24 de diciembre de 1962
Fernando entró en la redacción sin dejar de sonreír, el ambiente era festivo aunque aún quedaban algunas horas para la pequeña celebración; se echó a reír al ver a Pierre con un gorro de papá Noel, Pierre le miró serio diciéndole que Roberto tenía que conocer a Papá Noel. Fernando le miró arqueando las cejas y sonrió cuando su amigo le explicó que sería más difícil que conociese a los Reyes Magos porque eran tres y él sólo uno. Se hubiera burlado de Pierre mucho más en otra época, pero el hecho de que fuera capaz de disfrazarse por su hijo le enternecía, la verdad era que admiraba a su amigo y estaba seguro que sería un gran padre. Le dejó por imposible y entró al despacho con pocas ganas de trabajar, esa noche cenarían en casa Diane, Pierre, Grace, Antonio y Liberto; Catherine y Jean se pasarían después de cenar a tomar algo. Habían llegado a París el día anterior y una de las primeras visitas que hicieron fue a su casa; parecía que no había pasado el tiempo desde que se habían despedido a final de verano. Estaban mejor que nunca, Fernando no pudo evitar mirar a Alicia con total admiración, si no hubiese sido por su cabezonería, sus amigos no serían felices. Abrió el maletín pensando que por suerte había conseguido que Antoine no le hiciese trabajar después de la celebración, quería poder preparar la cena con tranquilidad y antes estar a solas con Alicia y Roberto. Cogió el teléfono en cuanto empezó a sonar, cuando salió de casa Alicia aún no se había despertado, Diane había llegado pronto y la dejó atendiendo al niño, Alicia había dormido mal aquella noche así que era mejor no molestarla. Esperó pacientemente a que su secretaria le comunicase quién llamaba y se sorprendió al saber que era Inés, la saludó sonriendo y felicitándole las fiestas, pero notó que ella no tenía tan buenas noticias.
-Verás Fernando, anoche se puso a nevar y no ha parado; parece que va para largo y de momento es imposible conducir, han cancelado la mayoría de vuelos…
Fernando suspiró, en París el tiempo se había estabilizado un poco, seguía haciendo mucho frío pero al menos la nieve ya no era copiosa; después de los días que llevaba pensando en el momento en que Alicia e Inés se reencontrasen, no podía creer que al final no fuese posible.
-Espero que no estéis incomunicados.
-No, por suerte estamos en el centro, es difícil ir de un sitio a otro pero podemos arreglárnoslas… Es posible que de aquí a unos días se haya solucionado pero quería avisarte con tiempo por si no podemos viajar.
-Gracias Inés, aquí también hemos tenido días con mucha nieve, pero por suerte va remitiendo… Llámame cuando sepas algo.
Hablaron unos minutos más, la idea de Inés era llegar el día 31 por la mañana y no volver a Barcelona hasta el día 4, Fernando se frotó la cara deseando que pudiesen viajar, unos días con Inés sería uno de los mejores regalos que Alicia querría recibir. Se despidió de ella mientras encendía un cigarro, en ese momento tenía menos ganas de ponerse a trabajar; además, los artículos para el siguiente número de la revista eran más relajados porque, palabras textuales de su jefe, no podían agobiar a los lectores con problemas en unas fechas tan señaladas. Resopló comenzando a escribir, estaba bastante seguro que no quedaría un buen artículo, pero si su jefe pedía temas ligeros, tenía que escribir temas ligeros.
Alicia se estiró en la cama sonriendo, oía de fondo las conversaciones de Diane con Roberto, le resultaba asombroso cómo su amiga siempre podía convencerle de todo, aunque su hijo no dejaba de insistir cuando quería algo. Se mordió el labio pensando que Fernando no había podido dormir mucho al sentir sus vueltas, esperaba que no estuviese muy cansado; había sentido su beso en la frente cuando se despidió de ella. Se había quedado dormida, después de muchas vueltas, un par de horas antes de que sonase el despertador; sentir cómo Fernando le acariciaba el pelo le había ayudado a conciliar el sueño. Ni siquiera escuchó sonar el despertador o a Fernando levantarse, sólo notó cómo le daba un suave beso con el mayor de los cuidados para no despertarla. Cerró los ojos antes de incorporarse aspirando el aroma de Fernando en la almohada pero una nueva carcajada de Roberto la sacaron de ese ensimismamiento y fue al encuentro de su hijo. Se levantó despacio poniéndose la bata, por suerte, Fernando había dejado las zapatillas a la vista para que no tuviese que buscarlas; al subir la persiana suspiró, el cielo estaba cubierto, le gustaba mucho la nieve, era navidad y tenía que nevar pero, a la vez, le gustaría que el tiempo les diese un poco de tregua, hacía semanas que no podían pasear o simplemente salir de compras. Sonrió recordando que el día 26 saldría a la venta su libro, René le había propuesto algunas entrevistas para periódicos nacionales, al saberlo, Fernando quiso que les diese a ellos la exclusiva de su primera entrevista. Se había echado a reír ante el entusiasmo de su marido, le parecía muy exagerado hablar de exclusiva pero sabía que él lo decía en serio, notaba esa mirada de admiración y no podía más que sonreír. A ella le hubiese gustado que fuese Fernando quien le hiciese la entrevista, pero al final la había convencido de que fuese Pierre mientras que él escribiría una crítica del libro. Estaba deseando leer tanto la entrevista como la crítica; esperaba que ambos fuesen objetivos, no quería que la diesen publicidad sólo por ser ella. Fernando le aseguró que si recibía buenas críticas no era porque fuese su mujer, sino porque se lo merecería, le miró y sonrió al notar que lo decía serio mirándola fijamente. Al oír a Tor ladrando pensó en las cosas que tenía que hacer antes de que Fernando volviese para llevarles en coche a la redacción; abrió la puerta de la habitación y, antes de que pudiese saludar a su amiga, Roberto y Tor corrieron hacia ella.
-Buenos días a vosotros también –se echó a reír acariciando el pelo de su hijo, que estaba agarrado a sus piernas- buenos días Diane.
-Buenos días; Fernando me dijo que habías dormido mal así que no he querido despertarte, espero que no te hayamos molestado con el ruido.
-No te preocupes, al final he conseguido dormir unas horas; los últimos días es más difícil conciliar el sueño, las niñas no paran.
-Siéntate, ahora mismo te traigo un té y brioches.
Suspiró al notar cómo su amiga la ayudaba a sentarse en el sofá, acabó sonriendo al verla correr hacia la cocina, movió la cabeza divertida pensando que si no estaba Fernando, Diane adoptaba su papel. Roberto le enseñó la pequeña torre que habían construido con las piezas, se quedó callada escuchando la explicación de su hijo, cuando su amiga regresó, la notó preocupada, dejó espacio para que se sentase y probó el té mirándola fijamente.
-¿Te pasa algo? Sabes que puedes confiar en mí para cualquier cosa.
-Lo sé Alicia, es que no sé si…
Se acercó a ella para cogerla las manos, se la veía muy nerviosa y no sabía qué podía pasarle, quizás una discusión con Pierre. Roberto dejó de jugar para ir hacia el sofá, alargó los brazos hasta que Diane le cogió y, cuando estuvo sentado sobre ella, la abrazó fuerte. Alicia se emocionó, su hijo parecía entender cuándo alguien necesitaba un abrazo, solía hacerlo con Fernando y con ella, ahora además con Diane. Sonrió a su amiga al ver que se relajaba, Roberto se quedó sentado entre las dos en silencio pero sin dejar de mirarlas.
-Es posible que… Que esté embarazada y…
Alicia sonrió pero frenó las ganas que tenía de abrazarla, Diane parecía preocupada y sospechaba que no lo habían planeado.
-Diane… ¿Quieres tenerlo?
-No lo sé… Quiero ser madre pero no ahora, no tan pronto y…
-¿Pierre lo sabe?
-No se lo he dicho, pero supongo que sospecha algo…
-Bueno, lo primero es saber si lo estás, -apretó las manos de su amiga sin saber muy bien cómo podía demostrarle que estaba ahí para ella- ¿cuántos días de retraso tienes?
-Una semana más o menos…
Alicia se mordió el labio, era muy pronto para que pudiese hacerse la prueba, la miró transmitiéndole seguridad aunque sabía muy bien que Diane no lo estaría hasta que se hiciese la prueba. No quería ni pensar en las semanas que todavía tendría que pasar entre las dudas, recordaba muy bien las semanas antes de saber que volvía a estar embarazada, pero no era lo mismo. Miró a su amiga sin poder evitar recordar la diferencia de las dos veces que se había quedado embarazada y, aun así, en las dos estuvo convencida en todo momento de tener a su hijo. Cogió un brioche obligándose a comer, no sabía si seguir hablando con Diane o si ella preferiría dejar de pensar en ello y hablar de cualquier otra cosa. Apartó un mechón de pelo de su amiga e intentó bromear mientras Roberto intentaba ponerle un abrigo suyo a Tor lo que causó una carcajada de las dos. Al final, fue su hijo quien les hizo cambiar de tema, desde hacía unos días no habían dejado de hablarle de los Reyes y él no dejaba de preguntar por ellos; sonrieron mientras entre las dos le volvían a explicar que eran tres y venían de muy lejos con muchos regalos para todos los niños.
Fernando suspiró cuando Antoine le llamó para que fuese a su despacho, entró sin llamar y se rascó el pelo al ver que no estaba solo.
-Perdón, no sabía que estabas ocupado, vuelvo luego.
-No, no, pasa Fernando.
Entrecerró los ojos mirando a su jefe y a aquel hombre que se levantó para saludarle, le dio la mano sonriendo pero miró a su jefe al saber que era el director de Le Canard enchaîné, un periódico semanal; esperaba que no fuese una encerrona de Antoine. Aquel hombre parecía haber leído muchos de sus artículos, sonrió y se removió incómodo en la silla mientras escuchaba cómo alababa su trabajo en la revista, el suplemento y, sobre todo, su intervención en el programa de radio. Miró a Antoine fijamente y él se decidió a hablar, sabía que los rodeos no servirían para nada con Fernando; querían que colaborase en el periódico, le ofrecían trabajar por libre, sólo ir a entregar su artículo semanal sobre política y poder escribir libremente sobre cualquier asunto que considerase. Conocía el periódico, siempre le pareció muy independiente, además, le gustaba esa mezcla de humor e información seria. Valoró la propuesta, no le importaba el dinero extra, que era bastante más de lo que cobraba a la semana en la revista, pero sí el hecho de poder escribir en un periódico tan importante sin ningún tipo de censura. Miró a Antoine sonriendo, estaba seguro que él tenía mucho que ver en esa propuesta; ante las condiciones que le ofrecían no podía hacer otra cosa que aceptar. Después de fin de año tendría que ir a la redacción para conocer al resto de periodistas y después sólo acudiría una vez a la semana para entregar su artículo. Se levantó para dar la mano a su nuevo jefe antes de que se fuese, cuando cerró la puerta se volvió a sentar echándose a reír; Antoine intentó disimular pero al final terminó confesando que le había dicho a su amigo que podría interesarle el trabajo. Se despidió de Antoine todavía riéndose, miró el reloj pensando que en breve tendría que ir a casa para volver en coche con Alicia, Roberto y Diane.
