Finales de febrero de 1963
Alicia sonrió mirando a Emile ante su propuesta, le había costado dejar a sus niñas en casa, Fernando la había mirado preocupado y la había acompañado a la puerta con Andrea en brazos, besar a su hija en la puerta le hizo más difícil salir de casa. Al final había sido Fernando quien le había metido prisa, la besó suavemente y le recordó que había quedado con Emile en el despacho, entrar ese día al bufete fue extraño; llevaba semanas sin pasarse por allí, casi había olvidado el olor de su despacho, los sonidos de sus compañeros tecleando o pasando páginas, las conversaciones de fondo, las visitas de los clientes… Estar allí le recordó lo mucho que amaba su trabajo, se sentó respirando hondo intrigada por lo que Emile tuviese que decirle; gracias al éxito de su libro y sobre todo al contenido, había recibido una oferta. Se mordió el labio impresionada y sin saber qué decir, le proponían formar parte de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer perteneciente a la ONU. Siempre había soñado con poder luchar por los derechos de la mujer, por la igualdad real, hacía muchos años había creído que podría hacerlo en España después de terminar la carrera, la realidad le había dado una bofetada en aquellos años. Encendió un cigarro mientras escuchaba a Emile, desde Naciones Unidas se estaba trabajando por la igualdad, en los próximos años se darían pasos importantes y le proponían trabajar desde la distancia para ellos. Muchas personas se le pasaron por la cabeza en esos momentos, pero había tres mujeres que sobresalían, su madre, su prima y Luisa; además, por supuesto, de sus hijas, pensó también en Inés, Macarena y Manuela, todas ellas mujeres fuertes, valientes, luchadoras. Ése era el ejemplo que quería para sus hijas, y no sólo para ellas, pensó sobre todo en Mati, hacía mucho que no sabía nada de ella pero estaba segura que su prima no había podido salir de ese mundo de apariencias en el que quisieron mantenerla sus padres. Sonrió tiernamente al pensar en Dorita, los últimos días había tenido la oportunidad de conocerla, incluso le había contado la razón por la que se iba de Madrid. Tendió la mano a Emile aceptando el nuevo trabajo, le quitaría tiempo para dedicar al bufete y a sus clientes, pero no podía rechazar esa gran oportunidad para luchar por todas las mujeres que quedaron en el camino y todas las que estaban por hacer su camino. Emile le pasó algunos documentos, resopló al ver todo lo que tenía que revisar para ponerse al día, la Comisión había sido formada en el 46, llevaba más de 15 años de trabajo y lucha, tenía que ponerse al día. Fernando sonrió al oír llorar a Andrea, no hacía ni media hora que la había dejado dormida en la cuna, a ese ritmo no podría terminar nunca el artículo que estaba escribiendo. El día anterior les habían dado el primer biberón, Alicia tenía que volver a trabajar y él podría alimentarlas cuando su madre estuviese en el despacho. Había sido especial verlas comer a la vez, la ansía de Andrea frente a la tranquilidad de Ana, tuvieron que contener las ganas de Roberto, que quería darles él el biberón, por suerte se quedó mirando a Ana y sonrió al ver a su hermana tan tranquila. Pero en ese momento Andrea no podía querer comer, todavía faltaba más de una hora para la siguiente toma, Roberto había salido de paseo con Diane, les costó alejarle de sus hermanas pero Tor acabó por convencerle de salir a dar un paseo por el parque. Se levantó para coger a su hija, vio cómo Ana se removía buscando a su hermana pero se volvió a quedar dormida ocupando la parte de la cuna que su hermana no le dejaba. Paseó con Andrea por el salón, sonrió porque se dio cuenta que en los últimos días había ido hablándole a su hija de todos sus amigos en los momentos en los que paseaba por casa para calmarla. Se sentó acomodando a Andrea en sus brazos, tenía los ojos muy abiertos y le miraba sonriendo, se echó a reír y la besó susurrando que tenía que trabajar un poco. Le gustaría poder mandar todo a la mierda y sólo disfrutar de sus hijos y su mujer, pero era consciente de la suerte que tenía con Antoine, era cierto que muchas veces había dedicado muchas horas al trabajo, más de las que hubiese querido, pero cuando necesitaba no ir a la redacción, no ponía pegas, incluso en esos momentos que ni siquiera sabía cuándo volvería. Alicia y él sonreían cuando Diane les decía que ella podía ocuparse de los tres niños, no dudaban de ella, sabían que podría hacerlo, pero pensar en pasar todo el día fuera era superior a ellos. Se mordió el labio pensando en Alicia, a él le gustaría que se tomase más descanso del trabajo, todavía no se había recuperado del todo del parto, pero sabía lo que le gustaba estar en el despacho, sentir que ayudaba a los demás, nunca pasaría todo el día en el trabajo como había hecho los últimos años en Madrid, pero tampoco pasaría el día en casa. Admiraba a Alicia por ello y estaba dispuesto a estar pendiente de los tres niños e incluso de ella para que se alimentase y cuidase con tal de que pudiese volver a trabajar. Terminó de escribir el artículo mientras Andrea le babeaba la camisa, sonrió mirándola y miró el reloj, esa tarde Belén, Daniel y Dorita partirían para Alemania, en unas horas llegarían para comer todos juntos. Por la mañana le había costado levantarse, no quería tener que volver a despedirse de Daniel; tuvo que ser Alicia quien le hizo levantarse, tiró de las mantas y empezó a hacerle cosquillas. Ella ya estaba preparada para salir de casa, la besó despacio y, antes de dejarse llevar, se levantó de la cama recordándole que tenían mucho que hacer.
Los días que Daniel y su familia llevaban en París habían sido muy intensos, Dorita se quedó los tres primeros días en casa con ellos, Belén y Daniel aprovecharon el tiempo para hablar largo y tendido, aclarar muchas cosas y planear su futura vida en Alemania tomando decisiones conjuntas. Fernando miraba divertido a Daniel, tenían muchas cosas en común, en esos momentos todavía más, pero una de las más importantes era que los dos habían tenido que aprender a no tomar decisiones sin contar con su pareja.
Durante esas tardes en casa o paseando, Fernando y Daniel compartieron experiencias, pudo contarle muchos detalles de su pasado, la guerra, la Resistencia, incluso le habló de Belle, era extraño porque el recuerdo de Belle no le había compartido con muchas personas; Andrea, Roberto, Alicia… Pero con Daniel hablaba con total confianza, sin ningún reparo; miraba a Alicia de reojo pensando si podría molestarle pero al ver la mirada serena de su mujer se sentía aliviado, no había esa clase de desconfianzas entre ellos. Daniel tardó en contarle toda su experiencia en Colombia, Alicia le había sugerido que quizás se sintiese mejor si primero él le hablaba del fusilamiento, de cómo le costó asumir que había sobrevivido y cómo le costó volver a la vida normal; miró a Alicia y se sorprendió de la facilidad con la que podía enfrentarse a esos recuerdos, desde que lo había compartido con ella, era como si se hubiese quedado muy atrás, como si le hubiese pasado a otro Fernando, podía recordar cada sensación de esos días, pero ya no dolía, no podía doler porque todo lo que vivió le había llevado a donde estaba, con sus tres hijos, con su mujer. Dos días antes había compartido con Daniel también esa parte de su pasado, habló despacio mientras fumaba un cigarro, notaba la mirada fija de Daniel, cuando le miró supo que muchos de los sentimientos que le estaba contando a su amigo, también los había vivido él por su experiencia en Colombia. Le ofreció una copa y dejó que su amigo sacase todo lo que llevaba dentro, había sido mucho tiempo secuestrado, meses yendo de un lugar a otro encadenado, sin comida… Y, sin embargo, Daniel defendía a sus secuestradores, la situación en Colombia era extrema, el poder oprimía a los ciudadanos, el día a día en la selva era muy difícil y sus secuestradores simplemente intentaban luchar contra las injusticias. Apretó el hombro de su amigo pensando en todos los reproches que había recibido de él, si en aquel momento le hubiese hablado de los colombianos, Daniel no hubiese entendido su situación; se mordió el labio pensando en lo injusto que era tener que aprender por haberlo vivido. No quería que sus hijos llegasen a aprender así, no quería y no lo permitiría, sus hijos no conocerían esa clase de horrores que vivieron Alicia, Daniel o él. Alicia se echó a reír porque, al volver de la habitación de sus hijas con Roberto, su hijo echó a correr para abrazar a Daniel preguntándole dónde estaba Alemania. Daniel se quedó mirándole sin poder creérselo, Fernando miró orgulloso a su hijo aunque también le había sorprendido, miró a Alicia emocionado y ella sonrió. Belén llegó en ese momento con Dorita, habían salido a comprar unos regalos para enviarlos a Pelayo y su familia; Alicia les sonrió, a ellas les había costado menos sincerarse. Alicia había compartido con Belén las sensaciones que tuvo al reencontrarse con Fernando, lo extraña que se sintió al tenerle en su casa y cruzarse con él por las mañanas, tener que asumir que el amor de su vida, al que ella creía muerto, estaba vivo; Fernando estaba en ese momento en la habitación intentando dormir a Andrea, le miró mordiéndose el labio, había pasado 10 años sin contarle que sobrevivió… Apartó la mirada porque no quería que se sintiese culpable, habían pasado muchas veces por ello, habían hablado muchas veces y sabía que Fernando siempre se culparía por ello, volvió a mirar a Belén y sonrió frotándose los ojos. Le explicó cómo le afectó encontrarle tan cambiado, era difícil pensar en todo lo que había sufrido Fernando para llegar al extremo de necesitar morfina para sus dolores; Belén apretó su mano y se desahogó con ella, en Madrid había sentido muy lejos a Daniel, por momentos sentía que no le conocía. Por eso esos días les habían venido bien, terminó hablándole a Alicia de los planes que tenían en Alemania, de la ilusión que tenía por vivir los tres juntos, querían mucho a Dorita y se emplearían a fondo para hacerla feliz. La conversación fue interrumpida por la propia Dorita, había cocinado uno de los platos que mejor le salían y quería que lo probasen; Alicia la miró sonriendo, conocía la historia de Dorita porque ella misma se la había contado al segundo día de estar en casa. Se notaba que la chica necesitaba que la dijesen que no era culpa suya, Belén y Daniel se lo habían dicho muchas veces, pero la querían y podía ser que lo dijesen por eso; Alicia estuvo tentada de contarle lo de Angulo pero entendió que Dorita no necesitaba saber de más abusos, sólo necesitaba que la escuchasen y la comprendiesen. Le parecía increíble verla jugar con Roberto, atenderle con el mayor de los mimos, Dorita se merecía ser feliz y estaba segura que junto a Belén y Daniel lo sería.
Fernando se levantó al escuchar la puerta, Andrea seguía despierta y, al ver a su hermano, soltó un pequeño grito; Roberto la llamó en voz baja y la besó cuando Fernando se agachó con ella, Tor fue a la cocina a beber agua, se notaba que habían echado una última carrera para llegar a casa.
-¿Cómo te has portado?
-Mien papá, ¿veda Dian?
Fernando estuvo a punto de echarse a reír, Roberto estaba copiando la fórmula en la que su madre solía preguntarle; miró a Diane de forma cómplice y se incorporó divertido.
-¿Te quedas a comer? Daniel y Belén se despiden hoy, llamé a Pierre pero no sabe si podrá escaparse.
-No sé Fernando, quizás queráis comer a solas con vuestros amigos…
La miró sonriendo, no entendía en qué momento había pasado a ser tan transparente para todo el mundo; Diane sabía que él prefería la intimidad para esos momentos, suspiró y besó a Andrea.
-Quédate, sois parte de la familia, sois los tíos ¿a qué sí Roberto?
-Tía Dian.
