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Alicia se estiró consiguiendo despertar a Fernando, hacía unos días que había empezado en el nuevo trabajo, ese día era fiesta y no pretendía madrugar, aunque sabía que a media mañana llegarían Inés y Mauro.
-Buenos días mi amor, –le besó y se giró comprobando que Ana estaba despierta- hoy hemos dormido mucho.
-Mmmm –se estiró y dejó espacio para que Alicia dejase entre ellos a Ana- he dormido muy bien, pero cómo me gusta despertarme así…
La besó despacio hasta que uno de los pataleos de Ana les dio de lleno, se echaron a reír mientras volvían a atender a su hija, Alicia disfrutó de ver a Fernando tan relajado, desde que había empezado a trabajar se levantaba antes que ella, cuando ella lo hacía, Fernando estaba listo para salir y había dejado el desayuno preparado, sólo les daba tiempo a darse los buenos días y despedirse. Sonrió recordando las quejas de Fernando el primer día, había bromeado con él sobre lo perezoso que se había vuelto; por suerte, esos primeros meses le daba tiempo a ir a buscar a Roberto a la guardería y ya no volver por la redacción. Fernando se levantó después de hacerle cosquillas a Ana, ese día tenían visita y no quería que les pillasen todavía en pijama.
-Me doy una ducha, saco a Tor y de paso compro el periódico, y después preparo el desayuno ¿te parece? Quien me iba a decir a mí que además del pan, desayuno y periódico, tendría que encargarme de un perro… ¡Con lo que yo he sido!
Alicia se echó a reír recordando aquel día que Fernando habló por primera vez de un futuro juntos, ella se mostró más realista pero cómo le había gustado oír de Fernando algo así, él, que nunca se permitió pensar a largo plazo. La realidad había superado con creces aquel desayuno soñado.
-Como quieras, –se estiró haciéndose la remolona y cogió a Ana en brazos- aunque pensé que quizás querrías disfrutar un rato más de no hacer nada después de los últimos días…
La mirada de Alicia le hizo reír, realmente le encantaría quedarse todo el día en la cama con su mujer y sus hijos, pero ese día no podía ser, desvió la mirada intentando ocultar sus pensamientos.
-No me tientes petit Alice…
Alicia soltó una carcajada y acto seguido Andrea se despertó empezando a llorar a pleno pulmón, Fernando movió la cabeza divertido, besó a Andrea y entró al baño disimulando su prisa, todavía quedaban unas horas pero tenía que sacar a Tor a la calle, preparar el desayuno, darles el biberón a las niñas… Echaba de menos todos esos momentos que no había podido disfrutar desde que trabajaba en la nueva revista, había tardado unos días en llamar a Michel para aceptar su oferta, pero en cuanto lo hizo, se pusieron en marcha preparando todo, en un par de días, tenían el local de la redacción totalmente acondicionado para empezar a trabajar. Gabrielle había aceptado encantada participar en ese proyecto, habían hecho ya algunas entrevistas para terminar de formar el equipo, aunque Fernando seguía pensando en alguna persona que pudiese encargarse de lo más complicado. Alicia cogió a Andrea pensando en la actitud de Fernando, había esperado una actitud totalmente distinta, llevaba días notando cómo le molestaba perderse el desayuno o los primeros minutos de sus niñas recién despertadas, pero ahora hacía como si no le importase, no lo entendía. Por suerte los juegos de las dos niñas le hicieron centrarse en ellas y dejar de pensar qué pasaría para que Fernando se comportase así; unos minutos después Roberto entró en la habitación seguido de Tor, desde que Fernando se iba pronto, su hijo se levantaba poco después, Fernando solía ir a darle un beso sin despertarle, para ir a la habitación y comprobar que las tres estaban despiertas.
-Buenos días mi amor, -le dejó subir a la cama y le achuchó emocionada- deberías esperar a que papá o yo vayamos a despertarte.
-Toy mayor mamá, puedo levantarme tolo y venir a daros los menos días.
Alicia le llenó de besos y empezaron a jugar los cuatro, de vez en cuando desviaba la vista hacia el baño, no sabía qué pensar, pero el sentimiento de que Fernando pudiese llegar a cansarse de su familia y estar más a gusto en su trabajo le dolía de verdad, aunque no terminaba de creérselo, conocía a Fernando y los dos años que llevaban juntos habían sido los más felices para los dos, pero esa sombra de duda, casi una punzada inconsciente, saltaba cuando menos lo esperaba. De repente pensó si no sería a causa de la lucha, Fernando admiraba mucho a Michel y sabía que habían hablado mucho del padre de éste, ¿y si realmente quería volver a implicarse por sus ideas? Los manoteos de Ana la hicieron volver a centrarse, era la que más se parecía a Fernando, la miró sonriendo, estaba seria mirándola, casi como diciéndole que no tenía de qué preocuparse.
-Seguro que tienes razón mi niña…
Siguió jugando con sus hijos mientras escuchaba de fondo a Fernando en la ducha. Se dio cuenta que estaba canturreando en la ducha, se echó a reír al ser consciente de que se le pegaban pequeñas manías de Alicia, cogió la toalla y al mirarse al espejo decidió no afeitarse, lo haría al día siguiente, ese día no quería perder ni un minuto, se secó y se vistió con rapidez, Tor había empujado la puerta del baño y había entrado saltando y ladrando, tenía ganas de salir a la calle. Se echó a reír saliendo del baño, en la habitación notó una mirada extraña de Alicia pero no le dio importancia, la besó y le dijo que volvía enseguida, Alicia se quedó mirando cómo salía de la habitación hablando con Tor, se mordió el labio culpable, no podía dudar de Fernando, estaba siendo injusta, cada mañana antes de irse, daba un beso a los tres niños, sacaba a Tor a la calle, preparaba el desayuno y la despertaba con un beso dándole los buenos días, nada más salir de la redacción iba a buscar a Roberto a la guardería, volvía a casa a tiempo de acostar a las niñas para la siesta y se quedaba toda la tarde con los niños hasta que ella llegaba. Estaba siendo muy injusta con Fernando, hacía meses que no dudaba de él y no quería hacerlo, pero a veces esos pensamientos aparecían sin poder controlarlos. Fernando disfrutó del paseo de esa mañana con el perro, los días anteriores apenas se habían alejado del portal, no tenía tiempo; se fumó un cigarro mientras Tor echaba carreras, saludó divertido a un par de vecinos, Diane le había dicho el día anterior que le habían preguntado si le había pasado algo, ya se habían acostumbrado a verle a él con Tor, había cambiado el horario y ya no se encontraba con ellos. Miró el reloj para comprobar que iba bien de tiempo, tenía muchas ganas de ver la cara de Alicia cuando abriese la puerta y se encontrase con Inés, esa noche la verbena sería muy especial, le gustaría tanto poder estar en las verbenas de la Plaza de los Frutos, que sus hijos creciesen rodeados de la familia de Pelayo, cerca de Inés y Macarena, sin olvidarse por supuesto de Daniel. Un ladrido de Tor le sacó de sus pensamientos, se echó a reír y cambió el gesto ante los días que se les presentaban por delante, serían muy intensos. Paró en la cafetería a comprar cruasanes y brioches, cuando entró en casa estaban los cuatro sentados en la manta jugando, se descalzó y fue hasta ellos para sentarse.