Alicia miró el reloj mordiéndose el labio, se disculpó con Diane y fue a ducharse pensando que no le daba tiempo, se levantó despacio y antes de entrar al baño se quedó mirando a su amiga y su hijo, estaba segura que Roberto le haría olvidar sus preocupaciones. Se rio de sí misma al darse cuenta que necesitaba ayuda para entrar a la bañera, siempre le reprendía a Fernando por correr a ayudarla, pero no quería reconocer que sí lo necesitaba. Entró despacio intentando mantener el equilibrio, tardó en ducharse más de lo que le hubiese gustado, pero estaba tan relajada bajo el chorro de agua que tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para cerrar el grifo y coger la toalla. No tardó nada en decidir qué ponerse, le había encargado a Diane que le comprase un vestido que había visto hacía unas semanas, estaba segura que Fernando sabría que era nuevo y la miraría entre divertido y preocupado pensando cuándo habría salido de compras. Se vistió despacio y arrugó la nariz al mirarse en el espejo, el corte de pelo no le convencía del todo, tenía que dedicarle mucho tiempo para que le quedase bien. Fernando había dejado un artículo a medio escribir y había salido del despacho, al ir a despedirse de Pierre le había visto un tanto pensativo, esperaba que estuviese bien; caminó deprisa hasta casa, sonrió pensando que Alicia no estaría preparada todavía. Abrió la puerta y se echó a reír al ver a Roberto y Diane jugando, su hijo se levantó llamándole y corrió a abrazarle, le cogió en brazos haciéndole cosquillas. Se había acostumbrado a llegar a casa y que fuera recibido como si hubiera una tropa en su casa, Roberto hablaba y hablaba, Tor ladraba, olía sus zapatos e intentaba hacer que jugase con él. Suspiró en tono fingido ante la mirada algo perdida de su amiga y le preguntó a Roberto por su madre.
-Ucha ponerse apa ¡festa!
Le besó riendo, Tor saltaba a su alrededor y hasta que no le saludó no dejó de hacerlo; saludó a Diane preguntándole qué tal la mañana, la miró detenidamente, intentaba disimular pero la notaba demasiado seria. Alicia se maquilló con prisa, había escuchado a Fernando llegar y sabía que le tomaría el pelo con su habitual tardanza, se miró en el espejo sonriendo, tenía muchas ganas de llegar a la redacción, el año anterior no habían podido ir juntos pero, a partir de ese año, irían siempre juntos con sus hijos. Después de la pequeña celebración pasarían por el despacho, sus compañeros no hacían ninguna celebración, era difícil que todos coincidiesen en el despacho, entre los juzgados y las visitas a clientes, cada uno tenía un horario. De todas formas, irían a felicitar la navidad a sus compañeros y poder tomar algo con ellos sin interrumpir el trabajo. Fernando la miró en cuanto abrió la puerta, sonrió pensando que todos los días le parecía que estaba preciosa, cada día más, se acercó a besarla y susurró en su oído lo guapa que estaba. Se quedó con las ganas de preguntarle por ese nuevo vestido, pero Diane estaba presente y esperando para salir, la besó el cuello antes de separarse y les apremió para salir cuando antes de casa. Roberto miró a Tor protestando, Alicia se mordió el labio pensando que sería una de las primeras veces que el perro se quedase solo en casa.
-No te preocupes Roberto –Fernando le habló despacio mirándole fijamente- Tor estará bien y nosotros volveremos enseguida.
-¿enseida?
-Te doy mi palabra.
Alicia sonrió ante la promesa de Fernando, Tor se tumbó en su caseta y soltó un suave ladrido casi como si se despidiese de ellos; Alicia intentó abrocharse el abrigo ante la mirada traviesa de Fernando y el apremio de su hijo que parecía estar deseando regresar a casa para jugar con su perrito. Suspiró y decidió llevarlo cruzado cubriéndose con la mano, se abrazó a Fernando mientras salían de casa, Roberto iba en brazos de su padre pero hablaba con Diane sobre Tor y las veces que lo sacaban a la calle. Alicia notó que Fernando la miraba sonriendo, le miró de reojo indecisa pero decidió preguntar.
-Fernando ¿pasa algo?
Fernando abrió la puerta trasera del coche para que Diane entrase y dejó a Roberto junto a ella, al cerrar se acercó a Alicia y la besó intensamente.
-Es una buena noticia, pero te lo contaré más tarde.
-¡No! No puedes decirme algo así y que tenga que esperarme para saberlo.
Fernando se echó a reír de la voz que había puesto Alicia, mezcla de tono infantil y mezcla de aplomo, volvió a besarla y abrió la puerta del copiloto para que entrase, antes de cerrarla, la besó la mano mirándola y sonriendo. Alicia resopló divertida y dejó que se acomodase en el asiento para terminar haciéndole cosquillas antes de que arrancase el coche.
El trayecto en coche pasó entre la conversación de Roberto y las miradas de reojo de Alicia que mostraban su impaciencia ante lo que tuviese que contar Fernando; él miró un par de veces por el retrovisor para darse cuenta de lo ensimismada que iba Diane, contestaba a todas las preguntas de Roberto pero parecía estar lejos de allí. Alicia se mordió el labio al ver esas miradas, Fernando se había dado cuenta de que le pasaba algo a su amiga; seguía preocupada por ella, sabía que Diane no dejaría de pensar en ello hasta que se hiciese la prueba. Intentó recordar pero creía que Diane nunca le había hablado de ser madre, sí era algo que alguna vez habían hablado soñando con el futuro, pero no para que pasase tan pronto. Su amiga era algo más joven que ella y tenía mucho tiempo por delante, pensó en Pierre, estaba segura que a él le encantaría ser padre, no había más que verle con Roberto jugando todo el día. Esperaba que no lo pasasen mal, dudaba si Diane querría abortar si de verdad estaba embarazada, de hecho, no había querido decírselo por no agobiarla más, pero ella ya había pensado que podría dejarle dinero si lo necesitaba. Fernando había empezado a unir las piezas y empezaba a sospechar el motivo por el cuál su amiga estaba tan callada, además, Alicia terminaba siendo transparente a la hora de ocultar un secreto. Suspiró pensando en todos los días que Alicia tardó en contarle que estaba embarazada y todas las dudas que debieron pasar por su cabeza. Fernando ya había aparcado pero Alicia seguía pensando y ni siquiera se había dado cuenta, hasta que no sintió cómo le acariciaba la mejilla no reaccionó; Diane y Roberto estaban esperándoles fuera.
-¿Estás así porque no te he contado lo que pasa? No es nada malo, de verdad, es sólo que…
-No, –le interrumpió al darse cuenta que se estaba preocupando- no es eso Fernando; no te preocupes –le acarició el pelo sonriendo- está todo bien, sólo me he quedado un poco atontada por el trayecto, pero nada más.
Fernando sonrió, no se lo creía del todo pero decidió no insistir y salieron del coche; se echó a reír cuando su hijo le preguntó por Pierre, le cogió en brazos mientras Alicia se agarraba a su amiga. El portero les entretuvo atendiendo a Roberto, Fernando empezó a impacientarse pero su hijo no parecía tener prisa; cuando entraron en el ascensor terminó riéndose de las protestas de su hijo por no dejarle hablar todo lo que quería. Observó a Alicia y Diane, sabía que pasaba algo pero nunca les preguntaría, por suerte Roberto siguió hablando y animó la espera hasta llegar al piso. En la redacción se notaba el ambiente animado, se oían ya pocas máquinas de escribir y muchos brindis, Pierre se quitó el gorro cuando les oyó, Roberto no podía verle a él con el gorro porque después no se creería que era papá Noel. Alicia sonrió cuando Fernando dejó a Roberto en el suelo y echó a correr para abrazar a Pierre, miró a Diane pero ya no la vio preocupada, sonreía exactamente igual que ella; ver a Pierre con el niño le hacía olvidarse de su preocupación. Fernando la ayudó a quitarse el abrigo mientras ella empezaba a saludar a todos y contestaba preguntas sobre el embarazo y el libro, la miró sin dejar de sonreír pero sin intervenir, a la vez, estaba atento de su hijo, no quería que Antoine llegase y Roberto estuviese revolviendo. Pierre besó a Diane preguntándole si estaba bien, ella sonrió devolviéndole el beso y cogió una copa para brindar con los demás. Roberto fue el centro de atención en los siguientes minutos, Alicia se asombraba de la facilidad que tenía para que todos le mirasen y se interesasen por lo que decía; en momentos así se reafirmaba en su idea de que cada vez se parecía más a Fernando. Vio cómo Fernando le miraba sin poder ocultar el orgullo que sentía por su hijo, por todo lo que decía y hacía, por cada gesto; se frotó los ojos para despejar las lágrimas de emoción, por suerte, las conversaciones se sucedían y enseguida se integró en la que mantenían Sophie, Pierre y dos compañeros más de su marido. Sonrió al ver a Diane y Fernando charlando, los dos parecían relajados aunque estaban pendientes de Roberto en todo momento; Fernando suspiró al ver entrar a su jefe, sonrió irónico cuando le vio entrar con una niña de unos cuatro años de la mano, sabía que tenía una hija pero nunca pensó que la llevaría a la redacción. Se aguantó la risa al ver que su hijo señalaba a la niña y le pedía que le dejase en el suelo, se acercó a Alicia esperando que el discurso de su jefe no durase mucho y que no dijese nada sobre la reunión que habían tenido. Alicia se abrazó a él evitando un bostezo, sonrió ante el enfado de su hijo y le besó la mano haciendo que se calmase; Antoine dio un pequeño discurso sobre el año que estaba a punto de terminar, el trabajo duro daba sus frutos, tenían buen prestigio pero las ventas estaban cayendo, terminó felicitando la navidad a todos. Fernando movió la cabeza pensando que ni en navidad podía dejar de dar malas noticias, al contrario que cuando decidía qué publicar en esas fechas. Brindó con sus compañeros y miró a Alicia para brindar con ella, no necesitaban decirse nada, Alicia mojó los labios y dejó la copa para abrazarse más a él. Tuvieron que dejar que Roberto bajase al suelo, Fernando se echó a reír ante la mirada de su jefe al verle jugar con su hija, bromeó con Alicia sobre esa repentina amistad de Roberto. Casi cuando iban a irse aparecieron Catherine y Jean, todos se alegraron de verles, traían muy buenas noticias de Toulouse y algunos regalos; Alicia había sonreído al verles entrar de la mano, no podía negar que se sentía bien sabiendo que ella había contribuido a que se encontrasen en la comida de despedida. Se acercó a Diane para preguntarle cómo estaba pero ella parecía haberse olvidado de su preocupación así que decidió no preguntarle nada y unirse a la conversación; jugó con la alianza cuando Antoine le preguntó por el libro, tenía ganas de leerlo. Desvió la mirada y sonrió al ver a Fernando detrás de Roberto y de la niña, habló unos minutos más con el jefe de su marido y después se acercó a ellos. Disfrutó de las risas de su hijo, se echó a reír cuando Fernando suspiró al darse cuenta que todos les miraban, se mordió el labio pensando que en eso, Roberto se parecía a ella, no les importaba que se fijasen en ellos. Vieron cómo su hijo protestaba cuando Antoine se fue con la que Roberto consideraba su nueva amiga, sólo Pierre consiguió que se le pasase; Alicia volvió a mirar a Diane y notó otra vez el cambio con respecto a cómo había hablado con ella en casa. Fernando la besó suavemente mientras le preguntaba en voz baja si se iban; Alicia movió la cabeza mirándole, era consciente de lo poco que le gustaban esas reuniones con tanta gente y tanta celebración. Asintió mientras le decía que iba a por los abrigos, Roberto se abrazó a Fernando cuando le cogió en brazos, le recordó a Pierre la hora a la que tenían que estar en casa, vio cómo su amigo se ponía nervioso, le miró divertido al saber que era porque no quería que Roberto le escuchase. Diane le dijo que él iría más tarde porque antes aparecería disfrazado sin ser él, Fernando le miró sonriendo, le apretó el brazo emocionándose y al final bromeó con su hijo sobre lo bien que le quedaba el color rojo al tío Pierre. Se alejó despacio pensando en la suerte que tenía por contar con un amigo como Pierre, Alicia le preguntó qué le pasaba, se lo contó mientras se ponía el abrigo; antes de salir de la redacción, Alicia se giró para mirar a Diane y Pierre, bailaban abrazados, sonrió volviendo a mirar a Fernando y entraron al ascensor planeando las compras que tenían pendientes para esa noche. Fernando se echó a reír cuando Alicia se acercó mucho a él para preguntarle por lo que antes no le había contado, vio cómo arrugaba la nariz cuando se dio cuenta que ya habían llegado al bajo, se despidieron del portero y Fernando abrió la puerta de atrás del coche. Alicia le miró divertida al ver que se sentaba a su lado dejando a Roberto entre los dos.
