rato buscando…
-Eso es que no has buscado bien… -se acercó a besarla, besó también a su hijo y respiró el olor que desprendía- Tu regalo sólo puede estar en un sitio, en el lugar más especial de la casa…
Alicia sonrió, dejó a Roberto en brazos de Fernando y fue corriendo a la habitación de Roberto, Fernando temió que terminase tropezando por la velocidad que llevaba para ir hacia la habitación de Roberto, se sentó en el sofá disfrutando del contacto del calor corporal del pequeño, contó hasta diez porque sabía lo poco que Alicia tardaría en entrar en el salón con los paquetes en la mano. Sobre la mecedora vio dos paquetes, no pudo evitar que las lágrimas tomasen vida propia y sin permiso cayesen sobre sus mejillas. Cogió los paquetes y regresó al salón, empezó a abrir uno de los paquetes, Roberto miraba atentamente a Alicia, Fernando estaba emocionado; rasgó el papel, no tenía paciencia para nada. Lo que empezaba a ver le gustaba mucho, terminó de sacarlo del papel, como si fuese una niña lo estiró en el aire. Era un vestido precioso, Fernando acertó completamente, la tela, la forma del vestido, el corte… Abrazó contra su pecho el vestido, le pareció una señal de que Fernando la conocía totalmente. Mientras miraba el vestido pensó que sería perfecto para hacerse la primera foto con Roberto, estrenando la cámara de Fernando, esos pensamientos hicieron que el segundo regalo lo abriese con más calma, sentada ya junto a ellos en el sofá. Cogió con cuidado el otro paquete; seguía emocionada, Fernando le acarició el pelo mientras besaba a Roberto. El segundo paquete pesaba un poco, al abrirlo no supo qué decir, la foto de ellos dos en la excursión que hicieron hacía años, y en la esquina del marco la foto de su hijo. Acarició el marco y el cristal como si quisiese volver a ese momento, Fernando trajeado, ella con cara de niña… Pasó los dedos también por la cara de su hijo, 12 años después lo habían conseguido. No tenía palabras, ni tampoco la menor idea de cómo habría conseguido Fernando esa foto; le besó intensamente, nunca se había imaginado volver a ver esa foto.
 
-Pero Fernando… ¿Cómo has conseguido esta foto?
-Tengo mis métodos… ¿Entonces te gusta?
-No sólo me gusta, además es el regalo perfecto… Durante muchos años eché de menos tener las fotos de ese día, habérmelas llevado de casa de mis tíos… Hacía mucho que no pensaba en ellas, estabas vivo, volví a verte, a vivir nuestro amor, huimos juntos, empezamos una nueva vida, tenemos a Roberto… Ya no vivo de recuerdos y eso es lo más importante. Pero ver esta foto me ha recordado tantas cosas, sensaciones, miradas… Y que hayas puesto una de Roberto me encanta, nuestro pasado y nuestro presente…
Fernando sonrió, había preparado con mucho mimo esa parte del regalo, le costó dos llamadas a Manolita, dos cartas a direcciones en las que se suponía que vivía Sole, había conseguido un número de teléfono en Navarra, a ella le dijo que llamaba en nombre de Alicia Peña, tuvo suerte de que Sole conservase los negativos y pudiese hacer una copia de la foto de ellos dos. Hubo momentos en que pensaba que no lograría recuperar esa foto, pero había merecido la pena sólo por ver la mirada de Alicia. Alicia se quedó sin palabras, contuvo las lágrimas que amenazaban con empezar a salir de sus ojos y miró a Fernando, siempre le quitaba importancia a cualquier cosa que hiciese, pero sabía todo lo que representaban esas fotos. También su sentimiento de culpa de no haber valorado el cariz de la relación de Hipólito hacia ella. Apartó esos pensamientos de su mente inmediatamente, estaba muy contenta y deseaba entregarle su regalo cuanto antes. Pero todavía quedaba otra parte del regalo, Alicia se dio cuenta cuando iba a arrugar el papel, era un sobre. Lo miró ilusionada, abrió el sobre con cuidado, sin rasgar el papel, Fernando estaba a la expectativa, disfrutando de la alegría y la emoción de Alicia, apoyado en el sofá con Roberto sobre su pecho. Creía que podría gustarle pero no estaba seguro… Alicia sacó la tarjeta, leyó lo que ponía y se sorprendió.
-¿Te gusta? No estoy muy seguro, pensé que después de las últimas semanas te podría apetecer…
-Eres increíble… -se acercó a besarle mientras cogía la mano del niño- Me encanta… ¿Tú no tienes ganas de abrir tu regalo?
-Sí, claro, pero no soy tan impaciente… Disfruto con la espera casi tanto como con el regalo…
Fernando posó al niño en los brazos de Alicia, ella miraba la tarjeta, Fernando había reservado una mañana en un balneario, sólo para ella, ya se imaginaba los masajes, la piscina… Aunque no estaba segura de pasar toda una mañana lejos de Roberto, relajándose mientras su hijo no estaba con ella, pero llevaba mucho tiempo con ganas de ir a ese balneario, aprovecharía para ir a la peluquería, hacer unas compras, disfrutar de un tiempo sola, les echaría de menos pero lo disfrutaría mucho. Se centró en Fernando, esperaba ansiosa para ver la cara de Fernando con su regalo, mientras colocaba a Roberto en sus brazos miraba las manos de Fernando abriendo, cuidadosamente, el papel. Pensó que para un hombre que llevaba cuidando tantos años de los demás, probablemente le habían realizado pocos regalos. Estaba deseando verle cuando fuera su hijo quién le entregase una tarjeta o un dibujo, sabía que lo guardaría cómo si fuera un tesoro. La caja pesaba y vio la mirada interrogante de Fernando, sonrió pensando que no tenía la menor idea de qué podía ser. Fernando se sentó con el paquete delante, se tomó su tiempo para desenvolverlo, a Alicia le gustaba ver el rito, daba igual lo que estuviese haciendo, siempre lo hacía ordenadamente, con calma, incluso abrir un regalo. Fernando abrió los ojos de par en par cuando vio la cámara, llevaba semanas pensando en comprar una, y Alicia se la regalaba…
-Alicia… -la besó olvidándose de todo- Tú sí que eres increíble, llevaba tiempo pensando en comprar una… Solo tú podías saber antes que yo lo que quería…
Intentaba que no le temblasen las manos reflejando la emoción que le producía recibir un presente de Alicia, además el significado para ellos iba más allá de lo material, la fotografía era un nexo entre los dos desde que se conocieron, ahora podría guardar pequeños momentos que coleccionaba en su mente: amamantando a Roberto, fumando a escondidas, frotándose los ojos recién levantada… Fernando apoyó una pierna en el sofá girándose, le agarró la cara para poder besarla sin apretar al niño, pretendía que fuera un beso tierno pero últimamente se encendían con casi cualquier caricia… Hasta que Roberto empezó a llorar reclamando algo de atención. Fernando le miró divertido, su hijo era la única interrupción que merecía la pena, apoyó la frente contra la suya agachándose a darle un beso en la coronilla.
