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Fernando Solís & Alicia Peña |
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Junio de 1963 |
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Principios de junio de 1963
Alicia sonrió al mirar por el retrovisor y ver a Fernando dormido, iba agarrado al capazo y tenía a Roberto, también dormido, sobre él. Conducir mientras su familia dormía la hacía sentir especial, hacía muchos años todos se habían empeñado en tratarla como si necesitase protección, ahora era ella la que velaba el sueño de su familia. Hacía justo dos años que habían llegado a París, al día siguiente sería su cumpleaños. Llevaban casi dos horas en el coche, no quedaba mucho para llegar al destino; le había costado que Fernando le dejase conducir porque significaba que tenía que saber dónde iban antes de tiempo. Cuando se despertaron, sabía que Fernando había preparado algo que empezaría el día antes del cumpleaños, no había sido nada que hubiese dicho o hecho, pero tuvo esa sensación un par de días antes al verle volver de la editorial. Había presentado los capítulos antes de tiempo, por una conversación casual con René supo que éste no se iba de viaje fuera de París, estuvo tentada de tomarle el pelo porque lo había descubierto, pero prefirió esperar a saber qué estaba preparando. Al despertarse, Fernando ya se había levantado, le hubiese gustado despertarse junto a él pero tenía que preparar todo. Ya era mediodía cuando por fin abrió los ojos, la noche anterior habían cenado en casa de Sophie y Gabrielle y habían llegado tarde; las niñas ya no estaban en la cuna, se levantó pensando que Fernando estaría con ellas en la manta, los últimos días solía tumbarse con las dos niñas sobre él y se pasaba horas viendo cómo se movían, Andrea se empeñaba en arrastrarse para moverse de un lado a otro pero todavía era muy pequeña, Ana se quedaba quieta haciendo suaves gorjeos como si quisiese empezar una conversación con él. Al llegar al salón y ver a Fernando preparando una maleta se echó a reír, estaba segura que le hubiese gustado que se despertase todavía más tarde para que no le viese preparar nada. Fernando se rio entre dientes y se incorporó para besarla, Alicia le mordió la mano de broma y fue a la habitación de Roberto diciendo que no había visto nada. Las niñas estaban despiertas y jugando a darse palmas, Roberto, de pie en la cama, las miraba riéndose y animándolas a que hiciesen más ruido.
-Claro, para que nos despierten ¿verdad?
Roberto se echó a reír mirando a su madre, Alicia no pudo resistirse a esa cara de pillo y le abrazó llenándole de besos.
-¿Tú sabes qué está preparando papá?
-Papá es meno.
-Sí, ya sé que es bueno, pero señorito, estás yéndote por la tangente, claro que tienes a quien salir…
Empezó a hacerle cosquillas, Fernando escuchó desde el salón las risas y cerró los ojos sonriendo, momentos así le hacían tan feliz. Roberto dejó de reír al escuchar a Andrea llorar, Alicia seguía haciéndole cosquillas pero él había cambiado el gesto; le besó y se levantó a coger a su hija, hacía días que al despertarse no lloraba, jugaba con su hermana o movía los brazos esperando a que la hiciesen caso, pero al final perdía la paciencia y rompía a llorar consiguiendo que la cogiesen. Fernando cerró la última maleta y suspiró, llevaban más equipaje del que tuvo él en toda su vida; la mayoría eran cosas para sus hijos, pero también había de ellos, aquel Fernando que viajaba ligero de equipaje había quedado muy atrás. Al llegar a la habitación se sentó al lado de Alicia, ella estaba tumbada en la cama jugando con los tres niños, Roberto le guiñó un ojo disimulando y se echó a reír.
-Creo que tendríamos que desayunar, pero no me ha dado tiempo a preparar nada…
-Bueno, podemos prepararlo entre los dos, aunque debería ser yo quien lo prepararse, porque tú has estado muy ocupado ¿no?
Le besó la mano emocionada, estaba claro que pasarían fuera su cumpleaños, le daba pena no tener a sus amigos cerca, pero un viaje con toda su familia le parecía maravilloso. Había descartado que la sorpresa fuese la visita de sus amigos porque la única que podría sería Macarena y ella estaría en París para la boda de Diane y Pierre así que no podría estar el día de su cumpleaños.
-Sí, muy ocupado pero no he conseguido terminar a tiempo, cada día se me da peor sorprenderte.
-De eso nada, –dejó a Andrea junto a Ana y se giró para mirarle- se te da bien porque lo importante no es que no sepa nada, sino que aun sabiéndolo, sea la mejor sorpresa. Y te aseguro que lo es, ¿cuántos días pasaremos fuera?
-Tranquila, cada cosa a su tiempo; -la besó y se levantó- las niñas ya han tomado su biberón, voy a preparar el desayuno y después puede que te cuente algo de lo que haremos…
Salió a toda prisa de la habitación porque pudo ver las intenciones de Alicia, el cojín calló fuera de la habitación pero él ya estaba en la cocina, se echó a reír ante el taco que soltó Alicia.
-Cada día tienes peor puntería eh.
El resoplido de Alicia le hizo sonreír, dejó a Tor salir al patio y empezó a hacer café; cuando el chico de la agencia le había llamado para decirle que en el apartamento que había elegido no admitían animales de compañía estuvo a punto de mandarle a la mierda. Había sido dos días antes, esa mañana tenía que llevarle a René el borrador de los capítulos, los que había leído le habían gustado mucho, había hecho un par de sugerencias para cambiar algún párrafo pero una mirada de Fernando le hizo entender que no cambiaría nada. Por suerte había cogido él el teléfono y Alicia no se había enterado, aunque al oírle maldecir preguntó con quién hablaba, tuvo que disimular, aguantó la reunión de René y al salir fue a la agencia. Después de un intercambio desairado con el chico, decidió dejar ese apartamento, había intentado convencerle de que su perro no causaría ninguna molestia, lo que no iba a hacer era dejarlo en casa solo o al cuidado de otra persona. Ojeó los apartamentos que admitían animales y eligió uno pequeño pero que parecía perfecto, estaba al lado de la playa y algo apartado del pueblo. Soltó un alegato contra las personas que no admitían animales en una casa, pero a aquel chico le interesaba bien poco, lo único que le importaba era que no había perdido al cliente, le había convencido para cambiar de apartamento. Sonrió al ver a Tor saltar intentando salir del patio para cazar al gato del vecino, le llamó para que entrase y le acarició cuando llegó a su lado.
-Buen chico, venga, vamos a desayunar.
Llevó la bandeja seguido por Tor, Alicia había preparado la mesa, las niñas estaban sentadas en el capazo, Andrea prefería la manta pero todavía eran pequeñas para dejarlas jugar sin estar pendientes en cada segundo. Roberto acarició a Tor diciéndole que le daría de desayunar, Fernando movió la cabeza pero no dijo nada, ya era una costumbre que su hijo le diese parte del desayuno al perro. No dejaron de hablar de una niña de la guardería, había entrado nueva y Roberto enseguida se hizo su amigo; Fernando notaba cómo Alicia se forzaba a no preguntar, movía la pierna y se mordía una uña para no hacer la pregunta que él estaba esperando. Al terminar el café se echó a reír mirándola, había aguantado más de lo que esperaba.
-Eres muy gracioso Fernando…
-Y tú estás preciosa cuando te picas…
Alicia torció el gesto y se levantó para sentarse sobre él, Roberto les miraba sonriendo y con ganas de que su madre supiese que se iban a la playa.
-No me hagas la pelota y dime dónde vamos.
-No te hago la pelota, estás preciosa, -la besó suavemente y se quedó mirándola- no puedo decirte dónde vamos –el resoplido de Alicia le hizo sonreír- pero estaremos fuera una semana.
-¿En serio? Claro, por eso adelantaste la entrega de los capítulos…
-¿Suponías algo así?
-No, para nada, pero sabía que ese adelanto era por algo… Cuando hablé con René supe que no se iba fuera…
-¿Y no me lo dijiste? –se rascó el pelo y se echó a reír- No soy el único que guardaba algo entonces.
Se echaron a reír y se pusieron en marcha, después de recoger bañaron a las niñas y las pusieron unos trajes que les había regalado Pierre. Alicia puso la televisión de fondo mientras terminaba de preparar a Roberto y Fernando se duchaba, llevaba días viendo un programa que hablaba de la República española, uno de los días hablaron de la justicia y le había entusiasmado. Fernando seguía resoplando cada vez que la encendía, pero al final tuvo que reconocer que ese programa era interesante. Intentó sonsacar a Roberto pero, a pesar de su edad, era capaz de no decir nada que le diese una pista; Fernando se vistió sonriendo, en París hacía buen tiempo, esperaba que al llegar al norte también lo hiciese. Alicia no esperó a que terminase de vestirse para ducharse ella, tenía muchas ganas de saber dónde irían y quería salir cuanto antes de casa; Fernando la besó antes de dejarla sola en el baño. Se sentó junto a Roberto y juntos empezaron a contarles un cuento a las niñas, Andrea les miraba con los ojos muy abiertos haciendo pequeños movimientos con la cabeza como si estuviese asintiendo mientras que Ana entrecerraba los ojos como si quisiese captar cada detalle. A Fernando le hacía mucha gracia ver esas pequeñas diferencias de sus niñas, podría pasarse horas analizando cada pequeño gesto de las dos, miró a Roberto y notó lo mismo en él. Alicia tardó menos que nunca en ducharse, había dormido muy bien y estaba descansada así que quería saber las sorpresas cuanto antes. Cuando llegó al salón les vio embobados con las niñas, Fernando levantó la vista y sonrió, se había puesto unos pantalones, dejó a las niñas en el coche y se acercó a ella.
-Te quedan muy bien…
-Gracias, pero no me olvido de lo importante… ¿Dónde vamos a ir? Quiero conducir…
-Pero Alicia, tiene que ser una sorpresa, yo conduzco hoy y a la vuelta lo haces tú, ¿te parece?
-No, –se cruzó de brazos sin darse cuenta del parecido que tenía en ese momento con su hijo cuando éste se enfada, de hecho Roberto la imitó- quiero conducir hoy, ya sé que pasaremos la semana fuera, ¿por qué no saber ahora dónde iremos? Además, técnicamente, no es mi cumpleaños todavía, así que no deberíamos ir hoy si quieres sorprenderme en mi cumpleaños ¿no?
Fernando se echó a reír, Alicia había ido acercándose hasta llegar a casi abrazarle pero sin hacerlo del todo, la besó la nariz murmurando entre dientes lo impaciente que era; se puso la chaqueta y arropó a las niñas para terminar mirando directamente a Alicia.
-Pasaremos la semana en la playa, no en Marsella, que está muy lejos, iremos al norte, a El Havre, tardaremos unas tres horas.
-¿En serio? –le abrazó y se echó a reír al oír a Roberto decir que iban a bañarse y a jugar con el cubo y la playa- Claro, tú lo sabías ¿verdad señorito?
Roberto se echó a reír guiñándole un ojo a su padre y les metió prisa, Alicia apretó las llaves del coche y miró cómo Fernando ataba al perro y abría la puerta de casa, no se esperaba algo así ni en sueños, se mordió el labio emocionada y agarró la mano que Roberto le tendía. Fernando sacó las maletas y en unos segundos tuvo el coche listo.
-¿Vamos?
Fernando le había hablado desde la puerta, Alicia sonrió asintiendo, se acercó hasta él y le besó antes de susurrar cuánto le quería. Sonrió al llegar al coche y dejó que Alicia desmontase el coche de las niñas, le gustaba ver cómo no era nada mañosa pero con empeño conseguía todo lo que quería. Alicia le miró sonriendo triunfal, besó a las niñas después de dejarlas en el asiento trasero, abrazó a Roberto y le sentó junto al capazo, se acercó a Fernando para besarle intensamente.
-Te amo mi amor, las sorpresas sólo son una parte de nuestra vida, pero lo importante es que estamos los cinco juntos... –se enjuagó las lágrimas y cambió el gesto- ¡Aunque estoy deseando llegar a la playa y bañarnos!