-Es una tontería aunque creo que te gustará… Antoine me hizo una encerrona con el director de un periódico semanal, me han ofrecido escribir un artículo a la semana, muy bien pagado por cierto… Pero lo más importante es que no me dirán sobre qué escribir y será un periódico nacional, podré llegar a más gente.
-¡Felicidades! Te lo mereces.
Fernando sonrió y se rascó el pelo un poco incómodo, Alicia le besó despacio y le miró sonriendo, ella siempre había pensado en las ofertas que había rechazado anteriormente, sabía que no le preocupaba el prestigio o ganar dinero, pero ella se sentía orgullosa de su trabajo y le gustaba que le valorasen; escribía muy bien, era capaz de ponerse en el lugar de los demás como si él lo viviese, denunciaba las injusticias con la misma pasión con la que siempre había luchado. No podía disimular lo orgullosa que estaba de Fernando y de Roberto, a pesar de que llevaba unos días viendo a Fernando cansado, sabía que el invierno no era la época en la cual lo pasaba mejor, por suerte su hijo tenía energía por los dos. Roberto suspiró ante tanta conversación, nombró a Tor; Fernando le miró divertido y salió del coche cerrando la puerta. Antes de volver a entrar al coche, miró al cielo, estaba nublado pero no parecía que fuese a llover, como mucho nevaría más tarde, pensó que después de ir al despacho podrían pasar por casa a por el perro y salir de compras con él. Alicia se entusiasmó ante la idea aunque sabía que Fernando trataría de que las compras fuese rápidas para volver a casa, hacía frío y, por muy abrigados que fuesen, no podría dejar de pensar en si Roberto o ella pasaban frío. Se recostó en el asiento y sonrió cuando su hijo posó la cabeza sobre sus piernas y acarició la tripa, Fernando les miraba por el retrovisor sonriendo, esperaba que pudiesen echar la siesta para que no estuviesen cansados durante la cena.
Cuando Fernando aparcó frente al portal, Alicia estaba a punto de dormirse, se echó a reír ante la mirada divertida de Fernando; Roberto no había dejado de preguntar por su perro así que no se había dormido. Fernando estuvo a punto de decirle que volviesen a casa pero se bajó del coche para ayudarla a salir, Alicia era capaz de adivinar en qué estaba pensando y se echó a reír agarrándose a su mano para incorporarse. La visita a su despacho fue muy distinta, allí todos estaban trabajando aunque dejaron de hacerlo para saludarles y, sobre todo, para atender a Roberto. Se miraron divertidos al ver que su hijo se adaptaba a todos los ambientes, estaba más callado en el despacho pero sin dejar de ser él; Fernando disfrutó viendo a Alicia sentarse para revisar unos documentos, le gustaba mucho verla tan concentrada aunque desviaba la vista para comprobar que Roberto estaba atendido. Se frotó la cara conteniendo una sonrisa ante el gesto fruncido de Roberto siempre tenía esa expresión en el despacho de Alicia, era como si supiera que debía ponerse serio, también notó cómo nombraba a Tor en bajito y él no pudo evitar acariciarle el pelo. Se tomó un café mientras Alicia terminaba de ordenar su mesa, llevaba días sin pasar por allí y lo había echado de menos; Grace hablaba divertida con Roberto pensando en la cena.
-Fernando, si quieres podemos ir antes y así os ayudamos con la cena, seremos muchos.
-No, no te preocupes, podremos arreglárnoslas.
Se echó a reír ante la mirada irónica de Grace, conocía demasiado bien a Alicia como para saber que ella no cocinaría y que, probablemente, él no dejaría que preparase nada. Alicia cerró el cajón después de ordenarlo y fueron a la sala de reuniones con el resto de sus compañeros, se tomó un té mientras disfrutaba de una charla con ellos. Fernando la observaba pensando que ella también se adaptaba a todos los ambientes mientras que él intentaba mantenerse en segundo plano siempre, sonrió al ver a su hijo suspirar cuando la conversación se centraba en el Derecho, de momento parecía que no tendría la misma vocación que su madre. Alicia le miró divertida torciendo el gesto pero terminó haciendo cosquillas a su hijo, Fernando miró el reloj intentado disimular pero Alicia le vio y se levantó despacio diciendo que tenían que irse. Se despidieron deseándoles buenas fiestas, antes de salir del despacho Fernando se acercó a ella cogiendo los abrigos.
-Alicia, si quieres nos quedamos un poco más, no quise meterte prisa.
-No te preocupes, no me has metido prisa ni me ha molestado, tenemos muchas cosas que hacer hoy ¿no?
-Hoy mamá ¡festa! Tío Pierre rojo.
Fernando se echó a reír ante la mezcla que había hecho su hijo, terminó de abrigarle mientras le intentaba explicar que quien iría de rojo no era el tío Pierre sino papá Noel.
-¿Papá Noel? ¿Ealos? ¡Tor! ¡Calle!
Entraron en el ascensor riéndose pero Roberto insistió para que le contestasen.
-Pues no sé si papá Noel traerá regalos… Nosotros esperamos a los Reyes Magos.
-Rees Maos Epana.
Se emocionaron, era la primera vez que Roberto nombraba España y era relacionándolo con una costumbre española, siempre estuvieron de acuerdo en que sus hijos tendrían que saber que eran españoles, con Roberto parecía que lo estaban consiguiendo. Alicia sonrió, ella estaba segura que Pierre habría pensado en todo y traería algún regalo en el saco rojo de papá Noel. Volvió a dejar que Fernando la ayudase a entrar al coche, estaba cansada y le costaba moverse; se acomodó riéndose al ver que su hijo quería ir delante. Fernando le miró serio hablándole despacio, Roberto suspiraba ante los argumentos de su padre, terminó torciendo el gesto mientras se sentaba al lado de su madre; Fernando sonrió aguantándose la risa y le dio un suave beso en la frente. Al sentarse en su asiento miró por el retrovisor, a Roberto ya se le había pasado y había empezado a hablar de la cena, el tío Pierre y Liberto, miró a Alicia mientras arrancaba y se concentró en la carretera para llegar a casa a por Tor. Alicia fue en el coche pensando en la paciencia que tenía Fernando, era capaz de convencer a su hijo ante una pataleta, nunca le gritaba e incluso le costaba ponerse serio para reñirle; realmente era perfecto. Fernando tenía la sensación que el parto se iba a adelantar, no quería ser alarmista pero esa preocupación le hacía dejar en un segundo plano todos los temas de su trabajo, además, por suerte siempre que podía trabajaba en casa. Se echaron a reír a la vez cuando Roberto comenzó a aplaudir pensando que en breve tendría a Tor para compartir sus juegos y contarle a su manera dónde habían estado.
En cuanto entraron en casa, Roberto fue directo a abrazar a Tor, el perro les había oído y les esperaba en la puerta para saludarles; se miraron sonriendo y esperaron a que se separasen.
-Venga Roberto, vamos de compras.
-¡No! ¡Tor juar!
-Tor también viene –cogió la correa mientras Alicia dejaba el maletín en la mesa- nos vamos todos de compras.
-¡Ompas todos!
Alicia se echó a reír mientras Fernando la miraba preocupado, tenían muchas cosas que comprar y no quería que se cansase, incluso pensó en ir en coche pero la mirada de Alicia le hizo desistir y ni siquiera llegó a proponérselo. Fue a la habitación a por una boina y una bufanda, Alicia se echó a reír cuando le vio pero le dijo que no combinaban con la ropa que llevaba; se las quitó de la mano y fue ella misma a buscar unas que combinasen mejor. Fernando se echó a reír al verla entrar a la habitación, Roberto y Tor se impacientaron, Tor tiraba de la correa mientras su hijo insistía en acercarse a la puerta.
-Tenemos que esperar a mamá, -se agachó para besar al niño- quiere ponerse más guapa de lo que es.
-Mamá apa.
-Claro que es guapa, tendrás que decírselo tú, a mí nunca me cree…
-Así que criticándome, muy bonito…
Se acercó a ellos sonriendo y recibió encantada el beso de su hijo que no dejaba de decir guapa, Fernando torció el gesto porque Alicia había elegido un pañuelo en vez de una bufanda, ella le miró divertida mientras terminaba de colocarse la boina. La besó antes de salir de casa, Alicia le miró riéndose, llevaba a Roberto en brazos y la correa con un Tor que no dejaba de tirar, pero estaba segura que no admitiría que necesitaba ayuda.
-Deja que yo lleve a Tor, que al final os caeréis los tres…
Fernando se rio pero dudó antes de darle la correa, un fuerte tirón del perro podría hacer que Alicia perdiese el equilibrio; Alicia le miró moviendo la cabeza, captó enseguida el mensaje de “eres un tremendista” y le pasó la correa mientras la abrazaba. Pasearon a ritmo lento, Roberto no dejaba de pedir que lo dejase en el suelo pero ni se lo planteaba con el día que hacía, Alicia hablaba de las compras, además de la cena, quería comprar un pequeño regalo para cada uno de sus amigos. Ellos esperarían a los Reyes, pero le apetecía dárselos a sus amigos, esa noche sería la única en la que cenarían todos juntos, para fin de año cada uno tenía sus planes y en Reyes Liberto ya estaría en Madrid. Fernando se echó a reír y le propuso ir primero a por los regalos y después a por el pavo y la tarta que habían encargado; la miró sonriendo cuando dijo que el primer regalo sería un maletín para Liberto. Se mordió el labio recordando a Andrea, estaba seguro que sería muy feliz si pudiese ver la relación entre Alicia y Liberto; su hijo empezó a llamar a Liberto y volvió al presente comentando que no podrían entrar todos a por los regalos, Tor tendría que quedarse fuera. Al llegar a la tienda dejó que Alicia entrase sola, no podía llevar a Roberto en brazos así que él se quedó en la calle con su hijo y el perro; dejó al niño en el suelo pero no le soltó la mano. Tor se sentó al lado de la puerta esperando a Alicia, se rascó el pelo y sonrió ante la protección de su perro, además, había notado que no había tirado en todo el camino, parecía que con Alicia se controlaba. Alicia adoraba ir de compras aunque cada día el peso y la hinchazón de los tobillos le imposibilitaban moverse cómo quisiera, miró a través de la ventana y se dio cuenta de cómo Fernando y su hijo terminaban riéndose. Paseó por la tienda buscando un maletín que le gustase para Liberto, poco a poco se había convertido en alguien muy importante para ella. Muchas veces había pensado en que los dos habían vuelto a España y se quedaron solos, para Liberto tuvo que ser mucho más duro después de la muerte de Andrea y de que Antonio se fuese; pero sí se sentía cercana a él en ese sentido. No paró hasta encontrar el maletín perfecto para él, cuando lo encontró, miró hacia la puerta y se echó a reír; Tor estaba al lado de la puerta mirándola mientras Fernando estaba agachado hablando con su hijo. En ese momento, Fernando levantó la vista y sonrió al ver a Alicia con un maletín entre las manos, mantuvieron la mirada unos segundos hasta que la dependienta interrumpió a Alicia y fue hacia el mostrador tendiéndole el maletín para pagarlo. Fernando suspiró al ver que la tienda se llenaba, por un momento recordó las fechas navideñas, el consumismo, y que ellos estaban siendo parte de todo eso... Su hijo protestó al ver que Tor se alejaba porque la gente necesitaba entrar a la tienda, Fernando le miró y sonrió, celebrar la navidad con su familia no era consumismo, estaban juntos y eso era lo que celebraban. Trató de calmar a su hijo haciendo que Tor se pusiese a su lado, le costó convencer al perro, que no quería alejarse para no perder de vista a Alicia. Alicia sonrió al abrir la puerta y ver que el perro iba hacia ella ladrando, le acarició tranquilizándole y se abrazó a Fernando para seguir con las compras. Por el camino le describió hasta el último detalle del maletín, Fernando sonreía imaginando el momento en que Liberto lo abriese, se echaron a reír al darse cuenta que Tor iba al mismo ritmo que ellos, normalmente solía ir unos pasos por delante cuando Fernando le sacaba a la calle. Al llegar a una calle peatonal, Alicia le convenció de dejar que Roberto andase un poco, su hijo disfrutaba mucho paseando, pocas veces sacaban la silla de paseo que tan poco gustaba a su hijo, pero también empezaba a molestarle ir en brazos. Fernando iba medio agachado para no soltar la mano de su hijo, Tor empezó a andar de un lado para otro siguiendo al niño; Alicia se echó a reír pensando que Fernando no se daba cuenta de la escena que estaban montando en mitad de la calle. Por un momento pensó en las navidades siguientes, cuando sus hijas ya estuviesen con ellos y fuesen con sus tres hijos y el perro por la calle, estaba segura que no dejarían de llamar la atención. Fernando sólo se dio cuenta cuando llegaron a la tienda de complementos en la que Alicia quería comprar los regalos para sus amigas; se incorporó un tanto cohibido mientras notaba la mirada de varias personas, Alicia se echó a reír y le besó. Fernando sonrió divertido mientras volvía a coger a Roberto en brazos, cogió la correa del perro para que Alicia pudiese entrar, se apoyó en el respaldo de un banco que había frente a la tienda para quedarse mirando a Alicia mientras ella la recorría. Roberto señalaba a su madre preguntando qué hacía, le explicó que estaba comprando regalos para las tías Diane y Grace, Roberto empezó a llamarlas a la vez que intentaba que lo dejase en el suelo. Era consciente de la estampa que debía tener, hablaba bajito a Roberto para convencerle de no ir al suelo, la correa le rozaba las manos e intentaba convencer a Tor de no entrar en la tienda a vigilar a su dueña. Respiró hondo a la vez que Roberto le daba una palmada en la cara y un beso haciéndole reír con la mirada enternecida. Alicia enseguida vio un bolso que le parecía perfecto para Grace, su amiga solía llevar bolsos muy pequeños y nunca le entraban todas las cosas, pensó que ese bolso con tanto espacio le vendría bien. Se mordió el labio sin saber qué comprarle a Diane, no dejaba de pensar en la conversación que habían tenido, se giró para mirar por el escaparate, Fernando la estaba mirando, sonrió pensando si habría notado algo en Diane o en Pierre. Sintió una patada de sus hijas y se acarició la tripa volviendo a mirar en las estanterías; Fernando pensó en fumar un cigarro pero entre la correa de Tor y que su hijo no paraba quieto, parecía misión imposible. Dio una vuelta más por la tienda, se frotó el cuello al recordar uno de los regalos que Fernando la hizo en Reyes, estaba segura que le gustaría una mañana en el balneario y que, además, le vendría bien para dejar de pensar en el posible embarazo. Se dirigió al mostrador para pagar el bolso y sonrió esperando que Fernando no se molestase por tener que acercarse hasta allí para sacar un vale para su amiga. Al salir de la tienda fue, nuevamente, recibida por Tor, le acarició y sonrió cuando su hijo alargó los brazos hacia ella, le besó frenando las ganas que tenía de poder cogerle en brazos. Fernando le preguntó por los regalos, se mordió el labio antes de contestar, primero le habló del de Grace, Fernando notó su reticencia y la miró divertido.