Roberto abrazó a su tía riéndose, Fernando le miró divertido y acunó a Andrea, que parecía que empezaba a dormirse. La dejó en brazos de Diane para ir a preparar la comida, quedaba todavía un rato para la hora de comer pero quería tenerlo todo listo, además en un rato tendría que darles el biberón a las niñas. Roberto le siguió a la cocina, los últimos días había decidido hacer de pinche de cocina, Fernando sonreía dejando que llevase algunas cosas de un sitio a otro, incluso una de las veces había tenido que cogerle en brazos para ayudarle a fregar, el resultado había sido muy distinto a cuando fregaba solo… Acabaron los dos salpicados de agua y jabón mientras los platos estaban todavía sucios en el fregadero, Roberto no dejaba de reír ante la tierna mirada de su padre.
Alicia salió del despacho ilusionada ante su nuevo trabajo, llevaba toda la documentación en el maletín, que pesaba bastante, en la calle la recibió la lluvia y torció el gesto. Tenía ganas de que llegase el buen tiempo, poder salir a pasear con sus hijos sin necesidad de abrigarse o llevar paraguas; suspiró pensando en la despedida con Daniel y Belén, iba a ser difícil volver a dejar de verles. Sonrió al recordar a Dorita, la echaría mucho de menos, la forma en la que enfrentaba la vida, esos comentarios tan acertados y a la vez tan inocentes, se alegraba profundamente de que fuese a vivir con Belén y Daniel, se merecía un futuro mejor que el que hubiese tenido en el Pozo de no haber salido de allí. Roberto se había acostumbrado a jugar con ella, compartía todos sus juguetes sin reservas e incluso no se ponía alerta si Dorita atendía a sus hermanas, parecía que la consideraba una más en casa; estaba segura que también echaría de menos a Daniel, su hijo parecía intuir qué personas eran más importantes para ellos y enseguida creaba lazos con sus amigos. Durante esos días no había podido dejar de mirar a Fernando y sonreír al ver su emoción ante la relación de su amigo y su hijo, era consciente que para Fernando era muy importante que Daniel conociese a su familia. No sólo por ser su amigo y quererle, que también, pero, además, creía que para Fernando era importante demostrar que la ayuda que le prestaron había servido de algo, le ayudaron a formar su familia, como si tuviese que demostrarle a Daniel que no se equivocó ayudándole.
Al pasar por delante de una librería se fijó en un cuaderno del escaparate, se mordió el labio recordando cómo Dorita había compartido con ella que había aprendido a leer y escribir después de llegar a trabajar en el Hostal, entró sonriendo y eligió el cuaderno más bonito y sencillo a la vez, no era un gran regalo, pero estaba segura que Dorita lo apreciaría, se notaban sus ganas de aprender y prosperar. Caminó despacio hacia casa, todavía quedaba casi una hora para que llegasen a la comida, se echó a reír porque sabía lo que se encontraría al llegar, Diane contemplando a las niñas mientras Fernando cocinaba ayudado por Roberto. Había caminado con paso firme hasta llegar a la puerta de casa y darse cuenta que abrió la puerta casi ansiosa, realmente estaba emocionada por la noticia pero deseaba ver a sus hijos y a Fernando. Tor se levantó corriendo al oír la llave en la puerta, fue el primero en saludar a Alicia; por un momento recordó lo que se encontraba al llegar a casa en Madrid, silencio y soledad, nadie que le preguntase qué tal había ido el día, nadie con quien poder compartir éxitos y fracasos… Fernando había salido de la cocina sonriendo pero se quedó parado frente a Alicia, dejó el trapo sobre la silla y se acercó a ella preocupado, sólo al sentir la mano de Fernando en su mejilla reaccionó. Se había quedado parada en la puerta recordando la sensación de soledad del pasado; abrazó a Fernando sonriendo y asegurándole que estaba perfectamente. Diane fue a la cocina al oír a Roberto pedir agua llamando a su madre, Alicia se separó despacio y notó que Fernando seguía mirándola preocupado. Fernando había fruncido el ceño al ver a Alicia con la mirada perdida por suerte, al dejar de abrazarla, volvió a ver la misma sonrisa y el mismo brillo en los ojos que tanto reconocía.
-Mi amor, está todo bien, muy bien… Sólo ha sido un mal recuerdo, pero con este recibimiento los recuerdos desaparecen.
-Alicia, tienes que cuidarte porque…
-Fernando, no ha sido eso, ¿de acuerdo? Estoy bien, -le besó suavemente y abrió el maletín- y si sigues ahí parado, no podré contarte las novedades, que son muy buenas…
Terminó sonriendo ante el tono enigmático que había puesto Alicia, la abrazó fuerte ignorando los documentos y sólo se separó al sentir las manos de su hijo en la pierna.
-¡Mamá! He cotinado con papá, Daniel se va a Mania.
Alicia cogió a Roberto en brazos y le llenó de besos, Fernando les observó sonriendo, seguía sintiéndose culpable de esos recuerdos que aparecían sin previo aviso. Nunca dejaría de pensar que debió dejar que Alicia tomase su decisión, en Madrid no estuvo a salvo de nada… Se mordió el labio y siguió a Alicia, que se acercaba a la cuna, estaba seguro que había echado de menos a sus niñas, era la primera mañana que pasaba tantas horas sin ellas. Alicia sonrió cuando Ana la recibió bostezando y abriendo los ojos, besó suavemente a Andrea y se mordió el labio antes de coger a Ana, era tan especial tenerla entre sus brazos; Fernando la hizo sentarse en el sofá, la besó suavemente y besó la frente de Ana, fue a la cocina para terminar de preparar todo. Alicia miró cómo Fernando entraba en la cocina y sonrió suspirando, dejó que Roberto se sentase al lado de ella, el niño acarició la mano de su hermana diciéndole que ese día Daniel y Dorita se iban a Alemania. Fernando se echó a reír al ver que Diane había terminado lo que él dejó a medias cuando Alicia había llegado, medio regañó a su amiga sabiendo que no le haría ni caso. Sirvió tres copas de vino ofreciéndole una y llevando las otras dos al salón para Alicia y para él. Sonrió al ver cómo Roberto atendía cuidadosamente a Ana, recordó el miedo que había tenido cuando Roberto en el hospital había querido coger a sus hermanas; su hijo era muy pequeño, pero tan responsable y cuidadoso que era imposible no emocionarse. Se sentó junto a Alicia mientras Diane se sentaba en la butaca, Alicia tomó un sorbo de vino saboreándolo, todavía cuidaba mucho lo que comía y bebía porque seguía amamantando a las niñas, ni siquiera había vuelto a fumar más que un cigarro de vez en cuando.
-¿Cuáles eran esas novedades tan buenas? Claro, tu hija te da la bienvenida y ya se te olvida el resto del mundo…
Alicia se echó a reír en voz baja, Ana se estaba quedando dormida mientras Roberto la acariciaba la cara.
-No disimules porque a ti también se te ha olvidado que tenía novedades… Deberías controlar esa preocupación exagerada que sientes. –sonreía mientras le miraba, era consciente que había una parte de preocupación que Fernando nunca dejaría de sentir- Gracias al libro se han fijado en mí para formar parte de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU… Creo que en unos años se darán pasos importantes a favor de la igualdad.
Fernando la abrazó controlando no molestar a su hija, Diane sonreía al contemplar la escena, un año antes no hubiesen actuado con tanta naturalidad estando ella, sobre todo Fernando. Alicia había escuchado la conversación de su hijo que intentaba hablar bajito hasta que dio la noticia y pasó a ser el centro de atención ante un Roberto que no entendía muy bien que pasaba pero también le dio un abrazo.
-Enhorabuena Alicia, te lo mereces, estoy seguro que tu trabajo será muy importante.
-Bueno, no vayas tan deprisa –sonrió al notar la admiración con la que la miraba Fernando- la Comisión lleva desde el 46, ha luchado mucho y no creo que mi participación vaya a ser decisiva…
-Por supuesto que sí Alicia, sé que vas a trabajar duro, como lo has hecho siempre, -besó su mano y la miró directamente- y tu ejemplo servirá de mucho.
-Primero tengo que ponerme al día, no sabes la de documentación que me ha dado Emile…
Fernando se echó a reír mirándola, cogió el maletín y fue sacando las carpetas, Alicia suspiró al verlas todas sobre la mesilla, Fernando se rascó el pelo pensando en lo importante que era la participación de Alicia, se giró a mirar a sus hijas pensando si conseguirían vivir un mundo de verdadera igualdad. Sonrió al ver cómo Roberto estaba entregado con sus hermanas. Se miraron sonriendo al oír a Andrea llorar, Fernando miró a Diane, terminó la copa de vino y se levantó a coger a su hija seguido por Roberto. Diane la felicitó sonriendo, Alicia se dio cuenta que no habían reparado en ella, quizás otra persona se habría sentido de más en ese momento, pero Diane era parte de su familia, la única persona con la que dejarían a sus hijos; sonrió cuando se sentó junto a ella preguntándola cómo había ido la mañana fuera. Fernando cogió a Andrea en brazos mientras Roberto le pedía cogerla, le hizo sentarse en la mecedora para agacharse junto a él y que rodease a la niña, nunca la soltaba pero Roberto sentía que era parte de aquellos momentos, que cuidaba a sus hermanas y ayudaba a sus padres.
Alicia se levantó para coger el teléfono antes de que Fernando volviese de la habitación para cogerle él, al escuchar a Pierre sonrió saludándole y le pasó el teléfono a su amiga. Pierre quería hablar con Fernando pero no podía dejar de saludar a Diane, algo que un año antes nunca hubiese hecho; Alicia se acercó a la habitación y sonrió al ver a Roberto con Andrea.
-Así que tenéis una reunión familiar y no me avisáis…
-Mamá Anea tiene e momir.
-Creo que no mi amor, enseguida tiene que comer.
Fernando giró la cabeza alarmado para mirar el reloj de pared, se incorporó haciendo que Roberto protestase porque quitaba a Andrea de sus brazos, Alicia estuvo a punto de echarse a reír pero besó a su hijo explicándole que su padre era muy alarmista, tanto como él. Fernando torció el gesto divertido y dejó a Andrea en brazos de Alicia.
-Voy a ver qué quiere Pierre, pero espera a que vuelva y preparo el biberón…
-Fernando, si tiene hambre, lo prepararé yo, Ana está todavía dormida, puede que se despierte cuando su hermana esté comiendo y tú podrás darle el biberón.
