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Fernando Solís & Alicia Peña |
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Junio de 1962 (II) |
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Mediados de junio de 1962
Fernando se frotó la cara cansado, ya era tarde, había tenido que llamar a Alicia para decirle que tenía que quedarse a una reunión con Antoine, estaba deseando llegar, sabía lo poco que le gustaba a Alicia comer sola en casa. Suspiró mientras cogía la pluma, Antoine todavía tardaría unos minutos en llegar y quería aprovechar para escribir una carta. Estiró las piernas mientras se acomodaba en la silla y comenzaba a escribir, tenía un cigarro en el cenicero que poco a poco se consumía.
Queridos Pelayo y Marce
Espero que en Madrid vaya todo bien, me alegro que Mario os haya contado su visita a París y qué hacía Pierre en Madrid… Merecíais saberlo, aunque haya sido cuando ya todo ha pasado, habría sido peligroso saberlo antes; si no llega a ser por Alicia, no hubiese sido posible… Me encantaría poder explicároslo en persona, que sepáis todo paso a paso, pero es imposible.
Hace unos días fue el cumpleaños de Alicia, os mandamos una foto, Roberto está cada día más grande, ya gatea y no podemos descuidarnos ni un segundo. Ojalá algún día le conozcáis y él os conozca a vosotros y a vuestra familia; no me gustaría que mi hijo creciese sin conocer a los amigos a los que echamos de menos. Os mando también una carta de Antonio, no estaba seguro de escribiros, piensa que ha pasado mucho tiempo y supongo que se siente mal por no haber seguido en contacto con vosotros.
Marce espero que ya no estés tan preocupado por Leonor, a mí me cuesta mucho, pero tenemos que entender que los hijos crecen… Acabo de releer la última línea y he tenido que reírme, hace poco más de un año jamás me hubiese imaginado con un hijo; ahora no puedo imaginar mi vida sin él. Estoy seguro que cuando crezca tanto como Leonor, me costará lo mismo que a ti dejarle hacer su vida…
Sé que me repito, pero si vistáis París, aquí tenéis vuestra casa.
Un abrazo muy fuerte
Fernando Esquivel
Dejó la pluma en la mesa, dobló la carta y la guardó en el bolsillo interno de su chaqueta, después comenzó a aporrear suavemente la mesa con las yemas de los dedos a la vez que miraba el reloj. Empezaba a ponerse nervioso, quería salir ya de la redacción, pensaba decirle a Antoine que por la tarde no iría, que escribiría en casa el artículo que tenía que entregar. Llamó otra vez a Alicia, ella había pasado la mañana en los juzgados y por la tarde no tenía ninguna obligación. Alicia había llegado a casa disfrutando de un paseo desde el despacho, sonrió al escuchar las risas de Roberto antes de abrir la puerta y la forma en la que estiró los brazos para que lo tomara en brazos.
-Hola mi amor.
-Hola Alicia –escuchar su voz ya le relajó- ¿cómo llevas la mañana?
-Fernando, hemos hablado hace menos de una hora… ¿Pasa algo?
-No, no, sólo quería hablar contigo… Antoine no ha llegado todavía y yo quiero estar ya en casa…
-Bueno, piensa que primero es el deber y luego el placer…
Fernando se echó a reír y volvió a pensar en lo que había cambiado su vida en el último año, estuvieron hablando unos minutos más, Alicia estaba esperándole para comer con él, insistió en que no esperase más, pero sabía que no podría convencer a una Alicia más cabezota que él. Colgó cuando vio entrar a Antoine, le siguió a su despacho, no entendía por qué no había hablado con él en la reunión que habían tenido todos a primera hora.
-Siéntate por favor, ¿quieres tomar algo?
-No, la verdad es que no, -movió la silla para sentarse, sus movimientos eran lentos dando la impresión de cansancio- no he comido todavía…
-Lo sé –Antoine sonrió moviendo la cabeza- siento haber tardado. He tenido una mañana complicada… -Fernando asintió, era su jefe y aunque tenía buen humor, no podía decirle nada por hacerle esperar- El caso es que hay algo que tengo que proponerte…
-¿Proponerme?
-Cambia esa cara, que no es nada malo… -Fernando no pudo evitar reírse ante el tono de su jefe- Estamos preparando nuevos suplementos para después de verano, y hemos pensado que tú puedes encargarte de uno de ellos.
-¿Hemos? ¿No eres tú quien toma las decisiones?
A Fernando le divertía mucho ese trato con su jefe, era consciente que cualquier otro le habría mandado a la mierda hacía meses; en realidad, Antoine también se reía ante esas conversaciones.
-Yo tengo la última palabra, no lo dudes –ambos se echaron a reír- pero, hablando en serio, creo que eres el adecuado para llevar uno de los suplementos, además…
-¿Además? Joder hoy sí que hay novedades…
-Sí, las hay –su jefe todavía seguía riéndose, pero se puso serio- Es posible que se abra una redacción en Toulouse para hacer una publicación local, y puede que te tengan en cuenta para dirigirla y el suplemento sería una buena carta de presentación…
-Antoine, lo siento, no tengo ninguna intención de dejar París.
Notó el aplomo con el que lo dijo y le asombró, estaba seguro que cualquier otro estaría deseando un puesto así.
-Bueno, poco a poco Fernando, ya hablaremos de eso en su momento… -no le dejó interrumpirle- Ahora tenemos que hablar del suplemento, el resto ya llegará con el tiempo y ya decidirás cuando llegue el momento.
Fernando permanecía sentado, frente a Antonie, tocándose la mandíbula y gestionando la propuesta que estaba realizándole, descartaba mudarse por muchos motivos pero, en especial, porque la carrera de Alicia era mucho más importante que un ascenso en su trabajo, realmente no tenía miedo a trabajar en cualquier otra cosa en París.
-Está bien –jugaba con el mechero, lo único que quería era llegar a casa- dime sobre qué tendría que escribir el suplemento.
-No es solamente escribir, sino dirigir los distintos artículos, revisarlos… Estoy seguro que eres el indicado. Sería sobre la guerra de Argelia, un resumen de todo lo que ha pasado desde el 54, entrevistas, noticias… ¿Qué te parece?
Fernando suspiró, guardó el mechero, el realidad no estaba seguro de querer hacerlo, dirigirlo le quitaría tiempo y no quería estar todo el día fuera de casa. Pero sabía que no podía rechazar algo así, había visto la cara de su jefe cuando le dijo que no iba a dejar París…
-Pues… La verdad, me ha pillado por sorpresa, y no estoy seguro de poder dirigirlo…
-Creo que eres el indicado, si lo que te preocupa son las horas de más… Tendrás las tardes libres para trabajar en tus artículos, y eso lo puedes hacer desde casa…
Fernando le miró sonriendo, su jefe parecía dispuesto a convencerle; se rascó el pelo pensando que no le gustaba nada ser tan transparente para todo el mundo.
-Claro, es que así no tengo opciones para rechazarlo ¿no?
Antoine le miró divertido y le tendió la mano para cerrar el trato.
-Entonces, desde mañana te pondrás a ello, he pensado que puedes contar con Jean y Sophie, llevan años en la revista y saben qué hemos publicado y qué no.