-Es que... Bueno, para Diane he pensado que podríamos regalarle una mañana en el balneario que me regalaste tú en Reyes…
-¿Y te preocupaba contarme eso?
Fernando se echó a reír consiguiendo que Alicia torciese el gesto y le hiciese burla; la abrazó todavía sin dejar de reírse.
-El regalo en sí no me preocupa decírtelo, pero tendremos que ir hasta el balneario para sacar el vale…
Fernando movió la cabeza divertido y le dijo que podrían ir en coche después de dejar las compras en casa, todavía les quedaban algunos regalos y la cena.
-¿Y por qué no se lo regalamos a los dos? Seguro que a Pierre también le gustaría ir.
-¡Es verdad! –Alicia le miró sonriendo- No se me había ocurrido, lo pasarán muy bien juntos y podrán relajarse…
-¿Relajarse? –se echó a reír mientras Alicia se mordía el labio, estaba seguro que se le había escapado- Creo que mejor no pregunto…
Alicia le sonrió y le besó, le encantaba la forma en la que siempre respetaba su tiempo para compartir con él lo que le preocupaba; ella nunca lo hacía. Pensó en contárselo aunque, a esas alturas, estaba bastante segura que Fernando sabía qué le pasaba a Diane; Fernando la besó y le dijo que no hacía falta que se lo contase en ese momento, le sonrió y empezaron a andar para comprar los regalos que faltaban. Fernando iba cada vez más atento a los gestos de Alicia, quería comprobar que no estuviese cansada, ella lo notaba pero no decía nada mientras que Roberto no dejaba de alargar los brazos para que su madre le cogiese. Fernando miró el reloj pensando que tenían que comer, ya era tarde y seguro que Alicia tenía hambre aunque no lo dijese; el problema era Tor, no podrían entrar con él en ningún restaurante.
-Alicia, ¿volvemos a casa a comer y después salimos con el coche sólo los tres?
-Pero si casi no hemos estado fuera… -Alicia miró alrededor, le gustaba mucho el ambiente de las calles en esas fechas- Aunque sí que tengo hambre.
Fernando se echó a reír ante el tono casi avergonzado que había puesto, la abrazó riéndose.
-Pues no se hable más, volvemos a casa a comer.
De regreso a casa, pasaron por una papelería, Fernando quería regalarle una pluma a Antonio, muchas veces le veía escribir con lápiz para sus clases y le miraba sonriendo; Alicia le dijo que no le importaba quedarse con Tor, entró con Roberto en brazos intentando que no armase mucho jaleo. Apenas tardo en elegir una pluma y pagar, Alicia le miró desde fuera, estaba segura que intentaba darse prisa para volver a casa cuanto antes. Al llegar a su calle, Alicia le propuso comer en la cafetería, su amiga no les diría nada por entrar con Tor y ya era tarde para ponerse a cocinar; Fernando suspiró pensando en la mañana de compras, la comida fuera, la cena típica… Acabó riéndose de sí mismo y abrió la puerta cediéndole el paso a Alicia; agradeció el calor de la cafetería, además Roberto estaba en su salsa y deseaba sentarse además de tomar algo caliente. Ayudó a acomodarse a Alicia y se sentó en la silla casi dejándose caer mientras bromeaba por cómo iban a apañárselas cuando tuvieran dos bebes, a Roberto y al perro. Su hijo se sentía en esa cafetería como en casa, iba de un lado a otro sin que nadie le dijese nada, excepto su padre, que preferiría que se calmase y se sentase con ellos; le costó hasta que se sentase a comer, Tor se había tumbado al lado de Alicia, seguía alerta ante cada movimiento suyo y ella llegó a pensar que lo había aprendido de Fernando. Disfrutaron de la comida mientras su amiga se sentaba con ellos, escucharon la celebración que ella haría con su familia, Alicia se mordió el labio recordando las navidades con su padre, durante muchos años había echado de menos celebrar esas fiestas en familia. Siempre sentía cierta nostalgia en esas fechas, echaba de menos a su padre y a los amigos que dejaron en España, sabía que a Fernando le sucedía lo mismo, hacía unos días le encontró mirando por la ventana ensimismado y le contó que, hasta que regresaron juntos a París, no soportaba estar muchas horas en casa, se sentía encerrado. Sonrió pensando que desde el año anterior, todo había cambiado, apretó la mano de Fernando intentando no emocionarse ante la idea de pasar todas las navidades futuras con sus hijos. Miró a Fernando cuando él encendió un cigarro, estuvo a punto de quitársele para dar una calada pero se concentró en el postre, Fernando dio un par de caladas y lo apagó. Roberto intentó relatarles cómo se hacía pan después de su visita al horno de la cafetería, hasta Tor parecía entenderle e intentó, mientras movía la cola, que lo llevase con él. Les costó levantarse, se sentían muy a gusto en la cafetería, no tanto como su hijo, que no paraba de entrar y salir de la barra. Tuvieron que convencerle que tenían que llevar a Tor a casa, el perro pareció entenderlo y ladró como si quisiese ayudarles a convencerle. Fernando se echó a reír mientras ayudaba a Alicia a ponerse el abrigo. Al salir se dieron cuenta que había empezado a nevar, Fernando abrazó a Alicia intentando resguardarla pero caminaron lento, no quería que se pudiese resbalar, Tor emitía suaves ruidos cada vez que sentía un copo de nieve. Alicia se quitó la boina en cuanto entraron al portal y sacudió la nieve que había en ella, notó un gesto disimulado de Fernando, el frío le afectaba más de lo que le gustaría y de lo que el propio Fernando reconocería nunca.
Le acarició la mejilla, Fernando sonrió y abrió la puerta de casa pensando en poner la calefacción aunque desistió porque tenían que volver a salir.
-Fernando, si quieres podemos ir más tarde al balneario, o les decimos que no pudimos ir pero ése es su regalo.
-No, vamos a ir en coche así que no pasaremos frío ni nos cansaremos.
La miró intensamente agradeciendo su comprensión y su manera de quitarle importancia sin hacerle sentir mal, la besó y cambió de tema hablando sobre los regalos, tendrían que envolverlos cuando volviesen. Alicia le miró sonriendo, dejó las bolsas sobre la mesa y esperó a que Tor se tumbase para salir de casa; Roberto protestó al ver que volvían a dejar solo al perro.
-Roberto, tenemos que salir a comprar la cena para esta noche, para la fiesta ¿no quieres celebrar la navidad?
-Festa navida, papá Noel ealos mamá y papá.
Alicia se echó a reír y le abrazó con cuidado, abrochó el abrigo de Fernando mordiéndose el labio, él la miró sonriendo.
-Alicia, estando con vosotros los dolores no importan, el frío tampoco. Así que deja de preocuparte –la besó y cambió el tono- soy yo quien se preocupa por todo ¿recuerdas?
Alicia se rio suavemente y le abrazó fuerte sin saber cómo expresar todo lo que sentía, salieron de casa comentando cómo se quedarían sus amigos ante los regalos que les habían comprado.
Antes de llegar al balneario, tanto Alicia como Roberto se habían quedado dormidos en el asiento trasero, Fernando paró un momento para taparles con una manta, sonrió al ver cómo Roberto tenía la mano sobre la tripa y protestaba si intentaba quitársela para que estuviese más cómodo. Mientras conducía no dejaba de mirar por el retrovisor, le preocupaba el cansancio de Alicia, las últimas semanas había estado en casa pero no había dejado de trabajar, estaba ya de siete meses y necesitaba reposo; esperaba que el doctor se lo dijese así en la siguiente revisión. Pasó la mano por el cristal que comenzaba a empañarse por la respiración de los tres y el contraste de temperatura, le gustaba conducir escuchando a su hijo, la risa de Alicia de fondo pero, en ese momento, disfrutó de la paz que transmitían. Al aparcar dudó si despertarles, pero sólo estaría en el balneario unos minutos para sacar los vales, claro que tampoco se atrevía a dejarles solos en el coche… Suspiró pensando en la mirada divertida que le dedicaría Alicia si estuviese despierta, les arropó y sonrió antes de abrir la puerta del coche con sumo cuidado, caminó hacia la entrada a toda prisa. Por suerte, no había gente esperando en el mostrador, el recepcionista le hizo rellenar unos datos sobre Diane y Pierre y terminó dándole los vales para una mañana en el balneario, pagó y se despidió sonriendo cuando ya estaba casi en la puerta. De regresó al coche se echó a reír, Alicia y Roberto seguían dormidos y pensaba que ni se habrían enterado que había salido del coche. Miró el reloj pensando que tenían que ir a por la cena y les quedaban de comprar los regalos para Catherine y Jean, sonrió al pensar en una cámara de fotos. Alicia había pensado en el regalo que él le hizo para hacérselo a Diane, ahora él pensaba en el que le hizo ella para Catherine y Jean. Creía que a sus amigos les vendría bien una cámara de fotos estando fuera de París, en alguna carta habían mandado alguna foto pero utilizaban las cámaras que tenían en la redacción; si hacían algún viaje o alguna salida no podían sacar fotos. Antes de arrancar se giró para mirar a su mujer y su hijo, torció el gesto pensando que habían dejado la cámara de fotos en casa, le parecía que estaban adorables dormidos tan juntos y tranquilos. Alicia se despertó al notar que volvían a estar en movimiento, se frotó los ojos algo desorientada, vio la mirada de Fernando en el retrovisor y sintió el calor de su hijo junto a ella, nunca podría expresar lo que sentía. Se estiró con cuidado para no despertar a Roberto y miró a Fernando sonriendo.