Fernando se rascó el pelo, Alicia no estaba enfadada pero su tono sí llevaba implícito el mensaje de “te estás pasando de controlador”, la besó suavemente y salió de la habitación todavía culpándose por su excesiva preocupación. Sonrió al ver la cara de Diane hablando con Pierre, ella se echó a reír y le pasó el teléfono; suspiró al saber que su amigo no podía ir a comer, si él estuviese en la redacción le hubiese tocado cubrir esas entrevistas de última hora. Los mineros habían convocado una huelga general para el día 1 y parecía que ésa sí se llevaría a cabo después de que la patronal no aceptase el aumento de sueldo del 11% y quisiesen dejarles contentos con el 5,8%. LA CGT sí iba a secundar esta huelga y esperaban tener resultados, Pierre tenía que entrevistar a un minero de Fuerza Obrera y a un miembro de la CGT. Sabía que a su amigo le gustaban ese tipo de entrevistas, pero tener que hacerlo a última hora, casi sin prepararlo y trabajando horas de más no podía gustarle a nadie. Despidió a su amigo esperando que pudiese terminar pronto con el trabajo extra, dejó a Diane en el salón casi sin reparar en ella y volvió a la habitación. Alicia había preparado el biberón como hacía Fernando, siempre pensaba que a él se le daban mejor esas cosas, estaba sentada en la mecedora dándoselo a Andrea mientras Roberto estaba de pie junto a la cuna esperando a que Ana se despertase. Disfrutaba de cada segundo con sus hijas, sabía que crecerían rápido y después añoraría todos esos momentos, además ahora estaban aderezados por un Roberto incombustible que cada día parecía mucho mayor. Sonrió a Fernando al verle entrar despacio casi temeroso de parecer ansioso, Roberto se acercó a él cogiéndole de la mano para arrastrarle junto a la cuna, quería coger a Ana. Como si estuviese conectada con su hermano, Ana abrió los ojos sonriendo y emitiendo un leve ruido, Fernando la cogió en brazos y se agachó para que Roberto pudiera darla un beso, tuvo que convencerle para esperar en la habitación mientras él preparaba el biberón, Roberto sólo se quedó conforme cuando le recordó que tenía que cuidar a su madre y a Andrea. Alicia suspiró divertida, entre el padre y el hijo no sabía cuál de los dos era más tremendista, se echó a reír cuando Roberto la miró riéndose y diciéndole que tenían que preparar la comida y jugar con Dorita. Fernando preparó el biberón de forma autómata, tenía a Ana sobre el hombro, Diane había ido a ayudarle pero comprobó que no necesitaba ninguna ayuda. Empezaba a pensar que sus amigos no podrían alejarse de las niñas, a Alicia le había costado esa mañana y Fernando no parecía dispuesto a volver al trabajo; tenía claro que no era por ella, aunque esperaba que no les durase mucho, tenían que volver a la normalidad. Miró a Diane mordiéndose al labio al darse cuenta de los pensamientos de su amiga, Diane se echó a reír mirándole divertida y empezó a poner la mesa dejando que Fernando volviese a la habitación. Se sentó en el brazo de la mecedora, Andrea estaba ya en la cuna y Roberto le acariciaba la mano contándole un cuento, los últimos días se había hecho experto en contar cuentos, algunos se podían entender, otros simplemente eran sus propios monólogos sin mucho sentido pero su voz conseguía calmar a su hermana. Alicia besó a Andrea sonriendo y volvió a la mecedora para contemplar a Fernando, Ana y él se complementaban a la perfección, los dos se movían despacio, Ana comía lentamente agarrando la mano de su padre mientras él la miraba delicadamente, incluso respiraba más suave para no perturbar la tranquilidad de su hija. Se miraron emocionados cuando Roberto arropó a Andrea, su hermana ya estaba dormida y no quería molestarla más con su cuento; se acercó a ellos preguntando por Ana. Fernando le miró divertido y, a la vez, preocupado, entre los dos conseguirían agobiar a Alicia; por suerte, al sonar el timbre Roberto echó a correr para ir a abrir llamando a Daniel y Dorita. Diane le cogió en brazos para que la ayudase a abrir, Fernando sonrió al oír cómo Roberto recibía a sus amigos, miró a Alicia mordiéndose el labio, se le habían pasado muy rápido los días con Daniel, iba a echarle de menos. Alicia le recordó que al menos habían podido volver a verle y habían compartido experiencias, Daniel tenía que seguir su camino con su familia. Se movió ligeramente para no molestar a su hija y besó a Alicia, siempre decía las palabras exactas en el momento adecuado; era difícil enfrentarse a otra despedida, pero con Alicia y sus tres hijos era imposible sentirse solo como se había sentido en el pasado ante las despedidas. Ana terminó de comer y, al echar el aire, recordó a sus padres que ella todavía estaba allí; Fernando se rio en voz baja mientras de fondo escuchaba la charla de Dorita y Roberto. Alicia le besó y salió para saludar a sus amigos, Fernando tumbó a Ana en la cuna, sabía que ella no necesitaba que le contasen un cuento o la paseasen. Antes de salir de la habitación, Ana ya se había quedado dormida con el brazo sobre su hermana, bajó con cuidado la persiana pero dejó un poco abierta la puerta, quería estar atento a ellas en todo momento. Belén ya estaba llevando la comida a la mesa mientras Dorita jugaba con Tor y Roberto, Fernando abrazó a Daniel conteniendo la emoción, todavía quedaban algunas horas para la despedida y no quería que todo girase en torno al viaje. Alicia había guardado la documentación en el maletín, al volver de la estación se pondría a leer para ponerse al día cuanto antes, besó a Fernando antes de sentarse a la mesa, parecían unos invitados en su propia casa, Belén y Diane se habían organizado y estaba todo listo. Daniel sentó a Roberto en la trona, el niño protestó alzando los brazos, Fernando se echó a reír cuando su amigo terminó cogiéndole. Sirvió la comida entre bromas intentando explicarle a su hijo que para comer tendría que sentarse en la trona, si estaba en brazos no podría comer solo.
-Olo papá ¿tona?
El resoplido de Roberto hizo reír a todos, Dorita le miraba encantada, después de esos días le iba a echar de menos, además, sentía algo de miedo al empezar en un país extraño y con otro idioma, pero miró a Belén y sonrió, estaban los tres juntos y serían felices. Daniel sentó a Roberto en la trona, el niño seguía enfurruñado pero en cuanto recibió el plato de arroz cogió la cuchara sonriendo y sin dejar de hablar. Fernando se quedó un momento parado frente a su hijo y su amigo, ésa comida era la última que compartirían en mucho tiempo; Alicia le acarició el pelo sabiendo lo que sentía, la miró sonriendo y empezaron a comer entre conversaciones sobre aquellos días que habían compartido. Se echaron a reír cuando Daniel empezó a practicar algunas palabras en alemán, Dorita le miraba con la boca abierta mientras Roberto agitaba los brazos feliz y Belén sonreía pensando en su nueva vida. Alicia se quedó mirando a Fernando, que intentaba no pensar en que tardarían mucho en volver a verse, acarició la rodilla de Alicia y bromeó con la visita de Inés y Mauro, Mauro no pudo aprender ni una palabra de francés mientras Inés pudo hacerse entender para preguntar cómo volver. Los comentarios divertidos de Dorita hicieron más llevadera esa comida, hablaba de París con ilusión, habían visitado muchos lugares esos días, pero para ella, lo mejor habían sido los Jardines de Luxemburgo, le parecían especiales. Alicia sonrió recordando lo que había echado de menos en Madrid pasear por los Jardines, le preguntó a Daniel qué lugares visitarían en Alemania, sabía que había planificado algunas excursiones para conocer un poco el país las semanas antes de empezar a trabajar. Roberto escuchaba a Daniel interesado y repetía algunas palabras, Fernando llegó a pensar que su hijo estaba valorando la idea de ir a visitarles a “Mania”, Alicia le miró divertida porque estaba segura que tanto Roberto como él lo habían pensado, al fin y al cabo, a Alemania podrían viajar mejor que a España, aunque de momento no se imaginaba a Fernando haciendo un viaje tan largo con las niñas. Fernando jugó con el corcho del vino mientras escuchaba a sus amigos, a veces, en momentos así se abstraía un poco saboreando esas conversaciones, escuchar la risa de Alicia y Roberto de fondo, pensar que sus amigos iban y venían pero estaban ahí. Su hijo le llamó la atención mientras le contaba que a Tor también le había gustado el arroz, suspiró al ver cómo estaba dándole comida al perro directamente de su cuchara. Belén y Diane seguían atentas para atender la mesa, Alicia se echó a reír porque Fernando las miraba resignado; Belén pronunció sus primeras palabras en alemán, algo parecido a “ich liebe dich” pero con un marcado acento madrileño, Daniel la besó riéndose y Dorita se quedó mirándoles embobada, después de las semanas de angustia por ver a Daniel tan perdido, por fin parecía que los dos estaban bien juntos. Antes de servir el postre, Fernando se levantó y fue a la habitación, tuvo que soportar una mirada burlona de Alicia aunque en el fondo sabía que ella también tenía ese impulso pero se frenaba. Las dos estaban dormidas, sonrió al ver a Ana arrinconada pero sin dejar de tener el brazo sobre su hermana, estaba seguro que de mayores Ana se parecería en eso a Roberto y a él, siempre protegiendo a su hermana, esperaba que eso no les causase muchas discusiones. Estuvo a punto de echarse a reír pensando que Alicia ya había asumido esa parte de él, le hacía suaves reproches e incluso miradas resignadas, pero no era un tema de discusión entre ellos. Claro que él se había controlado bastante hasta el momento del parto, era consciente que tenía que empezar a controlarse con el cuidado de sus hijas pero las veía tan pequeñas, tan indefensas que no podía dejar de mirarlas y comprobar que estuviesen bien. Alicia aprovechó que Fernando y Roberto habían ido a ver a las niñas para darle un par de caladas a un cigarro, miró enternecida a Dorita que esperaba impaciente poder achuchar a las pequeñas. Antes de volver al salón cogió un par de álbumes de fotos, sonrió pensando que Daniel no se creería todas las fotos que habían almacenado en el último año. Alicia no había podido esperar para disfrutar de un buen trozo de tarta, la miró riéndose mientras posaba en la mesa los álbumes, Dorita le miró sonriendo y se frenó para pedirle permiso, se echó a reír mirándola tiernamente y le hizo un gesto para que lo cogiese. Alicia apoyó la cabeza en su hombro disfrutando con la ilusión de Dorita al ver a Roberto de pequeño, Fernando se emocionó cuando Daniel empezó a ver las fotos, le gustaría que sus hijos creciesen cerca de Daniel. Sabía que su amigo no estaba en su mejor momento, pero estaba seguro que seguiría ayudando a su manera y que las personas que le conociesen serían muy afortunadas por tenerle en su vida. Alicia se mordió el labio divertida cuando Daniel bromeó con el coche, esos días no lo habían usado porque habían estado visitando París y no lo necesitaban, pero en una de las fotos aparecía. Fernando se rascó el pelo poniendo cara de circunstancias, era consciente que ese tipo de comentarios eran normales en personas que le habían conocido antes de llevar la vida que tenía en ese momento. Al final acabó bromeando también, en el fondo, había asumido todos los cambios en su vida pensando en sus hijos y Alicia, era feliz como no lo había sido nunca, y si para ello tenía que tener coche, perro o celebrar las navidades, por su familia lo haría. Diane se levantó sonriendo al oír el timbre, Fernando dejó que abriese porque también pensaba que sería Pierre, se echaron a reír cuando Roberto insistió para bajar de la trona y fue la propia Dorita quien le sacó de ella. Echó a correr para saludar a su tío, le abrazó diciéndole que sus hermanas estaban dormidas y que la comida estaba muy rica; Daniel se quedó mirando a Fernando, que miraba sonriendo a su hijo, verle embobado con el niño le hizo pensar en aquel hombre que estuvo a punto de pasar la línea roja pero que supo aceptar la ayuda de los que le querían. Fernando ya no era el mismo, aunque él tampoco creía ser el mismo que le había ayudado, si tuviese que volver a ayudarle lo haría de otra forma, posiblemente sin tantos reproches ni tanta moralina. Fernando le miró sonriendo sin saber qué pensaba, Daniel se echó a reír y bromeó sobre lo que hace cambiar la paternidad. Pierre saludó a Diane después de abrazar a Roberto, a Alicia le divertía cómo su hijo era uno más entre ellos, estaba segura que dentro de unos meses sus hijas serían tan importantes como Roberto, apretó la mano de Fernando pensando en la suerte que tenían por tener tan buenos amigos. Después de saludar a todos y pasar por la habitación para ver dormir a las niñas, Pierre se sentó a comer, Fernando se echó a reír porque no parecía contrariado ni apurado por comer solo delante de tantas personas. Comentó las entrevistas a los mineros, Fernando apretó el puño cuando supo que el Gobierno estaba intentando reclutar a mineros del norte para paliar los efectos de la huelga, por suerte no era como en España, parecía que fracasarían en su intento, los mineros se mantendrían unidos y la huelga podría llevarse a cabo. Roberto se había sentado en la manta con Dorita, Tor merodeaba la mesa intentando que Pierre le hiciese caso y le diese algo de su comida; Daniel miró a todos y se sintió en familia, como se había sentido en el Hostal o en el Asturiano. Roberto se levantó corriendo al oír llorar a Andrea, Fernando miró el reloj pero todavía era pronto para que volviesen a comer; Alicia dejó que fuesen los dos mientras le preguntaba a Pierre algunos detalles de la entrevista. Fernando cogió a Andrea sonriendo, Roberto tiró de su camisa para que se agachase, le miró intentando mostrarse contrariado pero en realidad le enternecía mucho esa pasión que Roberto sentía por sus hermanas. Dejó que Roberto la besase y colocase la manta y, al incorporarse, vio que Ana también estaba despierta, soltó la mano de Roberto para poder coger a las dos niñas; al llegar al salón, Alicia sonrió divertida, sus hijas no querían perderse esa reunión. Era lo que veía en la mirada de Fernando, daba igual que las niñas no tuviesen ni un mes, él pensaba que era así porque eran las niñas más listas del mundo; Dorita se acercó para coger a Ana, Roberto sonrió y alzó los brazos para que Alicia le cogiese y poder estar cerca de Dorita y contarle cómo eran sus hermanas. Fernando dejó en brazos de Daniel a Andrea y se sentó junto a Alicia, se mordió el labio evitando nuevamente emocionarse pensando en lo difícil que sería repetir esa comida. Dorita empezó a hablar del Pozo, a pesar de los horribles recuerdos sobre Natalio, recuerdos que omitió, iba a echar de menos a la gente de allí, gente humilde, solidaria, buena gente. Daniel sonrió recordando su paso por el Pozo, las personas a las que ayudó, cómo durante mucho tiempo su familia había sido la gente del Pozo.
