Principios de febrero de 1963
No eran ni las cinco de la madrugada pero no hizo falta que Alicia le avisase para despertarse, había sentido cómo se sentaba en la cama, se incorporó de golpe mirándola. Alicia llevaba unos minutos despierta, al principio eran pinchazos normales, como había tenido los últimos días, pero ese último pinchazo fue más fuerte y tuvo que sentarse.
-Alicia ¿estás bien? –la besó la frente fijándose en su expresión tensa- Vamos al hospital.
-Sí, creo que ahora sí deberíamos ir…
Cerró los ojos al sentir una contracción, no había dudas, había llegado el momento; Fernando se levantó de la cama a toda prisa, se vistió en un minuto y la besó diciendo que iba a llamar a Diane y Pierre. Al salir de la habitación se obligó a frenarse, no podía dejarse llevar por el miedo que tenía en ese momento, todo iba a salir bien y tenían que mostrar normalidad ante su hijo. Marcó el número y sonrió nervioso cuando Diane contestó al segundo tono, parecía que esperaba esa llamada; apenas hablaron dos minutos, Diane empezó a vestirse en cuanto colgó el teléfono. Regresó junto a Alicia con una sonrisa tensa pero aparentando más tranquilidad de la que sentía, ella seguía sentada intentando respirar tranquila. La ayudó a levantarse y en ese momento se dieron cuenta que ya había roto aguas, Fernando se asustó pensando que iba más rápido que el parto de Roberto, todavía tenía que ayudarla a vestirse y tenían que llegar Diane y Pierre, además de despertar a su hijo para explicarle que se iban y llegar al hospital. No quería que Roberto se despertase por la mañana y no les viese allí; Alicia se agarró a su mano, a pesar de no ser su primer parto, sentía miedo, no había vuelto a tener otra contracción pero sentía la presión y le costaba moverse. Cerró los ojos y dejó que Fernando la vistiese, hacía muchos años que no sentía miedo, que no dejaba envolverse en Fernando, dejarse guiar casi de forma automática pero los dolores y el pánico estaban atenazándola. Estuvo a punto de ponerse a llorar pero sabía que no conseguiría nada, eso sí lo había aprendido durante todos aquellos años. Mientras la vestía empezó a hablar tranquilo, no sabía de dónde sacaba esa calma pero sonrió al darse cuenta que estaba funcionando, Alicia sonreía débilmente aunque no suavizó la presión sobre su mano. Fernando era consciente que había tomado las riendas de la situación, mientras calzaba a Alicia se dio cuenta de la confianza que acaba de depositar en él y era tan absoluta como la de la chiquilla que conoció y se prometió a si mismo que esa vez no la defraudaría. La ayudó a caminar hasta el salón para que se sentase en el sofá hasta que llegasen Diane y Pierre, le preocupaba que tardasen.
-Tranquila Alicia, todo va a ir bien, espera, pon los pies en alto.
-No… Estoy bien así, Fernando, la bolsa, no la hemos preparado.
-Está todo preparado, no te preocupes por eso ahora.
Alicia sonrió y le besó suavemente el cuello, se quedó mirándole, no entendía cómo transmitía tanta relajación, estaba segura que por dentro estaba preocupado, con miedo, pero su postura relajada y su sonrisa tranquila no dejaban ver sus nervios. Hacía mucho que Fernando no era aquel hombre que aparentaba una tranquilidad que no tenía, había vuelto a ponerse una máscara y era la primera vez en muchos meses que ella no era capaz de ver sus verdaderos pensamientos.
-Alicia… Creo que deberíamos despertar a Roberto para decirle que nos vamos, no quiero que se despierte y se asuste al no vernos…
-Sí, será lo mejor… -se emocionó pero una nueva contracción hizo que su gesto se tensase- Pero espera un momento.
Fernando cerró los ojos al notar la presión de Alicia en su mano, por un segundo dejó que su miedo aflorase, le gustaría poder minimizar esos dolores, por muy normales que fuesen, no podía ver a Alicia torcer el gesto ante una nueva contracción. Cuando notó que la presión de la mano se suavizaba, abrió los ojos sonriendo, estaba dispuesto a ocultar cualquiera de sus emociones y miedos, lo importante era Alicia, las niñas y que Roberto no se preocupase. Acarició el pelo de Alicia y fue a la habitación de Roberto, Tor estaba junto a la puerta en estado de alerta, sonrió acariciándole y miró a su hijo. No le gustaba tener que despertarle, le veía tan tranquilo durmiendo, tan a gusto; se acercó despacio y, antes de que empezase a hablar, Roberto alzó la mano tocándole la cara.
-Papá…
-Hola pequeño –el susurro de su hijo le había emocionado, le cogió con cuidado mientras el niño se estiraba- es muy pronto, pero tenemos que contarte algo.
-Ago ¿mamá?
Fernando sonrió, no dejaba de sorprenderse por la capacidad que tenía su hijo para analizar cualquier situación; llegó al salón y tragó saliva antes de ponerse junto a Alicia.
-Mamá… -habló en susurros- ¿mien?
Alicia notó la cautela con la que su hijo se acercaba, le acarició el pelo intentando sonreír.
-Estoy muy bien mi amor, tus hermanas van a nacer muy pronto.
-Anea y Ana ponto.
-Eso es Roberto, mamá y yo tenemos que irnos –se agachó para quedar a la altura de su hijo- porque tus hermanas están de camino. Pronto estaremos los cinco juntos, los tíos Diane y Pierre van a llegar para quedarse contigo.
-Mamá…
Roberto empezó a acariciar la tripa agarrándose suavemente a una pierna de Alicia, Alicia no pudo más que sonreír emocionada cuando su hijo empezó a contarles un cuento a sus hermanas. Fernando fue a la habitación de las niñas para dejar al lado de la puerta la bolsa y el maletín, regresó junto a ellos y se sentó en el brazo del sofá acariciando el pelo de Alicia.
-¿Estás bien? –le habló al oído intentando que su hijo no le oyese- ¿Has tenido más contracciones?
-Estoy bien… Siento un poco la presión en la tripa, pero no he tenido más contracciones, puede que al final no sea tan rápido como pensamos…
-De todas formas, iremos al hospital aunque todavía queden unas horas.
Alicia sonrió y apoyó la cabeza en su regazo, Roberto no dejaba de hablar en susurros con sus hermanas mientras acariciaba la tripa, de vez en cuando levantaba la vista para comprobar que su madre estuviese bien. Fernando se concentró en la voz de su hijo, si no prestaba atención parecía tranquilo, pero tenía un matiz distinto a otras veces que hablaba con sus hermanas, esperaba que esos días no lo pasase mal al no verles. Alicia notó las manos cálidas de su hijo, su ceño fruncido y le hubiera apetecido cogerle durante horas entre sus brazos pero hasta él parecía controlar la situación. Agarró la cuna intentando disimular otra contracción pero, a la vista de las miradas de sus dos chicos, parecía que no había funcionado. Minutos después llamaron al timbre, Alicia había vuelto a tener una contracción, había disimulado ante su hijo agarrándose fuerte a la mano de Fernando. Fernando se levantó deprisa y abrió a sus amigos, Diane le dio dos besos mientras Pierre le abrazaba diciéndole que él los llevaba al hospital. Se rascó el pelo pensando que ni siquiera había planeado más allá de esperarles, no se había planteado que tendría que conducir mientras Alicia sentía los dolores. Diane se acercó despacio y apretó la mano de Alicia, ella sonrió y respiró tranquila.
-Mi amor, papá y yo nos tenemos que ir –Diane le cogió en brazos para que quedase a la altura de Alicia- te prometo que volveremos pronto… Tus hermanas vendrán con nosotros.
Alicia no pudo evitar que una lágrima le mojase la mejilla, veía a su hijo tan calmado para lo que solía ser que no dejaba de pensar en lo que estuviese sintiendo. Cerró los ojos al sentir una nueva contracción, Fernando salvó la distancia en dos pasos y agarró su mano mientras sonreía a Roberto; cuando Alicia se relajó, se giró para mirar a Pierre.
-Gracias Pierre, creo que ahora no podría conducir…
Ayudó a levantarse a Alicia mientras Pierre llevaba la bolsa y el maletín al coche, Alicia apenas podía moverse, notaba mucha presión en la tripa, besó a su hijo y se abrazó a Fernando dispuesta a salir de casa. Fernando miró fijamente a su hijo y le besó suavemente.
-Roberto, pórtate bien, mamá y yo estamos bien, vamos a buscar a tus hermanas ¿de acuerdo? -se emocionó cuando vio asentir a su hijo- Sé que serás bueno y cuidarás de Tor, eres un niño mayor ¿a que sí?
-Mamá, papá… Ponto.
Fernando volvió a besarle con un nudo en la garganta, se despidió de Diane y ayudó a salir a Alicia, notaba cómo se aferraba a él mientras caminaba; toda la situación le superaba pero no lo exteriorizaba. Alicia sonrió al entrar al coche, sabía que tenía que estar muy preocupado, por ella, por Roberto, por las niñas; pero no se lo notaba. Fernando miró por el retrovisor a Pierre pero no necesitaron hablar, Pierre arrancó intentando no hacer movimientos bruscos pero sabiendo que necesitaban llegar cuando antes. Diane abrazó a Roberto intentando que dejase de mirar hacia la puerta llamando a sus padres, se descalzó y se sentó en la manta preguntándole por la granja de juguete; Roberto suspiró y fue a su habitación a por los animales, Tor le seguía sin dejar de estar atento a todos sus movimientos. Consiguió que Roberto jugase con ella casi como otros días, aunque no dejaba de verle mirar hacia la puerta o acariciar a Tor con una mirada triste. Miró el reloj pensando que cuando regresase Pierre saldrían a desayunar fuera, quería que el niño estuviese entretenido y no pensase en sus padres; ella sabía que todo iría perfectamente, Alicia era muy fuerte y tendrían dos niñas preciosas.
