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Diciembre de 1961 (II)

Mediados de diciembre de 1961

Fernando se había quedado escuchando la radio en el salón, después de cenar Alicia se había ido a dormir casi inmediatamente, consiguiendo que no fuera detrás para meterla en la cama cómo si fuera una cría. Le hubiera gustado quedarse debatiendo más rato con él todo lo acontecido por la Guerra de Argelia, le encantaba verle tan vehemente, paseando por el salón cómo un león enjaulado ante cualquier tropelía… Tendría que ser otro día, estaba realmente cansada, apagó la luz incapaz de leer ni unas páginas.
Fernando permanecía en el salón, la copa de coñac descansaba en la mesa auxiliar mientras cambiaba de dial intentando oír los diferentes puntos de vista ante las represiones de la manifestación, le subía la bilis cada vez que se nombraba a Papon, realmente a cualquier miembro del gobierno, la gestión de De Gaulle estaba siendo horrorosa ante sus ojos. Los obreros seguían trabajando en condiciones inhumanas y por 400 o 500 francos, en el mejor de los casos. Cogió papel y pluma después de hablar con Pierre por teléfono, intentando hacer el menor ruido posible, bastante suponía las patrullas extras de la policía por la calle...

Masacre y censura, por Fernando Esquivel
Censura… Una palabra que nos parece lejana en esta democracia, pensamos que solo podemos hablar de censura en las dictaduras, como la española, pero es entonces cuando nos damos de bruces con la realidad. Hace apenas dos meses, en pleno París, una manifestación pacífica se convirtió en un campo de batalla. ¿Les suena de algo? Es posible que no, todos los medios lo han silenciado, nadie habla de ello… ¿Y qué pasa con las personas muertas? No hay estadísticas, ni datos oficiales, seguramente se superen las cien muertes, pero, aunque no se superasen ¿una muerte es insignificante para este gobierno? ¿Se puede acallar a la sociedad?
Estoy hablando de la manifestación del 17 de octubre, una manifestación de la que posiblemente no hayan oído hablar. Los argelinos de París se concentraron pacíficamente contra el toque de queda que se les impuso, lucharon por un derecho, sin más armas que ellos mismos… Seguramente eso era suficiente para Maurice Papon, jefe de policía, para reprimir la manifestación de manera brutal, cargando contra todo el que se encontrase en ese momento en la calle. Incluso a día de hoy, algunas personas siguen detenidas, ¿se les dará un trato justo?
Entre las personas que conocen el hecho, se habla de masacre, personas muertas, personas pacíficas que sólo se rebelaron contra algo que creían injusto. ¿Es este el país que queremos? ¿Estos hechos no son más propios de dictaduras? Pienso en el ejemplo que me toca más de cerca; algo así podría esperármelo en España, en la dictadura franquista, pero en París… ¿Hacia dónde vamos como sociedad si permitimos hechos como este?
Cabría recordar quién es Maurice Papon, se tienen fundadas sospechas de que fue colaborador de Vichy durante la ocupación nazi… ¿Es este el tipo de persona que queremos como jefe de policía para asegurar la paz en una ciudad?

Cuando presentó a su redactor jefe el artículo lo defendió con uñas y dientes, la línea editorial era bastante dura con el gobierno conservador de De Gaulle y, en especial, con una Guerra prolongada en el tiempo y que entonaba sus peores momentos...
La única paz del día supuso regresar a casa con la tranquilidad de ver a Alicia trabajando en la mesa, apoyada en un cojín que evitaba se clavara el respaldo de la silla y sonriendo cuando escuchó la puerta esperando las novedades de su día. El olor del pan recién hecho que llevaba se mezcló con el de la comida que, a pesar de las recomendaciones, ella debía haber preparado...
