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Principios de marzo de 1962
Fernando dio una vuelta más en el sofá, en el fondo le divertía aquella situación, sabía que al final acabaría él durmiendo en el sofá pasase lo que pasase…
Esa mañana
Fernando se había levantado sigilosamente, justo cuando iba camino de la cocina escuchó el sonido en la puerta, recibió a Antonio con un agarrón de manos y le indicó que le acompañase a la cocina, el ambiente había sido distendido pero sentía un aguijón extraño, una sensación rara…
Alicia no madrugó, los últimos días habían sido tranquilos, el caso de Andrea estaba estancado, habían movilizado a algunos contactos de Antonio para encontrar al hombre que les había acompañado en el coche, no había noticias así que, de momento, no podían hacer más. La vista del caso de Claire la habían adelantado, pero no tanto como a ella le hubiese gustado, la tenían para finales de mes. Alicia había hablado con Emile para poder estar unos días trabajando desde casa, pasaba por el despacho un par de horas para ponerse al día; a finales de mes volvería de lleno. Cuando se despertó oyó a Fernando en la cocina, sonrió recordando los dos últimos días, no se habían separado en ningún momento, realmente necesitaban esa pequeña pausa después de las tensiones que habían vivido con el artículo y los dos casos que estaba llevando. Miró la cuna, Roberto estaba despierto, cada vez con más frecuencia esperaba a que le viesen despierto; se dio cuenta que hacía días que no le oía llorar, sólo gimoteaba cuando quería que le cogiesen en brazos o que le cambiasen. Se puso la bata, que Fernando había doblado con cuidado, al ir a ponerse las zapatillas sólo pudo encontrar una, decidió salir descalza, estaba despeinada y ni se molestó en atusarle el pelo, cogió a Roberto con ternura y le estrechó en sus brazos con cuidado mientras salía de la habitación. Llegó a la cocina medio dormida, con un Roberto que empezaba a revolverse entre sus brazos y no le soltaba el pelo al que se había agarrado, se alegró de ver a Antonio parloteando con Fernando, aunque aquel día su único interés era pasar el mayor tiempo posible con el niño y Fernando, Antonio se estaba convirtiendo en un gran amigo. Saludó a Antonio con dos besos y besó a Fernando.
-Buenos días, mmm qué bien huele, necesito un café…
-Buenos días Alicia, siéntate, ya está casi listo.
Se sentó al lado de Antonio quien quiso coger al niño, era casi como disfrutar de los momentos que no había podido disfrutar de Liberto por la guerra, Fernando había preparado el biberón que Antonio empezó a darle. Alicia detectó confundida un par de miradas de Fernando, parecía molesto pero no tenía ni idea de por qué. Fernando removía su café absorto ante la charla animada de ellos, viendo cómo Antonio se manejaba con Roberto dándole el biberón, estaba empezando a sentirse de más, discutiendo consigo mismo entre lo irracional de sus sentimientos y la parte racional de sus pensamientos. Respiró profundamente y fue a por las zapatillas, mientras las buscaba por la habitación seguía carcomiéndose, se sentó en la cama con ellas y se dio cuenta que todo lo que estaba sintiendo era producto del miedo, que estaba siendo injusto. Nunca había podido dudar de la lealtad de Alicia, pondría su cabeza en juego, pero esa confraternización le hacía sentirse excluido en algunos momentos, además parecía que Alicia ni era consciente y eso era lo que más le molestaba y le asustaba. Al regresar a la cocina se las dejó delante.
-Gracias… No había encontrado la que faltaba.
Fernando sonrió de manera artificial, Alicia pensó que lo que le tenía así era que hubiese salido descalza, pero se equivocaba. Se sentó con ellos a desayunar, cogió a Roberto para tenerlo en sus brazos, la conversación giró en torno al final de la guerra, cada vez parecía más claro que en cuestión de semanas acabaría. Llevaban días sin hablar de Andrea ni de nada relacionado con el caso, eso no hacía que estuviesen tensos, sólo lo evitaban para alejarse un poco de la situación. Alicia notó otra mirada de Fernando, pero él seguía hablando como si no pasase nada, no lo entendía, hacía meses que era capaz de adivinar qué pensaba Fernando en cada momento, pero en ese instante le era imposible. Antonio se ofreció a ir a por la prensa, él no había notado nada, pero estaban los dos sin arreglarse y a él no le costaba nada. Alicia estaba demasiado cansada para valorar la actitud de Fernando, pensó que había podido dormir mal, incluso que estuviera teniendo una crisis de sus dolores, le trajo los analgésicos para que se los tomara pero Fernando seguía teniendo la mirada vacía incluso su tono se volvía mordaz y ácido. Alicia cogió a Roberto y se sentó sobre Fernando, él, instintivamente, le acarició el pelo aunque si lo hubiese pensado, no lo hubiese hecho.