-Claro, nos hemos olvidado de sus regalos… ¡Este niño va a ser más listo que nosotros!
Alicia se echó a reír mientras cogía el regalo que Fernando preparó para el niño. En ese momento, con Alicia con su albornoz puesto y sin peinar, con Roberto con ese pelele que tanto le gustaba ponerle para que no pasase frío, estrenó su cámara a pesar de las reticencias de Alicia. Fernando se quedó mirando la escena un momento, le encantaba la sensación de saber que podría tener una imagen justo de ese momento. Alicia empezó a abrir el regalo mientras Roberto se removía en sus brazos, lo hacía despacio, como si quisiese comprobar el placer de descubrirlo poco a poco como hacía Fernando. Fernando tamborileaba sus manos sobre la cámara de fotos, salvo por este gesto nadie diría que estaba nervioso, Alicia se tomaba su tiempo para terminar rasgando los papeles y lazos que tanto le costaba a él poner, se frotó la nuca con una mano después de posar la cámara en las piernas. Lo primero que vio fue una manta, la sacó y se la llevó a la cara, era muy suave, tenía bordado el nombre de los tres, el de ellos en pequeño y el de Roberto en el centro, estaba segura que no era comprada, Fernando había vuelto a encontrar ratos para ponerse a tejer. Fernando se imaginaba a gran parte de las personas que había conocido riéndose por imaginárselo tejiendo, sin ir más lejos Roberto hubiera tenido que limpiarse las gafas y ponérselas un par de veces para concienciarse que era real. Alicia sonrió mientras cogía la mano del niño y la pasaba por la manta, Fernando les miraba emocionado, había disfrutado preparando esa parte del regalo, después de haber comprado tantas cosas durante los meses previos al nacimiento, le gustaba saber que no necesitaba gastarse dinero para regalar algo a su hijo. Alicia envolvió al niño en la manta, era preciosa; posó al niño en brazos de Fernando, aún le quedaba otra parte del regalo. Sacó una caja de madera, pasó la mano por la tapa, estaba hecha a mano, no había duda; en la tapa aparecían las iniciales de Roberto, pasó el dedo por encima. Abrió la caja sin saber qué esperar, Fernando habría trabajado mucho en el regalo para Roberto y ella esa vez ni lo había sospechado. Dentro había un pequeño álbum de fotos y un biberón; se rio pensando que el biberón era más para ella que para Roberto, seguía queriendo convencerla. Estaba segura que se había recorrido todas las farmacias de París buscando el mejor biberón para el niño, no quería dejar de amamantarlo pero ayudarle en algunas tomas iba a ser necesario inmediatamente. Cogió el álbum de fotos, la primera foto que se veía era la que hicieron a Roberto de recién nacido, con la que habían anunciado a Marcelino y Pelayo el nacimiento del niño. Se emocionó al ver que el álbum era para Roberto y ellos no aparecían, eran sus amigos los que aparecían, la familia que habían dejado en Madrid, Barcelona, Colombia… No pudo evitar las lágrimas, Fernando se acercó a secárselas con la mano que tenía libre. Había seleccionado las fotos una madrugada, después de quedarse dormida Alicia, se fue al salón y escogió las que más le gustaban mientras iba recordando todos los momentos vividos con sus amigos. Muchos días se preguntaba si se acordarían de ellos tanto como se acordaban ellos y mirar a Roberto era mirar la oportunidad que, unos por salvarle, otros por ponerles en contacto y otros por defenderles, les habían brindado
-Aunque no estemos cerca de ellos, Roberto tiene que saber que tiene una gran familia en su país…
-Fernando… -Alicia le besó mientras cogía al niño en brazos, no le salían las palabras- Son los mejores regalos que Roberto podría recibir, es… Perfecto… -agachó la cabeza para empezar a hablar con Roberto en un susurro- Cariño, ¿has visto los regalos de papá? Yo no podré competir con él… -Fernando la miraba enternecido- Cuando crezcas te contaré la emoción que he sentido en este momento… La manta, la caja con tu nombre, el álbum de fotos… Cuando crezcas sabrás qué sentido tienen estos regalos aunque ahora no entiendas lo que te decimos o regalamos…
Fernando cogió la cámara, Alicia seguía con la cabeza agachada mirando a su hijo, el niño estaba envuelto en la manta y Alicia tenía en la otra mano el álbum. Los dos compartían una percepción similar con respecto a los recuerdos y las cuestiones materiales, podrían renunciar a todas ellas pero aquellas que significaban algo siempre estaban ahí. Se sentía emocionada, a pesar de ello, intentó hacerle desistir cuando vio que iba a fotografiarla con aquellas pintas
-Ya está… Roberto sabrá exactamente cómo te sentiste al ver el regalo…
Acarició las manos de Alicia que notaba temblorosas, era el primer día de reyes para los tres y pensó en un futuro dónde sería el niño quien entrase a la habitación gritando que ya habían venido. Era capaz de sacrificar sus no creencias sólo para vivir esos momentos. Alicia sonrió, guardó el álbum en la caja y cogió a Roberto, era el turno de Fernando, sabía que su regalo no era tan especial, pero esperaba que le gustase. Volvió a fijarse en la tranquilidad con que Fernando abría el regalo, su mirada concentrada, sus movimientos lentos… Le encantaba mirarle; Roberto se quedó dormido en sus brazos, era muy pequeño para mostrar interés por los regalos, pensó en el año siguiente, ya tendría un año y seguro que disfrutaba abriendo regalos aunque no supiese por qué eran. Fernando terminó de desenvolver el regalo, vio un traje precioso, acompañado de un gorrito, era perfecto para salir a pasear en pleno invierno. Le gustó mucho y le hizo gracia darse cuenta que era más de su estilo que del de Alicia, no había querido comprarlo a su gusto. Intentó enseñarle el traje a Roberto, le contaba que sería la envidia del barrio pero éste no dio ningún síntoma de querer despertarse. Besó a Alicia emocionado, pero aún quedaba otra parte del regalo, un golpe seco anunció que sus vecinos acaban de estrenar su nuevo balón contra la puerta del edificio, se echaron a reír a la vez. Fernando terminó de desenvolver el regalo, se encontró con dos pequeñas libretas, las dos escritas por Alicia; pasó los dedos por el título de la primera: “Cuento para Roberto”, se emocionó, ya se estaba imaginando a Alicia escribiendo durante el reposo, sin decirle nada… Cuando vio el cuento miró a Alicia y regresó, de nuevo, la mirada al cuento que tenía entre sus manos, lo posó en las piernas, acunó la cara de Alicia para besarla intensamente. Se había quedado sin palabras, iba a abrirlo cuando Alicia le cogió la mano y evitó que lo hiciese.