Fernando sonrió y la abrazó para acto seguido entrar al coche junto a Roberto, éste estaba inclinado hacía el capazo hablando en voz baja con sus hermanas, Ana dormía tranquilamente mientras Andrea no dejaba de mover los brazos. Alicia metió a Tor en el coche, que enseguida ocupó el asiento del copiloto, y respiró hondo después de que Fernando cerrase la puerta, les miró desde fuera y sonrió, cumpliría 33 años con su familia en la playa, Fernando todavía era capaz de sorprenderla día a día y sobre todo en días importantes. Pensó en que no podrían reunirse con sus amigos para compartir esa fecha importante pero no podía desear otra cosa que desconectar de todo junto a sus hijos y su marido. Se rio entre dientes imaginando qué habría pensado hacía unos años de ese pensamiento, en el pasado habría menospreciado algo así, el trabajo era lo único que tenía. Movió la cabeza olvidándose de otros tiempos y entró en el coche bromeando sobre no llevarse trabajo para la semana, le había contado el plan con tan poca antelación que no había podido preparar nada. Fernando la miró con cautela, no sabía si le molestaba no trabajar en toda la semana, pero sólo pudo ver ilusión y felicidad, se relajó y arropó a las niñas. Miró por el retrovisor antes de arrancar, Roberto la miraba fijamente sonriendo y le dijo que la quería mucho, disimuló una lágrima, miró a Fernando y terminó concentrándose en la carretera; los primeros minutos apenas hablaron, el tráfico en París a esas horas era desesperante, Alicia tenía que frenar su impulso de hablar en voz alta a los demás conductores, Fernando se daba cuenta y no dejaba de mirarla con absoluta admiración. Tor iba alerta ante cualquier contratiempo, estaba sentado mirando por la ventanilla y, a la vez, giraba la cabeza para mirar a Roberto. Después de dejar atrás las calles parisinas, Roberto empezó a hablar de la playa, quería nadar con los peces, su profesora les había hablado unos días antes de ello y él estaba entusiasmado con poder jugar con pececitos de colores. Alicia miró por el retrovisor y comprobó que Fernando se mordía el labio pensando en cómo quitarle esa ilusión a su hijo, siempre intentaban no darle la razón sin más, le hablaban como si tuviese más edad y notaban que él lo agradecía. Fernando tragó saliva, acarició la cara de Andrea, que seguía despierta, y empezó una explicación sobre lo difícil que era ver peces en la playa. Roberto insistía que su profesora había dicho que estaban en el mar, y la playa era parte del mar ¿no? Alicia no podía evitar sonreír orgullosa, Roberto analizaba todo cuanto oía y terminaba sacando sus propias conclusiones. El niño miró con el ceño fruncido a su padre ante la explicación de por qué los peces se alejarían si ellos entraban al agua en la playa, terminó suspirando y poniendo los ojos en blancos, Alicia se aguantó la risa, no quería que su hijo pensase que se lo tomaba a broma, pero realmente esos gestos en él le hacían mucha gracia, daba por imposible a su padre aunque terminaba aceptando sus argumentos.
Hasta que se quedó dormido, Fernando no había dejado de intercambiar miradas con Alicia, eran las primeras vacaciones con sus tres hijos, el primer cumpleaños con toda su familia, qué lejos quedaba aquel cumpleaños que compartieron en Madrid, pero también quedaba lejos el día que llegaron a París hacía dos años. Roberto se quedó dormido en cuanto Andrea lo hizo, había aguantado despierto hasta ver a sus dos hermanas dormidas. Fernando se relajó pero no dejaba de buscar la mirada de Alicia por el retrovisor, hablaron de la boda de Diane y Pierre, sería al día siguiente de regresar de la playa, Alicia estaba entusiasmada, ya se había comprado un vestido y la ropa para los niños, sólo quedaba el traje de Fernando. Aunque de lo que de verdad tenía ganas era de reunirse con todos, además de recibir la visita de Macarena, que se quedaría en casa con ellos. Fernando se quedó dormido al escuchar la voz de Alicia, sonrió mirándole por el retrovisor y recordó aquella vez en su casa en Madrid cuando también se había quedado dormido mientras ella hablaba. En otra situación o con otra persona, le molestaría mucho que alguien se quedase dormido cuando ella estaba hablando, pero en Fernando lo valoraba mucho; en el pasado nunca había sido capaz de bajar la guardia, le gustaba pensar que estando juntos dejaba atrás cualquier sentido de protección, era él mismo y podía quedarse dormido al sentirse relajado y tener la confianza que tenían. Acarició a Tor, que también se acomodó en el asiento del copiloto, y disfrutó de conducir mientras su familia dormía; apenas había tráfico, encendió un cigarro y abrió un poco la ventanilla para no molestar a sus hijos. No quedaba mucho para llegar, aun así se sentía cansada, paró un momento para tomar un poco de café, había descansado mucho por la noche pero no quería desconcentrarse; antes de arrancar, Fernando se despertó, pudo ver en su mirada la culpabilidad de dejarla sola conduciendo.
-No pasa nada, ya casi hemos llegado.
-Sí, pero debería haberme quedado despierto y…
-¿Hacerme compañía? –enarcó las cejas mirándole por el retrovisor- Fernando por favor, has echado una cabezada, nada más; no hace falta que estés despierto para darme conversación. Además, los niños tampoco se han despertado, no pasa nada.
Fernando sonrió levemente, se incorporó y llegó hasta ella dándola un beso en el pelo, se sentía mal por haber dejado que condujese mientras él dormía tranquilamente; terminó relajándose, no podía confiar más en una persona como confiaba en ella. Al momento de moverse, Roberto se estiró desperezándose y antes de preguntar dónde estaban, miró a sus hermanas para comprobar que estaban dormidas.
-Mi amor, ya nos falta poco para llegar.
-Cao mamá coduce mien ¿verdad?
-Claro que sí Roberto, conduce mejor que nadie, es la mejor.
Alicia se sonrojó y se echó a reír al ser consciente, les miró divertida por el retrovisor.
-Podemos parar un rato, -señaló con la cabeza hacia delante- y tomar algo en ese bar ¿os parece?
Fernando sólo asintió con la cabeza, si hubiese hablado le hubiese preguntado si estaba cansada, Roberto, en cambio, levantó los brazos diciendo que iban a bajar del coche; enseguida bajó el tono de voz recordándoles que sus hermanas estaban dormidas. Al salir del coche se quedó parada frente al sol, aunque todavía no había llegado el verano, el día era caluroso; se echó a reír cuando Fernando salió del coche ofreciéndole las gafas de sol, siempre recordaban aquella vez que entró en El Asturiano con ellas puestas esperando pasar desapercibida y consiguiendo el efecto contrario. Le quitó las gafas de la mano torciendo el gesto y entró al coche después de dejar salir a Tor; Ana se acababa de despertar, no dejaba de hacer suaves ruidos sonriendo, parecía que sabía que era un momento especial, sus primeras vacaciones. Roberto salió del coche a regañadientes para dejar que Alicia abrigase a sus hermanas, Tor dejó un palo a los pies de Fernando y echó a correr cuando se lo lanzó, Roberto dio la mano a su padre pidiéndole permiso para ir detrás de su perro.
-No, mejor esperamos juntos a que vuelva ¿te parece? Además, no podemos dejar solas a mamá y tus hermanas ¿no?
-Tenes azón papá.
Esa vez no hubo ningún gesto de fastidio, abrazó a su padre mirando hacia el coche y deseando que su madre terminase y saliese con sus hermanas. Fernando sacó del maletero las ruedas del cochecito y sonrió cuando Alicia lo montó, nada más estar listo, Roberto se agarró al manillar hablando con Ana, Tor regresó al verles andar. El bar que habían elegido estaba lleno de gente, había una gran mesa y parecía que el pueblo estaba de fiesta; por suerte el bar tenía un patio privado que estaba libre, Fernando torció el gesto al atravesar todo el bar, había mucho ruido y humo por el tabaco, caminó deprisa manejando el coche de las niñas mientras Roberto, de la mano de Alicia, llamaba al perro para que se diese prisa. Alicia miró a Fernando con dudas pero finalmente estiró una manta en el pequeño jardín y se tumbó, estaba cansada de estar sentada, Roberto la imitó a la vez que le decía a su padre que sacase a las niñas del coche y se tumbasen todos. Fernando se echó a reír y desmontó el coche para dejar el capazo junto a Alicia, no quería que sus hijas cogiesen frío, a pesar del día soleado, el viento no daba tregua, se notaba que estaban muy cerca de su destino.
Alicia disimuló cuando el camarero se acercó a tomarles nota, ni siquiera se incorporó, cuando les dejó solos se echó a reír a la vez que Fernando movía la cabeza intentando mostrarse molesto pero sin ocultar su diversión. Se puso detrás de ella para darle un masaje en el cuello, no sabía si le dolía pero, de ser así, Alicia nunca diría nada; cerró los ojos al sentir las manos de Fernando, si no fuese porque oía de fondo a Roberto hablar con Ana, podría haberse olvidado de dónde estaban. Se mordió el labio estremeciéndose y le apartó las manos para besarlas.
-Creo que es mejor que no sigas Fernando…
-¿Y eso?
La mirada pícara de Fernando le hizo reír tanto que cuando regresó el camarero era incapaz de parar, Fernando se rascó el pelo apartando la mirada mientras el camarero posaba los refrescos y los bocadillos en la manta. Se quedaron mudos cuando fue Roberto el que le dio las gracias aunque sin dejar de atender a una Ana que empezaba a moverse mucho, casi anunciándoles que quería salir del capazo. Alicia besó a Roberto y cogió en brazos a Ana después de envolverla en una mantita; comentaron divertidos el hecho de que Andrea durmiese tanto, parecía que el viaje en coche la tranquilizaba y le daba sueño mientras en Ana tenía el efecto contrario. Con sólo cuatro meses les parecía que sus niñas eran muy despiertas, se fijaban en todo y se acentuaban sus diferencias; Ana protestó suavemente para que la dejasen en la manta, contemplaron embobados los esfuerzos de su hija por darse media vuelta y gatear aunque todavía era muy pequeña para eso. Roberto se tumbó a su lado y empezó a hablarle del cuidado que tenía que tener cuando empezase a gatear, no quería que le pasase nada malo; Tor no dejaba de correr por el patio y llevar y traer un palo para que se lo tirasen. Disfrutaron de los refrescos pero sobre todo de los juegos de Roberto y Ana, parecían complementarse muy bien, Roberto estaba pendiente de cada movimiento de su hermana para que no pasase nada. Andrea empezó a revolverse en el capazo, se despertaba justo para tomar su biberón. Fernando se olvidó de su propósito de no atenderla al momento, se inclinó sobre el capazo y la cogió con cuidado.
-Tienes hambre ¿verdad? Hoy has dormido mucho, -movió los brazos hacia él sonriendo- claro, te gusta el coche, como a tu madre.
-Fernando, -le miraba tiernamente, adoraba la forma en la que hablaba con las niñas- por muy bajito que hables, podemos oírte.
-Poemos oíte papá.
-Ya lo sé, -miró a Alicia divertido porque Roberto siempre les seguía en esos comentarios- no pretendía que fuese una conversación secreta.
-Ya no hay seetos papá.
Alicia llenó de besos a Roberto, a veces parecía que sabía mucho más de lo que podría esperarse, esa respuesta sólo podía salir de alguien que supiese que en el pasado Fernando estuvo obligado a guardar secretos, pero era imposible que Roberto pudiese entender algo así. Ana hizo un ruido quejoso, era lo máximo que se permitía para llamar la atención, Fernando la miró emocionado mientras Alicia la cogía; se levantó a avisar al camarero, sus niñas tenían que tomar el biberón y no pensaba esperar. Alicia le vio alejarse con Andrea en brazos, acarició la cara de Ana y miró a Roberto.
-Cuando seáis mayores querréis saber tantas cosas… -Roberto la miró serio- Lo importante es todo lo que vivamos los cinco juntos, para papá y para mí no habrá otra vida que la que tenemos ahora.