-Qué atento es Antonio, podríamos invitarle a comer, podemos llamar a Liberto y así comemos todos juntos, me apetece que pasemos el día juntos.
-Sí, y podría quedarse a dormir si quieres… Somos todos tan amigos…
Alicia le miró extrañada, no entendía ese sarcasmo, Fernando evitó hacer más comentarios, la besó en el pelo intentando alejar sus pensamientos. Fue a ducharse dejando a Alicia en la cocina con el niño, intentó relajarse mientras le caía el agua, sabía que era algo irracional, que no tenía sentido… Pero a veces notaba ciertas actitudes que le daban miedo; oyó el timbre y se puso tenso, decidió quedarse unos minutos más en la ducha. Se vistió despacio mientras oía como Alicia y Antonio seguían hablando, en ese momento discutían sobre una entrevista que aparecía en la revista. Cuando salió, Antonio estaba durmiendo al niño, tuvo que respirar para tranquilizarse.
-Gracias Antonio, si quieres sigo yo, le cuesta mucho dormirse por la mañana…
Cogió a Roberto y fue a la habitación a sentarse en la mecedora, se relajó al sentir a su hijo contra su pecho, sólo esa sensación era capaz de hacer que sus preocupaciones desapareciesen. Al rato, Alicia se asomó a la puerta, Fernando intentó sonreír con naturalidad, aunque no sabía si lo había conseguido.
-Antonio se ha ido, tenía unas clases… He pensado que podríamos salir a pasear, me acerco al despacho, para recoger lo pendiente y después vamos a la redacción… ¿Te parece?
-Sí, buena idea.
-Voy a ducharme, espero no tardar mucho…
Se dio cuenta que Fernando no aprovechó para recordarle su habitual tardanza en prepararse para salir; algo pasaba y no alcanzaba a entender qué era. Fernando se quedó en silencio mientras la veía salir, intentaba estar como siempre, pero no le salía, sabía que era injusto, pero en ese momento no podía hacer otra cosa. Se centró en su hijo, parecía tan intranquilo como él, se relajó para que el niño lo notase, en unos minutos se quedó dormido.
Alicia se duchó y preparó más rápido que nunca, aunque ni siquiera había sido consciente de ello, sus movimientos eran bruscos. Al entrar al salón vio a Fernando ya preparado, Roberto estaba dormido en el coche, se acercó a besar al niño y terminó de arroparle para indicar a Fernando que ya podían salir.
-Ya estoy lista…
-Bien, pero abrigarte más, hace mucho frío y va a llover…
Alicia sonrió, fuese lo que fuese, Fernando lo estaba controlando y había vuelto a ser el de siempre. Le besó antes de volver a la habitación a por una boina y una bufanda.
-¿Así le parece mejor al señor Solís?
-Mejor que nunca…
La besó intentando olvidar sus propios pensamientos, lo consiguió tanto que tuvo que ser Alicia la que se separase para recordarle que tenían que salir.
-Pues sí, sí que parece que estoy mejor que nunca…
Ambos se echaron a reír mientras Alicia cogía el coche y salían de casa; en el ascensor Fernando cerró los ojos, estaban muy juntos, de lado para que entrase el coche. Por un momento se cabreó consigo mismo, después de todo lo que habían pasado, no podía pensarlo, estaba siendo injusto y, algo que le costó más admitir, celoso. Sonrió besando a Alicia, ella notó el cambió en su sonrisa y se tranquilizó; cuando volviesen le preguntaría qué le había pasado, era lo único que le preocupaba, no haber sido capaz de saber a qué se debía su cambio. Al salir del portal, ambos notaron el aire frío, Alicia se refugió en Fernando mientras él subía del todo la capota para que Roberto no pudiese notarlo. Durante el camino, disfrutaron hablando de los preparativos del picnic, Alicia había convencido a todos para hacerlo dentro de un par de semanas; Fernando bromeó con su capacidad de salirse siempre con la suya. Alicia arrugó la nariz mientras le aseguraba que no siempre se había salido con la suya; recordó el momento en el que fue al piso franco y no encontró la llave, cómo había llamado a la puerta sin que él abriese o dijese nada. Fernando se relajó del todo ante ese recuerdo, sonrió con tristeza por todo el tiempo que habían perdido.