Durante el trayecto, Fernando se concentró en tranquilizar a Alicia, ella se abrazó más fuerte a él y cerró los ojos respirando su olor, en sus brazos siempre conseguía calmarse.
Notó cómo las contracciones iban haciéndose más seguidas, Fernando se mordió el labio al notar que se agarraba a él más fuerte, miró a Pierre intentando transmitirle confianza pero a la vez urgencia por llegar. Le sonrió de manera torpe, era consciente de la suerte que tenía por tenerles en su vida, Roberto estaba con Diane, seguramente ella intentaría animar a su hijo, mientras que Pierre conducía para llegar cuando antes al hospital. Le hubiese resultado difícil conducir en ese momento, sin poder abrazar a Alicia ni tranquilizarla, notó que se relajaba después de la contracción y empezó a hablar de lo responsable que era su hijo. Alicia sonrió y le besó, Fernando estaba consiguiendo que, a pesar de las contracciones y los dolores, disfrutase de ese viaje entre conversaciones y miradas. Fernando respiró al llegar al hospital, salió primero cogiendo la bolsa y el maletín, apretó el hombro de Pierre agradeciéndole todo, éste le miró resignado mientras decía que no había nada que agradecer y que llamase en cuanto naciesen las niñas. Inmediatamente se agachó para ayudar a Alicia a salir del coche, los pasos hasta la puerta del hospital los hizo despacio controlando que su mujer estuviese bien. Pierre les miró hasta que entraron, cerró el coche y decidió volver a casa de su amigo andando, le iba a resultar difícil intentar que Roberto estuviese entretenido y jugando, hasta que no supiese que las hijas de sus amigos habían nacido no podría respirar tranquilo. Fernando resopló al ver la cara de pocos amigos de la recepcionista, no estaba seguro si era la misma que les atendió al llegar al hospital cuando Roberto iba a nacer; su expresión casi rozando la antipatía sí le recordó a la de aquella mujer. Soltó en un perfecto francés que su mujer estaba de parto y que después rellenaría los datos, Alicia sonrió ante la confusión de la recepcionista y se agarró a él mientras empezaban a caminar, Fernando buscó con la mirada a un médico, Alicia se agarró a su mano al sentir otra contracción, parecía que sus hijas habían esperado justo a llegar al hospital pero no esperarían mucho más. Fernando habló con un doctor que enseguida había pedido una camilla para que Alicia pudiese tumbarse, Fernando no soltó su mano y tragó saliva al ver su expresión, podía ver el miedo de Alicia en su mirada, esperaba que ella no viese lo mismo al mirarle a él. Pasaron a una sala donde había otra mujer esperando el momento del parto, Fernando se frotó la cara y puso su mejor sonrisa antes de agacharse para quedar a la altura de Alicia.
-Dentro de dos días estaremos en casa con nuestras niñas, Alicia, es maravilloso.
-Sí…
Alicia le miró detenidamente, le parecía increíble no notar su angustia, su miedo y su eterna preocupación ante cualquier cosa que no pudiese controlar y tuviese que ver con ella o Roberto; se acarició la tripa apretando la mano de Fernando. Estuvo pendiente de ella en todo momento, le acariciaba el pelo, intentaba relajarla hablando sobre cualquier cosa; salvo por los momentos en que Alicia apretaba su mano, parecía que estaban allí de paso, como si no fuese uno de los momentos más importantes de su vida. Una de las enfermeras se acercó a pedirle los datos de Alicia y la cartilla médica, Alicia no pudo aguantar una débil carcajada, habían pasado sin dar un solo dato, Fernando no había permitido ni un segundo de espera. Podría ocultar todo lo que sentía ante la situación, pero seguía siendo él, su carácter, esa mirada que no dejaba a nadie indiferente, ese tono de voz firme; escuchó cómo Fernando empezaba a dar sus datos sin el menor interés por la enfermera, no dejaba de mirarla a ella y estar pendiente de cada gesto. El médico regresó para examinarla pero, según dijo, todavía quedaba para el momento del parto; Fernando resopló y al momento se dio cuenta que Alicia había notado su impaciencia, se había echado a reír y bromeó sobre lo poco preocupado que le notaba. Los minutos fueron pasando, Fernando era incapaz de ver a Alicia retorcerse ante cada nueva contracción, tragaba saliva e intentaba mantener el tipo para tranquilizarla, realmente pensaba que él no tenía derecho a sentirse mal cuando la veía a ella tensar el gesto por el dolor. Dos veces llamó al médico alzando la voz, en otro momento Alicia le habría tomado el pelo por su impaciencia, pero en ese momento sólo podía pensar en tener a sus niñas ya con ellos. Pierre llegó a casa y sonrió al ver a Roberto ya listo, le pareció buena idea salir a desayunar fuera pero no pudo evitar emocionarse cuando Roberto le preguntó por sus padres. Habló tranquilo mientras le explicaba que sus hermanas estaban naciendo y pronto regresarían a casa para que él las conociese; Roberto no parecía satisfecho con la explicación, torció el gesto pero al final se abrazó a él pidiéndole ir a la calle. Diane sonrió y cogió los abrigos para desayunar en la cafetería de siempre, estaba segura que en esa cafetería Roberto se olvidaría un poco de que sus padres se habían ido, estaría entretenido con la dueña, entrando a la barra o visitando a cada cliente.
Después de casi dos horas, volvieron a examinar a Alicia, respiró aliviado cuando el doctor les dijo que ya había llegado el momento, se adelantó a que le dijese que podía esperar en una de las salas, se incorporó mirándole.
-Doctor, yo voy a entrar con mi mujer.
-Pero eso no…
-Da igual, voy a entrar sí o sí, así que no perdamos tiempo discutiéndolo.
Alicia empezó a reírse hasta que sintió otra contracción, Fernando ignoró al doctor agachándose nuevamente junto a Alicia.
-Petit Alice, todo va a ir bien, ya no quedaba nada…
Le parecían palabras vacías ante todo lo que estaba pasando Alicia, pero quería que supiese que estaba ahí para ella; se incorporó mirando fríamente al doctor y empezó a andar a la vez que dos enfermeras movían la camilla de Alicia. Tuvo que separarse de la camilla al llegar a la sala de partos para que pudiesen acomodar a Alicia, dejó que en ese momento saliese todo lo que sentía pero se frotó los ojos al volver junto a ella. Había llegado el momento y Alicia no dejaba de soltar tacos mientras el doctor le indicaba lo que tenía que hacer; se agachó para quedar a la altura de su mujer mientras le pasaba un paño por la frente intentando quitarle el sudor. Se sentía inútil allí plantado mientras su mujer traía al mundo a sus hijas, besó la mano de Alicia y sonrió al verla sonreír a ella. Alicia se concentró en empujar, el doctor le indicó que había llegado el momento y tenía miedo, notar la firme mano de Fernando le dio la fuerza que necesitaba; respiró hondo y empujó mientras soltaba un grito que sorprendió a Fernando. Fernando movía el pie nervioso pero mostraba a Alicia su cara más serena, incluso a él mismo le sorprendía poder hacerlo, por dentro sólo deseaba que sus hijas estuviesen ya en sus brazos, que Alicia descansase y que estuviesen bien las tres. Fueron los minutos más largos de sus vidas hasta que escucharon el llanto de su primera niña, un llanto contundente y sonoro, Alicia se dejó caer hacia atrás mientras miraba a Fernando, sonrieron cuando el doctor les dijo que habían tenido una preciosa niña, ellos ya lo sabían. Alicia esperó a que la pusiesen en sus brazos, le acarició la carita pensando que era la niña más bonita que había visto en su vida, Fernando la miró emocionado pero sin dejar de fijarse en que estuviesen bien las dos, acarició la cabeza de su hija y la dio un suave beso.
-Bienvenida Andrea.
La sensación de sentir aquel cuerpo casi diminuto contra ella era totalmente inexplicable, ningún sentimiento podía compararse con ese y mucho menos sintiendo la mirada embelesada de Fernando que hablaba con la pequeña que parecía tranquila y serena al escuchar la voz de su padre. Besó a su hija sonriendo, le parecía muy pequeña, más que Roberto cuando nació, Fernando sonrió mientras le decía que se parecía mucho a ella, Alicia negó con la cabeza, tenía la misma mirada que Fernando. Tuvo que dejar que una de las enfermeras la cogiese, su otra hija iba a nacer; ambos siguieron con la mirada a su hija, que volvió a llorar, hasta que Alicia volvió a sentir una contracción, hizo caso al doctor y empujó con todas sus fuerzas. Fernando alternaba la mirada entre su hija, al fondo de la habitación, Alicia y el doctor; Ana tardó más en nacer, Fernando veía los esfuerzos de Alicia, escuchaba de fondo llorar a Andrea y no podía dejar de apretar el puño, aunque ante Alicia mostraba una cara relajada, le apartó el pelo de la cara y la besó la frente intentando darle fuerza. Alicia cerró los ojos empujando con todas sus fuerzas y se dejó caer al oír llorar a su segunda hija, Fernando la ayudó a acomodarse y sonrió diciéndola lo valiente que había sido. Para Alicia había sido difícil alumbrar a Ana, estaba cansada y a duras penas mantenía los ojos abiertos pero escuchar su llanto supuso, a partes iguales, alivio y emoción; ya estaban todos juntos. Le miró sonriendo pero hasta que no tuvo a Ana entre sus brazos no se relajó del todo, Fernando las miró emocionado, Ana lloraba de forma más suave, a Fernando le pareció que era como una suave música en comparación con el llanto enérgico de Andrea, la enfermera le dejó coger a Andrea y se agachó para quedar a la altura de la cama.
-Nuestras niñas Alicia…
-Sí… Bienvenida Ana.
Alicia besó a Ana, que había dejado de llorar, la miró detenidamente, era igual que Andrea solo que un poco más morena, Fernando se emocionó cuando Andrea le agarró un dedo y dejó de llorar, se quedaron unos segundos mirando a sus hijas mientras entre susurros hablaban con ellas. Cuando tuvieron que dejarlas con las enfermeras para que les hiciesen las pruebas rutinarias, se quedaron mirando cómo las sacaban de aquella sala, Fernando cogió la mano de Alicia pero se incorporó para hablar con el doctor. Alicia respiró hondo, le dolía todo el cuerpo pero no podía estar más feliz.