Fernando se mordió el labio nervioso, tener que dirigir el trabajo de Jean no le gustaba, eran amigos y no se veía dándole órdenes; con Sophie se llevaba bien pero era distinto. Miró fijamente a su jefe intentando descifrar qué se escondía detrás de aquel suplemento, si la línea editorial quería endurecerse contra las políticas de De Gaulle o si había algo más. Antes de levantarse de la silla era consciente del trabajo extra que suponía aquella propuesta y que su jefe, muy inteligentemente, había elegido a dos personas solteras y sin hijos para ayudarle. Movió la cabeza por la jugada maestra y, mientras se colocaba la chaqueta de nuevo, puso sus condiciones encima de la mesa. Salió del despacho de su jefe cansado y queriéndose olvidar de todo, sólo quería llegar a casa; cogió el paraguas, aquel día no hacía frío, pero llovía como si París no se hubiese enterado que estaban ya casi en verano. En el portal se encontró con Catherine, se saludaron e intercambiaron algunas frases, al parecer estaba contenta con el cambio, aunque Fernando notó cierta tristeza en su voz que nunca hubiese imaginado en ella. Apretó el paso para llegar cuanto antes a casa, Alicia no había comido y ya casi eran las cuatro de la tarde; miró tantas veces el reloj que parecía que fuese a desgastarse, hizo una mueca sabiendo que Alicia se pondría muy contenta pero la realidad era que dedicaría mucho más tiempo a su trabajo. Estuvo a punto de chocar con los nuevos vecinos y, al ver a la mujer embarazada, suspiró pensando en la posibilidad del embarazo de Alicia. Casi resbala al entrar al portal, estaba lleno de pisadas, soltó una maldición entre dientes mientras abría el ascensor. Cuando entró a casa vio a Alicia sentada en la mesa mientras escribía, lo embargó el olor a las margaritas que Alicia había comprado el día anterior y al pan recién hecho que tenía puesto en la mesa. Se acercó a ella y la besó el pelo cerrando los ojos y respirando su olor. Alicia sonrió, antes de oír la llave ya sabía que estaba llegando; al abrir los ojos se acercó a la trona para besar a un Roberto que estaba ensimismado con el nuevo peluche que le había regalado Pierre.
-Creía que no llegaba nunca…
-Pero ya estás aquí.
Alicia se levantó y le abrazó, seguía con la chaqueta puesta y el maletín en la mano, después de besarla dejó la chaqueta y el maletín en la silla y se dio cuenta que la mesa estaba preparada para comer.
-Alicia… No has comido ¿verdad?
-He picado algo mientras terminaba ese expediente, quería comer contigo.
Sonrió ante la mirada inocente de su mujer, la besó una vez más y fue a la cocina para llevar los platos a la mesa. Dudó si contarle a Alicia las novedades de su trabajo mientras comían, decidió dejarlo para la tarde, en ese momento sólo quería pensar en ellos dos. Roberto no dejaba de alargar los brazos pidiendo todo lo que cogían ellos, las comidas de los últimos días terminaban en carcajadas al ver los enfados que cogía su hijo al no conseguir que le diesen nada de sus platos. Fernando jugueteaba con el tenedor sin hacer mucho caso a la comida, había tenido que tomarse un analgésico mientras se cambiaba porque la humedad de esos días le estaba afectando. Miró a Alicia, había terminado de comer muy rápido, casi había devorado la comida, acarició su mano sin dejar de mirarla.
-Tenías que haber comido antes…
Alicia suspiró ante su excesiva preocupación, se mordió el labio pensando en todas las atenciones que recibió durante el embarazo; estaba segura que cuando se quedase de nuevo embarazada sería todavía más maniático.
-Ya te he dicho que he comido algo, quería esperarte y así lo he hecho, no me ha pasado nada por comer un par de horas más tarde así que relájate.
Fernando se rascó el pelo sonriendo, esperaba que la paciencia de Alicia con él no se acabase porque podía llegar a ser muy agobiante y no sabía si podría controlarlo, y menos si volvían a ser padres.
-Lo intentaré… -se levantó despacio y besó a su hijo- Voy a hacer un poco de café y así recojo los platos.
Alicia se echó a reír, podría intentar no agobiarla, pero nunca conseguiría controlar su excesivo orden. Se levantó ella también recogiendo lo que quedaba en la mesa y le siguió a la cocina; Fernando la miró riéndose, los dos sabían cómo acababa la cocina si recogían juntos.
-Deberías volver al salón, estás muy guapa como para acabar salpicada…
-Bueno, antes tendrías que poder mojarme y te recuerdo que tú siempre acabas más salpicado que yo…
-Claro, eso es porque no me empleo a fondo.
-Sí, sí, excusas Fernando Solís…
Por una vez, Alicia consiguió picar a Fernando, a los diez minutos el pelo y la ropa de Alicia estaban empapados mientras que Fernando tenía sólo algunas gotas por el pelo y la camisa.
-No es justo…
Fernando se echó a reír abrazándola ante el tono infantil que había puesto, le encantaba verla así, como si no hubiese pasado el tiempo, como si la realidad no la hubiese hecho madurar de golpe.
Alicia empezó a besarle haciendo que se olvidase de esos pensamientos, cuando oyeron a Roberto reír se separaron despacio. Alicia volvió al salón todavía riéndose, miró a su hijo divertida y le sacó de la trona.
-Creo que vas a darnos mucha guerra…
Volvió a la cocina y se sentó con Roberto en brazos mientras Fernando terminaba de fregar, siempre disfrutaba de sus movimientos pausados, de ver cómo se concentraba en cada tarea como si no existiese otra cosa en el mundo. Fernando se giró al acabar, la ropa de Alicia ya estaba casi seca, pero el pelo seguía revuelto y húmedo; se agachó junto a ellos y puso su cara frente a Roberto, el niño empezó a manotear feliz.
-Estás preciosa…
-Sí, claro, tú te has encargado de que no lo esté…
-Eso es mentira –se incorporó para besarla consiguiendo que su hijo protestase al ver que no le hacían caso- yo me he encargado de que lo estés todavía más. Además… Siempre lo estás, da igual cómo esté tu pelo o tu ropa.
Alicia le miró riéndose y le besó, Roberto volvió a protestar haciendo que Fernando se echase a reír.
-¿Ves? Hasta Roberto piensa que estás preciosa y no quiere compartirte…
Alicia besó a su hijo sin dejar de sonreír, dejó que Fernando preparase el café mientras volvía al salón y se ponía a jugar con el niño. Al quedarse solo en la cocina recordó el trabajo extra que tendría en las siguientes semanas, estaba seguro que las tardes libres no compensarían todo el trabajo que tendría que llevarse a casa. Suspiró pensando que no quería perderse momentos así con su familia, nunca había sido materialista así que le importaban poco los ingresos extras, aunque era cierto que últimamente habían gastado mucho con las vacaciones y la celebración del cumpleaños de Alicia. Además, si querían volver a ser padres no les vendría mal ahorrar, pero todo eso no le compensaba si no podía disfrutar de su familia. Si había aceptado era porque había sido consciente de la libertad de movimientos que Antoine le había dejado cuando lo necesitó; en cualquier otro trabajo o cualquier otro jefe no le habría permitido trabajar desde casa el último mes de embarazo de Alicia ni durante los días que estuvieron en Marsella. Podría trabajar de otra cosa y no tenía ningún problema con eso, pero estaba a gusto en la redacción, tenía grandes amigos y, sobre todo, valoraba mucho que ante cualquier imprevisto pudiese volver a casa sin esperar a que acabase el día. Al servir el café estuvo a punto de quemarse, Alicia le oyó desde el salón un taco y se echó a reír; llegó al salón intentando hacerse el ofendido.
-¿Preparó yo el café y encima te ríes de que me queme?
Se agachó junto a ellos dejando la bandeja en la mesilla, a Alicia le encantaba ver cómo Fernando seguía a su hijo cuando empezaba a gatear, le enternecía muchísimo esa imagen. Se levantó deprisa y regresó con la cámara, Fernando ni lo notó hasta que oyó el click de la cámara al sacar la foto.
-Al final tú usas la cámara más que yo… Y eso que era para mí…
-¡Quejica!
Alicia intentó bromear y aligerar esa mirada de preocupación, no quería presionarle pero hasta cuando habían jugado en la cocina era consciente que Fernando estaba diferente. El olor al café quemado, la forma de mirar a Roberto como si hiciese años que no lo hacía le producía cierto temor. Confiaba en Fernando pero algo dentro de ella reconocía que tenía miedo.