-He pensado que podemos leerle el cuento todas las noches, antes de dormirle…
Además, Alicia seguía reticente a enseñarle algo escrito por ella, nunca había dejado que nadie leyese otra cosa que no tuviese que ver con su trabajo. Pero esa vez haría una excepción, esperaba no decepcionar a Fernando.
-Me parece la mejor forma de terminar nuestros días…
Fernando besó a Alicia y susurró al oído de su hijo que tenía la mejor madre del mundo. Cogió la otra libreta, y al ver el título no pudo evitar derramar una lágrima “Roberto Solís Peña, el fruto de un amor”, Alicia había escrito los mejores momentos de su historia para que Roberto pudiese leerlos cuando fuese más mayor. Abrió la libreta, intentó despejar sus ojos de lágrimas y empezó a leer, Alicia se estiró el albornoz entre avergonzada y emocionada, Fernando se recostó en el sofá para ir leyendo lo que había escrito, veía los cambios en su cara y casi podía leerle la mente cuando veía las partes que Alicia no relataba de su historia...
Fernando sólo se puso serio porque había muchas partes de su propia biografía que le costaría contar a su hijo, siempre tenía la duda si estaría a la altura pero al notar las manos frías de Alicia alejó esos pensamientos, con ella a su lado encontrarían siempre la forma... “Un atropello tuvo la culpa de aquel encuentro… Mi bicicleta en el suelo, yo levantándome sin importante nada más que el estropicio que aquel hombre había hecho con la bici… Hasta que le oí hablar en francés y le miré. Esa mirada me atrapó, su sonrisa, su manera de presentarse, su galantería… En ese momento supe que algo había cambiado, Roberto, nunca me imaginé cuánto, conocer a tu padre fue lo mejor que me pasó en Madrid, aunque nuestra historia ha sido muy complicada… Pero iré contándotelo poco a poco”.
A Fernando no le salían las palabras, era increíble la capacidad de Alicia para expresar tanto en tan pocas palabras. Besó a Alicia durante un largo rato, necesitaba encontrar las palabras justas, aunque estaba seguro que no llegaría a expresar con ellas todo lo que estaba sintiendo.
-Es increíble… Seguro que a Roberto le encanta cuando tenga edad suficiente para entenderlo… A mí, no sólo me encanta, sino que me has dejado sin palabras… Un pequeño diario de nuestra historia… No sé qué decir… Solo me sale gracias, gracias por seguir aquí, por hacer posible todo lo que tenemos…
Alicia se había emocionado también, había pasado muchas horas escribiendo, decidiendo qué incluir y qué no, recordando el pasado… Besó a Fernando y después a su hijo, eran los primeros reyes que pasaban juntos y nunca lo olvidaría. Roberto se despertó con hambre, Fernando le cogió y le besó, no dejó de acariciar su cara y en un susurro le dijo “no sabes la suerte que tienes con tu madre…”; Alicia les miró enternecida, cogió a Roberto y fue a la mecedora, Fernando recogió todos los papeles de regalo mientras intentaba serenarse, la emoción seguía en sus ojos. Fue a la cocina a preparar el desayuno, en ese momento se sintió plenamente feliz, apoyó su cadera contra la encimera mientras la cafetera empezaba a sonar, tenía los brazos cruzados y miraba la mesa, la cual ya tenía preparada, dónde pronto se sentaría Roberto a desayunar con ellos. Sólo el timbre del teléfono le sacó de sus pensamientos, Fernando se dirigió al teléfono con paso firme y sin correr, vio que Alicia estaba concentrada haciéndole cosquillas a Roberto mientras le cambiaba. Mientras atendía la llamada apoyó el peso de su cuerpo contra la mesa auxiliar, escuchaba el parloteo de Grace, una compañera de Alicia que llamaba para confirmar su asistencia a la comida de aquel día, y mentalmente repasaba las cosas que necesitaban comprar para la comida. Al colgar miró por la ventana, sujetando la cortina con la mano, admirando el soleado día, las calles empezaban a llenarse de niños con sus nuevos juguetes, también estaban los vecinos y, por primera vez en meses, vio a los cuatro hijos de la vecina que tan mal lo estaba pasando. Sonrió sintiendo que la vida le había dado una nueva lección, entre todos habían conseguido que esa mujer no se quedara en la calle y ahora, mientras entonaba su vida con el nuevo trabajo, pudo ver sonreír de nuevo a esos niños con los juguetes nuevos. Colocó la cortina correctamente y se dirigió a la cocina, aquel día no serían tantos como en nochebuena, de la redacción solo irían Jean y Pierre, este último no podía faltar, y del despacho Grace y Emile. Terminó de preparar el zumo, sonrió pensando que todavía estaban a sábado, les quedaban dos días por delante antes de volver completamente a la rutina. Estaba colocando los vasos cuando Alicia entró por la puerta, se quedó mirándola mientras retiraba una silla para que se sentara. Roberto dormía en la cuna y ellos se sentaron a desayunar.
-Alicia, estoy pensando en la carta de Daniel, que quisiste esperar a contestarle… ¿Era por la cámara?
Se echó a reír, Fernando conservaba sus dotes de espía, no olvidaba ningún detalle y era capaz de conectar cosas tan dispares como esas.
-Sí, quería poder hacernos una foto los tres y mandársela…
Fernando la miró divertido, cuando le dijo que podrían esperar a después de reyes, él sabía que tenía que haber una razón, no quiso pensar en ello, pero lo había guardado en su cabeza hasta el momento en que pudiese descifrarlo.
-¿Sabes? Creo que podrías ir mañana al balneario, seguro que te viene bien antes de volver a coger el ritmo del trabajo…
Alicia dudó ante la propuesta de Fernando, le apetecía mucho pasar una mañana relajada y la contractura de darle el pecho a Roberto empezaba a molestarle considerablemente, pero tampoco quería separarse de él. Arrugó la nariz mientras lo pensaba e incluso pensó en invitar a Grace si se decidía.