Roberto la abrazó con cuidado de no molestar a Ana, Alicia se emocionó ante ese abrazo, estaba segura que su hijo no podía entenderla, pero sentir que estaría junto a ellos pasase lo que pasase, al igual que sus hijas, era tan especial. Al ver volver a Fernando ya con el biberón, se limpió con disimulo una lágrima, se sorprendieron cuando Roberto quiso dar el biberón a su hermana, hasta ese momento había aceptado no intervenir en ese momento, Alicia sonrió y dejó que Fernando cogiese a Ana para coger ella a Andrea. Se sentó delante de su hijo y acomodó a la niña para que quedase a la altura de Roberto, Fernando daba indicaciones, confiaba en su hijo pero era pequeño para ocuparse de ese momento. Roberto asentía ante las indicaciones de su padre, vieron cómo tragaba saliva siendo consciente de la responsabilidad que era ayudar en ese momento, Andrea comía más despacio que otras veces, parecía saber que tenía que hacer el trabajo fácil a su hermano. Fernando acariciaba la cara de Ana sin dejar de prestar atención a Roberto y Andrea, miró a Alicia y se emocionaron, hacía sólo dos años su hijo todavía era un proyecto, les ilusionaba, les hacía felices, pero no se imaginaban hasta qué punto lo serían con sus tres niños. Contemplaban embobados el cuidado con el que Roberto agarraba el biberón, Fernando no podía dejar de estar pendiente pero la seguridad de su hijo hizo que se relajase; después de Andrea le tocó el turno a Ana, notaron cómo Roberto se adaptaba a su hermana, él también notaba las diferencias entre las dos. Fernando cambió con rapidez a Andrea para que no cogiese frío, Alicia no podía dejar de emocionarse al ver a Roberto dar el biberón a Ana, se mordió el labio al ser consciente de la rapidez con la que pasaba el tiempo; durante años sintió que era al contrario, los días en Madrid empezaron a parecerse unos a otros, tanto que al final parecía estar viviendo siempre el mismo día. Si hubiese tenido a sus hijos en su vida, las cosas en Madrid hubiesen sido muy distintas; aunque ser madre siendo estudiante no hubiese sido nada fácil, pero al menos habría tenido a alguien con quien compartir momentos. Sonrió mirando a Fernando, no querría haber vivido su experiencia como madre sin estar con él, sin formar juntos la familia que tenían; no pudo evitar pensar en su padre, podía imaginarle mimando a las niñas y riendo con las ocurrencias de Roberto, incluso podía llegar a escuchar la conversación que Fernando y él tendrían. Fernando la miró interrogante, Andrea empezaba a dormirse y la acomodó en sus brazos.
-Estaba pensando en mi padre, os llevaríais muy bien, se sentiría tan feliz al conocer a nuestros hijos…
-Y muy orgulloso de ti, –acarició suavemente su mejilla- su niña ya es toda una mujer fuerte y luchadora, así serán nuestros hijos, sobre todo Andrea.
Alicia sonrió, besó a Roberto cuando éste terminó de dar el biberón a su hermana y cambió a Ana con la misma rapidez que Fernando lo había hecho con Andrea.
-También he pensado en lo rápido que pasa el tiempo, Roberto ya puede ocuparse de sus hermanas, hace dos años ni siquiera le conocíamos todavía.
-Pero ya le queríamos.
-Es cierto, siempre le quisimos, al igual que a las niñas.
-Papá, Anea domida tene que ir a apazo.
Fernando se rio suavemente, se habían puesto demasiado sensibles, acomodó a su hija en el capazo y cogió a Roberto para inclinarle y que pudiese dar un beso a su hermana, se giró para mirar a Alicia y comprobar que Ana empezaba a quedarse dormida.
-Creo que el cumpleaños nos vuelve demasiado emotivos… ¡Menos mal que el plan ha sido la playa! Tenemos que prepararnos para todos los juegos que empezará Roberto.
-Tíiiiii juar en el agua ¡y con arena! ¿Cogiste el cubo y la pala papá?
Alicia se echó a reír, dejó a Ana junto a su hermana y se agachó para llenar de besos a su hijo, estaba deseando llegar a la playa y jugar con él, sabía que sería difícil seguirle el ritmo, pero estaba muy ilusionada. Miró a Fernando sonriendo, adoraba la forma en que Fernando intentaba relajar los momentos emotivos, los dos habían sufrido muchas pérdidas, estaba segura que a Fernando le hubiese encantado compartir con Roberto momentos así, poder conocerle lejos de deberes y misiones. Le besó sonriendo y terminó levantándose, era hora de volver al coche, la playa les esperaba.
De vuelta en el coche, Alicia notó cómo Fernando no se acomodaba, no quería llegar a dormirse, estaba inclinado hacia delante, casi rozando su pelo, Roberto había querido ir delante con Tor, les costó aceptarlo pero su hijo era más terco que ellos mismos, y las niñas dormían en el capazo, Ana se despertaba cada poco tiempo mientras que Andrea parecía dormir mejor que en casa. Alicia sonrió al notar la mirada de los dos clavada en ella, miró de reojo a su hijo proponiéndole hacer planes para la playa, pero su respuesta fue llamarla guapa y seguir mirándola, Fernando vio la mirada a través del retrovisor y se echó a reír, una mirada que decía sin lugar a dudas que eran los dos iguales. Antes de media hora habían llegado a El Havre, Alicia se mordió el labio ante las indicaciones de Fernando para encontrar el apartamento que había alquilado, hasta allí había llegado bien por los carteles de la carretera, pero no sabía si sería capaz de encontrar el lugar siguiendo lo que Fernando decía. Él se dio cuenta y la miró transmitiéndole toda la seguridad que tenía en ella, Alicia sonrió, tragó saliva y volvió a conducir escuchando las palabras relajadas de su marido. Roberto la miraba sin intervenir, le parecía la persona más fuerte y lista del mundo, cuando Alicia aparcó frente al pequeño jardín, Roberto se lanzó a sus brazos diciéndole cuánto la quería. Fernando acarició suavemente la nuca de Alicia y preparó todo para bajar del coche, Alicia y Roberto se adelantaron seguidos por Tor, antes de que se pudiese dar cuenta, ya estaban dentro de la casa, bromeó con Ana, que volvía a estar despierta, sobre la impaciencia de su madre y su hermano. Montó el cochecito dándose cuenta que hacía viento pero la temperatura seguía siendo buena, entró en el apartamento sin saber dónde estarían Alicia y Roberto, les vio en la terraza mientras Tor se había quedado en el jardín investigando cada lugar, desde la terraza se veía a lo lejos el mar, la playa estaba bastante cerca pero se podía ver mucho más, Roberto hablaba de los peces y las olas; abrazó a Alicia por detrás.
-Espero que te guste, petit Alice.
-Me encanta, pero ya sabes que siempre será el lugar perfecto si estoy con vosotros.
Roberto tiró de la camisa de su madre preguntando cuándo iban a ir a la playa, Alicia se mordió el labio al pensar en el bikini, Fernando se adelantó a su pregunta pero la besó antes de hablar.
-Está todo controlado, compré bañadores para Roberto y para mí, y espero que no te moleste… Te compré otro bikini, espero que te guste, hubiese querido que lo eligieses tú, pero no podía adelantarte nada de la sorpresa…
-Eres perfecto Fernando –estaba emocionada pensando en lo cuidadoso que era siempre, incluso algo inseguro al preparar todo- nunca podría molestarme una sorpresa tuya.
Le besó pero al instante echó a correr hacia el coche, Roberto la siguió y, antes de que Fernando pudiese salir de casa con el cochecito de las niñas, ellos estaban volviendo con parte del equipaje
-Sois unos impacientes… -cogió las maletas que llevaba Alicia- Yo me encargo de estas y tú puedes traer las que quedan en el coche.
Alicia le miró resignada y volvió al coche, al principio había pensado que lo hacía para que ella no cargarse con nada, pero terminó con la sensación de que en esas maletas iba el regalo que estaba segura Fernando había comprado para el cumpleaños. Antes de que Alicia entrase, Fernando pudo sacar el paquete y esconderlo en uno de los armarios, con lo desordenada que era Alicia sabía que no lo encontraría porque no querría colocar el equipaje. Al entrar, Alicia le miró detenidamente y terminó echándose a reír.
-¿Te ha dado tiempo a esconderlo?
Fernando soltó una carcajada y la besó antes de coger a Ana en brazos, había empezado a quejarse, parecía que no quería perderse ni un detalle de las primeras vacaciones. Mientras Alicia y Roberto se preparaban para bajar a la playa, Fernando cambió a las niñas, les puso unos trajes algo abrigados y les colocó un gorrito a cada una, le daba miedo tanto el viento como el sol; les puso un poco de crema recomendada por el pediatra, tenían la piel muy blanca y el sol podía dañarlas. Preparó las cosas que bajarían a la playa, la sombrilla no podía faltar, la bolsa de las niñas con todo lo necesario, los juguetes de Roberto para jugar con la arena, algo para picar por la tarde, se echó a reír por todo lo que necesitaban para bajar a la playa. Alicia comprobó que el bikini le quedaba bien, había recuperado su figura tras el embarazo pero ella no se sentía del todo segura, se miró en el espejo mientras Roberto se ponía la camiseta, se empeñaba en vestirse él solo y no aceptaba ayuda.
-Mamá apa.
Alicia le sonrió, estaba segura que su hijo le había visto dudar frente al espejo, terminó de vestirse y le cogió en brazos.
-Sé que para papá o para ti siempre estoy guapa, pero la realidad… No sé yo.
-Que tí mamá, eres muy apa.
Agradeció el abrazo de su hijo, además, notaba cómo hablaba serio para convencerla; al salir del cuarto de baño, vio cómo Fernando la miraba sin poder apartar la vista.
-Estás… Preciosa. –había elegido un vestido fino con el que seguro que pasaría frío al final del día, pero le quedaba tan bien- Claro que no puede ser de otra forma, eres preciosa.
-Exagerado. Creo que has acertado con el bikini, -se acercó a él mimosa pero terminó echándose a reír- deberíamos salir ya, antes de que se nos olvide la playa.
-No, no poemos ovidar la paya mamá.
Se echaron a reír al ver la seriedad de su hijo, Fernando dejó claro que su madre sólo bromeaba, compartieron una mirada cómplice y Alicia cogió la sombrilla y el capazo de las niñas, Fernando resopló pero sabía que no conseguiría convencerla. Antes de salir de casa, colocó el gorrito de sus niñas, le parecían preciosas, se dio la vuelta y abrió la bolsa que llevaba Fernando para coger la cámara de fotos, le hizo una a sus niñas y otra a Fernando y Roberto, su hijo iba de la mano de Fernando y llevaba en la otra el cubo y la pala. Fernando le quitó la cámara para sacarla algunas fotos a ella, después de un par de ellas, Alicia empezó a manotear riendo para que parase de hacerle fotos. La besó suavemente y guardó la cámara, Tor les adelantó girándose cada poco tiempo para comprobar que seguían detrás de él, apenas tardaron en llegar a la playa, tuvieron que dar un rodeo a su casa y alejarse unos metros, pero allí estaba, una playa tranquila, sin gente y con suaves olas. Alicia había hecho malabarismos para llevar con cuidado el capazo de las niñas y no tirar la sombrilla, Fernando la había mirado divertido pero sin intervenir; en cuanto pisaron la arena, Alicia se descalzó, Fernando estiró un par de toallas para poder dejar el capazo; estaban algo alejados de la orilla, pero él lo prefería, el viento era más intenso al lado del mar y no quería que las niñas cogiesen frío. Vieron cómo Roberto se quitaba la camisa y el pantalón para quedarse en bañador, antes de que pudiesen decirle nada, se había tirado en la arena empezando a jugar, Alicia se echó a reír mientras se quitaba el vestido, Fernando se dejó la camisa interior, el verano anterior había superado la barrera de dejar ver las cicatrices, pero volvía a estar incómodo mostrándolas. Le besó dulcemente y le abrazó antes de salir corriendo hacia la orilla, Roberto salió detrás de ella mientras Fernando les miraba sonriendo, cogió a Ana en brazos, que seguía despierta, y se sentó en la toalla comprobando que Andrea estuviese bien. Tor se sentó a su lado sin dejar de mirar a Alicia y Roberto. Disfrutaron de las pequeñas olas que llegaban a la orilla, Alicia miraba desde lejos a Fernando y sonreía al verle tan atento a todos, compartió confidencias con su hijo mientras salpicaban el agua. Decidió regresar enseguida a la toalla, quería que disfrutasen juntos de los primeros minutos de sus vacaciones en familia, besó a Fernando al sentarse junto a él, Ana estaba más animada que nunca y parecía querer jugar. Roberto protestó porque la arena se le pegaba a las manos y él quería jugar con el cubo, Fernando le miró tiernamente y le explicó por qué se le pegaba a las manos, después de secarse, empezó a jugar con la pala, hacía montones de arena y los deshacía. Ana protestó hasta que la dejaron sobre la toalla, a Fernando le daba miedo que en uno de sus intentos por darse media vuelta y arrastrarse, se saliese de la toalla, Alicia le habló tranquila, se tumbaron de lado quedando los dos mirando hacia su hija, el capazo estaba sobre sus cabezas y Roberto al lado de Fernando jugando con Tor. Alicia sonrió emocionada cuando le contó el cambio de apartamento, no podían dejar a su perro en casa solo o con alguien; cerró los ojos respirando y sonrió al notar las pequeñas manos de Ana sobre su cara.