Fernando cogió a su hijo, que protestó porque estaba jugando con un peluche, y empezó a hacerle cosquillas a Alicia con la mano de Roberto. Terminaron los tres riendo a carcajadas, Fernando se sentó en el sofá sin dejar de mirarles con nostalgia, como si ya echase de menos esos momentos pensando en todo el trabajo que tendría.
-¿Qué piensas?
-Ven siéntate… -Alicia dejó a Roberto en la manta, era imposible separarle de alguno de sus juguetes, y se sentó junto a Fernando intrigada- Tengo que contarte algo…
Cogió su taza de café dándole un sorbo, Alicia le miraba intentando adivinar qué pasaría por su cabeza.
-Antoine quiere que dirija un suplemento de la revista –le cogió la mano sin dejar de mirarla-, dice que tendré las tardes libres pero… No lo creo.
-¡Pero eso es una buena noticia! ¿Por qué estás tan serio? ¿De qué tema es el suplemento? ¿Es eso lo que no te gusta?
-No, no, creo que es interesante, -había reaccionado tal y cómo esperaba, suspiró pensando si ella tendría razón- es sobre la guerra de Argelia desde que empezó, un resumen, un monográfico, no sé exactamente. Pero no es eso lo que no me gusta…
Fernando juntó las manos nervioso mientras le explicaba la oferta de su jefe, no había ningún otro signo de nerviosismo, quizás alguna mirada desviada.
-¿Y entonces? ¿No te das cuenta? Es una oportunidad Fernando, además, si lo diriges podrás publicar lo que quieras, tú decides…
-Venga ya… -la miró arqueando las cejas pero sonriendo- Eso no será así Alicia, y lo sabes; quien decide es Antoine, de hecho, en muchos casos ni siquiera él… Pero tampoco es lo que más me importa… -la miró directamente a los ojos- Alicia, tendré que pasar más horas allí, ser el jefe de Jean y Sophie… No creo que haya ninguna ventaja; aunque es cierto que el dinero no nos vendrá mal si queremos… -se frenó antes de decirlo, no era supersticioso pero tampoco quería tentar a la suerte hablando de un embarazo que todavía no había pasado- Bueno, podremos ahorrar para lo que necesitemos. Pero no podré estar aquí todo el tiempo que me gustaría, incluso dudo que vaya a tener todas las tardes libres para trabajar en casa como ha asegurado Antoine…
Alicia le miró enternecida, le acarició el pelo siendo consciente del miedo de su marido a no disfrutar de estar con ellos.
-Fernando… Que trabajes no quiere decir que no podamos disfrutar de estos momentos, no podemos escondernos en casa, alejarnos del mundo real… -Fernando la abrazó respirando profundo- Deberías estar contento, tu trabajo es importante, tanto que se han fijado en ti para proponerte dirigir ese suplemento…
-Pero no era mi objetivo, me gusta mi trabajo, poder ayudar a que todo el mundo conozca las injusticias del día a día… Pero dirigir no es lo mismo, por no hablar de las horas de más…
Fernando cogió a Roberto en brazos, que ya había dejado de jugar y pedía atención, parecía igual de preocupado que su padre.
-Pero si Antoine te ha dicho que por las tardes podrás estar aquí, es más tiempo del que tienes ahora, que no siempre puedes trabajar desde casa…
-También me ha propuesto –sólo quería comprobar su reacción y no ser el único que no viese claro tanto trabajo- que vaya a Toulouse para dirigir desde allí la nueva publicación local…
Alicia le miró intentando saber si era verdad, nunca había pensado dejar París, no sabía si Fernando se lo estaba planteando.
-Eso sí que es una oportunidad Fernando, ¿ves? Ahí sí que tendrías poder decisión…
-Alicia… -notó que lo estaba valorando en serio- No tengo ninguna intención de que nos vayamos de París.
Alicia sintió tanto alivio que estuvo a punto de ponerse a saltar, no quería hacerle daño pero en esos momentos aparecía cierta aprensión a que hubiese decidido aceptar una misión, ni siquiera la oferta de Toulouse le pareció tan dramática cómo la planteaba Fernando. Ella tenía una cartera de clientes y profesionalmente podría enfocar las cosas, incluso fuera de París, no deseaba irse porque sólo existía un destino en el mapa dónde estaba segura que regresarían.
Fernando notó cómo suspiraba aliviada y se echó a reír consiguiendo que le diese un suave manotazo.
-¿Y para qué me lo dices tan serio?
-Bueno, como todo te parecía maravilloso… Por no ser el único preocupado…
-Eres muy gracioso Fernando Solís… Pero sigo pensando lo mismo sobre el suplemento, ¿qué le has dicho a Antoine?
-No podía decirle otra cosa Alicia, ya le había dicho que no pensaba irme de París, si me negaba al suplemento era casi como decirle que me importaba una mierda la revista… -Alicia le besó la mano mientras con la otra acariciaba a su hijo que insistía en llamar la atención de los dos- Acepté, aunque le dejé claro que lo primero serían mis artículos, que no tenía intención de hacer trabajar a destajo a Jean y a Sophie… Y sobre todo que me tomaba al pie de la letra lo de las tardes… Pero todos sabemos que si hay algún tema urgente, si pasa algo… Todo eso quedará en papel mojado.
Fernando recordó las semanas que había pasado cuando se había acabado la guerra de Argelia, no quería salir de casa al amanecer y llegar cuando ya estaban dormidos; Alicia vio las arrugas de su frente y pasó su mano por ellas.
-Fernando, no te preocupes antes de tiempo, es una oportunidad, estoy segura que podrás hacerlo sin necesidad de estar todo el día fuera de casa. Y si algún día pasas muchas horas, no pasará nada porque estaremos aquí cuando llegues, no nos vamos a ir a ningún sitio y estos momentos los seguiremos teniendo porque es nuestra vida.
Sonrió ante el aplomo de Alicia, sabía que tenía razón y que además estaba orgullosa por su trabajo, porque fuese reconocido por ello. La besó tiernamente, siempre le emocionaba darse cuenta de lo orgullosa que estaba de él, sobre todo recordando los momentos en que se reencontraron, cuando ni él mismo podía estar orgulloso de su estado.
-Gracias Alicia… Por todo. Te amo.
-No Fernando, no hay nada que agradecer, estamos juntos, los tres, lo que tenemos lo hemos construido juntos mi amor.
Fernando sonrió al ver la compresión de la noticia, abrazó a Alicia mientras le besaba el pelo mirando un Roberto que comenzaba a balbucear. Se frotó la cara pensando que el cansancio había hecho que pensase demasiado, un baño y horas de sueño le sentarían bien. Mientras Fernando se daba un baño, Alicia aprovechó, sin decirle nada, para preparar un puré para Roberto. Llevó la trona a la cocina y le sentó, dejó el sonajero en sus manos pero estaba segura que antes o después protestaría y querría bajar de allí para jugar con sus peluches. No estaba segura de cocinar el puré, le había pedido una receta a Diane, sabía que había algunas verduras que todavía no podía comer y no tenía ni idea de cuáles eran. Sonrió pensando en la suerte que habían tenido de encontrarla y se echó a reír al pensar que Pierre pensaría exactamente lo mismo pero por otros motivos. Eligió dos patatas que tenían buen aspecto y tres zanahorias, las peló y las lavó con mucha atención, no le gustaba cocinar pero si lo hacía para su hijo no pensaba descuidarse. Troceó las verduras y las puso a cocer, arrugó la nariz pensando en lo que tardarían en cocer, no le gustaba esperar. Se sentó junto a su hijo, estaba muy tranquilo después del momento de cosquillas; le besó la mano pensando en lo feliz que se sentía de ser madre.
Fernando se estiró en la bañera con el agua hirviendo, cerró los ojos para relajar todos los músculos, el espejo estaba empañado y la ropa acumulada en el cesto. Hacía semanas que Roberto acompañaba esos momentos y sintió el baño demasiado silencioso. Pensó en Alicia, había notado una mirada inquieta y no estaba seguro por qué era, respiró hondo obligándose a dejar de preocuparse sin motivo, si le pasaba algo estaba seguro que lo compartiría con él; la oyó trastear en la cocina, se echó a reír y se preguntó qué estaría haciendo.