-Pero… No sé, yo había pensado dejarlo para el mes que viene, Roberto es todavía muy pequeño y…
-Alicia –la miró sorprendido- ¿se te ha pegado mi sobreprotección? –Alicia se echó a reír- Creía que el trato era que tú me enseñarías a mí a no preocuparme tanto…
Se rieron juntos mientras terminaban de desayunar; Fernando se  levantó a recoger, Alicia fue detrás de él. Estaba colocando los platos en el fregadero cuando sintió las manos de Alicia en su cintura, se dio la vuelta para quedarse de frente mientras le colocaba el pelo revuelto que llevaba. Alicia empezó a besarle, no pretendía ir muy lejos, pero necesitaba hacerlo, era el primer día de reyes que pasaban juntos y estaba especialmente feliz, los regalos, la emoción, estar con los dos hombres más importantes de su vida… Fernando tardó en reaccionar, tuvo que echar mano de todo su autocontrol para finalizar el beso, resopló pensando en todas las semanas que les faltaba por delante y en lo mucho que disfrutaban con la anticipación de las mismas. Sonrió mientras le llamaba por su nombre e intentaba hacer una lista mental del menú de ese día para concentrarse en otra cosa. Alicia sonrió, esperaba esa reacción por su parte. Estaba deseando que llegase el lunes, tenía consulta con el doctor y esperaba que la dijese que ya estaba perfectamente aunque solo hubiesen pasado 3 semanas desde que había dado a luz. Dejó que Fernando terminase de recoger mientras ella se daba una ducha, al terminar en la cocina, se secó las manos cuidadosamente en el paño y volvió a atarse la camisa. Al entrar en la habitación de Roberto se dio cuenta que la casa ya olía siempre a bebé, las cremas, los polvos de talco y el agua de colonia. Fernando se quedó unos segundos junto a la cuna, Roberto dormía plácidamente agarrando con una mano la manta. Mirarlo le daba esa paz q había sido incapaz de conseguir a lo largo de su vida y recordó, precisamente, a la persona que conocía con más paz interior...
Al sentarse en la mesa corrió el cenicero mientras sacaba un cigarro del paquete, abrió la pluma con energía y comenzó la carta... Pensó que cuando llegasen sus amigos les pediría que les hiciesen una foto a los tres para poder mandársela.

Querido Daniel
Espero que hayáis pasado unas felices fiestas en Colombia, estas últimas semanas he pensado mucho en vosotros, en mis meses en Madrid… Bueno, antes de nada, Alicia y yo hemos sido padres días antes de navidad, Roberto es perfecto, me encantaría que lo conocieses, que él te conociese en algún momento…
Esto que voy a escribir me gustaría decírtelo en persona, pero ahora mismo es imposible… He celebrado las primeras navidades de mi vida a la vez que mi hijo, te estarás riendo de mí, lo sé, ni yo mismo me lo creería hace unos meses. Y aunque no creo en estas fiestas, en el sentido religioso… Cenar con nuestros amigos, con Alicia y Roberto, ha sido increíble, compartir la ilusión, la felicidad de la gente, el ambiente en París, preparar los regalos para Alicia y Roberto… Es una felicidad que nunca había sentido; aunque nada comparable a tener en brazos a Roberto, no se puede describir con palabras. Desde que le tuve en brazos por primera vez, algo cambió dentro de mí, nunca haría nada que pudiese dañar a mi hijo, de hecho temo el momento en el que crezca y pueda enterarse de algunas cosas… Aunque estoy seguro que Alicia estará conmigo y eso me da fuerzas para enfrentarme a cualquier cosa. Ahora mismo no me imagino mi vida sin ellos dos.
Te mandamos una foto de los tres, del día de Reyes, la ilusión de esta mañana al abrir los regalos fue algo totalmente nuevo para mí, muy especial… Y ya estoy pensando en el momento en que Roberto pueda abrir sus regalos, sienta ilusión… Que estemos los tres juntos ha sido posible gracias a algunas personas, entre ellas tú, eres responsable de buena parte de nuestra felicidad, esta foto es prueba de ello.
Un abrazo muy fuerte, si en algún momento volvéis a España, me encantaría que pasaseis por París, sabes que aquí tenéis vuestra casa siempre que queráis.
Fernando Esquivel

Respiró profundo mientras firmaba, había conversaciones que le gustaría tener en persona; Daniel, Pelayo, Marce, Bonilla, incluso Mauro… Sonrió levemente, hacía un año no tenía a nadie en su vida, ahora tenía una familia que le hacía feliz y algunos grandes amigos a los que echaba de menos. Cuando Alicia entró en el salón, Fernando cerraba la pluma y colocaba las cuartillas delicadamente, se recostó contra la silla mientras tamborileaba los dedos en la mesa, se preguntó qué le pasaría en esos momentos por la cabeza, sonrió mientras se acercaba. Estaba ya preparada para salir a comprar, no sabía cómo lo hacía, pero cada vez que la miraba la encontraba más guapa, resistió el impulso de besarla.
-Me ducho yo ¿y salimos a comprar con Roberto? ¿O prefieres ir tú?
-Roberto está dormidito, sería una pena despertarle ahora para abrigarle, puedo ir yo –le cogió la lista de la mano- y así no tardamos tanto.
-Como quieras… -se levantó y la besó oliendo su pelo- Aunque podría ir yo después de ducharme, necesitas descansar…
-Deja de intentar hacerlo tú todo –lo dijo divertida- vuelvo en un momento.
Se abrigó, besó a Roberto, también a Fernando y cerró la puerta sonriendo. Era la primera vez que salía de casa sin pensar que no quería hacerlo, le afectaba separarse de Roberto pero empezaba a controlar sus emociones. Esperando el ascensor se puso los guantes y comprobó que llevaba todo en el bolso, se miró en el espejo que había en el mismo una vez ya dentro. Fernando decidió ordenar el salón, los últimos días no habían dedicado mucho tiempo a ello y ya le parecía que había mucho desorden. Alicia no recogía los expedientes del trabajo, él había dejado en un rincón algunos artículos… Sonrió pensando que como se descuidase, Alicia le pegaría su desorden y menudo desastre de casa tendrían. Cuando terminó de recoger tomó un libro, la manta y se sentó en la mecedora, junto a Roberto, le relajaba profundamente la respiración profunda de su hijo.
Alicia volvía a casa cargada de bolsas, había comprado más de lo que necesitaban y, desde luego, más de lo que Fernando había apuntado en la lista. En la tienda había pensado que deberían haber invitado a merendar a los vecinos, quizás en el patio interior, sacar una mesa y hacer una merienda, que fuesen todos los vecinos con sus hijos, ellos con Roberto… Esperaba que no fuese tarde para que aceptasen una invitación. Mientras elegía las cosas que compraba, pensaba en Roberto, en cuando tuviese cuatro o cinco años y tuviesen que estar pendientes de que no saliese del portal, de que no se fuese con los niños del edificio… Tenía claro que Roberto sería un trasto, tenía a quien salir por partida doble. El peso de las bolsas hacía que tuviera que ir más despacio, tuvo que posarlas un par de veces en la calle e, incluso, quitarse los guantes porque el esfuerzo hacía que tuviera menos frío. Tenía cierto sentimiento de añoranza porque finalizasen las fiestas, pronto empezarían la rutina del día a día y habían sido las navidades más especiales desde que murió su padre. Antes de ir a la tienda, dio un paseo, las calles estaban llenas, el sonido de los coches y las bicicletas se mezclaban con las conversaciones y, sobre todo, el ruido de los juguetes que portaban la mayor parte de los niños. Saludó rápidamente a su amiga de la cafetería, no pudieron intercambiar nada más que unas palabras porque había mucha gente y las bolsas empezaban a ser una carga para su contractura.