-Mi amor, ya has llegado…
Fernando la besó y se sintió feliz, por un momento se olvidó de todo lo que estuviese fuera de esas cuatro paredes. Se dio cuenta que Alicia había vuelto a salir a hurtadillas de casa, sabía a los dulces que tanto le gustaban de la cafetería de abajo y de los cuales no quedaban ya en casa y se le había olvidado quitarse uno de los pendientes. No hizo ningún comentario y esperó que hubiera usado el ascensor que, por suerte, estaba arreglado, su reposo quedaba lejano del absoluto...
-He traído el pan, y veo que tú ya has preparado la comida…
Fernando intentó que su tono no fuera un reproche, lo consiguió solo en parte…
-Fernando… Tenía ganas de cocinar, no me he cansado ni he hecho un gran esfuerzo, así que, por favor, no le des importancia…
-Está bien… Venga, recoge esos papeles que pongo la mesa y comemos.
-¿Cómo te ha ido en la redacción? Estoy deseando leer tu artículo…
-Al redactor le ha gustado –hablaba alto mientras cogía las cosas de la cocina- espero que no se eche atrás, no se está publicando nada en ningún sitio sobre la manifestación…
Puso los platos en la mesa y sirvió el primer plato, la sopa que había preparado Alicia. Se sentó en la mesa para comer pero sin poder dejar de pensar en el artículo, más que en el artículo en la injusticia que intentaba denunciar, se frotó la cara y centró su atención, de nuevo, en la conversación con Alicia...
-¿Has sido muy duro? Ya sabes que últimamente hay que tener cuidado con cómo se escribe sobre el gobierno…
Alicia intentaba calmarle de cara a lo que ella consideraba un hecho y era la no publicación del artículo, no importaba que estuviera de acuerdo con Fernando ni lo orgullosa que estaba de su forma de ver el mundo, de su filosofía. Le acarició la mano e intentó hacerle ver su apoyo sin perder la noción de la realidad...
-Lo sé… -cada vez que pensaba en morderse la lengua se ponía tenso- Sí, he sido bastante duro, es más… Hice referencia al pasado nazi de Papon… No puedo callarme, han muerto muchas personas, hay detenidos… Me cabrea que no se pueda hablar de ello…
Alicia negó con la cabeza preocupada, no sabía cómo se tomaría Fernando que censurasen el artículo…
-Bueno, ya veremos qué pasa… ¡Oye! –quería cambiar de tema, quería que Fernando dejase de pensar en la situación del país- ¿Hablaste con Pierre? Intenté convencer a Macarena, pero ella no tiene interés en conocerle…
-Sí, se lo dije… ¡Tenías que haber visto su cara! Creo que le ha dejado muy marcado la noche que pasaron juntos…
-¡Quién lo habría pensado! Pierre parece tan despreocupado, tan poco dado al compromiso…
Fernando se echó a reír, cuando conoció a Alicia él aparentaba ser uno de esos hombres… Hablar de Pierre y Macarena supuso una ráfaga de aire fresco ese día.
-Bueno, solo son apariencias ¿no? Supongo que algo vio en Macarena… Una pena que ella no sintiese lo mismo…
-Sí, una pena… ¿Sabes? Creo que empezar a trabajar le ayudó a comprender que en la vida de una mujer no todo es la casa, el marido y los hijos… No sé si ha sido por eso por lo que no quiere saber nada de Pierre…
-Seguro que no, Alicia –notó cierta culpabilidad en el tono de Alicia- simplemente no sintió lo mismo que él… Esas cosas no se eligen…
-Que nos lo digan a nosotros ¿no?
Fernando asintió sonriendo, no lo eligieron, simplemente lo sintieron… Ya habían terminado de comer, se levantó, la besó suavemente y, mientras recogía las cosas, se pusieron a recordar algunos momentos de su pasado. Alicia le siguió a la cocina, le gustaba verle recoger, subirse las mangas de la camisa y cómo se concentraba en cada una de las cosas que hacía. Tuvo una fuerte contracción que solventó agarrando la mesa hasta quedarse los nudillos blancos, por suerte pasó rápidamente. Decidió regresar para seguir trabajando, era consciente que el bebé no tardaría mucho en venir...
