Fernando Solís & Alicia Peña  
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Alicia llevaba unos minutos despierta, el día anterior había hecho un año que habían llegado a París, habían pasado el día en casa, disfrutando de su familia, de Roberto, de ellos dos. Sabía que Fernando había querido esperar para celebrar su cumpleaños y el aniversario de la llegada a París a la vez; cumplía 32 años y no podía ser más feliz. No tenía ni idea de lo que había preparado Fernando para aquel día, llevaba días intentando sonsacarle pero lo único que había conseguido que le dijese era que no debía hacer planes en todo el día. Antes de despertar a Fernando repasó mentalmente lo que había supuesto aquel año en sus vidas, en especial en el suya, había construido una vida que sólo se permitió soñar durante mucho tiempo, había sido madre, profesionalmente las cosas no podían irle mejor e incluso, por primera vez en su vida, ejerció el derecho al voto. Respiró profundamente con una sonrisa en los labios disfrutando de los primeros rayos que se filtraban por la ventana y el calor de la cama que compartía junto con Fernando. Estiró los brazos que aún tenía morenos de las vacaciones por las que ya sentía nostalgia. Al mirar hacia la mesilla vio la foto de los tres en Marsella, habían sacado muchas fotos de sus vacaciones, dos álbumes enteros; pero esa foto le gustaba especialmente. Pasaron solos el último día, después de varios días conociendo la ciudad junto a Antonio y Liberto, agradecieron aquel último día solos en la playa. La vuelta a la rutina había sido dura, Fernando pasó los dos primeros días regresando antes de la redacción para terminar escribiendo sus artículos en casa, ella llamaba más veces de las necesarias para saber de Roberto. Miró hacia la cuna, su hijo dormía tranquilamente; se acercó despacio a Fernando, le besó el cuello consiguiendo que se removiese y se frotase los ojos mirándola.

Fernando se estiró con cuidado mientras la miraba en silencio con una sonrisa, era consciente de su impaciencia y se planteó hacerle rabiar con el regalo pero al final, como siempre, cedió a su petit Alice. Miró el reloj y suspiró, eran poco más de las seis de la mañana, aun así, se incorporó y la besó.
-Feliz cumpleaños Alicia.
-Gracias…
Empezó a besarle, se echó a reír todavía adormilado; la abrazó llevándola hacia él.
-32 años… Ya no eres una niña…
La mirada de Alicia le hizo reír a carcajadas, daba igual cuántos años pasasen, le encantaba la forma en que siempre respondía a sus piques, exactamente igual que lo hacía 13 años tras. La besó y se giró para sacar algo de la mesilla; le puso delante un pequeño paquete. Lo cogió emocionada, Fernando se apoyó en el cabecero sin dejar de mirarla; desenvolvió el papel rasgándolo, respiró hondo elevando la cajita ante sus ojos. Aquella vez no había intentado buscar el regalo, sabía que ya lo había comprado, de hecho intento tirarle de la lengua, pero se prometió a sí misma que esperaría a la mañana de su cumpleaños. Abrió la caja despacio, Fernando la miraba expectante, esperaba que le gustasen pero en esas cosas nunca estaba seguro. Al ver los pequeños pendientes que Fernando le había regalado no pudo evitar que se le escapase una lágrima.
-Gracias mi amor, son… Preciosos…
-¿De verdad? ¿Te gustan?
-Claro que me gustan.
Empezó a besarle mientras repetía “gracias” con cada beso, Fernando se echó a reír, le encantaba su reacción ante cualquier regalo, en realidad, le encantaba ella.
-Me encantas, te amo Alicia.
-Te amo mi amor…
En ese momento oyeron a su hijo, estaba jugando con el chupete, Alicia se incorporó para cogerle. Roberto era tan sólo un proyecto en su anterior cumpleaños, los últimos meses en Madrid no fueron un camino de rosas y ese cumpleaños era mucho más especial que cualquier otro. El niño se agarró a su mano, por un momento pensó que sabía qué día era, sonrió casi imaginándose el momento en que el propio Roberto la felicitase dentro de unos años, Fernando adivinó sus pensamientos.
-Roberto, -acercó la cara a su hijo- ¿a que mamá está hoy más guapa que nunca? -Alicia sonrió y les besó a los dos- Roberto está de acuerdo conmigo –miró a Alicia sonriendo- y también quiere felicitarte, por supuesto.
Se echó a reír emocionada, besó a Fernando y se acercó a su hijo para olerle, Fernando se levantó despacio, subió un poco la persiana y sonrió al ver que el cielo estaba despejado. Alicia le miró entrecerrando los ojos, si quería buen tiempo sería que pasarían el día fuera… Fernando notó esa mirada y se echó a reír, la besó en el pelo mientras se ponía las zapatillas.
-No pienso decirte nada hasta que llegue el momento… Voy a preparar el biberón para Roberto y hago el desayuno, quédate en la cama con el niño…
Alicia cerró los ojos acunando a su hijo, era su primer cumpleaños siendo madre, nunca podría describir lo que sentía al tener a Roberto en brazos, al besarle, cambiarle, darle el biberón, jugar con él… El niño manoteó su cara, estaba cansado de esperar para jugar, le apoyó en la cama y empezó a hacerle cosquillas, disfrutaba con esos momentos tanto como su hijo.
Caminó hacia la cocina con paso lento, al entrar sintió el frío de la cocina, se abrochó los botones de la camisa del pijama y comenzó a preparar el desayuno. No dejaba de sonreír, ya hacía un año que compartían su vida juntos, un año en que les habían pasado muchas cosas. Oyó las risas de su mujer y su hijo y se emocionó, se frotó los ojos concentrándose en el desayuno, el biberón lo prepararía lo último para que no se quedase frío. Preparó café y zumo, puso en una bandeja croissants, brioches y los bombones preferidos de Alicia que habían comprado el día anterior, y preparó tostadas y crepes. Sonrió pensando que había esperado que Alicia se despertase más tarde, el ramo de rosas lo llevarían dentro de unas horas, había pensado posar una rosa blanca en la bandeja del desayuno. Cuando lo tuvo todo en la bandeja, puso el agua a calentar, se sentó a fumar un cigarro, los últimos días había estado preparando todo lo que harían ese día, esperaba que todo saliese bien. Los dos cumpleaños que había pasado con ella lo hicieron a solas, el primero escondidos de todos, en una situación muy peligrosa pero consiguiendo disfrutar el día, el segundo ya en París, haciendo realidad lo que en el pasado imaginaron, recorriendo la ciudad, paseando de la mano, besándose; en aquel momento todavía no conocían a nadie. Pensó en cómo había cambiado su vida desde que habían llegado a París, tenían su propia familia y, además, una familia de amigos, se sentían parte de un grupo y eso era algo que hacía mucho que no sentían. Quizás por eso había renunciado a celebrar el cumpleaños a solas con ella, él siempre buscaba la intimidad en los momentos importantes, pero estaba seguro que a Alicia le encantaría comer con todos sus amigos, incluso tenía una sorpresa que, esperaba, no acarrease ningún problema para Pierre y Diane… Apagó el cigarro y terminó de preparar el biberón, Alicia vagueó en la cama y se dio cuenta de los cambios que Roberto tenía día a día, se mordió el labio pensando si sería pronto para pensar en la posibilidad de estar otra vez embarazada, por suerte la entrada de Fernando desvió su atención y la de Roberto. Entró con el biberón para Roberto y lo dejó en la mesilla, cerró los ojos disfrutando de las risas de los dos, les besó y volvió a por la bandeja. Antes de salir con la bandeja disfrutó con la mezcla del olor del café y las naranjas recién cortadas, siempre le producía sensaciones de haber encontrado, por fin, ese lugar que todos ansiamos. Alicia se sorprendió por todo lo que había preparado de desayuno, no sabía por dónde empezar; Fernando se rio al ver su indecisión mientras empezaba a darle el biberón a Roberto. La pasión que su hijo tenía por Fernando sólo era comparable a la que tenían ellos cómo padres, muchas veces se reía por cómo se tiraba hacia él ignorándola por completo, ese día era cómo si supiese la fecha que marcaba el calendario. Fernando disfrutó viendo comer a Alicia mientras Roberto intentaba coger todas las cosas de la bandeja; realmente no existía otra forma mejor de pasar el tiempo. Alicia no dejaba de sonreír mientras desayunaba, Fernando alargó la mano hacia la mesilla, tenía preparada la cámara, le parecía que estaba preciosa recién levantada, despeinada, con el camisón arrugado y cogiendo uno de los bombones. Se echó a reír después de posar para la foto, alargó su mano ofreciéndole un bombón a Fernando, vio cómo Roberto alargaba sus bracitos hacia el bombón.
-Cariño, todavía no puedes comer bombones… -se acercó a besarle mientras Fernando les miraba embobado- Estoy segura que cuando puedas, te encantarán.
-Pero no tengas ninguna prisa –Fernando se agachó junto a su hijo- todavía queda mucho y tenemos que disfrutar…
Alicia le miró sonriendo, sabía lo que le costaba a Fernando pensar que su hijo crecería y dejaría de ser ese niño al que podían acunar en sus brazos; volvió a pensar en cuándo se quedaría de nuevo embarazada. Fernando la besó intentando alejar sus pensamientos y saboreó el bombón que aún no había comido; Alicia cogió la cámara y alargó el brazo para sacar una foto de los tres. Si tenía que elegir cómo pasar su cumpleaños, no había mejor forma. Por un momento recordó el último cumpleaños que pasó cuando todavía vivía con Álvaro, hacía unos meses que había pasado lo de Angulo, ella estaba realmente mal, apenas hablaba con Álvaro. La noche antes, él preparó una cena romántica, había mandado a Pedrito y Marcela a casa de la tía, le miró de forma muy dura, llevaba días intentando acercarse a ella de forma íntima. Tuvieron una discusión muy agria, finalmente Álvaro había hecho referencia a Fernando, a que estaba obsesionada con un muerto; estuvo a punto de tirar las cosas de la mesa, sentía una rabia inmensa, le miró casi con repulsa y salió de casa.
Pasó la noche y el día siguiente en su despacho, dejó el teléfono descolgado y se puso a leer algunos expedientes, todavía no tenía muchos casos que llevar, pero, para su sorpresa, le habían encargado dar una conferencia en la universidad y se pasó el día preparándola.
Fernando notó un leve temblor en las caricias que Alicia le hacía a Roberto, se quedó mirándola serio sin saber cuál era el motivo de esos ojos casi lagrimosos, de la mirada perdida y seguía sin saber si tenía derecho a remover todos esos recuerdos de los que él, en gran parte, se sentía culpable. Tragó saliva pensando que le encantaría poder borrar todos esos malos recuerdos, con cautela alargó la mano para acariciarle la mejilla, Alicia sonrió débilmente. Notó perfectamente la forma de tragar saliva de Fernando, la mirada entristecida y culpable e intentó sonreír cómo si no sucediera nada pero esa técnica también le había acarreado muchos problemas y prometieron que no habría esos silencios entre ellos. Roberto parecía ajeno a los sentimientos y pensamientos de sus padres, seguía intentando moverse por la cama sin mucho éxito, colocó a su hijo sobre ella y se acercó más a él.
