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Septiembre de 1961
Querida Macarena
¿Qué tal todo por Barcelona? No sabes las ganas que tengo de verte, entiendo que esta vez viniesen solo Inés y Mauro porque es su viaje de bodas, pero la próxima vez me encantaría que vinieses con ellos. Ante todo, muchas gracias por el regalo, los patucos son preciosos, y saber que están hechos por ti los hace más especiales. Estoy expectante ante la llegada de mi hijo, tengo muchas ganas de verle la carita y saber a quién se parece… ¡si me vieses! Estoy de cinco meses y se me empieza a notar bastante… Al menos ya no hace mucho calor y puedo soportarlo, todo va estupendamente y solo queda esperar. Gracias también por reservar una foto de la boda de Inés y Mauro para nosotros, ya se lo he dicho a ella, estaba preciosa y me ha gustado mucho verla vestida de blanco.
Inés me ha contado vuestros nuevos proyectos, está muy ilusionada y me dice que tú también… Os deseo mucha suerte en vuestra nueva andadura.
Recuerda que aquí tienes tu casa siempre que quieras, así conoces a Roberto… Bueno, si vienes ya te le presentaré y te explicaré muchas cosas…
Un beso muy grande, echo de menos las charlas contigo, me gustaría que se volviesen a repetir.
Alicia Peña
Esta vez a Alicia le acompañaba Inés, estaban las dos esperando a que llegase Pedro, Alicia acababa de contarle por qué Fernando eligió Esquivel como apellido cuando Bonilla le dijo que iba a preparar su documentación. Alicia se había alegrado que siguiese llamándose Fernando, no podría acostumbrarse a llamarle de otra forma, aunque para ella siempre sería Fernando Solís, pero cuando él tuvo que cambiar su apellido, eligió el apellido de su gran amigo Roberto Esquivel. Su hijo o hija llevaría el apellido de Roberto, le hubiese gustado que fuese Solís, pero descartado ese apellido, Esquivel le parecía un apellido perfecto para su hijo, algún día le explicarían la historia de Roberto Esquivel. Después de eso, las dos se pusieron a soñar con cómo serían sus hijos, con que algún día pudiesen jugar juntos sin necesidad de viajar…
Mientras ellas esperaban a Pedro, en casa Fernando estaba en un aprieto; Mauro acababa de pedirle ayuda, quería vengarse de Martín Angulo. Al principio de llegar a París, Mauro recelaba de Fernando, no quería tratar mucho con él, pero en los días que llevaban allí había conseguido no estar alerta, relajarse y tratar a Fernando como la pareja de una de las mejores amigas de su mujer.
-Mauro, no insistas, no pienso darte el contacto para llegar a Mignot…
-Como quieras, puedo conseguirlo por otro lado.
-No te tires faroles conmigo… -le hacía gracia la valentía que mostraba Mauro, pero no pensaba ceder- Mira, cuando entras en esta espiral es imposible salir, Inés y tú estáis enamorados, habéis empezado una nueva vida, habéis dejado todo eso atrás –empezaba a sospechar por qué Mauro quería vengarse, él también quiso cuando se enteró de lo que tuvo que pasar Alicia por ese malnacido-, no creo que buscar venganza ayude a vuestra nueva vida…
-¡Es que lo que tú creas no me importa! –Fernando le dedicó una mirada irónica y Mauro comprendió que alterarse no era el mejor camino- Está bien, tranquilicémonos; busco venganza, es cierto y no te voy a engañar. Pero desde el nombramiento, ese cerdo es más intocable de lo que ya lo era, no quiero que pueda destrozarles la vida a otras mujeres… No es justo que salga impune de todo ello.
-¿Y crees que yo no lo he pensado? Pero Mauro… -no iba a servir de nada cualquier argumento que diese porque, además, estaba de acuerdo con el planteamiento de Mauro- Mira, no voy a discutir esto contigo, no quiero meterte en algo que sé que no puedes manejar, Alicia no me lo perdonaría nunca e Inés tampoco… ¿Has pensado qué diría ella de todo esto?
Fernando le miraba interrogante, Mauro no pensaba contestar, no quería que le hiciese pensar en Inés, en qué pasaría después… Solo quería ver a ese cerdo pagar por todo lo que les había hecho.