-Quizás debería haber empezado a preparar el desayuno, pero no quería dejar a las niñas en la trona y…
-Alicia, dije que lo haría yo, y lo haré ahora mismo, pero quiero estar un momento con vosotros.
Alicia se mordió el labio y le besó con culpabilidad, Fernando notó la urgencia en ese beso, al separarse se quedó mirándola pero sus hijas, ajenas a todo, empezaron a tirar piezas del juego de construcción de Roberto y ambos se echaron a reír. Minutos después Fernando se levantó a preparar el biberón para las niñas en cuanto Andrea empezó a llorar, había esperado bastante rato, normalmente tomaban el primer biberón un poco antes, Alicia se levantó y cogió a las dos niñas en brazos mientras Roberto recogía los juguetes que habían usado, besó a las niñas pensando que pronto no podría con las dos a la vez, se notaba que iban creciendo día a día. Las dejó en la trona y se dispuso a ayudar a Roberto con los juguetes pero él se negó, se quedó mirando cómo su hijo iba y venía de la habitación, sonrió pensando en lo que supuso quedarse embarazada por primera vez, sus primeras dudas sobre contárselo o no a Fernando, su alegría al enterarse, esa forma de acariciar su vientre en cuanto tenía ocasión, los primeros días en París, los primeros planes a largo plazo que Fernando se permitía hacer… ¿Cómo podía dudar de la implicación de Fernando? Una pregunta de su hijo la hizo reír, le dio un largo beso pensando en lo felices que eran desde que les tenían a los tres en sus vidas. Fernando había abierto la puerta del patio, hacía muy buen día, terminó de preparar el biberón escuchando la conversación de Alicia y Roberto, hablaban sobre los planes para las vacaciones en París, Alicia iba a cogerse unos días cuando llegase Inés, él no podría hacerlo pero terminaba pronto el día y podrían comer todos juntos y disfrutar las tardes. Al llegar se agachó a besarles y entre Alicia y él le dieron el biberón a las dos niñas, Andrea siempre daba más trabajo, tanto que hasta Roberto intervenía empezando a contar alguna anécdota de la guardería.
-¿Por qué no vas a ducharte mientras preparo el desayuno? Hoy nos hemos relajado mucho ¿no te parece?
-Pero Fernando, hoy es fiesta, ni siquiera sé por qué has tenido que levantarte tan pronto, podríamos haber seguido en la cama jugando los cinco…
-Vaya, no pensaba que fueses tan perezosa… -la besó la nuca mientras se levantaba- Es cierto que es fiesta, por eso ¿no deberíamos aprovechar el día?
Alicia torció el gesto murmurando, besó a sus hijos y miró a Fernando diciendo que iba a ducharse antes de que siguiese insistiendo; Fernando la vio entrar al baño y se rio entre dientes, estaba seguro que Alicia sabía que pasaba algo, pero no terminaba de preguntarle, no sabía por qué. Llevó la trona con las niñas sentadas a la cocina, Roberto le pidió salir al patio, dudó un momento pensando en el jardín pero el abrazo de su hijo consiguió vencer esa resistencia, verle jugar con Tor lanzándole uno de los viejos peluches le hacía sonreír como un bobo. Preparó café y zumo, tostadas, sacó los brioches y los cruasanes, sonrió al ver una caja de bombones, estaba seguro que Alicia no la había encontrado, los puso también en la bandeja, sacó las galletas preferidas de Roberto y salió al patio a coger una rosa. No le gustaba cortar las flores, las prefería ver en su pequeño jardín, de hecho su hijo le preguntó por qué lo hacía, él no podía acercarse para no estropear las plantas y flores.
-Hijo –se agachó junto a él mirándole serio- hay veces en que sí podemos cortarlas, ésta es para mamá, cuando queremos regalarle a alguien una flor, podemos, con cuidado, cortar una ¿de acuerdo? Pero eso no podemos hacerlo todos los días, sólo… En días especiales.
-Mmm –Roberto ladeó la cabeza pensando en las palabras de su padre- ¿hoy es epecial? Ah es la vebena ¿no?
-Sí –Fernando por fin se rio y le besó- es la verbena pero… ¿Me guardas el secreto?
Roberto se puso muy serio y esperó unos segundos antes de contestar.
-No diré nada papá, te o pometo.
-Bien –se acercó más a él, Tor había entrado en casa y empezó a ladrar pidiendo comida- hoy vienen Inés y Mauro, en unas horas estarán en casa pero mamá no lo sabe, tenemos que darle una sorpresa, ¿de acuerdo?
Roberto se entusiasmó pero no empezó a hablar como él había esperado, el abrazo que le dio le emocionó mucho, su hijo entendía todo lo que le decían, le besó pero terminó revolviéndole el pelo para recordarle que tenían que desayunar. Entre los dos llevaron el desayuno al salón, Fernando dejó la bandeja en el centro de la mesa con la rosa posada en medio, volvió a la cocina para regresar la trona al salón, las niñas habían estado muy tranquilas, después de tomar el biberón parecía que se tomaban un pequeño descanso aunque después volvían a requerir toda la atención que podían darles. Hablar con sus hijos sentado a la mesa era un momento muy especial ese día, no estar en los desayunos no le gustaba nada, recordó cómo Alicia le hizo verlo de otra forma el primer día que fue a la nueva revista, los fines de semana serían aún más especiales porque podrían desayunar juntos, lo valorarían más. Recordó la tarde que pasaron en la tienda de muebles, hacía unos días habían decidido por fin comprar las camas para cuando sus hijas creciesen, había sido Alicia la que las había elegido, aunque no pudo poner ni una pega, le encantaba el estilo de Alicia aunque terminaba tomándole el pelo con lo burguesa que era. Ver la habitación de sus hijas totalmente amueblada para cuando creciesen les había emocionado, aunque serían Inés y Mauro los primeros en dormir en esa habitación. Alicia se había duchado sin dejar de pensar en sus dudas, sabía que era injusta, Fernando no podía estar más implicado en su familia, se había reído con algo de tristeza recordando que había sido ella la más entusiasta cuando supo lo de la nueva revista… No tenía derecho a dudar de esa forma, aunque sabía que pasaba algo que no le estaba contando, se secó el pelo culpándose, no podía, cada vez que notaba que le ocultaba algo, pensar que sería algo relacionado con la lucha o el trabajo. Se puso un vestido fino, por la noche estaba segura que irían a la verbena, sonrió pensando si no sería eso lo que le ocultaba Fernando, y ella preocupándose sin motivo, se mordió el labio anticipando que Fernando le recordaría que debía llevar una chaqueta, el tiempo en París era bueno pero podía refrescar por la noche. Al salir se quedó mirando cómo Fernando hablaba con sus tres hijos, con Ana parecía tener verdaderas conversaciones sin necesidad de que ella emitiese un solo ruido, Andrea por el contrario era más espontánea e intervenía con sílabas y pequeños gritos, Roberto esperaba a que guardase silencio para contestar a su padre.
-Qué bien, ya está todo preparado… -sonrió al ver la rosa- Y hasta con sorpresa.
Se quedó mirándola sonriendo, verla salir con ese vestido tan ligero, como si no lo hubiese pensado y se hubiese puesto el primero que vio pero, a la vez, sabiendo exactamente cuál escoger, se mordió el labio pensando en el efecto que siempre le causó Alicia.