Pasó las verduras por el pasapurés que habían comprado hacía unos días, cuando lo compraron Fernando había notado su miedo al pensar que tenía que cocinar algo que comería su hijo. Quizás por eso había optado por no decírselo y que se lo encontrase hecho, quería comprobar si era capaz de hacerlo ella. Alicia canturreaba mientras Roberto se dedicaba a lanzar todo aquello que le ponía en la trona, sonrió al ver la energía y alegría de su hijo. Le pasó la mano por el pelo totalmente rebelde para regresar de nuevo al puré. Fernando entró en la cocina con el pelo aún mojado y la camisa por fuera, se sentía un hombre nuevo aunque torció el gesto irónicamente al ver el desastre de la cocina. Alicia tenía restos del puré en el suéter, se echó a reír al verla manejar el pasapurés, ella le miró entrecerrando los ojos, no había calculado bien lo que tardaría.
-Pensé que tardarías más, quería tenerlo preparado…
Fernando terminó de vestirse y la abrazó por detrás haciendo que dejase por un segundo el pasapurés.
-Podías haberme esperado… Cuando cocinas estás preciosa.
-Claro, pero cuando ves cómo dejó la cocina ya no lo estoy…
Los dos miraron el estado de la encimera, Fernando se echó a reír al ver el desastre que había provocado para hacer un simple puré pero no le dijo nada, le emocionaba verla cocinar para su hijo tan concentrada.
-Bueno, pero sigue como si yo no estuviera, que no has terminado…
Puso una silla al lado de la trona y se sentó sin dejar de mirarla mientras agarraba la mano de su hijo, Alicia volvió a concentrarse en el pasapurés; evitaba reírse, pero le parecía muy gracioso verla tan empeñada en terminar ella sola el puré. Al terminar, se quedó mirándolo, tenía buen aspecto, pero le daba miedo probarlo, al verla dudar, Fernando se levantó, la besó el cuello y cogió una cuchara. Alicia estaba a la expectativa mientras le miraba probar el puré, le vio sonreír y sintió alivio aunque no estaba segura si sólo lo hacía por dejarla contenta.
-Está muy bueno Alicia.
-¿En serio? Di la verdad, es para Roberto y no pienso dárselo si no ha quedado bien.
Fernando se emocionó ante las dudas de Alicia, la abrazó casi con lágrimas en los ojos y susurró en su oído.
-Es el mejor puré que he probado, Roberto no podría tener mejor madre.
Alicia le besó evitando emocionarse, se frotó los ojos y puso el puré en un plato, pensó que le había salido mucha cantidad y no estaba segura si podrían guardarlo para el día siguiente. Se sentó frente a la trona, Fernando puso su silla al lado de ella, respiraron hondo, otra primera vez de su hijo, otra prueba más de que el tiempo pasaba y su hijo crecía.
-Fernando, ¿y si se lo das tú?
-No, -notó cierto miedo en su voz- tú lo has preparado y tú tienes que dárselo. –le cogió las manos intentando tranquilizarla- Todo va a ir bien, el puré ha quedado muy bien y seguro que Roberto disfruta al ver que le das de comer de un plato, siempre quiere coger los nuestros…
Notando la firmeza de la voz de Fernando se tranquilizó, llenó hasta la mitad la cuchara, Roberto manoteó feliz al tener delante a los dos, cuando Alicia le dio la primera cucharada intentó resistirse pero, cuando lo probó, se relajó. Alicia fue dando el puré a su hijo, sonreía feliz ante cada nueva cucharada que comía, Fernando les miraba orgulloso y con un punto de nostalgia pensando lo rápido que pasaba el tiempo. Vieron a Roberto disfrutar de la nueva comida, Fernando se levantó para volver del salón con la cámara; hizo una foto de su hijo solo y después con Alicia. Ponerle el babero había sido más complicado que darle el puré, aunque terminaron con restos de comida los dos entre risas, Fernando la besó feliz de compartir ese momento los tres juntos.
-Alicia, deberías darte un baño… -le limpió un resto de puré que tenía en la mejilla- Yo puedo recoger todo.
-Pero yo lo he manchado todo, tengo que ser yo la que lo recoja…
-De eso nada, tú has cocinado, me toca recoger –la besó tiernamente- trabajo en equipo.
Alicia se echó a reír, se levantó todavía dudando, pero si era sincera, no le apetecía tener que recoger el desastre que había formado. Acarició el pelo de Fernando todavía húmedo y pensó en lo feliz que era simplemente por estar con ellos dos. Salió de la cocina con paso pausado, fue desabrochando su camisa y abriendo la falda. Mientras preparaba el baño podía escuchar a Fernando recoger todo, escuchaba el agua del grifo gotear, a su hijo protestando y podía imaginarse a Fernando alternando su mirada entre el fregadero y el niño para estar atento a todo. Se desnudó atenta a los ruidos de la cocina, a veces se seguía sorprendiendo de lo acostumbrada que estaba a esos sonidos, a la falta de silencio; había pasado muchos años viviendo en un continuo silencio y sabía que ya no sería capaz de ser feliz sin escuchar a su marido y a su hijo.
Fernando suspiró mientras miraba a Roberto, se subió las mangas de la camisa y comenzó a recoger, había dejado de llover y el sol comenzaba a filtrarse por la ventana sin necesidad de tener la luz artificial. Entre dientes soltaba algún taco al ver que no terminaba de limpiar todo, evitó alzar la voz para que Alicia no se sintiese mal; había visto la sonrisa orgullosa que había puesto ella al comprobar que el puré había quedado bien. Al terminar de recoger volvió a colocarse la camisa correctamente, olió la pechera recordando los lamparones provocados por el puré, sacó el paquete de tabaco del bolsillo y se encendió un cigarro dando una calada profunda con los ojos cerrados. Se alejó de su hijo y se puso al lado de la ventana, el niño estaba tranquilo babeando un peluche. Recordó que por la noche Antonio y Grace irían a cenar, dio una calada pensando en cancelar la cena, le apetecía estar a solas con Alicia y Roberto; al pensar en Alicia sonrió porque sabía que ella tenía ganas de que fuesen a cenar. Apagó el cigarro sabiendo que aquella noche tendrían visita, si Alicia estaba ilusionada con esa cena, la primera a la que acudían Antonio y Grace juntos, como pareja; cenarían juntos. Alicia tenía los ojos cerrados, respiró hondo y, sin darse cuenta, volvió a llevarse la mano al vientre; arrugó la nariz pensando que estaba empezando a ser un poco obsesiva. Suspiró mientras se levantaba y cogía la toalla; al mirarse en el espejo se notó distinta pero se obligó a dejar de pensar en ello. Fue a la habitación y empezó a pensar qué ponerse, le apetecía mucho cenar con sus amigos, celebrar con ellos la felicidad que sentían. Aunque siempre evitaba hacer cualquier comentario delante de ellos para no incomodarles, por eso se había ilusionado tanto cuando Antonio lo propuso.
Mientras cerraba el grifo vio que su hijo se había quedado dormido, se secó cuidadosamente las manos y le cogió con cuidado, había oído a Alicia ir hacia la habitación, pensó que tardaría mucho en salir. Se tumbó en el sofá con su hijo sobre él, extendió la manta y sonrió al sentir su respiración. No tenía intención de dormirse, pero el contacto con Roberto le relajó tanto que terminó quedándose dormido. Alicia dejó el baño y la habitación recogidos, tomó el reloj y se lo puso mientras colocaba todas las prendas en la cama, se decidió por una falda y una camisa que hacía tiempo que no se ponía, el día lluvioso hacía que pareciese que aún estaban en invierno; después de maquillarse se miró al espejo y le gustó el resultado. Se echó unas gotas de perfume antes de salir, cuando entró al salón se quedó en el quicio de la puerta, les vio a los dos dormidos, pero Fernando no dejaba de tener un gesto de alerta, sabía que si Roberto se movía un solo milímetro, se despertaría. Todavía se sorprendía al emocionarse ante esas imágenes, ver a Fernando acariciar, incluso dormido, la espalda de Roberto, a su hijo agarrarse fuertemente a los botones de la camisa, le producía una profunda sonrisa. Se agachó junto a ellos y acercó su cara a la de Fernando, cerró los ojos respirando su olor, sólo con eso Fernando abrió los ojos sonriendo.