-¿Ya has parado en el balneario?
-Sí… -se giró un segundo guiñándole el ojo- Estabais tan a gusto durmiendo que no quise despertaros.
-Y nos dejaste solos… Hum no estoy segura que fuese tan fácil para ti alejarte del coche…
Fernando se echó a reír moviendo la cabeza, Alicia sonrió pensando que había dado en el clavo, se acercó despacio y le besó el cuello separándose inmediatamente para no desconcentrarle de la carretera. Le encantó la idea de regalarles una cámara de fotos a Catherine y Jean, sonrió recordando todos los álbumes de fotos que habían almacenado en el último año; apenas tenían unas pocas fotos de su vida anterior, pero lo habían compensado con todas las que tenían de ese año. Estaba segura que a sus amigos les gustaría mucho el regalo, cuando Fernando aparcó, fue Alicia la que decidió entrar a la tienda para elegir la cámara; Fernando sólo le aconsejó que fuese una cámara normalita, conociendo los gustos de Alicia, estaba seguro que se decantaría por el último modelo que hubiese llegado. Roberto seguía dormido cuando Alicia salió del coche, Fernando se giró para quedarse mirando a su hijo, aunque lo había pensado muchas veces, no podía dejar de pensarlo, Roberto les habría ofrecido una familia, la oportunidad de ser felices haciéndole feliz a él. Se mordió el labio, Roberto nunca podría llegar a imaginar cuánto les había dado a ellos; terminó sonriendo porque era lo que quería, que su hijo nunca pudiese sentirse tan solo como para comprender lo que supuso para ellos poder tener una familia.
Seguían cayendo algunos copos de nieve, desde el coche podía ver a Alicia hablar con un dependiente y varios modelos de cámaras sobre el mostrador, suspiró pensando que él ya habría elegido uno si hubiese entrado. Alicia preguntó todo lo que se le ocurrió y se mordió el labio recordando a Sole, estaba segura que ella tendría muchas más cosas qué preguntar sobre la cámara para saber si era buena o de las normalitas. Terminó escogiendo la primera que le había recomendado el dependiente, no era la mejor ni la más cara, pero parecía buena y le gustaba su apariencia. Sonrió cuando el dependiente le preguntó si lo envolvía para regalo, dudó un segundo, a ella le gustaba el rito de envolver personalmente los regalos pero al final acababa haciéndolo Fernando y esa tarde tenían muchas cosas que hacer así que, finalmente, le dijo que sí. Fernando la vio abrir la puerta de la tienda y estuvo a punto de salir a ayudarla con la bolsa, se frenó pensando en la cara que pondría. Dejó que se acomodase en el coche antes de preguntar por la cámara, Alicia le explicó como pudo los detalles que le había contado el dependiente. Roberto protestó al notar un suave bache y terminó despertándose, Fernando maldijo entre dientes la carretera mientras Alicia se mordía el labio para no llamarle exagerado; tuvo que frenar a su hijo cuando quiso pasar al asiento delantero, era muy pequeño para ir solo. Fernando empezó a hablarle de Tor, sabía que eso haría que se olvidase del coche, Roberto no dejó de nombrar a su perro preguntando cuándo llegarían a casa; Alicia se echó a reír imaginándose dentro de unos años viajando en coche, estaba segura que sus tres hijos, incluso ella, no dejarían de preguntar cuánto quedaba para llegar. Cuando aparcó frente al portal, Roberto ya estaba apremiándoles para entrar en casa cuanto antes, Alicia se echó a reír cuando su hijo se puso a llorar al ver que no entraban al portal.
-Mi amor, tenemos que ir a buscar la cena, para esta noche.
-¡Tor! ¡Tor! ¡Tor!
-Roberto, -Fernando se frenó para mirar muy serio a su hijo- vamos a buscar la cena y volvemos a casa. –sonrió levemente ante la mirada divertida de Alicia- ¿No quieres tarta esta noche?
-¿Tarta? Sí, peo Tor etá solo.
-Bueno, pues cuando antes vayamos a por el pavo y la tarta, antes estaremos en casa y Tor dejará de estar solo.
Alicia se aguantó la risa, estaba emocionada pero no podía dejar de divertirle la situación, Fernando comenzaba a hablar serio pero poco a poco iba dejando paso a su sonrisa, Roberto no dejaba de protestar pero al final se conformaba con lo que decía su padre; se abrazó a Fernando y besó a su hijo pensando que los dos eran perfectos. No tardaron nada en recoger el pavo, no así la tarta, Roberto volvía a estar en su salsa en la cafetería, aunque esta vez su amiga no pudo atenderles como le gustaría porque había mucha gente. Fernando sonrió al ver que Roberto se quedaba tranquilo en sus brazos después de darle una galleta; Alicia cogió la tarta pensando en las ganas que tenía de reunirse esa noche con sus amigos. Desde el portal oyeron ladrar a Tor, Roberto se impacientó mientras Fernando abría la puerta pensando que algún día, alguno de sus vecinos protestaría por tanto ruido que salía de su casa; entraron en el portal y agradecieron el calor que hacía con respecto al exterior. En cuanto entró en casa, Roberto fue corriendo a saludar a su perro, le abrazó diciéndole que ya no estaba solo, Fernando le miró sonriendo y emocionándose, estaba seguro que dentro de unos años se responsabilizaría él mismo del perro. Alicia dejó la tarta en la cocina y fue a encender la calefacción, no había vuelto a notar ningún gesto en Fernando pero estaba preocupada; los últimos días ni siquiera había reparado en ello, era Fernando el que se preocupaba porque ni Roberto ni ella pasasen frío, el que salía a trabajar, el que iba al despacho si ella necesitaba algún libro o documentación, el que sacaba a pasear a Tor… Ella simplemente había dado por hecho su lado protector y se había dejado mimar pensando que eso nunca podría cambiarlo, pero no había reparado en que a Fernando le afectaba el frío mucho más que a ella. Fernando dejó el paquete de la cámara sobre la mesa y llevó el pavo a la cocina, Roberto se había puesto a jugar con Tor tirándole uno de los viejos peluches que le había regalado. Al ver a Alicia junto a la calefacción la abrazó por detrás, llevaba días ocultando esos gestos pero sabía que esa mañana Alicia lo había notado.
-Alicia… -la besó el pelo- Ya te he dicho que estoy bien, los dolores están ahí pero nunca los había notado tan poco como en el último año. Estamos juntos, tenemos a Roberto y pronto tendremos dos niñas preciosas que nos volverán locos –acarició la tripa intentando aligerar la preocupación de Alicia- Tú me enseñaste que hay mucho por lo que vivir, no podemos dejar que los dolores o los malos recuerdos manejen nuestra vida. Además, tenemos mucho que hacer para la cena como para estar pensando en otra cosa ¿no?
Alicia sonrió al girarse, le besó y se abrazó a él recordando la primera vez que Fernando había compartido con ella sus dolores, le había decepcionado que no se lo hubiese contado antes, pensar en todo lo que había sufrido sin haber podido tener opción a ayudarle. Fernando le acarició el pelo notando la presión de su abrazo, se separaron cuando llegaron Roberto y Tor corriendo, su hijo preguntó por la tarta, se echaron a reír y trataron de explicarle que había que esperar para probarla. Fernando acompañó a Alicia al salón y la ayudó a acomodarse en el sofá, hizo que pusiese los pies en alto quitándole los zapatos, Alicia nunca lo admitiría en voz alta, pero él sabía que cada vez le molestaban más los pies, desde hacía unos días no usaba tacones aunque él había evitado hacer ningún comentario. Dejó junto a ella los regalos que quedaban por envolver y le pasó todo lo necesario para que lo hiciese en el sofá, sin inclinarse ni sentirse incómoda; Roberto se sentó en la manta y no dejaba de llamar a su madre para enseñarle sus juegos, trataba de hacer una torre alta con las piezas. Fernando comprobó que los dos estuviesen cómodos, se echó a reír al ver a Tor abrir un ojo cada vez que escuchaba que uno de los dos se movía; le acarició pensando que si no estaba él, Tor les vigilaría. Se remangó para empezar a cocinar, fuera seguía nevando pero el patio estaba despejado, fumó un cigarro riéndose al escuchar las conversaciones que tenían Alicia y Roberto, incluso Tor emitía algún ladrido pareciendo que les contestaba. Alicia torció el gesto, era la tercera vez que intentaba envolver el maletín pero no conseguía que el papel lo cubriese entero; soltó un taco en voz alta, oyó las risas de Fernando desde la cocina y se mordió el labio. Por suerte, Roberto estaba atento a su construcción y no la había escuchado o al menos no lo repetía.
-Alicia –alzó la voz para que le escuchase pero hablaba aguantándose la risa- ¿necesitas ayuda?
-¡No! –habló en voz alta intentando no reírse- ¿No serás tú el que no puedes terminar de hacer la cena y prefieres dejarlo a medias para envolver los regalos?
Torció el gesto como si Fernando pudiese verla, Fernando se echó a reír mientras preparaba algo para picar antes de la cena. Alicia miró el reloj, tenía que darse prisa con los regalos porque quería darse un baño y prepararse con tiempo, Roberto estaba de pie intentando mantener la torre que era casi más alta que él, pronto no podría poner más piezas. Alicia le miró sonriendo, en apenas unos días había aprendido a poner las piezas para que no se cayesen; Fernando se asomó a la puerta y sonrió al verles. Decidió llevar unos brioches para que Alicia comiese algo, se sentó al lado suyo ofreciéndole uno y, sin decirle nada, se puso a envolver el maletín. Alicia le miró frunciendo el ceño sin querer confesar que necesitaba ayuda y que había empezado a perder la paciencia, comió el brioche intentando evitar la mirada divertida de Fernando. Al terminar de envolver el maletín, lo dejó delante de Alicia aguantándose la risa, sabía que la picaría mucho, Alicia le miró con suficiencia diciendo que sólo se había tomado un descanso y pensaba hacerlo ella misma en cuanto terminase el brioche. No pudo aguantar más la risa, la abrazó sin dejar de reír pensando cuánto había echado de menos esos piques cuando estaban en Madrid sin aclarar las cosas. Se separaron cuando oyeron las piezas caerse, Roberto las miró decepcionado, Fernando le miró enternecido, se acercó a él y le abrazó diciéndole que podrían volver a construir la torre más tarde y que no pasaba nada.
-Peo se cae, toe mala.
Fernando se sorprendía cada día de la evolución de Roberto, su forma de analizar las situaciones, de intentar conseguir lo que quería además de ese carácter alegre y cariñoso. Se agachó a su altura pensando cuántas veces se frustraría por no conseguir algo y cuán afortunado sería por tenerles junto a él.
-No hijo, no es mala –en otro momento se hubiese reído al ver su reacción, pero le notaba tan triste que casi ni podía hablar- sólo se ha caído pero la volveremos a construir. Para eso es, tenemos que jugar con las piezas pero no hace falta que se queden de pie, las tiramos y las construimos siempre y ya está.