-¿Están bien doctor? Parecen muy pequeñas…
-En un parto de gemelos es normal, están dentro de la media, no se preocupen; Alicia, debe descansar, y usted tiene que salir y esperar fuera, -Fernando resopló aunque no dijo nada- en unos minutos Alicia estará en la habitación, puede esperarla allí si quiere.
Fernando se agachó y besó la frente de Alicia, no quería separarse de ella aunque no dejaba de mirar al exterior pensando en cuánto tardarían en devolverles a sus niñas.
-Te amo Alicia, eres la mujer más fuerte que he conocido en mi vida.
-Te amo mi amor… -hablaba con voz débil pero no dejaba de sonreír- Son preciosas ¿verdad?
-Las más bonitas del mundo, como su madre.
Sonrió a Alicia y se incorporó para dejar que atendieran a su mujer, se alejó poco a poco pero se quedó a la puerta de esa sala mirando por el pequeño cristal que había en la puerta. Salió del paritorio y sacó un cigarro al cerrar la puerta, respiró profundamente y, mientras encendía el cigarro, fue hasta la cabina para llamar a casa. Al colgar se dio cuenta que lloraba y sonreía a la vez sólo recordando la sensación de ver a sus dos hijas tan perfectas. Volvió junto a la puerta y miró el reloj nervioso, Alicia llevaba muchos minutos allí, estaba a punto de volver a entrar cuando vio cómo movían la camilla; se frotó los ojos y sonrió cuando se abrió la puerta. Alicia estaba tumbada pero levantó la vista mirándole, en ese momento sí vio el reflejo de esas horas en la cara de Fernando, aun así, destacaba más la ilusión y felicidad; Fernando cogió su mano y la besó mientras caminaban hacia la habitación, preguntó por sus hijas y torció el gesto cuando una de las enfermeras le dio una respuesta vaga, pruebas rutinarias, enseguida estarían con ellos. La miró de forma airada pero decidió centrarse en Alicia, nunca la había visto tan cansada pero a la vez estaba tan emocionada que parecía que el cansancio importaba poco; de todas formas, tenía que descansar y él se encargaría de ello. Cuando llegaron a la habitación indicó con un gesto a las enfermeras que la ayudaba él, tuvo el mayor cuidado del mundo mientras la ayudaba a acomodarse en la cama; Alicia se dejó llevar, le dolía todo el cuerpo pero pensar en volver a ver a sus niñas le hacía sonreír como si acabase de despertar de un sueño reparador. Fernando se quedó mirándola después de ayudarla a tumbarse, le hubiese gustado saber cómo expresar todo lo que sentía en ese momento, el amor inmenso por esas dos niñas diminutas que acababan de nacer, el amor inmenso pensando en el momento en que sus tres hijos estuviesen juntos, y el amor inmenso por esa mujer que era la mujer más fuerte y maravillosa del mundo; esa mujer que había pasado mucho en su vida, había sufrido mucho y en parte por muchas de sus decisiones… Le había dado una segunda oportunidad, había ido a buscarle para empezar su nueva vida y habían tenido a sus tres hijos; sólo de pensarlo le faltaba el aire. Alicia le miró sonriendo, sabía todo lo que pasaba por la mente de Fernando, había vuelto a dejar de ser opaco para ella.
-Fernando… Gracias por mantener el control en todo momento, yo… -le costaba incluso hablar, sonrió cuando Fernando le colocó el pelo y le dio un poco de agua- Hubo un momento en que pensé que no podría, que me fallaban las fuerzas… Pero tu mirada, tu mano firme, tus palabras calmadas… Gracias porque sé que no ha sido fácil.
-Claro que ha sido fácil, el trabajo difícil lo has hecho tú, Alicia, has dado vida a nuestras dos hijas, dos preciosas niñas; eso sí que no ha sido fácil, yo sólo he estado a tu lado, pero lo has hecho tú sola.
Se sentó al borde de la cama y la abrazó empezando a hablar sobre sus hijas; si cerraba los ojos podía verlas a las dos, tan perfectas, tan iguales… Alicia sonrió y se abrazó más fuerte a él, necesitaba volver a ver a sus hijas antes de dejarse vencer por el sueño y el cansancio.
-Y Roberto ¿cómo está? ¿Qué te dijo Diane?
-Tranquila, está bien, han salido a desayunar a la cafetería; está más calmado que otros días, pero Diane y Pierre intentan animarle. Les he dicho que vengan a la hora de comer, así puedes descansar un poco, espero que dejen que Roberto entre aunque sea unos minutos.
-Pero… ¿Y si se asusta al verme así?
-¿Así como?
-Pues así, Fernando, agotada, sudorosa, sin poder moverme… Debo estar horrible.
-No, nunca –se puso serio para mirarla- tú nunca estarás horrible, y menos en este momento. Mírame Alicia, estás más guapa que nunca porque las mujeres tan fuertes y valientes nunca son ni están horribles.
La besó suavemente y dejó que volviese apoyarse en él, empezó a impacientarse, llevaban ya un buen rato con sus hijas y no las llevaban a la habitación. Si no hubiese sido porque Alicia se había abrazado a él y se estaba relajando, hubiese salido a ver qué coño pasaba para que tardasen tanto. Los minutos les parecieron horas, Alicia hacía verdaderos esfuerzos para no cerrar los ojos, por suerte la relajada conversación de Fernando sobre sus hijas le hacía sonreír. Por fin vieron entrar a una enfermera con las dos niñas, Fernando se levantó y dejó que Alicia las cogiese, se apartó para preguntarle a la enfermera si había pasado algo. Respiró aliviado al saber que todo estaba perfectamente, volvió a acercarse a la cama y se quedó parado frente a ellas, Alicia y sus dos niñas, llevaba meses deseando ver esa imagen; sentía que no se podía ser más feliz que él en esos momentos. Alicia se emocionó al tener a sus dos hijas en brazos, al primer vistazo parecían dos gotas de agua, pero si se fijaba más, tenían algunas diferencias; Ana era más morena, pero además se parecía más a ella que Andrea, quien tenía los ojos y la mirada de Fernando. Le parecían tan perfectas las dos que podría pasarse horas mirándolas, Andrea metía el puño en la boca dormida, como había hecho Roberto de bebé, mientras que Ana seguía despierta llorando con ese llanto tan suave. Respiró hondo, las besó a las dos y miró a Fernando diciéndole que no había podido coger a Ana; Fernando sonrió pero le costó reaccionar, le parecía una imagen tan perfecta que le daba miedo acercarse y romper el momento. Cogió a Ana con cuidado y se sentó junto a Alicia, su hija dejó de llorar mirándole fijamente lo que produjo que Fernando se emocionase sin darse cuenta.
-Alicia, tienes que descansar, por lo menos hasta que llegue la hora de la toma.
Posó a Ana en la cuna para coger a Andrea, que dormía como si no importase nada más, la posó junto a su hermana para ayudar a Alicia a acomodarse.
-Son tan bonitas…
-Claro que lo son, pero tienes que descansar.
Alicia se quedó mirando a sus hijas, Ana se había movido para estar más cerca de su hermana; dejó que Fernando pusiese la almohada para poder tumbarse y dormir, pero se resistía a cerrar los ojos. Fernando le acarició el pelo mientras ella se abrazaba a él, cuando por fin se quedó dormida, Fernando suspiró, ya había pasado, estaban las tres bien y ya estaba su familia al completo. Miró a sus niñas y sonrió, Ana se había quedado dormida con un brazo sobre su hermana; le hubiese gustado compartir ese momento con su hijo, estaba seguro que juntos pasarían horas velando el sueño de las niñas. Se apoyó sobre el cabecero sin dejar de mirar a sus hijas, desviaba la mirada para comprobar que Alicia estuviese dormida, entendía ese sentimiento de no querer dormir, no querer perderse ni un segundo de las primeras horas de vida de sus hijas, pero tenía que descansar después del esfuerzo del parto. Las dos horas siguientes las pasó mirando a las tres mujeres más importantes de su vida, Alicia dormía en estado de alerta, había abierto los ojos varias veces, sonreía al verle junto a ella, miraba a sus hijas y volvía a cerrarlos para seguir durmiendo. Andrea tenía el sueño más ligero que su hermana, también se había despertado varias veces; la había cogido con cuidado al oírla llorar, ese llanto podría despertar a su hermana y su madre. Cuando se quedaba sola en la cuna, Ana torcía el gesto moviéndose para encontrar a su hermana, Fernando tenía a Andrea en sus brazos mientras acariciaba la mano de Ana para que no se sintiese sola. Le parecían tan especiales, tan perfectas y a la vez tan frágiles que sólo pensar que podría pasarles algo sentía que todo lo demás dejaba de tener importancia. Se prometió a sí mismo no dejar que ninguno de sus hijos pasase por nada parecido a lo que pasaron ellos y que Alicia tampoco volvería a sufrir; era la misión más importante de su vida y pensaba llevarla hasta el final.
El médico interrumpió sus pensamientos, hablaron en voz baja mientras le indicaba que por la tarde examinarían a Alicia, le preguntó si estaba bien y cuándo podrían irse; se mordió el labio al saber que era mejor que Alicia descansase unos días, no sabía cómo podría tomarse ella tener que estar tres o cuatro días sin moverse de esa cama, pero pensaba convencerla, por nada del mundo querría que le pasase algo. Alicia se removió molesta y apretó los ojos al sentir el dolor en todo el cuerpo, debía ser más cuidadosa al despertarse; Fernando ignoró al médico y volvió junto a ella, la besó suavemente mientras Alicia preguntaba por sus hijas.