-La verdad es que voy a echar de menos el Pozo, hay mucha labor que se puede hacer allí… Aunque no creo que yo ahora mismo pudiera ayudar en nada…
-Por supuesto que podrías Daniel, conmigo lo hiciste –Fernando hablaba tranquilo pero sonaba seguro- pero ahora tienes que centrarte en tu vida –miró a Belén sonriendo- os merecéis ser felices.
Daniel apretó el hombro de Fernando y sonrió al ver la mirada entre Belén y Fernando, esos días habían servido para que ambos se conociesen y Belén pudiese olvidar el error de Fernando.
-Sigue habiendo gente dispuesta a ayudar en el Pozo, los últimos recuerdos que tengo no son muy buenos… -Daniel evitó mirar a Dorita pero cada vez que pensaba en el hijo de puta de Natalio le hervía la sangre- Pero sigue habiendo buena gente, -sonrió mirando a Andrea, tenerla en brazos le hacía olvidar cualquier cosa- incluso curas y monjas que ayudan desinteresadamente…
Fernando se echó a reír mirándole, por mucho que no creyese en dios, Daniel era incapaz de no soltar alguna puya recordando las conversaciones que tuvieron en el pasado sobre curas que no eran decentes.
-Estoy seguro que sí, conocerte a ti me ayudó a superar algunos prejuicios…
Alicia sonrió mirándole, en realidad todos les miraban divertidos, incluso Roberto parecía entender el intercambio entre ellos.
-Cuando fui a despedirme de mis vecinos de allí –Dorita no entendía muy bien qué habían querido decir sobre los curas y las monjas, aunque estaba segura que era algo relacionado con los comunistas y la ayuda- conocí a una monja muy buena, la hermana Matilde, parecía triste pero mis vecinos me dijeron que llevaba meses viviendo allí y ayudando a todos como hizo Daniel hace tiempo.
Alicia había sentido algo extraño al oír el nombre de la monja, Fernando notó cómo se había tensado, la miró negando suavemente, era imposible que fuese su Mati, pero aunque no tenía ningún motivo para pensarlo, al oír a Dorita había recordado a su prima. Fernando miró a Alicia recordando a Mati y la primera vez que preguntó por su familia al reencontrarse, movió la cabeza porque en aquellos días Alicia no estaba precisamente comunicativa y con toda la razón.
-Escucha, Dorita, ¿tú te acuerdas de esa monja?
-Bueno, muy poco, porque como me iba sólo fui a despedirme y tenía prisa.
Dorita no notó que para Alicia era importante esa información, estaba centrada en Ana, Fernando miró a Alicia preocupado, Regina sí hubiese sido capaz de meter a su hija en un convento para que nadie pudiese señalarles.
-¿Pero era joven?
-Sí, no, bueno no sé, de tu edad más o menos… Tenía una mirada muy triste, de eso sí me acuerdo muy bien.
Alicia se mordió el labio y agarró el guardapelo mientras notaba la mano de Fernando sobre su espalda; ya estaba pensando cómo poder averiguar si la corazonada de Alicia era buena, tenía todavía un par de compañeros que podrían ir al Pozo y hablar con el contacto que le dio Daniel para falsificar las acreditaciones para las Jornadas. Habló al oído de Alicia diciéndoselo, no sabía muy bien para qué les serviría saberlo, su prima seguía en España, pero era consciente de lo importante que siempre había sido Mati para Alicia y lo que le dolía no haberse podido despedir de ella. Alicia le sonrió débilmente y dejó que sus amigos siguiesen conversando aunque ella miraba a sus hijas y pensaba en su prima. Llevaba muchos años sin verla, sin saber de ella, pero le hubiese gustado tanto que hubiese podido superar lo que el desgraciado de su padre le había hecho… La mano de Fernando en su mejilla la hizo sonreír sinceramente, se apoyó en él intentando relajarse, Fernando le acariciaba el pelo tranquilo aunque por dentro ya iba pensando en las gestiones que tendría que hacer para saber si esa hermana Matilde era la prima de Alicia, era una posibilidad remota, pero Alicia había sentido algo al oír a Dorita y él pensaba comprobarlo.
El llanto de Andrea hizo que Alicia dejase de pensar en su prima, sonrió tiernamente y miró a Pierre, que en ese momento la tenía en brazos, para que le devolviese a su hija, estuvo a punto de echarse a reír cuando su amigo suspiró torciendo el gesto, había disfrutado muy poco de tenerla en brazos. Esa vez Fernando ignoró la mirada de Alicia para que se quedase y la acompañó con Ana en brazos, Roberto les siguió pero se giró a mirar a sus amigos para poner un dedo en la boca indicándoles que no hablasen muy alto. Fernando sonrió orgulloso entrando en la habitación, cerró la puerta y dejó que Alicia se acomodase en la mecedora, Roberto se sentó en la alfombra insistiendo para que él también lo hiciese. Alicia les miró resignada aunque tenía que admitir que si no estaban los cinco juntos, no disfrutaba del todo del momento de amamantar a sus hijas; le había costado empezar a darles el biberón, quería seguir teniendo esos momentos y pensaba que por suerte todavía era pronto para alimentarlas sólo con el biberón. Fernando se olvidaba de todo contemplando a Alicia y Andrea, Roberto se había apoyado en él para mirar a su madre y su hermana aunque tenía cogida la mano de Ana; nunca dejarían de sorprenderse de la capacidad de su hijo para estar atento a sus dos hermanas. Fernando a veces dudaba de que fuese bueno, Roberto era muy pequeño y tanta responsabilidad tendría que agobiarle; sonrió al escuchar la voz de Roberto en un susurro.
-Doita se va a Mania teemos e hacer festa epedir. ¿mienen ponto?
-Tardarán un poquito, –besó la cabeza de su hijo y miró a Alicia emocionado- van a vivir en Alemania. Pero tenemos que estar contentos porque van a ser felices.
-Cotetos ser feices.
Alicia se les quedó mirando sonriendo pero suspiró mirando a Andrea, sabía que dentro de poco no podrían volver a disfrutar de esos momentos, sus niñas irían creciendo tan rápido como creció Roberto. Le ilusionaba pensar en sus tres hijos corriendo por la casa pero, a la vez, empezaba a sentir nostalgia por los momentos que no volverían a vivir; se echó a reír al ver la mirada irónica de Fernando, parecía que sabía lo que estaba pensando y la decía que quedaba mucho para eso, sus niñas acababan de nacer. Fernando besó a Roberto y se levantó despacio para coger a Andrea, Ana no protestaba por tener que esperar, se acomodó en los brazos de su madre y empezó a comer despacio. Andrea empezó a llorar cuando Fernando la cambió, miró a Alicia sonriendo, Roberto era igual de bebé, no le gustaba nada que le desnudasen; cuando terminó acomodó a Andrea en sus brazos y empezó a pasear por la habitación para dormirla. Al final tuvo que aceptar, ante la mirada divertida de Alicia, que Roberto le contase un cuento mientras le acariciaba la mano. Suspiró resignado sin dejar de sonreír pensando que Andrea era la más cabezota, él nunca conseguiría dormirla a la primera porque prefería a su hermano; terminó bromeando con Roberto y se rio en voz baja porque parecía que su hijo le entendía y seguía la broma. Alicia besó a Ana emocionada, oyó de fondo las risas de Dorita y se mordió el labio pensando que habían dejado a sus amigos solos, Fernando la miró sonriendo, Andrea ya estaba dormida así que se levantó para dejarla en la cuna.
-Papá –le agarró la mano después de arropar a su hermana- vete a salón, yo me edo a uidar a Ana.
Fernando se agachó para abrazar a su hijo, Alicia les miró emocionada y sonrió cuando Roberto se acercó a ella para besar a Ana. Fernando se quedó en el quicio de la puerta un momento y se frotó los ojos para volver al salón, Pierre había sacado a Tor de paseo, se echó a reír mirando a Diane, sus amigos estaban como en su propia casa y él estaba feliz por ello, tenían una familia de verdad en todos los sentidos. Se sentó al lado de Daniel y sonrió cuando su amigo empezó a hablar de Pelayo y Marcelino, recordó que tenía que contestar su última carta, esa noche antes de dormir lo haría. Compartió con Daniel algunos recuerdos de los tiempos de Numancia, estaba seguro que Roberto y él se hubiesen llevado muy bien. Alicia acarició la cara de Ana cuando terminó de comer, le parecía tan delicada, Roberto la imitó y terminó emocionándose pensando en la relación de su hijo con sus hermanas, besó a Roberto antes de levantarse para dejar a Ana junto a su hermana. Daba igual que no estuviese dormida, Ana se quedaría dormida después de sentir a su hermana junto a ella, Roberto se acercó y se quedaron mirando cómo se acomodaban, bueno, Andrea se acomodaba mientras Ana esperaba para adaptarse al espacio que dejase libre su hermana. Tuvo que coger en brazos a Roberto para que no se empeñase en quedarse en la habitación, sonrió al cerrar la puerta y oír que Fernando estaba hablando de Roberto y Numancia, Daniel y Belén se habían quedado sorprendidos al saber que la productora de cine había estado en el mismo portal en el que estaba el Hostal. Roberto preguntó por Tor cuando su madre le dejó en la manta, Fernando se echó a reír explicándole que el tío Pierre se tomaba muchas confianzas.
-¿Ofiazas? Tío Pierre bueno, pasea a Tor.