Su hijo le miró suspirando y torciendo la cabeza, Alicia se mordió el labio, le emocionaba profundamente que Fernando se tomase cada sentimiento de su hijo tan en serio; quizás otro padre se hubiese echado a reír al ver la primera decepción de su hijo con un juego, pero Fernando no, él trataba de explicarle que así eran las cosas pero no le trataba de manera condescendiente. Roberto se abrazó más fuerte a Fernando, Tor se levantó en ese momento y saltó sobre Fernando para llegar hasta el niño, Alicia sonrió al ver la lametada en la mano de su hijo. Fernando le dejó en el suelo y se emocionó al ver cómo el perro trataba de hacer reír a su hijo jugando con él, cogió la cámara de video y volvió a sentarse junto a Alicia para abrazarla; grabó los juegos de Roberto y Tor mientras notaba cómo Alicia se abrazaba a él y cerraba los ojos para respirar su olor. Dejó de grabar para recordar a Alicia la hora, ella suspiró pero se levantó despacio pensando en las ganas que tenía de estar rodeados de sus amigos; sonrió al ver que Fernando se levantaba deprisa para preparar el baño. Estuvo a punto de agacharse junto a su hijo pero al notar una patada desistió, se volvió a sentar y sonrió al ver que su hijo se levantaba para ir hacia el sofá. Le llenó de besos sin poder olvidar la escena de la torre de piezas. Fernando volvió enseguida, había preparado el baño más deprisa que nunca, estaba seguro que Alicia lo necesitaba después de las celebraciones de esa mañana y las compras; la acompañó al baño mientras hablaba en voz baja en su oído. Alicia sonrió y se giró para besarle pero Fernando se echó a reír recordándole el baño. La ayudó a desnudarse y a entrar en la bañera, y la besó en la frente antes de incorporarse para terminar de preparar la cena.
-Avísame cuando vayas a salir.
Alicia sonrió y cerró los ojos relajándose, Fernando le propuso a Roberto ir a la cocina, no quería que se quedase solo en el salón; ya en la cocina se arrepintió, su hijo no dejaba de decirle que le sacase al patio. Le dio una galleta explicándole que hacía frío y estaba nevando, Tor se puso al lado de la puerta moviendo la cola pero sólo consiguió que Fernando se echase a reír. Terminó de preparar la cena sin dejar de estar atento a los ruidos que pudiesen llegar del baño. Alicia respiró profundo pensando en las semanas de embarazo que le quedaban, estaba deseando tener a sus niñas y, tenía que reconocerlo, dejar de sentirse tan pesada y torpe. Sabía que Fernando disfrutaba ayudándola en todo momento, pero ella se empezaba agobiar y todavía quedaban muchos días por delante. Sonrió al oír reír a Fernando, le estaba diciendo algo al perro, por un momento recordó alguna noche en Madrid, cuando Fernando todavía no le había contado qué le pasaba, quedaba muy lejos todo aquello. Fernando había vuelto a ser el hombre que ella conoció y no ese ser autodestructivo en quien se había convertido junto a Isabela; se quitó inmediatamente de la cabeza a esa mujer, todavía a veces se indignaba por la forma en que les vendió sin ni siquiera pestañear. Sonrió al ver llegar a Fernando, Roberto y Tor, todos parecían ir a comprobar que estaba bien.
-¿No está fría ya el agua?
-No mucho…
Alicia les salpicó consiguiendo picar a su hijo, que quiso entrar a la bañera, mientras que Fernando se echó a reír moviendo la cabeza; vio cómo Fernando se agachaba para convencer a su hijo de que no podía entrar a la bañera, tardó un poco pero al final Tor le ayudó. Se cogió a su mano para incorporarse y sonrió cuando la envolvió en la toalla, Fernando empezó a secarla con cuidado sin dejar de hablar sobre todo lo que había preparado para cenar. Por un momento, recordó que sería las primeras navidades que pasarían con Antonio y Liberto, el año anterior todavía no habían vuelto a verse; sonrió compartiendo con Alicia el recuerdo de Andrea. Acompañó a Alicia a la habitación seguidos por Roberto y Tor, se aguantó la risa cuando ella decía que no sabía qué ponerse; la miró poniéndose serio.
-Da igual lo que te pongas porque estás preciosa, eres preciosa. –la abrazó y sonrió al notar cómo se mojaba su camisa- Cada día estás más guapa aunque tú pienses lo contrario, si hasta Roberto te lo ha dicho, ¿a que sí hijo?
-Apa mamá, papá no.
Se echaron a reír ante la espontaneidad de su hijo, Fernando le cogió en brazos empezando a hacerle cosquillas siguiendo con la broma de lo poco guapo que era. Alicia fue a por la cámara de video y les grabó en su pequeña batalla de cosquillas y risas; en momentos así sólo podía sonreír y agradecer la segunda oportunidad que tuvieron. Alicia tuvo que sentarse ante la carcajada por escuchar a su hijo decirle a Fernando que él no era guapo, Tor se acercó a ella alegremente, Fernando sonreía a la vez que intentaba que Roberto no subiese al perro a la cama. Por las noches recordaban esos momentos antes de quedarse dormidos agotados.
Alicia se levantó despacio, ya había decidido qué vestido ponerse, pensó que no era muy propio para una cena de navidad, pero le haría sentirse cómoda; Fernando se tumbó en la cama consiguiendo que su hijo se tranquilizase después de los juegos. Se quedó mirando a Alicia mientras se vestía, sonrió dándose cuenta de lo cuidadosa que era, normalmente se vestía a toda prisa sin fijarse en nada, pero en ese momento sus movimientos eran lentos y cuidadosos. Eso también le preocupaba, no era capaz de reconocerlo, pero debía estar muy cansada para intentar hacer todo con cuidado con lo impulsiva que solía ser. Alicia le miró y suspiró, no hacía falta que dijese nada, esa mirada le delataba, él se echó a reír, su risa animó tanto a Roberto que se puso de pie en la cama y empezó a saltar.
-Mi amor, te vas a cansar y hoy nos iremos a dormir tarde.
-¿Momir tade? ¡Hay festa!
-Claro, hoy es nochebuena, vendrán los tíos a cenar ¡y cantaremos villancicos!
Fernando les escuchaba sonriendo, daba igual sobre qué hablasen, todas las conversaciones con su hijo eran especiales; sólo con pensar que podía entenderles y que además les contestaba, le daban ganas de contárselo a todo el mundo, era su hijo, de Alicia y de él, y era el más listo de todos. Se echó a reír ante esa idea, podía parecer amor de padre, de hecho muchas veces pensaba que actuaba como el perfecto padre primerizo, pero estaba seguro que no sólo era porque fuese su hijo, Roberto aprendía las cosas muy rápido y eso no era invención suya. Resopló cuando Alicia le recordó la hora, le apetecía cenar con sus amigos pero no tenía ninguna gana de prepararse, tener que levantarse de la cama cuando estaba disfrutando tanto viendo a su mujer y su hijo.
-¡Venga Fernando! Que se nos echa el tiempo encima…
Fernando se acomodó en la cama mientras Roberto daba pequeños saltos casi sin producir movimientos en la misma, esos momentos tenían algo especial y mucho más cuando Alicia intentaba fingir seriedad para que comenzara a arreglarse.
-Pero si todavía queda mucho para que lleguen.
-Sabes que no queda mucho –se echó a reír mirándole por el espejo mientras se maquillaba- no pensaba que fueses tan perezoso…
Fernando torció el gesto divertido y se levantó a la vez que su hijo dejaba de saltar en la cama, se estiró y tuvo que reírse cuando Roberto le imitó. Alicia les miró frunciendo el ceño pero sin poder ocultar su sonrisa.
-Voy a ducharme –la besó el cuello- espérame para vestir a Roberto.
Alicia suspiró mirándole pero no le dijo nada, la verdad era que cada vez le costaba más vestir a su hijo, no podía hacer muchos movimientos y Roberto no paraba de mover los brazos o las piernas. Terminó de maquillarse mientras le hablaba a su hijo de las primeras navidades que recordaba cuando era una niña en París. Fernando cerró los ojos al sentir el agua caliente, sonrió pensando que en su vida se había imaginado preparando una cena de nochebuena como la que iban a tener; el año anterior acababa de nacer Roberto y todo era nuevo. Pero esas navidades serían la confirmación de su vida diaria, celebrarían todas las navidades de su vida con tal de ver esa sonrisa de su hijo, recordó a Pierre, estaba seguro que a Roberto le encantaría la visita de papá Noel. Cogió la toalla mientras escuchaba a Tor ladrar, pensó si Alicia habría terminado ya de prepararse, probablemente no; al mirar en el espejo sonrió recordando que esa mañana sí le había dado tiempo a afeitarse, seguramente porque Alicia se había quedado durmiendo. Terminó de secarse para volver a la habitación y vestirse, pronto empezarían a llegar sus amigos; Alicia se había sentado en la cama con Roberto, Tor se había sentado en frente de ellos como si les vigilase. Fernando se echó a reír cuando el perro fue hacia él al entrar en la habitación, le acarició mientras Alicia movía la cabeza divertida; Roberto quiso bajar de la cama para jugar con su perro.
-Roberto, tenemos que vestirnos, van a llegar los tíos y además hay sorpresas.
-¿Opesas? Quero juar.
-Mi amor, -Alicia le acarició el pelo- es tarde y hay que ponerse guapos, ¿no quieres estar guapo como mamá?
-Sí, mamá apa.
-Claro y papá no –terminó de abrocharse la camisa y le pellizcó suavemente la nariz- ¿verdad?
Alicia se echó a reír mientras Fernando se sentaba en la cama para cambiar a Roberto, su hijo protestó al ver que empezaban a desnudarle. Entre los dos le cambiaron aunque Fernando trató de hacerlo sin que Alicia moviese un dedo, antes de terminar oyeron el timbre. El resoplido de Fernando hizo reír a Alicia y Roberto, les miró intentando mostrarse contrariado pero su risa le hacía sonreír a él.
-Roberto ¿vienes a abrir conmigo?
No sabía si aparecería primero Diane y después Pierre disfrazado o vendría Pierre disfrazado y después aparecerían juntos. Alicia se levantó despacio y se echó a reír al ver que su hijo salía corriendo hacia la puerta y Tor detrás de él. Fernando la abrazó y siguieron juntos a su hijo y al perro.
-Pero espéranos, que no puedes abrir solo la puerta.
Roberto se había puesto de puntillas pero le faltaba mucho para poder llegar a abrir la puerta, cosa que tranquilizó a Fernando porque, cuando supiese abrir la puerta, tendría otra preocupación. Le cogió en brazos para abrir juntos la puerta, Alicia sonrió al ver a Diane, parecía mucho más tranquila que esa mañana y sonreía como siempre. Roberto alargó los brazos hacia ella preguntándole por Pierre, Diane se echó a reír cogiéndole y respondiendo que Pierre vendría más tarde porque estaba trabajando, Tor daba saltos alrededor de Diane, la sentía una más de la casa por todas las horas que pasaba allí. Fernando se rascó el pelo pensando en todo lo que hacían sus amigos por su hijo, muchas veces había pensado que ellos eran sus primeros amigos a los que no les pasaba nada, habían sido muchos años despidiéndose de amigos, viendo cómo les asesinaban o tenían que huir. Recordó el miedo que pasó cuando Pierre estaba en Madrid, nunca se hubiese perdonado que le hubiese pasado algo; terminó sonriendo cuando su hijo llamó guapas a Diane y a Alicia y le miró a él echándose a reír pero sin decir que él no lo era. Alicia se dio cuenta del cambio de Fernando, estaba segura que en días así estaban más presentes todas las pérdidas, le abrazó mientras Diane y Roberto iban hacia el sofá.
-¿Estás bien?
-Sí, no pasa nada, de verdad.