-¿Qué no te sales siempre con la tuya? Si mi memoria no me juega una mala pasada… Recuerdo a una señorita que abrió la puerta con un cuchillo…
Alicia se echó a reír mientras le besaba, por un momento le hubiese gustado estar en casa para volver a besarle como en aquella ocasión. Fernando adivinó sus pensamientos y se separó riendo, ya habían llegado al despacho; subieron juntos. Fernando miró sonriendo al niño, se le había caído el chupete y estaba boqueando para encontrarlo, le ayudó antes de que se despertase del todo.
El resto del día intentaron no pensar en la situación de por la mañana, Fernando disfrutó viendo a Alicia en su hábitat natural, admiraba profundamente su profesionalidad, la capacidad que tenía para ganarse a compañeros y clientes. Un sentimiento de culpa le hizo sentirse miserable por su actitud de aquella mañana. Alicia saludó a sus compañeros, revisó las llamadas que había tenido, no había nada urgente, Grace le informó sobre Claire, se había mudado a casa de su hermana, su marido seguía molestando a sus padres. Decidió que la llamaría en cuanto llegase a casa, recogió una carpeta sobre un caso que quería revisar en casa, se fumó un cigarro mientras hablaba con Emile, y se despidió de todos. Al salir notó a Fernando más relajado, le abrazó intentando alejar todos los fantasmas, empezaba a intuir qué había pasado esa mañana, aunque no era consciente del alcance…
El paseo hasta la redacción fue más largo, Fernando llevaba el maletín de Alicia porque tras recoger los documentos pesaba bastante, Alicia llevaba el coche y se cogía a Fernando, le encantaba notarle mientras caminaban. Al pasar por el bar donde siempre se reunían, vieron a Pierre y Diane, Diane llevaba unos días sin ir a casa, parecía que no perdían el tiempo. Decidieron no interrumpirles, subieron juntos a la redacción, Fernando hubiese preferido que Roberto no subiese, el ambiente solía estar cargado, aunque en cuanto entraron, él se encargó de abrir la ventana. Habló unos minutos con Antoine, recogió los temas sobre los que tendría que escribir los próximos días. Durante la semana habían seguido llamando de otras publicaciones, alguna oferta era realmente interesante, pero en ese momento no quería pensarlo. Se sentía a gusto en la redacción, podía escribir lo que quería sin limitaciones, tenía amigos entre los compañeros… De momento no creía que hubiese llegado el momento de buscar un nuevo trabajo, ya no era sólo por él; su familia necesitaba estabilidad, nunca jugaría con el futuro de su hijo, no le importaba que en otra revista o periódico pudiese ganar más, sabía que en esa revista tenía trabajo asegurado y era más importante que el hecho de ganar más puntualmente. Alicia recorrió la mesa del despacho de Fernando mientras él se ponía al día, le encantaba ver la pulcritud y el orden de la misma, relajarse con el olor que desprendía a él, mezclado con tabaco y un producto de limpieza que no lograba concretar. Fernando salió del despacho a tiempo de ver cómo Alicia miraba irónicamente a Catherine, estaba atosigando a Jean, aunque a él no parecía molestarle mucho… Catherine había acertado su tiro, por una vez y después de muchos intentos. Su mirada se cruzó con la de Alicia en la distancia y se echaron a reír; Fernando se acercó a despedirse de todos, sus amigos se quedaron con las ganas de coger a Roberto, pero no se había despertado en ningún momento. Alicia pensó qué podía haberle pasado para tener esa actitud a primeras horas del día. Ya en la calle, Fernando le habló de las propuestas que había recibido, Alicia se emocionó cuando le dio las razones para ni siquiera plantearse la posibilidad de interesarse por ellas.
-Pero Fernando, ahora sí podemos permitirnos que cambies de trabajo, tenemos ahorros, los dos trabajamos… Además, es una oportunidad para ti, no puedes renunciar a ello…
-Claro que puedo, no me interesa otra oportunidad que no sea llevar una vida estable con mi mujer y mi hijo…
Alicia le besó olvidando lo raro que había estado esa mañana, antes de regresar a casa entraron en la cafetería, su amiga estaba ocupada pues la cafetería estaba llena. Se sentaron en una mesa libre que había en un rincón, Fernando se levantó a pedir un chocolate para Alicia y un café para él, era el primer momento que estaba totalmente relajado desde que se había levantado. Mientras estaba apoyado en la barra se frotó la cara mirando el expositor de tartas, la familiaridad con la que Alicia trataba a Antonio empezaba a tornarse en un reconcome, se giró para mirarla y le devolvió una sonrisa que le hizo sentirse, si cabía, mucho peor. Estaba comportándose cómo un adolescente y no como el hombre que se suponía que era ya; recordó la cena del día anterior, había preparado una cena para ellos dos pero Antonio llegó justo antes de que empezasen a cenar. Le alegró verle pero, después de un rato charlando, Alicia le invitó a quedarse a cenar, Fernando la miró de soslayo pero ella no se dio cuenta, lo que le molestó todavía más. Le parecía ridículo estar sintiendo lo que sentía, pero no dejaba de pensar en la sintonía que había entre ellos, en lo que se complementaban en sus opiniones, casi parecía que sabían lo que iba a decir el otro antes de que hablase. Intentó controlarse pero cuando vio que Antonio se acomodaba junto a Alicia casi tumbado en el sofá, no pudo evitar el comentario que soltó.