-Están muy bien Alicia, Ana sigue dormida, creo que va a ser más tranquila que Andrea…
-Bueno, tienen que ser distintas… -alargó los brazos para coger a Andrea, que amenazaba con empezar a llorar- Creo que ya tiene hambre…
El doctor salió sin que ellos reparasen en él, Fernando dejó a Andrea en sus brazos dudando, Alicia necesitaba recuperar fuerzas, colocó la almohada para que pudiese amamantar a su hija; Alicia se apoyó respirando hondo y besó a su hija en la frente. Tragó saliva ante la atenta mirada de Fernando, no era su primera vez, pero enfrentarse al momento de alimentar a su hija seguía dándole cierto temor. Fernando le acarició la mejilla mientras la miraba sonriendo, besó a Andrea esperando que su hija no se impacientase; Alicia miró un momento a Fernando a los ojos, le asombraba la tranquilidad con la que se comportaba, le daba mucha seguridad para enfrentarse a esos momentos. Sonrió y acercó a Andrea a su pecho, su hija empezó a comer con ansia, Fernando la miraba divertido pero acarició la mano de su hija intentando que se calmase. Alicia acarició la cabeza de su hija y miró hacia la cuna, Ana seguía dormida, se movía por la cuna como si estuviese buscando a su hermana; le parecía maravilloso poder contemplar a sus dos hijas, besó a Andrea y miró a Fernando emocionada.
-Creo que nunca había sido tan feliz… Sólo falta que Roberto esté aquí, es… Mágico.
Fernando la besó la frente, sabía exactamente a qué se refería, recordó un momento con ella en el piso franco y acabó riéndose de sí mismo; contemplar ese momento sí que era mágico, daba gracias por poder vivirlo, estuvieron tan cerca de no conseguirlo… Acarició la mejilla de Alicia limpiando el rastro de una lágrima, Andrea dejó de comer protestando; Alicia la puso sobre su hombro y se echó a reír cuando soltó el aire, ese sonido contrastaba con la aparente fragilidad de su hija. Fernando la cogió sonriendo, fue en ese momento cuando Ana se despertó, empezó a llorar suavemente como si sólo quisiese informarles de que estaba despierta. Dejó a Andrea en la cuna para coger a Ana, Andrea empezó a llorar como si le fuese la vida en ello, Alicia reía emocionada, sus hijas parecían imponer su carácter desde el principio. Cogió a Ana y la besó dulcemente, la niña hizo un pequeño ruido y empezó a comer despacio, como si tuviese todo el tiempo del mundo y ninguna prisa; Fernando cogió a Andrea intentando calmarla y limpiando las lágrimas de su cara. Pensó en cambiarla pero no parecía necesitarlo, la acunó en sus brazos contemplando a Alicia y Ana, estaban las dos tan tranquilas, transmitían tanta paz que parecía que no existía nadie más en el mundo. Todo se reducía a esa habitación, a ese momento en el que madre e hija estaban unidas; besó a Andrea, que había dejado de llorar y se metía el puño en la boca haciendo suaves ruidos. Miró el reloj pensando en su hijo, estaba seguro que Pierre estaba deseando llegar y estar unos minutos con ellos; esperaba que dejasen entrar a Roberto aunque fuese un momento. Alicia acarició la cara de Ana cuando ésta terminó de comer, le parecía tan bella, tan frágil, como si fuese una respuesta a ese pensamiento, Ana echó el aire, lo que les hizo reír a los dos mientras Andrea empezaba a llorar. Fernando la dejó en la cuna besándola la frente, cogió a Ana, que emitía suaves ruidos, y la puso junto a su hermana arropándolas a las dos. No pudo más que sonreír al ver a Ana acariciar la cara de su hermana en un intento de que dejase de llorar, casi inmediatamente, Andrea se calmó y cerró los ojos posando una pierna sobre su hermana. Alicia las miró emocionada, pensó en su madre y su tía, ellos conseguirían que sus hijas se quisiesen por encima de todo, se dejó atender por Fernando y le besó antes de tumbarse. No quería volver a dormirse pero la realidad era que estaba muy cansada, apoyó la cabeza sobre el regazo de Fernando abrazándole y se quedó dormida casi al instante.
Fernando estuvo pendiente de las tres en todo momento, cuando Andrea empezó a llorar se movió despacio intentando que Alicia no se despertase; la acomodó en la cama y se levantó mirando a sus hijas. Ana movía la mano acariciando a su hermana para que dejase de llorar pero no parecía molesta, se agachó junto a la bolsa con las cosas de Alicia y las niñas y sacó la cámara para hacer la primera foto de sus hijas. Le parecían tan adorables, tan perfectas; guardó la cámara y se apresuró a coger a Andrea para que no despertase a su madre. La acunó entre sus brazos y empezó a pasear por la habitación mientras iba hablándole entre susurros sobre su familia, su madre, su hermano, su hermana gemela; sonrió al decirle a su hija que eran lo más valioso que había tenido nunca. Andrea se fue calmando en sus brazos, emitía suaves ruidos pero empezaba a adormilarse; se giró cuando escuchó a alguien entrar, sonrió a Pierre emocionándose y esperó a que se acercase para enseñarle a Andrea. Pierre besó suavemente a la niña y apretó el hombro de Fernando, se acercaron a la cuna para que Pierre conociese también a Ana.
-¿Cómo está Roberto? –hablaba tan bajo que su amigo casi no podía oírle- ¿No le han dejado pasar?
-Me temo que no… Está fuera con Diane.
Fernando resopló, dejó a Andrea en la cuna y las arropó a las dos mientras contestaba a Pierre sobre cómo se encontraba Alicia.
-Está cansada, pero ha sido tan valiente… Pierre, hazme un favor, quédate pendiente de las tres, voy a ver a Roberto y que le dejen entrar.
Pierre asintió, suspiró al verle salir, estaba seguro que conseguiría que su hijo entrase un momento a la habitación; se quedó mirando a las niñas y sonrió sin poder evitarlo. Fernando caminó despacio hacia la sala de espera, no quería que su hijo le viese alterado; antes de salir, habló con una enfermera. Después de unos minutos, consiguió que accediese a dejar pasar unos minutos a su hijo, caminó hasta Diane y sonrió al ver cómo Roberto alzaba los brazos hacia él.
-¡Papá!
-Hola Roberto –le cogió en brazos besándole- ¿Sabes que tienes dos hermanas preciosas?
-Anea y Ana emanas osas.
Se emocionó mirando a su hijo, saludó a Diane con una sonrisa y la dijo que le siguiese; la enfermera con la que había hablado estaba a la puerta de la zona de maternidad. La saludó con un movimiento de cabeza sonriendo y pasaron dentro; al entrar a la habitación Alicia seguía dormida, Pierre estaba inclinado sobre la cuna mirando a las niñas. Dejó que Diane se acercase para conocer a sus hijas mientras le decía a Roberto que después las conocería él; Diane se asombró al verlas tan pequeñas, le parecían tan bonitas que sintió que se enamoraba de ellas en ese mismo momento. Felicitaron a Fernando y le dieron recuerdos para Alicia mientras salían de la habitación para dejarles un poco de intimidad. Fernando caminó despacio hacia la cuna, Roberto miró a su madre susurrando si estaba bien, le besó diciéndole que estaban mejor que nunca. Se inclinó con su hijo hacia la cuna y sonrió cuando Roberto soltó un “ohhhhh” mientras alargaba la mano hacia ellas.
-Son tus hermanas Roberto, Andrea y Ana.
-Apas Anea y Ana.
Las lanzó un beso y Fernando no pudo evitar emocionarse, dejó que Roberto acariciase suavemente a Ana, al principio sintió un poco de miedo, Roberto sólo era un niño y un movimiento brusco involuntario podría dañar a sus pequeñas; pero se dio cuenta que su hijo las trataba casi con más cuidado que él. Roberto movió muy despacio su mano acariciando la mano de su hermana; Ana abrió los ojos haciendo un pequeño ruido y volvió a dormirse.
-Ana apa momir. Amo.
Fernando no pudo reaccionar ante la declaración de su hijo, Alicia abrió los ojos sonriendo emocionada después de haber escuchado a su hijo; Roberto se giró llamando a su madre, sólo en ese momento Fernando pudo moverse. Se sentó en la cama junto a Alicia, pensó que Roberto querría lanzarse a abrazarla pero, en cambio, su hijo se acercó despacio, acarició la tripa de su madre y la dio un suave beso.
-Mi amor, qué bien que estés aquí, que estemos los cinco juntos.
-¿Tas mien mamá?
-Mejor que nunca mi amor.
Fernando besó el pelo de Alicia intentando ocultar sus lágrimas de felicidad, se apoyó contra el cabecero y dejó que Roberto se tumbase junto a Alicia; miraron los tres hacia la cuna y se quedaron minutos sólo contemplando a las dos niñas. Roberto las llamaba entre susurros mientras que Alicia le acariciaba el pelo y le decía a Fernando lo feliz que era. Se miraron sorprendidos cuando Roberto se incorporó mirando a sus hermanas y diciendo en su media lengua que quería cogerlas; Fernando le abrazó mientras Alicia se emocionaba, estuvo a punto de echarse a reír al escuchar la queja de Roberto ante ese abrazo, insistía en coger a sus hermanas y un abrazo no le haría olvidarlo. Casi como si quisiese dar la razón a su hermano, Andrea empezó a llorar, Roberto la miró asustado por la fuerza con la que lo hacía.
-Mi amor, Andrea tiene mucho carácter, como tú, por eso llora así, pero está muy bien.
Alicia le acarició el pelo mientras Fernando se levantaba para coger a su hija. Cuando la cogió volvió a ver cómo Ana se movía por la cuna intentando encontrar a su hermana, ese gesto le enternecía profundamente. Roberto dio un suave beso a Alicia pero se giró para hablar con su padre, Fernando le miró sonriendo y se sentó junto a él.
-Roberto, tenemos que tener mucho cuidado, sé que eres el mejor hermano mayor y que las quieres mucho, pero son muy pequeñas…
Miró a Alicia sin saber cómo actuar, pensó que quizás Roberto pudiese sentirse desplazado por no dejarle coger a sus hermanas, como si los bebés fuesen algo sagrado y él no tuviese derecho a nada.