-Mi niña, cuánto os quiero…
Fernando las miraba fijamente, recordaba muy bien el primer cumpleaños que pasó con Alicia, jamás se habría imaginado poder disfrutar de una familia creada con ella, estuvo tan equivocado en todo lo relacionado con Alicia en el pasado. No podía dejar de pensar que si no hubiese decidido por ella, Alicia no habría sufrido tanto; una pregunta de su hijo sobre los peces le hizo regresar al presenten, sonrió mientras Alicia cogía en brazos a Ana y le explicaba a Roberto que los peces estaban en el mar pero alejados de la orilla. Se miraron un tanto asustados cuando Roberto aseguró que entrarían al agua hasta dar con los peces, por suerte Tor desvió su atención al ladrar a la arena, una ráfaga de viento la estaba moviendo y el perro gruñía sin entenderlo.
Disfrutaron la tarde entre risas, conversaciones y fotos, Fernando aprovechó la siesta de Roberto y las niñas para nadar un rato, siempre le venía bien, Alicia fumó un cigarro repasando cada uno de sus cumpleaños desde que murió su padre, los que pasó junto a Fernando habían sido los mejores con diferencia, pero sobre todo el último y el que celebraría al día siguiente, su 33 cumpleaños junto a toda su familia, su propia familia; lejos quedaban aquellos cumpleaños en París junto a su padre. Habían dejado que sus niñas se tumbasen sobre la toalla mientras Roberto les explicaba que para jugar con la arena tendrían que ser un poco más mayores; tres niños pequeños en la playa daban mucho trabajo pero ellos apenas lo notaban, atender a las niñas era importante para ellos, daba igual tener que dejar de hacer otras cosas, y contestar a las preguntas de Roberto no daba ningún trabajo a pesar de que cada día preguntaba más, tenía curiosidad por todo y, a la vez, era capaz de sacar sus propias conclusiones sobre las cosas. Antes de que anocheciese, Fernando propuso volver al apartamento, Alicia torció el gesto pero estuvo de acuerdo, empezaba a notarse más el viento y no permitiría que sus niñas pasasen frío. Roberto tardó más en aceptar irse de la playa, estaba jugando con un niño algo más mayor que él, habían construido varios castillos de arena y no quería irse; Alicia le recordó que sus hermanas tenían que descansar y que al día siguiente volverían a la playa, tenían toda la semana por delante. Suspiró molesto pero terminó dando la mano a Alicia después de guardar el cubo; Fernando recogió todas las cosas que habían bajado, Alicia le miraba divertida, estaba segura que pensaba en las veces que había asegurado en el pasado que siempre viajaba ligero de equipaje. Cogió el capazo mientras Fernando se hacía cargo de las bolsas y la sombrilla, Roberto y Tor iban delante de ellos marcando el paso, Alicia no podía evitar divertirse al ver a su hijo girarse levemente para comprobar que estaban detrás de él. Al llegar al apartamento, Fernando se empeñó en deshacer el equipaje ante el evidente fastidio de Alicia que prefería dejar las maletas en la habitación e ir sacando lo necesario; por suerte Roberto no había heredado de Alicia ese desorden y ayudó a su padre con las maletas. Alicia les dejó en la habitación y fue a ducharse, Fernando se quedó mirando cómo salía de la habitación, se rio cuando su hijo le metió prisa, se había quedado absorto pensando en lo guapa que estaba Alicia, aunque para él lo estaba siempre. Tuvieron que hacer frente a un enfado de Andrea, había estado muy calmada todo el día hasta que entraron en casa, quería que la cogiesen y jugar, dejaron en el capazo un par de peluches además del sonajero preferido de Andrea; Roberto le daba a Fernando ropa para que la colocase en el armario pero no dejaba de mirar cómo jugaban sus hermanas, Ana se había despertado y, al sentarla junto a Andrea, empezaron a jugar sin dejar de reír. Alicia regresó a la habitación envuelta en la toalla, se había ido a duchar antes de que deshiciesen el equipaje y no tenía el pijama, Fernando la miró intensamente pero las carcajadas de Andrea les hicieron centrarse en sus hijos. Alicia le besó el cuello antes de coger el camisón, no le apetecía ponerse el pijama, Fernando la miró sonriendo hasta que la perdió de vista; se dio prisa en terminar de ordenar el armario y empezó a jugar con Roberto, había sacado de la maleta los muñecos de guiñol y no dejaba de manejarlos llamándoles como a sus amigos, hablaba de una fiesta de cumpleaños para su madre. Se echó a reír y le explicó que ese año celebrarían el cumpleaños solos, pero la semana siguiente celebrarían todos juntos la boda de los tíos. Alicia aprovechó que Fernando estaba entretenido con los niños para preparar la cena, no había mucha comida en el apartamento, pero quería hacerlo ella después de que Fernando ordenase el equipaje. Fernando miró hacia la cocina divertido, oía cómo revolvía armarios y soltaba algún taco al ver que casi no tenían nada, para el día siguiente había encargado el desayuno, no quería tener que salir de casa a comprar nada más despertarse; preparó el baño para sus hijos. Antes de meter a las niñas a la bañera, entró Alicia y se remangó para ayudarle, el momento del baño ese día fue de todo menos tranquilo, Andrea tenía mucha energía, había pasado gran parte del día durmiendo y se notaba, Ana también estaba animada y Roberto no dejaba de salpicar con cuidado. Cuando le tocó el turno a Roberto, ya había jugado con el agua mientras se bañaban sus hermanas así que se relajó mientras le contaba a su madre lo guapa que era y que la semana siguiente podrían celebrar la fiesta del cumpleaños con todos sus tíos. Después de que sus hijos estuviesen relajados tras el baño, decidió ducharse, Alicia aprovechó para poner la mesa, disfrutó de la ducha caliente pensando en los días que tenían por delante, dejar París por unos días era un pequeño placer, se mordió el labio pensando en lo burgués que era ese comentario pero la voz cantarina de Alicia, que tarareaba una canción en el salón, le hizo olvidarse inmediatamente de ese pensamiento que pertenecía a otra vida.
Dieron el último biberón del día a las niñas y cenaron en el sofá, su hijo estaba entusiasmado por no tener que cenar en la mesa, se acomodó abrazando a su madre y fue comiendo sin dejar de hablar sobre la guardería, Fernando bromeó con los celos que tenía porque ellos dos cenasen abrazados mientras él tenía que cenar solo, la mirada de Alicia le hizo reír pero el gesto de Roberto de hacerle un hueco junto a ellos le emocionó sin poder disimularlo. Roberto no dejaba de darle parte de su cena a Tor, el perro parecía haberse adaptado perfectamente a la nueva casa; Alicia bromeó con la elección del apartamento, no tenía televisión, Fernando le evitó la mirada y se levantó a poner la radio, eligió una emisora de música, no quería enterarse de lo que pasaba en el mundo, al menos durante esa semana sólo se preocuparía por su mujer y sus hijos. Se acomodaron los tres en el sofá y Roberto se fue quedando dormido, abría los ojos obligándose a no dormirse, quería comprobar que sus hermanas siguiesen dormidas pero además, Fernando pensaba que quería esperar a que felicitase a Alicia para hacerlo él también. Durante días le había explicado a su hijo que el día que llegasen a la playa, por la noche, sería el cumpleaños de su madre; le abrazó tiernamente y susurró que ya quedaba poco, Alicia estaba en ese momento cantando la canción que sonaba pero pudo ver cómo Fernando se acercaba al oído de Roberto para hablarle, decidió no preguntarle pero no pudo evitar torcer el gesto sonriendo para que supiese que lo había notado.
En cuanto dieron las doce, Fernando se sentó frente a Alicia, que seguía tumbada, Roberto, como si lo supiese al ver a su padre, se sentó junto a él; susurró al oído de su hijo y juntos felicitaron a Alicia haciendo que ella se emocionase. Se incorporó para besarles con lágrimas en los ojos, les dio las gracias diciendo cuánto les quería, en ese momento, Andrea y Ana hicieron un pequeño ruido en el capazo, Alicia se levantó despacio pero las vio seguir dormir. El gesto involuntario de sus hijas consiguió emocionarla del todo; Roberto la abrazó acomodándose en sus brazos, poco después se había quedado dormido agarrándola fuerte. Alargaron el momento de dejar a Roberto en la cama, no era su casa y recelaban de esa habitación que ocuparía su hijo los próximos días; finalmente Fernando le recordó que era tarde y Roberto debía descansar, Alicia le peinó con cuidado y se levantó, sonrió al sentir el peso del niño, era muy difícil mantenerle en brazos. Al dejarle en la cama, Roberto llamó a su madre en un susurro, pensaron que estaba soñando con ella pues estaba dormido aunque hubiese hablado, Alicia le besó la frente y le arropó, Fernando hizo lo mismo ante la mirada burlona de Alicia; al salir dejaron la puerta abierta, Alicia notaba cómo Fernando sentía impulsos de volver a la habitación y mover la cama hasta la que ocupaban ellos. Las niñas dormirían en el capazo, Fernando había valorado trasladar la cuna pero al final tuvo que aceptar que era imposible. Mientras Alicia llevaba el capazo a la habitación, Fernando recogió los platos y el salón, podría haberlo dejado para el día siguiente, pero quería disfrutar del desayuno del cumpleaños de su mujer. Alicia les contó a las niñas lo feliz que era, era un día importante pero como lo eran todos desde que estaban juntos, estaban dormidas pero Ana abrió los ojos y levantó los brazos hasta llegar a tocar la cara de su madre, Alicia le besó las manos sonriendo y terminó arropándola, empezó a cantar una nana para que volviese a dormir. Fernando se quedó en el marco de la puerta escuchando y mirándola, le parecía increíble compartir su vida con Alicia y sus hijos, era más de lo que nunca se había permitido siquiera soñar.
-¿Tan mal canto para que no te atrevas a entrar?
Fernando se rio suavemente, apagó la luz dejando sólo una de las lámparas encendidas, se sentó junto a Alicia y la abrazó cerrando los ojos.
-A veces no me atrevo a acercarme por si sólo es un espejismo… Después de estos dos años no podría perderos.
-Mi amor, no es ningún espejismo, ya te lo dije en el despacho de Bonilla, hay alguien que te acompañará en el camino, y tenemos tres hijos que nos necesitan, nunca podremos volver a estar solos, ¿o estás pensando en fugarte? –le besó jugando- Ummm igual hemos venido aquí porque querías ver el lugar antes de quedarte para siempre…
-Sería un bonito lugar para quedarnos ¿no te parece? –miró a Alicia comprobando cómo había encajado esa broma, le miraba divertida casi con una mirada burlona que dejaba claro que él no podría pasar mucho tiempo allí- Te aseguro que no me aburriría de estar aquí, siempre que estéis vosotros…
Empezó a besarla intensamente pero Alicia se separó mirándole entrecerrando los ojos.
-Fernando, no me vas a distraer… Ya es mi cumpleaños, ya me habéis felicitado… ¿Por qué no vas a buscar eso que has escondido al llegar?
Fernando la miró sonriendo y volvió a acercarse para besarla el cuello, empezó a quitarle el camisón sin saber si conseguiría que se olvidase del regalo.
-Alicia… Hoy ya has tenido un regalo, estamos en la playa… -hablaba mientras la besaba, Alicia había cerrado los ojos y empezaba a desnudarle- ¿Por qué no nos olvidamos de todo?
Alicia se separó y le miró seria pero terminó sonriendo y volvió a besarle, en realidad el regalo le importaba poco, estar con Fernando y con sus hijos en la playa era suficiente. Hacía tres años no se habría podido imaginar lo feliz que llegaría a ser, le abrazó fuerte un momento y volvió a besarle olvidándose de todo, estar con Fernando siempre fue distinto, sentía cada beso o caricia casi como un milagro.