-Muy amiguitos os habéis hecho vosotros dos…
Alicia en seguida captó la ironía, le miró arrugando la nariz, Antonio se lo tomó a broma; la situación no pasó de ahí, pero Fernando se quedó pensándolo durante el resto de la noche e, incluso, ya en la cama cuando Alicia estaba dormida. Sabía que estaba siendo injusto con los dos; pero últimamente compartían mucho tiempo, muchas confidencias, miradas íntimas, abrazos… Antonio era el tipo de hombre en el que Alicia podía fijarse, eso lo sabía, y no dudaba de Alicia, tampoco de Antonio, pero sí de la situación, de pensar en lo unidos que estaban… De hecho se planteó que si Alicia le hubiese conocido antes de saber que él había sobrevivido, probablemente habrían tenido algo…
Volvió al presente al tener las dos tazas delante, las llevó a la mesa, al ver a Roberto despierto le cogió en brazos. Intentó alejar de su cabeza esos pensamientos; Alicia probó el chocolate, Fernando sacó la cámara antes de que pudiese reaccionar y la sacó una foto con los labios manchados. Se echó a reír mientras ella torcía el gesto y se aguantaba las ganas de darle un manotazo porque tenía a Roberto en brazos. Fernando estiró la mano que tenía libre y limpió sus labios, Alicia le mordió suavemente. Se sintió feliz, parecía que todo había vuelto a la normalidad, le había angustiado no saber lo que le pasaba a Fernando, había pensado que tenía que ver con Antonio, pero no podía ser… Antonio era un buen amigo de los dos, incluso más de Fernando, no tenía sentido. Regresaron a casa entre bromas y risas, Alicia dudaba si sacar el tema o no, pero viendo que todo había pasado, lo dejó pasar. Fernando preparó la comida mientras Alicia amamantaba a Roberto, cada diez minutos aparecía en la habitación con alguna excusa, pero realmente lo que quería era disfrutar de verles así, unidos, le encantaba esa imagen. Después de cambiar y dormir a Roberto, se sentó a la mesa que Alicia ya había preparado; tomó la copa de vino dando un sorbo mientras miraba a Alicia. Llevaba días queriendo estar así, a solas con ella, disfrutando de su relación, de su intimidad; Alicia le contó las novedades de Claire, Fernando estaba al tanto de todo, sólo le faltaba conocerla, aunque sabía que no lo haría, no podría aguantar las ganas de ir a por el marido… Alicia compartió con él el caso de aquella mujer que la buscó al poco de terminar la carrera, vio a Fernando apretar los puños, le cogió las manos para que las relajase, al final acabó sentada sobre él. Durante la comida disfrutó de escucharla hablar, Alicia parloteaba y parloteaba sin cesar, veía sus cambios en su expresión, su vehemencia ante los casos que defendía y lo único que podía hacer era sonreír admirándola. Comieron así, Fernando acabó con más de una mancha en su camisa y aguantando las risas de ella; cuando acabaron recogieron juntos. En la cocina ocurrió lo que ocurría siempre que compartían el momento de recoger, acabaron los dos empapados porque Alicia empezó a salpicar y Fernando le siguió la broma. Fernando dejó la cuna en un rincón del salón y se tumbaron juntos en el sofá, compartieron un cigarro mientras hablaban de sus amigos. A Inés le quedaba algo más de un mes para dar a luz, habían recibido carta de ellos el día anterior, ya había dejado de trabajar, se sentía cansada; Alicia había recordado su último mes de embarazo. Además, por lo que contaba Inés, Macarena llevaba muy bien el despacho, en aquellos meses se había hecho un nombre en Barcelona, Alicia había sonreído al leerlo pensando en la chica despegada del trabajo que había conocido hacía un año en Madrid. Alicia acabó hablando de Antonio, decía que podían buscarle pareja, que seguro que entre sus conocidas había alguien adecuada para él, que estaba tan solo… Fernando se puso tenso, Alicia, que estaba tumbada sobre él, notó la tensión de Fernando mucho antes de incorporarse, no entendía qué sucedía con Antonio, se quedó realmente preocupada ante su actitud.