La tarde estaba siendo tranquila, Alicia estaba trabajando en un caso que le interesaba mucho, se tomaba pequeños descansos pero en ese momento estaba totalmente concentrada. Fernando estaba intentando adelantar trabajo de la semana siguiente, quería pasar el menor tiempo posible fuera de casa. Alicia sonrió al darse cuenta en los vicios que Fernando había adquirido trabajando con ella, no se daba cuenta pero terminaba haciéndole partícipe de cada cosa que escribía, le acariciaba sin darse cuenta, cuando se levantaba para ir a por agua, café o té miraba a través de su cuello en que trabajaba; al principio, acostumbrada a trabajar sola, le costó pero ahora era todo lo contrario... Sonó el teléfono, Alicia ni se enteró, estaba absorta en el caso, fue Fernando quien contestó.
-¿Si?
-Fernando, ¿puedes venir a la redacción? Tengo que hablar contigo…
Era el redactor jefe, algo no iba bien y seguro que tenía que ver con su último artículo… Le hubiese gustado decir que no iba, no le apetecía salir de casa, volver a pensar en la situación del país, la guerra, las manifestaciones…
-Sí, claro, ¿puedes adelantarme algo por teléfono?
-No te preocupes, hablamos cuando llegues…
Colgó el teléfono, aquella llamada no anunciaba nada bueno, Fernando sabía que algo iba mal y exactamente el qué, se cambió inmediatamente para regresar a la redacción...
-Alicia, tengo que salir, creo que hay problemas con el artículo…
Le miró preocupada, en otro momento se hubiese ofrecido a acompañarle, que supiese que al salir, ella estaría allí, que no se sintiese solo… Pero era imposible sugerirlo, no permitiría que interrumpiese su descanso por él.
-Vuelve pronto y… Pase lo que pase, yo estaré aquí.
La miró con ternura, siempre que no aguantaba la realidad, no poder hacer nada por cambiar las cosas, pensaba en ella, tenerla junto a él, tener una vida con ella… Sabía que todo merecería la pena porque lo que tenían juntos importaba más que cualquier otra cosa. Abrazó a Alicia intentando coger fuerzas, llevó al salón todo lo que Alicia podría necesitar mientras él estuviese fuera, y salió de casa.
Fuera hacía frío, se subió las solapas del abrigo, metió las manos en los bolsillos y caminó rápido, tenía ganas de volver a casa. Tardó menos que nunca en llegar a la redacción, no perdió el tiempo con formalidades, entró en la redacción quitándose los guantes y con paso muy firme, la misma Catherine se hizo a un lado al pasar junto a ella sin intentar comenzar una charla, entró al despacho, tiró el abrigo y la chaqueta en el sofá mientras se sentaba con aires de pocos amigos...
-Ya estoy aquí.
Se sentó sin decir nada más, no tenía ganas de poner buena cara ni andarse con rodeos.
-Siento haberte hecho venir, sé que este mes vas a trabajar desde casa siempre que sea posible… El caso es que…
-Antoine, no des rodeos por favor; ¿pasa algo con el artículo?
-Pues siento decírtelo, Fernando… Pero sí, pasa. Si publicamos van a secuestrar la revista, no estaría en la calle ni una hora…
-Bueno, pero si lo llevamos en portada y durante una hora se puede comprar, habrá gente que se entere.
Fernando no dudaba, estaba serio y confiado, pensaba que podría convencer a Antoine, le había encantado su artículo…
-¿Sacar la revista sabiendo que van a retirarla? Sabes que eso no es viable…
-¿Y entonces?
-No vamos a publicar el artículo, es imposible… Lo he intentado por todos los medios, he removido cielo y tierra… Las órdenes vienen de muy arriba…
Fernando no aguantó más, se levantó y empezó a dar vueltas por el despacho.
-¿Y ya está? ¿Órdenes de arriba y nos cagamos en los pantalones?