-Por supuesto petit Alice –se levantó para besarla y darle la mano ayudándola a sentarse- hay que tener todo controlado, y la sorpresa… Siempre habrá sorpresas.
El tono enigmático de Fernando la puso en guardia, entrecerró los ojos a la vez que cogía la rosa para olerla, terminó echándose a reír.
-Ya no hay nada enigmático Fernando, no funciona esa pose, –una nueva carcajada hizo sonreír a Fernando- supongo que esta noche iremos a la verbena aunque no lo hayamos hablado ¿verdad?
Fernando terminó echándose a reír, la intuición de Alicia le decía que había algo más pero no acertaba; le acarició la mano pensando que su intuición nunca había fallado incluso cuando él se lo ponía difícil con determinadas actitudes cuando fingía ser quien no era. El parloteo de los tres niños les hizo centrarse en el desayuno, Fernando disfrutaba de cada gesto, sonrió mirando a Alicia.
-Tenías razón Alicia.
-¿Sobre?
Tuvo que echarse a reír al verla enarcar las cejas como él solía hacerlo, muchas veces notaban en el otro los gestos propios y no podían más que sonreír pensando que tenían esos gestos porque se conocían, porque llevaban dos años juntos siendo felices.
-Los desayunos los disfruto ahora todavía más… Y eso que antes ya los valoraba, -se levantó de la silla y se agachó junto a ella para quedar a su altura- sabes que cada momento lo valoro muchísimo por todo lo que me ha costado ser feliz, vivir una vida contigo y nuestros hijos. Pero reconozco que hoy disfruto mucho más hasta del simple silencio.
Alicia se había emocionado, le besó intensamente, para ser un hombre que siempre dijo que no sabía expresarse lo hacía mucho mejor que ella, quizás los 12 años en Madrid le habían pasado mucha factura a la hora de expresar sus sentimientos, pasó mucho tiempo ocultándolos. Volvió a besarle suavemente y le hizo volver a la silla para terminar el desayuno; Andrea había alargado tanto el brazo como para coger un trozo de galleta, dejaron que lo probase, según el pediatra podían ir introduciendo algunos alimentos a su dieta, era bueno para ellas. Todavía no les habían salido los dientes, Andrea intentó deshacer el trozo para poder saborearlo, se quedaron mirándola atónitos, con poco más de cinco meses había intuido que tenía que chupar la galleta para poder comerla. Se echaron a reír cuando alargó la mano diciendo “ahhhh”, estaban seguros que pedía más galletas; Ana había contemplado a su hermana con una media sonrisa pero sin la mínima intención de imitarla, era paciente y esperaba el momento oportuno. Entre risas comentaron esa diferencia hasta que Roberto se puso serio, le miraron emocionados explicándole que no se reían de sus hermanas, Fernando se quedó mirándole algo preocupado, en el futuro Roberto sería mucho más protector de lo que él lo era. Dejaron a las niñas en la trona mientras recogían, Andrea empezaba a protestar pero no la cogieron, Roberto fue a darle las sobras de su desayuno a Tor, Fernando llegó a la cocina después de Alicia y, sin saber por qué, recordó el día en que Alicia estaba en la productora con Octavio hablando de él.
-Alicia… ¿Recuerdas aquel día que llevaste a Octavio a la productora?
-Claro, –le miró sonriendo dejando a un lado los sentimientos encontrados que seguía teniendo por Octavio- durante años pensé mucho en aquel año que compartimos en la Plaza… Aquel día le hablé a Octavio…
-De mí, –la cortó dejando las tazas en el fregadero- reconozco que llevaba un rato en la productora antes de entrar…
Alicia se echó a reír pero enseguida torció el gesto empezando a salpicarle con el agua, entre risas reconoció que se habría muerto de vergüenza si lo hubiese sabido en ese momento, todavía ni ella misma reconocía lo que sentía.
-Claro, no querías reconocerlo pero te molestaba que estuviese rodeado de mujeres ¿no?
-¿Y lo recuerdas? –empezó a hacerle cosquillas para terminar abrazándole- Hiciste muy bien tu trabajo, ahora no me preocuparían las mujeres, aunque sí otras cosas…
Alicia había recordado lo que había pensado esa mañana, aunque no podía olvidar tampoco que sí había sentido celos en los dos años que llevaban juntos. Fernando escondió la cabeza en el cuello de Alicia recordando algunos de sus reproches cuando volvieron a verse, la causa siempre estaba por encima de todo, se dio cuenta que el recuerdo se había vuelto demasiado culpable, la besó y cambió el gesto.
-He de decirte que nunca había escuchado una declaración tan divertida…
Alicia volvió a echarse a reír olvidando sus dudas de esa mañana, entre risas Fernando le confesó que le gustó oír esa conversación y que por un segundo se sintió un hombre libre, sin misiones ni compromisos, Alicia se quedó mirándole, su vida estaba llena de sacrificios, muchos impuestos por sí mismo, desde luego, pero otros tantos condicionado por las circunstancias.
-¿No es maravilloso mi amor? A pesar de todo estamos aquí, juntos, con nuestros hijos…
Fernando sonrió y la besó despacio, el timbre les interrumpió y al momento escucharon a Roberto decir que llamaban a la puerta, Fernando se giró y se remangó.
-¿Vas a abrir mientras yo friego?
Alicia refunfuñó, le pellizcó en broma el brazo y terminó riendo mientras iba hacia la puerta, antes de llegar besó a las niñas, jugaban con un sonajero a la vez que Andrea intentaba llamar su atención para que la cogiese. Roberto llegó hasta ella para darle la mano, vio un gesto que le llamó la atención en su hijo pero fue hacia la puerta decidida. Fernando entró de puntillas al salón, estaba deseando ver la reacción de Alicia, cogió a las dos niñas en brazos intentando que se mantuviesen en silencio. Al abrir sonrió de oreja a oreja, Inés estaba frente a ella y un poco detrás Mauro esperaba agachado dando la mano a su hija.
-¡Inés! Pero si llegabais pasado mañana, ¿ha pasado algo?
-Deja de preocuparte –la abrazó sonriendo- hemos querido darte una pequeña sorpresa…
-¿Hemos? –al separarse de Inés miró a Fernando y se emocionó- Claro, por eso hoy teníamos que prepararnos pronto… Pero pasad, –se dio cuenta que llevaban unos minutos parados en la puerta, cogió a la hija de su amiga casi pidiendo permiso a Mauro- hola preciosa, has crecido mucho.
-Ucho papá y mamá mamos a Parí.
La achuchó echándose a reír, Fernando se acercó a saludarles pero toda la atención recayó en las niñas, Inés se quedó boquiabierta al ver el parecido de las dos, cogió a Andrea, que no dejaba de manotear, mientras Mauro saludaba a Fernando. Roberto esperó pacientemente sin dejar de observar a todos, incluso Tor se había sentado al lado suyo, Fernando les miró y movió la cabeza divertido, no había esperado esa reacción de su hijo. Cuando todos se habían saludado, Roberto se acercó pero primero saludó a la pequeña Inés, se entusiasmó al ver que la niña ya le contestaba, después saludó a Inés y, por último, a Mauro pidiéndole que le hablase de los cómics, recordaba las voces que ponía cuando estuvieron la última vez en París. Alicia no dejaba de jugar con la pequeña Inés, de reojo miraba a Fernando culpándose por sus pensamientos, había preparado una sorpresa y ella sólo había podido pensar en que se estuviese cansando de su vida, se sentía muy injusta. Fernando se dio cuenta que Andrea quería volver a los brazos de su madre, había estado a gusto con Inés pero al ver a Alicia con la hija de su amiga parecía que se había molestado. La cogió y la besó suavemente susurrando que nadie ocuparía su lugar, nada parecía calmarla, tanto Inés como Mauro empezaban a ponerse nerviosos por el volumen de su llanto, cuando Alicia explicó que intentaban no hacer caso a todos los berrinches, Inés la miró analizándolo mientras Mauro torció el gesto, él nunca actuaría así con su hija. Alicia y Fernando terminaron bromeando sobre el instinto un tanto celoso de Andrea y de quién lo habría sacado; Fernando les hizo acomodarse a todos y fue a la cocina a por unos refrescos y algunas chuches para los niños, seguía teniendo a Andrea en brazos que no dejaba de protestar.