Alicia se desperezó sonriendo al sentir el sol sobre ella, podía notar a Fernando junto a ella profundamente dormido, se movió con cuidado y vio cómo las dos niñas estaban despiertas en el capazo jugando entre ellas. Se levantó despacio para no alertar a Fernando, Andrea hizo un ruido gutural, se mordió el labio quedándose parada, Fernando se movió instintivamente y agarró la almohada, le pareció tan tierno ese gesto que volvió a posar el capazo y cogió la cámara de fotos para hacerle una. Se agachó para besarle y volvió a coger el capazo, había dormido sólo un par de horas, pero no podía estar cansada; fue a la habitación de Roberto y le vio acariciando a Tor, el niño levantó los brazos al verla.
-¡Feitidades mamá!
-Shhh –le besó dejando el capazo a su lado- papá sigue durmiendo. Gracias mi amor, aunque ya me habías felicitado.
-Mamá apa, festa cumpe y hay ealos.
Empezó a hacerle cosquillas pero después de un rato Roberto le pidió que dejase a las niñas en la cama y podían jugar todos. Alicia las cogió con cuidado, Ana estaba más tranquila pero Andrea no dejaba de reír, Roberto las dio un suave beso y se bajó con cuidado de la cama para ir corriendo hasta la habitación de su padre. Se frenó al verle dormido, dudó un segundo pero empezó a acercarse, finalmente se subió a la cama y encima de su padre.
-Papá es el cumpe de mamá, hay que depetar.
Fernando se frotó los ojos confundido, su primer impulso fue pensar que había dormido demasiado, pero tener a Roberto sobre él le hizo reír, empezaron a hacerse cosquillas hasta casi caerse de la cama.
-Te has despertado con energía ehh. Venga, vamos a levantarnos que es el día de mamá y no podemos dejarla sola ¿no te parece?
-Caro, mamá tene que sopar velas y le damos los ealos.
Fernando se echó a reír y se levantó con Roberto en brazos, le habría gustado que Alicia le despertase al levantarse, pero no podía negar que le había hecho ilusión que Roberto fuese corriendo para compartir todos el cumpleaños. Alicia había escuchado las risas y no dejaba de sonreír, estaba tumbada de medio lado mirando a sus niñas, que estaban tumbadas en la cama, Ana daba suaves palmadas mientras Andrea levantaba las piernas intentando darse impulso para darse media vuelta y poder arrastrarse. Fernando dejó que Roberto se acercase antes que él, cogió la cámara de video y grabó unos minutos, Alicia se giró y sonrió pero terminó poniendo la mano delante del objetivo.
-No tenemos pintas Fernando.
-Felicidades Alicia.
-Gracias.
Le besó suavemente y le dejó espacio en la cama para que también se tumbase con los niños, Fernando les miraba a los cuatro sin dejar de sonreír, se entretuvieron entre risas y juegos; Andrea era la más revoltosa mientras que Ana se movía despacio y sin dejar de fijarse en todo, Roberto atendía a sus dos hermanas y ellos les miraban casi embobados. Le miró interrogante cuando sonó el timbre, Fernando apartó la mirada disimulando pero sabía que no funcionaría.
-Alicia, deberías ir a abrir…
-Claro, porque tú sabes quién es ¿verdad?
Fernando ya no contestó, había cogido a Andrea en brazos y se entretenía dando palmas con ella; Roberto se bajó de la cama y ofreció la mano a su madre, Alicia sonrió emocionada y le cogió de la mano para ir los dos corriendo hasta la puerta, Fernando se rio en voz baja y cogió a las niñas. Antes de abrir la puerta cerró los ojos respirando el olor de Roberto, la casa olía a salitre, besó el pelo de su hijo dándose cuenta que también olía a salitre, sólo llevaban una tarde en la playa y ya estaban aclimatados, se les harían cortos los días que quedaban. Fernando llegó hasta la entrada pero se quedó con las niñas en un segundo plano, Alicia abrió la puerta y no pudo más que reírse al ver a un camarero cargado con todo lo necesario para tomar el mejor desayuno del mundo sin mover un dedo. Le dejó pasar y miró a Fernando sonriendo, susurró un gracias y cogió a Roberto en brazos, esperaron pacientemente a que el camarero terminase de poner la mesa y preparase todo el desayuno; Fernando se acercó a Alicia y la besó en el pelo, las dos niñas se revolvían en sus brazos pero no quería dejarlas en el capazo, quería sentir a toda su familia junta. Alicia dio una generosa propina al camarero, al cerrar la puerta dejó a Roberto en el suelo y se acercó despacio a Fernando, agarró la mano que Andrea tendía hacia ella.
-Mi amor, es perfecto; aunque no me hubiese importado desayunar pan duro…
-Ya no somos unos chiquillos para comer pan duro…
Se echaron a reír y se sentaron a la mesa haciendo caso a Roberto, que insistía en empezar a desayunar, Fernando se sentó con las niñas en su regazo mientras Alicia y Roberto se sentaron cada uno en una silla en frente de él. Alicia no dejaba de mirar absorta a Fernando atendiendo a sus hijas, le daba igual no poder tomar ni un sorbo de café con tal de que ellas no estuviesen molestas; Roberto comía deprisa porque decía que tenían que volver a la playa. Fernando miró de reojo hacia la ventana, las nubes habían tapado el sol y hacía bastante viento, Alicia movió la cabeza sabiendo qué estaba pensando.
-Podemos quedarnos en el jardín, no hace mucho viento, tomamos el sol, jugamos los cinco, incluso puede que las niñas empiecen a gatear…
Fernando sonrió y se levantó con cuidado, quería que Alicia disfrutase del día y mejor si era en la playa; dejó a Andrea en la manta, mientras que Ana seguía tranquila en sus brazos, Roberto fue corriendo hasta donde estaba Andrea, se rieron de su reacción, Alicia estaba segura que Fernando se habría tumbado en la manta con las niñas.
-No hace tanto viento, además… A ti te encanta la playa y es tu día.
La besó el cuello pero se separó al instante, Roberto les llamaba a los dos, se agacharon junto a la manta a tiempo de ver cómo Andrea se daba media vuelta, era la primera vez que lo hacía, pero todavía era pronto para que empezase a gatear. Tras unos minutos intentándolo, rompió a llorar al ver que sus esfuerzos no servían, Alicia la cogió enternecida pero torció el gesto ante la mirada de Fernando, Andrea era tan impaciente como ella mientras que Ana esperaba a estar preparada para intentar gatear. Se sentaron con los tres niños en la manta, todavía quedaba parte del desayuno en la mesa pero al estar con sus hijos se les olvidaba todo; Roberto le dio un trozo de brioche a Tor, que hasta el momento se había mantenido en segundo plano, y Andrea intentó cogerlo para comerlo. Fernando la miró serio, hacía unos días habían hablado de empezar a darles puré, ya tenían cuatro meses y no podían alimentarse sólo con el biberón, pero le costaba tanto asumir que crecían y pronto dejarían de ser unos bebés, Tor no se molestó porque Andrea cogiese el trozo de brioche pero agradeció que Alicia se lo diese, se rascó el pelo al ver el enfado de su hija al quitárselo de las manos.
-Mi amor, todavía no puedes comer brioches, pero te prometo que dentro de unos meses te daré todos los que quieras…
-Y seguro que te gustan tanto como a tu madre.
Fernando empezó a hacer cosquillas a Andrea consiguiendo que olvidase su enfado, Roberto no dejaba de estirar la manta, mientras Ana se agarraba fuerte al camisón de Alicia.
-Mi amor –Roberto se giró dejando la manta para atender a su madre- ¿qué haces?
-La manta es pequena y Anea y Ana no peden estar en el tuelo.
Se miraron orgullosos y Fernando le revolvió el pelo a la vez que seguía haciendo cosquillas a Andrea. Después de unos minutos jugando con sus hijos, Fernando se levantó, empezó a hacer fotos ignorando las protestas de Alicia, estaban en pijama y despeinados, pero realmente esos eran los momentos que él quería conservar, momentos que había tardado muchos años en vivir, una mañana celebrando, riendo y jugando; se agachó para besarles y decidió cambiarse.
-Quiero salir a comprar, y así puedo hacer el puré para las niñas… -se mordió el labio alargando el momento- Pero me cuesta tanto dejaros solos hoy…
-Fernando, por favor, serán unos minutos –le miró sonriendo y terminó echándose a reír- además, que yo recuerde no te importó salir sin decirme nada en Madrid…
-Hombre, no podía decirte que iba a comprarte una tarta, tenía que ser una sorpresa ¿no? Y no creas, también me costó salir de aquel piso que parecía nuestra propia isla…
Alicia se mordió el labio, estuvo a punto de confesarle que en el pasado no había confiado del todo en él, que siempre temió que se fuese y no regresase, tragó saliva decidiendo dejar el pasado en su sitio y le metió prisa para que se vistiese. Fernando volvió a agacharse y la felicitó susurrando, se estremeció al sentir su aliento, tiró de su pijama y le besó intensamente, al quedarse sola se sintió culpable. Aunque siempre le quiso y hubiese hecho lo que fuese por él, tenía que reconocer que en Madrid nunca perdió el miedo a que se fuese, a que desapareciese aunque ya le hubiese dicho que ese día era su cumpleaños. Incluso cuando se reencontraron, no dejó de tener esa sensación, sonrió al recordar cómo al reencontrarse había sido al revés, Fernando siempre regresaba a su casa, necesitaba verla, hablar con ella, daba igual que le llenase de reproches, incluso la siguió a casa de Inés… Aun así, siempre tuvo ese miedo a que desapareciese de su vida, tanto que estuvo a punto de no vivir lo que tenían por el miedo a lo que pudiese pasar. Roberto se quedó mirándola, Ana estaba tranquila en la manta mientras Andrea en brazos de Alicia movía los brazos sin descanso, abrazó a su madre diciéndola que tenía que estar contenta porque era su cumple. Alicia se emocionó pero terminó frotándose los ojos y haciendo caso a su hijo, empezó a jugar con los tres dejando atrás cualquier preocupación. Fernando no tardó nada en ducharse y vestirse, por un momento había recordado lo que sintió al dejar el piso franco para ver cómo estaba la cosa fuera y comprar la tarta y las flores para Alicia; en ese momento era muy consciente de lo temporal de su relación, siempre pensó que Alicia no debía embarcarse en su vida, en su lucha y su huida, terminó de vestirse sonriendo, escuchaba las risas que llegaban desde el salón y no podía pensar en el pasado, vivía por y para su familia y los errores habían quedado muy atrás. Alicia le vio regresar con la mejor de sus sonrisas, se agachó junto a ella y atendió un pequeño berrinche de Andrea que parecía insistir en ser independiente pero se enfadaba cuando era consciente que todavía no podía moverse por sí sola.
-En unos minutos estoy de vuelta…
-Anda, sal ya y deja de preocuparte; tarda lo necesario, tienes que comprar provisiones para toda la semana ¿no?
-Así que la señora Peña no piensa ocuparse de nada… Interesante.
La besó riendo y se incorporó con prisas, quería haber regresado ya, no quería perderse ni un minuto de ese día. Alicia se tumbó en la manta con las niñas sobre ella, no entendía cómo Fernando aguantaba tanto rato así, Andrea no dejaba de moverse y daba suaves golpes a su barriga, Ana sí era más tranquila aunque le asustaba ese empeño por intentar mantener la cabeza levantada para mirarla. Roberto había aprovechado para jugar con Tor mientras le decía a su madre que sus hermanas tenían mucha suerte, él ya no podía tumbarse como estaban ellas, se emocionó con la afirmación de su hijo y le dijo cuánto le quería, se echó a reír cuando la respuesta de Roberto fue felicitarla repetidas veces.