Diane se levantó riéndose para abrazar al niño, Alicia se sentó junto a Fernando después de coger la bolsa con el cuaderno para Dorita, quedaba poco para tener que salir de casa hacia la estación. Fernando encendió un cigarro intentando mantener el tono relajado de las bromas pero cada vez era más difícil, el momento de las despedidas se acercaba y sabía que tardarían en volver a ver a su amigo. Por suerte, la cara ilusionada de Dorita al recibir el paquete le hizo sonreír sinceramente, esa chica contagiaba su alegría a todo el mundo; ante ese pensamiento no pudo evitar sonreír recordando a Alicia cuando la conoció, tan distinta a Dorita pero con la misma frescura y luminosidad. La besó el cuello mientras observaban a Dorita abrir el paquete, Alicia se emocionó cuando pasó sus manos por la portada del cuaderno, era una foto de los Jardines de Luxemburgo, Dorita se levantó y abrazó a Alicia sin dejarla reaccionar. Belén miró feliz a Daniel, harían todo lo necesario por ofrecerle una vida feliz a Dorita y por que pudiese prosperar; cuando Pierre abrió la puerta, Roberto fue corriendo a abrazarle preguntándole por qué no le esperó, todos estallaron en carcajadas ante el suave reproche del niño. Al separarse abrazó a Tor preguntándole dónde le había llevado el tío Pierre, el perro, como respuesta, le dio un lametazo y salió corriendo hacia la cocina; Daniel se fijó en la cara de Fernando mirando a su hijo y sonrió. Dorita aprovechó los minutos que quedaban para estrenar su cuaderno escribiendo la primera carta a Manolita, le habló de los días en París y de Alicia, Fernando y sus hijos. El ambiente se volvió menos animado, todos pensaban en las despedidas, sólo los juegos de Roberto rompían el silencio en el que se habían acomodado todos. Se despidieron de Diane y Pierre, iban a ayudar a Sophie con la mudanza, Gabrielle y ella se iban a vivir juntas aunque, para sus familias, compartían piso; Fernando le dio a Diane las llaves del coche para que no tuviesen que estar yendo o viniendo andando o en taxi. Al día siguiente irían todos a cenar a casa de sus amigas para celebrar ese paso que habían dado, Alicia sonreía feliz, en cierta forma ellos habían sido los primeros en felicitarlas y, aunque no quería sonar presuntuosa, ella la primera en sugerir invitarlas a las cenas que siempre celebraban. Fernando rompió su silencio para echarse a reír al ver todo eso en la mirada de su mujer; Alicia torció el gesto haciéndole burla mientras Diane y Pierre salían de casa. Daniel no sabía si compartir sus pensamientos con sus amigos, no estaba orgulloso de lo que hubiese pensando en el pasado sobre Sophie y Gabrielle, Fernando le miró intrigado porque notaba que quería hablar de algo y no se decidía.
-Creo que hace no mucho no hubiese entendido a vuestras amigas…
Alicia le miró intentando no mostrarse muy sorprendida aunque en realidad lo estaba, sabía que había sido cura pero no podía asumir esas ideas como propias de Daniel, Fernando, en cambio, era capaz de ponerse en su lugar, antes de conocer a Daniel tenía muy claras sus ideas sobre los curas. No habían cambiado en lo esencial y mucho menos en su opinión sobre la institución, pero era capaz de reconocer que había buenas personas curas o monjas, aunque seguía pensando que eran los mínimos, no pudo evitar recordar a Don Senén.
-Me alegro de haberlas conocido ahora y no antes –Dorita le miró sin entender muy bien, ella no sabía qué pasaba con esas dos chicas- tiene gracia, mis meses en Colombia me han enseñado mucho más que todos mis años ayudando en España…
-Por desgracia, creo que sólo aprendemos viviendo –Fernando acabó su copa y miró directamente a su amigo- por eso no podemos olvidar lo que nos ha pasado por duro que sea… Tenemos que salir fortalecidos, aunque creo que tú no necesitas que yo lo diga.
Alicia le besó y acabó hablando de Don Senén centrándose en el día que se escapó para llegar al rodaje, Fernando siempre había sido capaz de hacerla sonreír incluso cuando estaba muy enfadada por la sociedad hipócrita con la que se encontró al pisar España con su padre. Se quedó un momento callada y Fernando supo que estaba pensando en su prima y la posibilidad de que Regina la hubiese recluido en un convento, apretó su mano y siguió con los recuerdos, esa vez hablando de Ángel, otro buen cura.
Dorita guardó el cuaderno en la maleta volviendo a dar las gracias a Alicia, en ese momento se dieron cuenta que se acercaba la hora, Fernando decidió ir a preparar a sus niñas, Alicia se dio cuenta que estaba alargando el momento de la despedida, no era propio de él pero lo entendía muy bien. Alicia abrazó a Dorita recordándole que tenían que escribirse, conocerla había sido especial para Alicia, Roberto las interrumpió diciendo que quería despedirse, Alicia sonrió al ver las risas que provocaban los comentarios de su hijo. Con poco más de un año era capaz de tener verdaderas conversaciones con ellos; abrazó a Belén recordando todo lo que habían hablado esos días, eran muy distintas pero Alicia sabía que era una gran mujer y, además, muy luchadora. Dejó para el final abrazar a Daniel, significaba mucho para Alicia, había sido la persona que les había reunido a Fernando y a ella, recordaba tan bien cómo la abordó en la Plaza y lo esquiva que había estado ella… Al separarse, estaba emocionada pero no le importó, ni siquiera quiso disimularlo, Daniel cogió a Roberto y le besó, habló unos minutos con él de sus hermanas y sus padres, le sorprendía que el niño tuviese sus propias ideas sobre todo cuanto le rodeaba. Fernando cogió primero a Ana, nunca protestaba cuando la movían o desnudaban, la dejó en el cochecito y sonrió al verla manotear buscando a su hermana, Andrea soltó un bufido cuando su padre la cogió, estuvo a punto de echarse a llorar pero Fernando actuó rápido aunque con el mayor de los cuidados. Dejó a Andrea junto a su hermana y esperó a que se acomodasen para arroparlas, antes de salir de la habitación cerró los ojos agarrando el manillar del coche; le pasaron muchas imágenes por su cabeza y terminó sonriendo al recordar esas partidas de ajedrez en el Hostal, nunca se olvidaría de Daniel pero sabía que se iba para comenzar su nueva vida y sería feliz. Se frotó los ojos y salió de la habitación con la mejor de sus sonrisas, Alicia sonrió dándose cuenta de cómo aguantaba el tipo; Fernando abrazó a Dorita sonriendo, le hizo prometer que les escribiría algunas frases en alemán para que así ellos pudiesen aprender también el idioma, se mordió el labio obviando que él ya sabía algunas palabras en alemán aunque era parte de otra vida. Por suerte, las respuestas de Dorita siempre le hacían reír tiernamente, abrazó a Belén satisfecho por haber podido subsanar los errores que cometió en el Hostal, Belén había cambiado el concepto que tenía de él. Alicia cogió a Roberto, que seguía en brazos de Daniel, y contempló emocionada el largo abrazo de su marido y su amigo; Fernando se echó a reír separándose, los dos se habían emocionado. Alicia les hizo esperar un momento antes de ponerse los abrigos, preparó la cámara de fotos para sacar una de forma automática y posaron todos para una foto; a sus hijas no se las vería porque estaban en su cochecito, pero Fernando tenía el coche cogido con una de las manos mientras que con el otro brazo se abrazaba a Daniel sonriendo. Al salir de casa, Daniel bromeó con el frío que hacía, en Alemania sería peor, aunque no lo dijo, recordó el calor de Colombia, parecía que todo era distinto en el viaje que iniciaban en ese momento. Fernando y Alicia llevaban las maletas mientras Belén llevaba el cochecito y Daniel tenía en brazos a Roberto, Dorita, en cambio, se había negado a que Alicia o Fernando cargasen con su maleta, lo haría ella porque podía con la maleta y con lo que hiciese falta, cuando la había escuchado, Alicia la había mirado orgullosa.
Durante el camino no hablaron mucho, algunos recuerdos de otros tiempos, de la plaza, por supuesto, pero nada sobre el futuro, el viaje o Alemania. Sólo Dorita parecía entusiasmada, no dejaba de hablar del Pozo, del Hostal y la Plaza e incluso de los días en París, Alicia la miraba con envidia, tenía una mirada tan limpia, a pesar de ya haber sufrido mucho, que cualquier cosa le parecía increíble. Se abrazó a Fernando al ver a su hijo triste abrazando a Daniel, en momentos así le gustaría que Roberto no fuese tan despierto, estaba segura que su tristeza era por la despedida, de hecho, notaba la misma mirada en Fernando. Belén se rio cuando vio cómo Andrea se estiraba dejando arrinconada a Ana, Fernando bromeó con el carácter de sus hijas, el comentario de Dorita sobre que le parecía más divertida Andrea que Ana les hizo reír a todos menos a Roberto. Fernando vio cómo, por primera vez, su hijo miraba con recelo a Dorita, Alicia también se dio cuenta de esa mirada y estuvo a punto de echarse a reír.
-Ana es apa como Anea, las dos son menas, son mis emanas.
Daniel le besó emocionado ante esa declaración, sonrió pensando que Roberto podía bromear con todo menos con sus hermanas, con ellas no se bromeaba. Por suerte, Roberto cambió de cara en cuanto dejó claro lo que pensaba, volvió a abrazarse a Daniel preguntándole dónde estaba “Mania”. Los momentos que Roberto estaba en el suelo caminaba despacio, sin ganas de llegar a la estación, estaba claro que no quería que sus amigos se fueran. Alicia notó cómo Fernando se ponía tenso poco antes de llegar a la estación, estaba segura que si Daniel no hubiese tenido ya un trabajo esperándole en Alemania, Fernando hubiese intentado que se quedase en Francia, ayudándole a encontrar un trabajo, una casa… Pero su amigo debía seguir su camino junto a su familia, eso era lo importante, habían vuelto a verle, no había muerto en Colombia y tenía la oportunidad de ser feliz. Se quedaron un momento frente a la puerta de la estación, para Daniel era difícil volver a vivir ese momento, le había pasado lo mismo al despedirse de sus amigos en Madrid, Fernando reaccionó rápido y puso su mejor tono despreocupado para apremiarles a entrar. Llegaban con unos minutos de adelanto a la hora de salida, pero ya había pasajeros subiendo, Dorita hizo reír a todos cuando plantó su maleta en el suelo y abrazó a Alicia y después a Fernando, al separarse se inclinó para dar un suave beso a las niñas, sonrió cuando Ana abrió los ojos un momento para sonreírla. Cogió a Roberto en brazos hablándole en francés, apenas había aprendido dos palabras que no tenían mucho sentido, pero el niño pareció agradecérselo porque la abrazó con toda la fuerza de la que era capaz. Fernando dejó que Alicia se despidiese, a Daniel le había gracia el hecho de haberse despedido en casa para no tener que hacerlo en la estación pero, una vez allí, volvían a despedirse. Abrazó a Alicia recordando cómo Pelayo le había puesto en la pista para conseguir que Fernando reaccionase, Alicia abrazó también a Belén recordándole que tenían que seguir en contacto. Mientras Daniel miraba a las niñas sonriendo, Fernando se despidió de Belén dándole las gracias, no hizo falta que ninguno de los dos dijese por qué se las daba; finalmente, se abrazó a Daniel cerrando los ojos y dejándose llevar por la paz que siempre le transmitía su amigo. Aprovechó el abrazo con Daniel para recordar el hombre que conoció, ése que, estaba seguro, pronto afloraría aunque ahora sólo lo viese al mirar con ternura a Dorita o con amor a Belén. Se separó bromeando con futuras vacaciones en Alemania o París, Roberto alzó los brazos hacia Daniel preguntando por Alemania; le cogió riendo y le prometió que algún día estarían juntos en “Mania”. Un revisor les cogió las maletas mientras les preguntaba el vagón y los asientos que tenían, Alicia actuó de traductora aunque Daniel más o menos lo había entendido; dejó a Roberto en brazos de su padre y abrazó a Belén. Dorita se adelantó a entrar después de sonreír a Alicia y Fernando, estaba encantada con el tren y el ambiente de la estación; Daniel se giró antes de entrar en el vagón y miró una vez más a Fernando sonriendo, después de todo lo que habían vivido en Madrid, se alegraba sinceramente de que fuese feliz. Fernando le devolvió la mirada pensando que él también encontraría su felicidad en Alemania, suspiró cuando vio entrar a Daniel, miró a sus niñas pero seguían dormidas, abrazó a Alicia y sonrió cuando su hijo les abrazó a los dos. Alicia intentó que no se le escaparan las lágrimas y agradeció las bromas de Fernando y el monólogo de Roberto sobre Alemania y cuándo iban a ir. Estuvieron observando cómo se acomodaban en el vagón, Dorita le había recorrido de un lado a otro y al final se había sentado junto a la ventanilla, Belén y Daniel se sentaron en frente de ella. Alicia no pudo evitar recordar a su padre y el viaje a España, habían pasado casi 15 años, toda una vida, compartió con Fernando ese recuerdo mientras veían cómo los revisores cerraban las puertas de los vagones. El viaje de Belén, Daniel y Dorita era muy distinto a aquel viaje que hicieron su padre y ella, ellos iban a construir su vida en otro país, a ser felices; se abrazó más a Fernando mientras el tren empezaba a arrancar, Daniel se asomó a la ventanilla, Fernando sonrió emocionado y antes de que desapareciese de su vista, cerró los ojos intentando conservar en su memoria la cara de su amigo. Andrea empezó a llorar y, sólo al escucharla, se dieron cuenta que estaban parados en mitad de la estación mientras el resto de personas iban y venían; Alicia cogió a Andrea envuelta en la manta, Fernando la miró preocupado por el frío aunque sabía que su hija no dejaría de llorar hasta que la cogiesen. Besó a Alicia y acarició la cara de su hija mientras tomaba el control de la situación, propuso pasear por el Sena, aunque le parecía que hacía mucho frío, pero lo principal era dejar de pensar en las despedidas. Empezaron a andar, Alicia llevaba a Andrea en brazos mientras Roberto, en brazos de su padre, no dejaba de alzar los brazos hacia ella para acariciar a su hermana, haciendo eso conseguía que a Fernando le costase controlarle a la vez que maneja el coche con una Ana dormida. Alicia se acabó echando a reír al ver los esfuerzos que hacía, Fernando la miró divertido, le encantaba la risa de Alicia incluso aunque llamase la atención de todo el mundo y todos les mirasen; la besó y se separó al notar los manoteos de Roberto. Alicia se mordió el labio cuando Fernando, además de llevar a Roberto y el coche con Ana, intentaba comprobar que Andrea estuviese bien abrigada.