-He debido dormir mucho si tú ya estás preparada…
-¡Bobo! –evitó darle un manotazo, todavía estaba adormilado y le parecía adorable- Necesitabas dormir…
-Sí, creo que sí.
Se movió con cuidado de no despertar a su hijo, Alicia le cogió para que pudiese levantarse, dejó a su hijo en la cuna y le arropó viendo cómo se revolvía molesto por moverle. Fernando se acercó a ella y le besó el cuello mientras la abrazaba.
-Me encanta tu olor… Pero sabes que faltan horas para que lleguen ¿no?
-Como siempre dices que tardo mucho en prepararme…
Fernando se echó a reír pensando si tendría que volver a arreglarse, Alicia adivinó su pensamiento y empezó a besarle.
-Alicia… -se separó lentamente- Si tanto tardas en arreglarte, ¿no deberías intentar no tener que hacerlo dos veces?
No le contestó, simplemente volvió a besarle, Fernando todavía se reía interrumpiendo sus besos, Alicia empezó a desnudarle consiguiendo que dejase de reírse y la mirase intensamente. Antes de acomodarse en el sofá, Fernando se rio de sí mismo pensando que nunca controlaría lo que le hacía sentir su mujer y volvió a concentrarse en acariciarla suavemente.
Fernando se levantó para correr las cortinas, desde el piso de enfrente podían verles perfectamente, aprovechó para admirar a una Alicia con el pelo revuelto por sus caricias y el carmín emborronado. Alicia se echó a reír cuando Fernando estiró la manta para taparles a ambos, no había pretendido arreglarse para terminar haciendo el amor, pero ella tampoco era capaz de controlarlo. Fernando acariciaba su hombro sin dejar de sonreír, Alicia le hacía olvidarse de todo, no era capaz de recordar la preocupación de hacía unas horas.
-¿Sabes qué pensé el otro día?
-No, si no me lo dices no… -se ganó un manotazo de Alicia por esa respuesta y se echó a reír- Aunque si empiezas así, me asustas…
-Bueno, pues ya no te lo digo…
Soltó una carcajada al ver el mohín de Alicia que ya se estaba incorporando, la cogió suavemente de la mano para que volviese a acomodarse y la besó el pelo.
-Venga, ahora no te hagas de rogar…
Alicia sonreía relajada, esperaba que Fernando no se lo tomase a mal.
-He pensado que podríamos comprar un televisor.
Notó cómo Fernando se tensaba un poco, evitó reírse porque se lo esperaba y estaba preparada para ello. Fernando giró la cabeza para mirar a su mujer, había estado inusualmente callada y aquello no era muy normal, no pudo evitar sino reírse ante el tema del televisor, bromeó recordándole que en Madrid no tenía ni una triste radio que funcionase mientras ella fingía un falso enfado.
-¿Tú crees que lo necesitamos? A mí no me parece que vayamos a usarlo, y comprarlo para nada…
Alicia se sentó en el sofá divertida aunque intentando ponerse seria, Fernando lo notó y se echó a reír, estaba seguro de lo que venía a continuación, se incorporó para sentarse junto a ella.
-Claro que lo usaremos, cuando pongan alguna película, algún documental…
Fernando encendió el cigarro pensando que daba igual lo que dijese, Alicia estaba convencida y no pararía hasta que lo comprasen. Se rascó el pelo pensando que un televisor era otro símbolo de su vida burguesa…
-Fernando Solís –sabía perfectamente el motivo de sus dudas- no me vas a salir ahora con que comprarlo es de burgueses ¿verdad? –Fernando le lanzó un cojín en broma- Sabía que era eso… No creo que tenga que recordarte que hace nada cerraste una sala de cine sólo para nosotros ¿no? Comprar un televisor al lado de eso…
Fernando suspiró mientras le pasaba el cigarro, se recordó a sí mismo llamándola burguesa al poco de reencontrarse con ella por su tipo de vida en Madrid, sonrió mirándola.
-Alicia… -se acercó más a él sin dejar de reírse, los dos sabían quién se saldría con la suya- Eres increíble.
La besó sin dejar de sonreír, si alguien era capaz de hacer que cerrase una sala de cine o comprase un televisor y se sintiese feliz, ésa era Alicia, sólo ella. Alicia se incorporó para enseñarle algunos modelos que había visto los cuales podían pagar de varias veces, notó el suspiro de resignación de Fernando.
A Alicia le divirtió ver que, tras la reticencia inicial, finalmente Fernando acabó interesándose e intentando escoger un modelo sencillo y barato. Recordó la preocupación que había visto en su mirada cuando le contó las novedades de su trabajo, ya no quedaba ni rastro, le besó sintiéndose culpable por lo que había pensado antes de que le contase qué le preocupaba. Al mirarle y verle tan relajado pensó que no debería sacar el tema, pero no quería ocultarle nada aunque sabía que haber dudado de él le dolería… Se mordió el labio sin saber qué hacer, Fernando se estaba fumando un cigarro tranquilo mientras no paraba de bromear con el tema del televisor, girar la cabeza y ver a Alicia tan seria le produjo un sentimiento contradictorio. La miró con atención, después de su cháchara sobre el televisor le sorprendió mucho esa mirada huidiza que tenía. Dejó lo que tenía en las manos para coger las manos de su mujer, hizo que le mirase a los ojos.
-Alicia ¿pasa algo? –le costó tragar saliva, no entendía ese cambio.
-Fernando… -se acomodó sobre él todavía dudando de si debía contárselo y respiró profundo- Me siento muy mal por haberlo pensado, por haber dudado, no es justo y…
-¿Qué pasa? –la interrumpió al ver sus ojos casi llorosos- Alicia, sea lo que sea puedes decírmelo.
No sabía qué pensar, parecía grave pero no tenía sentido, llevaban horas juntos, no había nada que le preocupase hacía unas horas, no entendía qué podía haber pasado para que estuviese así.
-Lo siento, de verdad… Cuando me contaste lo del suplemento, lo de Toulouse… Por un momento me asusté de verdad –Fernando entendió qué había pensado, la besó intentando alejar ese miedo- Lo siento, sé que no es justo contigo, después de todo, después de tanto… Pero no pude evitar sentir ese miedo, pensar que te habrían propuesto una…
Mientras hablaba, comprobaba la forma de tragar saliva de Fernando, cómo rehuía la mirada en tono de culpabilidad por esos sentimientos, durante un momento se arrepintió de ser tan directa y parecer que seguía culpándolo por todos esos años de olvido.
-Alicia –no la dejó continuar, no quería ni que se lo plantease porque no había ni una mínima posibilidad de que pasase- nunca pondría en peligro lo que tenemos.
Se lo dijo con todo el aplomo del que fue capaz, se sentía tan culpable como ella, culpable porque entendía que en el fondo pudiese tener ese miedo, había pasado tantos años entregado a la lucha, a cualquier misión por suicida que pareciese… No podía reprocharle que al verle tan preocupado hubiese pensado algo así. Le dolía, claro que le dolía, se mordió el labio evitando las lágrimas y casi deseando que llegase el día en que ninguno de los dos pensase que vivían momentos prestados, que todo podría acabarse. Alicia vio en sus ojos todo lo que sentía, apartó la mirada culpándose por haber traído al presente fantasmas superados del pasado.
-Lo siento, de verdad, lo siento… No es justo y… -manoteó su cara limpiándose las lágrimas, Fernando acarició su mejilla eliminando el rastro de las mismas- ¡Mierda! Soy estúpida.