Fernando caminó por la ciudad deprisa hasta llegar al mercado, apenas se fijó en las calles por las que pasaba, quería descubrir cada rincón pero quería hacerlo con su familia así que sería en otro momento. Había tardado bastante en llegar al centro, había acertado alquilando una casa apartada de la ciudad, no se diferenciaba mucho de París y él quería tranquilidad con su familia, al menos esa semana. Le gustó el trato del tendero, mucho más cercano que la mayoría de parisinos, en poco tiempo tuvo todo listo, había pedido la suficiente comida para los días que estarían, pero antes de volver tenía que comprar la tarta. En París había valorado encargarle una tarta a su amiga pero al final pensó que sería mejor comprarla al llegar porque la tarta preferida de Alicia, de chocolate, no resistiría el viaje; el tendero le recomendó una tarta de azúcar típica del norte de Francia, dudó un momento, a Alicia le encantaba el chocolate, pero al final aceptó, sería otra manera de sorprenderla. Se rio ante la última mirada del tendero, iba cargado y a ese hombre le divertía verle hacer malabarismos; antes de salir del mercado paró en un puesto de flores y plantas, sonrió recordando aquel primer ramo de rosas blancas que le regaló a Alicia. Decidió pedir tres rosas blancas y una roja, resopló pensando cómo llevar ese pequeño ramo sin que se estropease al ir tan cargado; al salir del mercado caminó despacio, controlaba las flores mientras no dejaba que se le cayese ninguna bolsa. Alicia se había sentado en la manta sentando a las niñas apoyándolas sobre ella, Andrea estaba feliz al ver que ya podía sentarse como su hermano mayor, Ana, en cambio, agarraba fuerte la mano de su madre casi como si pensase que no estaba preparada para sentarse sola, era mucho más cauta que su hermana. Roberto jugaba con los muñecos de guiñol enfrente de su madre y sus hermanas, estaba contando un cuento en el que los dos muñecos que tenía en las manos eran sus hermanas, les contaba que tenían que tener cuidado cuando jugasen, que dentro de poco podrían jugar con Tor y salir a pasear sin ir en el coche. Fernando dejó las bolsas a la entrada sin hacer nada de ruido, quería que lo primero que viese Alicia fuesen las flores, se asomó por la puerta del salón y no pudo evitar sonreír al verles a los cuatro sentados, Alicia giró la cabeza instintivamente, sonrió al verle asomado sin entrar.
-Hola Fernando, ya te habíamos visto… ¿Por qué no entras? Estamos deseando ver qué has comprado.
-Papá tenemos que comer tarta, es el cumpe de mamá y Anea quiere andar.
-Uy, para andar todavía le queda mucho… -se acercó despacio con las flores en la espalda y se agachó para besar a Andrea- Tienes que crecer despacio pequeña; –besó la naricita de Ana y besó a Alicia antes de levantarse- he comprado muchas cosas, pero algunas más importantes que otras…
Alicia le miró torciendo el gesto pero sonriendo, cogió a las niñas en brazos y se levantó, intentó ver qué escondía Fernando detrás de la espalda pero él fue más rápido y se alejó.
-Cada cosa a su tiempo Alicia… -puso su mejor sonrisa y se volvió a acercar- ¿Por qué no dejas a las niñas en el capazo?
-Oh la lá! ¿Me vas a dar el regalo que escondiste al llegar?
-No…
Se echó a reír, en toda la mañana había preguntado por el regalo y le parecía raro, Alicia dejó a Ana en el capazo y sonrió al ver lo tranquila que se quedaba, Andrea en cambio se echó a llorar y sólo ver a su hermano mover los muñecos de guiñol consiguió calmarla. Alicia se acercó con cara pícara, Fernando intentó alejarse pero le besó antes de que lo hiciese, cuando notó que se había relajado se separó y miró detrás, sonrió al ver el pequeño ramo.
-¡Eso es trampa Alicia!
-Vaya, no soy la única que se pica… -le besó dejando que fuese él quien le diese las flores- Son preciosas.
Las olió y sonrió pensando en la simbología de las tres rosas blancas y una roja, le abrazó todo lo fuerte que pudo pero fueron interrumpidos por sus hijos, los tiempos en los que podían celebrar sin pensar en nada más, habían quedado atrás, tenían una verdadera familia y sus hijos no les dejaban ni un respiro. Mientras Alicia iba a por un jarrón para las flores, Fernando atendió el enfado de Andrea, quería coger uno de los muñecos de guiñol pero Roberto no se lo había dado porque pensaba que podría hacerse daño.
-Mira, se lo dejamos un poco para que vea lo que es y estamos atentos a ella ¿te parece?
Roberto torció el gesto sin estar seguro del todo pero le dejó hacer, sólo sonrió cuando escuchó reír a su hermana, Fernando se echó a reír al ver el gesto resignado de Ana ante el escándalo que montaba su hermana. Tuvo que dejar que Alicia ordenase las cosas que había comprado después de poner las rosas en el jarrón, la miraba sonriendo y expectante ante el momento en el que descubriese el paquete de la tarta, estaba seguro que querría probarla en ese momento. Alicia fue ordenando todo despacio, le encantaba comprobar que Fernando tenía en cuenta sus gustos a la hora de comprar, miró con recelo las verduras que estaba segura eran para el primer puré de sus niñas, a ella también le costaba pensar que estaban creciendo, echaba de menos esos primeros días con ellas pero también adoraba los momentos de juegos los cinco juntos. Al coger el paquete de la tarta sonrió casi como una chiquilla, le miró con disimulo poniendo su mejor sonrisa inocente.
-Mmm tiene que estar buenísima, vamos a probarla.
-De eso nada señorita, –giró la cabeza sin dejar de atender a Andrea- la tarta la probaremos cuando comamos, además, tienes que soplar las velas…
-Jooo pero si ya no tengo que pedir ningún deseo, -puso los brazos en jarra y Roberto la imitó- yo quiero probarla ahora.
Fernando se acercó a ella, no podía dejar de mirarla, le parecía que estaba guapísima cuando ponía ese tono y esa actitud, además, sentía admiración por ella en momentos así, había pasado por mucho pero todavía podía ser esa chiquilla de 19 años ilusionada. La besó intensamente y susurró en su oído cuánto le gustaba cuando se enfadaba; Alicia torció el gesto y se separó para guardar la tarta aceptando no probarla en ese momento. Fernando esperó a que terminase y la abrazó guiándola hasta el salón, Ana se había terminado tumbando en el capazo mientras Andrea seguía moviendo el muñeco de guiñol y no dejaba de hacer ruidos como si estuviese hablando con su hermano.
-Fernando… ¿Te molestaría si llamo al despacho? Grace tiene hoy un juicio muy importante y quiero saber cómo está.
-Por supuesto, llama –la besó y sonrió- no te he secuestrado, sólo estamos de vacaciones.
Antes de ir a preparar el puré para sus hijas, se quedó mirando cómo marcaba el número y esperaba pacientemente, sonrió al notar el cambio de Alicia en cuanto Grace contestó, aunque quería que desconectase de todo, no podía negar lo que le gustaba verla en su papel de perfecta abogado. Respiró hondo pensando, como muchas veces le pasaba, que en París Alicia sí tenía una carrera como abogado, sin ningún tipo de límite y sin abusos de ninguna clase; saber eso le quitaba la culpabilidad al pensar que si no vivían en España era porque él no podía. Miró a Roberto dándose cuenta que se quedaba boquiabierto mirando a su madre, se mordió el labio y fue a la cocina a preparar el puré. Alicia intentó transmitirle a Grace toda la confianza que tenía en ella, habían repasado el caso muchas veces y estaba segura que lo conseguiría; terminaron hablando de la sorpresa de Fernando, Grace lo sabía desde hacía unos días. Alicia se emocionó cuando su amiga le contó que había visto a Fernando muy ilusionado preparándolo todo, sabía que para él no era fácil mostrarse así delante de los demás, pudo verle rascándose el pelo al contárselo a sus amigos, casi sin saber a dónde mirar… Se despidió de Grace cuando Ana empezó a gimotear, la cogió con cuidado y comprobó que necesitaba que la cambiase; Fernando preguntó desde la cocina pero se negó a que lo hiciese él. Había pelado las zanahorias y las patatas, cogió el pasapurés que por suerte tenían en esa casa, pero no dejaba de estar pendiente del salón, en realidad necesitaba cualquier excusa para volver junto a ellos unos segundos, quería pasar todo el tiempo con su familia. Alicia sonrió cuando su hija se echó a reír al desnudarla, a pesar del viento, la temperatura era mejor de lo que habían esperado.
-Si fueses un poco más mayor, -empezó a vestirla y notó cómo cambiaba de gesto- nos podríamos bañar en la playa, seguro que te encanta.
-No mamá, en la paya no porque son penenas, hay que esperar.
-Tienes razón mi amor.
Miró a Roberto sonriendo, estaba atento a todo y no pensaba descuidar a sus hermanas; cogió a Andrea en brazos y con las dos niñas fue a la cocina, Roberto la siguió pero le pidió a Tor que se quedase en el salón porque la cocina no era tan grande como en casa. Fernando la miró sonriendo, acababa de terminar el puré pero tenía que recoger y recordó que ni siquiera había recogido la mesa del desayuno, Alicia pudo ver sus intenciones.
-Fernando, por favor, relájate, estamos de vacaciones y además es mi cumpleaños, no necesitamos que todo esté recogidito, ¿no te parece?
Fernando suspiró casi resignado pero a lo que no renunció fue a recoger la cocina, Alicia probó el puré y sonrió, estaba segura que había cuidado cada movimiento mientras lo hacía; se rieron cuando Roberto quiso probarlo también antes de dárselo a sus hermanas. Después de que Roberto dio su visto bueno, sentaron a las niñas en una trona que también había en la casa, Alicia supo que se había asegurado de ello antes de decidirse por esa casa; Fernando bromeó con Roberto sobre la poca confianza que tenían en el puré que él había hecho, el abrazo de su hijo le enterneció. Se sentaron frente a las niñas, Roberto se puso de pie en una silla, Fernando estuvo a punto de decirle que no podía hacerlo, podría caerse y hacerse daño, pero su hijo era bastante más terco que él y no serviría de nada. Alicia sonrió cuando Andrea movió los brazos casi preguntando qué hacían allí sentadas, era la primera vez que las sentaban en una trona; la besó y las miró confiada, Fernando recordó el primer puré que le dieron a Roberto, esa inseguridad había desaparecido en los dos. Decidieron dárselo a probar a las dos a la vez, Fernando se encargó de Andrea y Alicia de Ana, Roberto les indicaba que debían ir despacio para que no se atragantasen, Andrea cerró la boca con fuerza justo cuando empezó a notar el sabor del puré mientras que Ana lo saboreó y terminó riendo moviendo los brazos.
-Creo que a ti te va a costar más trabajo…
-Sí, –Fernando se echó a reír mirando a Andrea- pero no hay nada imposible para nosotros ¿verdad pequeña?
Le guiñó un ojo a su hija mientras Alicia volvía a dar una cucharada a Ana, Roberto les observaba y sólo intervenía cuando pensaba que el puré mancharía a sus hermanas. Tras unos minutos, tanto Alicia como Fernando estaban llenos de puré pero habían conseguido que sus hijas comiesen una parte; Roberto no dejaba de reírse al ver a sus padres manchados. Fernando le miró riendo y le manchó la nariz a lo que el niño respondió empezando a hacerle cosquillas, Alicia ayudó a su hijo y no dejaron de jugar hasta que Andrea empezó a llorar, quería salir de la trona, Fernando miró de reojo a Roberto, parecía que a una de sus hermanas le gustaba tan poco sentirse encerrada como le había gustado a él cuando era un bebé. Limpiaron a sus hijas y las dejaron en el capazo rodeadas de juguetes, Roberto se inclinaba para explicarles de qué era el puré que habían comido y por qué tenían que empezar a comer esas cosas. Fernando se echó a reír al ver el pelo de Alicia casi embadurnado de puré.
-Voy a prepararte un baño… Con lo que hemos sido y mira, llenos de puré en tu cumpleaños… -la besó dulcemente limpiándola la mejilla- Aunque no se me ocurre una forma mejor de celebrarlo.
-A mí tampoco, es el mejor cumpleaños de todos los que he vivido, aunque si soy sincera… Hay otras formas de celebrarlo también…
Empezó a besarle pero Fernando se separó y le colocó un mechón de pelo, sonrió al ver su cara.
-Alicia… Estamos llenos de puré, primero tienes que bañarte y después ya veremos cómo celebramos el cumpleaños ¿de acuerdo?