-Fernando, ¿te pasa algo con Antonio? ¿Habéis discutido? Llevas todo el día como si te molestase…
Fernando se sentó en el sofá y, cruzando las manos, le respondió mirando al suelo.
-No, a mí no me pasa nada, ¿y a ti? ¿Te pasa algo a ti con Antonio?
Su tono no era de enfado, pero sí de una ironía que a Alicia la cabreó, no podía estar hablando en serio. Se levantó deprisa, sin pararse a pensar.
-No sé lo que estás pensando, ni quiero saberlo… No entiendo que estés así con nosotros, no tienes ningún motivo.
-Sabes bien lo que estoy pensando… Os lleváis muy bien, cada vez compartís más cosas…
-¡Quieres dejar de insinuar tonterías!
Fernando se sentó en el sofá, no era su intención discutir, pero no podía seguir guardándose lo que estaba sintiendo. Alicia le miró desafiante, ¿sería capaz de decirle lo que estaba pensando?
-Mira, Alicia… No quiero discutir, sólo digo lo que veo… No me estoy inventando nada, sois muy parecidos, estáis pendientes del otro… No te lo reprocho, sólo digo lo que veo.
-Pues vete mirándote la vista porque no tienes ni idea de lo que ves.
Fernando sólo levantó la vista para darse cuenta del error que había cometido y ver cómo salía del salón cabreada y ofendida, suspiró tapándose la cara con las manos. Alicia estaba cabreada con Fernando, pero también con ella misma… Si lo pensaba fríamente quizás sí se podría malinterpretar su relación con Antonio, Fernando tenía razón, había mucha sintonía entre ellos. Se sentó en la mecedora cogiendo un peluche de su hijo, esperaba que Antonio no hubiese pensado nada; le quería mucho, las últimas semanas había sido un apoyo fundamental para ella. Pero tenía muy claros sus sentimientos, por eso precisamente no entendía a Fernando; su mente hizo de abogado del diablo y le recordó que sus celos eran mucho peores que los de Fernando… Pero alejó esos pensamientos, era Fernando quien dudaba de ella, de Antonio, y lo peor es que lo hacía con la mayor tranquilidad del mundo… Eso la cabreaba todavía más, ella podría entender un arrebato como los que ella misma tenía, pero no que se pasase el día insinuando cosas y después lo hablase como si estuviese hablando de cualquier tema sin importancia. Si hubiera sido por ella, hubiera comenzado a gritarle pero le había sorprendido tanto, se sentía tan confundida que el efecto fue el contrario, se quedó muda, movía la mecedora con la mirada perdida.
Fernando se sentó en el sofá, estaba cansado y asustado, Alicia estaba enfadada de verdad, no había sido su intención, ni siquiera quería discutir, pero no podía evitar que le saliesen esos comentarios. No le gustaba ser consciente de que sí sentía celos, nunca le habían gustado los celos, pero no podía olvidarse de la imagen de Alicia y Antonio hablando de cualquier cosa tan unidos… Se levantó a mirar a Roberto, seguía dormido ajeno a la situación que había entre ellos, se acercó despacio a la habitación, desde lejos vio a Alicia sentada en la mecedora, estaba triste y pensativa, de repente se sintió culpable, no tenía ningún derecho a dudar de ella, ni mucho menos a reprocharle las relaciones de amistad que tenía o dejaba de tener. Entró despacio, Alicia levantó la vista, se quedó mirándole casi con lágrimas en los ojos pero reteniéndolas, no pensaba mostrarle que le había afectado.
-Alicia… Lo siento, no debí insinuar nada, no es justo para ti, ni para Antonio… De verdad, siento mucho haberme excedido en mis comentarios…
-¿Excedido? Fernando, has insinuado que puedo tener algo con un amigo tuyo… Creo que la palabra excederse se queda corta…
La tensión que se percibía provocaba una sensación de asfixia en la pequeña habitación de Roberto, Fernando se estaba disculpando sinceramente pero Alicia no podía evitar sentir la rabia emerger a través de sus palabras, ni siquiera valoró que era la habitación de Roberto ni si subía o no el tono. Estaba dolida y bastante alterada. Fernando notó el tono cortante de ella, se lo merecía, desde luego, pero no sabía cómo acortar distancias, sabía que una disculpa no haría que a Alicia se le olvidase lo que había pasado. Intentó alargar el brazo para acercarse a ella pero una sola mirada le produjo que cayese laxo y tuviera que meter la mano en el bolsillo de los pantalones.