-Fernando… Seguro que puede cogerla un instante mientras tú la sujetas, pónsela en los brazos sin dejarla del todo… Quiere coger a sus hermanas, es… Maravilloso, está unido a ellas como lo estamos nosotros.
Se fijó en la sonrisa serena de Alicia, tragó saliva y acercó a Andrea a los brazos de su hijo; la niña seguía llorado con toda su fuerza, Roberto la rodeó casi sin rozarla, le tocó suavemente la nariz y la dio un suave beso. Al ver que dejaba de llorar, Roberto le susurró que la quería; Alicia se incorporó para limpiar el rastro de lágrimas en las mejillas de Fernando. Ver a Roberto tan cuidadoso con su hermana, a Andrea dejar de llorar mirándole con los ojos muy abiertos… Le parecía increíble, besó a Roberto pensando que era el mejor hijo del mundo. Aquel momento era otro de los que deseaban guardar profundamente en la memoria, la forma de sonreír de Roberto a su hermana, de susurrarle cosas y tratarla como si fuera de cristal. Alicia y él intercambiaron una sonrisa emocionada. Notó cómo su hijo no dejaba de alzar los brazos sujetando a su hermana hasta que estuvo seguro de que él la tenía bien cogida. La dejó en la cuna y las arropó, le impresionaba la capacidad de Ana para dormir y, a la vez, estar pendiente de todo lo que le pasaba a su hermana, nada más volver a sentirla en la cuna, alargaba el brazo para quedar sobre ella.
-Roberto, Ana está dormida, ¿la dejamos dormir? Te prometo que volveremos muy pronto a casa los cinco juntos y podrás cuidarlas a las dos.
-Ometes a las dos eh papá.
Abrazó a Roberto sin importarle que las lágrimas saliesen sin permiso; se separó porque estaba seguro que Alicia querría hacerlo también y pronto su hijo tendría que salir de la habitación. Alicia achuchó a Roberto como no había podido hacerlo en meses por la tripa, no le importaba sentir un poco de tirantez en el cuerpo; Roberto les sorprendía todos los días, era el mejor hijo que podrían desear. Roberto no dejaba de acariciarla preguntando si estaba bien, Alicia sonrió separándose despacio, le miró riéndose porque estaba segura que Fernando se contenía para no estar preguntándolo cada cinco minutos pero su hijo no podía contenerse.
-Mi amor, estoy mejor que nunca, y más ahora con el abrazo que me has dado. Te amo Roberto.
-Mamá apa ecansar. Je t'aime
Fernando sonrió al oírle hablar en francés, se mordió el labio cuando vio que la enfermera que le había dejado pasar se asomaba a la habitación, en unos minutos llevarían la comida para Alicia y el niño no podía seguir allí.
-Mi amor, te tienes que ir con los tíos, te prometo que dentro de poco volveremos juntos a casa.
-Uídate mamá.
La dio un suave beso y alzó los brazos hacia su padre, Fernando besó a Alicia diciéndole que volvía en un minuto; salió despacio de la habitación mientras le decía a su hijo lo mayor y buen hermano que era. Antes de llegar junto a Diane y Pierre, le besó diciéndole cuánto le quería, sonrió a Diane y dejó que le cogiese.
-Esta tarde me pasaré por casa, espero no tardar porque…
-Fernando, si quieres vengo yo y me quedo con ellas mientras tú vas a casa a cambiarte.
Miró a su amigo emocionado, le abrazó dándole las gracias por todo, al separarse miró a su hijo sonriendo.
-Pórtate bien hijo, voy a cuidar de mamá y de tus hermanas, dentro de poco estaremos los cinco juntos en casa.
-Poco eh papá untos en casa.
-Te doy mi palabra.
Le dio un suave beso y vio cómo Diane y Pierre se alejaban, al dejar de verles se pasó la mano por el pelo y volvió a toda prisa a la habitación. Alicia estaba sentada en la cama mirando a sus hijas, que dormían de forma tranquila, se sentó junto a ella mirándola.
-Deberías descansar Alicia, hasta Roberto te lo ha dicho…
-Sí, porque se parece demasiado a ti… -se echó a reír pero torció el gesto por el dolor- La enfermera ha dicho que iban a traer la comida, tendré que comer ¿no?
-Es cierto… Pero no hagas esfuerzos, por favor…
Se rascó el pelo ante la mirada de suave reproche de Alicia, la abrazó casi sin rozarla y se quedaron unos minutos mirando a sus hijas. Era difícil explicar todo lo que sentían por ellas, Alicia llegó a pensar que podrían estar días enteros mirándolas sin necesitar nada más. Sonrió cuando Fernando se levantó y se frotó los ojos al ver entrar a una enfermera con la comida, ayudó a Alicia a incorporarse y se apartó para que pusiesen la bandeja frente a Alicia.
-¿Tú no vas a comer Fernando?
-Sí, pero primero tú, cuando termines bajaré a la cafetería.
Alicia suspiró sonriendo y empezó a comer dándose cuenta que Fernando no apartaba la mirada más que para vigilar a sus hijas. Ana empezó a llorar con ese llanto que ya podrían reconocer entre cientos de niños; Fernando se levantó diciendo que siguiese comiendo, la cogió en brazos y sonrió cuando su hija dejó de llorar pero sin dejar de quejarse. Cambió a su hija con el mayor de los cuidados, le parecía tan pequeña que tenía miedo de hacer cualquier movimiento; Alicia dejó de comer para mirarles, esa imagen le producía tanta ternura. Recordó los primeros días de vida de Roberto, Fernando había demostrado mucha mano con los bebés, estaba segura que, a partir de ese momento, se desviviría por atender a las dos niñas y que ella no tuviese que hacer muchos esfuerzos, incluso pensaba que Roberto haría todo lo posible porque ella descansase. Tenía muchas ganas de volver a casa y poder tener a sus tres hijos juntos; Fernando se sentó en la cama después de cambiar a Ana, la niña volvía a dormir plácidamente. Alicia volvió a comer al notar la mirada de Fernando, se echaron a reír cuando Andrea empezó a llorar desconsoladamente, Alicia la miró divertida mientras Fernando posaba a Ana en la cuna y cogía a su hermana.
-Te vas a pasar el día atendiéndolas…
-Claro, porque me encanta.
Guiñó un ojo a Alicia y empezó a cambiar a Andrea, sonrió pensando que iba a ser toda una guerrera, los tres eran distintos, Roberto de bebé había sido muy bueno, muy tranquilo y lloraba sólo lo necesario, Ana parecía que era todavía más tranquila que su hermano, sólo protestaba cuando necesitaba algo y lo hacía suavemente; en cambio, Andrea se hacía notar, si necesitaba algo no dejaba de llorar hasta que la atendían. Se rio de sí mismo, sus hijas apenas llevaban unas horas con ellos y él ya las había observado lo suficiente para empezar a conocerlas. Alicia terminó de comer y sonrió al ver los movimientos lentos de Fernando, medía hasta el mínimo gesto, se recostó sin querer dormir pero le dolía cada músculo, sentía que su cuerpo pesaba toneladas y necesitaba descansar. Fernando acunó a Andrea y la dejó en la cuna, inmediatamente, se puso a llorar con toda la fuerza de la que era capaz; Alicia sonrió mirándoles y besó a Fernando cuando éste la ayudó a tumbarse del todo.
-Debes dormir otro rato Alicia, ha sido un gran esfuerzo y tienes que recuperarte…
-Sí, creo que me vendrá bien dormir un poco.
Cerró los ojos moviéndose despacio, el simple hecho de intentar cambiar de postura le hacía torcer el gesto; Fernando la arropó y se giró para coger a su hija.
-Pequeña, no puedes llorar así… Vamos a asustar a mamá y a tu hermana, tenemos que dejarlas dormir…
Alicia se quedó dormida con una sonrisa al escuchar a Fernando hablar con Andrea, Fernando se sentó en el sillón que había junto a la cama, desde ahí podía mirar a Alicia y Ana sin tener que desviar la mirada. Andrea no parecía tener sueño, había dejado de llorar pero hacía suaves ruidos agitando los bracitos.
-Creo que vas a tener toda la fuerza de tu madre, -acarició su cara mientras la niña le miraba con los ojos abiertos- una mujer fuerte y luchadora… Pero tendrás que aceptar que yo te trate como mi niña incluso cuando ya seas toda una mujer… Para nosotros siempre seréis nuestros niños, Roberto, Ana y tú; nos ha costado muchísimo llegar hasta aquí, y en gran parte es gracias a tu madre. Por eso pienso cuidaros toda la vida, sois más de lo que merezco y no pienso defraudaros.
Andrea se fue quedando dormida escuchando la voz de su padre, Fernando se confesó con ella como si pudiese entenderle; le habló de muchas cosas, ese pasado que en el futuro le sería difícil explicar a sus hijos. Pero sobre todo le habló de todos los recuerdos que tenía con Alicia, lo que supuso para él conocerla, volver a enamorarse y años después reencontrarse con ella para volver a sentir lo mismo. Sonrió al darse cuenta que Andrea se había quedado dormida, la dejó en la cuna y esperó a que Ana se acercase a ella para arroparlas. Disfrutó del silencio que producía verlas a las tres dormidas, se sentó intentando no quedarse dormido mientras las imágenes de su vida, desde que supo que iba a ser padre, fueron pasando una a una por su cabeza. Pasó las siguientes horas velando el sueño de las tres, Alicia se había despertado varias veces, Fernando se levantaba para acariciarla diciéndole que las niñas estaban dormidas, Alicia sonreía, miraba hacia ellas y volvía a dormirse. Cuando vio entrar al médico suspiró, no quería despertar a Alicia, aunque la siguiente toma sería en un rato y estaba seguro que Ana esperaría pero Andrea no. Alicia abrió los ojos antes de que se acercase a ella, Fernando sonrió pensando que estaba sincronizada con las niñas, torció el gesto al ver al médico en la habitación y se incorporó preguntándole cuándo podría irse a casa.