-Fernando, no puedes estar pendiente de todo, Andrea no pasa frío, si lo estuviese pasando, lloraría para avisarnos y lo sabes.
-Tienes razón, lo siento…
Alicia se echó a reír resignada, siguieron caminando lentamente, consiguieron animar a Roberto hablándole de las pinturas y el cuaderno; unos días antes, Fernando le había enseñado a pintar y al niño le había encantado. Intentaban encontrar nuevas actividades para su hijo y que no estuviese todo el día pendiente de cuidar a sus hermanas, de todas formas, el primer dibujo que pintó había dicho que era para ellas. Alicia bromeaba sobre que era algo innato en él como lo era en Fernando, amaba a sus hermanas y nunca podría dejarse de preocupar por ellas. Antes de volver a casa, entraron en la cafetería, Fernando miró a Alicia y supo que no necesitaba estar allí por tomar un chocolate, sino por poder hablar un rato con su amiga para atenuar la sensación de tristeza que había dejado la despedida, incluso Roberto estaba más callado que nunca. Alicia sonrió al ver cómo entrar en la cafetería le animaba un poco, su amiga hizo el resto y, en unos minutos, Roberto estaba correteando por toda la cafetería. Alicia dejó a Andrea en el cochecito después de comprobar que estaba dormida, Fernando cogió su mano para hacer que se sentase encima de él, se echó a reí al verla dudar, no dudaba por el lugar, que era como su segunda casa, sino por su idea de seguir estando gorda. La besó suavemente recordándola que para él era la mujer más guapa del mundo, aunque era más importante toda su fuerza y valentía.
-¿Ves? Yo tengo razón, si hasta tienes que hacerme la pelota…
-Alicia –la miró muy serio mientras le acariciaba la mejilla- nunca he dicho nada que no haya pensado, no es mentira que seas fuerte y valiente porque sólo una mujer así podría haber llegado hasta aquí después de tantas cosas. Desde luego, mucho más valiente que yo, no me atreví a dejarte decidir en el pasado mientras tú, en un momento clave, venciste tu miedo para hacer lo que de verdad querías. –la besó intensamente y se separó al escuchar las risas de Roberto que estaba dentro de la barra- No puedes dudar de ti, y cuando crezcan, nuestros tres hijos te lo dirán. Te amo, os amo a los cuatro.
Alicia se emocionó y acabó torciendo el gesto porque siempre conseguía decir las palabras exactas para que ella no pudiese replicar, compartieron un chocolate mientras contemplaban a sus hijas. Alicia se levantó para sentarse junto a su amiga, charlar con ella supuso un poco de distracción en aquella tarde tan complicada para ellos; Roberto se unió a la charla después de convencer a uno de los camareros para que le diese un paquete de sus galletas preferidas. Fernando le miró divertido mientras Alicia se reía de la capacidad de su hijo siendo todavía tan pequeño; Fernando se relajó en la silla mientras fumaba un cigarro, las niñas estaban dormidas y Roberto explicaba a su amiga, en su propio idioma, cosas sobre sus hermanas, Dorita y Daniel. Alicia le contó a su amiga la buena noticia sobre su participación en la Comisión. Acabaron brindando con champán, Fernando la miró sonriendo mientras ella disfrutaba a sorbitos de su copa; se echó a reír cuando Fernando miró el reloj, no quedaba mucho para la siguiente toma de las niñas y él estaba alerta. Se levantó riéndose y despidiéndose de su amiga, Fernando se puso el abrigo en un segundo y quiso ponerle el suyo a Roberto pero su hijo no tenía control sobre el tiempo y no quería irse de allí.
-Roberto –se agachó junto a él mientras Alicia recogía las cosas- Andrea y Ana tienen que comer dentro de un rato, tenemos que llegar a tiempo a casa.
-Omer mamonos.
Estuvo a punto de echarse a reír cuando Roberto se apresuró tanto que hizo un lío con el abrigo, le ayudó a ponérselo bien y le cogió en brazos pensando lo afortunado que era por tener una familia que le hacía feliz. Antes de llegar al portal se encontraron con su vecina y su hija, Roberto la dio un beso recordándole que tenía que volver a su casa a jugar con el piano, los tres se echaron a reír al ver el intercambio entre sus hijos, Alicia no pudo evitar recordar a la hija de Inés, le gustaría tanto que sus hijos pudiesen crecer teniendo como amiga a la pequeña Inés… Besó a Fernando mientras él la cedía el paso, al entrar a casa se sintieron raros, habían disfrutado unos días de la compañía de Daniel en casa y le echarían mucho de menos. Antes de que Alicia pudiese quitarse el abrigo, Andrea empezó a llorar, se echaron a reír pensando en su impaciencia, Fernando la cogió en brazos mientras le decía a Alicia que fuese a ponerse cómoda, unos días antes le había regalado una bata nueva que a ella no le convencía, le gustaba mucho su bata vieja aunque ya estuviese dada de sí después del embarazo. Alicia tardó un minuto en quitarse los zapatos, se puso las zapatillas y sonrió a Fernando cuando la miraba extrañado.
-Después de que Andrea y Ana coman podemos darnos un baño los tres, hace mucho que no compartimos ese momento…
Fernando se rascó el pelo pensando si era buena idea, Alicia no estaba del todo recuperada del parto aunque tenía que reconocer que le apetecía mucho y estaba seguro que a los tres les vendría bien para relajarse un poco. Decidió ir paso a paso y centrarse primero en las niñas; Roberto había dejado tirado el abrigo junto al sofá y fue corriendo a su habitación para esperar a sus padres y sus hermanas, Alicia se agachó a recoger el abrigo riéndose, ella hubiese hecho lo mismo que su hijo si Fernando no hubiese estado atento. Cuando entraron en la habitación, Roberto ya estaba sentado en la alfombra, se levantó para dar un beso a Andrea y pedirle a su padre que le dejase coger a Ana; Alicia se sentó en la mecedora y besó a su hija antes de empezar a amamantarla, era un puro nervio y empezaba a comer con mucha ansia. Fernando se sentó detrás de su hijo para poner a Ana entre sus brazos aunque la sujetase él, esos momentos eran los más maravillosos que podían recordar, muchas veces pensaban que quizás otro niño se aburriese allí sentado y se pusiese a jugar con sus juguetes, pero su hijo no, Roberto era tan especial como lo eran sus hijas. Fernando movió la cabeza para mirar a su hijo, parecía que iba a quedarse dormido pero hacía esfuerzos por no cerrar los ojos; le hubiese dicho que podía dormirse pero sabía que no serviría de nada. Alicia respiró hondo al ver que su hija había terminado de comer, cuando la oía soltar el aire siempre sonreía divertida de que aquel sonido saliese de alguien en apariencia tan frágil. Fernando se levantó despacio intentando no sobresaltar a su hijo, Ana parecía al margen de cualquier necesidad, no protestaba por nada, algo que le preocupaba mucho porque nunca podrían saber si estaba incómoda o tenía hambre o frío. Alicia le miró sonriendo ante esa arruga en la frente, Fernando se rio en voz baja y dejó a Ana en sus brazos cogiendo a Andrea; se mordió el labio pensando que llevaban muchos días viviendo sólo por y para sus hijas, a Alicia le vendría bien trabajar aunque de momento sólo tuviese que revisar la documentación. Ana empezó a comer despacio ante la tierna mirada de su madre, cuando Fernando terminó de cambiar a Andrea, aceptó lo inevitable y se sentó junto a Roberto para que le contase un cuento a su hermana. Roberto se había despejado del todo y parecía dispuesto a hacer que su hermana se durmiese; Alicia cerró los ojos pensando en sus amigos, realmente esperaba que aquel viaje supusiese la misma felicidad que la que tenían ellos desde que llegaron a París. Ana se quedó dormida antes de que Alicia se diese cuenta mientras que Andrea todavía estaba atenta escuchando a su hermano, Fernando sonrió cuando Alicia dejó a Ana en la cuna y se agachó junto a ellos para besar a Andrea. Roberto se quedó un momento callado mirando a Ana, Fernando le miró emocionado, estaba seguro que pensaba en el poco tiempo que le dedicaba a Ana, su hermana se dormía muy rápido; Alicia revolvió el pelo de su hijo recordándole que Andrea seguía despierta. Sonrieron cuando Roberto volvió a contar el cuento, hablaba de Daniel, de Alemania, de la plaza y de Pelayo, además de nombrar a Tor y a uno de los gatos de un vecino. Andrea se quedó dormida agarrando la mano de su hermano, Alicia se movió despacio para no despertarla y que Fernando se pudiese levantar. Dejó a su hija en la cuna y se giró mirando a Roberto, su hijo parecía cansado, Alicia le cogió en brazos pensando que todavía tenía que bañarse y cenar, se echó a reír cuando Fernando le dijo que podían relajarse un poco mientras él preparaba el baño y la cena. Les acompañó hasta el sofá, Roberto prefirió sentarse en la manta abrazándose a Tor, Alicia se le quedó mirando pensando que a su hijo el día se le quedaba corto para todas las responsabilidades que quería tener. Fernando se quedó mirándoles un momento, Alicia había encendido un cigarro y se había puesto a leer los primeros informes sobre la creación de la Comisión, Roberto le contaba a Tor que algún día irían todos juntos a Alemania; sonrió respirando hondo y fue al baño. Se quedó un momento mirándose en el espejo, la despedida con Daniel le había hecho recordar muchas cosas, no sólo los momentos con él, también todas las despedidas de su vida; parecía que tenía que estar toda la vida despidiéndose de sus amigos. Al menos en esa etapa de su vida se despedía de ellos para que cada uno pudiese continuar su camino, atrás quedaron esos años en los que despedía a los amigos muertos; se lavó la cara y empezó a preparar la bañera. Alicia había empezado a leer con los pies subidos en el sofá pero, al final, había acabado por sentarse mientras repasaba la documentación de los primeros años de lucha de la Comisión. El recuerdo de su prima se le venía a la mente una y otra vez, muchas veces durante aquellos años en Madrid había pensado en ponerse en contacto con ella, pero su tía… La última conversación con Regina le había hecho mucho daño, lo recordaba como si hubiese sido ayer mismo; ese último encuentro había pesado mucho durante aquellos años, y después, la violación de Angulo, quedarse sola… Hubiese sido un buen momento para intentar retomar la relación con su familia, bueno, con su prima porque de su tía no quería saber nada. Pero al final siempre volvía a sentir lo que sintió aquel día en el cementerio y había dejado de pensar en ello porque le hacía mucho daño. Apagó el cigarro esperando, deseando, que su tía no hubiese recluido a Mati en un convento, por mucho que Dorita hubiese hablado de toda la ayuda que esa monja estaba prestando en el Pozo, no quería pensar que ése hubiese sido el destino de su prima. Sonrió al sentir las manos de Roberto en sus piernas, sin darse cuenta estaba llorando y Roberto se puso de puntillas para secar sus mejillas; le besó emocionada asegurándole que estaba bien, decidió hablarle de la lucha de los hombres y mujeres de la Comisión, su hijo parecía entender todo porque la escuchaba atento a cada palabra y asintiendo con la cabeza. Fernando oía de fondo la voz de Alicia y los suaves ruidos de Roberto atento a su madre, echó las sales al agua y metió algún juguete de Roberto, se echó a reír pensando en esa mezcla para el baño de los tres juntos. Cuando volvió al salón sonrió al ver a madre e hijo conversando sobre el nuevo trabajo de Alicia.