-Fernando… Soy la mujer más feliz del mundo, el pasado es sólo eso, pasado. Me hacéis feliz sólo con teneros en mi vida, no puedo pedir más. –le vio sonreír, sabía que si compartía con él su recuerdo le haría sentirse mal, pero no quería ocultarle nada- Pero mis cumpleaños en Madrid… Desde que te fuiste nunca fue fácil cumplir años –notó cómo bajaba la mirada, le cogió por la barbilla para que la mirase- no te lo digo para reprochártelo, no quiero callarme nada. Hace un momento he recordado el último cumpleaños que pasé cuando todavía seguía con Álvaro… -hablaba con cautela esperando su reacción, Fernando la miraba transmitiéndole una seguridad que probablemente él no sentía- La noche anterior preparó una cena, hizo que nos quedásemos solos en casa… Yo no podía ni mirarle a los ojos, imagínate cenar con él… Llevaba varios días intentando acercarse a mí, volví a rechazarle y… Bueno, al final me fui al despacho aquella noche y pasé allí mi cumpleaños…
Fernando estaba haciendo verdaderos esfuerzos por no levantarse de la cama y empezar a andar por la habitación, notó culpabilidad en la voz de Alicia cuando dijo que le había vuelto a rechazar, ¿cuántas veces la había puesto en esa situación sin pararse a pensar que la pasaba algo? ¿Es que no podía ver que Alicia había cambiado, que estaba destrozada? ¿Lo único que quería era volver a tener intimidad con ella? Nunca había querido empañar la imagen impoluta de Álvaro pero hervía al escuchar ciertas confesiones de Alicia, no podía comprender que alguien pudiera ser tan egoísta y estar ciego ante la delicada situación que pasó Alicia. Lo tenía por un hombre inteligente pero desde hacía poco más de un año se planteaba si eso era cierto o no. Estaba seguro que todas las personas vinculadas con el caso de Angulo ataron cabos y él fue incapaz durante años. Respiró fuerte, se pasó la mano por el pelo e intentó cambiar la posición en la cama para estar justo de frente a ella. Alicia le miraba sin saber qué le pasaba por la cabeza, la sonrió y besó en el pelo.
-Lo siento mucho Alicia, siento todos los cumpleaños que no pasamos juntos, cada hora de cada día que hemos pasado separados…
-No, Fernando, no te lo he dicho para que te sientas culpable; ahora ya no importa, todo lo que hemos pasado por separado nos ha llevado hasta donde estamos hoy, es lo único importante.
Fernando sonrió con un nudo en la garganta, le impresionaba la capacidad que tenía Alicia para seguir adelante, le cogió las manos besándoselas.
-Nunca más volverás a pasar sola un cumpleaños, te doy mi palabra.
-Sé que así será, Fernando.
Alicia siempre se sentía mejor cuando confesaba todos esos episodios, de alguna forma los expulsaba de su mente al enfrentarlos, miró la tostada y la mirada opaca de Fernando, decidió que ni Angulo ni Álvaro ni ningún recuerdo merecían la pena empañar un sólo momento más de sus vidas. Cogió la tostada y manchó la nariz de Fernando, él se echó a reír mientras se limpiaba, cogió a Roberto y juntos empezaron a hacer cosquillas a Alicia. Las risas volvieron a resonar en toda la habitación y los malos recuerdos dejaron de estar presentes; juntos habían superado muchas cosas y juntos superarían cada mal recuerdo que tenían.
Fernando miró el reloj, sonrió y se levantó de la cama, Roberto se había quedado dormido después de las cosquillas, le metió en la cuna riéndose del manoteo que le había dado al notar que le movía. Le arropó con cuidado, Alicia les miraba sonriendo, se estiró en la cama haciendo que Fernando se echase a reír.
-Me voy a duchar, puedes quedarte todavía un rato en la cama, el día va a ser largo…
Alicia le tiró un cojín que esquivó, le cogió, se le lanzó y él si la dio a ella.
-Más te vale que el día merezca la pena…
Volvió a lanzar el cojín y esa vez Fernando se quedó quieto, cerró los ojos al sentir el cojín y escuchó la carcajada de Alicia.
-Eres una gamberra… -se acercó a besarla- Pero deberías portarte bien, puedes quedarte sin sorpresas…
Volvió a besarla tomándose su tiempo, Alicia hizo que volviese a sentarse en la cama, pero notó que no se relajaba. Fernando se incorporó despacio dejándose embargar por las sensaciones que le producía estar ese día con Alicia, ese día y todos. Suspiró, volvió a mirar el reloj y se fue al baño, tenía que ducharse justo en ese momento. Cuando cerró la puerta del cuarto del baño, Alicia colocó la almohada remoloneando en la cama, llevaba unos días bastante cansada además ese día era más especial por lo que tenía que por aquello que podía ofrecerle en sí la vida. Disfrutó de Roberto mientras escuchaba a Fernando con los aparejos para afeitarse. Mientras se duchaba no dejaba de estar pendiente, oyó a Alicia subir la persiana, justo en ese momento sonó el timbre, se mordió el labio esperando oír las risas de su mujer.
Alicia se levantó de la cama molesta, se puso la bata mientras miraba a su hijo que seguía dormido; salió descalza al no encontrar una de las zapatillas. Cuando abrió no supo qué decir, la chica que tenía delante le preguntó si era la señora Peña, se echó a reír pensando en Fernando dando su apellido en vez de Señora de Solís. Le dio una propina a la chica y cogió el ramo de rosas blancas más grande que había visto en su vida. Al cerrar la puerta gritó el nombre de Fernando, él estaba riéndose mientras le caía el agua; puso agua en el jarrón, en ese momento entendió por qué Fernando no había querido reponer las flores marchitas unos días antes. Dejó el jarrón sobre la mesa, cuando iba a girarse para ir al baño vio una tarjeta, la cogió despacio, le temblaban las manos, estaba escrita por él.
“No podemos celebrar tu cumpleaños sin rosas blancas. Siempre habrá rosas, y siempre lo celebraremos juntos. Te amo petit Alice, feliz cumpleaños”
32 rosas blancas, Alicia las colocó varias veces hasta que quedaron a su gusto, se acercó a olerlas y sabía que sonreía como una chiquilla. Después de tantos años fue consciente de lo importante del gesto de Fernando al regalarle flores en el cumpleaños que pasaron en el piso franco, se mordió ligeramente el labio al pensar que Belle era la única mujer de la vida de su marido de la que nunca había sentido celos y le alegraba profundamente pues no sería justo ni racional. Se llevó la tarjeta al pecho y fue a la habitación, guardó la tarjeta en el primer cajón de su mesilla, donde tenía la tarjeta del ramo de rosas del día de su boda. Oyó que Fernando cerraba el grifo, al entrar al baño le vio cogiendo la toalla, dejó que se secase y se acercó a él.
-Gracias Fernando…
Le besó suavemente, Fernando sonrió al notar el temblor de sus manos.
-No es muy original, pero te gustan tanto…
-Te amo, no podría ser más feliz…
Empezó a besarle despacio, Fernando la abrazó atrayéndola hacia él, se dio cuenta que la estaba mojando, se iba a separar pero ella no le dejó. Siguió besándole lentamente, le cogió la mano y le llevó hasta la habitación, Fernando le quitó la bata, Alicia se echó a reír pensando en el fastidio que había sentido al tener que ir a abrir la puerta. Olvidó sus pensamientos al notar las manos de Fernando recorrer su espalda para quitarle el camisón; la cogió en brazos dejándola sobre la cama y empezó a besarla muy despacio. No entendía como había vivido tantos años sin esos momentos, habían perdido un tiempo muy valioso, ahora sólo podía pensar en hacerla feliz, en besarla, verla reír, hacer el amor con ella… Alicia acarició su pelo enredando sus dedos en él, Fernando sonrió al notar el tacto de sus manos y dejó de pensar para dejarse llevar por todas las sensaciones que le provocaba estar con ella.

Alicia encendió un cigarro sin dejar de sonreír, respiró profundamente y se apoyó sobre Fernando que tenía los ojos cerrados; le vio sonreír cuando se acomodó sobre él. Se mordió el labio al tener una sensación extraña, no quería compartirlo con Fernando, era muy pronto siquiera para pensarlo, pero de pronto tenía la certeza de que estaba embarazada. Dio una calada intentando borrar esa idea de su cabeza, si lo estaba era imposible que lo hubiese notado, de hecho lo más probable era que la emoción del día le estuviese jugando una mala pasada… No miró a Fernando, sabía que notaría que estaba pensando en algo, le abrazó fuerte cerrando los ojos y pensando en las sorpresas que estaba segura habría preparado para aquel día. Fernando la besó el pelo mientras cogía el cigarro y daba una calada, de pronto, Alicia notó que se incorporaba de golpe, le vio mirar el reloj abriendo mucho los ojos.
-¡Mierda! Es tarde… -se llevó la mano al pelo sabiendo que había metido la pata- Alicia… Tengo que salir un momento –se estaba vistiendo con lo primero que encontraba en el armario- mientras, puedes ir duchándote…
Le había dado la tos por la calada tan profunda al cigarro al darse cuenta la hora que era, escuchaba a Alicia reírse detrás de él mientras intentaba vestirse lo más rápido posible.
-¿Tienes que salir? –le miró entrecerrando los ojos- No puedes asustarte porque sea tarde, decirme que tienes que salir y no darme una pista…
-No seas impaciente… Es una sorpresa que te va a gustar, pero tengo que irme ya, de verdad…
Alicia torció el gesto y tiró suavemente de su mano para que se acercase, le besó en el cuello y le susurró al oído que regresase pronto. La besó una vez más, miró a su hijo, le arropó y salió de casa a toda prisa; tuvo que abrocharse el abrigo bajando las escaleras y sorteando a sus vecinos. Al llegar a la calle volvió a mirar el reloj, era tarde, esperaba que no se hubiese ido.
Cuando oyó cerrarse la puerta se levantó de la cama y se puso la bata, no sabía a donde irían aquel día, pero decidió ponerse un vestido que aún no había estrenado. Le gustaba mucho, era ligero y creía que le quedaba bien; sin darse cuenta se llevó la mano al vientre, cerró los ojos casi deseando que pasasen los meses hasta el momento en que se quedase embarazada. Movió la cuna hacia la puerta del baño y fue a ducharse, sentir el agua fría la despertó del todo, estaba preparada para toda la emoción de aquel día.
Llegó a la estación de autobús casi sin aliento, había pensado en coger un taxi, pero se había olvidado la cartera en casa, de hecho, había salido sin llaves ni tabaco. El autobús habría llegado hacía más de media hora, miró hacia los lados pensando donde podría haber ido al no verle allí; se pasó la mano por el pelo castigándose por haber estropeado la sorpresa. Justo cuando iba a volverse la vio sentada en un banco, estaba fumando y parecía tranquila; se acercó a ella con grandes pasos, cuando le vio tiró el cigarro y se levantó a abrazarle. Fernando respiró al ver a Macarena totalmente mezclada con los diversos viajeros de la estación.
-Macarena, siento haber tardado, se me ha ido la hora y…
-¡No te preocupes! El autobús ha llegado con retraso, casi no he esperado nada…
Fernando se sorprendió al ver cómo le saludaba mientras comenzaba a divagar y detallarle el viaje, se echó a reír ante le efusividad de su relato. Le parecía alguien con encanto, con chispa y estaba seguro que, si las circunstancias hubieran sido otras, hubieran sido un buen equipo las tres juntas. Sonrió al pensar que era la misma Macarena que recordaba después de haberse recuperado de la impresión de reconocerle por la foto; pensó en Pierre, esperaba que no se sintiese incómodo. Cogió la pequeña maleta de Macarena mientras le indicaba la salida, en el camino hacia casa hablaron de las novedades, ella le contó mucho sobre el trabajo, el bufete, sobre Inés y Mauro, la niña; Fernando no dejó de hablarle de Roberto, de Alicia, de su vida… Fernando les había llamado, sabía que probablemente Inés no pudiese ir, su hija era muy pequeña, pero tenía la esperanza de que Macarena aceptase la invitación. Se echó a reír al pensar que Macarena le había contagiado su entusiasmo, se turnaban para hablar y no dejaron de hacerlo en todo el camino.
Alicia había tenido que apurar el tiempo para no recibir la sorna de Fernando sobre lo mucho que tardaba en arreglarse, estaba intrigada ante su salida misteriosa pero nada le hacía presagiar que encontraría a su gran amiga Macarena delante de ella. Estaba poniéndose los pendientes cuando oyó el timbre, había visto que Fernando se había olvidado todo en casa, Roberto estaba jugando en la manta en el salón, tenía todos los juguetes desperdigados, pensaba que de un momento a otro echaría a gatear intentando coger alguno que estaba alejado. Se puso los zapatos mientras se levantaba, abrió con una sonrisa esperando encontrarse a Fernando, cuando vio a Macarena se quedó helada. No pudo reaccionar ante el abrazo que le estaba dando su amiga, Fernando las observaba justo detrás de ellas.