Alicia le hizo burla para terminar echándose a reír, dejó que fuese a preparar el baño mientras ella recogía el plato de puré. Fernando sonrió al quitarse la camisa, nunca se imaginó manchado de puré después de dárselo a sus hijas, tenía tres hijos, una familia, quedaba muy lejos aquel Fernando que nunca le prometió futuro a Alicia, que sólo vivía el presente y sabía que los días en el piso franco tenían fecha límite. Preparó el baño recordando cómo en el piso franco Alicia se había empeñado en prepararlo ella misma; Alicia recogió los platos del desayuno sin dejar de estar pendiente del salón, le daba miedo dejar a las niñas en el capazo sin estar vigilándolas. Cuando Fernando regresó, Alicia estaba sentada frente al capazo, Roberto había accedido a jugar con Tor y dejar descansar a sus hermanas, Ana sí se había quedado dormida pero Andrea seguía moviendo los brazos y jugando con uno de los muñecos de guiñol.
-El baño ya está listo, señorita, no tardes o se enfriará el agua.
Alicia se levantó y le besó, Fernando cogió el capazo para dejarlo a la puerta del baño, Roberto les siguió diciendo a Tor que no podían separarse de su madre ese día porque era su cumpleaños. Alicia se echó a reír al verles a todos tan pendientes de ella, torció el gesto pero estaba segura que ninguno daría su brazo a torcer; Fernando la ayudó a desnudarse, le quitó el camisón casi sin rozar su piel, estuvo a punto de besarle pero un ruido de Andrea le recordó que no estaban solos, le dio un fugaz beso y entró a la bañera. Fernando se sentó en el suelo al lado del capazo y con Roberto entre sus piernas, Alicia cerró los ojos disfrutando del baño y las sales, pero no podía evitar sonreír al sentir la presencia de Fernando y sus hijos en el baño.
-No os cambiaría por nada… Da igual lo que hagamos por mi cumpleaños, o cualquier otro día o fecha, estar con vosotros es el mejor regalo del mundo.
Fernando se incorporó agachándose junto a la bañera y la masajeó el pelo que todavía tenía algún resto de puré.
-Para mí sí que sois un regalo, más de lo que merezco… -cambió el gesto y volvió a sentarse con sus hijos- Aunque estoy seguro que estás esperando tu regalo ¿o ya no te importa?
Alicia torció el gesto y le salpicó controlando que no llegase nada de agua a sus niñas, Roberto se echó a reír cuando notó el agua salpicada por su madre, se levantó y empezó a quitarse el pijama para meterse con su madre en la bañera.
-¿Has visto? –Fernando la miró divertido- Ahora Roberto quiere bañarse, si no hubieses salpicado…
Se echaron a reír y esperaron a que Roberto estuviese listo para bañarse, Alicia estaba segura que a Fernando le encantaría bañarse también con ellos, pero no dejaría a las niñas en el capazo mientras los tres disfrutaban del baño. Roberto jugó con las sales, Alicia le miraba sonriendo esperando que no le molestasen, el baño era para ella así que en vez de sus juguetes, tendría que conformarse con las sales que Fernando había echado. Cogió a Andrea en brazos, que no tenía intención de dormirse, y disfrutó de ver a madre e hijo jugando con el agua y la espuma; Alicia se contuvo y no le salpicó porque estaba con Andrea, Fernando era consciente de ello y se reía pensando que si su hija hubiese estado dormida, él ya estaría empapado. Salir de la bañera conllevó un enfado de Roberto, era muy responsable pero cuando sacaba su carácter… Tenía a quien salir. Ante esa afirmación de Fernando, Alicia le miró con suficiencia diciendo que podía elegir a quien salir con tanto carácter; Fernando se levantó a envolverla en la toalla.
-No me cansaré de decirte lo guapa que estás cuando te picas…
Alicia le hizo burla y le besó antes de ayudar a Roberto a secarse con la toalla, Fernando empezó a recoger el baño ante el suspiro resignado de Alicia.
-No te desesperes tanto… -se remangó y siguió recogiendo- Todavía tengo que preparar la comida y ya es un poco tarde ¿no crees?
-Vaya, pensé que saldríamos a comer fuera…
-Mmmm podría ser, pero me apetece un poco de intimidad, -mientras hablaba iba recogiendo el desastre formado en el baño por Alicia y Roberto- podemos comer en el jardín y después damos una vuelta por la ciudad, me han hablado de unos acantilados preciosos, aunque…
-Tendremos que tener cuidado –le miró sonriendo- ¿no?
Fernando se echó a reír, hacía mucho que Alicia podía adelantarse a sus precauciones, la besó suavemente divertido y cogió el capazo para salir del baño. Mientras Alicia vestía a Roberto y se vestía, Fernando preparó la comida, era cierto que había valorado salir fuera a comer, pero en realidad quería un cumpleaños más íntimo, como el primero que vivieron pero rodeados de su familia. Preparó un plato a base de queso, era típico del norte y, aunque no sabía prepararlo, el tendero le había dado la receta esa mañana; sonrió recordando el plato que Alicia había preparado el primer cumpleaños que compartieron, realmente nunca necesitaron grandes comidas o regalos para ser felices. Después del cumpleaños anterior en el que cerró un cine sólo para ellos, esperaba que a Alicia no le pareciese poco la celebración de ese año. Alicia se puso un vestido que había comprado unos días antes, todavía el tiempo no era tan bueno para ese vestido, pero la comida sería en casa y quería estrenarlo, Roberto la llamó guapa mientras se maquillaba, le miró sonriendo y echó un vistazo por el espejo para ver a sus niñas, estaban sentadas en el capazo, Andrea todavía enfurruñada por haber tenido que comer puré, no había cambiado el gesto desde que lo comió. Escuchó cómo Fernando ponía su disco favorito, siempre le gustaba escuchar canciones en español, empezó a tararear mientras preparaba a sus hijas para la comida. Fernando recogió la cocina, tenía el horno puesto y aún quedaba media hora para que la comida estuviese lista; cuando entró al salón no pudo evitar quedarse embobado, Alicia estaba realmente preciosa con ese vestido tan ligero, se acercó a ella y la besó el hombro colocando uno de los tirantes.
-Eres preciosa…
La besó el cuello, Alicia le acarició el pelo y se separó despacio.
-Fernando… -se mordió el labio frenando su impulso- Tienes que ducharte y vestirte, ¿o pretendes comer así?
-Vaya… -se rascó el pelo fingiendo decepción- Pensaba que te parecía guapo siempre, como tú a mí…
La risotada de Alicia hizo reír a Andrea que, hasta ese momento seguía muy seria, Alicia le besó asegurándole que era perfecto siempre, Fernando se fue a duchar murmurando divertido. Preparó la mesa mientras hablaba con sus hijos, Roberto preguntaba cuándo irían otra vez a la playa, las niñas querían salir del capazo para jugar juntas aunque tuvieron que conformarse con el peluche que Alicia les dejó en el regazo. Se mordió el labio pensando que en ese viaje no podrían bañarse juntos, le gustaría volver a nadar junto a Fernando, pero sus niñas todavía no podían bañarse en un agua tan fría, ni siquiera Roberto debía pasar mucho tiempo en el agua aunque, como a ella, le encantaba estar dentro y salpicar. Fernando se relajó en la ducha, ese día no había querido salir a nadar, no quería separarse de su familia, pero los días que les quedaban pensaba despertarse un poco antes para salir a la playa y disfrutar del mar aunque estuviese fría. Se puso uno de los trajes preferidos de Alicia y salió esperando que la comida estuviese lista; Alicia acababa de apagar el horno, la abrazó por detrás viendo cómo Roberto y Tor iban de un lado a otro de la casa corriendo y jugando, respiró el olor de Alicia mezclado con el de la comida.
-Lo que huele tan bien es lo que has cocinado.
Fernando se echó a reír y acercó su nariz al cuello de Alicia, la besó suavemente y la miró.
-No, quien huele tan bien eres tú…
-Fernando…
Roberto interrumpió un beso más largo de lo que habían planeado, se echaron a reír y decidieron empezar a comer ante la insistencia de su hijo. El primero que probó el plato que había cocinado fue Roberto, cuando pidió repetir Alicia miró orgullosa a Fernando mientras él se rascaba el pelo y terminaba sirviendo los platos. Disfrutaron de la comida con constantes interrupciones, las niñas cada vez dormían menos por el día, sobre todo Andrea, además, Tor no dejaba de ir de un lado a otro de la casa, casi como si quisiese descubrir cada detalle de esa nueva casa a la que no estaba acostumbrado. Para otras parejas podría ser desesperante que sus hijos interrumpiesen todas y cada una de las comidas o cenas que eran especiales, pero para ellos era especial, sentían que hasta las niñas podían celebrar con ellos el cumpleaños. Alicia tuvo que insistir para coger a Andrea porque Fernando no dejaba de atenderlas, al final terminaron comiendo con las niñas en brazos; Fernando escuchaba los planes de Alicia para el verano, quería colaborar más con la Comisión cogiendo menos casos en el despacho, se echó a reír cuando, entre tanto plan profesional, comentó que quería que sus niñas disfrutasen de París, todos las semanas tendrían que reservar un día para pasarlo los cinco juntos por la ciudad y disfrutar del buen tiempo que en París no abundaba. Fernando se limitó a escucharla, no quería hacer más planes que estar con su mujer y sus hijos, aunque no olvidaba el libro, le quedaba por escribir lo más difícil, ya había escrito cómo había conocido a Pierre y pronto tendría que escribir sobre Belle. Una manotada de Andrea le sacó de esos pensamientos, bromeó con las veces que tuvo que sacarle las castañas del fuego en la comida con el portugués en casa de sus tíos, Alicia se echó a reír recordando lo que le molestó precisamente que él se mostrase tan de acuerdo con su tío y aquel portugués.
-Recuerdo que estaba enfadada contigo por el plantón… Al verte en casa de mis tíos no pude evitar una sonrisilla y ponerme nerviosa, pero cuando hablaste de Machado… Te hubiese soltado alguna de las mías si no hubiésemos estado rodeados de gente.
Fernando se echó a reír, evitó ponerse serio pensando en su vida, siempre ocultando quién era; terminó hablando de las veces que Alicia terció entre Delmás y él, con el actor estrellita había sido ella la que le sacó las castañas del fuego. Roberto preguntó por los actores y por Numancia, se quedaron mirándole embobados hasta que Alicia empezó a hablar del trabajo de su padre y de su tío Roberto, Fernando la miraba enternecido, sus hijos oirían hablar de Roberto, Andrea, Joaquín, Luisa o Ignacio tanto como hablarían de los amigos a los que ya conocían. Llegó el momento del postre, Fernando se aguantó la risa pero había notado cómo Alicia estaba deseando que llegase el momento de probar esa tarta que no sabía de qué era.
-Espero que te guste… Es una tarta típica del norte, yo no la he probado nunca.
Alicia desenvolvió la tarta con impaciencia, al verla le miró interrogativa.
-Est un véritable tarte au sucre.
-¡Oh la lá! Hablas francés mucho mejor que cuando nos conocimos…
Se echó a reír y la besó, encendió la vela y puso la tarta delante de Alicia, ella cogió a Roberto en brazos y se dispusieron a soplar pero Fernando les interrumpió.
-Recuerda que tienes que pedir un deseo.
-No, hace dos años que no tengo que pedir ningún deseo… No hay nada que quiera que no tenga ya.
Le miró emocionada, durante tantos años habría pedido volver a verle… Pero durante muchos años pensó que era imposible, que debía superarlo porque nunca más podría volver a verle. Sonrió dejando atrás ese sentimiento de abandono, besó a Roberto en la frente y soplaron la vela; Fernando aplaudió a la vez que lo hacía Roberto, se quedaron sorprendidos cuando Andrea también aplaudió, Ana, en cambio, sólo miraba a su madre sonriendo. Fernando la besó suavemente felicitándola, Alicia recordó cómo después de felicitarla los 19 años, la picó con la mayoría de edad, se mordió el labio pensando que en el pasado pocas veces sabía distinguir cuándo bromeaba, cuándo disimulaba… Le miró sonriendo y vio cómo partió tres trozos de tarta, estaba claro que Roberto tenía que probarla también, sus niñas todavía eran muy pequeñas. Fernando esperó a que Alicia la probase, terminó riendo porque madre e hijo se apresuraron a coger una cuchara para ser los primeros, les observó detenidamente y sonrió aliviado al ver que hablaban con la boca llena diciendo que estaba buenísima, terminó riéndose de los gestos de Alicia, que eran casi iguales a los de Roberto. Tomó su trozo de tarta con las dos niñas en sus brazos, apenas podía llevarse la cuchara a la boca, se emocionó cuando Roberto le ayudó, Tor empezó a ladrar, era la primera vez que no le daba nada de su plato.