-Andrea no puedes ponerte así porque mamá esté con otra niña, -preparaba las cosas sin dejar de hablar con un tono más serio de lo normal- os queremos mucho y ningún otro niño o niña os reemplazará nunca.
La miró suspirando, en esa ocasión no parecía que su hija fuese a calmarse por unas palabras serias, siguió preparando la bandeja sin dejar de escuchar las risas y voces que llegaban desde el salón. Mauro las miraba medio sonriendo, disfrutaba mucho de ver a Inés tan parlanchina, normalmente era muy comedida pero siempre que Alicia y ella volvían a verse hablaban sin parar de las novedades de sus respectivas vidas; le resultaba curioso ese cambio en su mujer, Alicia le miraba de reojo casi imaginándose en qué pensaba. Había dejado a la pequeña Inés en la manta, Roberto se había sentado junto a ella y le estaba enseñando los nuevos juegos que tenía; Ana estaba en brazos de Mauro casi sin moverse. Alicia les contó con todo lujo de detalles el viaje a Nueva York, las personas a las que conoció y las reuniones, Inés le habló de un gran caso que estaban llevando en ese momento, por el que casi no pueden tomarse esos días en París, hablaron también de Macarena. Alicia encendió un cigarro recordando aquellos días en Madrid, había tardado muchos años pero por fin había encontrado una amiga con la que poder desahogarse, Inés era muy importante para ella por todo lo que significó conocerla.
  No dejaban de hablar, incluso se interrumpían la una a la otra, habían sido demasiados meses sin verse y ahora querían recuperar todas esas tardes en que no podían salir a pasear juntas con sus familias, Inés no dejaba de preguntar por Andrea y Ana, le parecía increíble el parecido entre ellas, aunque como había comprobado, en carácter eran casi opuestas. Alicia no pudo más que reírse cuando la hija de su amiga se levantó de la manta casi enfadada y caminó hasta su padre para que la cogiese, le había permitido que cogiese a Ana pero según su visión ya era suficiente. Inés no pudo resistirse a cogerla, le parecía muy tranquila y tan bonita que casi le daba miedo dañarla, cuando Fernando volvió con Andrea, ellas seguían hablando atropelladamente, dejó a su hija en brazos de Alicia para ir a por la bandeja, Tor se había tumbado en su caseta hasta que le llamó para dejarle salir al patio, hacía muy buen día y había que aprovecharlo, al segundo aparecieron Roberto y el perro saltando, les dejó salir recordándoles que no podían arrancar flores o plantas. Dejó la bandeja en la mesita y se sentó junto a Alicia un momento, le acarició la mejilla sonriendo, Alicia estaba contándoles cómo había sido la boda de Diane y Pierre, se calló un segundo mirando a Fernando y volvió a la carga. Fernando se levantó para coger a Inés, la niña protestó hasta que le hizo cosquillas, Mauro le miraba con condescendencia pensando que su hija no se contentaría tan fácilmente.
-¿Salimos al patio a jugar? Roberto y Tor están fuera, ya verás qué bien lo pasamos, hace sol además…
-¿Tor? Papá mamos a ujar.
Fernando se echó a reír al ver la mirada de Mauro, se notaba que estaba encantado con que su hija quisiese estar en todo momento con él; Andrea se empezó a quejar al ver que se iban, Fernando regresó y la cogió con cuidado, esperaba que no fuese porque él estuviese hablando con Inés sino porque no quería perderse la reunión en el patio. Sólo Ana se quedó tranquila en brazos de Inés, no llamaba la atención, tanto que a veces Inés tenía la sensación de que se había quedado dormida, Alicia sonrió explicándole lo tranquila que era y lo que le recordaba a la paciencia que Fernando tenía siempre, los dos esperaban el momento oportuno.
-Inés… ¿Cuándo decidisteis darme una sorpresa con vuestra llegada?
Había apagado el cigarro algo nerviosa, aunque estaba muy feliz por volver a ver a su amiga, no podía olvidarse de lo injusta que había sido con Fernando aunque él ni lo sospechase.
-En realidad yo ni lo pensé… Fue Fernando, él me llamó para proponérmelo.
-Tengo tanta suerte por estar con él, por haber formado una familia de verdad… A veces tengo miedo ¿sabes? De hecho esta mañana pensé que no quería estar en casa, que preferiría estar trabajando, o incluso que había vuelto a implicarse en la lucha… -había hablado con la mirada fija en la alfombra, miró a Inés esperando que no la juzgase, se sintió aliviada al ver comprensión y apoyo, Inés nunca la juzgaría- Llevaba días quejándose de no poder quedarse en la cama jugando con los niños, de no poder disfrutar de un momento relajado, y hoy justo… Bueno, hoy parecía tener mucha prisa, al veros lo he comprendido, pero esta mañana me sentí tan mal al pensar en esa posibilidad, después de estos dos años no podría volver a perderle…
-Pero Alicia –le agarró la mano con cuidado de no molestar a Ana- eso no pasará, entiendo que tengas algunas dudas, no sé toda vuestra historia pero fueron muchos años alejados, él huyendo, luchando… Esas dudas no desaparecen fácilmente, pero te ha demostrado que está aquí, contigo, que tenéis una familia de verdad.
-Lo sé, racionalmente no dudo de él, sé que nunca ha sido tan feliz como ahora, lo mismo me pasa a mí… Pero a veces no puedo evitar esos miedos irracionales, esas dudas… Muy injustas por otra parte, -tragó saliva y se mordió el labio- me gustaría no tener que volver a sacar el tema, sé que él lo pasa mal recordando el pasado, sus errores, los míos… Pero quiero contárselo, sé que no me juzgará, aunque le dolerá mucho, es como si no le dejase olvidar que en el pasado decidió por mí, que durante muchos años su vida se basó en la lucha…
-Estoy segura que lo entenderá, Alicia… -besó a Ana tragando saliva, le había costado contarlo y no quería recordarlo- Hace poco le conté a Mauro lo que pasó en Madrid… -Alicia le apretó la mano y terminó dándole un suave beso, Ana parecía muy seria, casi como si supiese que era un momento delicado- Me sentí en paz contándoselo, aunque sé que él lo supo desde el principio, pero verbalizarlo me ayudó mucho.