-¿Macarena? Pero…
Ella se echó a reír, nunca pensó ver a Alicia sin palabras, volvió a abrazarla y esa vez sí notó como Alicia la abrazaba sinceramente. Fernando sonrió emocionado, sabía lo mucho que echaba de menos a sus amigas, sólo por ver su mirada merecía la pena haber tenido que dejarla sola en casa un rato.
-Macarena, pasa –la cogió del abrazo haciéndola entrar- tenía tantas ganas de verte que no he sabido qué decir… -Fernando cerró la puerta de casa, Alicia le dedicó una de esas miradas que sólo ellos dos entendían- Te voy a presentar a la persona más importante de esta casa.
Cogió a Roberto que protestó porque estaba jugando con uno de sus peluches preferidos; Fernando se puso al lado de Alicia y puso una mano sobre su espalda.
-Nuestro hijo Roberto, -Macarena le cogió con cuidado y le besó la frente, para sorpresa de los tres, se calmó en sus brazos- parece que le has gustado…
Los tres se echaron a reír, Alicia había tardado algo en reaccionar pero Fernando movía la cabeza al escuchar la cháchara de las dos, prácticamente se pisaban las frases e intentaban preguntar sin dar tiempo a responder. Macarena no dejaba de jugar con el niño, Fernando las dejó solas para preparar un poco de té, preparó también un plato con dulces, del salón llegaban las risas de las dos, no pudo más que sonreír. Alicia le preguntó por todo, por Inés, Mauro y su hija, por el bufete, por los casos que llevaban, por los cambios en su vida, le preguntó si tenía alguien importante; Macarena tampoco dejó de preguntarle cosas, aunque muchas ya las sabía por Fernando. Roberto parecía entusiasmado con el pelo de su nueva amiga, era casi imposible sacarle los mechones de las manos y la risa pizpireta de Macarena era un incentivo para el pequeño. De pronto, Macarena se quedó callada, Alicia la miró extrañada.
-¡Ay! Vengo para eso y se me olvida… ¡Felicidades Alicia!
-Gracias –se echó a reír al ver la cara de apuro de su amiga- pero con verte ya me has felicitado…
Macarena abrió la maleta para sacar un paquete, lo dejó en las manos de una Alicia que ya estaba emocionada. Lo desenvolvió con rapidez, cuando vio el bolso y la cartera a juego sonrió, le gustaba mucho el estilo, estaba segura que lo había elegido Inés.
-Espero que te guste… Es de parte de las dos, y bueno, este otro es para Roberto, como cuando nació no pudimos venir…
Alicia la abrazó antes de abrir el regalo para su hijo, Fernando contemplaba la escena desde el quicio de la puerta, ver a Alicia tan feliz hacía que se quedase mirándola sin pensar en nada más. Besó a su hijo, que seguía sentado sobre su amiga, y empezó a abrir el regalo del niño con cuidado, sonrió al ver un traje de verano con un gorro a juego, se lo enseñó a su hijo y pensó que lo estrenarían ese día.
-Gracias Macarena… Es perfecto, todo…
Fernando se acercó con la bandeja, la posó en la mesa mientras se sentaba junto a Alicia, sonrió cuando vio a su hijo tan tranquilo jugando con Macarena. Alicia sirvió el té y siguieron hablando de las novedades, sin que Macarena se diese cuenta, susurró en el oído de Fernando “te amo”. Acarició la mano de Fernando bastante emocionada, era inmensamente feliz en París y tenía muchos más amigos y amigas de los que había conocido en su vida, pero Macarena e Inés formaban parte de una etapa de su vida ligada a esa vida, precisamente. Fernando se comportó como un perfecto anfitrión encargándose de ponerle bebida y comida a una Macarena que no dejaba de sonreír, en el salón confluían los perfumes de ambas unidos a la fragancia de las rosas. En media hora se habían puesto al día de todos aquellos meses que habían estado separadas, no dejaron de hablar y hablar, Fernando se limitaba a observarlas, sonreír y hacer algún comentario sobre Roberto, que seguía con Macarena. Alicia sintió una pequeña punzada de nostalgia al no poder compartir esos momentos con Inés pero la alegría de Macarena le hizo olvidarlo rápidamente, le encantaba su personalidad tan fresca, tan directa y observaba a un Fernando que no podía evitar reírse con sus comentarios. Fernando aprovechó que Alicia quería enseñarle la habitación de Roberto para irse a cambiar de ropa, se había vestido sin fijarse en nada y tenía una pinta horrible. Incluso con la puerta de la habitación cerrada, podía escuchar la risa de Alicia, sonrió emocionado, por un momento tuvo ganas de gritar lo feliz que se sentía, se echó a reír pensando que eso era más propio de su mujer que de él. Alicia le enseñó orgullosa la cuna, una cuna que empezaba a quedársele pequeña, aun así, se la mostró sonriendo y asegurándole que la había hecho Fernando. Macarena la miró casi con la boca abierta, no se imaginaba a Fernando pasando horas para hacer aquella preciosidad; Alicia hizo que se sentase en la mecedora, Macarena se emocionó al ver cómo Roberto iba tranquilizándose al notar el vaivén. Alicia la miraba feliz, por un momento pensó en Pierre, en si ella había pensado en él al saber que visitaría París, se mordió el labio evitando preguntarle nada.
Fernando escogió el traje que más le gustaba a Alicia, aunque no le había dicho nada porque estaba Macarena, Alicia estaba impresionante y quería estar a su altura. Antes de salir se miró en el espejo, se rascó el pelo pensando que eso tampoco era propio de él, finalmente se echó a reír sabiendo que Alicia hacía posible lo imposible. Entró despacio a la habitación, se fijó en la mirada de Alicia, le miraba con una sonrisa que sabía exactamente qué quería decir. Macarena se disculpó para ir al baño, dejó a Roberto en brazos de Fernando y salió; Fernando se acercó a Alicia y le olió el pelo.
-Alicia… Estás impresionante –ella se echó a reír- me va a costar mantenerme alejado…
Le besó intensamente, por suerte Roberto manoteó dormido y recordaron que Macarena regresaría en unos minutos.
-No quiero que te mantengas alejado… Además, tú tampoco estás nada mal…
Fernando se echó a reír y le besó la nariz; realmente le iba a costar pasar todo el día rodeados de sus amigos…
-Fernando, ¿dónde se quedará Macarena?
-Bueno –se rio en voz baja porque no sabía si lo decía porque quería pasar todo el tiempo posible con ella o porque quería saber si podrían estar solos con su hijo en algún momento del día- si quieres puede quedarse en casa, pero Grace le ha ofrecido su casa y por la tarde… -se mordió la lengua, para haber sido espía, últimamente estaba muy torpe- Por la tarde ya veremos.
Alicia soltó una carcajada porque se había dado cuenta que había estado a punto de desvelar una de las sorpresas. Le volvió a besar y cogió a Roberto, le dio pena tener que cambiarle porque se iba a despertar, pero quería que, fuesen donde fuesen, su hijo estrenase el traje que le habían comprado sus amigas. Macarena regresó justo cuando Alicia terminaba de preparar a Roberto, vio salir a Fernando de la habitación sin decir nada, regresó en unos segundos con la cámara en la mano. Alicia sonrió acercándose a Macarena y dejando en sus brazos a Roberto, posaron felices para la foto, Fernando las miraba y sonreía tanto que llegó a pensar que parecería bobo. Guardó la cámara en la bolsa de Roberto, fue a por los carretes que había comprado el día anterior, estaba seguro que terminarían gastándolos todos.
-¿Están listas las señoras?
-Por suerte, señorita todavía –se echaron a reír al oírla- pero sí, yo estoy lista.
-Yo también  pero… ¿a dónde vamos?
-Eso es información secreta –Fernando la miraba divertido calculando hasta dónde llegaría su paciencia, le pasó el bolso y se adelantó hacia la puerta- lo descubrirás cuando llegue el momento…
Alicia le miró torciendo el gesto, Macarena asistía divertida a aquella escena, le gustaba mucho ver a Alicia tan relajada, tan fuera de su papel de eficiente abogada. Fernando abrió la puerta cediéndoles el paso, ellas salieron juntas y llamaron al ascensor, Fernando se encargó de cerrar la ventana y asegurarse que todo estaba apagado, cogió el coche y salió.
-Podéis bajar vosotras primero, con el coche no cabemos los tres en el ascensor.
Macarena se acercó a darle un suave beso a Roberto, y entró al ascensor, Alicia se acercó, le besó suavemente en el cuello y siguió a su amiga. Fernando se quedó mirando la puerta cerrada, se agachó junto a su hijo y le susurró lo feliz que le hacía tenerles a él y a su madre en su vida. Las risas de Alicia y Macarena retumbaban en el portal mientras llamaba al ascensor, cuando llegó al bajo, se dio cuenta que ya habían salido a la calle, saludó al portero y salió del portal. No había sido su intención, pero sin querer escuchó a Macarena decir, palabras textuales suyas, que tenía algo parecido a un novio. Evitó echarse a reír mientras se acercaba a ellas respirando tranquilo, al preparar las sorpresas se había quedado preocupado pensando si un encuentro entre ella y Pierre tendría alguna consecuencia, esperaba que su amigo no se sintiese incómodo. Alicia le vio acercarse con cautela, imaginaba por qué, pero sabía que a su amiga no le importaría que la hubiese oído. Besó a Fernando mientras Macarena les pedía llevar a Roberto, Fernando pensó divertido si conocer a su hijo haría que ella quisiese tener uno propio y acelerase las cosas con ese algo parecido a un novio. Abrazó a Alicia mientras empezaban a caminar, a pesar de haberse puesto al día, seguían charlando animadamente, aun así, Alicia no dejaba de fijarse en las calles por las que pasaban. Fernando sabía que su mujer se impacientaba, no soportaba ignorar los preparativos del día y esperaba que no se decepcionase ante las cosas tan sencillas que había organizado. Ir por la calle abrazándola todavía le parecía algo raro, evitar que cruzara los semáforos en rojo, guiarla con la mano que llevaba en su cintura para evitar que chocara porque iba hablando distraída; sonrió moviendo la cabeza ante las risas sonoras que producían las dos juntas. Alicia no tenía ni idea de a dónde iban, cambiaban de rumbo constantemente; miró a Fernando arrugando la nariz, él se echó a reír.
-Está bien… Dejaremos de pasear por la ciudad, Macarena tenía que conocer las calles parisinas ¿no?
Ella les miró divertida, vio cómo Alicia hacía cosquillas a Fernando y se rio a la vez que él; Alicia se mordió el labio pensando si se sentiría incómoda pero notó que no le daba importancia.
-Más te vale que vayamos a algún sitio, Fernando Solís… -se separó suavemente de él haciéndole una mueca- No querrás que termine enfadada el día de mi cumpleaños…
Fernando se rio suavemente y volvió a abrazarla, siguieron caminando, en ese momento ya con un rumbo fijo. Alicia se sentía feliz sin peros ni otro tipo de matiz, andaba desubicada ante la sorpresa de Fernando, aunque compartir ese día o cualquier otro con Macarena ya era un regalo. Ellas dos siguieron hablando, en ese momento de las vacaciones, Fernando intervenía en algún momento pero dejaba que ellas llevasen la voz cantante. Veía cómo Alicia seguía atenta a las calles por las que pasaban, además caminaba de forma rápida, imaginaba que seguía sin tener ni idea de a dónde iban, en unos minutos llegarían. Sonrieron ante la llamada de atención de un Roberto que pronto no tendría espacio, tampoco, en el coche que compraron. Poco a poco se acercaron a una zona apartada con pequeñas casas muy seguidas, le miró interrogante, si no conociese a Fernando, pensaría que una de esas casas sería el regalo. Se echó a reír ante ese pensamiento, no se veía a sí misma viviendo en una zona tan alejada y mucho menos a Fernando en una de esas casas. El barrio residencial era un contraste claro con la zona dónde ellos vivían, apenas había ruido, los coches circulaban a poca velocidad y los niños a esas horas estaban en los colegios aún, el silencio sólo era roto por el sonido de las ruedas del coche del niño y los comentarios de una Macarena que parecía más feliz que nunca. Fernando intuyó qué estaba pensando su mujer, con una sonrisa le acarició el pelo y se acercó a su oído.
-Sólo venimos de visita… -Alicia se estremeció al sentir tan cerca su aliento- Aunque no sea nuestro tipo de casa, para pasar un día está bien ¿no?