-Sí, tienes razón, he hecho algo más que excederme… Lo siento –bajó la mirada, Alicia empezaba a ablandarse pero no se movió- he sido un estúpido, perdóname, no tenía que haberme dejado llevar por pensamientos absurdos…
-Sí, sobre todo teniendo en cuenta que no he sido yo quien ha tenido dos relaciones a la vez…
En cuanto lo dijo se arrepintió, pero no había podido evitarlo, después de lo que habían vivido en Madrid no entendía que él pensase que a las primeras de cambio podría interesarse por otra persona, una cosa era que se llevase bien con Antonio, y otra que fuese a tener una relación con él. Cuando se refirió a Isabela, Fernando sintió una bofetada invisible, tanto fue así que echó su cuerpo hacia atrás, cerró los ojos pero los abrió inmediatamente para enfrentarse a su mirada, la había hecho daño, algo que prometió que no iba a volver a suceder. Se levantó despacio, Alicia le miraba pero no podía hacer nada por acercarse a él, estaba enfadada con la situación, con Fernando y con ella misma.
-Lo siento Alicia…
La forma en la que se disculpó esa vez le llegó al alma, ella tampoco quería llevar tan lejos aquel malentendido pero seguía costándole controlar su lengua. No dijo nada más, salió de la habitación con una sensación de culpabilidad que hacía mucho que no tenía; encendió un cigarro y se sentó en el sofá pensando en todas las decisiones que había tomado él y que habían dañado a Alicia… A pesar de todos sus errores, ella había apostado por él, le había ayudado desde el primer momento, había intentado salvarle incluso de sí mismo… No era justo que dudase de ella, de hecho no dudaba, no al menos de que hubiese pasado algo entre ellos; pero sí veía su cercanía y no podía evitar pensar que quizás en otras circunstancias podrían haber sido pareja… Apagó el cigarro cuando oyó a Roberto gimotear, le cogió con cuidado, le besó y vio que Alicia se acercaba, cogió al niño intentando no rozarle a él.
-Alicia por favor…
-Fernando, ahora no…
Tragó saliva mientras la veía entrar a la habitación de Roberto; se sirvió una copa sin dejar de culparse, era la primera vez que sentía que lo que tenían se podía estropear, la primera vez que Alicia se enfadaba y no quería ni hablar… Sonó el teléfono, le hubiese gustado desconectar el cable, pero hizo un esfuerzo por cogerle; al otro lado de la línea escuchó a un Pierre alegre, quería invitarles a cenar en casa, Fernando tuvo que sentarse para poder hablar, le dijo que no era buen momento, que otro día irían… Pierre insistió hasta que notó la voz de Fernando, le preguntó si pasaba algo grave, Fernando estuvo a punto de decir que sí, pensó quedar con él y salir a tomar una copa, necesitaba hablar con alguien pero rechazó la idea porque no quería dejar que pasaran más horas sin mediar entre la distancia que se había producido entre ellos. De cada tres palabras que decía Pierre no llegaba a procesar ni siquiera la primera, finalmente le dijo que hablarían al día siguiente. Terminó la copa, ya era tarde, estaba anocheciendo, miró por la ventana y vio la calle desierta, las farolas aún no estaban encendidas.
Alicia no conseguía que Roberto se concentrase en comer, pensó que era porque notaba su intranquilidad, intentó calmarse, acercó la cara a su hijo y respiró su olor. Sólo intentó serenarse cuando se dio cuenta que su hijo estaba algo alterado, quería ponerse a gritar, sacar toda esa rabia pero también pedirle perdón por su guerra sucia.