Fernando había dejado el libro en la mesita para tomar a Roberto en brazos, miró la hora y decidió sentarse con él, colocando la manta por encima de los dos. Estiró la cabeza hacia atrás mientras movía suavemente la mecedora. Estaba entrando en el portal cuando vio a los dos niños salir, casi choca con ellos, cuando se alejaron le enseñaron el balón en el aire, Alicia negó divertida, esos dos niños con un balón nuevo tenían mucho peligro. Abrió la puerta de casa mientras agarraba la puerta del ascensor, dejó las primeras bolsas en la entrada y volvió a por las demás al ascensor. Le pareció extraño que Fernando no fuese a recibirla al oír la puerta; cerró la puerta, posando las bolsas en la entrada, se quitó el abrigo y los zapatos. El salón estaba totalmente recogido y se dio cuenta que Fernando había sustituido las flores por otro ramo, se acercó para olerlas. Entró a la habitación de Roberto, estaban los dos dormidos, Fernando sonreía, Roberto respiraba profundamente; se quitó el abrigo, que posó en el baúl, y se acercó a ellos. Besó a Fernando en el pelo mientras acariciaba la mano de su hijo; Fernando abrió los ojos pero antes de abrirlos y de notar el beso, sabía que ella estaba allí. Mientras terminaba de despertarse se dedicó a revolverle el pelo, al igual que ella, necesitaba un buen corte. La sonrisa de Fernando se ensanchó y la besó, Alicia cogió con cuidado al niño y le dejó en la cuna tapándole. La habitación iba acumulando tantas cosas que no sabía dónde meterían la cama cuando el niño la necesitase. Fernando se levantó y salió detrás de Alicia entornando la puerta, al ver las bolsas en la puerta no pudo evitar reírse.
-¡Pero Alicia! Has comprado comida para todo un año…
Cogieron las bolsas y las llevaron a la cocina, Fernando caminaba detrás de ella con la mayor parte de las bolsas, se fijó que iba descalza e imaginó que los zapatos le habían hecho daño, miró de refilón el contenido de las bolsas pensando que era una suerte que finalizaran las fiestas porque dos semanas más y tendría que llevar todos sus pantalones a arreglar
-¡Exagerado! Mientras compraba he pensado que podríamos invitar a los vecinos a una merienda esta tarde, no sé, en el patio interior, con unas mesas, así podemos presentarles a Roberto a todos…
Disfrutó escuchando cómo le contaba la idea de la merienda con los vecinos, apoyó todo el peso en la mesa de la cocina mientras la escuchaba, ella iba sacando el contenido y dejando todo por el medio.
-Me parece una gran idea –la besó sonriendo- ¿por qué no vas a invitarles y yo coloco esto?
-Claro, pero… No empieces a hacer la comida hasta que vuelva, hoy cocinamos los dos, ¿recuerdas?
Fernando se echó a reír, sabía que Alicia no desistiría tan fácilmente… Se había empeñado en cocinar la comida de aquel día los dos juntos, a él no le parecía tan buena idea; Alicia dejaría todo en medio, de cualquier manera… Y estaba seguro que él iría detrás colocando todo y se desesperaría...
-Está bien, te esperó…
Alicia sonrió mientras le abrazaba, se conocían tan bien que se anticipaban al otro. Fernando se quedó colocando las compras y sonriendo al ver todo lo que había comprado Alicia, y ella salió de casa feliz de poder invitar a sus vecinos a una merienda el día de reyes. Se entretuvo con cada vecina, no podía invitarles e irse, se quedaba hablando de cualquier cosa, incapaz de cortarles en medio de una frase. Poco a poco, sus vecinos habían ido formando parte de su día a día, conocía sus historias, a sus hijos, incluso alguno de los problemas que tenían en cada casa. Sonrió pensando que sus vecinos también les conocían a ellos, que ya había dejado de ser la persona infranqueable que había sido durante los últimos años. Alicia apuraba el café mientras se fumaba un cigarro sentada en el sofá de su vecina, miró el reloj mientras posaba la taza y decidía que debía regresar a casa.
Fernando se sirvió una copa del mueblebar mientras buscaba su paquete de tabaco, hizo una mueca al darse cuenta que alguien se lo había llevado, al ver que faltaban las boquillas no necesitó pensar mucho, movió la cabeza hacia los lados mientras volvía a sentarse en el sofá, se recostó hacia atrás pensando en todo el trabajo pendiente. Apurada, Alicia la cortó y se disculpó por tener que irse, Fernando podía escuchar las últimas frases de Alicia mientras se despedía en el rellano cuando entró a casa vio a Fernando tomando una copa sentado en el sofá.
-Pensé que te habías ido y no volvías…
Al sentarse en el sofá junto a Fernando vio que él extendía la mano, arrugó la nariz intentando parecer inocente mientras le devolvía el paquete de tabaco, le ofreció las cerillas pero Fernando le mostró el encendedor que había dejado en la mesa.
-Me he entretenido –se echó a reír- pero veo que no has perdido el tiempo…
-¡Tendrás cara! Encima de que te estoy esperando porque tú querías que cocinásemos juntos…
-Ya, ya, supongo que sentarte a tomar una copa ha sido todo un sacrifico…
Fernando se echó a reír mientras le pasaba la copa, Alicia dio un pequeño sorbo y se la devolvió, mientras se cambiaba, él apuró la copa y un pitillo. El resto de la mañana la pasaron en la cocina, como había previsto Fernando, no dejó de colocar lo que ella descolocaba. En algunos momentos la miraba y no podía evitar sonreír divertido, le encantaba verla concentrada, intentando no desesperarse; se rio pensando que parecía que él fuese el pinche mientras Alicia era la cocinera. El olor a cebolla embargaba la cocina, había tenido que aguantar las risas de Fernando mientras se le caía alguna lágrima a cuenta de la misma, se olió las manos pensando estrenar el jabón que le había regalado una de sus vecinas. Si no fuese por el desorden, le hubiese propuesto a Alicia que cocinase más a menudo; se quedó unos segundos mirándola, tenía el delantal medio caído, se había remangado la camisa, tenía las manos manchadas y el pelo despeinado. Alicia se sorprendió al verle salir de la cocina a toda prisa, casi sin que pudiese reaccionar, Fernando regresó con la cámara de fotos y sacó una. Alicia arrugó la nariz mientras iba hacia él, Fernando posó la cámara en la mesa, ya podía intuir las consecuencias y no quería que le pasase nada a la cámara.