-¡Claro! No hemos partido un trozo para Tor, también tiene derecho a celebrar mi cumpleaños ¿no?
Alicia le puso un plato pequeño con un par de cucharadas de tarta, tardaron todavía media hora en terminar de comer porque todos repitieron el postre. Brindaron por el futuro, siempre lo hacían después de aquel primer brindis que compartieron en el que no se podían permitir soñar con tener más tiempo que unos días juntos. Antes de salir, Fernando se encargó de que todos estuviesen bien abrigados, estuvo a punto de decirle a Alicia que debía cambiarse, ese vestido era demasiado veraniego para el viento que hacía, pero se contuvo, a cambio se aseguró de que llevase un buen abrigo, a sus niñas les puso sus gorritos y las manoplas, Ana se dejaba hacer mientras Andrea soltaba bufidos manoteando; Roberto aceptó ir abrigado. Fernando se echó a reír al salir de casa y ver cómo Alicia resoplaba por el viento, la estaba despeinando y no podía controlarlo, se acercó a ella colocándole un mechón que, al segundo, volvió a estar fuera de lugar.
-No necesitas estar peinada para estar preciosa Alicia.
-Mi amor…
Le besó suavemente y se agarró a su brazo, Fernando llevaba el cochecito de las niñas, Roberto agarraba el barrote mientras con la otra mano intentaba que Tor no les adelantase mucho. Saludaron a un par de señores mayores, Fernando valoraba esos paseos en familia, en Madrid no habían podido volver a pasear juntos sin correr cierto peligro, llevaban dos años viviendo en París y ya eran una familia corriente, una familia más que iba a pasar unos días a la costa. Roberto se entusiasmó con un pequeño bosque, quería quedarse allí todo el rato, Alicia le cogió en brazos recordándole que tenían que llegar al acantilado.
-Meno pero solo poque es tu cumpe ehh.
Fernando le miró divertido, estaba seguro que dentro de unos años sería difícil convencerle de hacer algo que no quería. Alicia se separó para acercarse al acantilado, las vistas eran preciosas, cerró los ojos respirando profundo y sonrió a pesar de que el viento la despeinaba completamente. Volvió junto a Fernando, le gustaría compartir con él la impresión de mirar hacia abajo, el mar rompiendo contra las olas, pero no podían descuidar a los niños y menos en un lugar como ese. Fernando estiró una manta y desmontó el coche para dejar el capazo sobre ella, Alicia le ayudó a estirar otra manta para sentarse ellos y Roberto, Tor había encontrado un amigo con el que correr, al dueño de ese perro se le veía a lo lejos, por lo demás, parecían estar solos en ese lugar idílico. Pasaron la tarde disfrutando de sus hijos, los pequeños berrinches de Andrea, la atención que Ana prestaba a cualquier cosa y la constante preocupación por todo de Roberto. También hubo momentos para los juegos, Andrea y Ana echaban carcajadas cada vez que chocaban sus manos mientras que Roberto había aprendido a hacer volteretas en la guardería y les sorprendió con una demostración. Alicia pudo ver en la expresión de Fernando cómo iba a preocuparse por cada avance, aunque tampoco podía disimular una expresión de orgullo por sus hijos, todo lo hacían más rápido y mejor que otros niños. No dejaron de sacar fotos, incluso grabaron algún video, Alicia a veces pensaba que Fernando intentaba compensar todas esas fotos que no pudieron hacerse en el pasado. Jugaron casi hasta la extenuación, parecía que sus hijos eran inagotables pero, a media tarde, se quedaron dormidos; primero había sido Ana, casi sin llamar la atención se acomodó en el capazo y cuando quisieron darse cuenta, ya estaba dormida; a Andrea le costó bastante más, incluso estuvo a punto de despertar a su hermana, pero Roberto intervino empezando a contarle un cuento. Cuando comprobó que sus hermanas estaban dormidas, se tumbó en la manta con una mano en el capazo y se quedó dormido; estuvieron minutos viéndoles dormir hasta que Alicia se abrazó a él y empezó a besarle. Se tumbaron en la manta sin dejar de besarse hasta que Tor regresó cansado y se tumbó junto al capazo, Alicia se echó a reír y se apoyó en Fernando relajándose. Hablaron entre susurros de sus hijos, también de algunos recuerdos y algunos planes para el futuro; cuando Fernando no contestó, Alicia supo que se había dormido. Se incorporó y se quedó mirándole, siempre le parecía especial verle dormir, le peinó con los dedos y le besó la frente, se sentó junto a él y aprovechó el momento para contestar la última carta de su prima.
Mi querida Mati
Cuánto me alegra que tu labor te haga feliz, parece que has encontrado tu lugar; aunque ya te dije que no me convence del todo, me gustaría que lo hubieses elegido tú. En la foto se te ve tan feliz que hasta se me olvida que han sido las circunstancias las que te han llevado hasta allí; nada que ver con la imagen que tuve de ti la última vez que nos vimos… Sigue mandándome fotos, por favor, me hace muy feliz recibir cartas y fotos tuyas.
Te estoy escribiendo desde El Havre, es una ciudad del norte de Francia, mi marido me ha sorprendido con un viaje a la playa para celebrar mi cumpleaños; lo único que me falta es tenerte aquí, nunca pude celebrar mi cumpleaños contigo. Por lo demás, creo que no podría ser más feliz, te diría que soy más feliz que en toda mi vida, pero mentiría, esta sensación la tengo desde hace dos años, ahora incrementada por nuestros tres hijos, pero desde que empezamos a vivir juntos en París me siento feliz día tras día.
Los niños están cada día más grandes, hoy les hemos dado el primer puré a Andrea y Ana, tenías que haberlas visto comerlo, son preciosas; nosotros acabamos con puré por todas partes. Roberto ha aprendido a hacer volteretas aunque no tiene ni un año y medio; no es porque sea mi hijo, pero creo que avanza más rápido que otros niños. Me encantaría que les conocieses, prima, te querrían tanto como yo.
Recuerda que en París tienes una familia que te quiere y que está deseando que vengas de visita.
Un abrazo muy fuerte Mati
Alicia Peña
Guardó la carta en el bolsillo interior de la bolsa de las niñas, comprobó que sus niños estuviesen arropados y encendió un cigarro, fumó pensando en su prima, en lo injusta que había sido la vida con ella. Cuando Fernando se despertó ya había dejado atrás esos pensamientos, aun así, compartió con él ese momento que tuvo de recuerdo hacia su prima. Antes de que anocheciese decidieron bajar a la playa, Fernando se quedó casi a la entrada pero animó a Alicia y Roberto a que se acercasen a la orilla, no se habían puesto el bañador pero pudieron correr por la orilla y salpicar un poco de agua, sólo con verles reír sonreía él también. Tor había decidido permanecer a su lado, parecía cansado pero Fernando le miró detenidamente, estaba casi seguro que quería quedarse al lado del coche de las niñas, que ya estaban despiertas.
Pasearon por la ciudad de regreso a casa, ya había anochecido y empezaba a notarse más el frío, Fernando sacó de la bolsa otra manta y tapó a sus niñas a conciencia, Alicia se abrochó el abrigo disimulando aunque notó que Fernando la miraba irónico, Roberto parecía no notar el frío, quería volver a la playa y bañarse. Antes de llegar a casa, Fernando decidió encargar la cena en uno de los restaurantes que vieron, era tarde para ponerse a cocinar; mientras esperaban a que les diesen el pedido, hablaron con un par de mujeres, eran españolas, del sur, llevaban casi 20 años sin pisar España y no dejaron de preguntarles sobre los cambios en la sociedad. Roberto intervino hablando de Pelayo y El Asturiano, se sintieron orgullosos de su hijo y el entusiasmo con el que hablaba de España. Las niñas hicieron las delicias de las dos mujeres, Fernando resopló cuando quisieron cogerlas pero no se opuso; por suerte, su pedido no tardó mucho y en pocos minutos estaban fuera del restaurante con sus niñas de regreso al coche bien tapaditas. Alicia le convenció para cenar en el jardín, el viento parecía respetar un poco esa casa, además, las niñas estaban bien abrigadas. Roberto se sentó en una silla al lado del coche de sus hermanas, Alicia se sentó sobre Fernando abrazándole.
-Me apetecía estar así…
-A mí también… Pero no has vuelto a preguntar por tu regalo…
Alicia le pellizcó la mejilla en broma, terminó diciendo que no se creía que hubiese más regalos pero ni aun así consiguió que Fernando se lo diese todavía. Cenaron en un silencio sólo roto por sus hijos, Alicia sonreía porque los silencios entre ellos nunca eran incómodos, podrían hablar pero también se comunicaban así; no dejaron de acariciarse en toda la noche. Roberto llevaba un rato evitando bostezar pero al final no pudo evitar soltar un sonoro bostezo que no pasó desapercibido para sus padres.
-Es muy tarde ya, deberíamos dormir.
-Mi amor –Alicia se levantó y acarició el pelo de su hijo- tienes que descansar, ha sido un día muy largo.
-Feitidades mamá, te quiero.
La abrazó fuerte y poco después se quedó dormido, Alicia lo cogió en brazos, entró en la casa sin dejar de mirarle, le parecía increíble tenerle en sus brazos cuando dos años antes apenas se la notaba que ya estaba embarazada. Le acomodó en la cama y le arropó, besó su frente deseándole dulces sueños, un par de minutos después, Fernando entró en la habitación dejando a la puerta el coche con las niñas. Dio un beso de buenas noches a su hijo y le arropó aunque sabía que Alicia ya lo había hecho; fueron a la cocina para preparar el último biberón del día para sus niñas. También se las notaba cansadas, tanto que en cuanto lo tomaron se quedaron dormidas, ni siquiera Andrea protestó por dejarla en el capazo. Alicia se ocupó de llevar el coche a la habitación mientras Fernando se retrasaba recogiendo el salón, en realidad estaba preparando el regalo, una botella de champagne y un par de copas. Alicia se había sentado en la cama para esperarle, sonrió cuando le vio entrar con todo en las manos, se acercó para coger las copas y posarlas en la mesilla, le besó dejando que fuese él quien le diese el regalo.
-No es gran cosa… No se me da del todo bien esto, preparar sorpresas sí, pero elegir un buen regalo… -se rascó el pelo y le tendió el paquete- Bueno, aquí lo tienes, espero que después de tanta espera no te decepcione…
-Mi amor –le besó emocionada- un regalo tuyo nunca me decepcionará, estoy segura.
Sus manos temblaban mientras rompía el papel de regalo, pensaba que era un libro por la forma, pero se equivocó, al ver la portada de aquella agenda no pudo evitar que una lágrima cayese por su mejilla, Fernando acercó la mano para limpiarla. Tuvo que reconocer que la agenda la había tenido que encargar especialmente para ese día, todavía era pronto para poder comprar agendas para el año siguiente; en la portada había tres fotos, además de un título “Alice, 1964”, las fotos eran una de Alicia de bebé, otra de Roberto recién nacido y otra de las niñas también recién nacidas. La apretó contra su regazo y le miró emocionada.
-Es perfecta Fernando… -le besó intensamente, hablaba entrecortada por las lágrimas- Pero falta una foto, la tuya.
-No, tenía que ser así, una agenda para ti, con nuestros tres hijos.
Alicia la posó en la mesilla y llenó las copas pasándole una.
-Por ti Fernando, siempre has sido el amor de mi vida… El regalo es perfecto, pero sabes que aún sin regalo, el día sería perfecto porque estamos juntos. Tenemos una familia, unos niños que son maravillosos, la felicidad es esto.
-Felicidades Alicia…
Brindaron y tomaron un sorbo de la copa, Alicia dejó la suya en la mesilla y se la quitó a Fernando de las manos para empezar a besarle, poco después el vestido de Alicia y el traje de Fernando descansaban en el suelo mientras ellos disfrutaban de estar juntos como aquella primera vez en aquel primer cumpleaños que compartieron.
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04/09/13 Añadidas capturas del capítulo 165 de AEPS en http://relatosnoa4.es.tl/
04/09/13 Añadidas escenas de los capítulos 163, 164 y 165 de AEPS |
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