Fernando comenzó a jugar con el mechero mientras escuchaba a Alicia, era consciente que el error de todos aquellos años habían hecho mella en ella, que él mismo era el culpable de aquellos pensamientos.
-Ni eres estúpida ni tienes que sentirte tan mal –la besó- No hay ningún motivo por el que tengas que preocuparte, mi compromiso es con vosotros y te lo seguiré demostrando.
Alicia sonrió todavía con lágrimas en los ojos, no era justo para Fernando, no tenía dudas de él, de la vida que llevaban. Fernando decidió que ya estaba bien de culpabilidades y de pensar en el pasado; se acomodó en el sofá intentando relajarse.
-Alicia, no entiendo que puedas tener dudas… ¿Tú crees que podría ir a alguna parte con un televisor debajo del brazo? –notó cómo Alicia empezaba a reírse- No sobreviviría ni un día sin dormir en nuestra cama, sin un baño caliente, sin comprar juguetes para Roberto, sin unas vacaciones de vez en cuando… Tú misma lo has dicho, ¡me he adaptado demasiado fácil a la vida de burgués!
Alicia le miró casi deseando poder gritar todo lo que le quería, no podía expresarlo de otra forma, le besó intensamente abrazándole.
-Te amo Fernando Solís, y en momentos así más que nunca.
Fernando la abrazó todo lo fuerte que pudo, no tenía ninguna duda de su vida con su mujer y su hijo, solía tener pensamientos sobre lo burgués que se había vuelto, pero nunca dudaba de su familia. Y si había algo que tenía claro en su vida era que nunca jamás dudaría de eso, de su familia; por fin sabía lo que era tener una familia, lo que era ser feliz, estar con la persona a la que amaba sin pensar en nada más. Todo por lo que había pasado merecía la pena al saber que el resultado era disfrutar de su familia. Fernando compartió con Alicia todos sus pensamientos, notó cómo iba relajándose en sus brazos, no dejaba de besarle y acariciarle. Mientras se quedaba dormida no podía dejar de pensar que aquellas confesiones fortalecían su relación, que enfrentar el pasado era la única clave posible para mirar el futuro, besó el cuello de Fernando mientras le olía pero se durmió antes de decirle que confiaba plenamente en él a pesar de esos miedos que saltaban como resortes. La besó el pelo lleno de ternura, levantó la vista para mirar a su hijo, estaba perfectamente tapado y respiraba tranquilo; cerró los ojos disfrutando de la sensación de estar con su mujer. Posó la mirada perdida en la habitación sin dejar de escuchar la respiración suave y lenta de Alicia, inconscientemente acarició su abdomen, y se relajó sabiendo que la confianza se afianzaba día a día y con todas las decisiones.
Se giró para mirar el reloj y resopló pensando en la cena, tenía que empezar a prepararla, Alicia estaba sobre él casi agarrándole, como si inconscientemente quisiese asegurarse que no se iría nunca. Le costó incorporarse sin despertarla, vio cómo se daba la vuelta y la tapó con cuidado, se vistió sin dejar de mirarla pensando en la suerte que tenía de tenerles a los dos en su vida. Sonrió con tristeza, creía que era más de lo que merecía, Alicia podía reprocharle muchas cosas, entendía que pudiese tener miedo de que todo se acabase. Se agachó para besarla el pelo, nunca en su vida había tenido nada tan claro como lo tenía en ese momento, nunca habría nada más importante que el compromiso que tenía con su mujer y su hijo; se mordió el labio porque por un segundo había pensado hijos… Se frotó la cara enfadado consigo mismo, tenían todo el tiempo del mundo así que no tenía por qué preocuparse, Roberto les hacía felices y ya le darían algún hermanito o hermanita cuando pasase. Se sentó en el sillón para terminar de vestirse, mientras se acercaba a la cuna, tropezó con un juguete y estuvo a punto de caerse, por suerte el taco que soltó por la boca todavía no podía reproducirlo Roberto. Vio cómo su hijo se revolvía frotándose los ojos; se rio en voz baja porque era el mismo gesto que veía cada mañana en Alicia. Su hijo le miró alzando los brazos; le cogió y le acomodó en sus brazos, debía empezar a hacer la cena, además, antes de que llegasen tendría que cambiarse. Pensó que en un rato debería despertar a Alicia, estaba seguro que querría arreglarse el maquillaje y con lo que tardaba en vestirse…
Entró en la cocina y probó a dejar a su hijo en la trona, vio cómo empezaba a hacer pucheros, le ofreció un sonajero y el chupete pero sabía que su hijo no quería estar sentado sino gateando por el salón. Suspiró mientras volvía a cogerle, movió la manta del salón para ponerla más cerca y así verle desde la cocina; aunque estaba seguro que su hijo empezaría a gatear y tendría que estar constantemente yendo al salón. Le dejó rodeado de sus juguetes pensando que así tardaría en querer moverse, se remangó y entró a la cocina pensando qué cocinar. Pensó divertido que tendría que ser Alicia quien cocinase porque era la que más ilusionada estaba con esa cena, se imaginó su reacción al despertarla para eso y tuvo que reírse. Decidió preparar una sopa de verduras, a pesar del sol que había salido, el día seguía nublado y no parecía que estuviesen ya en junio; de segundo prepararía una tortilla de patata, no era nada especial pero realmente no tenía ganas de cocinar algo complicado. Dejó las verduras sobre la encimera para girarse a vigilar a su hijo, al no verle se asustó pero justo en ese momento notó un suave golpe en la pierna.
-¡Roberto! –el niño le miraba con los ojos muy abiertos- Vas a coger frío…
Cuando notó el contacto de su hijo no pudo evitar reírse, era consciente que llevaba adelanto con respecto a muchos bebés de su edad, le cogió preocupado y le besó en los mofletes, movió la cabeza pensando que pronto comenzaría a correr, como correspondencia a este pensamiento, su hijo le estrelló un juguete en la cara. Fue a la habitación de su hijo y cogió un móvil que tenía música, se le había regalado Antonio. Al regresar al salón se quedó unos segundos mirando a su mujer, sonreía dormida, no podía apartar la vista de ella, su hijo le manoteó la cara y se rio entre dientes mientras volvía a la cocina. Sentó a Roberto en la trona, puso el móvil en la mesa y le dio cuerda; se fijó en la atención que ponía su hijo ante aquel juguete, le costó volver a centrarse en la cena. Por suerte, la música tardaba en apagarse y podía ir troceando las verduras, alternaba la mirada entre la cena y su hijo.
Alicia se dio la vuelta todavía dormida, abrió los ojos sobresaltada pero al oír el ruido que llegaba de la cocina sonrió, se estiró tumbada en el sofá; miró el reloj, todavía era pronto. Se desperezó suavemente, fue incorporándose agarrando la manta contra su cuerpo y, por la luz de la ventana, dedujo que había dormido un buen rato. Sin soltar la manta alcanzó los calcetines y fue vistiéndose sin orden ni concierto. Mientras cogía su ropa e intentaba arreglarse, recordó todo lo que le había dicho Fernando antes de que se quedase dormida y volvió a emocionarse. No tenía ningún motivo para dudar, hacía tiempo que no lo tenía, inconscientemente se llevó la mano al vientre y supo que Fernando nunca le daría motivos para dudar. Se levantó despacio y de puntillas fue hasta la cocina, Fernando estaba pelando patatas, su hijo manoteaba en el aire al ritmo de la música que salía de aquel móvil. Besó a Roberto en la mano, Fernando seguía concentrando en las patatas, le abrazó por detrás y le besó el cuello.
-Ya estás preparando la cena…
-Estabas preciosa dormida, aunque me ha costado levantarme, no me soltabas…
Alicia se echó a reír separándose, asomó la nariz a la sopera y respiró el olor, Fernando dio cuerda al móvil mientras no dejaba de mirarla. Alicia cogió el pelapatatas ante la mirada sarcástica de Fernando; arrugó la nariz y terminó de pelar las patatas intentando no reírse.