-Mamá lucha ujeres, deechos Anea y Ana
-Claro que sí, –Fernando se agachó emocionado, miró a Alicia sonriendo y volvió a mirar a su hijo- mamá es la más luchadora y ayudará a que tus hermanas tengan las cosas más fáciles.
Alicia le besó despacio y se separó para abrazar a su hijo, se echó a reír porque veía la misma mirada orgullosa en los dos, sentir que tenía una familia que valoraba su trabajo, su lucha, era algo que la hacía inmensamente feliz. Se levantó recordándole a Fernando que tenían que darse un baño, Roberto echó a correr mientras Fernando se incorporaba riéndose. Antes ir al baño entró a la habitación de Roberto para mover la cuna y dejarla cerca del baño, estaba seguro que Ana no se despertaría pero Andrea podría hacerlo en cualquier momento. Cuando llegó al baño, Roberto ya había metido un par de juguetes más a la bañera e intentaba quitarse la camisa pero no podía, Alicia se rio agachándose para ayudarle; Fernando empezó a desabrocharse la camisa escuchando las risas de su mujer y su hijo, dejó que se metiesen a la bañera mientras los miraba sonriendo.
-¡Venga! Que se va a enfriar el agua.
Fernando se echó a reír y entró en la bañera a la vez que su hijo empezaba a salpicar; hacía mucho que no compartían ese momento los tres juntos, no pudieron evitar pensar en cuando sus niñas hubiesen crecido un poco y pudiesen bañarse todos juntos. Fernando se echó a reír ante esa imagen, por muy grande que fuese la bañera, no creía que fuesen a estar cómodos; Roberto abrazó a su madre mostrándole el perro de juguete y preguntándole cuándo saldrían a por sus hermanas para que se bañasen también con ellos. Fernando sonrió recordando el primer baño que les dieron a sus hijas, Roberto no dejó de estar pendiente, incluso sostenía las toallas para que estuviesen listas y que no pasasen frío al sacarlas de la bañera. Había dejado que Alicia cogiese a Andrea, notaba cómo la inseguridad que Alicia sentía ante el primer baño de Roberto ya no estaba presente, su mujer se movía con absoluta seguridad y sin una sola duda; cuando la metió al agua, Andrea empezó a llorar con toda la fuerza de la que era capaz. Alicia se mordió el labio intentando no ponerse nerviosa, sabía que no le pasaba nada, respiró hondo y empezó a enjabonarla, en ese momento, Fernando metió a Ana en la bañera, Andrea sólo dejó de llorar ante una caricia de su hermana. Roberto se puso al lado de Fernando acariciando la cabeza de sus hermanas y vigilando cada gesto por si pudiese pasarles algo; a partir de ese momento, las niñas disfrutaron el baño, se fijaron en la mirada de Roberto, las mirada como si no existiese nada más en el mundo, como si un simple manoteo de sus hermanas fuese lo más maravilloso que podía existir. Justo cuando iban a sacarlas, Roberto cogió las toallas extendiéndolas en sus brazos para que sus padres no tuviesen que hacer nada y sus hermanas no pasasen frío ni un segundo. Se miraron emocionados ante la ayuda de su hijo, Alicia no dejaba de pensar que se entregaba al cuidado de sus hermanas como Fernando se entregaba al cuidado de su familia y, anteriormente, se había entregado al cuidado de los demás. Fernando besó a su hijo volviendo al presente, entendía las ganas que tenía de poder compartir muchos más momentos con sus hermanas, Alicia le miró sonriendo.
-Mi amor, todavía son muy pequeñas, pero cuando crezcan un poco podréis jugar los tres en la bañera.
-Te prometo que dentro de poco podremos jugar más con ellas, –Fernando le miraba a los ojos intentando transmitirle todo lo que sentía- ahora tienen que dormir mucho pero dentro de algunos meses jugarán tanto como tú. Todavía son pequeñas y tenemos que tener mucho cuidado.
-Uidado sí, pero papá dento poco eh.
Roberto besó a su padre y se abrazó a su madre, notaron cómo empezaba a relajarse, Fernando les abrazó y cerró los ojos pensando en lo distinto que hubiese sido el resto del día si después de despedirse de Daniel no tuviese a su familia. Las despedidas ahora eran distintas porque no estaba solo, tenía a Alicia, a sus hijos, verles sonreír le hacía olvidar cualquier cosa. Alicia se giró para mirarle, nunca hubiese pensado que después de una despedida tan dura le vería tan relajado, le besó suavemente. Fernando sonrió, la masajeó el pelo y, al acabar, salió de la bañera, Alicia arrugó la nariz.
-Podríamos quedarnos todavía un rato, el agua no se ha enfriado.
Fernando empezó a secarse y se agachó para besarla y besar a Roberto.
-Quedaos un rato vosotros, yo voy a preparar la cena, os aviso cuando esté lista.
Alicia sonrió al verle salir y, antes de ir a la cocina, ver cómo se quedaba mirando a sus hijas arropándolas; le pareció raro que Andrea no se hubiese despertado. Fernando se puso el pijama rápidamente para poder preparar la cena, se frotó el cuello pensando que en los últimos días no había reparado en el dolor que sentía, estaban tan volcados en el día a día de sus hijas que cualquier otra cosa quedaba en un segundo plano. Estaba deseando que llegase el buen tiempo, además de poder pasear con sus hijos sin preocuparse porque pasasen frío, los dolores eran menos intensos con la buena temperatura. Movió la cuna para dejarla cerca de la cocina y poder hacer la cena mientras vigilaba a sus niñas; Tor se levantó en cuanto le oyó trastear en la cocina, le puso su comida y sonrió al ver cómo casi lo devoraba. Alicia se relajó en la bañera mientras le hablaba a su hijo de España y todo lo que había luchado su padre para devolver la libertad a su país; aunque no se lo decía, Alicia notaba cada gesto de dolor de Fernando, apenas era un leve movimiento de sus labios, pero lo notaba. Roberto parecía muy serio mirando a su madre y nombrando a su padre, Alicia estaba segura que podía entender lo que le estaba contando. Fernando dejó que Tor saliese al patio, había un gato merodeando pero en cuanto el perro salió, el gato saltó saliendo del patio; se echó a reír al ver la decepción de Tor, era la misma que hubiese visto en Roberto si hubiese sido él quien salía al patio a por el gato. Terminó de preparar la cena y miró el reloj al oír el teléfono, salió de la cocina riéndose, estaba seguro que sería Diane para saber cómo había ido la tarde. Diane sólo iba por las mañanas para ayudarles, pero todas las tardes llamaba por si necesitaban ayuda, incluso se empeñaba en sugerirles que saliesen una noche a cenar, ellos podían quedarse con sus hijos. Fernando contestó divertido, llevaba unos días entendiendo lo que sentía Alicia cuando él la llamaba varias veces desde el trabajo; contestó a las preguntas de su amiga divertido, tuvo que rechazar, una vez más, el ofrecimiento de quedarse con los niños por la noche. Se mordió el labio pensando que en algún momento debería aceptarlo, Alicia necesitaba despejarse, a él le costaba salir una noche separándose de sus hijos, de hecho, ni siquiera se planteaba volver a salir a cenar con sus amigos, sabía que la semana siguiente Alicia retomaría esas cenas con sus amigas; seguro que les veía bien salir una noche juntos y despejarse un poco. Se despidió de Diane y fue hacia el baño sin perder tiempo, se les encontró conversando aunque no pudo saber sobre qué hablaban, cogió a Roberto envolviéndole en la toalla y le pasó una a Alicia, le contó la llamada de Diane y Alicia se echó a reír, no se había equivocado en el pasado pensando que si no estaba Fernando, Diane era igual de cuidadosa que él. Alicia dejó que terminase de secarle el pelo a Roberto y fue a poner la mesa, sonrió al ver que Ana estaba despierta pero se había quedado mirando a su hermana, puso la mesa y cogió a su hija en brazos, en el fondo se sentía igual que Roberto, Ana era tan tranquila, dormía tanto y apenas llamaba la atención, que disfrutaban menos de ella. Fernando sonrió al verla parada en mitad del salón con su hija en brazos, Roberto echó a correr para llegar hasta ella y hacerla agacharse para poder besar a su hermana. Fernando fue a la cocina a por la comida, Tor se había tumbado en la caseta y se levantó en ese momento, ayudó a Alicia a sentarse y sentó a Roberto en la trona, su hijo protestó pero todavía era pequeño para sentarse en una silla junto a su madre. Fernando estuvo a punto de decirle a Alicia que él cogía a Ana para que pudiese cenar tranquila pero la veía tan relajada incluso aunque no pudiese coger casi la cuchara, que decidió no decirle nada. Roberto empezó a cenar sin dejar de mirar a su hermana, Fernando le miraba casi riéndose, tenía muchas cosas de Alicia pero tenía que reconocer que se parecía muchísimo a él, Tor estaba a los pies de Roberto esperando a que su amigo le diese algo de comida de su plato. Fernando ayudó a Alicia a cenar para que pudiese tener a Ana en brazos, compartieron esa cena casi en silencio mirando a su hija, las pocas veces que hablaron lo hicieron en susurros para no molestar a Ana. Antes de comer el postre se echaron a reír, Andrea empezó a llorar desconsoladamente, Fernando incluso pensó que con más fuerza que otras veces porque su hermana no estaba junto a ella. Alicia se emocionó riéndose mientras tomaban el postre, Roberto insistía en coger a sus hermanas mientras ellos apenas podían comer la tarta al tener a las niñas en brazos; en ese momento volvió a pesar que no se podía ser más feliz, sus hijos les tenían todo el día ocupados pero esos momentos compensaban absolutamente todo. Fernando se empeñó en recoger él, dejó a Andrea en brazos de Alicia y las acompañó hasta el sofá, Roberto se sentó junto a ellas y empezó a hablar a sus hermanas, en ese momento hablaba de la lucha de su padre. Fernando se quedó mirándole sin poder creérselo, se emocionó y se agachó junto a él; Roberto nunca sabría lo que significaba para su padre que hablase de esa forma de él. Se le pasó por la cabeza lo que pensarían sus hijos en el futuro cuando supiesen muchos episodios de su vida; Alicia le miró fijamente mientras negaba con la cabeza. Fernando sonrió mordiéndose el labio para no dejar salir las lágrimas, besó a Alicia intensamente y abrazó a Roberto diciéndole cuánto le quería. Se levantó despacio y fue a la cocina a recoger todo, antes de ponerse a fregar cerró los ojos respirando hondo y sonriendo; era la primera vez que oía a su hijo hablar sobre él de esa forma. Tenía claro que había sido Alicia quien le había hablado de ello durante el baño, pero que su hijo lo repitiese absolutamente convencido le emocionaba tanto. Se quitó de la cabeza la idea de que algún día Roberto pudiese despreciarle por algunas de las cosas que tuvo que hacer