Fernando sonrió a una Alicia preocupada, la besó y volvió a asegurarle que estaba perfectamente, Alicia sólo se lo creyó cuando la acompañó al sofá para ayudarla a sentarse. Fue a por una copa para Diane y un refresco para Alicia, en la cocina se apoyó un minuto en la encimera pensando en todos los momentos que no había podido compartir con Roberto, se frotó la cara y sonrió cuando escuchó reír a su hijo. Dejó los recuerdos en el lugar que les correspondía y volvió al salón con la mejor de sus sonrisas y hablando de los villancicos, ese año tenían que enseñarle alguno a Roberto. Al sentarse junto a Alicia la besó y respiró hondo, Alicia notó las manos frías de Fernando, estaba segura que esas fechas recordaba todas las personas que habían desaparecido de su vida, le acarició los nudillos viendo que su rictus cambiaba con sólo mirar a Roberto. Roberto le contó a Diane que habían comprado muchos regalos, ella les miró sorprendida, Pierre traería un regalo en el saco de papá Noel, pero para ellos no habían traído nada porque sabían que esperaban a los Reyes Magos. Fernando se echó a reír mientras Alicia le aseguraba que sólo se adelantaban los que ellos harían, porque en Reyes no estarían todos juntos; Roberto señaló la ventana diciendo nieve, estaban cayendo algunos copos y todo parecía indicar que no dejaría de hacerlo en toda la noche. Fernando se echó a reír cuando Tor soltó un gruñido mirando la ventana, estaba seguro que, con lo poco que le gustaba la nieve, cuando le sacase a la calle tardaría un minuto en querer volver. Se levantó para poner la radio en un volumen bajo, empezó a sonar un villancico en francés y torció el gesto cuando Roberto empezó a tararearlo; Alicia le miró divertida, estaba segura que le gustaría escuchar un villancico español para que su hijo lo cantase. Al volver a sonar el timbre, Alicia se mordió el labio esperando la reacción de su hijo, Fernando volvió a preguntarle si iba con él a abrir la puerta pero, en esa ocasión, Roberto se negó, estaba en brazos de Diane mirando la nieve y no le interesaba otra cosa. Alicia se rio de la cara de Fernando, se levantó despacio para ir con él a abrir la puerta, estuvieron a punto de echarse a reír al ver a Pierre, su hijo no le reconocería; dejaron que entrase a casa y fuese él quien llamase a Roberto.
-Me han dicho que aquí vive un niño llamado Roberto.
Roberto giró la cabeza contrariado por aquella voz tan rara.
-¡Ojo! ¡Papá Noel! ¿Ealos?
Se bajó del sofá y fue corriendo hacia la entrada pero se frenó cuando estuvo en frente de Pierre, miró a sus padres extrañado.
-Mi amor, es papá Noel, ¡ha venido a darte un regalo!
Fernando se emocionó ante la confusión de su hijo, le cogió en brazos y le besó.
-Roberto, no pasa nada, ¿te acuerdas que te hemos hablado de papá Noel, los regalos y la Navidad?
-Sí, aidad. ¿Es papá Noel? ¡Tant Diane voir, est Père Noël!
Fernando seguía sorprendiéndose de la facilidad con la que combinaba los dos idiomas aunque al final acabase hablando en su media lengua, Alicia sonrió porque a ella nunca le pasó, cuando vivía en París sólo hablaba español con su padre e incluso con él, a veces le salía hablarle en francés; pero Roberto sabía con quién podía hablar en español, a Antonio o Liberto nunca les hablaba en francés. Diane se levantó aguantándose la risa, Roberto quiso bajar al suelo y empezó a tirar de la ropa de Pierre, le gustaba la piel blanca de los bordes de la manga, Fernando vio cómo Pierre hacía verdaderos esfuerzos para no terminar riéndose como ellos. El niño no dejó de preguntarle cosas, no parecía extrañarle que papá Noel hablase español, era otra de las dificultades para Pierre, no estaba hablando mucho porque normalmente se le escapaban palabras en francés. Mientras Pierre hacía su interpretación magistral, Fernando pensó qué sería de ellos si sus hijas hablaban tanto como el pequeño, sonrió ante otra de las preguntas de Roberto pensando en lo maravilloso de ese día y de cada día. Roberto sólo se tranquilizó cuando Pierre sacó el regalo, pero una vez le tuvo en sus manos, llamó a su padre para dársele y volver a centrar su atención en el traje de papá Noel. Fernando fue a por la cámara y sacó una foto de los dos, sonrió imaginando lo que le contarían a su hijo sobre esa foto y su tío Pierre disfrazado de papá Noel cuando fuese mayor; se echaron a reír cuando su hijo quiso que Pierre se quitase el gorro, quería ponérsele él.
-Bueno pequeño, tengo que irme, hay más niños a los que tengo que llevarles regalos. Pero toma.
Le dio el gorro y suspiró aliviado al ver que se quedaba mirando el gorro y no a él, Alicia se emocionó cuando su hijo la miró enseñándoselo, Fernando se acercó a Pierre y le dijo en voz baja que podría cambiarse en el ático, no vivía nadie y podría cambiarse en el rellano. Le dio las gracias y volvió junto a Alicia para abrazarla después de coger a Roberto, su hijo decía adiós a papá Noel sin acordarse del regalo. Diane se había mantenido en segundo plano pero no podía negar que se había emocionado, todavía no se lo había contado a Pierre y ni siquiera sabía qué quería que pasase, pero ya no le preocupaba tanto, disfrutó de la visita de papá Noel viendo la alegría del niño. Alicia volvió a sentarse acomodando los cojines, el peso empezaba a pasarle factura pero estaba entusiasmada, esas reuniones dónde no dejaban de hablar y de reír le recordaba, de alguna forma, también a su niñez. Tor, que se había quedado sentado mirando toda la escena como si no fuese con él, la siguió hasta el sofá, Fernando cogió de la mano a su hijo para acompañarle al sofá y abrir juntos el regalo, no tenía ni idea de qué habría podido comprar Pierre, siempre solía sorprenderles con sus regalos. Roberto se agarró a las piernas de su madre llamándola guapa, le acarició el pelo mordiéndose el labio mientras Fernando sonreía pensando que quizás así Alicia terminase de creérselo. Roberto rasgó el papel rápidamente y gritó al ver en la caja un teléfono dibujado, Alicia sonrió pensando que un teléfono de juguete era un gran regalo para su hijo, siempre sentía curiosidad por el verdadero y solía querer cogerlo él solo. Fernando lo sacó de la caja y dejó que su hijo lo estrenase, se emocionaron cuando Roberto marcó un par de teclas y empezó a nombrar a Pelayo. Pierre se fumó un cigarro en el rellano del ático mientras se cambiaba, desde que había tenido la idea de disfrazarse se había ilusionado con los preparativos aunque supiese que sólo serían unos minutos; ver la sonrisa de Roberto compensaba cualquier preparativo. Era consciente de la mirada agradecida de Fernando pero no había nada que agradecer; desde que conoció a Fernando le cayó muy bien, le había ido conociendo poco a poco y le consideraba un verdadero amigo. Además, no podía negar que Roberto era muy importante para él, como también lo era para Diane; el niño se había ganado todo el amor que sentían por él, pero estaba seguro que les pasaría lo mismo con las niñas. Por un momento, pensó en Diane, esa mañana cuando se despidieron la había notado distante, pero después en la redacción todo había vuelto a su lugar y en todo el día había notado nada más. Apagó el cigarro y bajó las escaleras deseando llegar para ver qué le contaba Roberto; en el portal se encontró con Grace, Antonio y Liberto; Liberto se echó a reír imaginándose que se había disfrazado. Cuando sonó el timbre, fue imposible que Roberto dejase de jugar con el teléfono, besó a Alicia y se levantó divertido pensando en Pierre cambiándose en el rellano. Se echó a reír al ver que ya habían llegado todos los invitados, empezaban las navidades, les abrazó a los cuatro dejando para el final a Pierre, intentó no emocionarse pero la imagen de su amigo disfrazado junto a Roberto era imposible de olvidar. Volvió a darle las gracias y se rascó el pelo al ver que su amigo le miraba divertido dándole por imposible, Roberto sólo levantó la vista al oír a Liberto, le enseñó su nuevo teléfono riéndose y acabó llamando a Pierre para enseñárselo también, a ellos se unió Tor después de que el propio Roberto le llamase para que jugase también. Roberto no dejaba de hablar, de la nieve, el regalo, sus padres y, sobre todo, de papá Noel, se lo contaba a Pierre riendo y señalando cómo era de alto, se puso el gorro para que lo viese mejor, Pierre no pudo más que sonreír y abrazarle. Alicia se levantó despacio para saludar a sus amigos mientras Fernando actuaba de perfecto anfitrión ofreciendo algo para beber a todos. Antes de volver de la cocina, se echó a reír del ambiente que ya había en su casa, no podía dejar de pensar en los años que perdió pensando que él no merecía nada de aquello; nunca había sido tan feliz y no lo cambiaría por nada. Cuando llegó al salón, miró un segundo a Alicia intentando expresarle todo lo que sentía en esos momentos, ella se emocionó sonriendo, sentía lo mismo que él, después de servir las bebidas para sus amigos, abrazó a Alicia y se quedó junto a ella mientras las conversaciones empezaban a sucederse siempre interrumpidas por Roberto y su nuevo juguete. Fernando disfrutó tomándole el pelo a Pierre ayudado por un Antonio que parecía el hombre que conoció hacía muchos años, también había recuperado la alegría, el ingenio e, incluso, la ironía que le caracterizaba.
Antonio se ofreció a sacar a Tor a la calle, seguía haciéndole gracia que Fernando tuviese un perro en casa, pero lo entendía al ver cómo se quedaba mirando los juegos de Roberto y el perro. Apenas estuvo en la calle un par de minutos, el tiempo justo para que el perro hiciese sus necesidades y le arrastrase hasta el portal. Alicia disfrutaba de unos dulces en el sofá mientras conversaba con Pierre y Grace, su amigo parecía integrado en esas conversaciones sobre Derecho que tenían ellas dos, Fernando le miró riéndose porque nunca se habría imaginado que Pierre supiese tanto sobre el trabajo de su mujer. Diane permanecía al margen pero se la veía relajada, la miró algo preocupado, estaba seguro que había hablado con Alicia pero no con Pierre, a su amigo se lo hubiese notado con sólo mirarle. Roberto estaba ajeno a las conversaciones de los adultos, jugaba con Liberto enseñándole la torre y contándole que se le había caído una esa tarde. Fernando les recordó que ya era hora de cenar, el ambiente era tan relajado que podrían haber estado toda la noche charlando y riendo sin acordarse de la cena; sonrió al ver a Antonio volver del patio, sus amigos habían decidido no fumar dentro de la casa esa noche, el ambiente se cargaría demasiado para Roberto y Alicia y no se podía abrir la ventana por el frío. Por una vez, Roberto no protestó cuando le sentó en la trona, veía a todos alrededor de la mesa y no dejaba de repetir “nochebuena”, Fernando se rio de sí mismo, él nunca habría celebrado esas fiestas de no ser por su hijo. Acomodó a Alicia en la silla y la besó el cuello para incorporarse e ir a por la cena, Alicia le agarró la mano preguntándole si le ayudaba, eran muchos para cenar y había preparado mucha comida.
-No te preocupes, tú descansa, yo me encargo de todo.
Alicia sonrió pero no le soltó, tiró un poco de su mano para que volviese a quedar a su altura y le besó suavemente; a veces se seguía sorprendiendo de la naturalidad con la que actuaba Fernando en esos momentos. Diane movió la cabeza divertida cuando Fernando empezó a ir de la cocina al salón con los platos, la segunda vez que le veía volver, se levantó para ayudarle; al llegar a la cocina sonrió, desde allí podían contemplar la mesa y escuchar las risas y conversaciones. Ayudó a Fernando a servir un poco de jamón en los platos, él se quedó mirándola mordiéndose el labio y ella se echó a reír, estaba segura que no se lo había dicho Alicia.
-Eres demasiado observador…
-Bueno, en el pasado necesitaba serlo, -se rascó el pelo sin ocultar una sonrisa- algo se me habrá quedado…
-Claro, -Diane suspiró sonriendo, desahogarse con Alicia esa mañana le había venido bien- Pierre no lo sabe, y no creo que sea el momento de hablarlo…
-No te preocupes, no pretendía preguntarte, -se frotó el cuello algo avergonzado- lo siento…
-No te disculpes, -le miró riéndose- no me has preguntado, yo podría haber ignorado esa mirada y no lo he hecho…
-Si necesitas hablar sabes que yo puedo escuchar, se me da bastante bien, aunque quizás tienes razón y no es el momento…
Cogió el plato algo nervioso, no quería presionar a Diane de ninguna forma, y mucho menos que se viese obligada a contárselo a él antes que a Pierre; Diane le frenó cuando iba a salir de la cocina.
-Gracias Fernando.
Fernando sonrió casi emocionado pero ambos cambiaron el gesto cuando desde el salón llegaron preguntas sobre la cena, parecía que todos tenían hambre. Alicia miró a Fernando sonriendo, movió la cabeza emocionada y esperó a que se sentase a su lado para tomar su copa y brindar con él.