-Anda, deja que siga yo… -la besó haciendo que se sentase- He tenido que traer ese juguete –cogió un cuchillo y se sentó junto a ella mientras empezaba a picar las patatas- al principio le dejé en la manta, cerca de la cocina… Pero cuando me quise dar cuenta había venido gateando hasta aquí.
Alicia se echó a reír besando la mano de su hijo, sirvió un par de copas de vino y, entre risas y comentarios sobre el niño, Fernando terminó de preparar la tortilla ante la mirada atenta de su mujer. Saboreó la copa de vino mientras fumaba un cigarro y observaba a Fernando concentrado picando las patatas, Roberto no dejaba de iniciar una y otra vez aquel juguete musical ante las risas de ellos. Cuando se quisieron dar cuenta, quedaba menos de una hora para que llegasen sus amigos, Fernando vio cómo se levantaba deprisa y salía de la cocina, la siguió con la mirada y la vio mirarse en el espejo arrugando la nariz al comprobar que tenía que volver a maquillarse.
Cogió a Roberto y apagó la luz de la cocina para seguir a Alicia, entró en la habitación disimulando un bostezo, el trabajo extra y aquel cambio de tiempo le tenían en baja forma, la encontró ya prepara para maquillarse, se echó a reír y se puso detrás de ella.
-¿Has visto Roberto? Tu madre quiere estar todavía más guapa… No se da cuenta que eso ya es imposible.
Alicia sonrió mirándoles por el espejo, se dio cuenta que Fernando tenía que cambiarse, dejó de maquillarse para coger a su hijo.
-Deberías cambiarte… No creo que quieras que te vean así…
Fernando la miró riéndose, posó al niño en sus brazos y abrió el armario; seguía sin apetecerle tener visita, pero sabía que en cuanto llegasen se sentiría cómodo con Antonio y Grace. Recordó a Andrea y las cenas que había compartido con ellos, se obligó a centrarse en el presente, Andrea siempre sería importante para ellos, pero le debían seguir adelante. Se cambió de ropa mucho antes de que Alicia hubiera terminado de retocarse y terminó recibiendo, en broma, el lanzamiento de un cojín. Se sentó en la cama terminando de colocarse los puños de la camisa, suspiró moviendo la cabeza a la vez que tomaba de la mano a Alicia para acercarla a él. La besó y se separó lentamente cogiendo a su hijo para que ella terminase de prepararse.
Se echó a reír al comprobar que había terminado de cambiar a Roberto y ella estaba todavía retocándose, había dejado al niño sobre la cama mientras le cambiaba, le cogió y se acercó al espejo.
-Alicia… Es imposible que estés más guapa, -la besó el cuello apartando a su hijo, que había intentado agarrar los pendientes- no sé por qué tardas tanto…
-Después me llamas a mi impaciente… -Alicia le miró divertida- No tardo tanto, sólo intento estar presentable, ¿o quieres que reciba a Antonio y Grace despeinada y con el maquillaje corrido?
Fernando se rio imaginándose a sus amigos viéndola al despertarse y sospechando qué había pasado antes; se acercó a ella y olió su pelo sin dejar de reírse. Se sentó en la silla que había junto a Alicia, dándole la vuelta y se peinó el pelo con los dedos.
-De todas formas… Estás más que presentable…
-Fernando…
Su intensa mirada a través del espejo fue interrumpida por el timbre, Fernando suspiró y miró el reloj riéndose, la besó suavemente y salió de la habitación con Roberto en brazos. Suspiró al recordar que a lo único que no les había dado tiempo era a poner la mesa, por suerte tomarían algo antes de cenar y así él podría prepararla. Alicia se miró un par de veces en el espejo comprobando que el pelo estaba a su gusto, sonrió al recordar las bromas de Fernando, se incorporó rápidamente pero tuvo que apoyarse en la cómoda, últimamente tenía ciertos calambres y no sabía si podían deberse a lo que ella creía que era otro embarazo. Abrió la puerta sonriendo, recibió a Antonio con un abrazo interrumpido por su hijo, que quería jugar con los dos. Antonio se rio besando al niño; dio dos besos a Grace y les hizo pasar, Alicia salió en ese momento de la habitación. Fernando se fijó en la mirada de Grace mientras su mujer abrazaba a Antonio, evitó reírse pero vio la misma mirada que él había tenido hacía meses, una mirada que intentaba adivinar si había algo más que amistad y afinidad entre ellos, aunque notó que no había ningún tipo de desconfianza. Se rascó el pelo pensando que por suerte Grace conocía perfectamente a Alicia y no era tan irónica como él, estaba seguro que él hubiese sido más mordaz de lo que fue aquel día si en ese momento hubiese presenciado un abrazo como el que acababan de darse. Alicia abrazó por igual a Grace, estaba feliz de tenerles a los dos como invitados, casi como si fuese una presentación oficial de la pareja. Antonio tardó más en quitarse el abrigo que en encender un cigarro mientras que Grace entregó sus cosas a Fernando para no desperdigarlas. El olor del perfume tenía más cuerpo que el de Alicia y a Fernando le costó acostumbrarse a él. Se sentaron en el sofá mientras Fernando dejaba a Roberto en brazos de Alicia y servía una copa para cada uno, evitó la mirada divertida de Antonio al verle poner la mesa. Alicia no dejaba de hablar de los avances de su hijo, Antonio la miraba con envidia mientas Grace le cogía en brazos haciéndole carantoñas, Fernando les escuchaba mientras iba y venía de la cocina. No podía dejar de pensar en lo que había cambiado su vida, hablar de purés y juguetes era ya lo más habitual de sus cenas, aunque siempre había cabida para los temas de actualidad o los casos de Alicia. Antes de sentarse a tomar su copa, se quedó en el quicio de la puerta mirándoles, en un año se había acostumbrado tanto a esa sensación de felicidad que no podría sobrevivir sin tenerles en su vida. Se sentó al lado de Alicia cuando ella estaba comentando un caso con Grace, Alicia le miró sonriendo y casi pidiéndole que contase las novedades sobre su trabajo.
-Creo que ya podemos cenar ¿no? –miró divertido a Alicia, que arrugó la nariz al darse cuenta que no contaba nada.
Fernando sentó a Roberto en la trona, aunque seguramente pasaría de brazo en brazo, se sentaron a la mesa y empezó a servir la cena; notó el suspiró resignado de Grace al saber que el segundo plato era tortilla de patatas. Se echó a reír mientras ella explicaba que empezaba a acostumbrarse a la tortilla, que Antonio la hacía muy bien; Alicia notó que Fernando evitaba soltar uno de sus comentarios. Fernando no dejaba de jugar con el pelo de Alicia sin darse cuenta, hablaron de Liberto, también estaba invitado a la cena, pero por lo visto tenía cosas más interesantes que hacer. El humo comenzaba a acumularse en el salón al igual que las risas, Fernando tamborileaba los dedos contra el respaldo de madera mientras su mujer disfrutaba de un cigarro tras de otro. Antes de terminar la sopa, Fernando ya había cogido a Roberto, parecía especialmente activo aquella noche, no tenía intención de dormirse; se levantó para preparar un biberón, dejó al niño en brazos de Antonio. Desde la cocina podía escuchar la conversación de los tres y las risas de su hijo jugando con Antonio, respiró hondo pensando que Alicia estaba esperando que les dijese lo del suplemento. Le encantaba ver la mirada orgullosa de Alicia, pero no necesitaba que los demás le alabasen, terminó de preparar el biberón pensando que tendría que contarlo en algún momento de la noche. Cuando volvió al salón, Alicia estaba hablándoles de Macarena e Inés, de cuando las conoció y cuando se reencontró con él. La miró sonriendo, hacía más de un año que se habían reencontrado, hacía más de un año que había empezado a recuperar su vida, sus recuerdos. Cogió a Roberto y empezó a darle el biberón prestando atención a su hijo y a la conversación.