en el pasado; no podía ni pensar que algo así pudiese pasar. Se concentró en la mirada orgullosa de Alicia mientras su hijo repetía lo que ella le había contado minutos antes. Alicia miraba a sus hijas, ya dormidas, y no podía dejar de sonreír, incluso Roberto se había quedado dormido apoyado en ella; cerró los ojos concentrándose en sus tres hijos dormidos con ella. Le pareció especial ese momento, Fernando, desde el quicio de la puerta, les observaba mordiéndose el labio, se movió con cuidado y cogió la cámara de fotos, en cuanto escuchó el clic, Alicia abrió los ojos y le sonrió. Fernando había decidido que enmarcaría esa foto para ponerla en el despacho cuando al fin se decidiese a volver al trabajo, para lo que quedaba mucho; se acercó y cogió a Ana, le gustaba mucho su reacción tranquila al notar que la movían. Cuando la dejó en la cuna, notó cómo esperaba a su hermana para acomodarse, Alicia no quiso moverse para no despertar a Roberto, aunque normalmente su hijo se empeñaba en arropar a sus hermanas. Fernando cogió a Andrea intentando que no lo notase, sonrieron al oír cómo su hija protestaba, Roberto abrió los ojos en ese momento llamando a su hermana; dejó a Andrea en la cuna y Alicia se levantó con Roberto en brazos para que las arropase. Ver cómo su hijo besaba a sus hermanas y les daba las buenas noches siempre les hacía emocionarse, Alicia solía pensar lo difícil que hubiese sido si su hijo fuese distinto y no hubiese aceptado la presencia de dos bebés que le quitaban el protagonismo. Por suerte, se parecía tanto a Fernando que prefería quedarse en un segundo plano velando el sueño de sus hermanas y comprobando en todo momento que estuviesen bien. Después de dar un beso a sus hermanas, Roberto se abrazó a Alicia cerrando los ojos, le besó respirando su olor y, antes de llegar a su habitación, ya se había quedado dormido, le dejó en la cuna sonriendo, Fernando se acercó a arroparle y darle un beso de buenas noches. Su hijo había crecido muy rápido, a Fernando a veces le gustaría volver a aquellos primeros meses con Roberto, aunque en ese momento no podría vivir sin sus niñas; Alicia le besó despacio y salieron abrazados de la habitación. Se echó a reír cuando Fernando le recordó que tenía mucho trabajo pendiente, torció el gesto y se sentó en el sofá después de comprobar que las niñas seguían dormidas. Fernando puso la radio bajita, Alicia había cogido la documentación para seguir leyendo antes de dormir, él cogió las cuartillas y se sentó en la butaca encendiendo un cigarro. Alicia le miró mordiéndose el labio pero ese día ya había fumado suficiente, se acomodó en el sofá y puso su atención en uno de los informes. Fernando se aguantó la risa, había notado la mirada de Alicia y su esfuerzo por no fumar, dio una larga calada y lo apagó para empezar a escribir a su amigo.
Querido Pelayo
Estoy seguro que estáis deseando que nazca el bebé, ya no queda mucho ¿verdad? Nosotros estamos todo el día atendiendo a las niñas, cada día están más grandes, incluso con más carácter. Perdona por tardar en contestar la última carta, pero la vedad es que Andrea y Ana nos tienen absorbidos completamente, por suerte, Roberto es tan responsable que no deja de ayudarnos, si le vieses Pelayo… Alicia dice que se parece mucho a mí y, aunque yo intento no pronunciarme sobre ello, es verdad, está todo el día pendiente de Alicia o de las niñas, incluso del perro se siente responsable. Cada vez que pienso que estuve a punto de no vivir estos momentos, que muchas veces me lo negué a mí mismo…
Esta tarde se ha ido Daniel, los días que han pasado aquí han sido tan importantes, necesitaba volver a verle después de haberle creído muerto. Sé que superará todo lo que le ha pasado en Colombia, está muy cambiado pero poco a poco lo superará; él al menos tiene claro lo que quiere, a mí me costó superarlo porque no lo sabía… Y sólo pude hacerlo después de reencontrarme con Alicia, y conmigo mismo, había pasado tantos años repitiéndome que el antiguo Fernando había muerto aquella mañana en el monte. Sólo al volver a ver a Alicia entendí que no, no había muerto, estaba vivo y tenía que vivir, tenía que ser feliz.
Hace un rato Roberto les habló de mí a sus hermanas, de mi lucha; tengo miedo que dentro de unos años puedan rechazarme por tantas cosas… Pero no sabes lo que ha sido oírle hablar así de mí, creo que nunca me he sentido tan especial, tan vivo… Alicia acaba de recibir una oferta de trabajo muy importante, luchará por los derechos de las mujeres, como ella siempre quiso. No conozco a nadie mejor para ese trabajo, sé que conseguirá muchas cosas, la generación de mis hijos, de tus nietos, se merece un mundo mejor, más justo y más igualitario. De Alicia sí que se sentirán orgullosos nuestros hijos. Yo no tengo prisa por volver al trabajo, las niñas necesitan muchas atenciones y Diane no podría con los tres a la vez, de momento seguiré escribiendo en casa; por cierto, los mineros franceses llevan semanas en huelga, creo que ellos sí conseguirán lo que quieren, ojalá los asturianos, los españoles, pudiesen conseguirlo también.
Un abrazo muy fuerte y dale otro a Manuela.
Fernando
Alicia notó cómo se frotaba los ojos ocultando la emoción, estaba segura que escribir ese día a Pelayo era muy importante y que, seguramente, hubiese preferido poder hablar cara a cara con él, de Daniel, de las niñas, de la conversación de Roberto sobre él… Porque estaba segura que Fernando seguía pensando en ello, se levantó con el informe en la mano y esperó a que Fernando dejase la carta en la mesilla para sentarse sobre él, miró de reojo el reloj pero todavía era pronto. Le besó y se echó a reír cuando él se separó despacio y la besó la frente.
-Tranquilo, sólo quiero que leamos juntos un rato…
Fernando sonrió acariciándole la espalda y se acomodó en la butaca sin dejar de acariciarla mientras la escuchaba leer una parte de ese documento. Hablaba sobre la Segunda Guerra Mundial y la importancia de las mujeres en ella, tanto en la Resistencia como en las fábricas; Alicia recordó la anécdota que le contaba su padre sobre aquella vez que quiso tirar sus muñecas para ir al frente. Fernando se echó a reír bromeando con que Andrea sería capaz de hacer algo parecido, al fin y al cabo era tan guerrera como su madre; Alicia miró a sus hijas dormir tranquilas, ellas no vivirían nada parecido, serían guerreras pero de otra forma. El informe continuaba detallando la importancia de las mujeres en un momento clave, gracias a su intervención en las dos guerras mundiales, la sociedad se había concienciado de la igualdad de ambos sexos, las mujeres pudieron hacer el trabajo de los hombres además de participar en la guerra, consiguieron grandes avances en su vida social. No pudo evitar pensar en el retroceso que había supuesto la dictadura en España, las mujeres ya pudieron votar durante la República, todo lo conseguido se había perdido. Fernando le recordó que la lucha de mujeres como ella haría que algún día en España se pudiese votar, tanto hombres como mujeres. Fue Fernando quien terminó de leer en voz alta el informe, era uno de los primeros de la Comisión, quedaba ya muy lejos pero todavía había mucho camino que recorrer para conseguir el objetivo de la igualdad, no sólo en España, sino en todo el mundo.
-Alicia, el día ha sido muy largo, deberíamos irnos a dormir…
-Sí, tienes razón.
Le besó y se levantó para dejar en orden los documentos, no quería que estuviesen desordenados desde el primer día, tendría tiempo para ello cuando pasase horas y horas leyendo cada informe de cada reunión. Fernando empezó a apagar las luces y la radio, pasó por la habitación de su hijo y sonrió al verle dormir tranquilamente, Tor abrió un ojo haciendo un suave ruido, le acarició suavemente y salió de la habitación sin cerrar la puerta. Alicia había llevado la cuna a la habitación, sus hijas se despertarían en pocas horas para la siguiente toma pero estaba segura que Fernando se adelantaría y les daría un biberón para dejar que ella durmiese. Esperó a que Fernando entrase en la habitación para meterse en la cama, los últimos días hacía mucho frío por la noche y agradeció poder encogerse entre las mantas; Fernando arropó a las niñas y dio un suave beso a Ana, a Andrea era mejor no dársele porque se molestaría. Entró en la cama y sonrió cuando Alicia se abrazó a él, la besó mientras subía las mantas, Alicia se mordió el labio pensando en los dolores de Fernando pero él volvió a besarla al ver su mirada preocupada. Pasaron unos minutos besándose y acariciándose, muchas veces pensaban en cuánto les había costado poder acabar sus días juntos y abrazados en la cama; dormir juntos seguía siendo especial, como lo sería siempre. Fue Alicia quien terminó dándole un beso en el pelo sonriendo, Fernando la abrazó más fuerte y cerró los ojos cansado pero con una sonrisa. Tardaron poco en dormirse, antes de quedarse del todo dormida, Alicia miró una vez más a sus hijas y se durmió abrazada a Fernando. Algunas horas después, Fernando se despertó de golpe y sonrió, quedaba menos de media hora para la toma, se levantó despacio intentando que Alicia no lo notase, era difícil porque se había quedado dormida abrazada a él con mucha fuerza. Cuando se incorporó, se dio cuenta que Ana ya estaba despierta, la miró torciendo el gesto pensando que nunca llegarían a saber cuánto dormía porque no les avisaba al despertar. Sacó con cuidado la cuna, al llegar a la habitación de Roberto cogió a Ana, esperaba que Andrea no se despertase hasta que estuviese listo el biberón. Encendió la luz de la cocina y preparó el biberón para sus hijas en un minuto, al llegar a la habitación, Andrea se estiró en la cuna, sonrió y dejó a Ana para cogerla a ella. Le gustaría poder darlas de comer a la vez, pero como no podía, tenía que ser Andrea la primera en comer o se pondría a llorar con todas sus fuerzas. Le hablaba entre susurros a Ana para asegurarle que era igual de importante que su hermana; le preocupaba mucho eso, realmente nunca dejaría de preocuparle que sus hijos se sintiesen valorados y queridos en la misma medida. Andrea no protestó cuando la dejó en la cuna, Ana alargó el brazo hacia su hermana para acariciarle la mano antes de que Fernando la cogiese. Esa noche, se durmió con Ana en brazos; Andrea se había quedado dormida poco después de comer, sería ella quien despertase a su padre para la siguiente toma.
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**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!!