-Roberto, tienes que comer…
Respiró hondo intentando calmarse, su hijo empezó a comer despacio, como si siguiese atento a cualquier emoción suya. Cuando terminó, Fernando estaba en la puerta, cogió al niño para cambiarle; no pensaba desatender a su hijo por mucho que pasase entre ellos. Alicia sonrió cuando Fernando no la veía, las diferencias entre ellos nunca harían que su hijo pasase a segundo plano. A Roberto le costó mucho dormirse, Fernando paseó por toda la casa mientras le balanceaba, cuando consiguió dormirle le dejó en la cuna arropado. Alicia estaba en la mesa del salón, había sacado algunos informes del trabajo, aunque no parecía estar muy concentrada. Se dio cuenta que Alicia evitaba mirarle, apenas le contestaba con monosílabos y le hizo un gesto con la mano al decirle que iba a preparar la cena. No sabía muy bien cómo hablarla, entró en la cocina mientras intentaba no pensar en nada, por suerte, cocinar siempre le relajaba. Ya en la cocina terminó repitiéndose lo idiota que había sido una y otra vez. Puso la sartén con unos filetes y preparó un poco de pescado, probablemente Alicia querría algo ligero; se asomaba de vez en cuando a la puerta, cada vez que lo hacía, la veía intentando concentrarse, fumando, mirando los documentos sin leerlos… Alicia le escuchaba preparar la cena y sólo podía pensar en volver a abrazarle, pero no pensaba ponérselo fácil, había sido muy injusto y no quería que se volviese a repetir. Cuando regresó al salón con los platos, Alicia recogió los documentos para poder cenar; los dos tenían una sensación muy rara, nunca habían cenado en ese silencio tenso en el que estaban acomodados. Fernando se dio cuenta que Alicia demoró el tiempo en el que recogía los documentos, él estaba parado, de pie, con los platos en la mano e intentando que le mirase a la cara, ni siquiera eso consiguió durante la cena. Se fijó en la fuerza con la que cogía los cubiertos, cómo centraba su mirada a través de la ventana, tragó saliva e intentó, nuevamente, disculparse.
Alicia apenas probó bocado mientras que Fernando se terminó su plato, Alicia sonrió pensando que hasta en eso eran distintos. Fernando vio la sonrisa de Alicia y respiró, pensó que podrían arreglar todo estando juntos. Se levantó a recoger, esa vez Alicia no le siguió, sabía que si iba acabarían jugando con el agua, o haciendo fotos… Todavía no quería llegar a eso, seguía estando dolida e, incluso, se sentía culpable por el comentario que había hecho. Había visto como a Fernando le había cambiado el gesto en cuanto lo dijo, se sentía mal por haber llegado tan lejos, pero no estaba dispuesta a admitirlo.
Alicia llevó la cuna a su habitación, cogió una almohada pequeña y una manta y las dejó sobre el sofá, no quería dormir con Fernando, no después de lo que había pasado; probablemente sentirle junto a ella le haría olvidarlo todo y no estaba dispuesta. Fernando había escuchado a Alicia mover la cuna, se demoró en el cuarto de baño después de recoger la cocina de aquella cena, la peor con bastante diferencia desde que estaban viviendo juntos. Regresó al salón, nada más entrar miró al sofá casi divertido, esperaba algo parecido. En ese momento pensaba que era más cabezonería que otra cosa; sabía que ella estaba tan afectada como él, que deseaba que todo se arreglase… Pero esta vez había sido él el causante así que no servía con sólo una disculpa. Alicia se acercó y le besó en la mejilla.
-Buenas noches Fernando.
-Buenas noches…
La vio entrar en la habitación, probablemente intentaría leer un rato porque era temprano para dormir; se sentó en el sofá mientras colocaba la almohada, se rio de sí mismo… La situación era la constatación de que eran un matrimonio normal y corriente, con sus pequeñas discusiones e incluso con el marido durmiendo en el sofá… Cabeceó pensando que hacía un año nunca habría pensado que llegaría a dormir en un sofá por un ataque de celos… Alicia era consciente que se estaba ablandando, Fernando le había pedido perdón, había intentado explicarle por qué se había puesto así pero ella no le dio la opción. Cuando se metió en la cama, tomó un libro e intentó, de forma estéril, leer. Enfadada consigo misma besó a Roberto y se acostó en la cama, apagó la luz y comenzó a dar vueltas intentando acomodarse ante las sábanas tan frías. Fernando había sentido algo de esperanza al sentir el beso en la mejilla, pensó en ir detrás de ella pero decidió acomodarse en el sofá. Fumó un cigarro junto a la ventana repitiéndose lo inmensamente injusto e idiota que había sido pero tenía que reconocer que la referencia de Alicia a Isabela le había hecho daño. Pensó en los meses que llevaban en París, dejando a un lado el episodio con Catherine, habían vivido una auténtica luna de miel; sabía que superarían también esa discusión… Se corrigió a sí mismo, el problema era que no