-Claro que te ayudó, era necesario que lo sacases de dentro, me alegro tanto de que seáis tan felices… La primera persona a la que yo se lo conté fue a Fernando, notar su apoyo significó tanto…
Desde el patio llegaron las risas de Mauro y la pequeña Inés, sonrieron cómplices, a pesar de todo lo que les pasó a las dos, habían podido superarlo todo y formar su propia familia; en el patio Fernando disfrutaba viendo a Roberto tan atento de Inés y a Mauro jugar con los dos niños como si él fuese otro niño, tenía a Andrea en brazos, que no dejaba de patalear para que la dejase en el suelo pero en eso era inflexible. Alicia decidió que era hora de olvidar las conversaciones serias, se levantó diciéndole a Inés que en el patio tenían un balancín precioso, al llegar, abrazó a Fernando y le besó el cuello dándole las gracias. Unos minutos después, Alicia jugaba con Roberto y la pequeña Inés sin dejar de reír, Mauro les seguía y tiraba a Tor un viejo juguete, Inés se había sentado en el balancín con Ana en brazos sin dejar de mirarles mientras Fernando estaba en la puerta viendo la escena, siempre que tenían visita y pasaban momentos tan divertidos, pensaba en el tiempo que había perdido en el pasado, besó a Andrea susurrando lo feliz que era por tenerles en su vida. Se rio entre dientes pensando en lo poco que le costaba expresar sus sentimientos con sus hijos, claro que apenas eran unos niños, quizás en el futuro le costase algo más. Alicia empezó a hablar de la verbena de esa noche, las niñas aún eran pequeñas pero podían estar un rato en la verbena y después pasear por París, la temperatura era muy buena y tenía ganas de enseñarles a Inés y Mauro algunos de los lugares que no habían podido ver; Fernando la observaba sin dejar de pensar en aquella Alicia adolescente que hablaba de París con ilusión y ganas de volver. Roberto les dejó jugando para acercarse a Fernando y Andrea, quería que su hermana jugase también y que dejase de protestar, Fernando terminó sentándose en el suelo y poniendo a Andrea entre sus piernas para que pudiese jugar con Roberto e Inés. Alicia se sentó en el balancín acompañando a Inés mientras Mauro no dejaba de atender a Tor, se abrazó a su amiga y le contó cómo habían llegado a tener un balancín en el patio, Fernando las escuchaba de fondo y movía la cabeza ante la diversión de Inés, era consciente de lo raro que les resultaba a las personas que le conocieron antes de volver a París encajar todos los cambios de su vida. Mauro empezó a hablar de los cómics y la editorial, lo que hizo que Alicia hablase del libro de Fernando, las conversaciones se cruzaban, todos querían saber y contar, la más callada volvía a ser Inés aunque cuando recordaba algo relevante les interrumpía para contarlo. Alicia miró a Fernando cuando se levantó, estaba segura que iba a por la cámara de fotos, al verle regresar con la de fotos y la de video, se echó a reír; empezó a sacarles fotos y acto seguido se puso a grabar los juegos de los niños, le encantaba pensar en el momento en el que sus hijos fuese mayores y los cinco viesen esos videos de los primeros años de su vida juntos. Alicia se levantó y terminó quitándole las dos cámaras para sacar fotos y grabar ella. La mañana se les pasó volando entre juegos, risas, conversaciones y algún berrinche de los niños, el momento del biberón de Andrea y Ana fue uno de los más tranquilos, incluso la pequeña Inés guardó silencio y aceptó que su padre estuviese más atento a esas dos niñas que a ella; Fernando dividía su atención, Inés le parecía muy parecida a Mauro y le divertía algunas de las caras que ponía cuando veía que sus padres no la hacían caso sólo a ella.



 

Cuando Fernando se dio cuenta de la hora dejó a Andrea con Alicia y entró en la cocina, si fuese por él no rompería la reunión con todos, pero sus niñas tenían que comer a su hora, sonrió al ver a Inés entrar dispuesta a ayudar con la comida. Alicia se quedó mirándoles, Mauro tenía a Ana en brazos y ella a Andrea, Roberto e Inés jugaban con Tor sin dejar de correr de un lado a otro; sonrió al verles coordinarse, estaba segura que Fernando disfrutaba cocinando con alguien que no fuese tan desordenada como ella. Fernando levantó la mirada y se quedaron unos segundos mirándose, la intensa mirada de Fernando le estremeció, incluso llegó a pensar que Fernando había intuido el pensamiento que acababa de tener y le estaba diciendo que estaba equivocada. Una protesta de Andrea hizo que apartase la mirada, Fernando sonrió tiernamente al verla besar a Andrea con el mayor de los mimos; mientras preparaban la comida Inés no dejaba de preguntarle del libro, el nuevo trabajo y sobre todo de su vida con Alicia, Fernando se echó a reír al notar la espontaneidad de Mauro en ella, se encargó del puré de las niñas mientras Inés preparaba la comida para los demás. En el patio Alicia tenía la sensación de estar rodeada de niños, se quedó mirando a Mauro pero, a pesar de jugar como un niño, se notaba lo distinto que era de aquel Mauro que le preguntó por Inés en relación a Angulo. Mauro empezó a hablar de la ilusión de Inés por ese viaje para estar con ellos y poder conocer mejor París.
-En el pasado adoraba tanto París… -sonrió un poco nostálgica- No me malinterpretes, soy feliz viviendo en esta ciudad con mi familia, sabiendo que mis hijos pueden crecer en libertad, que mi marido no está perseguido a muerte… Pero cuando era una adolescente nunca quise vivir en España, volver a París fue mi ilusión durante muchos meses… Pero terminé amando Madrid, España; nuestro país, ése por el que tantos lucharon, -miró a Mauro y sonrió cambiando el tono, al fin y al cabo a Mauro la guerra le debía sonar casi a chino- llegué a sentir Madrid como mi casa a pesar de todo lo malo que viví allí. Pero entiendo a Inés, París tiene algo especial, estos días recorreremos la divina ciudad, me alegro tanto de teneros aquí…
Mauro correspondió a las confesiones de Alicia contándole que él también echaba de menos Madrid, había crecido allí, con sus padres, a los que tardó mucho tiempo, demasiado, en valorar. Los recuerdos fueron interrumpidos por el llanto de Inés, se había cansado de jugar y quería que su padre la cogiese, Alicia miró divertida a Roberto cuando trató de calmarla dándole algunos juguetes, Mauro terminó cogiéndola bromeando con el fuerte carácter de su hija, Alicia sin embargo no lo habría llamado fuerte sino algo mimada, era adorable pero se parecía demasiado a Mauro, esperaba que la influencia de Inés hiciese que su hija no fuese tan cándida cuando creciese, a Mauro le costó mucho madurar. Cogió a sus hijas mientras Mauro entraba en la cocina con Inés en brazos y seguido por Roberto y Tor, Fernando se echó a reír al ver entrar a toda la tropa, esperó a que entrase Alicia y les dio un beso a las tres, se quedó un momento parado y susurró a Alicia en el oído lo mucho que le gustaba su desorden, Alicia movió la cabeza divertida, le besó y dejó a las niñas en la trona para empezar a organizarse para preparar la mesa. Mauro tuvo que ponerse a jugar con su hija en la manta porque era imposible tranquilizarla de otra forma, Alicia les miraba mientras iba y venía con Roberto de la cocina, transmitían mucha ternura; se mordió el labio pensando si de alguna forma Inés podía sentirse desplazada al ver esa conexión, aunque su amiga parecía mucho más fría, realmente no lo era. Sonrió cuando Inés entró al salón comentando que la comida estaba y fue directa a sentarse junto a Mauro y la niña, verles jugar a los tres y oír reír a su amiga despejó cualquier duda que pudiese tener. Fernando llegó con la trona y las niñas que empezaban a impacientarse, a Alicia le divertía ver a Ana un tanto intranquila, normalmente era tan calmada que a veces parecía que no la atendían porque no daba nada que hacer. Inés y Mauro observaron cómo daban de comer a las niñas, Inés se seguía sorprendiendo por las diferencias entre ellas, su hija alargó los brazos hacia Andrea y se echaron a reír todos, incluido Roberto. Cuando terminaron el puré, Fernando se levantó para cambiarlas y dejarlas en la cuna, no quería que tener invitados modificase la rutina de sus hijas, tenían que echar su siesta; negó con la cabeza cuando Alicia iba a levantarse, estaba hablando con Inés, él se ocuparía de las dos niñas. Con Roberto no tuvo tanto éxito, no pudieron evitar que se levantase y le siguiese, Alicia miró a Inés orgullosa de su hijo y empezó a contarles lo responsable que era y cómo les ayudaba y hacía todo más fácil. Fernando miraba a Roberto divertido mientras cambiaba a Ana, que no solía protestar, si Alicia hubiese estado atenta habría dicho que era igual que él, se estaba rascando el pelo un tanto nervioso al escuchar cómo su madre le halagaba. Mauro les miró casi riendo cuando empezaron a contar un cuento a dúo al ver que Andrea lloraba al dejarla en la cuna, Alicia miró de reojo a Mauro y terminó soltando una carcajada que hizo que Andrea subiese el volumen de su llanto, tuvo que disculparse con Roberto, se levantó y besó a su hijo emocionada por notar su compromiso con sus hermanas.