-Espero no haber salido en esa foto… Y te lo digo por tu bien… -Alicia empezó a pringar la cara de Fernando mientras él intentaba esquivarla- Porque ahora seré yo quien te saque una foto…
Sus risas se oían en el patio, Alicia estaba empeñada en desarreglar a Fernando para hacerle la foto, él intentaba resistirse sin poner mucho énfasis, en realidad le encantaban esos momentos en los que se reían como si fuesen dos chiquillos. Alicia paró cuando decidió que Fernando ya estaba desaliñado, no sólo le machó la cara, también la ropa, el pelo…
-Mira qué guapo te he dejado…
La nota que Alicia había sacado con una receta nueva, quedó inutilizada por la batalla campal. Cogió la cámara e hizo la foto mientras sus carcajadas hacían sonreír a Fernando. Fernando la besó, aprisionándola contra la mesa con los brazos intentando no mancharla, Alicia le abrazó por la cintura sin pensar cómo le dejaría la camisa de grasa. Ella se olvidó de todo hasta que notó el clic de la cámara, Fernando había sacado una foto a aquel beso que se estaba volviendo muy pasional y no debía serlo… Se separaron sonriendo resignados, por suerte, oyeron llorar a Roberto y dejaron de pensar en las ganas que tenían de estar juntos. Alicia cogió a Roberto y se acomodó en la mecedora, Fernando la siguió, quería seguir disfrutando de ese momento íntimo antes de que volviesen a la rutina. Alicia se fijó que el biberón estaba a la vista, evitó reírse para no desconcentrar al niño pero sonrió mirando a Fernando. Al día siguiente iría al balneario y sería Fernando quien le diese de comer…
-He pensado –hablaba entre susurros- que esta noche podríamos probar con el biberón, así estamos los dos la primera vez que lo tome… Bueno, más bien he captado la indirecta –divertida señaló con la cabeza el biberón.
Mientras Alicia le comentaba el tema del biberón se dio cuenta que no tenían leche para hacerlo, miró el reloj de soslayo planeando cómo escabullirse a la farmacia del barrio. Esta vez se quedó de pie junto a ellos, apoyado ligeramente en la pequeña cómoda mientras Alicia amamantaba al niño, se reía cada vez que Roberto lloraba al ver que ella hablaba.
-Chica lista… -se acercó a ellos acariciando la cabeza del niño- ¿Pero me dejarás dárselo? No te veo muy dispuesta a dejarme hacerlo solo…
-Anda no seas tan desconfiado, quiero que compartamos ese momento los tres, sólo eso.
Fernando la besó, para los dos era difícil cada primera vez de su hijo, las semanas se les estaban pasando volando… Cuando Roberto terminó, Fernando le cogió, tenía que cambiarle.
-Roberto, ¿has visto no? Te toca cambiarte y mamá se escabulle, tenlo en cuenta cuando crezcas…
Cogió al niño apoyándolo contra su hombro mientras bromeaba sobre cambiarlo, por suerte habían empezado a comprar unos pañales que llevaban algo de celulosa, eran más fáciles de usar que esas gasas que había que frotar en la pila. Preparó todas las cosas para cambiarlo mientras veía cómo se reía, aprovechó para hacerle alguna fotografía. Alicia se echó a reír, Fernando la miró embelesado, disfrutaba mucho de esos momentos. Mientras dormía a Roberto, oía cómo Alicia iba de un sitio a otro preparando la mesa, en unos minutos llegarían sus amigos para la comida. Los tacones de Alicia contrastaban con el silencio del resto de la casa, Roberto disfrutaba tanto en los brazos que solía caer rendido, ese día parecía saber que tendría visitas. Fernando se sentó y lo puso en el pecho siendo mucho más efectivo que todas las vueltas que habían dado por la habitación y el pasillo. Terminó de poner la mesa y sirvió un poco de vino, sonreía pensando que Fernando tenía una paciencia increíble para dormir al niño. Llamaron al timbre, levantó un poco la voz para avisar a Fernando que abría ella. El primero en llegar no podía ser otro que Pierre, se habían convertido en inseparables, dio dos besos a Alicia mientras le enseñaba la botella de vino que había traído.
-No hacía falta que te molestases… Pasa y siéntate, Fernando está durmiendo al niño…
-Ya está dormido…
Alicia se giró y vio cómo Fernando entornaba la puerta y abrazaba a Pierre.
-Cada vez eres más eficiente…
Fernando se echó a reír mientras hacía que Alicia se sentase al lado suyo; Pierre les miraba con un poco de envidia. Al sentarse junto a Fernando se dio cuenta que, a pesar de estar hablando con Pierre y mirándole, entrelazó la mano con la de ella, aprovechó ese momento para coger un cigarro, colocarle una boquilla y fumárselo. Fernando se giró regañándole con la mirada, a pesar de ello, le encantaba ver fumar a Alicia, sus reticencias sólo tenían que ver con el niño.
-¿Qué tal los primeros reyes con el niño? Se os ve muy felices…
-Bien –Fernando se cohibió un poco, Pierre hablaba de forma muy natural de ellos, a él todavía le costaba un poco expresar sus sentimientos delante de todo el mundo- el momento de los regalos fue muy especial…
Alicia se dio cuenta que al hablar de los regalos Fernando se refugió en sí mismo por un momento, todavía quedaban vestigios de su hermetismo y le parecía adorable verle entrelazar las manos casi nervioso ante preguntas tan directas. Hablaron unos minutos sobre los regalos, Alicia les sacó una foto a los dos cuando Fernando le contó el regalo que le había hecho ella. Pierre se giró para poder entrar en el encuadre de la foto, cada día disfrutaba más de la compañía de sus amigos, era muy diferente a Fernando, pero sabía que podía contar con él para cualquier cosa y en cualquier momento. En menos de media hora ya estaban todos en casa, Fernando se encargó de servir la mesa mientras Alicia les contaba las últimas anécdotas de su hijo. Fernando había llevado las sillas de la cocina para que pudieran sentarse todos, por suerte eran de la misma altura. Se dio cuenta que todos tenían un poco de nostalgia por las fiestas que finalizaban, tanta que casi todos los temas derivaron en sus trabajos, algunos de ellos iban a celebrar una fiesta por la noche, evidentemente en casa de Pierre. Comieron entre risas y conversaciones, Pierre acaparaba la atención de todos con anécdotas de la fiesta de fin de año, habían ido muchos compañeros de la redacción y tenía muchos cotilleos. Alicia le escuchaba atentamente mientras Fernando la miraba a ella, a él no le interesaban los chismes, pero disfrutaba viendo a Alicia tan integrada en los asuntos de la redacción. El salón conjugaba los perfumes unidos al olor de la comida y el tabaco, Alicia abrió la ventana para que el salón no centrase mucho humo. Roberto estaba en su cuna en la habitación, Fernando se acercaba cada cierto tiempo para comprobar que todo estuviese bien, al sentarse se fijó que Alicia hablaba muy concentrada, tenía un cigarro con boquilla en una mano y de vez en cuando giraba la alianza, eso le hizo sonreír. Grace alabó el artículo de Fernando sobre las chicas de servicio, en ese momento estaban llevando un caso en el despacho y el artículo le había dado una idea para llevar la defensa. Fernando se quitó importancia, como acostumbraba, mientras Alicia le cogió la mano para besarla. Fue la única vez que bajó la mirada mientras jugaba con el mechero, le incomodaba cualquier tipo de halago, curioso para un hombre que había interpretado muchas veces el de un hombre cubierto de ego. Alicia le paró la mano delicadamente destacando lo mucho que le había gustado ese artículo, Fernando giró a un lado la cabeza para mirarla. Emile habló a parte con Alicia después del postre, le propuso llevar un caso muy complicado sobre recuperar los restos de unos maquis que habían asesinado en una emboscada algunos años antes. Alicia no lo dudó, quiso colaborar en ese caso, sabía que le recordaría a todo lo que sufrió tras el fusilamiento de Fernando, pero si podía ayudar a una familia que no podía descansar, lo haría, aunque sabía que probablemente no conseguirían nada. Aceptó sin dudarlo pero se fijó que Fernando estaba pendiente de esa conversación, se habían prometido cero riesgo y, aunque lo entendería, estaba segura no le haría ninguna gracia. Ella, en ese momento, no podía pensar nada más que en su gran amiga Luisa y en Ignacio.