-Alicia tiene que estar unos días en reposo, ya se lo dije a su marido; aunque todo ha ido bien, un parto de gemelos conlleva más esfuerzo y se tarda más en recuperarse.
Alicia suspiró, Fernando la besó la frente bromeando con su poca paciencia y se alejó de la cama para que el doctor pudiese examinarla.
-¿Cómo se encuentra? Veo que sus hijas duermen tranquilamente.
-Estoy muy bien, he descansado gracias a mi marido, que no ha dejado de estar pendiente de las niñas. –miró a Fernando sonriendo y volvió a dirigirse al médico- Ana sí que es tranquila, pero si Andrea está dormida es por la paciencia de su padre…
El médico sonrió y empezó a examinarla, apenas tardó unos minutos, Fernando miró el reloj, tenía que llamar a Pierre para que llegase al hospital y poder ir a cambiarse a casa. Estaba seguro que Alicia lo vería tremendista, pero no pensaba dejarlas solas el primer día, además, Pierre actuaría como si fuesen sus hijas y no dejaría que Alicia hiciese el mínimo esfuerzo.
-Bien Alicia, todo está correcto, aun así tiene que descansar, entiendo que con dos bebés es más complicado, pero necesita recuperar energía, además la necesitará para las próximas semanas, no quiero asustarla pero…
-No se preocupe doctor, sé que mi marido estará pendiente de todo.
Fernando se rascó el pelo sonriendo al recibir la mirada del médico, éste se despidió recordándoles que si necesitaban cualquier cosa podían llamar a una de las enfermeras, y les dejó solos. Fernando se acercó para ayudarla a acomodarse, Alicia respiró hondo y le besó despacio intentando no emocionarse, se separó de golpe.
-Fernando ¿has comido?
-Bueno… -se pasó la mano por el pelo pero no quería mentirle- La verdad es que estaba tan a gusto sentado con Andrea que me olvidé de todo.
-No dejas de repetirme que me cuide… Fernando, tú tampoco puedes descuidarte, sobre todo porque sé que vas a estar pendiente de todo en todo momento. Tienes que comer.
Se emocionó por el tono serio y la mirada preocupada de Alicia, tragó saliva pensando que sólo por eso estaría atento para no saltarse ninguna comida y no darle ninguna preocupación a Alicia.
-Tienes razón –la besó suavemente y se puso el abrigo- voy a bajar a la cafetería y pido un bocadillo para comerlo aquí, tardo un minuto en volver…
Se mordió el labio pensando que sus hijas estaban a punto de despertarse para la toma, Alicia le tranquilizó y le apremió a salir, sonrió mirándola y decidió bajar para volver cuanto antes. Alicia se quedó recostada mirando a sus niñas, Ana tenía su pequeño brazo sobre su hermana mientras Andrea se metía el puño en la boca; eran tan parecidas pero diferentes a la vez. Fernando encendió un cigarro en cuanto salió de la habitación, caminó hacia la cafetería a toda prisa, apenas se fijó en las personas que se cruzaban en su camino; la cafetería estaba bastante concurrida, sonrió al ver a un niño ir de un lado a otro, echó de menos tener a Roberto con él, estaba seguro que su hijo haría buenas migas con ese niño y juntos investigarían cada rincón de esa cafetería. Pidió un par de pinchos para llevar y resopló cuando la camarera le dijo que los haría en ese momento así que tenía que esperar, le pidió llamar por teléfono y sonrió al escuchar la voz de Diane. Liberto estaba en casa, oía de fondo a Roberto llamarle y a Tor ladrar, respiró hondo sonriendo, su hijo estaba muy bien acompañado y cuidado, sabía que no tenía de qué preocuparse. Antonio y Grace también habían estado en casa, no habían querido ir al hospital para no agobiarles, esperarían a que regresasen a casa; le contó a Diane todo sobre sus niñas, las diferencias que tenían, ese carácter tan marcado de Andrea, el instinto protector de Ana… Diane le escuchaba atenta y sonriendo, podía verle embobado con sus hijas, Fernando se mordió el labio al ver a la camarera con su pedido, habló con Pierre quien no puso ningún inconveniente en salir en ese mismo momento para el hospital. Fernando colgó y se disculpó con la camarera por hacerla esperar para pagarle.
Andrea había empezado a llorar, a Alicia debería angustiarle oírla llorar con tanta fuerza pero, en cambio, disfrutaba de esa muestra de carácter, se movió despacio ignorando los dolores y la cogió con mucho cuidado. La besó suavemente y sonrió cuando dejó de llorar en cuanto la acomodó para amamantarla; miró hacia la cuna, Ana se había despertado también, alargaba los brazos hacia ella pero no hacía el mínimo ruido, esperaría su turno pacientemente. Suspiró al verse, de nuevo, apoyada en la cama y con su niña en los brazos, realmente se sentía mucho más cansada que en el parto de Roberto pero, también, estaba deseando recuperarse para disfrutar con sus tres hijos cada momento, cada segundo. Fernando subió todo lo rápido que pudo, sabía que estaba exagerando pero no quería dejarlas solas mucho rato; cuando abrió la puerta no pudo más que sonreír al ver a Andrea en brazos de Alicia. Se acercó despacio, acarició la cara de Ana y se acercó a la cama para acariciar la cabeza de su hija y besar a Alicia en el cuello. Al notar la mirada de Alicia se sentó en el sillón para comer mientras las miraba, le hubiese gustado coger a Ana, pero sabía que Alicia le diría que tenía que comer. Intentaba disimular el cansancio delante de Alicia, realmente necesitaba una ducha para espabilarse y se sentía inquieto por estar lejos de su hijo. Aquella mañana les había demostrado cuanto quería a sus hermanitas y a su madre, podía verle ponerse serio y preguntándole a Alicia si estaba bien. En cuanto terminó de comer se levantó y cogió a Ana, Alicia se rio en voz baja para no molestar a sus hijas, le había visto comer moviendo el pie y estaba segura que si no había comido más rápido había sido para no preocuparla a ella. Esperó a que Andrea echase el aire, le seguía sorprendiendo ese sonido saliendo de alguien tan diminuto; Fernando besó a Ana sonriendo, no se había quejado en ningún momento. Alicia dejó que Fernando cogiese a Andrea y acomodó a Ana en sus brazos, le acarició suavemente la cara susurrando lo buena que era, su hija empezó a comer despacio, sonrió cuando se agarró a ella mirándola con los ojos abiertos aunque sin dejar de comer. Fernando paseó con Andrea por la habitación, no dejaba de hablarle contándole lo guapas que eran las tres y lo importantes que eran los cuatro para él. Alicia sonreía, mirar a Ana comer tranquila y escuchar los susurros de Fernando mientras Andrea iba calmándose le parecía maravilloso, no dejaba de pensar que lo único que faltaba en esa situación era Roberto pendiente de ella y sus hermanas; cuando estuviesen en casa, cada día le parecería especial. Fernando se acercó al darse cuenta que se estaba quedando dormida, Ana echó el aire en ese momento y Alicia abrió los ojos sobresaltada besó a su hija y miró a Fernando.
-Sí, ya sé que tengo que descansar…
Fernando estuvo a punto de reírse pero se contuvo pensando que Andrea acababa de quedarse dormida y no quería molestarla; la posó en la cuna y se acercó a Alicia para coger a Ana. Se quedaron mirando cómo sus hijas se acercaban la una a la otra para dormir, Fernando llegó a pensar que Ana no podría estar cómoda estando tan pendiente de su hermana, pero la veía dormir tan profundamente que no quiso corregir su postura. Alicia intentó peinarse con la mano al ver entrar a Pierre, Fernando la miró riéndose por lo bajo, volvía a ser ella misma a pesar del cansancio; la besó suavemente y saludó a su amigo.
-Alicia, vuelvo enseguida, me daré una ducha, estaré un rato con Roberto, quizás salga a dar un paseo con él y con Tor y…
-Fernando, tarda lo que quieras, -le miró de forma seria aunque sin ocultar una sonrisa- disfruta de Roberto, háblale de sus hermanas… Que no se sienta desplazado.
Fernando se puso el abrigo y volvió a besarla, se inclinó hacia sus hijas, las arropó despacio y acarició el brazo de Ana que lo tenía sobre su hermana; Pierre le dio las llaves del coche, ni recordaba que se las había quedado cuando les llevó al hospital. Caminó hacia la puerta pero fue incapaz de no girarse, se quedó unos segundos allí plantado mientras Alicia se tumbaba y hablaba con Pierre, su amigo empezó a hablar de política, Alicia entró al trapo contestando a su comentario pero su voz iba sonando cada vez más baja, al verla cerrar los ojos salió de la habitación. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para caminar rápido hasta el coche, él también estaba cansado, había mantenido el control en todo momento, no había dejado que su miedo saliese en todo el día, al sentarse en el asiento se desplomó y respiró hondo. Hacía mucho que no se sentía tan cansando, pero no podía olvidar la mirada de sus hijas, la ternura de Alicia al atenderlas. Antes de arrancar se dio cuenta que estaba llorando de nuevo, sonrió pensando que nunca había llorado tanto y le había importado tan poco; se frotó los ojos y arrancó para llegar cuanto antes a casa. Pierre paseó por la habitación, Alicia se acababa de quedar dormida, no podía dejar de mirar a las hijas de sus amigos, le parecían tan delicadas, incluso más que Roberto cuando nació; se acercó a ellas y sonrió cuando Ana abrió los ojos y le señaló. No estaba seguro de cogerla, además, la niña no protestaba para que lo hiciese, finalmente la cogió con mucho cuidado; la envolvió en la mantita y paseó con ella por la habitación. Por un segundo pensó en el momento en que Diane le contó que tenía un retraso y era posible que estuviese embarazada; sabía que ella prefería esperar, pero él hubiese sido tan feliz si hubiese estado embarazada.