-¿Y vamos a pasar el día nosotros cuatro?
Macarena estaba en un segundo plano, quería dejarles un poco de intimidad, además, le encantaba observar a Roberto.
-Bueno, nosotros cuatro y más amigos…
Alicia le miró abriendo los ojos, pensó en Diane, ella vivía por esa zona, le abrazó fuerte, aunque todavía no sabía qué era exactamente, sólo el hecho de saber que estarían sus amigos le hacía emocionarse. Sabía que a Fernando le gustaba más la intimidad para esos días tan especiales, si había organizado algo con sus amigos, era pensando en ella. Se separó despacio sin dejar de mirarle, estaba emocionada, miró a Macarena sonriendo y se acercó a su hijo para darle un suave beso. Fernando cogió su mano y habló a su oído.
-Espero que no te moleste… Comeremos con todos nuestros amigos, en el jardín de Diane…
-Te amo.
Valoraba muchísimo que Fernando hubiese preparado aquella comida con sus amigos, iba a ser un día muy especial, y más teniendo a Macarena con ella. Entraron juntos a aquella casa en la que nunca habían entrado, Macarena les miraba emocionada, cogió el coche y les siguió. Los siguientes minutos estuvieron llenos de abrazos, besos y felicitaciones; estaban todos los compañeros de Alicia del bufete, algunos compañeros de Fernando, además de Antonio y Liberto… Todas las personas importantes que habían hecho especial el último año en París. Alicia había entrado con paso decidido en la casa, no podía estar más feliz, se sintió arropada y miró a Fernando para darle las gracias de forma silenciosa. Sabía que nunca volverían a sentirse solos, instintivamente se llevó la mano a su estómago, por suerte el gesto pasó desapercibido para Fernando. Apenas hacía caso de los regalos que le entregaban sus amigos, estaba emocionada y feliz, no dejaba de abrazarse con todos y, aunque no había sido su intención, se quedó mirando a Macarena cuando saludó a Pierre. Se echó a reír porque ambos actuaron con una naturalidad que, en el caso de Pierre, la sorprendió bastante. Se rieron ante varias miradas que cruzaron por la disparidad de amigos que les rodeaban, además las relaciones pasadas y presentes se mezclaban de forma muy diversa. Fernando movió la cabeza al ver cómo miraba con nostalgia a Macarena hablando con Pierre, estaba segura que podía leerle la mente y optó por una mueca ante esta idea. Apartó la mirada de ellos cuando notó la mirada de suave reproche de Fernando, le miró con una inocencia que ambos sabían que no tenía. Fernando se acercó a ella con Roberto en brazos, la besó el cuello y se separó dejando que volviese a ser el centro de atención. Alicia no sabía qué decir, nunca se hubiese esperado esa celebración, ver a todos sus amigos juntos le hizo recordar a los amigos que estaban lejos y a los que ya no estaban; se mordió el labio intentando alejar esos pensamientos y volvió al presente al recibir un regalo de Liberto. Le abrazó sonriendo, le conocía desde hacía unos meses, pero se había convertido en alguien importante para ella. Evitó reírse cuando le presentó a Lucía, la presentó como una amiga, pero todos sabían quién era; su regalo sí le abrió, rasgó rápidamente el papel y abrió la pequeña caja para encontrarse con un anillo elegante. Fernando miró a Antonio, metió las manos en los bolsillos, estaba casi tan emocionado cómo Alicia pero un nudo en su garganta le impedía decir nada, se mordió el labio evitando las lágrimas, apartó la mirada para cerrar un segundo los ojos. Alicia había visto la reacción de Fernando y supo por qué era; Liberto se lo confirmó.
-Era de mi madre… Estoy seguro que ella misma te lo habría regalado.
-No… -sentía un  nudo en su garganta que no le dejaba hablar- No puedo aceptarlo.
-Claro que puedes –Antonio intervino agarrando la mano de Alicia- un regalo no se rechaza y queremos que lo tengas tú.
Se abrazó con Antonio dejando salir las lágrimas, susurró un gracias que apenas ella había podido oír; al separarse abrazó a Liberto y notó cómo se agarraba a ella casi como si fuese abrazar a su madre. Fernando la miró enternecido ante la reacción de ella, se acercó y, en silencio, le dio las gracias a Antonio, no necesitaban decirse nada; se acercó a su mujer y le besó la mano todavía temblorosa, ella cogió en brazos a Roberto.
-Yo también estoy seguro que Andrea te lo habría regalado, os hubieseis llevado muy bien.
Alicia sonrió con lágrimas en los ojos, Fernando relajó el ambiente bromeando con que se hubiesen llevado bien porque las dos tenían cierto aire burgués, se ganó un manotazo de Alicia y una carcajada de Antonio. Alicia aprovechó para presentar a Macarena a todos los que no la conocían, entre ellos Diane, Fernando se echó a reír ante la cara y los gestos nerviosos de Pierre, le dio un suave apretón en el hombro y su amigo sonrió algo avergonzado. Mientras Alicia recibía más regalos y abrazos, Fernando se fijó en Jean, estaba hablando con una compañera de Alicia, hacía algunas semanas Catherine había pedido el traslado a otra sección de la revista. No había querido preguntarle nada, no era asunto suyo, pero no le gustaba la forma en que había terminado; la nueva secretaria le caía bien, era más comedida e igual de eficiente pero no le pareció bien que Catherine se fuese por lo que hubiese pasado entre ellos. Además, Jean tampoco había estado bien los últimos días, estaba preocupado por él pero no quería parecer entrometido. Apartó a Jean de sus pensamientos para centrarse en Alicia y Roberto, Diane estaba ofreciendo una copa a cada uno para brindar, se acercó a su mujer y posó la mano sobre su espalda. Sabía que todos esperaban que fuese él quien dijese unas palabras para brindar, suspiró intentando pensar algo que decir, aunque al final optó por ser sincero.
-Felicidades Alicia, espero que las sorpresas del día de hoy hagan que sea un día muy especial… Brindo por más cumpleaños juntos y rodeados de amigos, salud.
Todos levantaron su copa, Alicia chocó la suya con la de Fernando, se acercó a él para decirle que le quería con toda su alma y tomó un sorbo de la copa. Fernando notó que sólo se mojaba los labios, la miró interrogante, ella negó suavemente, se sintió mal por haberle hecho pensar que estaba embarazada. Fernando sonrió y la besó, cogió la mano de su hijo para evitar que tirase de los pendientes de ella y la habló al oído.
-Te amo Alicia, tenemos todo el tiempo del mundo, no importa cuando pase, lo importante ahora es que estamos los tres juntos, es todo lo que necesito.
Se emocionó al escuchar las palabras de Fernando, se frotó los ojos intentando limpiarse las lágrimas, posó a Roberto en los brazos de su marido y sacó el pequeño espejo de su bolso para arreglar el maquillaje. Fernando se echó a reír al comprobar que era la misma de siempre. Roberto se cansaba de estar en brazos, Fernando sacó una de las mantas para extenderla en el jardín, Antonio le miraba divertido, por muchas veces que le hubiese visto atender a su hijo, seguía sin acostumbrarse a verle tan enternecido con el niño. En unos minutos, Roberto estaba rodeado de juguetes, Fernando no dejaba de mirarle de reojo, creía que en cualquier momento empezaría a gatear y no pensaba despistarse ni un segundo. Antes de ir al interior, se fumó un cigarro mientras terminaba su copa de champán, Roberto parecía ignorarlos a todos y sólo intentaba llamar la atención de Liberto ante el suspiro de Fernando. Apuró la copa, apagó el cigarro en un cenicero y, mientras se subía las mangas de la camisa, empezó a ayudar a organizar la mesa. Le encargó a Liberto vigilarle mientras ayudaba a Diane a sacar toda la comida, sabía que con Liberto estaría igual de cuidado que con él; pasó al lado de Alicia y le rozó la mano sin que los demás lo notasen. Estaba hablando con Grace y Macarena de algún caso, sonrió pensando que aquel día no dejaría de oír hablar sobre derecho entre tantos abogados. Había encargado la comida a su amiga, no podían cocinar para tantas personas, además a Alicia le encantaba la comida de su cafetería preferida, era como una segunda casa. El postre ni había tenido que pedirle, su amiga hizo la tarta especial para Alicia; ayudó a Diane a poner toda la comida en los platos, antes de salir le agarró suavemente del hombro para frenarla.
-Diane, de verdad, muchas gracias por aceptar que la comida fuese aquí, espero que no manchemos mucho…
-No hay nada que agradecer, además, si lo hubiese, ¿no te parece que ya me lo has dicho suficiente? –Fernando se rio algo avergonzado, desde que se lo había propuesto, no había dejado de agradecérselo- Estoy feliz de formar parte de este día, de formar parte de vuestro grupo de amigos, Roberto es casi como un hijo para mí, y vosotros no sois mis jefes, sois mis amigos. Así que vale de agradecer y en marcha, que todo el mundo tiene hambre.
Se echó a reír y cogió varios platos para sacarlos, por un segundo recordó el día en que Diane había llevado a Roberto al médico, si ellos no estaban en casa, Diane era la persona adecuada, quería a su hijo casi tanto como ellos, se desvivía por él. Cuando les vieron con los platos, todos empezaron a sentarse en la mesa, era alargada, Fernando hizo que Alicia se sentase en uno de los extremos presidiendo la mesa, él estaría a uno de sus lados y Macarena al otro; Roberto estaba sentado en la manta entre medio de los dos. Diane y él hicieron varios viajes a la cocina, Pierre se había ofrecido para ayudarles, pero ellos lo habían rechazado, los dos querían atender a los invitados y que el resto disfrutase. Cuando por fin terminaron de sacar los platos, Fernando se sentó junto a Alicia resoplando en broma, ella sonrió, le acarició la mejilla y sólo con la mirada supo todo lo que quería decirle. La animó a probar uno de los canapés, en cuanto los probó, supo de dónde eran.
-Fernando… Eres increíble.
-Tú más…
Se dieron un suave beso consiguiendo que todos les mirasen, se separaron despacio y empezaron a comer entre risas y conversaciones. Fernando, antes de comenzar a comer, estiró las piernas, apoyando el brazo en el respaldo de Alicia disfrutando con el sonido de las charlas que se sucedían. Sentía que ahora estaba realmente en paz frente al primer cumpleaños que pasaron juntos y dónde ni siquiera pudieron salir a dar un paseo, torció el cuello para mirar a Alicia. Eran un grupo muy grande y entre todos formaban un alboroto que contrastaba con la vida tranquila de aquel barrio. Durante la comida, Macarena fue uno de los centros de atención, Alicia la miraba sonriendo, era capaz de conquistar a todo el mundo incluso aunque no se entendieran del todo. Por un momento pensó que le encantaría que se quedase en París, aunque se le lo quitó de la cabeza al instante, Macarena tenía su vida en Barcelona. Se encendió un cigarro mientras observaba a sus amigos, los intentos de Macarena para no intercalar frases en español le hacían reír, se apoyó en el respaldo respirando profundamente y guardando en su retina otro gran momento de su vida, sonrió al notar las yemas de Fernando acariciándole el cuello mientras hablaba con sus amigos, era un gesto totalmente involuntario y eso lo hacía aún más especial. Fernando había empezado a hacer fotos, al final, Pierre se había ofrecido a no dejar de sacar fotos. Otro de los protagonistas fue Roberto, pasó de brazo en brazo ante la mirada orgullosa de sus padres, Fernando disfrutó especialmente al volver a verle en brazos de Macarena, habían congeniado muy bien. Miró a Alicia y comprobó que ella sentía lo mismo, acarició su mano, entendía lo importante que era para ella ver a Macarena con su hijo, pensó lo difícil que sería la despedida. Alicia le devolvió la mirada emocionada, tener a Macarena aunque fuera por un par de días era algo que nunca olvidaría; ni quiso ni pudo evitar besarle, era su cumpleaños y Fernando había planeado todo para que fuese un gran día. Roberto empezó a llorar suavemente, Macarena se asustó un poco, Fernando sonrió tiernamente levantándose.