Cuando Fernando preparó el café, Alicia sacó los regalos que habían preparado para sus amigos, todos se emocionaron, aunque a Fernando le sorprendió y sonrió ante la emoción de Pierre, no le imaginaba así. Grace fue la primera en abrir su regalo, Alicia había elegido para ella un bolso que le gustaba mucho, Alicia conocía muy bien su estilo. Emile fue el siguiente, estaba claro que aquel paquete era un nuevo maletín, pero la sorpresa fue cuando vio que era el maletín que había pensado comprarse. Alicia dejó claro que fue Fernando quien eligió el maletín, ella no sabía cuál elegir. Jean fue el siguiente en abrir su regalo, Fernando no había sabido qué comprarle, Alicia lo había visto en el escaparate y supo que le encantaría. Al abrirlo sonrió, aquella corbata era perfecta para un par de trajes que tenía. El último en abrir su regalo fue Pierre, Fernando no había dudado en qué comprarle; al ver la pluma que había elegido para él no supo qué decir. Se levantó a abrazar a Fernando, en pocos meses habían cogido mucha confianza, sintió la sinceridad en ese abrazo. A veces podía ver los inicios de la amistad con el hermano de Belle, era curiosa la vida y sus vueltas. Fernando se burló en broma de los sensibleros que estaban todos con las fiestas, la mesa estaba llena de papel de regalo, bolsas y lacitos, apenas podía distinguirse las tazas del café que habían tomado.
Jean se disculpó por tener que irse, había quedado con sus padres para pasar la tarde y vivían fuera de París, fue el primero en despedirse; poco a poco los demás también se marcharon. Fernando le dijo a Alicia que quería acompañar a Pierre, que tenía que recoger de su casa documentación para un artículo, vio cómo Alicia arrugaba la nariz pero no decía nada. Alicia recogía mientras hablaba con Pierre, Fernando se cambió en tiempo récord y se despidió con un beso mientras se ponía el abrigo y la bufanda, tenía claro que Alicia sabía que no iba a casa de Pierre. La casa se quedó huérfana al cerrarse la puerta, el silencio potenciaba que pudiese escucharse a la gente que caminaba por la calle, se sentó antes de recoger saboreando los recuerdos de esas navidades. Fernando acompañó un tramo a Pierre y se quedó en la farmacia, no tenía ni idea los diferentes tipos de leche que había y decidió llevarse dos distintas, aceptó los consejos de la farmacéutica, tomó la bolsa y salió a la calle, el aire frío le golpeó con fuerza por lo que decidió apretar el paso. Alicia salió a recibirlo a la puerta y curioseó el contenido de las bolsas mientras Fernando le relataba las propiedades de la leche que había comprado, dejaron la bolsa en un lado de la cocina.
-Si ya sabía yo que tramabas algo…
-Pensé que si te decía que no teníamos la leche para el biberón decidirías no ir al balneario…
Alicia se echó a reír negando con la cabeza, le hacía gracia que Fernando intentase adelantarse a todas sus pegas.
-Bueno, entonces esta noche no tendremos excusa ¿no? –le besó tiernamente mientras se levantaba- Pero ahora, deberíamos preparar la merienda, en dos horas tenemos que tenerlo todo preparado…
Pasaron las dos horas siguientes haciendo sándwiches, aperitivos y dulces; Alicia a la vez que preparaba iba comiendo, Fernando la miraba entre divertido y resignado. Toda la comida estaba perfectamente puesta en bandejas, podían haber invitado a los vecinos de media calle y, probablemente, no se terminarían los sándwiches. Cuando ya estaba lista la merienda, Fernando bajó al patio interior, ellos no tenían una mesa alargada que poder poner, el vecino del bajo le dijo que él sí tenía; entre los dos prepararon la mesa y las sillas. Alicia se asomó y, desde la ventana, vio cómo Fernando iba ordenando todo, estaba orgullosa de él, después de todo lo que había pasado en su vida, podía preparar con ilusión una merienda para los vecinos. Cogió la cámara y, aunque sabía que no se vería muy bien, les hizo una foto desde la ventana; Fernando miró para arriba, había notado que Alicia estaba asomada. Le hubiese gustado tener él la cámara, le encantaría tener una foto de Alicia asomada a la ventana.
Cuando se vio rodeado de la algarabía de sus vecinos, los niños corriendo por el medio del patio, Roberto envuelto en la manta, dentro de su coche, y Alicia de perfecta anfitriona se echó a reír. La vecina del primero con su vestido de flores y la bufanda, los padres de los dos diablillos intentando controlar sus movimientos, el vecino del tercero bebiendo cerveza, la vecina viuda sonriendo por primera vez en mucho tiempo… En ese momento se dio cuenta de lo mucho que había cambiado su vida y que, al contrario de lo que había pensado Alicia, jamás podría aburrirse.
Estaba anocheciendo cuando por fin se quedaron solos en el patio, ellos habían dicho que se encargaban de recoger todo, y tenían bastante trabajo por delante… Los últimos vecinos se llevaron a los niños ya medio dormidos, empezaba a notarse la bajada de temperatura y Alicia tuvo que cerrarse el abrigo mientras que el de Fernando estaba colocado en una mesa. El silencio entre los dos acompañaba los movimientos mientras recogían. Se sentó arrastrando a Alicia hacía él, estaban iluminados por los pequeños farolillos del patio, el día había sido muy intenso y Fernando estaba exhausto, sin embargo, Alicia parecía tener aún más energía que por la mañana, sacudió lentamente la cabeza al compás de este pensamiento. Alicia no había dejado de sacar fotos aquella tarde, también se hicieron una los tres juntos, Fernando empezaba a pensar que en unos meses no ganarían para álbumes. Se quedaron mirando a su hijo, dormía profundamente mientras agarraba la manta, de vez en cuando se destapaba, tenían que estar pendientes, en eso había salido a Alicia, daba vueltas y vueltas hasta que terminaba por destaparse. Alicia acariciaba el pelo de Fernando, él no dejaba de acariciarle la espalda; estaban relajados después del día ajetreado que habían tenido.