Durante la comida tampoco dejaron de hablar, Fernando disfrutaba viendo a Alicia tan alegre y despreocupada, aunque en París tenían grandes amigos, Inés significaba mucho para Alicia y se notaba en su actitud; jugó con el pelo de Alicia, aunque a ella empezaba a molestarle tenerlo tan largo, a Fernando le encantaba deshacer algunos de los rizos y ver cómo volvía a su sitio, le recordaba a aquellas horas en las que no necesitaban más que estar en el sofá del piso franco y besarse y acariciarse.

Se quedó mirando a Mauro cuando empezó a hablar del trabajo de Inés, notaba un orgullo y una admiración que pocas veces había visto en él; Alicia sonrió al darse cuenta, le tiró una miga de pan para que dejase de mirar tanto a Mauro, podría sentirse cuestionado. La pequeña Inés se había puesto perdida en su empeño de comer sola, según el propio Mauro, nunca había mostrado interés en hacerlo, Alicia le miró casi con ternura, su hija había querido comer sola al ver a Roberto hacerlo, tendría que hablar con Inés y sugerirle que apuntasen a la niña a una guardería, estaba segura que a la hija de su amiga le vendría bien empezar a relacionarse con más niños. Todos alabaron la mano de Inés en la cocina aunque Alicia dejó claro que tenía mucha mejor mano en el Derecho, Fernando y Mauro se miraron divertidos porque los dos sabían qué venía en ese momento, las dos empezaron a hablar de los respectivos casos que habían llevado en las últimas semanas. Inés se quedó sorprendida cuando Roberto, en un tono suave y sin reproches, les recordó que era fiesta y no podían trabajar, Alicia se mordió el labio divertida, con apenas unos meses más que la hija de su amiga, Roberto parecía mucho mayor y, desde luego, más espabilado. Alicia sonrió cuando Inés detalló la cena en la que conocieron al novio de Macarena, terminaron bromeando con que fuese Macarena la última de las tres en formar una familia, de hecho ni siquiera se lo planteaba, vivían juntos pero no pensaban en casarse o tener hijos.
-Si no estuviese Macarena, yo no podría haber dejado el despacho unos días… Tenemos mucho trabajo, pero ya la conoces, en un pispas se hace con todos los casos, incluso a veces parece más implicada y ordenada que yo.
Alicia sonreía sin poder evitarlo, siempre le gustaba imaginárselas a las dos en el despacho, notó a Fernando tragar saliva y se acercó a él.
-Estoy donde quiero estar Fernando, no lo olvides…
La miró fijamente sonriendo, no podía negar que muchas veces se sentía culpable porque Alicia hubiese dejado su vida en Madrid, pero escucharla hablar tan segura y firme hacía que se le olvidase, otras veces conseguía dejar atrás ese sentimiento mirando a sus hijos, si no hubiesen huido juntos dejando atrás Madrid no tendrían su familia, algo a lo que los dos habían renunciado durante muchos años. Se estiró en la silla cambiando en gesto y preguntando si alguien quería café, se echó a reír cuando la pequeña Inés alzó los brazos para que la cogiese, quería ir al patio y parecía intuir que él la llevaría. Mauro la miró un tanto decepcionado, su niña parecía no necesitarle sólo a él, Fernando lo notó y dio un suave beso a la pequeñas Inés diciendo que no podían salir al patio en ese momento; al alejarse de ella empezó a llorar casi con más fuerza que Andrea, antes de entrar a la cocina se quedó mirando cómo Mauro la cogía en brazos casi complacido. Roberto se levantó y fue a buscar los muñecos de guiñol para ofrecérselos a Inés, la niña se quedó seria mirándole, dudó un momento y finalmente alargó la mano para coger uno de los muñecos; Alicia miró divertida cómo su hijo conseguía que Inés se sentase con él en la manta sin necesidad de que Mauro estuviese con ellos. Se levantó y se disculpó para ir a la cocina, entró sigilosamente para abrazarle por detrás.
-Sabía que estabas aquí, Alicia…
-A mí se me da peor dar sorpresas… -le besó el cuello y terminó haciéndole cosquillas- Te amo Fernando, siempre estás pendiente de todo, preparas sorpresas que sabes que me harán feliz, y yo… Soy tan injusta.
-No, –habló firme y se dio la vuelta para mirarla- eso no es cierto Alicia, y te conozco muy bien para saberlo…
Alicia sonrió al notarle tan serio, le besó y volvió a abrazarle aferrándose a él, le gustaría no decírselo, sabía que se sentiría culpable y dolido, pero en su relación no había esa clase de silencios, hablaban de todo sin ningún miedo.
-Fernando… Esta mañana fui injusta, parecía que no querías estar en casa, que tenías prisa, como si te hubieses acostumbrado al trabajo y no quisieses estar con nosotros, o como si…
-Alicia… -le puso el dedo en la boca, no necesitaba escuchar todo para saber qué estaba intentando decirle- Shh, lo siento, de verdad…
-¡No! ¿Encima de lo injusta que soy vas a disculparte? Sé que algún día ese miedo irracional e injusto desaparecerá, pero quería decírtelo, hablamos de todo y eso me gusta. –sonrió por ello, tener esa seguridad con Fernando era muy importante para ella, volvió a ponerse seria mirándole fijamente- No te lo mereces, has demostrado durante todo este tiempo tu compromiso, si alguien tiene que disculparse soy yo.