-No me imagino a Fernando sin saber qué decir…
Fernando sonrió sin mirar a Antonio ante ese comentario, era consciente que muy pocas personas podrían imaginársele quedándose sin palabras sólo por ver a Alicia.
-Pues te aseguro que así fue… A mí me costó reaccionar, -Alicia miró a su marido y a su hijo de reojo y volvió a mirar a Antonio y Grace- pero era lógico, me costó creerme que fuese real después de tantos años… Pero él, él también parecía estar viendo visiones…
Fernando se dio cuenta que Alicia evitó el tema de haberle ocultado que había sobrevivido, sólo se centró en los sentimientos; sonrió mirándola pero sin dejar de prestar atención a su hijo, que comía con tranquilidad.
-Bueno… Para mí también habían pasado muchos años, muchas cosas… -acarició la mano de Alicia y volvió a mirar a Antonio, se sorprendía de lo poco que le costaba hablar de sus sentimientos hacia Alicia con él- Era un pasado que pensaba que pertenecía a otra vida, a otro Fernando… Pero bueno, aquí estamos ¿no? –cambió el gesto para que la conversación no se volviese demasiado sentimental- Además, hoy no somos nosotros los protagonistas precisamente…
Grace se echó a reír mientras Antonio le miraba intentando parecer contrariado, a partir de ese momento la conversación se centró en algunos planes que tenían Antonio y Grace. Fernando le miró feliz, Antonio había recuperado de alguna forma la mirada que tenía con Andrea, sabía que nunca la olvidaría, pero estar con Grace le hacía volver a ser un poco como aquel joven enamorado. La felicidad que transmitían Antonio y Grace era de tranquilidad, de sosiego, Fernando se dio cuenta de lo diferentes que eran Andrea y ella, Andrea no hubiese dejado pasar ese abrazo a la más mínima duda. Miró a Alicia y pensó que ella pudo rehacer su vida, enamorarse de otra persona y, aun así, estaba convencido que hubiesen llegado al mismo punto. Le apretó la mano suavemente y ella pareció entender sus pensamientos dedicándole una sonrisa. Alicia cogió a Roberto para cambiarle, Fernando la miró fingiendo sorpresa y se echó a reír, los demás ya habían terminado de cenar, se apresuró a terminar su trozo de tortilla, sirvió café para todos y esperó a que Alicia volviese. Roberto parecía integrado en esas reuniones, lloraba mientras le cambiaba en su habitación para volver a sonreír al llegar al salón. Se sentó junto a él en el sofá acunando en sus brazos a Roberto, Antonio y Grace estaban muy juntos en la butaca.
-Aunque hoy son otros los protagonistas… Yo hoy también tengo alguna novedad, nada importante.
Alicia le miró sonriendo, sabía cuánto le costaba hablar de él mismo, de su trabajo, le apretó la mano sin dejar de mirarle, su hijo manoteó cuando notó que no le acunaba.
-Esta mañana Antoine me ha propuesto hacerme cargo de un suplemento… Vamos, que me ha llenado de trabajo durante los próximos meses.
Alicia observó cómo intentaba quitarle importancia al ascenso en la revista, bromeaba desviando la mirada y la conversación. Antonio se echó a reír pensando que no había cambiado tanto, nunca le había gustado darse importancia, le felicitaron y Grace quiso saber el tema de ese suplemento. Empezaron a hablar de la guerra de Argelia, de las consecuencias, de las víctimas; Fernando se quedó un segundo mirando a su hijo, él también pensó que en el fondo no habían cambiado tanto, tenía una familia por la que daría todo, pero seguían hablando de la realidad del país. Alicia se levantó a dejar a Roberto en la cuna, antes de salir de la habitación se quedó mirándole mientras escuchaba a Fernando hablar de cómo su hijo le había asustado al gatear hasta la cocina. Se agachó a besarle y regresó al salón uniéndose a la conversación, todos se echaron a reír ante el bostezo que Grace intentó ocultar mientras apuraban una copa después de la cena.
Alicia se sorprendió cuando fue el propio Antonio el que empezó a hablar de Andrea, miró a su amiga y se dio cuenta que ella conocía la mayoría de detalles de su historia y que no le provocaban dudas o recelos. Besó la mano de Fernando, antes de reencontrarse con él, nunca había podido compartir con nadie los momentos que pasaron juntos; en ese momento supo que la relación de Antonio y Grace era más importante de lo que pudiese parecer si se tenía en cuenta el poco tiempo que hacía que se conocían. Fernando jugó nervioso con el mechero, en el fondo envidiaba la forma en la que Antonio se enfrentaba siempre a sus sentimientos, cómo no rehuía la mirada con ninguno de ellos, ni siquiera de Grace, al hablar de Andrea. Alicia se encendió un cigarro mientras terminaba una copa y escuchaba las risas de fondo, se quedó absorta mientras pensaba si sería su última copa en mucho tiempo, sonrió ante las bromas que intercambiaban Fernando y Antonio. Fernando se echó a reír al notar la mirada de Grace sobre Antonio, se comunicaban sin hablar, tanto que Antonio empezó a levantarse disculpándose por irse, al día siguiente madrugaban. Evitó hacer uno de sus comentarios, pero se dio cuenta perfectamente que Antonio había hablado en plural, se abrazaron antes de despedirse. Al ver levantarse a sus amigos, a Alicia le costó incorporarse por el cansancio; abrazó a Grace contenta por saber que Antonio había encontrado a alguien como ella. Fernando cerró la puerta de la calle muy despacio, movió el cuello estirándolo para desentumecerlo por las horas sentado en la silla.
-Por fin solos…
Abrazó a Alicia y cerró los ojos, había disfrutado la cena, pero el día había sido muy largo y lo único que le apetecía era relajarse con su mujer.
-Lo bueno se hace esperar…
-¡Engreída!
Fernando empezó a hacerle cosquillas consiguiendo que se echase a reír, Alicia se interrumpió, ya era tarde y sus carcajadas eran muy escandalosas. La besó y miró cansado hacia la cocina, no le apetecía recoger, recordó que al día siguiente tenía que madrugar más que otros días, maldijo a Antoine entre dientes consiguiendo que Alicia le mirase divertida.
-Venga, vamos a dormir, mañana recogemos…
Le cogió suavemente de la mano, Fernando apagó la luz pensando que Alicia empezaba a imponer su desorden, tendría que recoger al día siguiente sin falta o se acumularía el trabajo. Alicia llevó la cuna de Roberto a su habitación, estaba dormido profundamente, le arropó y dejó la cuna en su lado de la cama mientras se daba cuenta que Fernando ya estaba metido en la cama.
-Así que ni me esperas…
-Claro que te espero, siempre te espero.
Alicia terminó de ponerse el camisón emocionada ante la rotundidad de la frase de su marido, se metió despacio entre las sábanas sin dejar de mirarle, suspiró al entrar en la cama, acarició el pelo de Fernando que luchaba para no quedarse dormido. El silencio del edificio y la calle sólo fue interrumpido por el clic al apagar la lámpara de la mesita, se abrazó a él. El día había sido muy intenso para los dos, pero estar juntos en la misma cama hacía que se olvidasen del cansancio o las preocupaciones; Alicia notó el suspiro de Fernando cuando programó el despertador. Le besó prometiéndole que siempre encontrarían momentos para estar los tres juntos, antes de quedarse dormida volvió a pensar si pronto aumentarían la familia. Fernando sonrió al notar los pies helados de Alicia junto a los suyos y fue quedándose dormido con esa sensación, cerró los ojos cuando comprobó que ella estaba dormida, en unos minutos él también se quedó dormido sintiendo la suave respiración de su mujer.
__________________________________________________
**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!!
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04/09/13 Añadidas capturas del capítulo 165 de AEPS en http://relatosnoa4.es.tl/
04/09/13 Añadidas escenas de los capítulos 163, 164 y 165 de AEPS |
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