-Sabes que me gustaría publicarlo, que estoy de acuerdo contigo…  A toda la redacción nos gustaría publicarlo, pero no puede ser… Este tema es tabú y no se puede hacer nada…
-¡Acojonante! Matan a decenas de personas, posiblemente más de cien y nosotros… ¿Simplemente no podemos hablar de ello? Perdóname, pero el periodismo tiene el deber de informar cuando el gobierno no lo hace…
-Sí, en el mundo ideal sí… Pero Fernando, vuelve a la realidad, en mitad de la guerra, con manifestaciones constantes… No se puede publicar…
-Quizás no debería dedicarme a esto –estaba más calmado, casi pensando en alto pero apretaba los puños- si simplemente no se pueden publicar ciertas cosas…
-Fernando, vales para esto, lo has demostrado estos meses… Por un artículo que no podamos publicar no puedes dejarlo todo…
-¿Y de qué me vale servir? Mi trabajo consiste en mostrar la realidad, en hablar de temas comprometidos; si no puedo hacerlo en todos los casos… Si hay censura y no puedo hablar de un tema importante, ¿de qué sirve que siga aquí?
-No tomes decisiones en caliente, Fernando, vete a casa, relájate, intenta relativizar todo… Mañana hablamos.
Recogió sus cosas mientras abría de nuevo la puerta cuyas bisagras sonaron en toda la redacción, estaba alterado y cualquier cosa que dijese empeoraría la situación... No saludó a nadie, pasó entre las mesas como una exhalación, Pierre le vio y le siguió, al llegar a la calle sintió una mano que le agarró por el codo, cerró los ojos intentando contar hasta diez, sabía que era Pierre, se paró en seco poniéndose los guantes mientras hablaban.
-¿Qué ha pasado?
-Pierre, no me apetece hablar…
-Supongo, se os oía gritar… Pero no querrás llegar a casa así ¿verdad? Vamos a tomar una copa…
Le cedió el paso para entrar en el bar que se había convertido en el centro neurálgico de la redacción. Fernando se sentó en un taburete apoyando los codos en la barra, dejó sus cosas a un lado mientras pedía un coñac y se encendía un cigarro. Soltó el nudo de la corbata a la vez que jugaba con el mechero, miraba a Pierre de reojo.
-No se va a publicar Pierre…
-¿Y te sorprende? Fernando, no eres ingenuo, sabes cómo están las cosas…
-¿Y eso es excusa? Nadie parece dar un paso al frente para denunciar lo que está pasando… -al hablar, en muchos momentos sus pensamientos eran calmados concentrándose mirando el vaso que tenía delante- Te juro que he tenido que contenerme, en otro momento ya habría recogido mis cosas de la redacción… No me gusta la hipocresía, nadie comulga con la situación y, sin embargo, todos se callan…
-¿Y por qué te has contenido? –Pierre lo sabía, pero quería que Fernando pensase en ello, que se relajase.
-Por Alicia, por nuestro hijo… -se fue calmando al pensar en ellos- No puedo mandar a la mierda el trabajo sólo porque no pueda publicar lo que quiero… Pero por falta de ganas no habrá sido, nunca me he conformado con que no se pudiese hacer nada por cambiar las cosas… Eso no va conmigo…
-Te entiendo, pero piensa en ellos, en tu vida, tu familia… A veces hay cosas que no podemos hacer sin ponernos en peligro… Habrá más artículos, más oportunidades de hablar de lo que pasa, podemos meter alguna frase entrelíneas… No sé, ya encontraremos la manera, pero ahora solo piensa en ti, en tu mujer y tu hijo…
Fernando se terminó la copa, sonrió a Pierre, había necesitado un amigo, alguien que le escuchase sin juzgarle, que le hiciese pensar en lo que más le importaba… Recordó a Pelayo, Marce, Daniel, Bonilla… Le hubiese encantado tener esa conversación con cualquiera de los cuatro; sobre todo con Marce, posiblemente él le entendería mejor que nadie... Nos estamos haciendo viejos, Marce…
Abrazó a Pierre, de repente se dio cuenta de la hora que era y ni la guerra de Argelia, ni la censura ni siquiera el tocapelotas de su jefe podían compararse con el pánico de haber dejado tantas horas sola a Alicia estando incomunicado y con el bebé a punto de nacer. Mientras se ponía la chaqueta sacó un billete dejándolo en la barra y a Pierre casi con la palabra en la boca.