-Bueno… -la besó y respiró hondo pensando cuántas veces pasarían por esa situación- No hace falta que nos disculpemos ¿no? Nos conocemos bien, -cambió el gesto consiguiendo que Alicia sonriese- y con eso es suficiente. Además, tenemos una tropa que atender, lo mismo Mauro se ha fugado con su hija para que nadie pueda quitarle su lugar frente a ella…
Alicia se echó a reír pero terminó reprendiéndole por ese comentario malicioso, entre risas regresaron al salón con la bandeja y el café recién hecho. Se miraron divertidos cuando llegaron y vieron a Mauro con Roberto e Inés en la alfombra, Inés en cambio se había levantado de la mesa para acercase a la cuna y observar a las niñas, le parecía muy curiosa y tierna la manera que tenían de dormir tan juntas. Alicia se acercó a ella y la abrazó feliz de poder compartir esos momentos con su amiga, Fernando dejó la bandeja y fue a por la cámara de fotos, disfrutaba mucho de la felicidad de Alicia cuando tenían visita y sobre todo cuando era Inés, sabía lo importante que era Inés en la vida de Alicia. Se sentaron a la mesa a disfrutar del café recordando viejos tiempos, excepto Mauro que se quedó con los niños; Fernando se echó a reír cuando Inés recordó sus planes para sacar los documentos del banco.
-Aunque no fue lo más interesante… -les miró divertida recordando las indirectas que se lanzaron con ella de oyente- ¿No?

-Claro, por eso saliste espantada.
Se echaron a reír los tres y Alicia abrazó a Fernando intentando olvidar lo distante que estaba en aquel entonces. Cuando se despertaron Andrea y Ana empezó de nuevo el ajetreo, aquella tarde eran dos más para atenderlas pero aun así daban mucho trabajo; además, según la visión de Fernando, Mauro era casi otro niño al que atender, Alicia le miraba de reojo intentando corregir esos pensamientos pero no podía ocultar lo divertido que le parecía. Fernando se ocupó de dar la merienda a las niñas después de recoger la cocina mientras los demás sacaban a Tor, disfrutó de ese momento de silencio, Andrea podría llorar durante horas y nunca se cansaría de oírla, pero oír protestar a la pequeña Inés era distinto. Alicia paseó del brazo de Inés por todo el barrio, Mauro llevaba de una mano a Inés y de otra a Roberto a la vez que controlaba a Tor. Alicia le habló del libro de Fernando, estaba emocionada pensando en la publicación, a pesar de que nadie que no le conociese sabría que lo había escrito él, para ella era importante esa reivindicación de la lucha de Fernando, también porque durante mucho tiempo ella no fue consciente de todo lo que implicaba, tenía ganas de leerlo entero. Inés recordó uno de los casos que estaba llevando, era un republicano que quería recuperar unos terrenos que le expropiaron al acabar la guerra, Alicia la miró segura de que no lo conseguiría pero sabiendo que lo intentaría hasta el final. Sonrieron y se acercaron a Mauro para terminar jugando con sus hijos, Mauro había cogido la cámara de fotos y disfrutó de hacerles algunas. Fernando se echó a reír al notar lo que tardaban, estaba seguro que habían perdido la noción del tiempo, cambió a las niñas y las preparó para salir, esa tarde visitarían la ciudad todos juntos aunque esperaba que sus hijos no se cansasen. Andrea parecía más animada que nunca mientras Ana se mantenía a la expectativa, al abrirse la puerta, Andrea chilló alargando los brazos, Alicia la cogió entre risas al ver cómo Fernando organizaba todo para salir de casa. La abrazó susurrando lo guapa que estaba con ese vestido aunque debería llevar una chaqueta, Alicia se echó a reír y le besó el cuello llamándole exagerado, en unos minutos estaban saliendo de casa después de convencer a Roberto de que Tor debía quedarse.
Pasearon por París sin dejar de hablar y sin dejar de jugar o atender a sus hijos, Alicia notaba la preocupación de Fernando porque todo estuviese bajo control, incluso a veces parecía querer controlar que ella misma no se chocase con nada cuando estaba tan inmersa en la conversación con Inés. Llegaron hasta el Puente de los Artes y pasearon por las orillas del Sena, Alicia llevaba la silla con las niñas, Andrea intentaba ver todo mientras Ana observaba tranquilamente, Fernando iba atento a Roberto e Inés para que no se alejasen mientras Inés y Mauro paseaban de la mano, Alicia les miraba de reojo pensando en lo poco que se parecían y todo lo que se querían. Roberto echó a correr al ver un carrusel, Fernando tuvo reflejos, cogió a Inés en brazos y salió corriendo detrás de él sin despistarse un segundo; Alicia les miró divertida y sonrió cuando Fernando movió la cabeza resignado y sacó la cartera para aceptar la petición de su hijo, estaba segura que valoraba si era bueno permitírselo, si no era consentirle demasiado…
-Mi amor, por una vez no pasa nada…

Fernando sonrió mirándola, resopló y cogió a su hijo en brazos mientras Inés cogía a su hija, a Alicia le hubiese gustado subir con las niñas pero eran muy pequeñas, de lo que estaba segura era de que Fernando iba a subir con Roberto, no le dejaría sentarse solo. Durante los minutos que duró el carrusel en marcha, Alicia se interesó por el trabajo de Mauro, él no hablaba mucho sobre ello y Alicia intuía que Mauro entendía la importancia del trabajo de Inés en comparación con su trabajo. Sonrieron al ver a sus hijos levantar los brazos, se notaba que estaban disfrutando, Alicia además notó la concentración de Fernando para que Roberto no se moviese ni un milímetro; sacó algunas fotos aunque pensaba que saldrían mal por el movimiento. Cuando bajaron, Roberto fue directo a ver a sus hermanas, se miraron emocionados cuando le oyeron susurrar que quería que subiesen con él pero eran muy pequeñas; retomaron el paseo escuchando el relato de Roberto, Inés estaba más callada de lo normal, se había abrazado a su padre y no parecía mostrar demasiada ilusión. Se sentaron en una terraza y tomaron unos refrescos, Fernando había observado cómo Inés volvía a su habitual carácter, dejaba hablar a Alicia y preguntaba en el momento oportuno, ya no se interrumpían; Mauro no dejaba de hablar del juicio de Roberta, Inés había logrado su libertad y para él era casi una heroína, como en sus cómics. Fernando se levantó cuando Andrea protestó por estar en la silla, en ese momento se acabó la calma, pasaron la tarde jugando con los cuatro niños e intentando que Andrea no quisiese gatear tan pronto, Inés se quedaba maravillada con la facilidad de Alicia y Fernando para atender a sus tres hijos.