Fernando entró en casa despacio, no quería que pareciese que era un gran acontecimiento, su hijo necesitaba normalidad y tranquilidad; esa noche Diane y Pierre se quedarían en casa y sabía que a Roberto le desconcertaría. Sonrió al ver a su hijo jugar con Loan, era el primer día que el niño se quedaría a dormir con Antonio y Grace, estaba seguro que había sido idea de Diane que fuesen a casa para que Roberto pudiese pasar un buen rato sin pensar en el hospital. En cuanto cerró la puerta, Roberto se giró, al verle sonrió y se levantó torpemente mientras Tor le seguía ladrando.
-¡Papá! Mamá, Anea, Ana hopital ¿mien? Uidar el tío Pierre.
Fernando se echó a reír cogiéndole en brazos, había hablado tan rápido que le costó entender todo lo que dijo; le abrazó cerrando los ojos sin reparar que Antonio y Diane presenciaban la escena. Su hijo insistió en sus preguntas, le dejó en el suelo y se agachó junto a él acariciándole el pelo; tuvo que acariciar a Tor, que no dejaba de saltar a su alrededor.
-Están las tres muy bien Roberto, el tío Pierre está ahora con ellas. Mamá está deseando volver a casa para que estemos los cinco juntos.
Se emocionó ante el abrazo que su hijo le daba, cuando se separó, se incorporó para saludar a sus amigos; Antonio le abrazó riéndose cuando empezó a hablar de sus niñas. Roberto se sentó junto a Loan para seguir jugando pero también hablaba de sus hermanas, le contó a su pequeño amigo que había cogido a Andrea cuando lloraba mucho. Fernando le miró sonriendo, saludó a Diane y preguntó por Grace, había tenido que salir al despacho para ponerse al día con un caso, la ausencia de Alicia se notaba y, aunque habían contratado a un par de pasantes, tenían todos mucho más trabajo desde hacía semanas. Tenía que ducharse pero se resistía a alejarse de Roberto, se permitió sentarse con los dos niños un momento, Loan tocaba el piano de juguete mientras Roberto escuchaba la melodía poniendo las piezas de construcción al mismo ritmo.
-Papá Loan hace música, ¿Anea y Ana etán momidas?
-Sí –sonrió y ayudó a su hijo a colocar una pieza- están dormidas y mamá también; Roberto, van a estar unos días durmiendo en el hospital para descansar, pero eso no quiere decir que estén malas ¿de acuerdo? No pasa nada malo, sólo tienen que descansar y coger fuerzas.
-Ecasar coger fuezas mamá para juar y pasear.
-Eso es, dentro de unos días pasearemos con tus hermanas dormidas en el cochecito.
Le abrazó y decidió levantarse, se echó a reír al ver a Antonio en el sofá después de haber encendido el televisor; él no había querido comprar uno cuando Grace se lo propuso, bromeó con él, al final se acostumbraría y acabaría comprándolo. Antonio bromeó diciendo que no todos se acostumbraban a los lujos burgueses, Fernando se echó a reír, en ese momento no le importaban esos comentarios, Antonio se quedó mirándole serio, hacía unas semanas había empezado a coordinar un sindicato en Barcelona, en unos días recibiría a los líderes. Le sonrió dejando de pensar en ello, no era el momento para comentarlo con él y, además, estaba seguro que no quería tener nada que ver con ningún asunto del Partido. Cuando entró en el baño se frotó el cuello, parecía que habían salido de casa hacía semanas y en realidad no llevaban ni un día fuera, esas horas habían sido tan intensas que podría echarse a dormir y no despertar en todo un día. Se metió a la ducha y agradeció el primer chorro de agua caliente, se relajó unos minutos escuchando de fondo a su hijo y a Antonio, estaba seguro que Roberto estaba hablándole de sus hermanas. Cambió el grifo para que el agua fría terminase de despejarle, le quedaba una larga noche por delante y no pensaba dejar que sólo Alicia se despertase para amamantar a las niñas, él estaría pendiente de las tres. Se secó despacio y se echó a reír fijándose en la ropa que se había quitado, en todo el día había reparado en ella, se había puesto lo primero que encontró, debía de haber tenido una pinta horrible en el hospital.
Alicia se despertó y se echó a reír al ver a Pierre ir de un lado a otro de la habitación con Andrea entre los brazos, la niña se había puesto a llorar, Pierre se había asustado, hacía un rato que había dejado a Ana en la cuna y pensó que quizás la había despertado él. La había cogido con cuidado y había empezado a caminar sin saber qué hacer si no dejaba de llorar.
-Se te da muy bien…
Pierre se giró y sonrió a una Alicia que se estaba acomodando, corrió a su lado pero con la niña en brazos no podía ayudarla.
-No sé, no consigo que se tranquilice y…
-Quizás necesite que la cambien.
Alicia estuvo a punto de echarse a reír por la cara que puso su amigo al escucharla, se intentó levantar pero Pierre se lo impidió.
-No, yo la cambio.
-Pierre, no hace falta, Fernando es un exagerado, no me va a pasar nada por cambiar a mi hija.
-Fernando no me ha dicho nada –la miró sonriendo y tumbó a Andrea para empezar a cambiarla- quiero hacerlo yo, para algo soy su tío ¿no?
Alicia sonrió y volvió a acomodarse, no sabía si creerse que Fernando no le había dado ninguna indicación, le observó atentamente, se notaba que Pierre se manejaba torpemente pero intentando ser muy cuidadoso con la niña. Andrea dejó de llorar pero empezó a patalear porque Pierre tardaba en vestirla de nuevo, Alicia le acarició la cabeza diciéndole que tuviese un poco de paciencia con su tío Pierre, él la miró sonriendo y terminó de vestirla para dejarla junto a su hermana. Pierre también se fijó en la reacción de Ana al sentir junto a ella a su hermana, le parecían maravillosas las dos; Alicia se mordió el labio porque estaba segura que Pierre había estado pensado en las ganas que tenía de ser padre.
Fernando se echó a reír cuando antes de salir del portal Roberto le contó en francés al portero que había tenido dos hermanas, estuvieron hablando con él unos minutos, estaba seguro que todos sus vecinos se enterarían pronto porque Roberto no dejaría de contárselo a todo el mundo. Pasearon por el barrio mientras Roberto no dejaba de preguntarle por sus hermanas, Fernando se reía y le contaba cada detalle de ellas, sonrió porque estaba seguro que su hijo le entendía; echaron a correr cuando Tor tiró de la correa, Fernando resopló riéndose al pararse frente a uno de los jardines del barrio. Roberto saltaba alrededor de Tor diciendo que quería echar otra carrera. Fernando se rio y le cogió en brazos besándole mientras le intentaba explicar que era tarde, en realidad él no estaba en ese momento para echar muchas carreras, su hijo suspiró poniendo los ojos en blanco y se abrazó a él volviendo a preguntar por sus hermanas.
-Eres de ideas fijas ¿eh?
-Fias eh papá.
-Claro que tienes a quién salir…
-¡Papá!
-Sí, pero también a mamá.
Fernando se divertía mucho con esas conversaciones, abrió el portal y se mordió el labio mirando el reloj, llevaba mucho tiempo en casa, le gustaría tanto poder llevarse a Roberto con él y poder estar atento a sus tres hijos y a su mujer. Al entrar en casa Antonio le estaba poniendo el abrigo a Loan, iban a recoger a Grace para cenar juntos; Roberto se despidió del niño diciéndole que un día le enseñaría a sus hermanas, se echaron a reír ante la seriedad de Roberto. Fernando decidió quedarse para bañar a su hijo, Diane se ofreció a hacerlo ella si quería volver al hospital, pero de verdad le apetecía compartir ese momento con su hijo, estaba seguro que a Alicia le hubiese apetecido también. Tardó menos que nunca en tener listo el baño, Roberto empezó a meter juguetes en la bañera, hablaba a su aire, sin dirigirse a nadie pero nombrando a sus hermanas. Ese día Roberto derrochaba más energía que nunca, chapoteó en el agua lanzando los juguetes fuera de la bañera y pidiéndoselos a su padre; Fernando disfrutó de esos minutos como si hiciese años que no le bañaba, terminó salpicado de agua pero no le importaba. Al final Roberto se tranquilizó un poco, le sacó de la bañera antes de que se quedase adormilado, todavía tenía que cenar; le puso el pijama y le peinó con cuidado, casi como si tuviese a sus hijas en brazos, se dio cuenta que calculaba todos sus movimientos como hacía con las niñas. Al salir del baño le sentó en la torna, la cena estaba lista, le besó diciéndole que volvía al hospital para cuidar a su madre y sus hermanas, Roberto volvió a decirle que volviesen pronto, se emocionó y decidió no quedarse a ver cómo cenaba para no alargar el momento de salir de casa. Fue a la habitación a por la cámara de video, quería grabar esa noche a sus niñas, el primer video de esas dos preciosidades en las que no dejaba de pensar desde hacía unas horas. Se despidió de Diane con una sonrisa evitando agradecerle todo lo que hacía por ellos, estaba seguro que su amiga resoplaría entre molesta y resignada. Al cerrar la puerta volvió a caminar deprisa, quería volver junto a sus niñas cuanto antes; iba a entrar al coche cuando vio que la librería de su calle seguía abierta, entró para comprarle unos libros a su mujer, así no se aburriría tanto esos días que le quedaban en el hospital sin hacer nada.
Alicia se había echado a reír cuando Pierre se apartó para dejarla intimidad, estaba amamantando a Andrea, Ana se despertó lo que le dio a Pierre la oportunidad de cogerla y estar pendiente de la niña sin sentirse incómodo. Alicia se mordió el labio, era la primera vez que no compartía ese momento con Fernando, estaba segura que no había pretendido perdérselo, pero sonrió porque Roberto necesitaba compartir un rato con él, no quería que se sintiese desplazado o preocupado. Una enfermera entró para dejar la cena, Alicia sonrió cuando Andrea dejó de comer para mirar hacia la puerta torciendo el gesto, no parecía que la interrupción le hubiese sentado bien. Cuando terminó, la puso sobre su hombro, vio cómo Pierre se echaba a reír después de escucharla cómo soltaba el aire.