-No te preocupes, sólo tiene hambre, a veces es un poco impaciente, -en broma se rascó la cabeza pensativo- me pregunto a quién habrá salido…
Alicia se echó a reír haciéndole una mueca, Fernando se acercó a coger el biberón pero antes la besó en el cuello. Entró en la cocina con Roberto, desde la ventana podía ver a todos sentados a la mesa; puso a calentar el agua e intentó que Roberto se calmase mientras le señalaba el jardín y le hablaba del día que era. Alicia le contó a Macarena el último cumpleaños que había pasado en París con su padre, sonreía como si todavía fuese aquella chiquilla, Macarena la miraba con ternura. Recordó a aquella Doña Alicia que había conocido en Madrid y se rio en voz baja, qué diferente era la Alicia que tenía delante en ese momento. Fernando regresó justo en el momento en que Alicia recordaba el primer cumpleaños que pasaron juntos, Macarena le miró sonriendo cuando Alicia dijo que se había arriesgado a salir para comprar las flores, el vino y la tarta. Fernando agradeció tener que darle el biberón a Roberto, pudo centrarse en su hijo en vez de enfrentar las miradas divertidas de Macarena al saber algunos detalles de aquellos días. Bajó la mirada concentrándose en el mantel mientras sus recuerdos se agolpaban cómo si de una película se tratara, sólo la risa de un Roberto incansable le devolvió al tiempo real. Alicia le acarició la rodilla en el momento en que recordó el deseo que había pedido, eso no lo compartiría con Macarena.

Apartó un segundo la mirada de su hijo para mirar a su mujer, se echó a reír al ver en Alicia una mirada pícara recordando aquella noche. Por suerte, Macarena empezó a hablar de la hija de Inés y Mauro, apartaron los recuerdos de su mente para centrarse en sus amigos. Pierre, que estaba sentado algo alejado, se acercó a ellos al oírles hablar de Inés y Mauro, aunque el día de la boda había estado más pendiente de Macarena, le habían caído bien y les preguntó por ellos. Fernando intentó dormir a Roberto, pero el niño no tenía ninguna intención de dormirse; finalmente, acabó de nuevo pasando por los brazos de todos sus amigos. Fernando se levantó despacio, Alicia ni se dio cuenta, en ese momento hablaba con Jean sobre uno de los artículos que había escrito aquella semana. Entró a la cocina y preparó la tarta, puso una vela en el centro, justo cuando salía al jardín, Alicia giró la cabeza instintivamente, sonrió y no pudo evitar que una lágrima cayese de sus ojos. Se puso detrás de ella y, agachándose, le puso la tarta delante; cuando se incorporó le susurró en el oído lo guapa que estaba. Se sentó junto a ella, cogió el mechero y encendió la vela; Alicia se echó a reír al pensar que en el piso franco le había costado encenderla. Volvió a acercarse a ella y susurró en su oído que recordase que tenía que pedir un deseo; ella sonrió sin dejar de mirarle. Fernando dejó a Roberto en brazos de Alicia, el niño estuvo a punto de meter la mano en la tarta, Alicia se echó a reír, cogió las manos de su hijo, cerró los ojos y sopló la vela. Miró a Fernando intentando no emocionarse pero sin conseguirlo; le besó intensamente olvidándose por un segundo que no estaban solos. Alicia era consciente que sus amigos estaban siendo espectadores de un beso que se había vuelto más intenso y mucho más largo con respecto a la idea inicial, al separarse se dio cuenta que Fernando actuó con total normalidad, llevaba carmín en los labios y los cuellos de la camisa descolocados pero le parecía mucho más guapo que nunca. Se fijó en la mirada perdida del compañero de trabajo de Fernando, puso una mueca porque hubiera jurado que estaba pensando en Catherine, Alicia suspiró al darse cuenta que aquella mujer y ella no habían empezado con buen pie pero la nueva secretaria era tan perfecta y fría. Todos volvieron a felicitarla y a besarla, Alicia suspiró dejándose llevar por la emoción; Diane aprovechó que todos se habían levantado de la mesa para poner algo de música. Fernando miró a Alicia, ella dejó a Roberto con Macarena, alargó la mano hacia Fernando y empezaron a bailar. Volvieron a sentir que sólo existían ellos dos en el mundo, bailaban acompasadamente, sin hacer correcciones; Alicia se estremeció al notar a Fernando tan cerca. Se acercó a su cuello y respiró profundo; nunca había podido olvidar el olor de Fernando, estuvo a punto de empezar a besarle, pero Fernando lo notó y la besó la frente separándose lentamente. Sus amigos empezaron a bailar, se hicieron a un lado sirviéndose una copa, Fernando chocó su copa con la de Alicia sin decir nada, sólo mirándola. Roberto reclamó su atención, estaba jugando con Liberto y había tirado tan fuerte uno de sus peluches que le había dado a Fernando en la pierna. Se acercaron a ellos y disfrutaron de los juegos de su hijo y la conversación de Liberto mientras veían a sus amigos bailando y pasándoselo bien. Fernando se acomodó en la manta dónde estaba su hijo, estirando las piernas y con algunos signos de cansancio, miró a Alicia mientras valoraba sentarse en la manta o encima de él, tiró suavemente de su mano para ayudarla a decidirse ante las risas de Roberto que jugaba ajeno a ellos. Las horas fueron sucediéndose y pudieron disfrutar de los últimos rayos del sol mientras los demás bailaban.
Roberto se había quedado dormido en brazos de Liberto, Alicia seguía sentada sobre Fernando, la besó suavemente y habló en voz baja.
-Alicia, tenemos que irnos…
Le miró interrogante, pensaba que aquella comida y la tarde con sus amigos eran las sorpresas, él se rio suavemente al darse cuenta que no se esperaba nada más. Alicia estaba embriagada mezcla por el champán, mezcla por todas las emociones del día, la idea de tener que levantarse e ir a cualquier sitio se le antojó con mala gana pero ver a Fernando sonreír como un crío que oculta una travesura cambió esa sensación inmediatamente.
-¿A dónde?
-Eso lo sabrás cuando llegue el momento…
-Pero… ¿Y Macarena?
-Bueno, ya te dije que Grace le ha ofrecido su casa, aunque siempre podemos quedar con ella más tarde y que se quede en casa…
-No, no, si ya lo ha hablado con Grace no puede hacerle ese feo… -Fernando la miró sonriendo- ¿Pero qué va hacer ahora? ¿No viene con nosotros?
Fernando había barajado pedirle a sus amigos que cuidaran de Roberto pero lo había descartado porque le apetecía que su hijo también supiera lo importante que era el mundo del cine para ellos, realizó una mueca con sorna al retumbar esta idea en su cabeza y se frotó un ojo, mirando fijamente el anillo de Andrea, sabiendo cuánto le hubiera divertido a su amiga esa afirmación.
-No, no viene… Grace, Antonio y Liberto se han ofrecido para enseñarle algunos lugares de París. Imagino que lugares distintos a los que le enseñó Pierre el día de nuestra boda…
Alicia se echó a reír ante ese comentario, le gustaba mucho ese Fernando tan natural, le besó suavemente.
-Entonces tendremos que despedirnos.
Fernando notó cómo se incorporaba rápidamente, tiró de su mano para hacer que volviese a acomodarse.
-Alicia… Todos saben que tenemos que irnos, no hace falta que nos despidamos… Bueno, quizás de Macarena sí deberíamos despedirnos, ¿voy recogiendo los juguetes y la manta y vas a despedirte?
Alicia le besó y se incorporó, tardó en ver a Macarena, estaba totalmente integrada entre todos sus amigos; se acercó a ella con paso lento.
-Macarena, Fernando y yo nos vamos… En realidad, no sé ni a donde… -Macarena se echó a reír, sabía que se irían aunque ella tampoco tenía ni idea de la sorpresa- Sé que estarás con Grace, Antonio y Liberto; no podrías estar en mejor compañía, te lo aseguro. Eso sí, mañana no te libras de nosotros.
-¡Por supuesto! Mañana pasamos el día juntas; ahora disfruta del resto del cumpleaños…
Se abrazaron, Alicia respiró profundo intentando no emocionarse, aunque en realidad llevaba todo el día emocionada. Fernando se acercó a darle dos besos.
-Macarena, gracias por venir, este día no hubiese sido lo mismo sin ti.
-Gracias por invitarme, no me lo hubiese perdido por nada del mundo.
Macarena se agachó a darle un suave beso a Roberto, Fernando aprovechó para acercarse a Diane y agradecerle, una vez más, que hubiese aceptado hacer la comida en su casa. Ella le miró entre divertida y algo enfadada y le advirtió que como no dejase de darle las gracias iba a pedir un aumento de sueldo; Fernando se echó a reír y se rascó el pelo pensado que realmente podía llegar a ser muy pesado. Sin decir nada más a nadie, salieron de aquella casa los tres juntos, cargados de regalos y sin dejar de sonreír; antes de irse, Fernando se apoyó en el quicio de la puerta disfrutando de la alegría de sus amigos, la voz cantarina de Macarena sobresalía por encima del resto. Alicia llevaba el coche con un Roberto dormido, Fernando llevaba varias bolsas llenas de regalos, la abrazó y empezaron a caminar lentamente. Barajó la idea de pedir un taxi, pero hacía muy buena tarde para ir dando un paseo y disfrutar de las calles iluminadas por las farolas, además, Alicia no dejaba de contarle todo lo que había sentido desde que se había despertado, en un taxi no tardarían nada en llegar y no quería dejar de escucharla.
-Fernando… Gracias, por todo, por todos los días, por el día de hoy… Ha sido increíble, uno de los mejores cumpleaños de mi vida…
-Eso es mentira… Cada cumpleaños a partir de ahora será el mejor de nuestras vidas.
Alicia sonrió enternecida, seguía sin acostumbrase a escuchar a Fernando hablar del futuro, hacer planes para lo que pasaría cada año; le besó y pensó que era imposible ser más feliz. Poco a poco se fueron acercando al centro de París, Fernando sonrió pensando que Alicia se dejaba llevar sin ni siquiera fijarse en las calles, parecía no importarle dónde iban, y así era, sólo le importaba estar con su marido y su hijo. Roberto se estaba despertando, empezó a manotear para que le sacaran del coche; Alicia se agachó junto a él y le acarició la cara. Fernando la vio dudar antes de sacar a Roberto, empezaba a refrescar, pero todavía hacía buena temperatura; aunque él tampoco pudo evitar comprobar que estaba arropado. Dejó las bolsas en el capazo para poder llevar el coche, Alicia llevaba a un Roberto que empezaba a imponer su carácter destapándose. Fernando les llevó contra él y respiró profundo, hacía un año acababan de llegar a París, en ese momento no podía imaginarse lo distinta que sería su vida un año después. Alicia caminó acompasada con Fernando, se echó a reír al ver cómo le costaba controlar a su hijo, ya en brazos, que no dejaba de palmear su cara o tirar de su bufanda para metérsela en la boca. Alicia se sorprendió al estar delante de la puerta de una pequeña sala de cine, sonrió pensando en el estreno de la película de Numancia Films, “Amor en tierra extraña”, por un segundo volvió a sentir esos nervios al ver llegar a Fernando a casa de sus tíos, al estar sentada junto a él durante la película, las miradas… Fernando adivinó sus pensamientos y tragó saliva pensando que para él aquel día fue muy difícil, quería borrar ese recuerdo.

Valoró contarle que la noche del estreno de la película fue el enfrentamiento con Jesús y cómo, mientras ella estaba en las nubes confesándose con su prima, Roberto y él habían vivido otra realidad. Aceptó el beso de Alicia que parecía pedirle que dejase el pasado en su sitio y él lo recibió con una sonrisa. Terminó sonriendo porque, a pesar de todo lo que pasó e hizo aquel día, ir a buscar a Alicia, estar con ella, verla reír, emocionarse; le había hecho olvidarse por un momento de todo. Despejó los recuerdos para volver al presente y centrarse en su mujer y su hijo.
-Espero que no te parezca aburrido…
-¿Aburrido? Fernando, no digas tonterías –le besó sin dejar de sonreír- ¿qué película veremos?