-Por tu silencio veo que sabes qué diría Inés si se enterase de esto… Yo quiero ayudarte, de verdad, y además comparto tus ganas de ver pagar a ese cerdo, pero antes de hacer nada, deberías pensar en el coste que esto podría tener en tu vida. Quieres venganza ya que justicia no hay, lo entiendo y lo comparto, pero piensa si te merece la pena cuando puedes perder todo lo que tienes, tu relación, tu vida, tu familia…
Fernando le dejó solo, no solo para que Mauro pudiese plantearse todo, sino para pensar él también… ¿Querría Alicia venganza contra Martín? ¿Estaría de acuerdo con eso? A él le hubiese gustado ajustar cuentas con Martín antes de irse, pero ahora, después de los meses que llevaba junto a Alicia, de la felicidad que sentía… No quería empañar su nueva vida, nunca fue tan feliz como lo estaba siendo en ese momento y Angulo había quedado atrás. Pero, por otro lado, Martín seguía en España, con más poder todavía, pudiendo violar a cuantas mujeres desease… Pensar en la impunidad de tipos como él, le seguía dando ganas de luchar, pero ¿cuántos Martín Angulo habría en España? El problema no era ese tipo en concreto, era el régimen, el poder, todo estaba corrupto y no se podía hacer nada contra eso. Algún día, pensó, algún día el país recuperará su libertad y tipos como Martín Angulo serán apartados del poder.
Cuando Alicia e Inés regresaron a casa, Fernando y Mauro ya estaban hablando de Barcelona y la editorial, nadie diría que momentos antes habían discutido sobre si hacer algo o no contra Martín Angulo. Aunque Alicia sí pudo darse cuenta que no todo estaba tranquilo, al entrar pudo distinguir el olor del piso, olía mucho a tabaco, se notaba que Fernando y Mauro no habían dejado de fumar, distinguió dos vasos de coñac prácticamente vacíos, quizás tuvieron una conversación tensa. Su nariz arrugada al sentir ese olor hizo que Fernando supiese que sospechaba algo, pero ambos decidieron centrarse en el último día de Inés y Mauro en París, Alicia quería que fuese especial, a primera hora de la mañana había salido el sol aunque hacía frío. Pero no renunció a ir a los Jardines del Trocadero, se abrigaron mucho y comieron allí entre risas, anécdotas y amor. Fernando y Alicia prepararon la comida antes de salir y así dejaron a Inés y Mauro un poco de intimidad. Una tortilla de patatas, hecha por Fernando que le salían mejor que a ella, unos canapés de queso y bacon preparados por Alicia, una botella de vino y unos refrescos para ellas dos. Disfrutaron de la comida, pero sobre todo de la compañía; brindaron por el futuro, por sus hijos, por su amor, el último brindis fue por la libertad. Bien entrada la tarde pasearon por la orilla del Sena, el frío no les abandonó, pero tampoco impidió que subiesen a una pequeña barca para disfrutar de un paseo. Al bajar, Alicia se sintió un poco mareada, pero nada que no se pasase a tiempo de tomar un chocolate caliente antes de que Inés y Mauro cogiesen el tren de vuelta a Barcelona.
Alicia se había quedado dormida en el sofá, tenía la cabeza en el regazo de Fernando y una mano acariciando su abultado vientre. Fernando se movió con cuidado, posó su cabeza en el cojín, fue a por una manta, tapó a Alicia y se sentó en frente de ella, siempre le había gustado mirarla mientras dormía. Después de la conversación de esa noche él no podía dormir, le encantaba velar los sueños de Alicia, le daba mucha paz verla dormir.
Unas horas antes
Ya había anochecido cuando llegaron a casa después de despedir a Inés y Mauro, habían disfrutado mucho el día, la comida, el paseo en barca, el chocolate… Pero al volver a casa, el semblante de Fernando había vuelto a cambiar; no pudo evitar pensar en Mauro, en Inés, en Martín Angulo, en Mignot, en Alicia, en su hijo… Le seguía dando vueltas en la cabeza y no podía olvidarlo. Alicia sabía que pasaba algo, pero quiso dejarle su espacio, al menos de momento, así que se fue a la cocina a preparar algo de cena. No se complicó mucho, preparó algo de picar y abrió un vino que ella no probaría, en media hora estaba en el salón junto a Fernando. Cenaron entre miradas y algún comentario sobre si debían empezar a preparar las cosas para la llegada de su hijo, la habitación, la ropita… Fernando se esforzaba para no preocuparla y aunque no daba resultado, al menos durante la cena aparcaron los problemas. Después de cenar, Fernando se sirvió una copa, no le apetecía beber, pero necesitaba hacer algo, tener las manos ocupadas; no se había puesto cómodo, seguía con la misma ropa con la que salió de casa, en cambio Alicia se había descalzado y se había sentado en el brazo del sillón donde descansaba Fernando. Alicia le miraba, Fernando jugaba con el vaso.
