Finales de septiembre de 1961
Era una noche muy lluviosa, el viento pegaba en las ventanas, Fernando había llegado temprano de trabajar, aprovechó para afeitarse antes de que llegase Alicia. Mientras cenaban, Alicia le relataba su día y él simplemente la escuchaba; ella llevaba una bata que se compró al llegar a París y Fernando no tenía valor de decirle que ya no le abrochaba, además le parecía que estaba guapísima. Fernando ya tenía el pijama puesto, ella no pudo reprimir un bostezo y le preguntó si no le importaba recoger. Fernando asintió, se levantó para ayudarle a incorporarse y darle un beso. El salón olía a sopa caliente, al jabón de afeitar de él y al aroma avainillado que usaba ella desde que llegaron a París.
Fernando recogió la mesa y la cocina, y se dedicó a apagar todas las luces que Alicia nunca apagaba .Cuando llegó a la habitación, Alicia ya estaba completamente dormida y completamente destapada, apagó la luz de la mesilla de su lado mientras la tapaba. Fernando cogió papel y la pluma, se introdujo en su lado de la cama con cuidado apoyando la espalda en el cabecero, y comenzó a escribir la carta para Daniel, ese alter ego que la vida puso en su camino y fue tan decisivo para la curación de todas y cada una de sus heridas. Sonrió cuando vio que Alicia se daba la vuelta hacia su lado ocupando casi toda la cama. Mientras escribía no pudo evitar tocarle el pelo y recordar ese día de hacía muchos meses en el Pozo, cuando Daniel le obligó a mirar de frente a su pasado.
Al terminar dejó los folios en la mesilla y apagó la luz, se quedó dormido con el sonido de la tormenta mezclado con la suave respiración de Alicia.
Querido Daniel
Me alegro que todo os vaya bien, me gustó mucho recibir noticias tuyas. Pensaba esperar a que os fueseis para escribiros sin peligro, pero me parece muy buena tu idea de que le haya llegar la carta a Pelayo y él te la entregue a ti.
No tuve oportunidad de despedirme en persona ni de agradecerte todo lo que hiciste por mí, siempre estaré en deuda contigo. No dejo de pensar en todas nuestras conversaciones, en lo que me hiciste reflexionar sobre mis opiniones preconcebidas. Tengo que disculparme contigo, recuerdo que te dije que era imposible encontrar a un cura decente, nunca te pedí perdón por ello, prejuzgue a todos los curas basándome en lo que conocía… Aunque bueno, tú ya no lo eres, me alegro mucho que hayas encontrado alguien con quien ser feliz, que apuestes por tu relación con Belén, cuando te conocí creo que tú tampoco estabas dispuesto a dejar tu labor para entregarte a esa relación. Creo que tienes razón, nos separan algunas cosas pero otras nos acercan mucho, supongo que por eso congeniamos desde el principio. También me gustaría disculparme por tu detención, si no me hubieses ayudado no te habrían detenido… Nunca podré perdonarme que Pelayo y tú pasaseis por eso…
Quiero agradecerte mi felicidad, una parte de lo que soy ahora te lo debo a ti; nunca creí poder ser tan feliz como lo soy ahora. Alicia es la mujer de mi vida, poder vivir con ella, ser feliz con ella y esperar nuestro hijo le da sentido a mi vida, a nuestra vida. Me gustaría que llegara el día en que pudiésemos vivir en España, que no tengamos que cartearnos con los amigos que hemos dejado atrás… Te deseo mucha suerte con tu proyecto en Colombia, y que Belén y tú seáis felices porque os lo merecéis. Pelayo me ha contado en qué consiste tu proyecto, estoy seguro que si hubiese más gente como tú, el mundo iría mucho mejor.
Un fuerte abrazo, amigo.
Fernando Esquivel
Alicia estaba preparándose, antes de su encuentro con Pedro para darle la carta tenía que hacer algunas compras, tenía preparado el abrigo, los guantes, el paraguas y la boina en el salón, la mesa estaba llena de papeles, el maletín encajado en una de las sillas y mientras se dirigía a la habitación, se iba poniendo los pendientes. Fernando estaba pintando la habitación del niño, el piso era antiguo y las paredes blancas parecían de cualquier otro color menos blancas. Todavía no tenían los muebles, Fernando ya había pensado en la cuna pero era una sorpresa, Alicia sintió una pequeña arcada por el olor pero respiró fuerte y se pasó, entró en la pequeña habitación con cuidado. Cuando vio a Fernando con el rodillo no pudo evitar reírse para sus adentros; la pared estaba a medio pintar y él tenía la camisa abierta, parte de pintura en el pelo, estaba descalzo y con pintura en los pies. En la esquina, estaba la fregona para ir limpiando cada gota que cayese, el olor a temple contrastaba con el olor a tierra mojada que entraba por la ventana abierta, era un día lluvioso, como casi siempre en París, en ese momento solo era un calabobos que hacía que subiese el olor a los rosales del jardín.