-Películas, Alicia, veremos dos…
Abrió la puerta cediéndole el paso, Alicia se paró un segundo y cerró los ojos para guardar ese momento en sus recuerdos; Fernando sacó la cámara, pasó delante de ella y la sacó una foto con los ojos cerrados y su hijo en brazos. Alicia abrió los ojos y se echó a reír, cogió del brazo a Fernando y entraron juntos a la sala; se llevó otra sorpresa al ver la sala vacía.
-¿Hemos llegado pronto? Tendremos que esperar a que empiece…
-No, de hecho hemos llegado un poco tarde, pero da igual…
Fernando sonrió divertido ante la cara extrañada de su mujer, bajaron por el pasillo de las butacas hasta llegar a la mitad de la sala.
-Tenemos toda la sala para nosotros tres, es un pase privado…
Sonrió complacido por la boca abierta de Alicia, veía la emoción en sus ojos y notó que no le salía la voz. Le abrazó tan fuerte que su hijo protestó, Fernando se echó a reír cogiendo a Roberto, Alicia miró emocionada la pantalla y las butacas vacías.
-Pero… ¿Has comprado todas las entradas? ¿Estamos solos?
Fernando se echó a reír, Alicia no terminaba de asimilar aquella sorpresa y eso le gustaba, quería seguir sorprendiéndola cada día de su vida. Hizo que se sentase en una de las butacas, por un momento recordó a Doña Paquita emocionada contándole lo que había hecho Don Paco para que dejase de estar enfadada. Cuando preparaba aquel día y pensó en ir al cine con Alicia, recordó a Don Paco, Numancia Films, los primeros días de rodaje, a Alicia emocionada ante las escenas en las que hacía de figurante… Al recordar a Doña Paquita lo primero que le había venido a la cabeza fue aquella conversación en la sala de cine vacía, posiblemente el único momento en que habían tenido una tregua en su tensa relación. No había podido evitar echarse a reír al recordar cómo Don Paco había contentado a su mujer, en ese momento le había parecido una buena táctica, de hecho pensó en ponerla en práctica. No podía creerse que después de tanto tiempo, fuese a hacerlo, aunque la motivación era distinta a la de su antiguo jefe. Era una sorpresa, no quería hacerse perdonar por nada, sólo quería celebrar su cumpleaños juntos. Además, él no se quedaría proyectando la película, la vería junto a su mujer y su hijo, solos en aquella pequeña sala de cine, y tampoco pensó en ver una comedia, aunque no tenía claro qué película escoger.
Se sentó junto a Alicia acomodando a Roberto encima de él, compartió con ella el recuerdo de Don Paco y Doña Paquita, Alicia le miraba enternecida, esos recuerdos se colaban en la mente de Fernando sin que él pudiese evitarlo, había llegado a Numancia Films para preparar un atentado pero se había implicado con cada una de las personas a las que conoció en la plaza. Fernando disfrutó de ese recuerdo que evocaba un momento real, porque ese día Doña Paquita y él fueron reales durante esa conversación, pensó en Don Paco y cómo bromeaba con Roberto.

-Así que no es una idea original tuya…
-Bueno, no he copiado todo lo que hizo Don Paco… Veremos la película los tres juntos, y tú no estás enfadada ¿no?
Alicia sonrió, empezó a besarle teniendo cuidado con Roberto, por un momento se olvidaron de todo, del cumpleaños, del cine, de las películas, Fernando incluso olvidó que tenía que salir a avisar al proyector o no empezaría la película. Fue Alicia la que se separó despacio, cogió la cámara, alargó el brazo y se acercó a él y a su hijo, Fernando se echó a reír y posó junto a ella para la foto.
-¿De verdad has comprado todas las entradas? Ha tenido que costarte una fortuna…
Alicia regañó entre sonrisas a Fernando por el dispendio que suponía esa parte del regalo, lo observó mientras se acomodaba en su butaca y estaba segura que había dejado de escucharle.
-Eres una exagerada –se echó a reír porque Alicia seguía sin creerse que fuese real- además, usé mis encantos y la taquillera me hizo buen precio…
Lo dijo cuando ya se estaba levantando, Alicia le tiró un peluche de Roberto consiguiendo que su hijo protestase, Fernando cogió el peluche del suelo y lo dejó en las manos de Roberto.
-¿Ves lo que te digo siempre? Es culpa de tu madre, se pica muy fácilmente… -besó al niño en la frente y a Alicia en la nariz- Vuelvo en un minuto, voy a avisar para que empiecen a proyectar la película.
Las risas al recibir el peluche en su cara retumbaron en la sala, Fernando le hizo un gesto para que guardara la compostura y, mientras se ponía de nuevo el abrigo, se dirigió a la salida.
-¿Pero qué película veremos?
-Ya te he dicho que son dos y… Es una sorpresa.
Alicia se echó a reír mientras le miraba salir con paso decidido, estaba emocionada y no podía dejar de pensar que era un día perfecto. Un pequeño golpe del peluche de su hijo hizo que se centrase en él, empezó a hacerle cosquillas mientras esperaba a su marido. Fernando no tardó nada en regresar, lo hizo con una bandeja en la que llevaba algo de picar y una botella de champán y dos copas. Dejó la bandeja en la butaca de al lado de Alicia y se sentó junto a ella en el otro lado.
-Fernando, me encanta, es… Perfecto. –volvió a besarle- Pero ¿y si Roberto no tiene paciencia y no quiere quedarse quieto?
-No, no tendrá paciencia –se rio evitando decir nada sobre la impaciencia heredada de ella- pero podemos estirar una manta y dejarle con sus juguetes.
Alicia cogió un croissant de la bandeja y se acomodó junto a su marido, Roberto estaba en sus brazos y, de momento, se contentaba con el peluche que le había devuelto su padre. Alicia, mientras las luces comenzaban a apagarse no pudo evitar burlarse de lo fácil que se había acomodado a la vida burguesa. Fernando entrelazó las manos con Alicia mientras comenzaba la película, ella se apoyó en su hombro y respiró hondo llenándose de su olor; cuando vio el título de la primera película que había elegido Fernando sonrió, “Cleopatra”, le besó y se dispusieron a disfrutar de la película sin dejar de estar pendientes uno del otro y de su hijo.
Roberto se había quedado dormido, Alicia estaba tan atenta a la película que tuvo que ser Fernando quien le metiese en el coche; antes de volver a sentarse, se quedó mirando a Alicia, en aquellos momentos le pareció más que nunca estar delante de la Alicia de 18 años que conoció en Madrid. Alicia sólo se giró para coger el cigarro que Fernando saboreaba y darle una calada, los recuerdos se agolpaban en la cabeza de los dos pero, sobre todo, ese nuevo recuerdo que compartiría con su hijo o sus hijos, sabiendo que Fernando frotaría su cuello nervioso e intentaría bromear ante el azoramiento por haber cerrado una sala sólo para ellos. Fernando estiró las piernas y sonrió al ver a Alicia atenta a la pantalla, con su mirada fija en ella intentó recordar un sólo detalle de la vida que había llevado desde que se despidieron hasta que volvió a tenerla enfrente y estaban borrados. Se centró en ese día, algo que llevaba grabado a sangre, el vivir el minuto que tenía delante pero, esta vez, no fue pensando que al siguiente podía estar muerto, simplemente quería grabarlo en su retina para siempre. Movió la cabeza porque nunca había usado esa palabra hasta que conoció a Alicia. Apretó la mano de Alicia, ella le sonrió sin dejar de mirar a la pantalla, dudó un segundo y se sentó sobre él, Fernando se echó a reír consiguiendo que Alicia le mandase callar. Intentó acomodarse, pero la butaca era incómoda y Alicia no parecía tener intención de sentarse en la suya; finalmente se resignó y disfrutó de la película sin dejar de acariciar a Alicia. Mientras veía la película, Alicia recordó las traducciones que realizó en Numancia Films para una película también histórica, recordó a Delmás, las dificultades para contar la realidad sin meterse en política… Fernando se quedó mirándola, sabía que en ese momento no estaba centrada en la película que estaban viendo; Alicia sonrió y le besó, se dio cuenta que llevaba un buen rato sentada sobre él y empezó a incorporarse para volver a su butaca. Fernando la frenó susurrando que quería sentirla con él; le besó y volvió a centrarse en la película, Fernando en cambió, empezó a recordar. El cumpleaños de Alicia le hacía ser consciente de todos sus errores, de todos los cumpleaños en los que ella le creyó muerto; justamente eso recordaba, la manera en que Alicia le había dicho que lo que más le preocupaba era no saber si podía llegar a perdonarle tantos años de silencio. La miró culpable y siendo consciente de la gran mujer que tenía con él, probablemente él nunca hubiese sido capaz de perdonar algo así. Ajena a sus pensamientos, Alicia se estaba emocionando con una de las escenas de la película, se abrazó a él mientras evitaba las lágrimas, al sentirla intentó centrarse en el presente, como hacía ella. La besó y ella le manoteó porque no le dejaba ver la pantalla; se rio en voz baja disfrutando de todas las sensaciones de pasar ese día con ella y con su hijo.
Cuando acabó la película, Alicia empezó a besarle lentamente, le gustaba mucho el cine, pero además, para ellos significaba más que eso. Ver una película juntos era casi como recordar el inicio de su relación, cuando se conocieron y trabajaron juntos en Numancia Films, Fernando se separó sin dejar de reírse, todavía quedaba otra película, miró a Roberto y se dio cuenta que estaba despierto.
-Creo que la siguiente película tendrá que esperar; voy a ver si aquí pueden calentar el agua para el biberón…
Las luces empezaron a encenderse, Alicia le miró deseando que no tuviese que salir en ese momento, la besó una vez más y se levantó. Alicia cogió a su hijo, estaba muy tranquilo, casi como si hubiese disfrutado de escuchar la película y no quisiese interrumpir ese momento. Mientras esperaba a que calentasen el agua, Fernando pensó en el comentario de Alicia sobre lo fácil que se había acostumbrado a la vida burguesa, suspiró pensando que tenía razón… No había pensado en lo que derrochaba con su idea de ver las películas a solas, simplemente le pareció buena idea, el primer cumpleaños de Alicia lo habían pasado sin necesidad de hacer nada más que estar juntos, tampoco ahora necesitaban más, pero su mirada emocionada al ver cada sorpresa le gustaba mucho. Conseguir que le calentaran el biberón fue más complicado de lo que había pensado en un principio, tuvo que dar una generosa propina a la chica que trabajaba vendiendo palomitas y sonrió a su regreso mientras tiraba la servilleta que le había dado con su número de teléfono, estaba seguro que Alicia no lo encontraría divertido. Se rascó el pelo mientras comprobaba la temperatura del biberón, volvía a la sala con paso lento, oír reír a Alicia haciendo cosquillas a su hijo le hizo olvidarse de todo lo que no fuese pensar en ellos dos. Se sentó, Alicia esperó a que se acomodase y dejó a Roberto en sus brazos, la miró con cara de falso reproche mientras ella cogía un croissant.
-¿Has visto hijo? Soy yo el que te da el biberón, no lo olvides…
Alicia se echó a reír y le dio medio croissant en la boca, Roberto protestó porque dejaron de hacerle caso a él, Alicia le besó la frente mientras Fernando volvía a concentrarse en él. Terminó el biberón más rápido que nunca, le miró con nostalgia, notaba cómo cada día comía más, hacía unos días Alicia había sugerido que deberían empezar a darle puré, ese mes cumpliría seis meses y ya tendrían que darle cosas nuevas para comer. Tragó saliva pensando que el tiempo había pasado muy rápido, le cambiaron entre los dos, Roberto no dejó de manotear al notar que le desnudaban; siempre les divertía verle tan contrariado cada vez que le cambiaban. Fernando bromeó con que cada vez se parecía más a Alicia, ella le miró torciendo el gesto, físicamente seguía siendo igual que él, sabía que lo decía por el carácter. Acabaron riendo a carcajadas mientras su hijo terminaba de acomodarse en brazos de su madre; Fernando cogió la copa de champán y se sentó en la butaca, Alicia paseó intentando dormir a Roberto. Les miraba sonriendo y jugando con la copa, finalmente cogió la cámara para hacer una foto a aquella escena, la sala estaba a medio iluminar, la luz hacía que tuviesen un brillo especial. Roberto se quedó dormido en seguida, Alicia le dejó en el coche, Fernando se levantó a arroparle y le dio un suave beso en la mano, hizo que Alicia se sentase y le pasó su copa.