-Gracias Pierre…
Volvió a casa con grandes zancadas, con el mismo paso rápido con el que había salido; necesitaba llegar, comprobar que Alicia estaba bien, abrazarla, estar con ella… Se sentía culpable por haber tardado, por haber necesitado tomarse una copa y hablar con Pierre antes de volver a casa, sólo podía pensar en que nunca se perdonaría que le hubiese pasado algo a Alicia. Pensó que la situación era injusta pero también que todos los trabajadores de la revista se viesen en la calle por su artículo, buscaría una forma para que pudiesen denunciar la situación sin poner el trabajo ni el sustento de nadie en peligro…
Al entrar por la puerta la vio donde la había dejado, ya no trabajaba, estaba escribiendo a máquina, no le había oído entrar por el ruido de las teclas. Mientras se quitaba el abrigo y la chaqueta observó a Alicia teclear en la máquina, respiró profundamente pasándose la mano por el pelo, olió su camisa y supo que se daría cuenta que no sólo había estado en la redacción... Sabía que se daría cuenta de su presencia antes de tocarla, Alicia siempre lo notaba, aunque no le oyese, aunque no le viese… Sonrió al comprobar que estaba en lo cierto cuando ella se giró para verle.
-Ya has llegado… Tenía ganas de verte…
Fernando se agachó junto a ella, la besó y apoyó la cabeza en su regazo, Alicia le acariciaba el pelo, no necesitaba que le contase qué había pasado.
-Fernando… Sabes que hay cosas que no podemos controlar… Si no quieres hablar de ello, no hablamos…
-No te preocupes, estoy bien… Quiero hablar de ello contigo, estoy seguro que eres la persona que mejor me va a entender… Pero ahora no, solo quiero sentirte, estar contigo…

Estuvieron así casi una hora, les bastaba con eso, Alicia llegó a pensar que no era normal, se comunicaban en silencio, sabían lo que pensaba el otro… A Fernando se le había pasado la rabia, la indignación, estar con Alicia siempre le daba la calma que necesitaba.
-Gracias Alicia… Saber que al volver, tú estarías conmigo me ha dado fuerza… He estado a punto de mandarlo todo a tomar por culo… Me revienta la hipocresía, todos sabemos lo que ha pasado, pero no hacemos nada, hay víctimas inocentes que nunca serán reconocidas… -le escuchaba atentamente, acariciándole las manos, las mejillas- Qué injusto todo…
-Piensa en todo lo que puedes hacer si sigues trabajando allí, esta vez no has podido, pero ha habido muchos artículos, muchos temas que en otras publicaciones no te hubiesen dejado publicar… Seguro que encontraremos la forma de hacer algo en este caso…
Fernando la miraba embelesado, le gustó mucho que usase el plural, juntos encontrarían la forma de salir adelante pasase lo que pasase.
-Estando contigo me olvido de todo, los problemas parecen fáciles, todo parece tener solución… Te amo, y en días como hoy solo puedo pensar en la suerte que tengo al estar contigo, al esperar un hijo nuestro…
-La suerte la tenemos los dos, nunca había sido tan feliz como lo estoy siendo contigo… Juntos haremos frente a todo…
Alicia le besó, acarició su pelo, en ese momento sintió una fuerte contracción, Fernando podría haberse quedado dormido a la vez que Alicia le acariciaba el pelo pero la forma en la que tensó su cuerpo delató que estaba en medio de una contracción...