-¡Qué cuadro!
-¿Insinúa la señorita Peña que no estoy guapo? –se giró para mirarla y acariciarle la cara- Yo, por el contrario, veo que tú estás impresionante…
-No seas zalamero, será que estoy impresionantemente grande…
-¿Ves? Eso sí que es una tontería, estás preciosa, aunque tú no pienses lo mismo de mí…
-No he dicho que estés mal, solo que pareces parte de un cuadro… Mira –le tocó la mejilla divertida- ¡si tienes pintura hasta en la cara!
-Bueno, eso es porque lo tengo que hacer yo todo… Si la señorita Peña se dignase a ayudarme…
Fernando se manchó los dedos para manchar la cara de Alicia, ella intentó alejarse pero fue peor, terminó manchando de pintura la camisa de Alicia.
-¡Fernando! ¿Has visto lo que has hecho? Ahora tendré que cambiarme, además… -Alicia también quiso mancharle a él- Deberías saber que todo acto tiene su consecuencia.
-Eso no ha estado nada bien, señorita Peña…
Entre risas empezaron a tirarse pintura el uno al otro, al rato sí que parecían un cuadro, pero un cuadro que trasmitía felicidad y alegría. Alicia se había llevado la peor parte, su ropa estaba casi entera manchada, parecía una niña traviesa. Fernando estiró una manta en el suelo para que se sentasen después de aquella pelea de pintura, no dejaba de mirar a Alicia. El sonido de la risa de Alicia retumbaba en la habitación.
-Me encanta que te rías… Por un momento nos he visto a los dos en el piso franco, riendo sin preocupaciones…
-Esos recuerdos hicieron que pudiese seguir adelante… Pero ahora no vivimos de recuerdos, ahora nos tenemos el uno al otro.
Alicia había empezado a acariciarle, Fernando se dejaba llevar, pero al mismo tiempo intentaba controlarse.
-Alicia… Es tarde, mira la que hemos armado, estamos llenos de pintura, la habitación a medio pintar… Deberías cambiarte, sino no te dará tiempo a ir a comprar todo lo que querías comprar…
-Las compras pueden esperar, Fernando… -Había empezado a desabrocharle la camisa llena de pintura- He soñado durante tanto tiempo con recuperar estos momentos contigo…
Fernando se debatía entre la pasión que sentía en ese momento y el recelo de hacerle daño, no sabía si haciendo el amor podrían dañar al bebé, antes no lo había pensado, pero al verla allí, manchada de pintura, preparando la habitación de su hijo… Era cierto, Alicia estaba más guapa que nunca, le había sentado muy bien el embarazo y tenía más ganas de besarla, de acariciarla, si es que eso era posible. Nunca había sabido decirle que no y ahora menos que nunca. Se levantó sin previo aviso, eso confundió a Alicia, pero Fernando regresó enseguida con unos cuantos cojines para que Alicia no estuviese incómoda, antes de regresar había cerrado la ventana y bajado la persiana hasta la mitad, se dio cuenta que debía arreglarla también pero tendría que ser en otro momento. Poco a poco venció ese miedo repentino, aunque intentando ser muy cuidadoso. Alicia recordó la primera vez que hicieron el amor, el día de su 19 cumpleaños en el piso franco, Fernando fue todo ternura al principio pero después la pasión les venció. Ahora le parecía que Fernando era todavía más cuidadoso con ella, le gustaba mucho pero a la vez necesitaba más así que tomó ella las riendas. Terminó de desnudar a Fernando, empezó a besarle el cuello, él se relajó, se dejó llevar, poco a poco fue desnudando a Alicia, con mucho cuidado pero también con pasión, sin dejar de acariciarla, besarla… Se olvidaron del tiempo, volvieron a tener la sensación de ser uno, siempre era igual, no sintieron eso con ninguna otra persona.