-Si quieres podemos salir a dar un paseo antes de ver la siguiente película.
-No, estoy muy bien aquí, no necesito nada más…
Empezó a besarle pero él se echó a reír intentando controlar la situación.
-Alicia… Estamos en el cine.
-Sí, pero estamos solos…
-Pero queda otra película –la besó suavemente- y si no salgo a decir que la proyecten puede que alguien entre a ver si nos ha pasado algo…
Alicia le miró fastidiada pero divertida, se separó de él y se acomodó en su butaca mirando la pantalla.
-Vamos, ¿a qué esperas? Quiero ver la película…
Fernando se echó a reír mientras se levantaba, la besó en el pelo y salió, avisó para que empezasen a proyectar la película, tenía ganas de ver la reacción de Alicia al ver el título. Alicia se mordió el labio curiosa por saber si el día deparaba más sorpresas, no quería parecer egoísta pero le gustaría alargar las horas que le faltaban al día aunque, siendo sincera, eso le sucedía siempre que estaba con Fernando. Cuando volvió a entrar ya se estaban apagando las luces, se sentó junto a Alicia y empezó a acariciarle el pelo, ella volvió a apoyarse en su hombro, le besó el cuello y miró la pantalla esperando saber qué película verían. Al ver el título se mordió el labio, había leído sobre esa película cuando se estrenó en Francia, se había quedado con ganas de verla, pero, como ya esperaba, en España no se estrenó. Le miró sin saber qué decir, no esperaba que Fernando eligiese una película que podría hacerles recordar muchas cosas.
-Espero que te guste… Quizás debí elegir algo más ligero, más entretenido…
-No, es perfecta… -le besó mientras en su cabeza repetía el título “Un condenado a muerte se ha escapado”- Cuando leí sobre ella me quedé con ganas de verla, a España nunca llegará este tipo de cine…
-Bueno, no pienses en eso, la película va a empezar…
Alicia le dio un suave beso y se apoyó en él, ver esa película juntos era importante para Alicia, finalmente había sido con Fernando con quien hacía las cosas que pensó que ya nunca haría; formar una familia, ser feliz, superar el pasado, ahora también ver una película que nunca podría ver en España.
Fernando sabía que aquella película ahondaría en recuerdos y en viejas heridas pero también que nunca hubiera estado preparado de mirar de frente si no fuera por su mujer. Tragó saliva en algunas de las secuencias pero el calor de la mano de Alicia fue el mejor acompañamiento a éstas. Recordó los momentos que pasó detenido esperando el fusilamiento, la mayor parte de las escenas eran dentro de una cárcel, había un momento en que el protagonista decía que no entendía por qué no le habían fusilado nada más detenerle, que ya se había hecho a la idea de que iba a morir. Notó cómo Alicia le apretaba la mano justo en ese momento, se mordió el labio recordando el momento en que le detuvieron, en ese momento pensaba que le pegarían dos tiros y se acabó; y sobre todo recordando cómo había tenido que asumir que había sobrevivido, que se preparó para morir pero finalmente no murió. Miró a Alicia intentando centrarse en ella y en el personaje de la película, la película se situaba en plena guerra, le habían detenido los alemanes y toda la película contaba su plan de fuga, cuando se oían de fondo los disparos de los fusilamientos a otros presos, Fernando cerraba los ojos. Era difícil no recordar tantos momentos de su propia vida, no sólo el fusilamiento o los días anteriores y posteriores, también a Belle, a los compañeros de la Resistencia, aquella fiesta nazi… Sonrió pensando que sólo con Alicia podría ver esa película, asumir su pasado, centrarse en el presente y pensar en el futuro con ella y con su hijo. Alicia colocó la boquilla en el cigarro y encendió un cigarro sin dejar de prestar atención al largometraje, pensó que debían ir con más frecuencia al cine e, incluso, en la idea que le rondaba la cabeza de comprar un televisor. Hizo que Alicia se sentase sobre él, la película iba avanzando y poco a poco veían cómo el protagonista preparaba su fuga. A Fernando le gustó mucho la relación de amistad del protagonista con su compañero de celda, no estaba claro si era de fiar, pensó en Roberto y en lo que él habría pensado al principio de conocerle…
Estaba llegando el final, el título ya lo adelantaba y no podía ser de otra forma, Alicia sonreía ante el abrazo de los dos compañeros ya libres, Fernando volvió a pensar en Roberto, en el último abrazo que se habían dado, por un segundo deseó que todo hubiese sido distinto, que ese no hubiese sido su último abrazo… La alegría de Alicia le hizo regresar al presente y sonrió por el final de la película y por estar allí con su mujer y su hijo a pesar de todo lo que les había pasado. Las luces comenzaron a encenderse poco a poco, la sala volvía a quedar medio iluminada, Alicia le miraba con mucha atención, intentando adivinar qué pensaba, qué sentía; sabía perfectamente que muchos de sus recuerdos habrían estado presentes mientras veían aquella película. Fernando la abrazó sin dejar de sonreír, lo único que le importaba era estar con ella y con su hijo.
-Alicia… -sabía que quería que compartiese con ella sus recuerdos- No es el momento de ponernos tristes ¿verdad? Dejemos para otro momento los recuerdos, ahora tenemos que volver a casa o nos echarán del cine…
Sonrió mientras le hacía cosquillas, acabaron los dos riendo a carcajadas hasta que se dieron cuenta que habían despertado a su hijo. Alicia le miró culpable y le cogió en brazos, Fernando les dio un beso a cada uno y recogió la bandeja que debía devolverle a la taquillera. Volvió a por ellos dos, salieron los tres juntos del cine, la noche ya había caído sobre París, Alicia pensó si quedarían más sorpresas, pero vio que se encaminaban a casa, lo que le hizo sonreír, estaba cansada y quería disfrutar de un rato tranquilo con su marido y su hijo. Fernando llevaba a Roberto en brazos bien abrigado y abrazaba a una Alicia que llevaba el coche, notó cierta sensación de nostalgia y la besó. Disfrutaron del paseo hasta casa, Roberto no dejó de manotear la cara de Fernando, Alicia sonreía sólo de escuchar los gorgojeos de su hijo y las risas de su marido. Caminaba dando pequeños saltos, una forma más parecida a cuando era más joven que a la abogada que entraba cada día en los juzgados, llevaba los guantes en los bolsillos del abrigo porque la emoción le producía no sentir el frío. Al llegar al portal, casi fueron atropellados por sus dos vecinos, Fernando les miró sorprendido por las horas de salir. Se frenaron al ver a Roberto en brazos de Fernando, él se agachó para enseñársele, acabaron haciendo cosquillas al niño y contándoles que iban a buscar un balón que se les había caído por la ventana. Alicia se echó a reír imaginándose cómo habría acabado el balón saliendo por la ventana. Fernando disfrutó viendo cómo su hijo intentaba agarrar el pelo de uno de sus vecinos, estaba seguro que sería un pieza cómo ellos, al despedirse recordó que estaba vivo gracias a un chiquillo poco mayor que estos. Sonrió al pensar en él y cómo se habían negado a aceptar dinero antes de marcharse del país -la última vez que el partido se había dignado a ayudarle- pero, sin embargo, aquel tirachinas que había hecho nuevo fue visto casi como si fuera una joya preciosa.
En el ascensor, Fernando agradeció tener a Roberto en brazos, la cercanía con Alicia era difícil controlarla, sobre todo cuando ella insistía en besarle. Abrió la puerta del ascensor riéndose ante la cara de Alicia, ella resopló antes de sacar el coche; al entrar a casa, Fernando fue directo a poner la calefacción, a pesar de los días más calurosos, las noches seguían siendo frías. Alicia se había quitado los zapatos antes de abrir la puerta de casa, se deleitó oliendo el perfume de las rosas el cual inundaba todos los rincones de la misma, fue directa al sofá en cuanto cerró la puerta, había sido un día perfecto pero estaba muy cansada, Fernando movió la cabeza al ver los zapatos en mitad del salón, los colocó al lado del sofá y se sentó junto a ella dejando a Roberto en sus brazos.
-¿Estas cansada?
-Sí, pero muy feliz, ha sido… Increíble.
Fernando la acarició el pelo con ternura, merecía la pena cualquier sorpresa que preparase si el resultado era la felicidad de Alicia.
-Ha sido la primera vez que mientras preparaba las sorpresas tenía tentaciones de compartirlo contigo… Sobre todo la visita de Macarena, me ha costado muchísimo callármelo…
-Pierdes facultades Fernando Solís…
-Me las haces perder… Aunque no todas…
Alicia se echó a reír ante la intensa mirada de Fernando, Roberto se revolvió nervioso, Fernando les besó a los dos y decidió ir a preparar algo de cena. Mientras caminaba hacia la cocina pensó en contarle lo que había pasado con esa vendedora de palomitas y la servilleta; se fue riendo de la reacción que tendría Alicia y decidió que no tenía sentido picarla un día como ese. Alicia le miraba mientras iba a la cocina, cerró los ojos feliz, acarició la cara de su hijo mientras se llevaba la otra mano al vientre. Desde hacía unos días lo hacía inconscientemente, por suerte, lo solía hacer cuando estaba a solas y Fernando no había podido fijarse. Abrió un poco la ventana de la cocina, decidió hacer dos tortillas francesas y sacar algo de queso y jamón para picar; era de las pocas veces que no le apetecía cocinar, deseaba disfrutar de cada segundo con Alicia, el día se estaba terminando y quería acabarlo con ella. Llevó los platos al salón, les encontró a los dos dormidos, se mordió el labio pensando si debería despertar a Alicia; fue a por la cuna, la dejó en un lado del salón y cogió con cuidado a Roberto. El niño se removió al notar que le movían, le arropó y se quedó mirándole, cada día se parecía más a Alicia en todos sus gestos, pensó que en breve tendrían que comprarle una cama o una cuna más grande. Notó cómo Alicia le abrazaba por detrás y le besaba el cuello.
-Pensé que estabas dormida…
-¿Y perderme el final del día de mi cumpleaños? ¡Nunca!
Se echó a reír mientras se giraba para indicarle que debían cenar, Alicia le miró contrariada pero en realidad tenía hambre. Se sentaron en el sofá, Alicia se acomodó junto a él y empezaron a cenar; disfrutaron recordando el plato que había preparado Alicia para comer hacía 13 años. Habían pasado muchos años, pero esos momentos seguían muy vivos en sus recuerdos, era como si los 12 años que pasaron separados no existiesen, como si los hubiesen vivido otras personas. Compartir aquella cena entre risas y caricias era el mejor broche a un día cargado de emociones. Alicia posó su plato en la mesilla y cogió el de Fernando para hacer lo mismo, empezó a besarle lentamente, no había mejor forma de terminar el día de su cumpleaños que haciendo el amor con Fernando. Empezó a desnudarle mientras Fernando la miraba intensamente, dejó de pensar en otra cosa que no fuese Alicia, ni siquiera un golpe de sus vecinos, probablemente jugando con el balón, le hizo desconcentrarse. Empezó a acariciarla lentamente, Alicia enredó los dedos en su pelo y cerró los ojos disfrutando cada sensación.

Alicia encendió un cigarro mientras Fernando estiraba la manta, el salón apenas estaba iluminado por una lámpara de pie, por la ventana entraban los reflejos de las farolas, tenían la sensación de estar solos en el mundo, la noche hacía que no hubiese ningún ruido. Fernando se incorporó, pensó divertido que el sofá ya no era para él, Alicia le vio sentarse y se apoyó sobre él, cerró los ojos respirando profundo.
-Te amo Fernando, no podría imaginarme mi vida sin ti… Sin vosotros.
La besó sin decir nada, sentía una extraña melancolía mezclada con la sensación de felicidad que tenía desde hacía un año. La llevó contra él y repitió en su cabeza que era real, que no eran momentos prestados ni con límite de fecha. Alicia pareció adivinar sus pensamientos, le besó y le pasó la mano por la frente para borrarle esa arruga que aparecía cuando algo le preocupaba. Fernando se echó a reír, hacía tiempo que era imposible ocultarle nada, cogió el cigarro que le ofrecía y dio una calada; acarició el hombro de Alicia sonriendo. Los pequeños ronquidos de Roberto competían con las largas caladas de Alicia, Fernando intentó estirarse pero sin querer rompió aquel silencio y sosiego, el cuello le recordaba la maltrecha vida que había llevado.