-Por el mejor espía que he conocido nunca, aunque en cierta ocasión ni te lo imaginaste…
Lo dijo bajito en su oído, Fernando se echó a reír mientras chocaba su copa con la de Alicia, se rascó el pelo pensando que nunca podría entender cómo no supo verlo en el despacho de Bonilla. Empezaron a cenar escuchando a Roberto tararear un villancico que sonaba en la radio. Fernando miró a Alicia al notar que su hijo no necesitaba más ojos pendientes de él, sus amigos no dejaban de atenderle, parecía el centro de la casa; acarició la mano de Alicia emocionándose a la vez que ella sonreía y disfrutaba del ambiente festivo de su casa. Las conversaciones se sucedían, los recuerdos también, pero Alicia se fijó que Fernando no dejaba de hablar de cada avance de su hijo. Lo mejor era que a todos sus amigos les interesaba, ni en sus mejores sueños habría imaginado una vida así, una familia tan numerosa, una felicidad que crecía día a día; estuvo a punto de preguntarle a Grace por la adopción, sabía que el día anterior había hablado con Emile para ver si podía volver a agilizarlo, pero no quiso sacar el tema en ese momento. Fernando se rascó el pelo cuando Antonio recordó que había sido en unas navidades cuando Liberto reapareció en la vida de Andrea y en la suya, en esos momentos Andrea seguía casada con Mario. Sonrió moviendo la cabeza al oírle decir que Liberto estaba enfermo cuando le recuperaron y sólo la ayuda de Charles había conseguido salvarle, al final todos los recuerdos de sus vidas estaban relacionados con su lucha. Alicia quiso saber más de Charles, Fernando le había hablado alguna vez de él, pero Antonio no; Liberto miró orgulloso a su padre cuando empezó a hablar de las misiones que realizó junto a Charles, Grace sonreía mirando a su marido, todavía le resultaba raro llamarle así.
Antonio había compartido con ella la mayoría de sus recuerdos, sabía perfectamente quién era Charles; Roberto empezó a repetir el nombre de Charles y Fernando se echó a reír pensando en cuántas historias querría saber su hijo cuando creciese un poco mientras él preferiría que no las supiese. A mitad de la cena tuvieron que dejar que Roberto bajase de la trona, ya había cenado y se había cansado de estar sentado aunque quería seguir escuchándoles y participando en las conversaciones; pasó por los brazos de todos ante la mirada de sus padres. Cuando sonó el timbre fue Fernando quien se levantó para abrir, se echó a reír al ver a los dos niños a esas horas, se asomó y vio que sus padres estaban llegando al portal, ellos debían haber echado una carrera. Alicia se levantó despacio para felicitarles las navidades, los padres les dijeron que habían insistido mucho en ir para ver al niño, Roberto salió corriendo y les explicó en su media lengua que papá Noel había estado en su casa. Se emocionaron pensando en la extraña amistad de esos dos niños con su hijo, de alguna forma seguían unidos a su primera casa en París. Fernando les ofreció unos dulces que no rechazaron, pero sus padres sí rechazaron entrar a tomar algo, tenían familia esperando en casa; se despidieron de ellos riéndose, Fernando estaba seguro que a los padres no les había hecho ninguna gracia tener que salir de casa a esas horas y aquel día. Volvieron a sentarse a la mesa sin dejar de reírse, Roberto empezó a sacar juguetes de su habitación, se sentó en la alfombra y, al verle, Tor salió de la caseta, por fin podría volver a jugar. Liberto se disculpó y se levantó también de la mesa, había disfrutado con los recuerdos de su padre, recuerdos que no había compartido con él hasta ese momento; pero le apetecía estar un rato con el niño. Fernando sonrió al verles, miró a Alicia y se mordió el labio pensando que Andrea no estaba allí, seguía sintiendo una punzada de culpa cada vez que la recordaba, había muerto por intentar salvarle. Pero también sabía la cara con la que ella le miraría de estar allí, besó a Alicia y empezó a bromear con Pierre recordando que Roberto le había dicho que se había perdido la visita de papá Noel por estar trabajando. Alicia le apretó la mano y sonrió, el ambiente seguía siendo festivo, tanto que Fernando decidió coger la cámara de video para grabar unos minutos; Alicia se recostó en la silla, estaba cansada pero sólo con mirar alrededor, a su hijo, a su marido, a sus amigos, daba igual el cansancio, era muy feliz. Se echó a reír cuando Fernando se acercó para grabarla a ella, tapó el objetivo con la mano, consiguiendo que Fernando dejase la cámara y la abrazase riéndose; en ese momento se sintieron solos, como si nadie más estuviese en casa, le besó despacio, Grace cogió la cámara para grabarles hasta que Fernando lo notó y se separó despacio empezando a reírse.
Las horas iban pasando, la cena había dado paso a los brindis, Alicia torcía el gesto con cada brindis al ver las copas de champán de todos excepto la suya; Fernando, para el segundo brindis, cogió una copa de refresco brindando con ella, le miró emocionada pero sin dejar de reír. Roberto no parecía cansado, Liberto le había enseñado un villancico y no dejaba de repetir “ane, ane, ane, mai moena”; Fernando se unió a ellos sin importarle que sus amigos estuviesen presentes. Alicia cogió la cámara para grabarles a los tres en la manta, Tor levantaba una oreja cuando oía algún ruido fuerte pero ese día parecía que había tenido bastante y se había metido en la caseta poco después de cenar. Alicia se levantó despacio para sentarse en la butaca, Fernando la miró y movió la cabeza divertido pero no dejó de cantar y jugar con su hijo; al final se echó a reír pensando en el momento en que viese ese video dentro de unos años con sus hijos, una nochebuena típica.
Cerca de medianoche, Roberto empezó a dar muestras de cansancio, Fernando estaba sentado en el sofá, Alicia recostada sobre él con los pies en alto; Antonio y Grace comentaron lo ilusionados que estaban ante el avance de la adopción, Liberto les miraba sonriendo sin dejar de bromear pero feliz por su padre, hacía muchos años que no le veía tan ilusionado. Pierre y Diane habían salido al patio a fumar un cigarro, les habían mirado sonriendo, no sabían si Diane aprovecharía para decirle a Pierre que podía estar embarazada; ella se dio cuenta de la mirada pero Pierre no. Liberto se ofreció para bañar a Roberto pero Fernando dudó ante la mirada divertida de Alicia y le dijo que lo haría él; mientras preparaba el baño para su hijo, no dejaba de sonreír, podía escuchar en la distancia la música, las risas, las voces, los juegos y, sobre todo, podía distinguir las risas de Alicia y Roberto, podría aunque la casa estuviese llena. Pierre entró al baño con Roberto, se giró para mirar a su amigo y supo que Diane no le había contado nada, algo así se le notaría mucho. Entre los dos bañaron a Roberto, Fernando tuvo que convencerles a los dos para que Pierre no entrase a la bañera, parecían dos niños salpicando el agua. Sacó a Roberto de la bañera y se echó a reír cuando los dos protestaron, miró a su amigo tomándole el pelo y los tres se echaron a reír, Alicia les oía desde el sofá y no dejaba de reírse mientras miraba a Diane esperando que no siguiese preocupada. Fernando secó con cuidado a Roberto y le puso el pijama sonriendo ante un sonoro bostezo, antes de meterle en la cuna ya estaba dormido, Pierre se quedó mirándole sonriendo, al volver al salón, todos les tomaron el pelo con el tiempo que habían tardado. Fernando puso un poco más bajo el volumen de la radio y tomó una copa antes de volver a sentarse junto a Alicia; seguían las conversaciones, Alicia le miró pensando en la oferta de trabajo que había recibido esa mañana, estaba segura que Fernando no quería ser el centro de atención. Al final, fue ella la que lo contó ante la mirada resignada de Fernando y un gesto un tanto contrariado aunque sin poder enfadarse con ella al ver el orgullo con el que contaba la buena noticia. Liberto fue a dar las buenas noches al niño, ya estaba dormido pero le gustaba arroparle mientras le veía girarse. Se sorprendieron cuando sonó el timbre, no recordaban que Catherine y Jean habían quedado en ir después de cenar. Las horas se les pasaron tan rápido entre conversaciones, recuerdos y algunos planes de futuro que, cuando quisieron darse cuenta, era muy tarde, Alicia descansaba apoyada en Fernando pero sin llegar a dormirse.
-Alicia, al final no hemos sacado los regalos…
-Claro, papá Noel viene por la noche, mañana cuando vengan a comer se los damos.
Fernando se echó a reír y la besó suavemente mientras sus amigos empezaban a levantarse, se despidieron rápidamente, veían a Alicia muy cansada y no querían molestar. Alicia sólo abrazó a Diane, le preguntó en bajito si estaba bien, ella le sonrió y dijo que estupendamente, sonrió al escuchar decir a su amiga que no podía hacer nada pasase lo que pasase así que hasta no poder hacerse la prueba no volvería a preocuparse. Alicia se dejó caer en el sofá con cuidado en cuanto se cerró la puerta, Fernando la miró preocupado pero sin atreverse a decirle nada, la veía tan feliz y relajada que pensaba que no podía ser malo. Se agachó junto a ella y cerró los ojos pensando en cada minuto de esa noche, en días así no podía dejar de pensar en todo el tiempo que había perdido, acarició la tripa y se echó a reír.
-Espero que las niñas sean un poco más tranquilas, si no esta casa va a ser un desastre continuo.
Alicia sonrió mirándole, estaba segura que aunque lo fuese, Fernando no se quejaría, se agarró a su cuello para incorporarse, el salón estaba totalmente desordenado, pero no era momento de recoger. Se abrazó a Fernando y fueron juntos a la habitación de su hijo, verle dormir tan plácidamente después de toda la energía que había derrochado ese día les parecía increíble. Alicia se agachó torpemente para darle un beso en la frente, Fernando la ayudó alarmado pero evitó decirle nada, la miró sorprendido cuando ella se echó a reír.
-Intentas que no se te note, pero puedo ver cada gesto que pones cuando te preocupas…
-Vaya, pensé que era un buen espía…
Alicia le besó despacio y empezaron a ir hacia su habitación, al llegar, Fernando la ayudó ponerse el pijama, Alicia seguía besándole y al final se echó a reír cuando Fernando la ayudó a entrar a la cama. Se quedó mirándole mientras se ponía el pijama, el día había sido muy largo pero se sentía tan bien que no notaba el cansancio que otros días sí notaba, se abrazó a él cuando entró en la cama, recordó los dolores que había tenido ese día pero ella también evitó volver a preguntarle.
-Fernando, te amo… No creo en estas fechas ni mucho menos en el significado religioso, pero pasar esta noche contigo, con Roberto, con nuestros amigos… Hacía años que había asumido que nunca pasaría unas navidades en familia, pero no sólo es eso; es cada minuto que paso con vosotros, cada detalle de nuestra vida… Soy feliz, muchas veces pienso en el miedo que tuve a vivir esto, en las dudas…
-No puedes pensar en eso, estamos juntos porque tú sí venciste tu miedo, a mí me costó años asumir que decirnos adiós fue un error, tú apenas tardaste unos días, tú eres quien ha hecho posible que tengamos esta vida. Eres la mujer más valiente y luchadora que he conocido nunca y te amo mucho más de lo que puedas pensar. Estamos juntos los tres y pronto seremos cinco, sólo importa que desde que llegamos a París hemos estado siempre juntos.
La abrazó más fuerte y la besó en el pelo cerrando los ojos, Alicia se acomodó junto a él y se echó a reír pensando en la charla que debieron tener Diane y él en la cocina; se quedó dormida antes de preguntarle. Fernando la arropó y se quedó unos segundos mirándola, no podría imaginarse su vida sin ella, sin Roberto, se mordió el labio pensando en la suerte que tenía de que le hubiese dado otra oportunidad después de haberla dejado en Madrid, de no contarle que sobrevivió… No sabía si ella se lo creía cuando se lo decía, pero era verdad que era la mujer más valiente que conocía; la besó en la frente y apagó la lámpara pensando que al día siguiente también tendrían visitas y la comida se alargaría, se quedó dormido con una mano sobre la tripa.
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**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!!