-Fernando… Deberíamos recoger, hay mucho que hacer y en un rato a Roberto le tocará la siguiente toma, tenemos que darle el biberón…
-Y tú mañana madrugas… ¿Por qué no subes y te das un baño? Yo me quedo recogiendo y pendiente de Roberto…
Alicia sonrió, Fernando hacía que todo fuese fácil, siempre estaba atento a todo, le hizo gracia pensar que en el pasado también tenía todo bajo control, pero de una forma distinta. Su carácter era así, daba igual qué estuviese haciendo, si lo hacía se concentraba y necesitaba controlar la situación. Probablemente por eso estaba tan asustado cuando llegó el momento del parto, no podía controlar nada y eso era lo que le angustiaba. Se levantó despacio, Fernando lo hizo también, de una de las casas llegaban las notas de una canción, se oían lejanamente, pero no pudieron evitar empezar a bailar muy juntos. Disfrutaron de aquel baile como disfrutaban siempre; sus risas retumbaban suavemente. Les costó separarse, pero Fernando controló la situación, tenían mucho trabajo por delante. Alicia subió a casa, antes de meterse a la bañera se asomó a la ventana, miró enternecida a Fernando mientras recogía todo lo que los niños habían manchado, guardaba los restos de la merienda, ponía las sillas en una parte del patio… Recordó esa imagen mientras llenaba la bañera, pensó que quizás era lo que Fernando necesitaba, sentirse parte de una familia, de una comunidad… Aunque no quisiese, en el pasado se había implicado en el barrio, con los vecinos, al igual que había hecho hacía unos meses; intentaba mantenerse al margen, pero no podía, le salía de forma natural. Pensó que ahora lo único que había cambiado era que podía hacerlo diariamente, que no vivía con sensación de urgencia, sabiendo que eran momentos prestados… Se metió en la bañera relajada, cerró los ojos respirando profundamente.
Al quedarse solo resopló y terminó de recoger, estiró el cuello y la espalda, empezaban a pasarle factura tantas celebraciones, estaba soñando con darse un baño hirviendo, fue encontrando diversas pertenencias que tendría que repartir al día siguiente, algún pendiente, unos guantes, los tirantes de uno de los diablillos de sus vecinos. Comprobó que todo estuviera correcto, cogió el abrigo doblado en el brazo después de colocar la basura en los recipientes, dejó las cosas debajo del coche y se encaminó a casa. Miró a Roberto, estaba despierto, en apenas una semana, había pasado de llorar en cuanto se despertaba, a esperar pacientemente a que le viesen despierto. Se agachó a besarle y en susurros le aseguró que subían ya a casa, que comería dentro de poco. Metió el coche en el ascensor, se acercó a la pared para poder cerrar la puerta del mismo; al entrar en casa olió el gel de Alicia, la puerta del baño estaba abierta mientras ella terminaba de secarse. Tuvo que tragar saliva al ver a Alicia en el baño, ella le miró intensamente, apartó la vista, debía controlarse y verla así no ayudaba… Por suerte, Roberto empezó a gimotear, lo cogió en brazos, esperó a que Alicia se pusiese el pijama y entró al baño, el olor a gel era más fuerte junto a la bañera, cerró los ojos y respiró mientras Alicia sonreía.
-Tenemos que preparar el biberón… ¿Tú sabes cómo hacerlo?
Fernando se echó a reír ante el tono de duda que notó en Alicia, fueron a la cocina, le indicó cómo prepararlo según las indicaciones de la propia farmacéutica. Alicia se fijó con la delicadeza que vertía el agua en el biberón, colocaba los cacitos y comprobaba la temperatura. Cuando estuvo listo, fueron a la habitación de Roberto, Fernando se acomodó en la mecedora  mientras dudaba de cómo coger a Roberto, Alicia sostenía el biberón, vio que Fernando estaba nervioso, le miró asintiendo para darle confianza. Fernando cogió el biberón, al principio le costó que Roberto empezase a mamar del biberón, no estaba acostumbrado, pero la paciencia de Fernando unido al hambre de Roberto, hicieron que en unos minutos estuviese comiendo en brazos de Fernando. No podía explicar la sensación que sentía al estar alimentando a su hijo, era algo mágico, algo que sólo Alicia había sentido hasta ese momento. Por un instante, envidió la intimidad que compartía con el niño, pero despejó ese sentimiento de su cabeza, le pareció una tontería. Alicia les miraba emocionada, ella no lo había contemplado desde fuera, siempre había sido quien alimentaba al niño, le gustó mucho ese cambio de papeles, ver a Fernando tan concentrado en que su hijo comiese. Mientras le daba la toma a Roberto, ella holgazaneo por la habitación, estaba un poco melancólica por el fin de las fiestas, colocó la ropa limpia en la cómoda y se divirtió viendo la maña que Fernando se daba con Roberto. Fernando sentía el calor del bebé y la mirada fija en él mientras tomaba el biberón, era difícil darle un descanso porque cada vez que lo apartaba de su boca se ponía a llorar. Cuando terminó, Fernando no pudo evitar dejar escapar una lágrima, se frotó los ojos húmedos a la vez que lo incorporaba para que expulsara el aire, Alicia le besó; cogió al niño esta vez sería ella quien le cambiase.
-¿Te apetece cenar? Puedo preparar algo rápido…
-No, no tengo hambre, no hemos dejado de merendar en toda la tarde… Además, mañana madrugo ¿no? –Fernando se rio- ¿Te duchas mientras cambio a Roberto y llevo la cuna a la habitación?
Al llegar a la habitación optó por una ducha muy rápida antes de ponerse la parte de abajo del pijama, recogió todo y al salir del baño ya estaba Alicia en la habitación colocando a un Roberto dormido. La abrazó por detrás mientras le olía sutilmente el pelo.
Fernando abrió la cama cuidadosamente, en unos minutos, estaban los dos en la cama, abrazados, con la luz apagada; Roberto dormía en la cuna en el lado de Alicia.
-Han sido los mejores reyes en años, en muchos años…
-Yo te gano… Han sido mis primeros reyes y te aseguro que ha merecido la pena… Ha sido increíble… Pero esto no ha hecho nada más que empezar, imagina cuando Roberto se ilusione, se despierte pronto para abrir los regalos… Será muy especial…
Cerraron los ojos y respiraron el olor del otro, nunca olvidarían aquel día, aunque a partir de ese día, podrían recordar todos los momentos especiales con más detalles, coleccionarían fotos y fotos de esos momentos. La primera sensación de las sábanas frías unido al olor del jabón con las que lavaban fue lo último que recordaron de ese día. Alicia se durmió antes que Fernando, él la besó en la frente, susurró “te amo” y cerró los ojos dispuesto a dormirse feliz.
__________________________________________________
**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!!
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