-Deberíamos ir a dormir, ha sido un día muy largo…
-Pero yo no tengo sueño –Alicia volvió a coger el cigarro, dio una calada y lo apagó- no tenemos que dormir ahora…
Fernando se echó a reír y le besó la nariz mientras empezaba a levantarse y se ponía la ropa interior.
-Bueno, pero podemos ir a la habitación ¿no? Ya tenemos una edad como para estar una noche entera en el sofá…
Tuvo que reírse ante la cara de Alicia que se mordía la lengua para no llamarle burgués de nuevo, vio cómo le tiraba un cojín mientras recogía su ropa interior y empezaba a ponérsela; la miró sonriendo, estaba preciosa incluso cuando arrugaba la nariz. Alicia pasó junto a él y le besó el cuello, cogió la cuna para llevarla a la habitación; dudó riéndose de si Fernando se pondría a recoger los platos o lo dejaría para el día siguiente. El sonido de la lámpara apagándose le confirmó que Fernando dejaría los platos para la mañana siguiente, cuando dejó la cuna al lado de la cama se giró, vio a Fernando con la ropa de los dos doblada en el brazo, se echó a reír al ver cómo lo dejaba sobre una silla. Abrió la cama sin dejar de mirarle, Fernando se acercó a darle un beso a Roberto, vio cómo se revolvía molesto y sonrió. Apagó la luz dejando sólo una de las lámparas encendidas, cuando se metió en la cama junto a Alicia, fue ella la que apagó la lámpara y empezó a besarle haciendo que se olvidase de todo.


Estaba amaneciendo, llevaba unos minutos despierto mirando a Alicia dormida, miró el despertador, era muy pronto, se habían dormido hacía unas horas, pero no tenía sueño. Además, quería recoger un poco y tener preparado el desayuno, sabía que Alicia quería madrugar para pasar el día con Macarena; se levantó despacio, vio cómo Alicia se giraba ocupando su espacio y sonrió. Las primeras luces se filtraban por la ventana mientras se incorporaba con cuidado para ponerse la parte de arriba del pijama y los calcetines. Sin saber por qué, tuvo el impulso de acariciar su vientre, se agachó y lo hizo con mucho cuidado, casi sin tocarla para no despertarla; se mordió el labio pensando que era muy pronto para pensar que estaba embarazada. Besó en el pelo a Alicia y se levantó quitándose esa idea de la cabeza, pasaría cuando tuviese que pasar. Al acercarse a la cuna vio a Roberto despierto, girado y jugando con el chupete, al sacarle de la cuna manoteó feliz.
-Shhh que despertaremos a mamá…
Salió de la habitación cerrando la puerta, esperaba que Alicia durmiese unas horas más, dejó a Roberto en la manta rodeado de juguetes y empezó a recoger los platos de la cena. Mientras fregaba en la cocina, se asomaba a la puerta para vigilar a su hijo, tardó un rato en recoger todo, por la noche lo habían dejado todo por el medio, recogió también los abrigos y las bolsas con los regalos. Cuando sonó el teléfono se apresuró a cogerlo, no quería que Alicia se despertase todavía; oyó a una Macarena apurada por si le había despertado y se echó a reír. Llamaba para decir que Antonio había organizado una comida en su casa, Fernando quedó en que pasarían a buscarla por casa de Grace dentro de unas horas, estaba seguro que en cuanto desayunasen y se preparasen, Alicia querría ir inmediatamente para no perderse ni un segundo con su amiga. Cuando colgó el teléfono y miró a su hijo, recordó lo bien que habían congeniado Macarena y él, sonrió tristemente pensando que para Alicia sería más difícil esa despedida que las anteriores. Preparó un poco de café y sacó los croissants que habían sobrado del día anterior, por la tarde tendrían que comprar más, no quedaban naranjas así que no pudo hacer zumo. Al volver al salón y dejar la mesa puesta, cogió a Roberto pero éste protestó y tuvo que dejarle en la manta con los juguetes; se agachó con él y empezó a jugar. Cada vez que jugaba con su hijo sonreía como un bobo y pensaba lo raro que le hubiese parecido verse así unos años antes. Jugando con Roberto dejaba de pensar, simplemente disfrutaba de cada gesto, cada avance de su hijo y era mucho más consciente de que estaba vivo. Se rascó la cabeza pensando que Alicia había sido mucho más lista que él con aquella frase en el despacho de Bonilla. Roberto cogió un berrinche, Fernando empezó a darle juguetes pero no sabía cuál quería. Con sorpresa, vio cómo el niño empezaba a gatear hasta llegar a coger un pequeño peluche, miró hacia la puerta y vio a Alicia con la misma mirada de sorpresa que él tenía. Se echaron a reír emocionados, Fernando alcanzó a su hijo y empezó a besarle sin dejar de reírse, Alicia se agachó junto a ellos, mientras su hijo manoteaba intentando jugar, ellos dos sólo podían reírse y besarle.
-Creo que a partir de ahora tendremos que tener mucho cuidado… -Fernando besó a Alicia sin dejar de coger una de las manos de su hijo- Con el carácter que tiene no podremos perderle de vista.
Notó en Fernando cierta preocupación aunque la alegría por ver a su hijo hacer avances podía más; respiró profundo pensando que tendría que estar atenta tanto a su hijo como a su marido, Fernando podría llegar a ser desesperante si se preocupaba en exceso. Besó a Fernando y siguieron jugando un rato con su hijo, no dejaban de reír cada vez que veían que imponía su carácter, apartaba unos juguetes y cogía otros. Fernando puso el desayuno en una bandeja y la dejó en el sofá, ofreció una taza de café a Alicia y cogió la suya, desayunaron mientras jugaban con su hijo. Cuando le contó la llamada de Macarena, Alicia se fue a duchar sin perder un minuto, quería volver a verla cuanto antes; tanto que le dejó con la palabra en la boca. Fernando se echó a reír y siguió jugando con su hijo, tendría que recoger el desayuno, pero le encantaba estar con Roberto tirado en el suelo sin más preocupaciones que intentar adivinar qué juguete quería su hijo.
Alicia no tardó nada en ducharse y prepararse, cuando regresó al salón vio a Fernando todavía en el suelo con Roberto, le miró contrariada, quería salir de casa pronto. La miró sonriendo y evitando soltar un comentario sobre su habitual tardanza y que no pasaba nada porque ella esperase un día; a cambio, la besó y le aseguró que no tardaría nada. Alicia intentó ordenar los juguetes de Roberto, consiguió que su hijo se echase a llorar a pleno pulmón, le besó la mano intentando calmarle, empezó a hacerle cosquillas y eso hizo que se olvidase de cualquier juguete. Cuando el salón estaba más o menos ordenado, cambió a Roberto, miró el reloj nerviosa, quería volver a estar con su amiga y no tenía paciencia para esperar. Fernando suspiró pensando que debería recoger lo que Alicia había dejado tirado en el baño, pero sabía que no era el momento, estaba seguro que estaría dando paseos por el salón sin dejar de pensar en todo lo que estaba tardando. Alicia aporreaba suavemente con los dedos el agarradero del coche de Roberto, estaba impaciente por disfrutar con Macarena el máximo posible de horas, había mirado el reloj casi a cada minuto pero no pudo evitar reírse al ver a Fernando aparecer con el pelo mojado y terminando de abrocharse la camisa. Alicia estaba cerca de la puerta con Roberto en el coche y con el bolso ya en la mano, Fernando se echó a reír ante la mirada apremiante de su mujer.
-Eres imposible Alicia, para un día que eres tú la que tiene que esperar…
Alicia arrugó la nariz pero también se rio, cuando vio que Fernando se ponía la chaqueta, abrió la puerta sacando el coche. Ya en el ascensor, Alicia taconeaba, pensaba que aquel día, tardaba más en bajar que cualquier otro momento.
-Fernando, deberíamos comprar una silla de paseo para Roberto, no le gusta nada ir tumbado y ya está creciendo…
Fernando se rascó el pelo, Alicia tenía razón, pero le costaba tanto asumir que pasaba el tiempo y su hijo crecía; incluso cada vez que veía que un traje ya le estaba pequeño se sentía así. Besó a Alicia y le dijo que tendrían que ir de compras; ella sonrió sabiendo exactamente qué sentía Fernando. El camino hasta casa de Grace fue rápido, no estaba muy cerca, pero Alicia marcaba un ritmo rápido, Fernando no dejaba de mirarla sonriendo. Antes de llegar, Roberto se cansó de estar en el coche, Fernando le cogió y le envolvió en la manta, el niño protestó, pero en eso su padre era inflexible y más esa mañana, el cielo estaba nublado y hacía viento. Roberto tuvo que conformarse con ir en brazos aunque no se pudiese mover mucho por la manta; Alicia besó a su hijo en la mano pero no aflojó el paso. Cuando volvió a ver a Macarena la abrazó tan fuerte como el día anterior, Fernando las miró feliz pero siendo consciente que en unas horas tendrían que separarse. Fernando dejó que Macarena cogiese a su hijo y sonrieron al ver que volvían a congeniar, disfrutó de ver la cercanía entre los dos.
Pasaron todo el día con ella, Alicia le enseñó algunos rincones de París, tomaron un té en su cafetería, pasaron por el despacho y le enseñó documentos de un caso que le interesaba, incluso pasaron por la redacción porque Macarena quería conocerla. Tanto Alicia como Fernando disfrutaron de la compañía de Macarena, aunque eran conscientes de que Roberto disfrutaba más que ninguno, podía pasarse horas con ella y no necesitar nada más. La comida en casa de Antonio se les pasó volando, Alicia pensó divertida que tanto Antonio como Macarena caían bien a todo el mundo así que era normal que se llevasen bien. El momento de la despedida fue muy duro, Alicia no la soltaba, llevaban muchos meses sin verse y se le había hecho muy corta la visita. Fernando las miraba intentando evitar emocionarse, sabía que las dos se importaban mucho y, además, en ese momento estaba también Roberto y era todavía más difícil. Cuando por fin Alicia dejó de abrazarla, lo hizo Fernando, después de separarse, fue Macarena la que puso fin a tanta emoción.
-Bueno, no alarguemos esto, que las despedidas nos ponen muy tristes; ya está –se frotó los ojos limpiando las lágrimas-. Estoy segura que muy pronto nos veremos.
-Llama cuando llegues a Barcelona, y dale muchos recuerdos a Inés y Mauro, y un beso muy fuerte para la niña… Macarena, gracias por venir, ha sido de lo mejor del día de mi cumpleaños…
Fernando abrazó a Alicia mientras veían cómo Macarena subía al autobús, Roberto, en brazos de Alicia, estaba intranquilo, como si supiese que su nueva amiga se iba y tardaría en verla. Besó a Alicia cuando vieron cómo arrancaba el autobús, no salieron de la estación hasta que le perdieron de vista. Alicia abrazó fuerte a Fernando, se limpió los ojos y empezaron a andar despacio; por suerte, Fernando siempre soltaba algún comentario que hacía más llevadera la situación. Unos minutos después, Alicia estaba riendo a carcajadas, Fernando la miraba casi como si no fuese real, le parecía increíble cada sonrisa de Alicia. Fernando había permanecido el resto del día en un segundo plano, escuchaba las conversaciones que se sucedían, intentaba atender a un Roberto que se había enamorado del pelo de Macarena y había intuido que la despedida sería difícil. En esos momentos se sentía culpable, tragaba saliva pensando que Alicia había renunciado a muchas cosas por estar con él y porque su hijo viviera libre. Escucharla reír de camino a casa había calmado esa desazón pero, antes de llegar al portal, no pudo evitar compartir esos sentimientos con ella, por suerte Alicia nunca tenía la menor duda y no consideraba ser feliz y realizarse profesionalmente cómo un sacrificio. El resto del día estuvieron de compras, tenían la despensa vacía y, además, estuvieron mirando sillas para Roberto.

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**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!!
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