-Ven, siéntate –la ayudó a sentarse, agarró su mano y notó la fuerza de Alicia, era una contracción muy fuerte y se estaba asustando- Podemos llamar ahora mismo a un taxi, lo tenemos todo preparado…
-No… -le costaba hablar por el dolor que todavía sentía- Se me está pasando ya… Todavía no es el momento, eso lo sé…
Fernando esperó angustiado a que la cara de Alicia volviese a la normalidad, si había algo que le angustiaba era verla sufrir, saber que no podía hacer nada para que su dolor se pasase…
-Ya está –Alicia se relajó en el sofá- me parece que hoy se acabó el trabajar…
Fernando sonrió, quería tranquilizarla, él no podía estarlo, si la propia Alicia decía que no debía trabajar, era que estaba preocupada.
Más tarde, sentados en el sofá, no dejaba de observar cada uno de sus gestos, Alicia tenía la cara apoyada y totalmente girada hacia Fernando, sonrió al darse cuenta que volvía a saber y oler al azúcar glass de los dulces. Se sintió tan relajado que evitó poner la radio para escuchar el parte de esa hora, estiró las piernas, apoyando los pies en la mesa ante la mirada de reproche de Alicia que terminó riendo al ver que los quitaba cómo si fuera un chiquillo pillado en una trastada.
Al sonar el timbre, Fernando fue a regañadientes sabiendo que sería alguno de los vecinos para cualquier tontería, al ver a los dos mocosos del piso de abajo pidiéndole sal de parte de sus padres no pudo evitar reírse, al cerrar la puerta, después de dársela, vio a Alicia afanada con sus agujas y las madejas de lana. Resopló porque sabía que era una ardua tarea...
-Deja de reírte de mí… -Alicia puso la voz más infantil que pudo- Podrías dignarte a ayudarme, enseñarme a tejer algo…
-¿Yo? ¿Y qué voy a saber yo?
-Fernando, disimulas muy mal… -se echó a reír- La mantita es muy bonita…
Fernando rompió a reír, no había escondido la manta y Alicia lo debía saber desde hacía días.
-Parece que en esta casa es imposible tener secretos…
Se sentó junto a ella e intentó enseñarle a tener paciencia, todo era cuestión de práctica. En un rato pensaría que había sido mala idea, la paciencia de Alicia seguía intacta, pero él empezaba a perderla a medida que no conseguía que Alicia aprendiese. Alicia siempre recordaría esa tarde cómo la confirmación absoluta de que el compromiso que Fernando tenía con su familia estaba por encima de todo, sonrió intentando concentrarse en no clavarle una aguja...


Alicia estaba dormida, respiraba profundamente y de vez en cuando se giraba para acomodarse, Fernando se había despertado, respiró profundamente y tomó el despertador con cuidado para ver la hora, casi las cinco de la madrugada, suspiró mirando al techo dejando el despertador con cuidado, con el brazo izquierdo llevó a Alicia hacia a él dándole un beso en la frente. Intentó cerrar los ojos y dormirse pero sabía que iba a ser imposible… Se calzó las zapatillas de meter mientras se abrochaba la camisa del pijama mirando cómo Alicia se giraba poniéndose en su parte de la cama, no pudo evitar sonreír. Ver a Alicia dormir le dio fuerzas para intentar escribir entrelíneas, engañar a la censura… Seguía pareciéndole increíble tener que hacerlo en Francia, en plena democracia… ¡Qué no pasaría en la prensa española! Evitó coger la máquina de escribir, los artículos importantes los escribía con la pluma y, si acaso, después los pasaba a máquina por si su letra no se entendía. De todas formas, en ese momento cogió la pluma y no la máquina para no hacer ruido, no quería despertar a Alicia. El café negro recién hecho inundaba el salón unido al olor del tabaco y la tinta de la pluma, abrió levemente la ventana para que no se concentrase el olor a tabaco y se quedó mirando, corriendo levemente la cortina, las calles vacías, era una noche tranquila...