habían discutido, por eso les estaba costando más dar el paso; sobre todo a Alicia… Con lo cabezota que era, no estaba seguro si no le tocaría dormir algún día más en el sofá. Tumbado en el sofá, con los brazos en la nuca no dejaba de pensar que esa situación era culpa únicamente suya, sabía que el fuerte carácter de los dos les haría tener discrepancias pero ver a Alicia dolida era de las cosas que peor llevaba. Escuchó a Roberto, Alicia había encendido la luz, miró el reloj, se fue acercando a la habitación, estuvo tentado en darse la vuelta antes de entrar en la habitación, terminó haciéndolo con sigilo esperando un gesto de Alicia ante su presencia, la vio tumbada en la cama amamantando a Roberto. Se sentó en una esquina mirando a su hijo, evitó acercarse, no quería incomodar a Alicia, ella alternaba su mirada entre Roberto y él. Le enterneció que Fernando se empeñase en volver sólo para estar con su hijo incluso arriesgándose a llevarse algún comentario suyo. En ese momento fue consciente de que le había perdonado, tendrían que hablar sobre Antonio, pero estaba tranquila; sólo esperaba que él hubiese podido perdonarla por su salida de tono… Alicia había tenido unas horas para pensar en toda la situación, siendo sincera ella hubiera respondido igual o, probablemente, mucho peor, hasta le parecía divertido que Fernando pudiera estar celoso. Fernando levantó la vista justo cuando ella le estaba mirando, sonrió buscando la afirmación de ella, que sólo movió levemente los labios en lo que pretendía ser una sonrisa suave. Alicia se acercó a él para que cogiese a Roberto, Fernando rozó su mano mientras acomodaba a Roberto en sus brazos. Se levantó para acunarle, casi no tardó en dormirse, parecía que había notado la relajación de sus padres. Le metió en la cuna arropándole, se acercó a Alicia, le besó la frente y la arropó también.
-Descansa Alicia.
Le miró con mucha ternura, parecía tan seguro de dejarla su espacio que no quiso decirle que ya le había perdonado; Fernando apagó la luz y entornó la puerta. Cerró la ventana del salón y apagó las luces, se tumbó en el sofá dispuesto a pasar la noche allí. Ver su expresión de preocupación, de arrepentimiento le llevó a no dejar que eso se alargase en el tiempo ni un minuto más, habían perdido demasiado tiempo y no estaba dispuesta a que el orgullo se interpusiera entre ellos. Llevaba casi una hora intentando dormir cuando al darse la vuelta vio a Alicia de pie mirándole.
Sintió un poco de esperanza al verla de pie en el salón, le pareció mucho más guapa que nunca con el pelo alborotado, con esa bata horrorosa a la que le había cogido tanto cariño y descalza, suspiró esperando nuevos reproches pero su expresión cambió al verla sonreír, no pensaba que se pudiera echar algo tanto de menos pero había contado las horas que hacía que no la veía sonreír…
-Fernando… Ven, anda…
Tiró de él para que se incorporase, pero él hizo lo mismo y, al final, fue Alicia la que acabó en el sofá. Fernando se apartó para dejarle espacio, se sentó junto a ella y le besó el pelo.
-Lo siento, de verdad… No pretendía que pasase esto; ni mucho menos insinuar que…
-Déjalo, anda… No líes más las cosas. Fernando, siento haber… Bueno, siento lo que te dije, yo tampoco tenía derecho a sacar un tema tan delicado.
Fernando la miró emocionado, se abrazó a ella como si fuese la única persona que existía en el mundo, la besó con mucha urgencia pero sin esperar que pasase nada más. Sentir las manos de Alicia, sus labios, su olor… No podía pedir más después de aquel día tan angustioso que había pasado. Alicia se levantó, cogió la manta y la almohada y fue a la habitación, Fernando sonrió y la siguió, besó a su hijo antes de entrar en la cama. Cuando se metió, abrazó a Alicia, ella se dejó abrazar, llevaba horas queriendo estar así con él.
-Fernando… Gracias por no dejar que todo esto afectase a Roberto…
-Alicia, no me des las gracias por eso… Es nuestro hijo, de los dos, y por mucho que pase entre nosotros, siempre será así.
Cerraron los ojos y respiraron profundo, Fernando no dejó de acariciarla hasta que se durmió, se quedó dormida en cuanto sintió los brazos de Fernando sobre ella, su calor, su olor y sentía cómo iban disminuyendo los latidos que sabía eran consecuencia de la tensión de ese día. Cuando notó que estaba dormida, se acercó a susurrarle en el oído.
-Gracias Alicia, te amo…
Cerró los ojos apoyando la cabeza justo al lado de Alicia, se durmió tranquilo y seguro de su relación. En algún momento, mientras caminaban hacia la habitación, se acostaba en la cama o apagaba la luz, fue consciente que no podía dejar que el miedo a perderla pudiera provocar precisamente eso.
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**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!! |
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