Alicia estaba recostada sobre Fernando que estaba apoyado en la pared todavía sin pintar, ambos acariciaban el vientre de ella. Fernando cogió su camisa, que había quedado tirada cerca de ellos, para cubrirles a los dos, le encantaba sentirla así y olerle el pelo mientras acariciaba su hombro con una mano y la barriga con la otra. Alicia sonreía mientras miraba cómo había quedado todo después de su lucha de pintura, pensaba divertida que tendría que ser Fernando quién se pusiese a frotar para dejarlo todo limpio, también pensaba que en breve no se vería sus propios pies pero Fernando interrumpió sus pensamientos.
-¿Cómo será? Desde que supe que íbamos a tener un hijo me lo he preguntado…
-Se parecerá a ti, Fernando, tus ojos, tu mirada…
-Bueno, pero tendrá tu sonrisa, eso es innegociable.
La risotada de Alicia la oyeron hasta los vecinos.
-¡No puedes decir eso de algo que no podemos controlar! –giró la cabeza para besarle- ¿Sabes? Tengo la sensación de que va a ser niño, un niño precioso, que se parecerá a los dos…
-¡Pero que no saque tu carácter! –Alicia le miró entre divertida y enfadada mientras le daba un pequeño golpe en la pierna- Alicia, reconócelo, como saque tu carácter vamos apañados…
-¡Mira quien fue a hablar! No conozco a nadie más cabezota que tú…
-Pues entre tu carácter y mi tozudez, creo que podemos prepararnos…
-Puede ser… Pero será nuestro, y eso hará que no le veamos defectos… ¡Oye! ¿Has pensado en algún nombre?
-Yo había pensado en nombre para una niña, supongo que porque quería una chiquitina parecida a ti correteando por la casa –no dejaba de acariciar el pelo de Alicia, pero su mirada cambió, pasó de la sensación de paz y felicidad que suponía estar así con Alicia, a la tristeza de los recuerdos pero incluso esa tristeza sabía que tenían que enfrentarla juntos- Nunca te he hablado de Andrea… Fue una gran amiga que murió por intentar liberarme… Estuvo casada con Mario Ayala…
-¡Mario Ayala! Qué bien se portó con nosotros cuando yo no pude ir a verte… Me dio tu mensaje… ¿Sabes que yo la noche antes de tu fusilamiento también recordé el momento en que me lo dijiste en el piso franco?
-No sé si fue lo mejor, hacerte llegar ese mensaje, pero en ese momento solo podía pensar que no te vería más, que iba a morir sin despedirme… Sabía que era lo mejor, que tenías que olvidarme, pero no podía irme así…
-¡Claro que fue lo mejor! Me ha costado perdonarte que pasases 10 años sin contarme que sobreviviste… Pero en ese momento necesitaba saber de ti, necesitaba cualquier detalle al que agarrarme… -estaban acariciándose las manos mientras sentían una patadita de su hijo- Pero bueno, no quiero pensar en esos momentos porque ahora estamos aquí, juntos, esperando a nuestro hijo, eso es lo importante… Háblame de Andrea.
-La conocí cuando tuve que ayudarla a salir del país, ella se exilió junto a Antonio, su marido y un gran camarada, su madre acababa de morir y ella había vuelto de París a tiempo de despedirse. Al principio chocamos muchísimo, por aquel entonces yo estaba hundido, todavía no había superado la muerte de Belle –agarró fuerte la mano de Alicia- algo que solo pude superar gracias a ti… El caso es que yo la veía como una burguesita, una caprichosa jugando a revolucionaria que a las primeras de cambio ponía a todos en peligro por volver a España. La verdad es que si no hubiese sido porque Antonio era su marido, no hubiese recibido ayuda del Partido… -Alicia le escuchaba atentamente interrumpiéndole solo para besarle- Nuestra salida del país se complicó, tuvimos que escondernos en pueblos, hasta conventos… Pero el caso es que conseguí sacarla del país, salimos juntos; hubo un momento en que todo parecía que estaba perdido, pero no podía dejarla a su suerte, volví y al final todo salió bien…
-Volviste… -ahora era Alicia quien acariciaba el pelo de Fernando- Como cuando volviste al piso franco cuando lo de mi tío… Nunca te agradecí que no me dejases sola…
-Ni falta que hace, ya te lo dije, tenía que volver… No podía irme pensando que te pasaba algo; intenté convencerme muchas veces, muchísimas veces, que tú no eras importante para mí, que no teníamos futuro juntos, que eras una niña, que yo debía hacer lo que tenía que hacer… Pero al final siempre estabas tú, y no me arrepiento de no haberme ido…
Se besaron pasionalmente, pero Alicia quería escucharle, quería saber toda la historia de Andrea.