Lejana censura, por Fernando Esquivel
En estos momentos, en mitad de la guerra, muchos somos los que, conociendo los medios de comunicación, nos planteamos qué pasaría si en este país existiese una dictadura… Les traslado la pregunta ¿qué pasaría en una dictadura? Los medios acallarían cualquier asunto que no interesase al gobierno, el ejemplo más claro es España, para los españoles de a pie no existe la oposición, Franco reprime toda crítica contra el régimen. Si Francia viviese una dictadura, probablemente no conocerían de primera mano la situación con Argelia. ¿Han pensado alguna vez en ello? La censura es algo que no vemos, algo que ni siquiera sabemos que existe, lo que no se publica no existe, nadie habla de lo que no conoce…
Personas muertas por defender sus derechos, retenidas ilegalmente, sufriendo torturas… ¿Se imaginan que en su país ocurriese eso? Algo así nos parece muy lejano ¿en realidad es tan lejano? En España ocurre continuamente, pero qué lejos nos queda ¿verdad? En Francia, si pasase algo así, si matasen a decenas de personas, nos enteraríamos, son las ventajas de la democracia…
Podemos vivir sin enterarnos de la muerte de muchas personas, personas muertas defendiendo un derecho, personas que no eran un peligro para nadie… Si nadie nos lo cuenta, no podemos saberlo, no podemos preocuparnos por su suerte… La policía político-social española está dirigida por fascistas, algo así ni se nos pasaría por la cabeza que ocurriese en Francia…
Agradezcamos vivir en un país democrático, que la censura nos quede lejos o, al menos, que no sepamos que existe…

Lo releyó una vez, tachó algún taco que se le había escapado y decidió llamar a la redacción; probablemente habría sólo un par de redactores, era muy temprano, pero quería dictar el artículo por teléfono, quería que Antoine lo leyese cuanto antes a ver si daba el visto bueno. No conocía al chico que le atendió, aun así, se lo dictó palabra por palabra y le pidió que lo dejase encima de la mesa del despacho de Antoine. Colgó el teléfono, hizo una copia del artículo original y escribió una pequeña nota, esta vez le diría a Pedro que extremase las medidas de seguridad para trasladar esa carta.

Querido Pelayo
Te mando un artículo que no se va a publicar… Cuando estamos en España soñamos con Francia, con la libertad que promete este país… A la hora de la verdad, la censura existe siempre. Sé que te gustará leerlo y conocer de primera mano la situación en París; no te preocupes, Alicia y yo estamos bien, intentamos que no nos afecte la situación, aunque ya sabes que no podemos permanecer ajenos a lo que pasa. Pero no nos ponemos en peligro, tenemos un hijo por el que velar… Por favor, cuando lo leas, destruye el artículo, no me gustaría que tuvieses problemas por ello.
Un abrazo muy fuerte
Fernando Esquivel

Se sintió satisfecho de su nota a Pelayo, de los dos artículos; estiró su espalda dando un sorbo al café ya frío, recogió el artículo y guardó la carta para Pelayo en un sobre, introdujo las dos cosas en ese maletín de cuero de piel tratada que Alicia le había regalado en su primer cumpleaños juntos. Estaba a punto de amanecer, nuevamente, un día lluvioso. Pensó en el frío que debía hacer en la calle, recogió la mesa, apagó la luz, se bajó las mangas del pijama y decidió volver a acostarse, antes pasó por la habitación del bebé y se dio cuenta que Alicia tenía la manta con ropa que había ido comprando. Cogió uno de los peluches sin darse cuenta, a la vez, que se sentaba en la mecedora pensando en el temor que le producía que su hijo pudiera vivir una situación de guerra. Ese artículo tenía tanta importancia porque no estaba dispuesto a que su familia tuviera que volver a padecer una ciudad asediada por las bombas… Lo mejor de ese día fue volver a abrazar a una Alicia que, aún dormida, se giró levemente para que pudiera entrar en la cama. Al momento se quedó dormido, no había mejor sensación que la de estar en la cama con Alicia, sentir alguna patada de su hijo y la respiración tranquila de ella, lo último que recordó Fernando fue el leve olor del perfume de Alicia…
__________________________________________________
**Capítulo escrito por Iles y Noa, sin una de las dos partes, el relato no quedaría igual porque le faltaría parte de la escencia de los personajes!!

 
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