-Aunque no lo creamos, tienen mucha fuerza las dos; más Andrea, pero Ana no se queda atrás.
Pierre sonrió dejando a Ana en sus brazos y cogiendo a Andrea, suspiró pensando que sus amigos tendrían mucho trabajo los próximos meses, atender a dos bebés a la vez debía ser complicado; pensaba decirles que Diane y él estaban disponibles para cualquier cosa que necesitasen. Paseó por la habitación intentando dejar intimidad a Alicia para amamantar a su hija; Andrea se había quedado tranquila pero manoteaba como si no quisiese volver a dormir. Alicia sonreía ante la tranquilidad de Ana, parecía no querer molestar, de hecho estaba segura que si fuese más mayor la hubiese dicho que cenase antes. Se rio en voz baja porque Fernando hubiese dudado si debía cenar antes, Ana necesitaba comer pero ella también. Pierre se volvió a sorprender al escuchar a Ana cuando terminó de comer; Alicia le miró divertida mientras la acomodaba en sus brazos. Ana se quedó dormida casi inmediatamente, Andrea seguía manoteando haciendo suaves ruidos; dejó a Ana en la cuna, le hubiese gustado coger a Andrea, pero veía a Pierre tan cómodo con ella en brazos que no quiso decirle nada. Miró a la puerta cuando se volvió a abrir, Fernando entró como una exhalación, se acercó a ella y la besó para después mirar a sus hijas.
-Fernando, estamos las tres bien, Pierre no nos ha dejado de cuidar ni un segundo…
Notó el suave reproche en la voz de Alicia, la volvió a besar y miró a Pierre.
-Vaya, a mí me costó mucho calmar a Andrea, parece que a ti se te da mejor.
-Qué va… Ahora sí porque acaba de comer, pero hace un rato fue imposible calmarla.
Alicia se echó a reír y miró la bolsa que traía Fernando, Fernando la posó en la mesita y miró la bandeja.
-¿No has cenado?
-No –resopló sonriendo- lo han traído cuando estaba dando la toma a las niñas, iba a cenar ahora… Pero tú también tendrás que cenar.
-No hay problema, he parado en la cafetería y… Te he traído tus bombones preferidos.
Alicia sonrió entusiasmada, se incorporó para sentarse y poder cenar; Pierre se despidió resistiéndose a dejar a Andrea en los brazos de Fernando. Le miraron mientras salía de la habitación, Fernando sonrió pensando que cualquiera de sus amigos estarían dispuestos a echarles una mano si lo necesitasen, no había nada más que ver a Pierre con las niñas, estaba seguro que ya las quería tanto como a Roberto. Acomodó a Andrea junto a Ana y las arropó quedándose un momento mirándolas.
-¿Y qué has traído de cena? Si quieres puedes comer la mía y yo ceno lo que has traído…
Fernando se echó a reír por el tono disimulado con el que lo dijo, empezó a sacar todo lo que había traído, Alicia sonreía cada vez que veía uno de sus platos preferidos; Fernando dudó, no sabía si podía comer todo lo que quisiese, Alicia le quitó importancia y empezó a comer. Fernando miró a sus hijas, dormían tranquilas ajenas a cualquier otra cosa, se frotó los ojos y empezó a comer después de que Alicia le mirase para que lo hiciese. Compartir esa cena fue especial, se quedaban embobados mirando a sus niñas, hablaban entre susurros y sonreían tanto que parecía que nunca dejarían de hacerlo; suspiraron a la vez, los dos pensaban en Roberto. Fernando le contó todo lo que habían hecho en casa, la visita de Loan, las carreras con Tor, el baño, la preocupación de su hijo y la insistencia en preguntar por ella y las niñas.
-Seguro que se quedaría mirándolas y hasta se negaría a cenar…
-Pronto podrá hacerlo Alicia, sólo tenemos que estar aquí unos días.
-No, yo tengo que estar aquí unos días, tú deberías volver a casa, al menos mañana por la noche.
-De eso nada, Roberto está muy bien cuidado, ¿quieres que Diane y Pierre sientan que no confiamos en ellos? A mí también me encantaría que estuviese aquí, compartir con él estos primeros momentos, pero éste no es sitio para Roberto, necesita seguir con normalidad su día a día.
Alicia suspiró resignada, no quería pasar ni una noche sin Fernando, pero pensaba que no era bueno que él se quedase todas las noches; finalmente sonrió, era una batalla perdida, Fernando nunca las dejaría solas toda una noche.
-Además, para que no nos aburramos mucho he traído algunos libros, aunque no sé si podremos leerlos, Andrea va a ser muy guerrera y no creo que tengamos mucho descanso con ella.
-Sí –se echó a reír suavemente y las miró- pero Ana es tan buena… Fernando, son iguales y distintas a la vez, no sólo en el carácter, ¿te has fijado en Andrea? Tiene tu mirada.
-En cambio Ana es igual a ti… Sí, me he dado cuenta, pero son tan perfectas las dos…
Fernando recogió todo lo de la cena, se echó a reír al ver la cena del hospital intacta, esperaba que la enfermera no se lo reprochase. Le dio un bombón a Alicia y la ayudó a tumbarse, no era muy tarde, pero en unas horas sus hijas se despertarían y tenía que intentar dormir y descansar. Alicia le besó y sonrió cuando le vio sacar la cámara de video, le hizo prometer que a ella no la grabaría con esas pintas, se fue quedando dormida mientras Fernando grababa a las niñas, cualquier mínimo movimiento era para él especial. Se giró y, al ver a Alicia dormida, se acercó para arroparla; estuvo tentado de grabarla pero se rascó el pelo pensando que Alicia se enfadaría mucho. Para él estaba preciosa, más guapa que nunca después de haber sido tan valiente, pero sabía cómo se vería Alicia en el video así que prefirió no hacerlo. Se sentó en el sillón y cogió cuartillas, debería escribir un par de artículos pero no quería pensar en otra cosa que no fuese su familia. Empezó a escribir a Pelayo imaginándosele allí mirando a sus hijas, pensó en Roberto, estaba seguro que Pelayo se hubiese empeñado en quedarse con Roberto para entretenerle la primera noche que sus padres pasaban fuera.
Queridos Pelayo y Marce
No sabéis lo feliz que me siento en estos momentos, os escribo desde el hospital, nuestras hijas ya han nacido; Andrea y Ana están perfectamente, Alicia también aunque cansada. Nuestras niñas son preciosas, si pudieseis verlas… Son perfectas y ya muestran cada una su carácter, se parecen muchísimo pero son especiales las dos. Ha sido un día muy intenso, largo también, no ha habido complicaciones pero un parto de gemelos siempre es más difícil. Ahora mismo estoy mirando a las tres, doy gracias por haber sobrevivido hasta llegar a este momento, ser padre no se puede comparar a nada. Pero bueno, qué os voy a contar a vosotros; y menos ahora, Marce me encantaría que mis hijos y tu futuro hijo se pudiesen conocer. En realidad me gustaría poder teneros cerca, que Alicia y nuestros hijos os tengan cerca. Roberto estuvo esta tarde conociendo a sus hermanas, es increíble la capacidad que tiene para preocuparse por todo, para sorprendernos día a día; quiere a sus hermanas tanto como nosotros.
Espero que por Madrid todo vaya bien, ya sabéis que si necesitáis cualquier cosa estamos aquí para todo lo que podamos ayudar. Os echamos mucho de menos y más en estos momentos, Pelayo si quieres volver a París ya sabes que aquí tienes tu casa, Roberto se alegraría mucho de verte, todavía te recuerda y te nombra de vez en cuando. Me alegro que Antonio os haya contado que ya tienen a su hijo, hoy precisamente era la primera noche que pasaban con él, Loan y Roberto han hecho muy buenas migas aunque al principio Roberto le miraba con recelo.
En la próxima carta os envío una foto, hace un rato les he grabado mientras dormían, me parecen tan perfectas que es difícil no sacarles fotos o grabarles.
Un abrazo muy fuerte
Fernando
Dejó la carta sobre la mesita, había traído un termo con café pero decidió no tomarlo en ese momento, dormiría unas horas para estar bien despierto para la siguiente toma, comprobó que las tres estuviesen arropadas y se acomodó en el sillón sin dejar de agarrar la cuna. A Roberto le costó irse a dormir, cuando llegó Pierre le preguntó por su madre y sus hermanas, había empezado a jugar con Tor y, de vez en cuando, iba a la habitación de las niñas y se quedaba mirando la pequeña cuna. Una de las veces Pierre había ido a ver si quería coger algo, Roberto simplemente señaló la cuna diciendo que sus hermanas dormirían ahí. Fue Diane la que le convenció que era hora de dormir, cuando le dejó en la cuna le vio dar muchas vueltas, no quería quedarse dormido pero, finalmente, el cansancio hizo mella en él y se fue quedando dormido. Diane y Pierre le miraban sonriendo, volvieron al salón sintiéndose raros al quedarse a dormir en casa de sus amigos.
Antes de medianoche, Alicia abrió los ojos, Fernando estaba sentado leyendo un libro, había echado una cabezada pero le fue imposible seguir durmiendo; se levantó y la besó preguntándole si había descansado. Antes de que pudiese contestar, Andrea empezó a llorar, Fernando sonrió, Alicia estaba sincronizada con sus hijas, dormía alerta para poder atenderlas. Disfrutaron de ese momento como si fuese la primera vez que las veían comer; Fernando tuvo en brazos a Ana mientras Andrea comía, siempre con ansia, le preocupaba que pudiese atragantarse, pero acabó pensando que era su forma de ser. Ana, en cambio, esperaba pacientemente su turno y después comía como si tuviese todo el tiempo del mundo. Horas después repitieron la misma escena pero sin dejar de sentirse especiales ante las primeras horas de sus hijas, les daba igual interrumpir su sueño si era para atenderlas.
__________________________________________________
**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!!