-Sigue contándome de Andrea.
-No hay mucho que contar… Regresamos a París, ella fue quien me propuso el atentado contra Franco… Y después, cuando me cogieron, ella fue a Madrid, dispuesta a todo para salvarme… Tanto que murió, yo había venido para acabar con un topo, no pude hacerlo y el topo acabó con ella y con los que la ayudaron… Nunca me perdonaré la muerte de Andrea…
Alicia se quedó pensativa, pensaba en todo el sufrimiento que había pasado Fernando a lo largo de su vida, en todos aquellos a los que había tenido que despedir... También sentía que cada día estaba más cerca del verdadero Fernando, que hablaba de Belle o de Andrea mirándole a los ojos, eso sería impensable meses atrás.
-Fernando, yo no la conocí, pero si quería salvarte, si se arriesgó, fue porque quiso hacerlo, porque merecía la pena arriesgarse por alguien como tú. No tienes la culpa de que el infiltrado la descubriese… -dejó de sonreír y se puso seria- Fernando, no quiero que sigas culpándote por todo, tú eres responsable de tus actos, no de los de los demás, aunque sean por ayudarte a ti.
-Sabes que no puedo evitarlo… Pero tienes razón, nada de culpas, estamos juntos, eso es lo que importa, el futuro tiene que compensarnos y tenemos que disfrutarlo.
Ambos sonrieron, se besaron pero seguían teniendo algunos detalles pendientes.
-Bueno, si es niña Andrea, decidido, pero ¿y si es niño? ¿Has pensado algún nombre Fernando?
-¿Voy a elegir yo los dos nombres? No me parece justo… Venga, di los nombres que habías pensado tú, –incorporó a Alicia para mirarla- estoy seguro que ya habías pensado en ello…
-Te equivocas señor Solís, hasta hoy no había pensado en ello. Quiero saber qué nombre has pensado tú si es niño, después te digo el que he pensado yo; si es niña ya está decidido…
-Bueno, no sé si te gustará, pero me gustaría que se llamase Pelayo o Roberto… ¡Hasta te doy a elegir!
-¡No!
-Está bien –se sorprendió por la reacción de Alicia- ya te dije que te tocaba a ti elegir nombre…
-Fernando, no me refiero a eso… Yo había pensado también en que se llamase Roberto.
Ambos sonrieron felices, había dejado de llover, el sol comenzaba a filtrarse por la ventana, haciendo que el color negro del pelo de Alicia pareciese azulado, en ese momento Fernando se olvidó de todo aquello que no fuese la estampa que tiene delante y comenzó a besarla, al principio tiernamente pero después de forma muy pasional…
-Fernando… Ahora sí… que es… tarde –lo dijo mientras seguían besándose- De verdad, tengo que irme, Pedro estará ya esperando la carta –empezó a incorporarse
-Que espere un poco más… No pasa nada…
-Vaya, no recuerdo que hace un rato estuvieses tan seguro en estas lides…
-¡Gamberra! –lo dijo divertido pero sin dejar de insistir- Venga, anda, relájate un poco…
-Hagamos un trato –se volvió a sentar para mirarle- si a la vuelta has terminado de pintar, la habitación está decente y te has portado bien… Quizás, y solo quizás, tendremos recompensa… Pero, ahora, tengo que irme.
Se besaron una vez más mientras Alicia terminaba de vestirse, Fernando la seguía con la mirada, no le daba tiempo a cambiarse, tendría que ir con la camisa llena de manchas de pintura, por suerte el abrigo era largo y podría disimular el desastre de su ropa. Una vez que Alicia salió de la habitación, él se encendió un cigarro y fumó mientras se ponía su camisa totalmente llena de pintura. Al pasarse la mano por el pelo se dio cuenta que necesitaba un baño pero tendría que esperar, terminó de pintar la habitación y volvió a abrir todas las ventanas. Mientras se bañaba, recordó los mejores momentos que vivió con Andrea, incluso se planteó que se hubiera llevado bien con Alicia.
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**Colaboración especial: Iles. Gracias por ser mis ojos en esos pequeños detalles que hacen que los personajes sean reales!! Yo sería incapaz de describir esos gestos característicos de los personajes que al leerlos da la impresión de estar viéndolos! ¡Gracias!