Estaban tan ocupados con los niños que casi se les olvida la verbena, Fernando miró el reloj con los ojos muy abiertos, había reservado para cenar en un restaurante cercano y llegaban tarde, se echaron a reír al ver a Alicia dar pequeños saltos mientras empezaban a andar, Fernando recordó lo cambiada que estaba Alicia cuando volvió a verla, por eso a Inés le sorprendía tanto su carácter, en Madrid era distinta. El restaurante era modesto pero estaba cerca del Sena, Alicia le miró ilusionada, compartir una velada con Inés en el Sena era un sueño; Fernando no dejaba de quedarse embobado mirando la reunión, a veces todavía le parecía mentira que él tuviese una vida así, no podía ser más feliz. Cenó con Andrea en brazos mientras Ana se quedaba en la trona que el camarero les llevó, Inés y Roberto parecían haber congeniado y competían por ver quién comía solo, Alicia estuvo a punto de echarse a reír al ver la decepción de Mauro por la nueva independencia de su hija, comentó con Inés con disimulo lo bien que le había venido a Roberto ir a la guardería, Fernando le acarició la pierna intentando aguantar la risa. Hicieron planes para los próximos días, Fernando resopló al pensar en el trabajo pero al final terminó admitiendo que le gustaba. Tuvieron que darse prisa en terminar o iban a llegar muy tarde a la verbena, Alicia estaba deseando enseñársela a Inés, le traía muchos recuerdos de su adolescencia en París y quería compartirlo con ella, además, sería la primera de sus hijas. Fernando se echó a reír al ver la prisa que se daba, notaba sus ganas y le enternecía la ilusión casi idílica que parecía mostrar por la verbena, Ana se había quedado dormida, la arroparon y Alicia notó las ganas de Fernando de poder acomodarla en la cuna aunque sabía que no le diría que debían volver a casa. Caminaron rápido, antes de llegar a la plaza ya pudieron comprobar que había mucha gente, Fernando se agobiaría pronto, pero la mirada ilusionada de Alicia podría con cualquier reticencia. Se fueron encontrando con todos sus amigos, los saludos y los niños fueron los protagonistas, Inés parecía más tímida, Roberto intentaba integrarla, incluso cuando llegó Loan; Andrea movía los brazos al ritmo de la música mientras la preocupación de Fernando seguía siendo Ana, que dormía pero no sabía si podía descansar con tanto ruido y tanta gente. Se echaron a reír cuando Roberto hizo el amago de bailar con Inés pero ésta se negó, corrió a abrazar a su padre ante las risas de todos; Alicia y Fernando pudieron disfrutar de un baile a solas aunque Alicia notaba su tensión, Andrea se había quedado con Grace y se la veía animada pero Ana dormía y quería regresar a casa.
-Cuando acabe la canción podemos irnos.
-No, nos quedamos Alicia.
-De eso nada, –sólo en ese momento cogieron el ritmo porque Fernando se relajó un poco- hemos disfrutado y ahora hay que descansar.
-Petit Alice… -la besó el cuello sabiendo que era transparente para ella- No quiero que nos vayamos por mí.
-No es por ti, es por nosotros. –le miró y sonrió- Y ahora céntrate en el baile, que parecemos más torpes que la primera vez que bailamos.
Se echaron a reír y Fernando la abrazó más fuerte, se movían al unísono, algunas personas se les quedaron mirando pero, por suerte, sólo fueron unos segundos, Fernando se habría sentido incómodo si lo hubiese notado. Se echaron a reír cuando fueron a despedirse de sus amigos y Diane y Pierre dijeron que ellos también se iban, Fernando estuvo a punto de bromear con la vida de casados pero les vio tan felices que prefirió dejar su mordacidad para otro momento. Inés y Mauro decidieron quedarse, Alicia bromeó con la cercanía de la plaza a su casa, no se perderían, les dejaron unas llaves para que pudiesen entrar cuando llegasen. A Roberto le costó dejar a Inés en la verbena, pero a la vez quería irse con sus hermanas, también había estado mirando a Ana un tanto preocupado. Fernando creyó ver cómo Ana se relajaba del todo a medida que se alejaban del bullicio, al llegar al portal respiró hondo, había disfrutado el día pero saberse en casa con su familia le hacía relajarse. Tor parecía estar esperándoles, les saludó sin dejar de saltar, aunque Fernando ni siquiera se quitó la chaqueta, fue directo a la habitación para coger los pijamas de las niñas, Roberto intentó ocultar un bostezo pero Alicia le miró divertida.
-No cuela, señorito, ahora mismo nos vamos todos a la cama –le revolvió el pelo sonriendo- hay que descansar mi amor.
Mientras Fernando ponía el pijama a Andrea y Ana, Alicia trataba de ayudar a Roberto aunque su terquedad no le dejaba aceptar mucha ayuda, Roberto les dio las buenas noches a sus hermanas y fue directo a su habitación, ese día no podía ocultar que estaba cansado. Le arroparon dándole las buenas noches, siempre se quedaban unos minutos mirándole, ese día se durmió muy rápido, Andrea todavía no estaba del todo dormida, protestó al notar cómo movían la cuna. Se pusieron el pijama en silencio, Fernando miraba a Alicia y sentía que resplandecía, esperó a que cogiese un cuento, sabía que le leería a Andrea para que se durmiese. La besó y fue a por las cuartillas y la pluma, quería contestar la última carta de Pelayo, esa carta les había emocionado, Pelayo les contaba la posibilidad de que Manolita y Marcelino fuesen de viaje a París con el pequeño Daniel y con Leonor, que iba a quedarse estudiando en París. Alicia se apoyó en él mientras comenzaba a leer, desde hacía unos días notaba que Andrea guardaba silencio como si quisiese entender lo que leía, Fernando la besó el pelo y empezó a escribir.

Querido Pelayo
No sabes la alegría que nos ha dado leer que quizás vengan Manolita y Marcelino, y también poder conocer al pequeño Daniel; sería un regalo. Es difícil estar lejos, aunque sólo mirar a Alicia o a nuestros hijos compensa; no hacía falta que nos lo pidieseis, Alicia lo pensó en cuanto lo leyó, no la vigilará porque no sería justo, pero quiere quedar con ella cada poco tiempo y ver cómo lo lleva, en cuanto a mí, no creo que deba saber que estoy vivo, por desgracia algunas cosas no pueden cambiar…
Alicia sigue trabajando aunque estos días ha cogido unos días, Inés y Mauro han venido de vacaciones y quiere disfrutar los días que estén. Yo acabo de empezar a trabajar en una nueva revista, la dirijo y es demasiada responsabilidad, pero me siento bien con el trabajo; aunque cuando mejor me siento es al volver a casa, estar con ellos es lo único importante. Roberto cada día es más responsable aunque también algo travieso, tiene que serlo, y Andrea y Ana están tan grandes y espabiladas, ya empiezan a moverse solas, me da un poco de miedo eso. El tiempo pasa tan rápido que parece que pronto no nos necesitarán, pero verles crecer a los tres me hace tan feliz.
Recuérdales que pueden quedarse en casa si quieren, aunque supongo que prefieran estar un poco más a su aire si el viaje es, además de para acompañar a Leonor, para disfrutar ellos solos. Y espero que tú vuelvas también algún día.
Un abrazo
Fernando

Dejó las cuartillas en la mesa, Alicia seguía con el cuento aunque su voz apenas era un susurro, arroparon a las niñas y se quedaron esperando a que Ana pasase el brazo por encima de su hermana, a veces pensaban que esa actitud tan protectora les daría algún quebradero de cabeza en el futuro. Apagaron las lámparas y se abrazaron acomodándose, Alicia se mordió el labio y se apoyó en el pecho de Fernando.
-Mi amor… -apenas era un susurro- Siento lo de…
-Shhhh –la besó el pelo y la acomodó- duerme pepit Alice.
Cerró los ojos abrazándole, no podía dejar de sentirse injusta, esperó a que Fernando se durmiese, que lo hizo enseguida por el cansancio, se acercó a su cuello y respiró su olor, sonrió acomodándose para dormir.
-Lo siento mi amor…
Le besó una de las cicatrices y se quedó dormida casi al momento, le pasó factura el día tan intenso; ni siquiera cuando llegaron Inés y Mauro se despertaron.
 
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