-Fernando… ¿Qué te pasa? Desde que Mauro y tú os quedasteis solos esta mañana sé que pasa algo…
-Nada, Alicia, solo estoy cansado… Solo eso, ha sido un día agotador y…
-Fernando, -le interrumpió y giró su cara para hacer que la mirase- recuerda que dijimos que no habría más secretos.
No podía hablar, no quería preocuparla a ella también, no pudo ni mantenerle la mirada, volvió a mirar el vaso. Alicia no lo entendía, no quería seguir oyendo vaguedades, estaba a punto de levantarse del sofá, pero Fernando la miró.
-Espera Alicia… -dejó espacio para que se sentase junto a él en el sillón, pero siguió sin poder mirarla, su mirada se concentró en los hielos derritiéndose- Esta mañana… Mauro me ha pedido ayuda, quería que le ayudase a contactar con Mignot…
-¿Qué? ¿Para qué quiere Mauro eso?
Aunque estaba muy sorprendida, no se movió ni un milímetro, siguió allí junto a Fernando, cogiéndole la mano y sin dejar de mirarle aunque él estuviese mirando el vaso.
-Quiere acabar con Martín Angulo, no quiere que quede impune, que pueda seguir haciendo lo que hace…
-Bueno, -empezó a acariciar el pelo de Fernando- entiendo que quiera verle pagar, su ascenso nos ha afectado a todos, pero ellos ya están lejos de su alcance, no tiene sentido que ahora que están a salvo quiera implicarse con Mignot, con el Partido, con algo que le viene grande…
-Es que hay más… -solo en ese momento volvió a mirarla a los ojos, le cogió las manos y se incorporó- Verás… Por cómo hablaba Mauro, creo que Martín violó a Inés, creo que ella no pudo salvarse…
-¿Cómo? –sintió un escalofrío por todo el cuerpo, hacía mucho que no sentía eso al pensar en Martín Angulo- Pero si Inés me dijo… -Fernando la abrazó- ¡Qué idiota! ¿Cómo no pude darme cuenta? Después de haber pasado por lo mismo…
-Alicia, tú no tienes la culpa, Inés no podía afrontar lo que pasó, de hecho no sé si Mauro lo sabe porque ella se lo ha dicho o porque él lo ha descubierto…
-Ya, Fernando, pero yo sí debí notarlo, Inés quiso parar el caso, no pudo seguir adelante con la acusación… Debí haberlo imaginado…
Alicia no pudo retener las lágrimas, Fernando también se sentía culpable, si él no hubiese sido tan transparente, si hubiese sabido esconder su preocupación, ella no estaría pasándolo mal. Le limpió las lágrimas, la abrazó, acarició su vientre; Alicia se calmó en sus brazos.
-Fernando… ¿Crees que deberíamos contactar con Mignot? Mauro tiene razón, no debimos dejar que le nombrasen, no debimos conformarnos…
-No lo sé, Alicia, por un lado somos tan felices, hemos dejado todo atrás, tanto sufrimiento, tantos malos recuerdos… Pero a la vez pensar que ese tipo sigue campando a sus anchas… No lo sé.
No hablaron más, no era noche para tomar decisiones; pasaron parte de la noche abrazados, acariciándose, sintiendo alguna patadita de su hijo… Hasta que el sueño venció a Alicia, ella dormiría unas cuantas horas, mientras que Fernando pasaría la noche velando sus sueños y pensando en la suerte que tenía por poder ser tan feliz, por tenerla a ella, por esperar un hijo de ambos.
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**Colaboración especial: Iles. Sin seguir su corazonada sobre las noticias que tendríamos de Inés y Mauro, hubiese tenido que cambiar parte del capítulo. Además, sin su ambientación de la escena, nunca habría visto tantos detalles y el capítulo hubiese acabado con la despedida con Inés y Mauro. ¡Gracias!
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